SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.33 número98Migración interna y logro ocupacional en la Ciudad de MéxicoEl estilo de Max Weber. Sobre su participación en política y sobre el modo científico de escribir sociología índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Estudios sociológicos

versión On-line ISSN 2448-6442versión impresa ISSN 0185-4186

Estud. sociol vol.33 no.98 Ciudad de México may./ago. 2015

 

Artículos

Las paradojas de la democracia: partido dominante, gobierno y redes políticas en la Ciudad de México

The paradoxes of democracy: dominant party, government and political networks in Mexico City

Héctor Tejera Gaona* 

Emanuel Rodríguez Domínguez** 

* Departamento de Antropología, División de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, Edifico “F”, Cubículo 001, Planta Baja, San Rafael Atlixco núm. 186, Col. Vicentina, C.P. 09348, Delegación Iztapalapa, México, correo electrónico: tejeravirtual@gmail.com.

**Correo electrónico: emanuel.rodriguex@gmail.com.


Resumen

Con base en una propuesta teórico-metodológica que sustenta el estudio empírico realizado del año 2009 a 2012 en la Ciudad de México, este artículo aborda los procesos políticos subyacentes al mantenimiento del poder por parte del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Se estudian las prácticas políticas insertas en lo que definimos como campos de reproducción de la dominación: a) representación y participación ciudadanas, b) ejercicio de gobierno y, c) redes políticas. Colateralmente, también abordamos otro campo: la dimensión partidaria. Sin escatimar los avances en materia de derechos civiles y humanos, protección social y apoyo a los sectores más desfavorecidos, entre otros, el ensayo profundiza en las formas de consolidación de los grupos de interés insertos en este partido (facciones) y las prácticas que utilizan para garantizar su permanencia en los espacios político-territoriales de la ciudad.

Palabras clave: faccionalización partidario-gubernamental; prácticas político-culturales; procesos electorales en la Ciudad de México; Partido de la Revolución Democrática

Abstract

Based on a theoretical-methodological approach which served as the groundwork for an empirical study carried out from 2009 to 2012 in Mexico City, this article addresses the underlying political processes that sustain the power of the Partido de la Revolución Democrática (PRD). These political methods -which we define as the breeding grounds of domination- are broken down into: a) citizen representation and participation, b) government practice and, c) political networks. Collaterally, we also discuss another area: the partisan dimension. Without denying the progress made in civil and human rights, social protection, and aid of the least fortunate sectors, among others, this essay explores the techniques of consolidating interest groups that exist within the party (factions) and the methods utilized by the PRD in order to ensure its staying power within the political-territorial spaces of the city.

Key words: partisan-governmental factionalization; political-cultural practices; electoral processes in Mexico City; Partido de la Revolución Democrática

Introducción

Este trabajo profundiza en la dinámica político-gubernamental de la Ciudad de México, con el propósito de establecer si el Partido de la Revolución Democrática (PRD) se está convirtiendo en un partido dominante a nivel subnacional. Para ello se abordan las causas de su consolidación político-electoral a partir de la democratización de la ciudad en 1997, con la elección del primer jefe de gobierno;1 consolidación producida en un entorno desfavorable2 que, sin embargo, no parece haber socavado su solidez político-electoral.

Buscamos ahondar teórica y empíricamente sobre los contenidos del ejercicio partidario-gubernamental en la capital del país, más allá de principios aspiracionales (normativos) que sostienen a priori que la falta de alternancia es signo de mal funcionamiento de la democracia (Przeworski et al., 2000). La consecuencia de este principio es que un partido dominante es antidemocrático hasta ser derrotado electoralmente. A diferencia, hemos investigado cómo se mantiene el poder con base en una propuesta teórico-metodológica que sustenta un estudio empírico sobre los contenidos del ejercicio partidario-gubernamental del PRD.

Desde el gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas (1997-1999), las políticas públicas que caracterizan a los gobiernos perredistas en la Ciudad de México han sido diseñadas, en términos generales, con el propósito de ampliar los derechos ciudadanos (Canto y Martínez, 2013). Estas políticas han estado filtradas por las pugnas entre las diversas facciones del PRD, las cuales se han expresado en dos niveles: por un lado, la querella por los puestos gubernamentales y sus presupuestos; por otro, la constante confrontación entre el gobierno central y las administraciones delegacionales.3 En consecuencia, su implementación se decanta al transitar por múltiples intermediaciones, que las transforma en transacciones específicas y transacciones difusas (Tejera, 2009). Las primeras se sustentan en programas sociales focalizados (becas escolares, atención para adultos mayores y jefas de familia, servicios médicos básicos, entre otros), y en políticas de reconocimiento de derechos para sectores específicos (legislación en materia de diversidad sexual y derechos reproductivos). Estas acciones gubernamentales fortalecen el “piso mínimo” de la ciudadanía, a la vez que apuntalan la adhesión electoral y consolidan redes clientelares. Por su carácter difuso, entre las segundas destacan estrategias gubernamentales como la movilidad y habitabilidad de la ciudad (mejoras y ampliación de las rutas de transporte urbano, ciclovías y cicloestaciones, fomento al uso recreativo de los espacios públicos, entre otras), que responden a expectativas más generales de los habitantes de la capital. Ellas influyen en la construcción del consenso político que respalda al partido en el gobierno. En este artículo nos detenemos en las transacciones específicas, por su importancia como prácticas políticas que consolidan a los grupos de interés insertos en un partido dominante.

El artículo está organizado en cinco secciones. En la primera, se expone la propuesta teórico-metodológica elaborada para la investigación realizada, las estrategias técnicas de carácter cualitativo y cuantitativo acordes con ella, y una síntesis de los campos analizados. La segunda despliega tanto algunos aspectos históricos que han propiciado el éxito electoral del PRD en la Ciudad de México, como la dinámica intrapartidaria que le caracteriza y se expresa en las formas y contenidos de la dominación política. En la tercera sección se analizan los contenidos de las prácticas políticas en la relación gobierno/ partido/ciudadanía con base, tanto en las características que ha adquirido en la capital la representación ciudadana de carácter formal, como en las estrategias con las que los gobiernos delegacionales atienden las demandas ciudadanas. La cuarta sección plantea la forma en que se constituyen las redes políticas, su importancia en la dinámica de ascenso intrapartidario, su influencia en la identidad política, y mostramos mediante un ejemplo delegacional (Iztapalapa) su efecto electoral. Finalmente, la quinta sección contiene una reflexión conclusiva con base en lo expuesto.

I. Partido dominante: dimensiones y campos

Proponemos que un partido dominante es aquel que mantiene el poder por más de cuatro elecciones consecutivas y cuyo carácter proviene de un ejercicio efectivo de la dominación en las dimensiones electoral, legislativo-parlamentaria4 y en los diferentes niveles o ámbitos gubernamentales (Dunleavy, 2010; Greene, 2007; Hiskey y Canache, 2005; Sartori, 2005 [1976]); en este caso, gobierno central y delegaciones políticas. Por ejercicio efectivo de la dominación (Simmel, 2009 [1908]) entendemos la eficacia de las prácticas utilizadas por el partido dominante para mantenerse como tal, empleando para ello los recursos disponibles en las dimensiones mencionadas.

La definición arriba propuesta busca integrar las consideraciones cronológicas (temporalidad en el poder), cuantitativas (número de representantes), de predominancia (electoral y gubernamental) y cualitativas (contenido de las prácticas político-culturales que garantizan la dominación), separándolas de criterios como la opinión pública (Duverger, 1963: 308), y de aquellos estrictamente cuantitativos, como es el caso del índice de poder de voto (Dumont y Caulier, 2005).

La consolidación de un partido dominante desdibuja las fronteras entre las dimensiones arriba mencionadas, con el propósito de fortalecer su dominación (Goldstone, 2003), politizando la mayoría de los ámbitos de gobierno al subordinarlos a criterios orientados a mantener el poder partidario.

Para estudiar la permeabilidad de las fronteras entre las dimensiones electoral, legislativa y gubernamental, y sus vínculos con los habitantes de la Ciudad de México, empleamos un enfoque procesual de la dominación analizando las relaciones de poder en contextos particulares (Sztompka, 1991). En este artículo se abordan las dimensiones partidario-electoral y gubernamental5 a través de tres campos estudiados de 2009 a 2012: a) representación y participación ciudadana, b) ejercicio de gobierno y, c) redes políticas y elecciones,6 integrándolos en la reflexión general sobre la relación entre elecciones, democracia y ejercicio gubernamental (Pempel, 1990).

Cuadro 1 Síntesis de campos, ámbitos de condensación y procesos políticos estudiados 

Como estrategia metodológica, se estudian los campos mencionados mediante el análisis de procesos políticos imbuidos en ámbitos de condensación; es decir, que aglutinan la confrontación sociopolítica entre diversos actores interesados en construir, mantener o, en su caso, redefinir las formas en que se ejerce la dominación.

El campo de la representación y la participación ciudadana permite indagar sobre la constitución y reproducción de la dominación en la relación ciudadanía/gobierno/partidos políticos al abarcar dos aspectos: por un lado, cómo se definen las estructuras de representación ciudadana y su empleo electoral; por el otro, su influencia en la formación de la identidad políticocultural de los ciudadanos, ya sea autónoma y con base en derechos o, por el contrario, dependiente y subordinada. En el campo del ejercicio de gobierno nos centramos tanto en la estrategia gubernamental para generar adhesiones e identificaciones políticas entre vecinos de barrios y colonias, resultantes de las formas mediante las cuales se otorga el gasto social; así como en las particularidades de la relación que entablan con ellos funcionarios e intermediarios, que propicia la “domesticación” y acotamiento de las demandas ciudadanas. En el campo partidario-electoral, destacamos la formación y funcionamiento de redes políticas y organizaciones parapartidarias, y su efecto sobre las identificaciones e identidades políticas como base para explicar su influencia sobre el comportamiento electoral. Por lo anterior, el estudio que presentamos no se circunscribe a una noción de partido dominante asociada al acatamiento de los procedimientos electorales establecidos, particularmente si emplean mecanismos ocultos o abiertamente fraudulentos (Hermet, 1982).

Acorde con la definición de partido dominante empleada, se han combinado técnicas cualitativas y cuantitativas, seleccionándolas con base en su pertinencia para profundizar en los procesos políticos estudiados. Entre las cualitativas pueden mencionarse: a) la observación sistemática del comportamiento político de actores clave; b) entrevistas a profundidad a funcionarios públicos, legisladores y líderes políticos, entre otros; así como diálogos casuales con participantes de los diferentes procesos estudiados; c) análisis de material gráfico y documental (fotos, panfletos, encuestas, propaganda de diversa índole); d) consulta hemerográfica y de portales de Internet (blogs y redes sociales virtuales). Para otorgarle certeza significativa a los procesos políticos analizados, hemos empleado la saturación etnográfica; esto es, que los datos obtenidos mediante alguna de las técnicas mencionadas estén confirmados por la redundancia, o mediante ejemplos discriminantes al confrontar información de situaciones similares (Creswell, 2007).

En cuanto a las estrategias cuantitativas, presentamos un análisis histórico-estadístico por conglomerados (clusters) de resultados electorales de las elecciones locales del 2003 a 2012, vinculado a información georeferenciada por secciones electorales y niveles de desarrollo socioeconómico, indicadores numéricos de la influencia de cada corriente al interior del PRD-DF, número de diputados por corriente, y distritos donde tienen presencia. Se ha asociado el análisis cuantitativo con la información etnográfica sobre ubicación, funcionamiento y negociación entre redes políticas,7 representantes gubernamentales y líderes de facciones partidarias.

II. Los factores de permanencia del PRD en la Ciudad de México

La permanencia del PRD como gobierno a partir de 1997 proviene de la tradición opositora de la capital del país, el surgimiento de la sociedad civil y su entrelazamiento con las movilizaciones sociales durante la década de los ochenta, y la participación del movimiento urbano popular en el ámbito político-partidario. Todo lo anterior amalgamado en los procesos electorales.

a) Cultura de oposición, movimientos sociales y comportamiento electoral

La Ciudad de México es compleja y heterogénea en términos culturales y políticos, aunque algunos rasgos comunes pueden rastrearse a partir de los años cuarenta del siglo pasado, cuando en ella se desarrolla un fuerte movimiento cultural de actores sociales críticos del régimen priista, el cual influye sobre las percepciones políticas de los capitalinos (Vaughan, 2001). Desde los años sesenta, no obstante que el PRI era hegemónico a nivel nacional, el PAN obtenía en la capital votaciones de alrededor de 20% (Gómez-Tagle, 2000: 39); lo cual ejemplifica la tendencia electoral de los capitalinos a votar por partidos diferentes al PRI (Emmerich, 2005). Además, durante muchos años tuvo el mayor índice de abstención electoral de todo el país, el cual se considera expresión de una tradición opositora que influirá en su comportamiento político posterior (Becerra, 2005). Por lo que se refiere a las movilizaciones sociales, durante la década de los ochenta pueden mencionarse las de damnificados de 1985, estudiantil de 1987, electoral de 1988 y magisterial de un año después (Álvarez, 2009). Son movilizaciones marcadas por el descontento ante la crisis económica que detona a finales de 1994 y que profundiza la iniciada en 1985; y el desplome del prestigio como partido y gobierno del PRI. La lucha por la democratización en la Ciudad de México unifica movimientos sociales y sectores ciudadanos, lo que refuerza la cultura opositora de la capital. Sin embargo, con el establecimiento de la democracia representativa a partir de 1997, esa unidad se ha debilitado aunque no el apoyo electoral capitalino al PRD, lo que abre las puertas para que las facciones8 que integran este partido se consoliden paulatinamente.

Cuando el PRD contiende en las elecciones para jefe de gobierno por vez primera (1997), lo hace con la participación de las organizaciones urbanopopulares que demandan regularización territorial, bienes y servicios. Sus líderes negocian con Cuauhtémoc Cárdenas, candidato perredista a la jefatura de gobierno, el apoyo político-electoral de sus organizaciones9 a cambio de diputaciones y cargos gubernamentales, por lo que votar por el PRD se traduce en votos para dichos líderes (Bruhn, 2012: 140). Estos líderes comienzan a fortalecer facciones políticas para afianzar posiciones partidarias, y en este proceso la mayoría de los movimientos sociales van siendo “domesticados” por quienes los encabezan, transformándolos paulatinamente en redes de apoyo electoral de carácter clientelar.10 Además, el debilitamiento de su interés por la democratización abre las puertas para que los representantes de estas facciones enmascaren su creciente predominio en el gobierno bajo la bandera de la defensa de la democracia, utilizando prácticas políticas autoritarias y clientelares con un vocabulario en el que “participación”, “sociedad civil”, “ciudadanía” y “democracia” son comunes.

Las elecciones condensan los elementos históricos mencionados generando que, con excepción del año 2000 -cuando la promoción del “voto útil” en contra del PRI, el “efecto Fox”, el desgaste de las reiteradas campañas presidenciales de Cárdenas, y la falta de consolidación del PRD en el DF como gobierno, favorecen al PAN-, la mayoría de los capitalinos se incline a votar por el PRD.

Es por lo anterior que, siguiendo nuestra definición, hasta el año 2003 se conjuntan las condiciones que permiten a este partido comenzar a ejercer la dominación en las dimensiones electoral, legislativo-parlamentaria y gubernamental a nivel subnacional, con lo que se establecen las bases para constituirse paulatinamente como partido dominante. A partir de dicho año, como lo muestra el Cuadro 2, además de ya contar con la Jefatura de Gobierno, obtiene el predominio gubernamental y legislativo local al ganar 13 de las 16 delegaciones políticas y 36 de los 40 diputados de mayoría relativa en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF).

Cuadro 2 Comportamiento electoral en la Ciudad de México (1997-2012)1 

Fuente: Elaborado con base en datos del IEDF. En el caso de coaliciones se agrupan los votos en los tres principales partidos (PAN, PRD y PRI).

1 Este cuadro muestra las preferencias electorales ciudadanas, por lo que se concentra en los elegidos por mayoría relativa, ya que la representación proporcional es producto de negociaciones partidarias sobre pesos y contrapesos políticos (Gómez-Tagle, 2011), influyendo sobre la predominancia legislativa, tema que rebasa los objetivos de este artículo

No toda la capital ha votado en estos años por el PRD. Como muestra el Mapa 1, existen corredores electorales que en el periodo de 2003 a 2012 lo hacen tendencialmente por el PAN, y están ubicados en zonas con índices de desarrollo social de estrato medio y alto11ubicadas en las delegaciones Benito Juárez-Álvaro Obregón; Miguel Hidalgo-Cuajimalpa y Coyoacán-Tlalpan. Con base en el análisis de clusters realizado, el promedio de votos a jefes delegacionales en el periodo mencionado es de 53.1% de votos al PAN, 22.5% al PRD y 15.7% al PRI. En investigaciones de periodos anteriores (1988-1997), los habitantes de estos corredores han sido identificados, caracterizándose por un perfil socioeconómico asociado a variables como vivir en zonas con mayor urbanización y poseer mejor nivel educacional y salarial; también por provenir de otras entidades de la república (Gómez-Tagle, 2000: 82).

Fuente: Mapa elaborado en el Centro de Geografía Digital de El Colegio de México.

Mapa 1 Distrito Federal: comportamiento electoral para Jefe de Gobierno 2006-2012 

El estudio de campo que hemos realizado en estas zonas indica que el comportamiento electoral de sus habitantes también combina tradiciones culturales de carácter conservador, tales como desconfianza a “la izquierda” y crítica al gasto social, entre otros aspectos. Sin embargo, el cuestionado desempeño del PAN en el gobierno federal durante el sexenio pasado y su crisis partidaria en la Ciudad de México en 2012, propician que en algunos de dichos corredores electorales este partido haya sido desplazado por la alianza de izquierda.12

Aun cuando lo habitual del comportamiento electoral nacional es optar entre PRD y PRI, o PAN y PRI (Gómez-Tagle, 2000), dichos resultados indican que una fracción del electorado oscila entre PAN y PRD. Si el PRI se colocó como segunda fuerza en esas elecciones, no fue por un incremento importante en la votación recibida, sino a causa de la disminución de votos al PAN, mientras que los votos al PRD aumentaron. La capital continúa su tendencia histórica de oposición al PRI, aun cuando este partido muestra un voto promedio de 22% del total de la votación para jefe de gobierno en el periodo 2003-2012. Desde 1997 el PRI solamente ha gobernado en dos ocasiones una delegación política13 y no ha obtenido un solo diputado local de mayoría relativa. Si bien en las elecciones de 2012 los prIIStas recobraron la presidencia de la República, y actualmente impulsan un mayor apoyo federal a su estructura partidaria en el D.F.,14 tanto el comportamiento electoral capitalino de los últimos quince años, como los resultados de nuestra investigación, indican que es poco probable que las condiciones de reproducción de la dominación del gobierno perredista sean mermadas a corto plazo.

b) Dinámica intrapartidaria y formas de dominación

La dinámica interna del PRD, en conjunto con sus prácticas políticas, marcan los contenidos de las formas de dominación que caracterizan su quehacer en la Ciudad de México. Por ello, se presenta una síntesis de su integración y funcionamiento a nivel local.

La creación del PRD local está sujeta a las resonancias entre éste y el PRD nacional; sustancialmente a la competencia entre diferentes grupos por afianzar su poder político y económico. En consecuencia, también en el primero se forman grupos partidarios autocontenidos (facciones) articulados entre ellos mediante acuerdos laxos -que en conjunto generan lo que denominamos una democracia sin reglas-15 para interactuar intrapartidariamente y negociar puestos en la estructura partidaria y candidatos legislativos y delegacionales.16 El Cuadro 3 sintetiza tanto la influencia actual de las facciones al interior del PRD, expresada en número de consejeros locales, como la legislativa (número de diputados locales) y gubernamental (jefes delegacionales). Además se muestra las delegaciones donde estas facciones tienen influencia.

Cuadro 3 Facciones políticas del PRD con presencia en la Ciudad de México por delegaciones 1 

Facciones Líderes Delegaciones Consejeros locales PRD-DF Diputados Locales Jefes Delegacionales
Fuerza Democrática (FD) - Nueva Izquierda (NI) Víctor Hugo Lobo y José Manuel Ballesteros Coyoacán, Gustavo A. Madero, Iztapalapa, Milpa Alta y Venustiano Carranza 83 7 Coyoacán, Gustavo A. Madero, Milpa Alta, Venustiano Carranza
Vanguardia Progresista (VP) Marcelo Ebrard Coyoacán, Cuajimalpa e Iztapalapa 60 11 Iztapalapa
Red por la Unidad de las Izquierdas (RUNI) Alejandra Barrales Tláhuac 12 4 Tláhuac
Alianza Democrática Nacional (ADN) Carlos Reyes Gámiz Iztacalco e Iztapalapa 23 - -
Unidad y Renovación (UNYR) Armando Quintero Iztacalco, Iztapalapa y Tláhuac 8 1 Iztacalco
Foro Nuevo Sol Víctor Hugo Romo Miguel Hidalgo 13 - Miguel Hidalgo
Izquierda Democrática Nacional (IDN) René Bejarano Álvaro Obregón, Azcapotzalco, Benito Juárez, Cuajimalpa, Cuauhtémoc, Iztapalapa, Magdalena Contreras, Tlalpan y Xochimilco 79 15 Álvaro Obregón, Azcapotzalco, Cuauhtémoc, Magdalena Contreras, Tlalpan, Xochimilco
TOTAL 278 38

Fuente: elaboración propia con base en información de campo, hemerográfica y de la Lista del Consejo Estatal del Distrito Federal y los resultados de las votaciones internas para elegir presidente del PRD-DF en 2013.

1 En 2013 la elección del consejo estatal del PRD evidenció nuevamente las disputas de las facciones por ocupar la presidencia del partido y repartirse sus carteras. En esta disputa se ofrecían: “bombazos de lana, por parte de los de la IDN, contra oferta de empleo en puestos medios en las secretarías del gobierno del Distrito Federal y las delegaciones por parte de los manceristas, con tal de obtener el respaldo de los consejeros indecisos”. Entrevista a Consejero Político Estatal del PRD. 7 de mayo de 2013

La dilución de las fronteras entre las dimensiones electoral, legislativa y gubernamental en el caso del PRD en la Ciudad de México, es un proceso que involucra, por un lado, la lucha interfaccional por dominar y consolidarse en ellas; y, por el otro, el control y ampliación de las redes políticas que apoyan intrapartidariamente (en elecciones internas) y en los procesos electorales para jefes delegacionales, diputados locales y federales, a las diversas facciones en pugna. También se expresa en el reparto de puestos gubernamentales tanto a nivel delegacional como en el gobierno central.17 En consecuencia, la confrontación entre diversas facciones propicia que estas dimensiones no solamente están entrelazadas sino, a su vez, fragmentadas entre las diversas fuerzas políticas partidarias.

En las siguientes páginas abordaremos las dimensiones partidario-electoral y gubernamental con base en los campos de representación y participación ciudadana; ejercicio de gobierno; y redes políticas y elecciones, conjuntando los dos primeros en una sola sección.

III. Representación ciudadana, participación y gestión gubernamental

La forma en que se ha configurado la dominación en la ciudad marca las formas de subordinación de la participación ciudadana al poder partidario-gubernamental, el cual ha buscado constituir espacios vecinales gobernables y administrables (Dean, 1999). Las relaciones de poder que enmarcan la interacción entre ciudadanos, funcionarios públicos y partido, imprimen sus contenidos a la representación y participación ciudadana y, por tanto, a las características y alcances de la democracia en la capital del país. Comités vecinales, asambleas ciudadanas, consultas telefónicas, audiencias públicas, presupuestos participativos y comités ciudadanos, se impulsan como formas de vinculación entre ciudadanos y gobierno, pero sus resultados están matizados por las estrategias de dominación.

a) De los comités vecinales a los comités ciudadanos

Buscando generar un contrapeso a los grupos priistas de la Ciudad de México, el primer jefe de gobierno y su equipo pretendieron reformular la relación gobierno-ciudadanía mediante procesos participativos. En 1998 se promulga la Ley de Participación Ciudadana (LPC), y en junio de 1999 se realizan elecciones de comités vecinales. Estas elecciones se partidizan a causa del escaso interés y participación ciudadana en ellas, y porque los partidos visualizan a los comités como “espacio a ganar” para apuntalar las elecciones del 2000. La participación “ciudadana” queda, en lo esencial, circunscrita a grupos y militantes partidarios. Una vez elegidos, la relación entre comités y gobiernos delegacionales se deteriora tanto por la presión de las agendas partidarias bajo la piel de peticiones ciudadanas, como a causa de la ineficacia delegacional para resolver legítimas demandas de gestión. En los tres años siguientes a la elección, la mayoría de las delegaciones disuelve su relación con los comités, los cuales también se desgastan como resultado de su integración multipartidaria, y por el rechazo vecinal ante la falta de resultados.18

La experiencia negativa y reticencia a tener contrapesos políticos por parte de los jefes delegacionales, se suman al rechazo del entonces jefe de gobierno a convocar a la elección para renovarlos en 2002. Entrevistas realizadas a involucrados coinciden en que López Obrador evaluó, por un lado, que las elecciones vecinales podrían propiciar mayor empoderamiento de la oposición política (sobre todo en los enclaves panistas de la ciudad); por el otro, que los comités no le serían útiles para buscar la Presidencia de la República. Por su parte, los legisladores locales panistas temen que nuevas elecciones fortalezcan la presencia perredista en la ciudad, temor que se suma a las pugnas entre las facciones perredistas.

Las declaraciones de Bejarano, líder de la bancada del PRD en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF), sobre la participación ciudadana son fatales para nosotros [la IDN], porque menciona en una reunión legislativa que la reactivación de comités puede utilizarse para incrementar la presencia territorial de la organización. A partir de ahí, las demás corrientes perredistas se dan cuenta de su estrategia, oponiéndose a legislar sobre la participación ciudadana.19

No es hasta 2009 que las diversas facciones del PRD evalúan que pueden competir por el control de los comités, pues ya se han repartido el control político-territorial de la ciudad de forma relativamente estable, y acuerdan la nueva convocatoria electoral de los comités ciudadanos (antes vecinales). Por su parte, el jefe de gobierno (Ebrard) considera que la elección vecinal puede permitirle consolidar redes que le respalden en su búsqueda de la candidatura presidencial, disminuyendo la influencia de los jefes delegacionales.20

La dominación a nivel de la participación ciudadana, y el papel que en ésta tienen los comités ciudadanos, se sintetiza en dos cuestiones: quiénes participan y a quiénes representan sus integrantes (Ziccardi, 2000). Las elecciones vecinales de 2010 fueron, en realidad, una “elección de gobierno” disputada entre facciones intrapartidarias, que se expresó en la competencia entre diferentes espacios gubernamentales por apoyar planillas a modo en los comicios. En ellas compitieron, en realidad, facciones vinculadas a jefes delegacionales; administración central; diputados locales o federales; organizaciones urbano-populares; y grupos de comercio ambulante. Todos ellos impulsaron planillas con líderes cuyas agendas fueron previamente negociadas buscando, como mencionaba un funcionario delegacional entrevistado, que los comités no fueran “una piedra en el zapato, sino más bien un grupo de trabajo”.21 Estas planillas ganaron porque llevaron a sus clientelas o simpatizantes a votar, mientras que muchas de las integradas por vecinos sin redes políticas obtuvieron escasos votos. A diferencia de 1999, la pugna principal no fue entre partidos (PAN, PRI, PRD), sino entre facciones perredistas.22 Como sostiene un entrevistado: “Lo único que logramos con la elección de comités ciudadanos fue reproducir a imagen y semejanza una elección interna del PRD, en la que cada corriente trató de controlar la mayor cantidad de comités para llevar ‘agua a su molino’”.23

La participación ciudadana no forma parte de las estrategias para la planeación y aplicación de las políticas públicas, porque las decisiones colectivas y los presupuestos participativos promovidos en la capital son manipulados a través de los comités para que los vecinos soliciten lo que las delegaciones o el gobierno central consideran necesario.24

Las diversas facciones perredistas evaluaron que los comités podían emplearse como otro medio para “bajar” (entregar) apoyos, acceder a redes vecinales y controlarlas electoralmente. Las consideraciones de control político y formación de clientelas electorales prevalecieron promoviendo, incluso, que quienes participan en ellos sean empleados delegacionales encubiertos como representantes ciudadanos, grupos políticos y líderes vecinales.25 Todos ellos no representan a los vecinos, sino a los intereses de grupos o facciones políticas que buscan establecer vínculos clientelares, impulsando una identidad ciudadana dependiente y subordinada.

b) Desempeño gubernamental: gestión de demandas y gasto social

Las acciones gubernamentales vinculadas a demandas ciudadanas de mejoramiento de servicios públicos y apoyo social son otro espacio donde se fortalece el ejercicio de la dominación, a través de relaciones que buscan ganar adhesiones y clientelas electorales, configurando los contenidos político-identitarios de lo ciudadano. Son prioritarias en el ámbito delegacional, porque sus funcionarios disponen de menos de tres años para incrementar el respaldo ciudadano y ampliar sus redes clientelares. En dichas relaciones pueden destacarse dos prácticas: las “asambleas ciudadanas” y las “audiencias públicas” en las explanadas delegacionales. Bajo el discurso de que se busca “conocer y solucionar directamente los problemas ciudadanos” las primeras son, en realidad, reuniones informativas para promocionar programas sociales, ya sea entre quienes ya son beneficiarios de alguno,26 o quienes se enteran de ellos por vez primera. Representan, además, una oportunidad para que los funcionarios fomenten vínculos interpersonales con vecinos y “domesticar” al ciudadano al hacerlo partícipe de la lógica gubernamental, atemperando sus demandas. Por ejemplo, ante las quejas un jefe delegacional sostiene: “No tenemos el presupuesto que habíamos solicitado y éste [no] nos fue proporcionado hasta hace poco, por eso empezamos tarde los programas. Además no tenemos las facultades legales de un municipio”.27

Estas reuniones parecen suplir a la “ventanilla única”,28 aunque no necesariamente mejoren la respuesta delegacional a las demandas. En realidad, pretenden generar y reproducir los contenidos político-culturales de la subordinación, característicos de una gestión gubernamental “personalizada” donde el derecho ciudadano se trastoca por un ejercicio patrimonialista de la gestión pública. Si no es posible exponer directamente las demandas al jefe delegacional se puede, al menos, abordar a un “promotor” de la Dirección de Participación Ciudadana delegacional, quien “toma nota” de la queja o petición, o explica los pasos para ser beneficiario de alguno de los programas promocionados. El principal propósito de las asambleas es, como se ha dicho, fortalecer la adhesión de la ciudadanía con el delegado y su equipo, adhesión que se buscará traducir en apoyo electoral en las elecciones internas del PRD, o en los siguientes comicios locales y federales.

El director de desarrollo social (actualmente jefe delegacional) detalla los programas sociales para quienes no tienen el “poder adquisitivo” del salario mínimo; [el programa] de justicia social que agrupa apoyos económicos de alimentos, medicamentos y aparatos auditivos, sillas de ruedas y prótesis “específicas”; así como el de “cena navideña”, entre otros. Interrumpe su explicación cuando llega el “jefe delegacional electo”, como anuncia por micrófono la Directora Territorial, no obstante que fue electo un año antes.29

La segunda actividad de “participación ciudadana” que evidencia las condiciones a través de las cuales se accede a la atención de recursos públicos es la “audiencia pública”. Es habitual que algunos jefes delegacionales designen un día a la semana o a la quincena para atender a los habitantes de la demarcación, en el que se reproduce una relación entre ciudadanos y funcionarios similar al detallado para las “asambleas”.

Ambas acciones gubernamentales buscan “empapar” a los capitalinos de los principios y contenidos subyacentes a las relaciones políticas (Shore, 2010; Olson, 2008; Auyero, 2011), acotando el comportamiento ciudadano mediante una “didáctica” que les instruye sobre el contenido de las relaciones sociopolíticas “adecuadas”, a la vez que instaura formas específicas de gobernanza (Prozorov, 2004: 268). Dichas acciones consolidan la dominación en la medida en que muestran a los ciudadanos cómo relacionarse con el poder. Las particularidades de los vínculos entre gobierno y ciudadanía no provienen de una “cultura súbdito”, sino de prácticas de subordinación que producen y reproducen una forma particular de ciudadanía.

La relación gobierno-ciudadanía descrita revela tanto la forma en que se construye la gobernanza en la Ciudad de México a través del ejercicio del poder público, como las diferentes estrategias mediante las cuales las facciones perredistas se disputan el dominio político-territorial del espacio público. Las consideraciones de formación de clientelas electorales prevalecen en el quehacer gubernamental. Incluso, las delegaciones y gobierno central han incorporado a sus nóminas a líderes vecinales e integrantes de organizaciones urbano-populares, denominándolos eufemísticamente como “enlaces ciudadanos” cuando que, en realidad, son intermediarios vecinales disfrazados como servidores públicos.30 Diversos funcionarios entrevistados en el trabajo de campo sostuvieron que el gobierno de la Ciudad de México ha favorecido nuevas relaciones con la ciudadanía. Sin embargo, dichas relaciones no amplían la participación ciudadana en decisiones colectivas; tampoco propician que dichas decisiones sean tomadas por actores crecientemente competentes y autónomos. Las relaciones políticas no favorecen que los capitalinos se perciban como ciudadanos, sino como beneficiarios o clientes (Auyero, 2011).

IV. Procesos electorales: redes políticas y campañas electorales

La consolidación del PRD está asociada, además de los procesos ya descritos, a la formación de una creciente estructura de control político-territorial, integrada por redes agrupadas en torno a intermediarios partidario-gubernamentales. Territorialmente diseminadas, estas redes han sido alimentadas por programas de gasto social y la gestión de obras y servicios, y proliferado porque son un medio para que sus líderes asciendan políticamente al apoyarlos en las negociaciones y elecciones intrapartidarias. En consecuencia se ha formado gradualmente un entramado de relaciones políticas que involucra corrientes partidistas, oficinas de gobierno y organizaciones urbano-populares que, en conjunto, son el respaldo para negociar diputaciones y puestos político-administrativos con otras corrientes.31

a) Formación y funcionamiento de las redes políticas

Los líderes políticos de menor influencia operan a nivel de calles, barrios, colonias, y en pequeños movimientos urbanos, los cuales demandan gasto social, vivienda o servicios. Algunos de ellos, bajo el pretexto de promover el fortalecimiento de los derechos sociales, forman asociaciones civiles (AC) que, en realidad, subvencionan sus actividades políticas dirigidas a extenderse a nuevos enclaves territoriales. La intermediación se enmascara en el discurso de los derechos sociales y la participación ciudadana. Se ha encontrado que quien desea actualmente alcanzar una candidatura o un puesto como funcionario público, muy probablemente requiera del apoyo de estas asociaciones civiles parapartidarias.32 Estas AC también permiten sortear la norma electoral, por lo que funcionarios públicos o diputados locales y federales las promueven con el propósito de allegarse recursos y realizar proselitismo.33

Como resultado del análisis de dichas redes realizado durante el trabajo en el terreno, puede sostenerse que las mismas usualmente están integradas territorialmente y agrupadas piramidalmente (Adler-Lomnitz, Salazar Elena y Adler , 2004; Pansters, 1997). Son entramados de organizaciones de carácter local vinculadas con base en alianzas y adhesiones que les permiten mantener dominio político y electoral sobre un territorio -colonia, delegación o distrito electoral- (A); o están formadas por varias organizaciones locales relacionadas con líderes que ya controlan territorios más extensos (B); es común que dichos líderes estén aliados en frentes políticos (C); a su vez, estos frentes se asocian con dirigentes que encabezan estructuras transterritoriales (T1, T2, T3). En conjunto, estas estructuras se integran a facciones políticas partidarias (véase Diagrama 1). Por lo anterior, la organización política de la Ciudad de México se sustenta en coaliciones de organizaciones de primero y segundo nivel, organizadas jerárquicamente, cuyo control se centraliza en pocos personajes políticos.

Diagrama 1 Organización horizontal y vertical de las redes políticas en la Ciudad de México 

El diagrama presentado no muestra el relativamente dinámico proceso de integración, expansión y contracción político-territorial de las organizaciones como resultado de la asociación, ascenso, escisión y decadencia de sus líderes al buscar incrementar su influencia política y poder económico. Dicho proceso se plasma en la influencia que han tenido las redes en el comportamiento electoral, como mostraremos a continuación en el caso de la delegación Iztapalapa.

b) Identidad partidaria e identificación con líderes

La forma fragmentaria en que se constituyen e interrelacionan las redes políticas en la Ciudad de México propicia su segregación en múltiples identificaciones políticas. En consecuencia, parte del apoyo electoral al PRD en la capital, más que manifestar una preferencia partidaria, expresa la influencia electoral de liderazgos particulares sobre sus redes.

El interés de las diferentes facciones del PRD por incrementar su control político-territorial impulsa la creación y diseminación de redes políticas. Representantes de colonia, dirigentes de grupos solicitantes de vivienda, vendedores en vía pública y administradores de grandes unidades habitacionales, entre otros, buscan iniciar su carrera política negociando con alguna facción apoyos gubernamentales (gasto social y gestión) para fortalecer su control sobre la red que encabezan. Por ello, estas redes muestran un comportamiento electoral más asociado a las aspiraciones políticas de sus líderes, que a convicciones partidarias.

La oposición identitaria entre los integrantes de las redes reproduce a pequeña escala la faccionalización de los grupos que integran al PRD en la Ciudad de México. La tensión entre identidad partidaria e identificación con algún líder en particular fue una constante observada en las actividades partidarias proselitistas de 2012. Se ha profundizado la parcelación de actividades proselitistas entre los candidatos perredistas, en contraste con otras elecciones estudiadas en el terreno, lo cual es una expresión del fortalecimiento de las identificaciones políticas particulares.34 Los líderes de algunas de estas redes hicieron “sus mítines”, con “sus candidatos”, convocando exclusivamente a las organizaciones con las que estaban vinculados y, en algunos casos, expresaron públicamente su desacuerdo y oposición con personajes o grupos políticos de facciones opositoras. Como expresa una figura importante del partido a nivel local:

Cada vez más está en crisis nuestra identidad como partido de izquierda, que se ha maltratado y fracturado por muchas razones. Principalmente, creo por los conflictos internos propiciados por la existencia de muchos grupos y la separación de líderes importantes. Las fracturas han hecho que algunos se disfracen o coloreen según sus intereses particulares.35

El proceso arriba descrito indica que debe distinguirse entre el comportamiento electoral resultado de la adhesión a redes vinculadas a liderazgos políticos, de aquél asociado a identidades partidarias. Esta reconfiguración de las identidades en identificaciones influye en el comportamiento electoral; por ejemplo, en los comicios electorales de 2009 en la delegación Iztapalapa. Como se mostrará, dicha volatilidad responde a negociaciones entre quienes encabezan redes político-clientelares que actúan en el ámbito local, cuyos miembros sufragan en el sentido que ellos les indican.

c) Redes políticas, facciones y elecciones en la delegación Iztapalapa

El conflicto electoral de 2009 en Iztapalapa tuvo en su momento amplia difusión en los medios de comunicación masiva, por lo que nos concentramos en los aspectos que atañen más a nuestro tema.

Las elecciones internas para la designación de la candidata a la jefatura delegacional en Iztapalapa enfrenta a Nueva Izquierda (NI) -que había gobernado la delegación desde el 2000 y cuya candidata, Silvia Oliva, es pariente político del dirigente de esta facción-36 con un conjunto de grupos locales cohesionados alrededor de la facción perredista Izquierda Unida (IU). Clara Brugada, candidata de IU gana la elección interna de ese partido con 99 890 votos contra 94 560 de Oliva (5 330 votos de diferencia). Estas elecciones se judicializan y, finalmente, en contra de un fallo del Tribunal Electoral Local (TEDF) que favorece a Brugada, el Tribunal Federal Electoral (TEPJF) determina, a dos semanas de que se realicen las elecciones,37 que Oliva sea la candidata para jefa delegacional. El ex jefe de gobierno y candidato presidencial en 2006 por el PRD, Andrés Manuel López Obrador, realiza 32 asambleas en cinco días solicitando que se vote por el Partido del Trabajo (PT) para apoyar a Brugada, ya que Rafael Acosta Ángeles (“Juanito”), candidato de ese partido, acePTa renunciar a favor de ella si triunfa en las elecciones.38 Lo cierto es que durante esas dos semanas, las redes locales instruyen a sus integrantes para que voten de manera diferenciada: por el PRD para diputados locales (la mayoría, líderes de estas redes); y por el PT para jefe delegacional. A mediados de junio de ese año, la intención de voto para el PT era de 13.7% mientras que para el PRD de 33.2%.39 Los resultados finales serán de 27.11% de votos para el PRD, y 31.18% para el PT. Este resultado puede sorprender si se considera la complejidad de la propuesta del voto diferenciado,40 pero se explica por tres cuestiones: por un lado, la influencia de las redes que votaron por el PRD para que Brugada fuera la próxima jefa delegacional, ya que habían establecido con ella acuerdos sobre el reparto de las posiciones político-gubernamentales en la delegación; por el otro, el respaldo al PRD en la elección de diputados locales, ya que los líderes de las redes eran los candidatos de ese partido a la Asamblea Legislativa; finalmente, porque el gobierno delegacional anterior (Horacio Martínez) había logrado unir a los grupos políticos delegacionales en contra de su gestión y, por tanto, en confrontación con NI.

Si correlacionamos nuestra información sobre la influencia de los grupos políticos en los distritos electorales de Iztapalapa, el número y lugar de las asambleas informativas realizadas por López Obrador, las facciones a las que pertenecen los candidatos del PRD, los resultados electorales locales del 2009 analizados con base en clusters, y los índices de desarrollo social por sección electoral, encontramos lo siguiente: los distritos electorales en que el PT obtuvo una mayor cantidad de votos son el XXVI, el XXIX y el XXXII, que forman además la franja de menor índice de desarrollo social (compárense Mapas 2 y 4).41 El primero de esos distritos se caracteriza por la presencia de grupos que se disputan su control, particularmente la UPREZ a la que pertenece Brugada, y liderazgos locales vinculados con Arturo Santana.42 Por ello, en el Mapa 2 una parte del distrito XXVI votó claramente por el PT, mientras que otra se mantuvo ligada al PRD (aunque no necesariamente a NI). Fue también una zona en la que López Obrador realizó cuatro asambleas informativas a las que asistieron principalmente las redes ligadas a Brugada. En el segundo distrito (XXIX), el mapa de votación para jefe delegacional (véase Mapa 2) muestra el predominio electoral del PT. Sin embargo, si se compara con el mapa por votación a diputados (véase Mapa 3), se confirma un comportamiento electoral diferenciado. La causa de lo anterior es resultado de la presencia de redes políticas asociadas a diversas facciones. Aquellas cercanas a Brugada promovieron el voto por el PT, y fueron reforzadas en cuatro asambleas encabezadas por López Obrador. El voto por el PRD para diputados locales fue impulsado por IDN, cuyas redes respaldaron a su candidata (Aleida Alavez). El tercer distrito (XXXII) es un territorio disputado por el Movimiento de Equidad Social de Izquierda (MESI),43 IDN y NI, lo que se muestra en la diferencia entre los resultados electorales para jefe delegacional y diputado local.44

Fuente: Mapa elaborado en el Centro de Geografía Digital de El Colegio de México.

Mapa 2 Iztapalapa. Votación 2009 para jefe delegacional por sección electoral 

Fuente: Mapa elaborado en el Centro de Geografía Digital de El Colegio de México

Mapa 3 Delegación Iztapalapa. Elección de diputados mayoría relativa 2009. Porcentaje de votos y secciones ganadas por partido 

Mapa 4 Iztapalapa. Índice de desarrollo social por sección electoral 2010 

Los distritos XIX y XXVIII presentan características singulares. El primero, porque en las votaciones para jefe delegacional triunfa el PT, como resultado de un acuerdo entre los grupos locales y Brugada, aun cuando el MESI es territorialmente predominante, como se evidencia en los resultados mayoritarios al PRD para su candidata local (Karen Quiroga). En cuanto al segundo (XXVIII), porque los grupos políticos asociados previamente al PT se ubican principalmente en éste. Es un distrito que se caracteriza por la disminución de la influencia política de NI, al menguar de 2003 a 2006 el flujo de recursos para los grupos políticos de esta zona.

Los ejemplos expuestos a nivel de distritos locales en la delegación Iztapalapa muestran la importancia de las redes político-territoriales en el comportamiento electoral, la cual fue relegada por analistas y medios de comunicación que, en su caso, sesgaron la explicación hacia la personalización de la política, alimentando con ello el imaginario45 de que López Obrador tenía “arrastre” suficiente para modificar, a unos días de la votación, la preferencia electoral en Iztapalapa. La reiteración de dicho imaginario en los medios de comunicación masiva difuminó el proceso político subyacente a las elecciones; particularmente, la importancia de dichas redes en el ascenso electoral del PT y el voto diferenciado.

Procesos electorales como el descrito en Iztapalapa expresan los efectos de un sistema político que induce el comportamiento electoral de una parte de la población capitalina: aquella vinculada a redes clientelares enlazadas con funcionarios públicos, intermediarios políticos y representantes partidarios. Estas relaciones representan para los integrantes de dichas redes una ventana de oportunidad para acceder al gasto social o la atención gubernamental.

El fenómeno electoral mostrado en Iztapalapa deriva de la faccionalización partidario-gubernamental que, en este caso, se expresó a través de un voto para un partido diferente al PRD. Lo usual es que ello suceda sin que, desde una mirada externa, esta faccionalización se haga evidente debido a que las disputas acontecen en el ámbito intrapartidario y se condensan en el voto al PRD.

V. A manera de conclusión: la permanencia del PRD en la Ciudad de México

Se han abordado las dimensiones electoral, legislativo-parlamentaria y gubernamental de forma empírica, mediante el estudio de las prácticas políticas en diversos campos (representación y participación ciudadanas; ejercicio de gobierno y redes políticas); profundizando en la configuración de la dominación que ha permitido al PRD mantenerse en el poder en la Ciudad de México. Se ha examinado la interinfluencia entre la competencia intrapartidaria y el ejercicio de gobierno; particularmente, los efectos de esta relación sobre las políticas públicas. A continuación se resumen los hallazgos principales.

El estudio corrobora que el análisis de la dominación debe abordar tanto sus características cualitativas, como el contexto en que ella se ejerce. Por lo que refiere a la Ciudad de México, estudiamos las prácticas políticas que en diferentes niveles de gobierno (delegacional y central), ámbitos (participación ciudadana, desarrollo social, y gestión de obras y servicios) y territorios (delegaciones, colonias y distritos electorales) se emplean para consolidar redes políticas de apoyo partidario-electoral. Pero parte del apoyo electoral que tiene el PRD en la ciudad no podría explicarse sin considerar el contexto en que dichas prácticas se realizan; particularmente, la historia de la capital, la cual está caracterizada por una cultura de oposición que favorece su predominancia electoral.

También se ha buscado establecer la relación entre la dinámica intrapartidaria y la estructura política que sustenta al partido dominante, así como los efectos que dicha relación tiene sobre el funcionamiento del sistema político. Al respecto, se ha expuesto cómo los líderes del movimiento urbano-popular se integran al PRD local, convirtiéndose en dirigentes o integrantes de facciones políticas y transformando a sus organizaciones en redes político-partidarias. Se genera así una maquinaria donde las pugnas intrapartidarias se dirimen mediante el fortalecimiento de dichas redes y su ampliación político-territorial. La forma en que se han organizado las relaciones políticas en la Ciudad de México muestra que la dominación a través de la corporativización de las organizaciones urbanas ha sido desplazada por el control político-territorial mediante alianzas entre redes.

Se ha mostrado cómo dichas redes se desempeñan horizontal y verticalmente. El ejemplo de la delegación Iztapalapa evidencia que las alianzas son coyunturales y pueden definir las votaciones en los distritos electorales; particularmente, en aquellos donde confluyen índices de desarrollo social bajo, programas gubernamentales de gasto social, y pugnas por territorios entre redes ligadas a facciones partidarias.

La lucha intrapartidaria por el poder propicia la fragmentación entre las facciones debido a que nuevos emprendedores políticos buscan instaurar sus propios espacios de influencia, generando la proliferación de organizaciones políticas disfrazadas de sociedad civil. Este proceso está fragmentando la identidad partidaria en múltiples identificaciones políticas. La fortaleza política del PRD en la ciudad se debilita paulatinamente, aún cuando ello no sea evidente, porque la mayoría de estos emprendedores todavía “juega” política y electoralmente al seno de este partido. Pero si este partido comenzara a perder importancia electoral, es probable una diáspora de diversos grupos políticos hacia otros campos de oportunidad electoral.

La representación y participación ciudadana han sido subordinadas a la gobernanza, la pugna partidaria y la lucha faccional. Las elecciones vecinales de 1999 fueron espacio de disputa entre PAN, PRI y PRD; el impasse en la renovación de los comités de 2002 a 2009 fue producto de la pugna faccional intrapartidaria; y las elecciones de 2010 se utilizaron como estrategia de control ciudadano. El desplazamiento de la sociedad civil a partir de 1997, como efecto de la instauración de la democracia electoral en la Ciudad de México, ha fortalecido la presencia de una clase política sin control ciudadano. En las últimas elecciones vecinales, las redes políticas convirtieron la representación ciudadana en un ámbito de ejercicio de la dominación (Tejera y Rodríguez, 2012). Otra forma de subordinación ciudadana, que complementa a la anterior, involucra a vecinos y funcionarios delegacionales, porque mediante la atención a las demandas dichos funcionarios pretenden formar una “cultura ciudadana” acorde a relaciones políticas que facilitan la gobernanza y promueven la personalización de la política. La partidización de las políticas públicas en la Ciudad de México acota las posibilidades de que sus habitantes influyan en las acciones del gobierno e induce a entablar relaciones clientelares a los más pobres.

El apoyo electoral que ha permitido al PRD mantenerse en el poder se sustenta tanto en la cultura y expectativas de los capitalinos, como en avances y logros que, en términos de política social y urbana, ha tenido este partido en los últimos quince años. Pero la Ciudad de México no se ha sustraído a las contradicciones de la democracia representativa carente de mecanismos de control ciudadano. El apoyo electoral al PRD también ha impulsado la formación de una clase política que responde a sus intereses particulares. En ello radica la paradoja central de la democracia en la Ciudad de México.

Bibliografía

Adler-Lomnitz, Larissa, Rodrigo Salazar Elena e Ilya Adler (2004), Simbolismo y ritual en la política mexicana, México, UNAM, Siglo XXI. [ Links ]

Alvarado, Arturo y Diane E. Davis (2003), “Participación democrática y gobernabilidad en la Ciudad de México: el reto del PRD en la transición política”, Estudios Sociológicos, vol. XXI, núm. 61, pp. 135-166. [ Links ]

Álvarez, Lucía (2009), Distrito Federal: sociedad, economía, política y cultura, México, CEIICH-UNAM. [ Links ]

Álvarez, Lucía, Carlos San Juan y Cristina Sánchez Mejorada (coords.) (2006), Democracia y exclusión: caminos encontrados en la Ciudad de México, México, UNAM, UAM, UACM, Plaza y Valdés. [ Links ]

Auyero, Javier (2011), “Patients of the State: an Ethnographic Account of Poor People’s Waiting”, Latin American Research Review, vol. 46, núm. 1, pp. 5-29. [ Links ]

Auyero, Javier (2007), La zona gris: violencia colectiva y política partidaria en la Argentina contemporánea, Buenos Aires, Siglo XXI. [ Links ]

Auyero, Javier (2001), La política de los pobres: las prácticas clientelistas del peronismo, Buenos Aires, Manantial. [ Links ]

Baczko, Bronislaw (1991), Los imaginarios sociales. Memorias y esperanzas colectivas, Buenos Aires, Nueva Visión. [ Links ]

Becerra, Pablo (2005), “De la posrevolución a nuestros días, 1923-2003”, en Gustavo Emmerich (coord.), Las elecciones en la ciudad de México (1376-2005), México, IEDF, UAM, pp. 291-357. [ Links ]

Belloni, Franck P. y Dennis C. Beller, (1996), “The Study of Party Factions as Competitive Political Organizations”, The Western Political Quarterly, vol. 9, núm. 4, pp. 531-549. [ Links ]

Boltvinik, Julio, et al. (2011), Índice de desarrollo social de las unidades territoriales del Distrito Federal delegación, colonia y manzana, México, Consejo de Evaluación del Desarrollo Social del Distrito Federal. [ Links ]

Boucek, Françoise (2012), Factional Politics: How Dominant Parties Implode or Stabilize, Basingstoke, Palgrave Macmillan. [ Links ]

Bruhn, Kathleen (2012), “El PRD y los movimientos populares en el Distrito Federal”, en Jorge Cadena-Roa y Miguel A. López Leyva (comps.), El PRD: orígenes, itinerario y retos, México, IIS-UNAM, CEIICH-UNAM, pp. 133-154. [ Links ]

Cadena-Roa, Jorge y Miguel A. López Leyva (2012), “Introducción”, en Jorge Cadena-Roa y Miguel A. López Leyva (comps.), El PRD: orígenes, itinerario y retos, México, IIS-UNAM, CEICH-UNAM, pp. 13-20. [ Links ]

Canto, Manuel y Arcelia Martínez (2013), Quince años de política social en el Distrito Federal. Balance y propuestas para su fortalecimiento, México, Evalúa-DF. [ Links ]

Combes, Hélène (2011), “¿Dónde estamos con el estudio del clientelismo?”, Desacatos, núm. 36, mayo-agosto, pp. 13-32. [ Links ]

Creswell, John (2007), Qualitative Inquiry and Research Design: Choosing Among Five Approaches, California, Sage. [ Links ]

Dean, Mitchell (1999), Governmentality: Power and Rule in Modern Society, Thousand Oaks, Dean-Macquarie University, Sage. [ Links ]

Dumont, Patrick y Jean-Francois Caulier (2005), “The ‘Efective Number of Relevant Parties’”, en URL Dumont, Patrick y Jean-Francois Caulier (2005), “The ‘Efective Number of Relevant Parties’”, en URL http://centres.fusl.ac.be/cerec/document/people/caulier/enrp.pdf , fecha de consulta mayo de 2013. [ Links ]

Dunleavy, Patrick (2010), “Rethinking Dominant Party Systems”, en M. Bogaars y F. Boucek (eds.), Dominant Political Parties and Democracy: Concepts, Measures, Cases and Comparisons, Nueva York, Routledge, pp. 23-44. [ Links ]

Duverger, Maurice (1963), Political Parties: their Organizatión and Activity in the Modern State, Nueva York, Wiley. [ Links ]

Emmerich, Gustavo (2005), “Introducción”, en Gustavo Emmerich (coord.), Las elecciones en la ciudad de México (1376-2005), México, IEDF, UAM, pp. 15-26. [ Links ]

Giménez, Gilberto (2000), “Materiales para una teoría de las identidades sociales”, en José Manuel Valenzuela Arce (coord.), Decadencia y auge de las identidades, México, El Colegio de la Frontera Norte, Plaza y Valdés, pp. 1-25. [ Links ]

Goldstone, Jack (2003), “Introduction: Bridging Institutionalized and Noninstitutionalized Politics”, en J. A. Goldstone (ed.), States, Parties and Social Movements, Cambridge, Cambridge University Press, pp. 1-26. [ Links ]

Gómez-Tagle, Silvia (2011), Lo que ven otros ojos. Las elecciones en México 1998-2009, México, TEPJF. [ Links ]

Gómez-Tagle, Silvia (2000), “Nuevas formaciones políticas en el Distrito Federal”, en Silvia Gómez-Tagle y María Eugenia Valdés (eds.), La geografía del poder y las elecciones en México, México, Plaza y Valdés, pp. 39-94. [ Links ]

Greene, Kenneth (2007), Why Dominant Parties Lose: Mexico’s Democratization in Comparative Perspective, Cambridge, Cambridge University Press. [ Links ]

Hermet, Guy (1982), “Las elecciones en los regímenes autoritarios: bosquejo de un marco de análisis”, en Guy Hermet, Alain Rouquier y Juan J. Linz, ¿Para que sirven las elecciones?, México, FCE, pp. 18-53. [ Links ]

Hilgers, Tina (2008), “Causes and Consequences of Political Clientelism: Mexico’s PRD in Comparative Perspective”, Latin American Politics and Society, vol. 50, núm. 4, invierno, pp. 123-153. [ Links ]

Hiskey, Jonathan y Damarys Canache (2005), “The Demise of One-Party Politics in Mexican Municipal Elections”, British Journal of Political Science, vol. 35, núm. 2, pp. 257-284. [ Links ]

Instituto Electoral del Distrito Federal (2012), Estadísticas de las elecciones locales 2012. Resultados, México, IEDF. [ Links ]

Luna, Matilde (2004), “Redes sociales”, Revista Mexicana de Sociología, vol. 66, octubre, pp. 59-75. [ Links ]

Martínez, Germán (2013), “¿Perredizar al PAN?”, Reforma, 18 de marzo. [ Links ]

Olson, Kevin (2008), “Constructing Citizens”, The Journal of Politics, vol. 70, núm. 1, enero, pp. 40-53. [ Links ]

Pansters, G. Wil (1997), Citizens of the Pyramids: Essays on Mexican Political Culture, Thelas, Ámsterdam. [ Links ]

Pempel, T. J. (1990), “Introduction”, en T. J. Pempel (ed.), Uncommon Democracies: the One-Party Dominant Regimes, Ithaca, Cornell University Press, pp. 1-32. [ Links ]

Prozorov, Sergei (2004), “Three Theses on ‘Governance’ and the Political”, Journal of International Relations & Development, núm. 7, pp. 267-293. [ Links ]

Przeworski, Adam, Michael Álvarez, José Antonio Cheibub y Fernando Limongi (2000), Democracy and Development; Political Institutions and Well-Being in the World, 1950-1990, Cambridge, Cambridge University Press. [ Links ]

Sartori, Giovanni (2005) [1976], Parties and Party Systems: a Framework for Analysis, Colchester, European Consortium for Political Research Press. [ Links ]

Shore, Cris (2010), “La antropología y el estudio de la política pública: reflexiones sobre la ‘formulación’ de las políticas”, Antípoda, núm. 10, enero-junio, pp. 21-49. [ Links ]

Simmel, George (2009) [1908], Inquiries into the Construction for Social Forms, Leiden, Brill. [ Links ]

Sztompka, Piotr (1991), Society in Action, the Theory of Social Becoming, Chicago, University of Chicago Press. [ Links ]

Tejera, Héctor (2009), “Prácticas políticas, imaginarios y ciudadanía: las disonancias entre cultura y democracia en la ciudad de México”, Revista Mexicana de Sociología, vol. 72, núm. 2, pp. 247-285. [ Links ]

Tejera, Héctor y Emanuel Rodríguez (2012), “Disputas político-electorales y comités ciudadanos: hacia las elecciones del 2012 en la Ciudad de México”, en Víctor A. Espinoza y Alejandro Monsiváis (coords.), El deterioro de la democracia. Consideraciones sobre el régimen político, lo público y la ciudadanía en México, México, El Colegio de la Frontera Norte. [ Links ]

Vaughan, Mary Kay (2001), “Transnational Processes and the Rise and Fall of the Mexican Cultural State”, en Gilbert Joseph et al. (eds.), Fragments of a Golden Age: the Politics of Cultures in Mexico Since 1940, Durham, Duke University Press, pp. 471-487. [ Links ]

Vivero, Igor (2008), Desafiando al sistema. La izquierda política en México. Evolución organizativa, ideológica y electoral del Partido de la Revolución Democrática (1989-2005), México, UAEM, Miguel Ángel Porrúa. [ Links ]

Ziccardi, Alicia (2000), “La tarea de gobernar: gobiernos locales y demandas ciudadanas”, en A. Ziccardi (coord.), La tarea de gobernar: las ciudades y la gobernabilidad, México, IIS-UNAM, pp. 13-37. [ Links ]

1A partir del año 2000 serán elegidos Jefes Delegacionales en las dieciséis demarcaciones en que se encuentra dividida la capital del país.

2Donde el Partido Acción Nacional (PAN) ha ocupado la Presidencia de la República durante dos sexenios (2000-2012), y el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha predominado a nivel estatal.

3El gobierno de Cárdenas (1997-2000) enfrentó múltiples dificultades para implementar políticas públicas en la capital del país (Alvarado y Davis, 2003). Andrés Manuel López Obrador (2000-2006), pretende centralizar presupuestal y políticamente el gobierno de la Ciudad de México, pero los grupos de control territorial a nivel delegacional obtienen presupuesto para gestión y gasto social. Marcelo Ebrard (2006-2012) busca nuevamente centralizar los recursos dirigidos a gasto social mediante la creación de la “Red Ángel”, sin lograr del todo su objetivo.

4No solamente por el número de escaños que un partido alcanza, sino por sus posibilidades para dominar el espacio legislativo en concordancia con el gobierno.

5Con base en el enfoque con el que abordamos el análisis realizado, en este texto solamente tocamos la dimensión legislativo-parlamentaria en cuanto a las prácticas políticas empleadas por los diputados locales para reproducir el apoyo de sus redes con propósitos político-electorales.

6Abordamos colateralmente por falta de espacio otro campo, el de la dimensión partidaria, al referirnos a las negociaciones, funcionamiento organizacional e incentivos que cohesionan al PRD.

7Definimos a las redes políticas, siguiendo a Auyero (2001: 100), como aquellas en donde individuos o grupos mantienen contactos o conexiones regulares entre ellos y, en los cuales, al menos alguno pertenece a un partido político o es funcionario público. En este sentido, nos alejamos de la perspectiva de las redes como sistema de vínculos horizontales que potencian capacidades. Una sugerente revisión sobre este tipo de redes se encuentra en Luna (2004).

8Siguiendo a Belloni y Beller (1996: 535) las facciones son grupos relativamente organizados que tienen presencia en el marco de otro grupo más amplio, con el cual compiten para incrementar su poder.

9Diferenciamos entre organizaciones de la sociedad civil y organizaciones sociales subordinadas a estructuras político-partidarias (redes políticas). Las primeras mantienen autonomía en su organización y objetivos, mientras que las segundas se subordinan a una facción partidaria.

10A diferencia de Combes (2011), que propone definir al clientelismo como una forma más de intercambio político, nosotros lo definimos como una forma de transacción política que reproduce relaciones de subordinación y dominación, independientemente de que los involucrados perciban ventajas al participar en dicho intercambio. La reproducción de dichas relaciones se sustenta en contextos de desigualdad y diferenciación socioeconómica, política y cultural que la fomentan.

11Con base en la clasificación del Consejo de Evaluación del Desarrollo Social del D.F (Evalúa-DF).

12En la delegación Benito Juárez la alianza PRD-PT-MC en 2012 obtuvo 39.38%, mientras que el PAN 39.69%. En contraste, en 2009 el PAN ganó con 40.66%, contra un 27.22% de la coalición de izquierda. Contrario a lo usual, en 2012 el PAN perdió Miguel Hidalgo ante el PRD.

13Del estudio de campo realizado en la delegación Cuajimalpa en 2012, se desprende que el deficiente desempeño gubernamental panista, los conflictos al seno del PRD, y las negociaciones del candidato del PRI con grupos del PAN, posibilitan el triunfo del PRI en esta demarcación.

14El PRI capitalino pretende ampliar sus redes políticas y, por ello, la demanda por parte de los jefes delegaciones de Tlalpan, Iztapalapa, Álvaro Obregón y Gustavo A. Madero de acotar la “Cruzada contra el Hambre”. Véase periódico Reforma, 29 de abril de 2013.

15Los conflictos más intensos vividos por el PRD no han sido resultado de la democracia directa de su militancia, como sostienen algunos panistas (véase Martínez, 2013), sino de la evasión de su normatividad por los grupos políticos que lo integran. En cuanto a las facciones políticas partidarias en el PRD, su existencia es consustancial a los partidos en general y no una variable residual (Boucek, 2012).

16No se aborda el debate sobre la institucionalización del PRD. Algunos analistas proponen que el énfasis electoral obstaculizó dicha institucionalización (Hilgers, 2008; Cadena-Roa y López Leyva, 2012); otros, que sus triunfos electorales lo han institucionalizando paulatinamente (Vivero, 2008).

17Como lo manifiesta un entrevistado: “un grupo político vale principalmente por dos aspectos: por los recursos que controla, y por la cantidad de representantes populares y titulares en administraciones que tenga”. Ex director de Secretaria Delegacional de Participación Ciudadana. 25 de abril de 2013.

18La LPC de 1998 establecía en su artículo 92 que la integración de los comités vecinales “se realizará de manera proporcional bajo el principio de cociente natural resto mayor. Quien encabece la planilla ganadora será el Coordinador del Comité Vecinal” (cursivas nuestras).

19Entrevista con asesor de la ALDF. 20 de abril de 2011.

20Incluso negocia con la ALDF la incorporación de la figura de representantes de manzana, como alternativa en caso de que los comités no apoyen sus aspiraciones políticas. Entrevista con Presidenta de la Comisión de Participación Ciudadana de la ALDF. 17 de Febrero de 2012.

21Entrevista al Subdirector Delegacional del Área Desarrollo Social. 1o de marzo de 2011.

22La LPC del 2010 prohíbe la participación de los partidos políticos y autoridades gubernamentales en la integración de comités, aunque es letra muerta al no estipular los procedimientos que la garanticen.

23Entrevista con asesor en la ALDF. 20 de abril de 2011.

24Por ejemplo, en el ejercicio del presupuesto participativo del 2011, se asistió a diversas reuniones entre funcionarios delegacionales y comités, en las cuales los primeros les indicaban, directa o indirectamente, que convencieran a los vecinos de solicitar vehículos para vigilancia.

25Pertenecer a un comité también se convierte en una oportunidad para buscar empleo en la delegación política. Ante la evidencia de que en Coyoacán 18 coordinadores internos trabajan en la Delegación, uno de ellos con un sueldo mayor a los sesenta mil pesos, el ex coordinador del Consejo Consultivo Delegacional (que agrupa y representa a todos los comités de una delegación), denuncia: “Eran ciudadanos que fueron sumándose a las filas del PRD y que gradualmente Toledo (el jefe delegacional) los fue impulsando a los espacios de participación ciudadana” (periódico Reforma, Sección Ciudad, 30 de mayo de 2013: 4).

26Al término de la “asamblea ciudadana” los asistentes se levantan y buscan hablar con el delegado y sus directores. Mientras, la mayoría de las mujeres que asistieron persiguen apresuradamente a las “promotoras” de participación ciudadana, quienes les pasan listas y les hacen firmar. Son beneficiarias de los programas sociales. Trabajo en el terreno sobre asambleas ciudadanas. 15 de marzo de 2011.

27Asamblea ciudadana. 15 de junio de 2010.

28En la mayoría de las delegaciones existe un centro de atención a la ciudadanía para realizar trámites y solicitudes respecto de la gestión de obras y servicios. En lenguaje coloquial se las conoce como “ventanilla única”.

29Asamblea ciudadana. 25 de mayo del 2010.

30Estos singulares personajes pueden catalogarse como actores grises (Auyero, 2007) por su papel ambivalente en los procesos políticos.

31Al respecto un entrevistado nos comenta: “Las candidaturas se reparten por acuerdos y negociaciones internas del partido; en primer lugar, se privilegia a la corriente dominante, que por acuerdo le toca la candidatura para jefe delegacional; en segundo lugar, al delegado saliente se le da prioridad para postularse al Distrito Electoral de menor riesgo en la delegación; a continuación empieza el jaloneo con otros actores y grupos con presencia en la delegación. Ahí nosotros tratamos de acomodar a la gente de nuestra corriente o, en su caso, apoyar a las organizaciones populares que son de nuestro grupo, pues por acuerdo interno, a ellas siempre les toca una candidatura de diputación local y, en caso de ganar la delegación, se les garantizan una o dos direcciones territoriales”. Entrevista con integrante de una facción. 27 de abril de 2012.

32Las denominamos así porque su propósito fundamental es apoyar políticamente a quienes las encabezan para lograr una candidatura legislativa o puesto gubernamental (por ejemplo, para comenzar, una dirección de Unidad Territorial en alguna delegación).

33Dichas organizaciones “son una estrategia para poder ‘bajar’ recursos, sobre todo federales, y para poder seguir teniendo presencia en la delegación. Son otro mecanismo de articulación social que puede funcionar como un equipo político ‘satélite’ paralelo al partido, para tenerlo ahí y ocuparlo en ciertos momentos”. Entrevista a diputado local por Iztapalapa. 5 de junio de 2013.

34Estas identificaciones responden a los contextos de interacción y grupos de referencia en que se desenvuelven los actores sociales. Los grupos de referencia influyen debilitando las identidades políticas y construyendo múltiples identificaciones (Giménez, 2000).

35Entrevista con diputada local del PRD. 5 de junio del 2013.

36Parentesco que irrita a varios dirigentes de los grupos locales, por considerarlo una forma de continuidad política.

37Las elecciones tendrán lugar el cinco de julio de 2009.

38Promesa que no cumplirá y será presionado por el jefe de gobierno para dimitir como jefe delegacional.

39Según la encuesta realizada por el Grupo de Comunicación Estratégica, publicada en Milenio Diario. 17 de junio de 2009.

40Debido a que el fallo dictado a favor de Silvia Oliva acontece pocos días antes de la elección, el IEDF informa que no hay tiempo suficiente para modificar las boletas electorales y, por tanto, Clara Brugada aparece en ellas como candidata a jefa delegacional por el PRD.

41Una explicación detallada de los indicadores con base en los cuales está construido el índice de desarrollo social de Evalúa-DF pueden verse en Boltvinik et al. (2011).

42Personaje con influencia en la región de Iztapalapa donde se ubica la Sierra de Santa Catarina. Ha sido delegado territorial y diputado local por esa demarcación.

43Vinculado a la facción Vanguardia Progresista (VP).

44Con el desplazamiento de NI de la jefatura delegacional, este distrito es un territorio abierto a la competencia entre facciones, como se manifiesta en esta entrevista: “Empecé a hacer trabajo político compitiendo en el territorio con los demás, pero nunca metiéndome donde ya había un líder o grupo de vecinos vinculados con alguna otra expresión política de la delegación. Una vez Arce me dijo: ‘no tenemos por qué estarnos peleando. En Iztapalapa hay para todos’. Hay que entrar al territorio sin meterse con el adversario. Si en una cuadra ya está [...] o tienen gente trabajando para ella, pues uno se puede ir a la cuadra de un lado u otra colonia. La delegación es tan grande que siempre habrá un espacio que no han ocupado otros. Así es como me he ido metiendo a otros lugares, incluso en zonas donde ya tienen presencia [...], respetando su trabajo y buscando aquellas que no han atendido”. Diputado Local por Iztapalapa. 5 de junio de 2013.

45Entendemos a los imaginarios sociales como subjetividades colectivas, a través de las cuales los integrantes de las comunidades sociales visualizan e interpretan el mundo y configuran sus identidades (Baczko, 1991).

Recibido: Febrero de 2014; Aprobado: Mayo de 2014

Héctor Tejera Gaona. Es doctor en Antropología por la Universidad Iberoamericana. Actualmente es profesor-investigador del Departamento de Antropología de la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa. Estudia procesos políticos, particularmente enfocados en el análisis de campañas electorales, participación ciudadana, democracia y cultura. Entre sus publicaciones mencionamos, en coautoría con Pablo Castro (coordinadores), Ciudadanía, identidades y política, México, Porrúa, UAM, 2012; y “Procesos políticos, cultura y participación ciudadana”, en Emilio Duhau (editor), Ciudad de México. La construcción permanente de la metrópoli, Quito, OLACCHI, 2012.

Emanuel Rodríguez Domínguez. Es doctor en Ciencias Antropológicas por la Universidad Autónoma Metropolitana. Es coordinador del Seminario de Antropología, Filosofía y Marxismo y profesor de la Licenciatura de Antropología Social en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Su línea de investigación actual es análisis de la cultura política, emergencia de ciudadanía y demandas sociales en las políticas públicas de la ciudad de México. Entre sus publicaciones pueden mencionarse “La disputa por el voto católico en los procesos electorales: laicidad y partidos políticos en la Ciudad de México”, en María Eugenia Olavarría y Verónica Roldán (coordinadores), Libera Chiesa in Libero Stato, Florencia, CISRECO y UAM, 2012, pp. 193-201; y “Retos y encrucijadas conceptuales del estudio de la política como sistema cultural”, Andamios. Revista de Investigación Social, vol. 9, núm. 18, 2012, pp. 263-291.

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons