Introducción
Aunque las poblaciones nativas americanas son un referente para comprender la manera como el cambio cultural puede afectar a la estructura genética poblacional (Neel y Salzano 1967), se conoce poco sobre el tiempo y el modo en que ocurrieron algunos procesos en el poblamiento humano del continente, por ejemplo, no se ha llegado a comprender suficientemente el patrón de dispersión dentro del Continente Americano, así mismo, tampoco está claro si los patrones de variación son el resultado de múltiples migraciones o de procesos de diversificación local (González-José et al. 2008; Reich et al. 2012; von Cramon-Taubadel et al. 2017; Moreno-Mayar et al. 2018). La baja representación de individuos pertenecientes a los grupos humanos de época temprana ha dificultado el análisis del proceso de poblamiento y diversificación humana en América.
El sitio Peñón de los Baños, ubicado sobre una formación rocosa que antes de la Conquista correspondía a un islote dentro del lago de Texcoco, ha proporcionado los más abundantes restos esqueléticos humanos prehistóricos de la Cuenca de México. En este sitio, se dio el primer hallazgo de restos prehistóricos humanos, mismos que fueron denominados como el Hombre del Peñón I (Bárcenas y del Castillo 1887). A la fecha, procedentes del Peñón de los Baños, se han reportado otros cinco individuos adultos, dos femeninos, un masculino y dos de sexo indeterminable (Jiménez et al., 2010). De ellos destaca por su antigüedad la Mujer del Peñón III, datada de manera directa en 10 755 ± 75 años A.P. (Cal. 12 561-12 761 A.P.), siendo el esqueleto más antiguo en el Centro de México (González S. et al. 2003, 2006; Jiménez et al. 2006).
Otro de los esqueletos que sobresale por su antigüedad es el Hombre de Balderas, localizado en la calle del mismo nombre en el Centro Histórico de la Ciudad de México (Romano 1974). Su cronología fue estimada a través del sedimento impregnado en el interior del cráneo, mismo que corresponde a ceniza volcánica que se correlaciona con la Pómez Toluca Superior (tripartita), proveniente del volcán Nevado de Toluca, permitiendo inferir una fecha aproximada de antigüedad de 10 500 A.P. (González S. et al. 2003, 2006).
Otro sitio importante es Santa María Astahuacán, ubicado al oriente de la Ciudad de México. En este lugar fueron hallados los restos de tres individuos adultos, con un fechamiento radiocarbónico realizado en hueso de 10 300 ± 600 años A.P. (Cal. 10 295-10 362 A.P.) (Romano 1955; Berger y Protsch 1989).
El poblado de Tlapacoya, en la zona sur-oriente del Estado de México, es un sitio relevante por la abundante presencia de restos culturales de ocupación temprana en la cuenca de México (Mirambell 1986). En este lugar se localizaron dos cráneos incompletos; de ellos destaca el Hombre de Tlapacoya I, fechado directamente en 10 200 ± 65 años A.P. (Cal. 11 612-12 146 A.P.) (González S. et al. 2003, 2006).
Finalmente, en el Municipio de Chimalhuacán fue localizado uno de los esqueletos más completos, con una cronología estimada de manera indirecta y bajo las mismas circunstancias que los restos de Balderas, en 10 500 años A.P. (Pompa 1988; González S. et al. 2003, 2006).
Otros restos humanos prehistóricos localizados en la Cuenca de México, como los de Tepexpan y San Vicente Chicoloapan son especímenes que tienen una cronología menor de 9000 años A.P. (Jiménez et al. 2014).
La importancia de todos estos especímenes radica en que corresponden a sujetos que representan la transición del Pleistoceno tardío al Holoceno temprano, posterior a la última glaciación y, en su conjunto, constituyen la única evidencia que nos permite construir modelos confiables para entender el asentamiento y los patrones de variación de los pobladores tempranos de América.
En este trabajo tenemos como principal objetivo reportar los resultados del análisis de fechamiento radio-carbónico de un nuevo hallazgo localizado al sur de la Cuenca de México al cual hemos denominado la Mujer de Tláhuac, nombre que alude al poblado en que fue localizado (ver Figura 1). Además, realizamos la descripción osteobiográfica del individuo y hacemos un estudio exploratorio morfométrico comparando con el resto de los cráneos precerámicos de México con el fin de discutir el papel que juega este nuevo hallazgo para entender la dinámica temprana de la evolución de las poblaciones de América.
Es importante mencionar que antes no habían sido reportados asentamientos o ejemplares procedentes de los islotes del Lago de Xochimilco y Chalco que correspondan a fases tempranas de ocupación humana.
Materiales y método
Hallazgo de los restos de la mujer de Tláhuac
En 2013, el Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), recibió la donación de los restos de un esqueleto humano embalado en diferentes bolsas de plástico, las cuales a su vez fueron depositadas dentro de una caja de cartón.
Los restos originalmente fueron localizados de manera fortuita en el año de 1966, cuando se realizaban los cimientos de una construcción en la localidad de Tláhuac, al sur de la Ciudad de México. Los únicos datos proporcionados sobre el contexto es que fueron hallados a una profundidad de 1.45 metros, muy cercanos a los restos de una defensa de mamut y a un lado de una piedra de molienda; elementos que no fueron proporcionados y no tenemos certeza de su existencia. Sin embargo, dichos objetos aparecen representados en un pequeño croquis elaborado por el constructor que realizó el hallazgo, mismo que se encontró al interior de la caja (ver Figura 2).
De modo que transcurrieron más de cuatro décadas para tener acceso a estos restos, cancelando la posibilidad de recuperar el contexto arqueológico en que fueron encontrados e, inclusive, no contamos con los datos exactos del lugar donde ocurrió el hallazgo. No obstante, por la fecha en que sucedió el descubrimiento, es muy probable que éste haya sido en el centro del poblado actual de Tláhuac, el cual antiguamente era una isla que emergía entre los lagos de Xochimilco y Chalco.
Para conocer la fecha de antigüedad del individuo, se realizó un Análisis de Espectrometría de Masas estándar (AMS por sus siglas en inglés) a partir de colágeno de hueso extraído directamente de un fragmento de la diáfisis del fémur izquierdo, el cual, desde un inicio fue seleccionado para dicho fin y se tuvo la precaución de no ser manipulado para limpieza ni para algún tratamiento de consolidación. A partir de los valores obtenidos en el AMS, se calculó la edad de radiocarbono (14C) y se calibró con base en las variaciones del contenido isotópico en la atmósfera considerando un nivel de confianza superior a 95% (Bronk Ramsey 2013; Reimer et al. 2013). El fechamiento fue realizado en Beta Analytics.
Respecto al análisis de los restos, inicialmente registramos la representación de cada elemento óseo del esqueleto, valorando su presencia o ausencia y el estado de conservación general en que se encontró (dureza y resistencia mecánica). Además, nosotros aplicamos los criterios descritos por Aufderheide (2011) para el diagnóstico de la representación en tejidos momificados para elaborar un índice de representación, calculando la proporción de tejido óseo observado con respecto a lo esperado en un esqueleto íntegro.
Posteriormente, para la determinación del sexo se tomaron en cuenta los rasgos morfológicos representados por el dimorfismo sexual observados en la pelvis (Phenice 1969; Bruzek 2002). Los resultados de la estimación sexual, obtenidos por medio del diagnóstico de caracteres macroscópicos, se complementó analizando una serie de cualidades morfométricas del hueso coxal (Murail et al. 2005) y del fémur (Spradley et al. 2012).
Así mismo, el cálculo de la edad se realizó a través del análisis de la transformación de la faceta costo-esternal de la cuarta costilla (Iscan et al. 1985), además de los cambios en la superficie auricular sacroiliaca (Lovejoy et al. 1985) y en la carilla del pubis (Brooks y Suchey 1990).
Las condiciones patológicas presentes en este ejemplar se examinaron de acuerdo a los rasgos morfoscópicos y las características de la lesión (tipo, etiología, hueso en el que se presentan y grado de desarrollo de la lesión) (Aufderheide 1998; Ortner 2003).
Con el propósito de estimar la estatura en vida del sujeto, se utilizaron las ecuaciones de regresión lineal reportadas por Genovés (1967); mismas que permiten, a través de las mediciones de los huesos largos, estimar la talla. Debido a que solo se contó con la longitud del radio, fueron utilizadas las modificaciones reportadas por Del Ángel y Cisneros (2004).
Utilizando compás de corredera, compás de ramas curvas y cinta métrica, se realizó la adquisición de treinta y cuatro parámetros métricos cráneofaciales (diámetros, anchuras, alturas) (Comas 1967; Howells 1989). Todas estas medidas fueron efectuadas posteriormente a la restauración de cráneo y se realizaron por un solo observador (CSS).
Para explorar las afinidades de la morfología craneofacial de la mujer de Tláhuac, se consideraron 16 variables; seis corresponden al neurocráneo (diámetros: antero-posterior máximo, transverso-máximo, frontal mínimo, porión-porión, nasión-bregma, bregma-lambda) y diez a la región facial (anchuras: de la cara, inter-orbitaria, de la órbita, biorbital, de la nariz, superior de la cara y palatina externa; alturas: superior nasión-prostión, de la órbita y de la nariz). Estas variables fueron comparadas con los datos de otros restos prehistóricos de Norteamérica y Suramérica, además de los ejemplares procedentes de México, con temporalidades estimadas entre el Pleistoceno tardío y el Holoceno medio (Bromage y Shermis 1981; Reynolds 1985; Salas et al. 1988; Berger y Protsch 1989; Chatters 2000; González S. et al. 2003; Neves et al. 2003; Neves et al. 2004; Neves et al. 2005; Neves et al. 2007; Moret 2004; Herrmann et al. 2006; Lamb et al. 2009; Jiménez y Hernández 2011; González A. et al. 2013; Ovilla 2017) (Cuadro 1).
País | Espécimen | Sexo | Datación BP | Referencia |
---|---|---|---|---|
México | Tláhuac | Femenino | 8330 +/- 40 | Este trabajo |
Peñón III | Femenino | 10 755 +/- 75 | González S. et al. 2003 | |
Balderas* | Masculino | 10 500 | González S. et al. 2003 | |
Chimalhuacan* | Masculino | 10 500 | González S. et al. 2003 | |
Tepexpan | Masculino | 4500 +/- 200 | Lamb et al. 2009 | |
Astahuacan_F | Femenino | 10 300 +/- 600 | Berger y Protsch 1989 | |
Astahuacán_M | Masculino | 10 300 +/- 600 | Berger y Protsch 1989 | |
Texcal 1 | Femenino | 7 233 +/- 36 | Jiménez y Hernández 2011 | |
Las Palmas | Femenino | 8050 +/- 130 | González A. et al. 2013 | |
Muknal | Masculino | 8890 +/- 100 | González A. et al. 2013 | |
La Punta_2 | Femenino | 2917 +/- 34 | Ovilla, 2017 | |
La Punta_3 | Femenino | 4795 +/- 29 | Ovilla, 2017 | |
Tecolote* | Masculino | 9000 - 7000 | Salas et al., 1988 | |
Texcoco* | Masculino | 10 000 - 6000 | Moret 2004 | |
Texcal_M | Masculino | 7 480 +/- 55 | González S. et al. 2003 | |
Estados Unidos | Bulh | Femenino | 10 675 +/- 95 | Herrmann et al. 2006 |
La Brea* | Femenino | 9000 +/- 80 | Reynolds 1985; Bromage y Shermis 1981 | |
Pelican Rapids | Femenino | 7840 | Owsley y Jantz 2001 | |
Wizard Beach | Masculino | 9225 +/- 60 | Owsley y Jantz 2001 | |
Browns Valley* | Masculino | 8000 - 12 000 | Owsley y Jantz 2001 | |
Kennewick | Masculino | 8410 +/- 60 | Chatters 2000 | |
Brasil | Sumidouro (2) | Femenino | 7680 +/- 40 | Neves et al. 2007 |
Sumidouro (5) | Masculino | 7680 +/- 40 | Neves et al. 2007 | |
Capelinha | Masculino | 8860 +/- 60 | Neves et al. 2005 | |
Santana Do Riacho* | Masculino | 8200 - 9500 | Neves et al. 2003 | |
Cerca Grande* | Masculino | 8230 - 9720 | Neves et al. 2004 |
* Fechamiento relativo
Se utilizó el Análisis de Componentes Principales (PCA, por sus siglas en inglés) el cual corresponde a un procedimiento exploratorio para reconocer los patrones de variación de la morfología cráneo-facial en un espacio multivariado. El PCA reduce la dimensionalidad de los datos y proporciona criterios de exploración para conocer agrupaciones naturales basándose en la información que proporcionan los valores que toman las variables morfológico-craneales en los componentes principales (Gómez-Valdés 2015). Con la finalidad de estandarizar los efectos del tamaño (alometría) y el dimorfismo sexual, se transformaron las medidas craneales siguiendo las recomendaciones de Ackerman (2006) y Darroch y Mosimann (1985).
Resultados
Fechación radiocarbónica
Los resultados del análisis radiocarbónico por Espectrometría de Masas con Acelerador (AMS por sus siglas en inglés) arrojaron una fecha 14C de 8330 ± 40 años BP (antes del presente por sus siglas en inglés) (95.4%, calibrado 9465 - 9260 cal BP) (Cuadro 2).
No. Laboratorio | Material | Edad convencional | d13C | Cal BC | Edad calibrada |
---|---|---|---|---|---|
443781/TLA001 | Colágeno de hueso (diáfisis fémur) | 8330 + 40 BP | -16.1 | 7515 - 7310 | 9465 - 9260 BP |
Como se puede apreciar en la Figura 3, la curva de calibración de las edades de radiocarbono (14C) demuestran un modelo de mejor intersección con respecto a la edad convencional de radiocarbono con un elevado porcentaje de confiabilidad. Este método toma las intersecciones entre los límites de error de las fechas de radiocarbono (eje de las “y”) y genera los rangos de edad calendario equivalentes (eje de las “x”), determinados por la forma de la curva conforme a la base de datos de la calibración INTCAL 13.
Inventario del esqueleto
Se encuentran representados casi todos los huesos del esqueleto (Figura 4); no obstante, su estado de conservación no es bueno, particularmente los elementos postcraneales, los cuales se encuentran fragmentados e incompletos, sobre todo los huesos largos de los miembros inferiores. El cráneo pudo ser consolidado en su mayor parte y solo le faltan pequeñas regiones de la región facial (90% de representación del cráneo y mandíbula). Conserva solo 14 piezas dentarias in situ (los seis molares de la mandíbula, y los seis molares, el primer premolar y canino derechos del maxilar), el resto al parecer fueron perdidos post mortem. Esto no se puede determinar con mayor claridad, debido a que la parte anterior del maxilar y la mandíbula están destruidas.
Al concluir el inventario pudimos confirmar que los restos corresponden exclusivamente a un solo individuo y que el índice de representación esquelética total muestra que contamos con 74% de los elementos óseos de la Mujer de Tláhuac (Cuadro 3).
Región | Porcentaje |
---|---|
Cráneo sin mandíbula | 92% |
Mandíbula | 87% |
Esqueleto axial | 96% |
Miembro superior | 58% |
Miembro Inferior | 36% |
Total | 74% |
El alto porcentaje de representación de huesos del esqueleto axial, aunado a la ausencia y fragmentación de los huesos largos de los apéndices superiores e inferiores, sugiere un daño ocurrido en el contexto arqueológico del hallazgo y no en el contexto sistémico. Salvo el húmero, radio y la fíbula izquierdos, los demás huesos se encuentran multifragmentados y con huellas de golpes en la parte media de la diáfisis. Las fracturas muestran características de haber ocurrido en estado árido, al ser éstas radiadas con desprendimientos del hueso en forma laminar.
Los restos óseos presentan una coloración obscura; el hueso laminar es prácticamente negro en su superficie y el hueso compacto de un café claro con vetas de color más obscuro. Se aprecian múltiples fracturas post mortem que ocurrieron en el contexto arqueológico.
Cráneo
Se trata de un braquicráneo, en el límite inferior de esta categoría clasificatoria, con un índice de 80.3. En su norma frontal puede observarse que se encuentra casi completo; le faltan algunas zonas del hueso frontal en su parte media y lateral izquierda, así como gran parte del maxilar y todo el malar derecho. A pesar de ser un individuo femenino, se advierte una morfología craneal un tanto robusta: los arcos superciliares se aprecian prominentes, al igual que la glabela. Sus órbitas presentan una forma redondeada, sin agujeros supraorbitarios, en su lugar hay, apenas perceptible, una escotadura.
En norma superior, la bóveda craneana es corta y ancha, con los parietales abombados. Todas las suturas se encuentran abiertas y son de forma dentada; principalmente la sagital y la lambdoidea. No se observa ningún agujero nutricio y presenta una ligera porosidad sobre la superficie de ambos parietales y la parte superior del occipital. En norma posterior, se observan pequeños huesos wormianos ubicados cerca de la región astérica. El hueso occipital es abombado, de superficie lisa, con una protuberancia occipital casi imperceptible (Figura 5).
En norma lateral, se observa un cráneo corto con el frontal poco abombado y las crestas laterales desarrolladas al igual que las líneas curvas del occipital. Las crestas supramastoideas son pequeñas y fuertes. En norma inferior, se puede observar que las ranuras digástricas son amplias y profundas. La superficie del plano nucal es muy rugosa a consecuencia de las fuertes inserciones musculares, al igual que ocurre en el borde inferior del hueso malar. Tiene un paladar amplio y profundo, conserva ocho piezas dentarias; los tres molares del lado izquierdo y tres molares, primer premolar y canino del lado derecho. Todas las piezas dentarias presentan un notable desgaste. De las piezas dentarias faltantes, no se tiene la certeza si todas fueron perdidas post mortem, únicamente están presentes los alveolos del segundo premolar e incisivo lateral derecho, el resto del borde alveolar está destruido.
Mandíbula
Se encuentra incompleta y en dos partes, le falta la región que comprende desde los segundos premolares de ambos lados, hasta la sínfisis, por lo que prácticamente solo conservan ambas ramas ascendentes y parte del cuerpo de cada lado.
Las ramas son anchas y bajas, su superficie es rugosa a consecuencia de las fuertes inserciones musculares, principalmente en la región goniaca. Los bordes posteriores se encuentran dirigidos ligeramente hacia adentro. Sus cóndilos son alargados en sentido transversal. Conserva seis piezas dentarias que corresponden a los molares, todas ellas con un pronunciado desgaste.
Esqueleto postcraneal
Si bien se ha mencionado que este individuo se encuentra representado por casi todo el esqueleto, los segmentos óseos están incompletos y altamente fragmentados por daño reciente. En términos generales, todos los huesos son pequeños, aunque muestran cierta robustez.
Esqueleto axial
De la columna vertebral conserva solo cinco vertebras completas; de ellas, tres corresponden a la región cervical, se trata del atlas, axis y la quinta vértebra (en las dos primeras se observan pequeños rebordes en el contorno de sus carillas articulares), y dos torácicas (probablemente la novena y decima). El sacro está muy fragmentado y conserva una vertebra del coxis. El resto de las vertebras están tan fragmentadas que fue imposible su restauración.
Las costillas se hallan en un estado fragmentario; conserva 10 costillas derechas (dos completas y el resto incompletas) y del lado izquierdo, 11 incompletas. Del esternón, solo conserva dos fragmentos; uno de ellos corresponde al manubrio (carilla que articula con la clavícula izquierda y el otro, al cuerpo.
En cuanto a los coxales, están incompletos y fragmentados, a ambos les falta la sínfisis púbica, sin embargo, conservan zonas importantes para la determinación del sexo, como la escotadura ciática mayor y la carilla auricular, que nos permitió estimar la edad. Además, en esta última zona se observó que la Mujer de Tláhuac muestra cicatrices (depresiones) sobre la superficie preauricular, que indican que tuvo al menos un parto; en la escala de grados de desarrollo propuesto por Igarashi et al. (2020), se encuentra en la Fase 5, que corresponde a una alta fertilidad.
Miembros superiores
Conserva ambas clavículas, la derecha incompleta y en tres segmentos, la izquierda está completa. En cambio las escápulas están muy fragmentadas y faltan particularmente las fosas supra e infraescapulares.
De los miembros superiores, están presentes ambos húmeros incompletos; al izquierdo le falta la epífisis proximal y la distal está desprendida, mientras que el derecho se conforma por el tercio inferior de la diáfisis y la epífisis distal, ambos se observan robustos. Del segmento del antebrazo, están ulna y radio de ambos lados, y solo el radio izquierdo fue el único hueso completo, a partir del cual se estimó la estatura. Conserva solo un hueso carpal (ganchoso), algunos metacarpos y falanges.
Miembros inferiores
La región del esqueleto que se encuentra más deteriorada, corresponde a los miembros inferiores. De los fémures y tibias solamente conserva algunos fragmentos de las diáfisis y epífisis y pequeños segmentos de los peronés. Se encuentran ambas patelas incompletas.
Finalmente, se conservan algunos huesos del pie, uno de ellos corresponde al tarso (escafoides izquierdo) y algunos metatarsianos.
Sexo, edad y estatura
Todos ellos indicaron que se trata de un individuo femenino y de todos estos métodos, el dps (Probabilistic Sex Diagnosis) de Murail y colaboradores (2005), fue el que nos dio 99.9% de certeza. Los restos mostraban, por demás, las características típicas de su sexo.
Siguiendo diferentes estándares metodológicos para la determinación del sexo, el esqueleto corresponde a un individuo femenino.
La edad de la Mujer de Tláhuac es de entre 19 y 24 años. Ésta se estimó sobre la base de diferentes parámetros, como el patrón de erupción dental (Ubelaker 1978), el cierre epifisial (White y Folkens 2005), el cierre de suturas craneales (Meindl y Lovejoy 1985) y en los cambios morfológicos ocurridos en las costillas (Iscan et al. 1985) y pelvis (Brooks y Suchey 1990; Lovejoy et al. 1985).
Todos los dientes permanentes han brotado completamente, incluso los terceros molares. Las suturas craneales se encuentran abiertas (excepto la esfenobasilar) y en los extremos epifisiarios aún se observan vestigios de la línea de fusión a la diáfisis.
La estatura fue estimada aplicando las tablas de Genovés (1967) para mujeres mesoamericanas. Debido a que los huesos largos en su mayoría están fragmentados, con excepción del radio izquierdo, la longitud fue tomada en este hueso (22.3 cm) estimando su estatura en 154.5 cm.
Patología
En ambos parietales se observa una ligera porosidad sobre su superficie (hiperostosis porótica), igualmente en el techo la órbita derecha (criba orbitaria en una condición cicatrizada). En los cóndilos occipitales se aprecia un ligero reborde periarticular de tipo artrósico: además, un proceso degenerativo inicial en el cóndilo izquierdo de la mandíbula y en algunas vértebras cervicales (principalmente en la primera y segunda). Se observa también la presencia de un nódulo de Schmörl en el cuerpo de la doceava vértebra torácica y una depresión en la carilla articular de ambas patelas.
Las afecciones principales observadas en estos restos se localizan en las piezas dentarias. Presentan éstas un severo desgaste, el cual produjo una eburnación sobre la superficie oclusal. Éste se aprecia en mayor grado en los molares superiores, en un plano diagonal de orientación lingual, en comparación con el de los molares inferiores, que es en sentido contrario, hacia su cara vestibular. En algunas piezas, dicho desgaste llegó hasta la raíz del diente; de manera contrastante, el desgaste es mínimo en los terceros molares del maxilar y la mandíbula.
Así, en la superficie oclusal de los dientes se logra observar la cámara pulpar y la formación sistémica de dentina secundaria, además de la presencia de estrías debidas probablemente a los componentes abrasivos de la dieta.
En la mandíbula se observa una fístula o absceso en el primer molar izquierdo, sobre el borde vestibular, dejando ver las dos raíces (mesial y distal) del diente, que abarca hasta los ápices de las mismas. La presencia de cavidades alrededor de las raíces permite pensar en la existencia de una inflamación supurativa activa. La lesión, aunque muy localizada, puede considerarse severa, no se aprecia que haya afectado el cuerpo mandibular de manera generalizada (Figura 6).
También se observó la presencia de cálculo dental en los molares, en un grado menor, y con mayor desarrollo en el premolar y canino que se conservan. Se hace notar lo que pudiera ser una caries incipiente en el primer molar izquierdo de la mandíbula que se presenta como un pequeño punto de dentina expuesta a causa del desgaste del esmalte dental. Además, se aprecian dos ligeras hipoplasias en el único canino conservado y un ligero retroceso del borde alveolar (periodontitis).
Las enfermedades que aquejaron a este individuo tienen que ver con la capacidad funcional de las articulaciones, mismas que en este caso, por la ubicación de las lesiones, se puede decir que están estrechamente relacionadas con el modo de subsistencia (Cuadro 4).
Origen | Tipo de lesión | Área afectada |
---|---|---|
Hiperostósis porótica | Parietales | |
Metabólicas | Criba orbitalia | Techo de las órbitas |
Hipoplasia del esmalte | Canino | |
Artrosis | Atlas y axis | |
Carácter funcional | Artrosis | Cóndilo mandibular |
Nódulo de Schmörl | Cuerpo de doceava vértebra torácica | |
Depresión (fóvea) | Carilla articular de ambas patelas | |
Infeccioso | Absceso | 1er M Izq. Mandíbula |
Ambiental | Desgaste dentario | Todas las piezas dentarias |
Cabe mencionar que el grupo al que perteneció la Mujer de Tláhuac se encontraba en un desarrollo social que corresponde al de cazadores-recolectores pretribales, sociedades que se caracterizan por la ausencia de producción sistemática de excedentes, la falta de clases sociales y de propiedad (Bate 1978). El modo de vida de los grupos que se encuentran en este tipo de formación social, mantiene una forma de economía que implica la exploración de espacios y constante movimiento. De modo que se trata de grupos que se desplazan de manera continua en busca de alimentos y, a su vez, el traslado de los mismos.
La presencia de nódulos de Schmörl se ha asociado generalmente a un sobre esfuerzo biomecánico de la columna vertebral, a causa de actividades de carga de objetos pesados en terrenos abruptos y que los segmentos que se ven más afectados son la región torácica inferior y la torácico-lumbar (Henríquez y Arriaza 2013), lo que concuerda con este caso.
Si bien se observaron algunas otras lesiones en zonas articulares, éstas se encontraban en una fase inicial y apenas son perceptibles, lo cual es entendible al tratarse de un individuo relativamente joven. No obstante, llama la atención el excesivo desgaste dentario que ha dejado expuesta la dentina e, inclusive, en algunas piezas interesó la cámara pulpar. Este tipo de abrasión dental se observa de manera constante en las piezas dentales de los grupos cazadores-recolectores. Como se nota en la Figura 7, las piezas dentales de las mandíbulas de los ejemplares; Peñón III (10 755 ± 75 BP), Santa María Astahuacán (10 300 ± 600 BP) y Texcal (7 233 ± 36 BP), todos de sexo femenino y en un rango de edad similar a la Mujer de Tláhuac (20-25 años), muestran un notable desgaste dentario (Hernández 2013).
Análisis comparativo de la morfología craneal
El Cuadro 5 comprende las mediciones craneales directas obtenidas de la región neuro-craneal y facial de la Mujer de Tláhuac.
Medida | mm |
---|---|
Diámetro antero-posterior máximo (GOL)* | 173 |
Diámetro nasión-opistión (NOL) * | 126 |
Altura del cráneo (basión-bregma) (BBH) * | 124 |
Diámetro transverso máximo (XCB) * | 139 |
Diámetro frontal máximo (XFB) * | 109 |
Diámetro frontal mínimo** | 88 |
Diámetro porión-porión (AUB) * | 115 |
Anchura craneal mínima (WCB) * | 59 |
Anchura biasteriónica (ASB) * | 110 |
Anchura bifrontal (FMB) * | 93 |
Anchura biestefánica (STB) * | 111 |
Diámetro nasión-bregma (FRC) * | 101 |
Diámetro bregma-lambda (PAC) * | 103 |
Diámetro lambda-opistión (OCC) * | 103.5 |
Longitud del foramen magnum (FOL) * | 33 |
Anchura del foramen magnum** | 32 |
Diámetro bimastoideo** | 104 |
Longitud de la base (nasión-basión) (BNL) * | 93 |
Anchura de la cara (bicigomático) (ZYB) * | 128 |
Longitud basion prostion (BPL) * | 96 |
Altura superior de la cara nasión-prostión (NPH) * | 64 |
Anchura superior de la cara** | 103 |
Altura de la nariz (NLH) * | 46 |
Anchura de la nariz (NLB) * | 25 |
Anchura biyugal (JUB) * | 115 |
Anchura palatina externa (MAB) * | 60 |
Anchura de la bóveda palatina** | 63 |
Altura de la órbita izquierda (OBH) * | 32 |
Anchura de la órbita izquierda (OBB) * | 32.5 |
Anchura inter-orbitaria (DKB) * | 23 |
Anchura biorbital ectoconquio-ectoconquio (EKB) * | 94 |
Altura bregma-porión izquierdo** | 120 |
* Las mediciones han sido adquiridas de acuerdo a lo descrito por Howells (19189);
** además de lo establecido por Comas (1967).
En el análisis de componentes principales, el primer (PC1=32.11%) y segundo (PC2=21.06%) componentes principales reunieron 53.17% de la varianza de las variables originales. La PC1 explicó las cualidades morfológicas relacionadas con las variables que corresponden principalmente a la anchura neurocraneal y de la región facial (XCB, XFB y ZYB); de esta manera, hacia los valores positivos de la PC1 se encuentran los ejemplares con mayor anchura craneal mientras que en los valores negativos están los cráneos angostos; tanto en lo concerniente a la región facial como del neurocráneo y de la base. Por otra parte, la PC2 resumió las variables que se refieren a la longitud del cráneo, de esta manera podemos apreciar una tendencia hacia los valores positivos que presentan mayor longitud neucraneal (GOL, FRC, PAC) al mismo tiempo que apreciamos menor altura facial (NPH y NLH) (Figura 6).
Con lo anterior, podemos apreciar que la Mujer de Tláhuac se mantiene en una agrupación natural con los ejemplares precerámicos de México, tanto aquellos procedentes de la Península de Yucatán, como las Palmas y Muknal, así como también con otros ejemplares como Astahuacán y Tepexpan. Así mismo en este grado de variación se encuentran los casos de Baja California (La Punta). Podemos considerar que en este grado de variación, dichos casos comparten entre ellos características comunes como ser cráneos con menor longitud craneal, tanto en lo general (GOL), como en las cuerdas frontal, parietal y occipital. Así mismo, presentan restringida anchura neurocraneal aunque la base del cráneo tiende a ser de mayor amplitud, al mismo tiempo que exhibe una mayor altura facial (Figura 8). Estas cualidades son contrastantes con especímenes más tempranos como la Mujer del Peñón III, que presentan una considerable mayor expansión antero-posterior del neurocráneo.
Discusión y consideraciones finales
El poblamiento del continente americano es un tema que llamó la atención desde los primeros contactos de estas tierras con el Viejo Mundo y, aún hoy, sigue siendo discutido en las diferentes áreas antropológicas y de otras ciencias afines. Se cuenta actualmente con datos muy claros que dan evidencia de la presencia temprana del hombre en el continente americano.
América fue el último de los continentes en ser colonizado por seres humanos anatómicamente modernos y su ingreso se dio a través de una amplia área denominada Beringia (actualmente Estrecho de Bering). En este periodo del primer poblamiento, las condiciones ambientales influyeron en gran medida para que esta área geográfica funcionara como un puente terrestre que conectó a Asia con el nuevo mundo en tiempos de la Ultima Glaciación Máxima, ocurrida hace aproximadamente 21 000 años, que geológicamente corresponde al Pleistoceno tardío (Dixon 1999; Bourgeon et al. 2017).
Parte de la discusión que actualmente se formula en torno al poblamiento americano radica en conocer ¿Quiénes fueron y cuántos grupos dieron origen a los primeros americanos? Algunas de las principales hipótesis sustentan que los grupos americanos son producto de una sola población fundadora y que las diferencias observadas son resultado de varios procesos evolutivos como la selección natural, la deriva génica y el flujo de genes, mecanismos que pueden explicar las causas de variación en los grupos humanos (Hrdlicka 1915; Bonato y Salsano 1997; Torroni et al. 1993; Stathmary 1981; Tamm et al. 2007; Bourgeois et al. 2009; Raff et al. 2011; Chatters et al. 2014; Rhagavan et al. 2015; Stewart y Newman 1951; Cocilovo 1988-1989; Rothhammer et al. 1982; Cocilovo et al. 2001; Varela et al. 2012). O bien, por el contrario, que son el resultado de más de una población fundadora (Greenberg et al. 1986; Turner 1985; Neves y Pucciarelli 1989, 1991; Neves et al. 2004; Neves et al. 2007; Pucciarelli et al. 2003; Pucciarelli 2004, 2009; Skoglund et al. 2015).
México ocupa un espacio geográfico importante en el continente americano y los diversos hallazgos de restos humanos relacionados con los primeros americanos dan prueba de ello. Los más recientes descubrimientos realizados en México como Hoyo Negro, Chan Hol 3 y ahora el caso que se examina en este trabajo -la Mujer de Tláhuac- han venido a complejizar aún más este tema. Si bien todos ellos no presentan un cráneo elongado que dista del patrón paleoamericano de rasgos generalizados, Tláhuac es el primer espécimen americano con una antigüedad de 8330 ± 40 AP sin calibrar (95.4%, calibrado 9465 - 9260 cal BP), que se encuentra en el extremo opuesto de la variación de la morfología craneal de los pobladores más tempranos del continente.
Los análisis multivariados que realizamos sugieren una amplia variabilidad entre los grupos estudiados. El cráneo de Tláhuac ostenta mayor cercanía con los especímenes de la Península de Yucatán (Muknal y Las Palmas), todos ellos de morfología más grácil. Así también podemos ver que la mayoría de los cráneos del centro de México mantienen cierta proximidad entre ellos, con excepción de Astahuacan, Chimalhuacán y Balderas; con mayor afinidad entre los dos últimos. En cambio, en los restos de La Punta, que corresponden al extremo norte de la costa del Pacífico de la península de Baja California, se observa una notable divergencia que puede ser explicada por su diferencia cronológica (La Punta_2, es el más reciente de la muestra).
Los restos esqueléticos de la Mujer de Tláhuac presentan una peculiar morfología craneal, que hasta hace menos de una década no se había registrado para ejemplares de más de 9000 años. Dicho espécimen aporta información nueva, principalmente porque documenta que hubo una amplia variabilidad craneal morfológica en las poblaciones más antiguas de América.
Las huellas de ciertos padecimientos en su esqueleto y en las piezas dentales, como la evidencia de artrosis y un nódulo de Schmörl, sugieren una vida de gran esfuerzo físico, y el excesivo desgaste dentario denota claramente una dieta basada en alimentos abrasivos. Todo ello sugiere actividades propias de las sociedades cazadoras-recolectoras de finales del Pleistoceno tardío y del Holoceno temprano, reflejo de su modo de vida. Como se ha observado en otros ejemplares (Astahuacan_F, Peñón III, Texcal_F, Hoyo Negro), la Mujer de Tláhuac falleció en plena etapa reproductiva (20 a 25 años); la evidencia de cicatrices localizadas al margen de la carilla preauricular de ambos coxales sugiere al menos un parto.
Por otro lado, los resultados obtenidos del análisis de morfometría, su comparación con cráneos de otras regiones de México y de América; refieren una tendencia hacia una diferenciación progresiva, vinculada a fenómenos microevolutivos; las diferencias observadas tienen que ver con adaptaciones al medio ambiente, las cuales se incrementan en relación con las diferencias cronológicas que existen entre los ejemplares.
El hallazgo de la Mujer de Tláhuac hace más complejo el escenario relativo al poblamiento temprano de México y América. Futuros análisis, como el desciframiento del genoma completo de este esqueleto, coadyuvarán a un acercamiento más adecuado a los problemas de interpretación que se presentan en este tipo de estudios con especímenes muy escasos, que hacen evidente que la reconstrucción de la historia poblacional requiere del trabajo de colaboración con otras disciplinas.