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Anales de antropología

versão On-line ISSN 2448-6221versão impressa ISSN 0185-1225

An. antropol. vol.54 no.2 Ciudad de México Jul./Dez. 2020  Epub 29-Nov-2021

https://doi.org/10.22201/iia.24486221e.2020.2.69874 

Artículos

Personas y trabajos en el proceso de mercantilización de las artesanías indígenas chaqueñas

People and jobs in the process of commodification of indigenous Chaco crafts

Myriam Fernanda Perret1  * 

1Secretaría de Investigación y Posgrado de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Misiones, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Tucumán 1605. 1° Piso, Código Postal: N3300 Posadas, Misiones, Argentina.


Resumen

Para atender a los factores que inciden en el proceso de mercantilización de artesanías, analizamos el modo en que se relacionan dos colectivos de artesanas de los pueblos wichí y qom con trabajadores de un programa de desarrollo rural estatal y una ONG poniendo foco en: la conformación de una calidad atada a la venta y la organización de la circulación de las artesanías con base en acopios periódicos.

La investigación, basada en mi tesis de doctorado, se realizó con el método etnográfico. La recolección de la información, en alternancia con periodos de sistematización y reflexión sobre el material recolectado, transcurrió entre agosto de 2012 y agosto de 2018.

Parentesco, diferencias en el control del dinero que se considera colectivo, tipo de productos a adquirir con el mismo, diferencias de edad, capacidad para recurrir a la presión a través de ataques chamánicos o brujeriles y ciertas herramientas de cálculo generan dinámicas que se orientan a separar a las personas de los trabajos o a administrar la continuidad persona-trabajo.

Palabras clave: Argentina; etnografía; artesanía; administración; Qom; Wichí

Abstract

I analyze the way in which two groups of artisans from the Wichí and Qom people interact with workers from a government program for rural development and an NGO focusing on increasing sales by improving the quality of the handicraft and the regularity of the deliveries.

This ethnographic research was carried out between August 2012 and August 2018, including the collection of the information and the analysis and reflection on the data, resulting in my Ph.D. thesis.

Kinship, differences in control over the group’s money, type of products to be acquired with that money, age differences, ability to use shamanic or witchcraft attacks to apply pressure on the crafstpeople and commercial priorities will generate several dynamics, some of which will dissociate the product from the producer, others will favor the artisan over the quality of the craft.

Keywords: Argentina; ethnography; handicraft; administration; Qom; Wichi

Introducción

En este trabajo atendemos a los factores que inciden en el proceso de mercantilización de artesanías a partir del análisis del modo en que se relacionan dos colectivos de artesanas de los pueblos wichí y qom, de las localidades de El Sauzalito y Fortín Lavalle, con trabajadores de un programa de desarrollo rural estatal y una ONG. Nos enfocamos en relaciones que tienen que ver con la conformación de una calidad atada a la venta y la organización de la circulación de las artesanías basada en acopios periódicos.

En Perret (2017) describimos cómo la artesanía indígena en el Chaco, entrelazada con los sucesos históricos por los que atravesaron la región y sus pobladores, fue cambiando su destino principal: del uso a la intercambiabilidad en el mercado. Siguiendo a Benedetti (2014), dicha intercambiabilidad es actualmente trabajada entre artesanas y Agentes de Fomento Artesanal (AFA), en este caso, trabajadores de un Programa de Desarrollo Rural Estatal (PDRE) dependiente del Ministerio de Producción de la Provincia del Chaco y de una ONG argentina. Si bien tanto trabajadores del PDRE como de la ONG actúan como AFA, en adelante identificaremos como “técnico” o “técnica” a quienes mantienen con las artesanas una relación más próxima, al menos, en términos espaciales (viven en las localidades donde viven las artesanas en cuestión).

Las mujeres que componen los colectivos que nos atañen comparten vínculos de parentesco como madres, tías, abuelas, hermanas, hijas y primas. Ellas complementan los ingresos familiares con los ingresos por la venta de las artesanías (cuya importancia se destaca por tratarse de dinero administrado, en general, por la artesana que logró vender su trabajo). Aquellos provienen principalmente de subsidios gubernamentales como la “asignación universal”,1 trabajos esporádicos o “changas” en la construcción o el comercio, trabajo doméstico y la venta ocasional de alimentos producidos en la chacra. A veces algún miembro de la familia consigue empleo en el ámbito educativo o de salud; otras veces, se obtienen alimentos a partir del desarrollo de actividades de caza, pesca, recolección y agricultura.

Las artesanas del colectivo del pueblo wichí (familia lingüística mataco-mataguaya) trabajan mayormente con chaguar o chitsaj (Bromelia hieronymi) y plantas tintóreas que recolectan del monte. Las artesanas del colectivo del pueblo qom (familia lingüística guaycurú) trabajan sobre todo con palma o lagaxadai (Trithrinax schizophylla) que también recolectan. Otros materiales con que trabajan son: plástico de botellas recicladas, plástico de bolsas de alimento balanceado, lana industrial, tela de descarte y anilinas.

Las localidades de Fortín Lavalle o Piÿo’Lauac y El Sauzalito o Sip’ohi, habitadas por población indígena y no-indígena, se encuentran ubicadas en el departamento General Güemes en el noreste de la Provincia del Chaco (figura 1). Fortín Lavalle, que de acuerdo al Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos -INEDC- 2010) cuenta con una población de 682 personas, se encuentra a 263 km de Resistencia (capital de la provincia de Chaco), cerca de la confluencia de los ríos Teuco y Bermejito y es atravesada por el río Guaycurú. El Sauzalito, que de acuerdo al mencionado censo cuenta con una población de 3 374 personas, se localiza sobre la margen derecha del río Teuco; 550 km la separan de Resistencia (aproximadamente 300 km se encuentran asfaltados).

Figura 1. Localización de Fortín Lavalle y El Sauzalito en el norte de Argentina (elaborado por Carolina Perret).

Los colectivos de artesanas, técnicas y otros AFA acopian (adquieren y reúnen en un lugar) artesanía periódicamente. La artesanía acopiada es luego enviada a los centros de consumo, por ejemplo, a la ciudad de Resistencia, donde se vende. El dinero recaudado por las ventas es utilizado para hacer nuevos acopios, previo control de calidad.

A continuación, presentamos la metodología aplicada para el desarrollo de esta investigación seguida del marco teórico que orientará el análisis. Luego analizamos el modo en que se realizan los controles de calidad y los acopios en El Sauzalito y en Fortín Lavalle.

Metodología

Para el desarrollo de este trabajo nos basamos en nuestra tesis doctoral. Trabajamos con el método etnográfico de investigación. Obtuvimos información a partir de las siguientes técnicas: observación participante, entrevista etnográfica y documentos informales y oficiales. Entrevistamos aproximadamente a 50 personas, en su mayoría mujeres de entre 20 y 60 años de edad. Alternamos periodos de recolección de información con otros de sistematización, reflexión, producción de monografías y modificación de roles a lo largo de la investigación (de formar parte del equipo técnico del PDRE a no hacerlo). Registramos la información, principalmente, por escrito, aunque en ciertas ocasiones recurrimos a la grabación, la fotografía y el video. La recolección de información, en alternancia con periodos de sistematización y reflexión sobre el material recolectado, transcurrió entre agosto de 2012 y agosto de 2018.

Para preservar la identidad de las personas que contribuyeron a esta investigación sus nombres son ficticios. Acompañando el nombre se indica si se trata de personas que se desempeñan como técnica o técnico (t.), personas del pueblo wichí (w.), personas del pueblo qom (q.) y/o personas que no se consideran indígenas (n-i).

Para escribir las palabras en qom l’aqtaqa, hacemos uso del alfabeto de Buckwalter y Litwiller (2013) a menos que se trate de palabras escritas de otro modo en la fuente original, la cual será respetada. Para escribir las palabras en wichí usamos el vocabulario de Montani (2007) a menos que se trate de palabras escritas de otro modo en la fuente original, la cual será respetada.

Economía artesanal

El modo en que factores como el parentesco, la fortuna, el tipo de productos y las ciencias económicas contribuyen a formar la economía es estudiado por autores como Polanyi (1957), Sahlins (1974) y Callon (2008).

Polanyi (Polanyi et al. 1957) distingue dos significados para el término “económico”: substantivo (deriva de la dependencia del hombre de la naturaleza y de sus semejantes para su supervivencia) y formal (por el carácter lógico de la relación entre medios y fines). Posicionado en el significado substantivo de económico propone que la economía se encuentra incrustada en instituciones tanto económicas como no-económicas. Así, el modo en que se instituyen las economías empíricas debe partir del estudio de la manera en que se combinan diversas forms of integration (reciprocidad, redistribución e intercambio) (p. 250).

A diferencia del mencionado autor en cuanto a las formas de integración de la economía, Sahlins (1974), a partir de su estudio del “intercambio primitivo” distingue dos movimientos: reciprocidad (movimientos viceversa entre dos partes) y redistribución (movimientos centralizados). El intercambio permanece en el ámbito de la reciprocidad la cual puede ser de distintos tipos entre reciprocidad generalizada y reciprocidad negativa. La inclinación hacia esos polos depende de, entre otras cuestiones, el parentesco, la fortuna y el tipo de producto que circula. En cuanto al parentesco, Sahlins (1974) explica que cuanto más cercano, la reciprocidad se inclina hacia ser generalizada, cuanto más lejano se inclina hacia la reciprocidad negativa. Con respecto a la fortuna, siempre que exista un vínculo social entre las partes que intercambian, la reciprocidad tiende a ser generalizada cuando mayor es la diferencia de aquella entre las partes. Finalmente, el intercambio de alimentos tiende a la reciprocidad generalizada.

Por su parte, Callon (2008) se enfoca en la manera en que las ciencias económicas forman la economía al equipar para el cálculo a “agencias de cálculo” (toman decisiones, para las cuales requieren de información, al menos, sobre las acciones que se pueden emprender y sus efectos) sin las cuales las transacciones de mercado no serían posibles. Con herramientas contables y de gestión se enmarcan interacciones y se construye el espacio de cálculo de la transacción mercantil, lo que implica “transformar algo en una mercancía y dos agentes en un vendedor y un consumidor” y requiere “descontextualizar, disociar, separar” lazos entre cosas y entre cosas y seres (p. 30). Sin embargo, con el enmarcado vienen los desbordes, indica Callon, los que expresan la incapacidad de un enmarcado completo.

La importancia de herramientas de gestión como el “control de calidad” en el proceso de mercantilización de artesanías chané y mapuche es destacada por autores como Benedetti (2014), Carenzo (2007) y Rotman (2007, 2010). Entre otras cuestiones, estos autores señalan el modo en que el Estado, las ONGS y los comerciantes participan activamente vinculando a consumidores con productores, influyendo en los modos de organización y en las características de los productos, en particular, en cuanto a “la calidad”. Benedetti (2014: 94) apunta que los señalamientos de los AFA jerarquizan las pautas de los consumidores, “adquiriendo los criterios mercantiles gran legitimidad respecto a aquello que constituye la forma ‘correcta’ de producir”. Por su parte, Carenzo (2007: 137) destaca el papel de las ONGS en la adecuación de las piezas artesanales a los criterios de calidad de los compradores finales “e incluso su adaptación a las normas de exportación cuando las piezas están destinadas a ámbitos internacionales”.

De modo similar, el accionar de los trabajadores del PDRE y de la ONG, incluidos los técnicos no-indígenas, en relación con técnicos indígenas y artesanas, impulsa la potencialidad mercantil de la artesanía. “La calidad” es una de las cuestiones trabajadas en dicha vinculación, lo cual será analizado a continuación.

Control de calidad y acopios en El Sauzalito

Periódicamente, cuando se cuenta con fondos, ya sea provenientes de las ventas o del financiamiento estatal, se realiza el acopio de la artesanía. Al inicio de la puesta en ejecución del PDRE, las trabajadoras seguían el modo en que la ONG organizaba los acopios: entre las artesanas y la ONG se desempeñaban las “coordinadoras”. Coordinadoras o representantes de grupos conformados por auto-adscripción y que componen el colectivo de artesanas. En este esquema, las coordinadoras acopian las artesanías a partir de los encargos que reciben de la ONG. En El Sauzalito se dieron los pasos para que los acopios se realicen de similar manera. Sin embargo, con el tiempo, volvieron a un modo de trabajo en el cual las técnicas centralizan los acopios.

Una vez participé de un acopio en el que una artesana administró el dinero que antes le había entregado una de las técnicas. Las mujeres presentes, que formaban parte de un mismo grupo y compartían vínculos de parentesco, comenzaron a presentar las artesanías que habían traído para vender. Zulma (w.) exhibió una cartera redonda grande, un burrito y un camino de lana de algodón teñida con colores llamativos. Samanta (w.) mostró una cartera marrón tejida al crochet, un sombrero y una panera. Eugenia (w.) descubrió una yica2 y Verónica (w.) dos paneras. Le entregaban las artesanías a Emilce (w.) para que determinara el valor monetario. Sentí la presión que habrá sentido Emilce (w.). No sabía qué hacer, solo tenía $390. Mirna (w.) sugirió, para que alcance el dinero, comprar una artesanía por persona. Para decidir el monto a pagar revisaban los precios que figuraban en las etiquetas de las artesanías antes acopiadas por las técnicas. Distribuyeron todo lo posible esos $390 y compraron dos artesanías por persona. Cuando Emilce (w.) hacía el acopio no se detenía mayormente a revisar las características de los trabajos que iba acopiando.

El acopio anterior fue uno de los inusuales casos en los que una artesana administra fondos. En general, son las técnicas quienes acopian las artesanías,3 previo “control de calidad”. Los criterios que hacen a esa calidad controlada se construyen con base en parámetros que no son necesariamente compartidos por técnicas y artesanas. Un ejemplo de dichas discrepancias lo constituye el grosor del hilo de chaguar con el que se tejen los trabajos. Mientras las técnicas prefieren hilos delgados con los que se pueden tejer prendas con mayores chances de ser vendidas, muchas artesanas optan por hilos de mayor grosor en la medida en que: hilos más delgados llevan más tiempo de fabricación, lo cual no suele corresponderse con mayores precios de venta. A pesar de la existencia de dichas discrepancias, los criterios que prevalecen al momento de hacer el control de calidad son los de las técnicas.

En definitiva, como los criterios a controlar no se construyen en diálogo entre artesanas y técnicas, el control de calidad termina siendo, se quiera o no, capital de poder de estas últimas. Entonces, ese poder se traduce en artesanía que se acopia o no. Macarena (w.) describía con disgusto una situación en que una técnica, antes de acopiar artesanía, hacía un exhaustivo control de calidad:

Agarran la artesanía y miran dando vuelta como media hora mirando, mirando hasta que [las artesanas] no pueden esperar [más] y al final no querían comprar. Mujeres ya no te tienen confianza […] Me fui, no soy como cualquiera, no me enojo. Pregúntale a las mujeres y nadie quiere contestar. Eso a mujeres no le gusta. Si no quiere comprar dice no [y listo] no va a estar mirando media hora y después no quiere comprar. Cuando estaba [Cristina, n-i] estaba bien, sabe bien trabajo de las mujeres […] [Cristina] es monja, pero es buena, hace cosas que a uno le gusta, si uno tiene necesidad le soluciona como si fuera intendente […] Ella compra, no va a decir “no voy a comprar eso, esto es caro”. Compra porque sabe que uno necesita.

Control de calidad que cansa, desagrada y desplaza a un segundo lugar a la persona que ofrece su trabajo. Sin embargo, Fernanda (t. n-i) enfatizaba el consejo: “tienen que hacer con hilo bien finito”. Consejo que reiteraba a partir del reciente encuentro que había tenido con la fundadora de la asociación Siwani de la provincia de Formosa. Dicha mujer resaltaba la importancia del grosor del hilo en las artesanías hechas con chaguar por lo cual “era muy estricta con el control de calidad”. Reflexionaba Fernanda (t. n-i): “al principio las mujeres [artesanas de la Asociación Siwani] se enojaban, pero ahora esas mismas mujeres le agradecen”. El PDRE inició en 2012 el trabajo con las artesanas de El Sauzalito y las palabras de Macarena (w.) transcriptas más arriba son de diciembre de 2016. Ella no agradece el control de calidad, al contrario, lo critica y aprecia la capacidad de aquella persona que supo ver a la mujer y sus circunstancias y que relegó a un segundo plano el detalle del producto.

Como decíamos antes, son las técnicas quienes hacen los controles de calidad y los acopios. Esto se debe, argumentan las técnicas, a que “las mujeres [artesanas] no se animan” a hacerlo. No se animan, dicen, porque “no pueden decir no” y por temor a ser embrujadas.

En relación al “no poder decir no”, Nadia (t. n-i) contaba que cuando llegó por primera vez a El Sauzalito, lo que más le sorprendió fue el modo en que “los wichí” compartían, decía: “si alguien va a comprar por 100 pesos a un lugar, 30 pesos ya le da al otro para que compre”. En otras palabras, una proporción del dinero disponible para comprar se comparte con otra persona para que también pueda comprar lo que necesita. Otra vez, contaba Nadia (t. n-i), habían recibido un colchón en donación. Como muchas mujeres lo querían, las técnicas decidieron hacer un sorteo; salió el número de una mujer jovencita, recientemente electa tesorera de la asociación. Las mujeres que no salieron sorteadas, en especial las más ancianas, siguieron a la ganadora del sorteo hasta su casa, maltratándola verbalmente. Relacionando esto con la distribución de dinero con quienes lo necesitan, posiblemente el sorteo no haya sido el modo más adecuado de distribuir el colchón donado. Quizás la necesidad de las mujeres ancianas les daba derecho a obtener el colchón y el sistema de distribución debiera haberse gestado desde allí.

¿Para qué decir no en la distribución de fondos?, para que se acopien productos con mayores posibilidades de ser vendidos. Sin embargo, no todas las artesanas pueden hacer trabajos vendibles; por lo que decirles “no” es difícil, más aún si una conoce a la mujer, a su familia y su necesidad. No todos aceptan o soportan este lugar. Decía Aníbal (w.): “nosotros los wichí no somos comerciantes, no somos gente que siempre mezquinamos, tenemos que convidar porque nos sentimos mal. Si no le da de comer uno está mal”. Los comerciantes son considerados mezquinos, insensibles a la falta de alimento de quien queda fuera de la transacción. La mezquindad para los wichí, indica Palmer (2013: 199), tiene un “efecto disociador”, el cual disocia en la medida en que la distribución de bienes como los alimentos constituye una de las expresiones de la “buena voluntad wichí” (p. 199). Dicha voluntad deriva del husek que “es el factor espiritual que vela por la integridad del cuerpo físico del individuo, y por la integridad del cuerpo social de la comunidad” y que, a su vez, “desciende de una voluntad absoluta” (p. 37 y 213).4 A diferencia de una persona con husek, decía Leonardo (w.) respecto de muchos no-indígenas:

No se comportan como humanos, cada vez que se hizo pacto, acuerdo, escribieron, después se hacen dueño o salen con militares, matan, te corren y ese no es el comportamiento de un humano. [Ese comportamiento es más] de un tipo que no tiene alma, que no tiene espíritu. Porque un humano tiene espíritu, tiene luz y sabe cómo comportarse con el otro y con la hormiga y con la avispa y con el quebracho y con, no sé, con todo, y si no es del lugar él sabe que tiene que respetar, sin dañar.

El comportamiento es dudosamente humano cuando no se respeta al otro. Con todo esto en mente, decir “no” en el acopio, que en general es negar el alimento a la persona que se encuentra ofreciendo una artesanía con bajas chances de ser vendida; se interpreta como una acción mezquina, irrespetuosa. Ahora, las técnicas enfatizan que no decir “no” llevaría a dejar de contar con recursos para nuevos acopios con lo cual todas las artesanas saldrían perjudicadas. Sin embargo, Macarena (w.) planteaba:

Una vez reclamé a Nadia [t. n-i], como estoy en asociación de ella veo que no está bien […] Había artesana anciana con mucha artesanía, ella [Nadia] le elige y ella quería que esa artesana que haga bien bonito […] Esa artesana tiene edad, no puede hacer como jóvenes le gusta, uno no puede obligar que una anciana. Si [Nadia] es buena tendría que comprar igual […] Los ancianos uno tiene lástima porque tiene edad […] Ellos no van a vender siempre. Joven sí puede aprender más, puede pedir [que haga de otro modo]. Conozco y sé trabajos de los ancianos, no puede obligar. Por ejemplo, vos sos la compradora y artesana es anciana y vino ofrecerte y vos no compras y pobre abuela y hay uno que no entiende castellano no puede hablar y no hay nadie que haga favor [de traducir lo que ella quiere/dice].

Pensando a partir de la distribución de dinero que Nadia (t. n-i) señalaba antes, la persona que fue con 100 al almacén a comprar alimento no le dio $100 a quien también quería comer y no tenía dinero, le dio $30. Compartió una proporción de lo que tenía con quien lo necesitaba. Por su parte, Macarena (w.) señala que el trato debe acomodarse a la edad de la artesana, si se trata de una mujer anciana la compra no debería supeditarse a las características de lo que se compra. En cambio, si se trata de una mujer joven, en la medida que puede aprender más, las características del producto a comprar pueden adquirir mayor relevancia para que se produzca la transacción. En otras palabras, en el caso de la transacción con la anciana el producto pasa a segundo plano en la medida que se prioriza a la persona; en el caso de la transacción con la artesana más joven el producto puede destacarse en la medida en que la persona puede hacer algo respecto a las características de la artesanía a intercambiar. En ambos casos se administran los fondos

teniendo en cuenta a las personas y sus circunstancias ¿por qué pensaríamos que la resistencia a decir “no” en los acopios llevaría rigurosamente a una situación peor para todos?

“Ojalá que ellas [las artesanas] se puedan hacer cargo, pero no lo hacen” decía Nadia (t. n-i), “tienen miedo que le hagan embrujos”. Amanda (w.) hablaba de “los brujos” o “curanderos”, decía:

Hay curanderos que son brujo bien y otros que no, entre ellos se pelean, se van debilitando, por ahí se matan […] Tía [xx] es bruja, ella está con otro hermano de mi padre, son curandero, de tardecita usaban [un ave], hablan en nombre de [yy]. El hombrecito que peleaba con ellos, mismo curandero, cerquita [de] la casa estaban, [xx] lejos […] “¿y por qué cantan?”: están peleando, el ganador el que no muere […] Canal en tele se ven curanderos son gente blanco […] Hacen propaganda, van a televisor […] Cántico con la palabra, manda bichos […].

Batallas cantadas con municiones de bichos que repercuten en los cuerpos de los combatientes y de los cautivos a liberar. Montani (2017: 115) indica que el chamán o hïyawu media entre “los wichí y los seres de otros ámbitos cosmológicos”. Para volverse chamán, una persona pasa por una “metamorfosis iniciática” que lo conduce a desarrollar la “fuerza de voluntad” con la que se desempeñará (p. 115). Imbuidos con dicha fuerza, los chamanes tratan la huida de la voluntad del cuerpo y la introducción de una enfermedad, tratamiento que requiere “visualizar realidades ocultas, viajar a lugares imposibles y combatir seres poderosos e invisibles para el común de la gente” (p. 116). Dichas enfermedades, indica Montani (2017: 116), pueden representarse como dardos lanzados por espíritus del monte o hechiceros y suelen asumir, dentro del cuerpo, la forma de un “bicho”. Combates como el narrado no se dan solo entre personas pertenecientes del pueblo wichí, también hay “curanderos” no-indígenas.

Los ataques de este tipo también vienen a reforzar el mandato de compartir el dinero para el acopio de artesanía. El temor a rechazar una artesanía se entiende a partir de la legitimidad que goza quien ofrece su artesanía para ser acopiada; dicha legitimidad está vinculada a un acuerdo de convivencia donde la mezquindad es condenada.

Aunque convencidas de que comprando algunas artesanías y dejando otras fuera, las técnicas hacen un favor a las artesanas, a veces decir “no” es demasiado difícil, decía Nadia (t. n-i):

Decime vos acá ¿quién tiene negocio? No tienen porque sus hermanos le piden y le tienen que dar, es su cultura […] El que puso su negocio se fue a la quiebra enseguida y porque no puede decir “no” si es de su cultura […] Viste en los judíos hay un día del perdón que tenían que cerrar porque persona que va a pedir algo no le pueden decir que no […] Depende, a veces también vos lo pagas por el corazón, vos lo pagas a Samanta (w.) porque tiene sus nietos, vos le vas a comprar porque tiene sus nietos […].

Limitar el acceso a quienes pueden pagar los productos resulta chocante cuando se trata de bienes de suma necesidad como los alimentos. En estos casos el corazón perfora la limitación necesaria para la reproducción del negocio en beneficio de la vida de las personas conocidas, queridas.

Control de calidad y acopios en Fortín Lavalle

Al igual que en El Sauzalito, cuando se cuenta con fondos, ya sea provenientes de ventas o del financiamiento estatal, se acopian artesanías en la asociación de Fortín Lavalle. El acopio, inicialmente (es decir, desde que inició la vinculación entre las artesanas, técnica, PDRE y ONG), se hacía siguiendo el esquema de “coordinadoras” y artesanas propuesto por la ONG. Con el tiempo, fue centrándose en la figura de tres mujeres jóvenes (entre 30 y 40 años) pertenecientes a la asociación en cuestión.

Un día las mujeres que forman parte de este colectivo se reunieron en el salón para, entre otras cosas, acopiar los canastos que antes había encargado un cliente institucional (la Dirección de Vialidad Provincial -DVP-). Habían decidido hacer esta actividad ese día porque, por un lado, habían recibido los fondos, enviados desde Resistencia, para adquirir la artesanía y, por otro, porque podrían aprovechar, para mandar los canastos a Resistencia, el vehículo que partía desde Fortín Lavalle hacia Buenos Aires, previa escala en Resistencia. En ese vehículo viajarían dos artesanas para participar en una feria que se hacía en Ciudad de Buenos Aires.

Margarita (q.) y Catalina (q.) cambiaban dinero por canastos y los etiquetaban. Teóricamente deberían haberles enviado, desde Resistencia, dinero para acopiar 50 canastos, pero habían enviado menos dinero (el descuento, como indicaba el comprobante que venía con el dinero, se debía a una retención impositiva). A causa de esto, decidieron que solo mandarían a Resistencia los canastos equivalentes al dinero recibido, es decir, 40. Sin embargo, las artesanas habían cumplido con la producción de los 50 canastos y decidieron que dejarían los 10 restantes en el salón de Fortín Lavalle para ofrecer a los turistas que las visitaran.

Los 50 canastos encargados por la DVP se fueron preparando en un periodo de un mes. A medida que los iban terminando, las artesanas se acercaban al salón para mostrárselos a las mujeres que administraban encargos y acopios. En general, los canastos se adecuaban al modelo encargado: canastos hechos con técnica cuadrado, con tapa. Los canastos que cumplían con las características solicitadas se iban almacenando en el salón, esperando el día que llegara el dinero desde Resistencia para pagarlos. Al menos una artesana no cumplió con el encargo. Amanda (t. q.) contaba que hasta el día previo al acopio esa artesana anciana, que forma parte del colectivo de Fortín Lavalle, estaba trabajando en los canastos encargados. Margarita (q.) y Catalina (q.) habían hablado con la hija de esta señora para que ayudara a su madre a cumplir con el encargo. Sin embargo, el día que se hizo el acopio esta señora trajo, en vez de canastos, paneras. Los acopiaron igual porque el marido de esa señora es pi’oxonaq (chamán) y las mujeres que administran encargos y acopios le tenían miedo. Ese hombre, explicaba Amanda (t. q.), “le llena la cabeza” a su esposa diciéndole: “el proyecto dice que te tienen que comprar todos los meses”. A causa de esto, dicha anciana trae todos los meses a vender lo que sea que hizo, aunque no se le haya encargado. Ese día presencié el acopio de las paneras. Sin prestar casi atención a los objetos, Margarita (q.), Catalina (q.) y Amanda (t. q.) cruzaron miradas y palabras en qom l’aqtaqa y le entregaron el dinero a la productora.

Ahora, diversas cuestiones inciden en que se acopien trabajos con bajas posibilidades de ser vendidos. Ilustran esto las palabras de Esmeralda (q.):

Hay veces alguna[s] mujeres no le importa nada con tal que venda y ya está, pero tiene que hacer prolijo porque si no, no le puede comprar el canasto y tiene que haber “mira esto así y uno que no le gusta y no se puede comprar porque son muy mal cosido”[…] [La persona se enoja] porque no sabe cómo tiene que hacer los canastos, porque yo conocí una [que dice] “no si eso es muy feo” y bueno ¿que voy a hacer si es feo?, le dejo nomás otro lado […] Alguno ya se enoja, pero no es así, tiene que hacer los canastos bien prolijos. Cuando un[a] es ancianita ya no puede hacer prolijo, tiene que comprar igual a lo mejor vos dejas para recuerdo. La ancianita va a quedar contenta porque vos compraste algo.

Hay mujeres que, pudiendo hacer mejores trabajos, no lo hacen. Para este caso, la orientación de otra persona resulta importante. Esta orientación señala la relación entre las características del trabajo y las posibilidades que tiene de ser vendido, lo que resulta irrelevante cuando se trata de una mujer anciana, con quién debería priorizarse, antes que las chances de venta de un producto, la situación de la persona.

Volviendo a los encargos de la DVP, muchos de los canastos que las artesanas habían hecho estaban acopiados en el salón por lo cual algunas de las artesanas solo se acercaban a la mesa a cobrar su parte y a firmar la planilla que registraba la entrega del dinero. Mientras que Margarita (q.) pagaba y verificaba que las artesanas que recibían el dinero firmaran la planilla, Catalina (q.) etiquetaba los canastos. Otra mujer trasladaba los canastos a una zona donde estaban reuniendo los que enviarían a Resistencia. En otro lado (estantes donde exhiben productos en venta) ubicaron los canastos que no enviarían a Resistencia por falta de pago (lo mencionamos antes).

El pago y el control de calidad en el caso analizado no se dan necesariamente en un mismo momento. Con el control de calidad se verifica que los productos se adecuen al modelo encargado. Sin embargo, no se observa el producto al detalle y no se establecen diferencias en el precio pagado (diferencias hechas a partir del solo criterio de quienes hacen el control de calidad). En definitiva, lo que hacen las administradoras de encargos y acopios es cumplir el acuerdo hecho al momento de distribuir los encargos; acuerdo que contempla: características de los productos, tiempo de entrega y monto a pagar. Sin embargo, hay otros entendimientos o cuestiones dadas por sentado, los que dan pie a la compra de trabajos no encargados, como en el caso narrado antes. Algunos de los factores que forman parte del entendimiento que inspiró este tipo de accionar fueron: edad y miedo.

Para pensar lo anterior, vayamos a las palabras de Cristian (q.) quien, como docente del curso “Caminos hacia la interculturalidad: temas prioritarios” dictado en la Universidad Nacional del Nordeste (Resistencia, Chaco) durante marzo y abril de 2016, explicaba lo siguiente:

En los pueblos indígenas el sentido es comunitario […] Cuando viví en Buenos Aires no se conocían los vecinos. Otra cosa es la familia nuclear. En nosotros la familia son papá, mama, hijos/as, tíos/as, abuelos, hasta las mascotas son parte de la familia. […] En mi interior dos cuestiones: lo cultural propio y lo nuevo. A veces lucho. Por ejemplo, en el concepto indígena se pone la comida y era para todos. Uno llega a pensar “yo trabajo para mi familia” pero el concepto de familia indígena es distinto al occidental. Antes cuando iban a pescar era para todos y si no había, no había para nadie.

Cristian (q.) distingue dos situaciones. En una situación, a la que llamaremos A, varias familias nucleares habitan un mismo lugar y no se conocen entre sí. En la situación B, la familia está compuesta por muchas más personas que las que componen las familias de la situación A y también habitan el mismo lugar. En ambas situaciones las familias distribuyen, entre sus miembros, de similar manera. Sin embargo, en la situación B, lo distribuido llega a más personas que en la situación A. Con estas situaciones, Cristian (q.) relaciona familia y distribución (las personas que se reconocen como familiares participan de un tipo de distribución diferente al que se da entre personas que no se reconocen como familiares) y plantea tensiones respecto del modo de conducirse. Esas tensiones entre “lo cultural propio y lo nuevo” se dan en la medida en que a personas a quienes se debiera tratar como familiares se les trata de otro modo y a personas con quienes se debiera distribuir como se hace con otros miembros de su familia, participan de la distribución como si no lo fueran.

Aquellas tensiones son también experimentadas por las artesanas administradoras de encargos y acopios. Ellas deben administrar, entre otros asuntos, por un lado, los acuerdos que se hacen al distribuir los encargos y, por otro, el miedo a posibles enfrentamientos que pondrían en riesgo su vida o la de seres queridos. La efectividad de la amenaza de esos enfrentamientos constituye una manifestación del poder de la reciprocidad generalizada en la regulación de las relaciones. Este es el caso del temor, mencionado antes, de que las artesanas administradoras de encargos y acopios tienen al rechazar artesanías no encargadas, aunque ofrecidas por parte de ciertas mujeres. Sienten miedo en la medida en que los conflictos a partir de dicho rechazo constituyen represalias posibles de acuerdo con un entendimiento en el que las presiones distributivas y las acciones brujeriles de las que hablan Gordillo (2006) y Tola (2012) regulan las relaciones, forzando una distribución equitativa de encargos y acopios.

Revisemos lo que nos dicen Gordillo (2006) y Tola (2012) sobre reciprocidad generalizada y brujería. Gordillo (2006) analiza la reciprocidad generalizada entre personas pertenecientes al pueblo qom a partir del estudio de dicho modo de relacionarse en grupos cazadores-recolectores. En esos grupos, la reciprocidad generalizada constituye “una modalidad de distribución de alimentos que suele involucrar a todos los miembros del grupo doméstico” donde “la expectativa de devolución” es comúnmente flexible en términos de recursos y tiempo y “la expresión de valores sociales que trascienden una utilidad puramente pragmática” (p. 128). Para “mantener la apropiación igualitaria de los frutos de la producción”, la reciprocidad generalizada se expresa, por un lado, a través de distribuciones voluntarias y, por otro, mediante formas de control como la condena pública y la brujería (p. 129). Respecto de la brujería, Tola (2012) plantea que estas acciones, entre los qom, dan cuenta de lo que la autora llama “cuerpo-persona múltiple”. La persona qom, así compuesta, se expande a partir de sus extensiones en la medida en que “[l]a piel y el cuerpo no son concebidos como una barrera que separa a unos de otros, un exterior y un interior”, al contrario, “[e]l cuerpo es pensado como permeable e interactivo a lo largo de la existencia de una persona” (p. 116). Algunas extensiones de la persona destacadas por la autora son el calor, el olor, la sangre y la saliva; las que pueden estar contenidas en un objeto que luego puede ser utilizado por chamanes y brujas para ejercer algún efecto en la persona en cuestión.5 Palitos de helado, huesos recientemente masticados, medias y zapatillas son algunas de las extensiones con las que se puede hacer “daño” (acción brujeril), de las cuales me hablaron varias mujeres de este colectivo de artesanas. Tola (2012) distingue a brujas y chamanes de acuerdo con su modo de operar: las brujas actúan mediante el contagio, por ejemplo, fusionando un objeto que contiene la extensión de una persona con un animal y, luego, cuando muere el animal, también muere la persona, y los chamanes atacan a partir del envío de un objeto patógeno a la víctima.

Pensando a partir del aporte de aquellos autores, en una situación en la que una mujer artesana lleva a vender su artesanía a “la asociación” y esta no cumple con los acuerdos hechos al momento de hacer los encargos, en principio, las mujeres administradoras de encargos y acopios no deberían recibir el producto. Sin embargo, en ciertas ocasiones lo aceptan, entre otros motivos, porque de no hacerlo, en concordancia con una de las formas de control en que se expresa la reciprocidad generalizada, son pasibles de ataques chamánicos o brujeriles.

Dichos acuerdo-entendimientos persisten, por un lado, porque las artesanas se vinculan con varias organizaciones, y por otro lado, a causa del desdoblamiento del financiamiento. Como las mujeres de este colectivo trabajan por encargos con varias instituciones, éstos se administran de modo tal que todas terminan participando ya sea en uno u otro momento, de una u otra forma. Para ilustrar esto, en una oportunidad se daban tres situaciones en simultáneo: a una anciana, como no podía hacer unos productos encargados por un comprador, le encargaron canastos; algunas mujeres, por falta de hojas, cedieron su lugar para que otras participen del encargo y otras mujeres estaban trabajando en un encargo hecho antes por otra institución. Respecto del desdoblamiento del financiamiento, se distingue un fondo para adquisición de productos “tradicionales” o que se venían haciendo antes y otro fondo para la adquisición de productos “con innovación”. Este sistema de financiamiento, si bien no deja de estar destinado a impulsar la mercantilización de los productos, prevé la adquisición de trabajos con menos chances de ser vendidos. Ahora, los usos del desdoblamiento no son enteramente los mismos para las artesanas, la técnica y los AFA: las artesanas y la técnica lo aprovechan para dar cumplimiento a aquellos acuerdos y entendimientos que se encuentran notablemente en intersección al momento del acopio; los AFA lo consideran fructífero para resguardar cierta producción considerada “tradicional” o “auténtica” de otra que cambia a partir de las vinculaciones en las que ellos mismos participan.

La administración a partir de la combinación de los mencionados acuerdo-entendimientos también lleva a que se acopien cosas que después no se pueden vender. Al no vender esos productos, que además se hicieron con la aspiración de ser vendidos y de hecho ya se vendieron una vez (acopio), se dispondrá de menos fondos para dar continuidad a los ciclos de encargos y acopios. En consecuencia, las artesanas administradoras de encargos y acopios aplican diversas estrategias para amortiguar esos riesgos, algunas consisten en: involucrar a las hijas de las artesanas para que las ayuden a realizar los productos encargados; aconsejar periódicamente a las mujeres para que hagan las modificaciones; postergar todo lo posible el momento del acopio del producto; recordar los acuerdos en que se basan los encargos y los acopios para alejar la sospecha de arbitrariedades y arreglar o transformar los trabajos, adecuándolos para la venta.

En relación con los arreglos o las transformaciones, en una ocasión, a las artesanas del colectivo de Fortín Lavalle les encargaron canastos para distribuir en un evento público. Para cumplir el encargo, transformaron en canastos otros trabajos almacenados en el salón. Ese día estábamos en el evento y veíamos, desde el auditorio, cómo entregaban los canastos a los agasajados. Amanda (t. q.) e Isabel (q.) reconocían, al ver los trabajos hechos con hojas de palma, a varias de las hacedoras. En un momento Amanda (t. q.) dijo, respecto a uno de los trabajos: “una parte es de Víboras Blancas y la otra parte es de Lavalle”. Habían desatado una huevera que provenía de la localidad de Víboras Blancas y que tenían almacenada en el salón hacía muchos meses6 y la convirtieron en la base de lo que a continuación tejieron hasta su nueva forma.

Conclusión

Además de factores como el parentesco, las diferencias en el control del dinero que se considera colectivo y el tipo de productos a adquirir con éste (en general bienes de primera necesidad como los alimentos), las diferencias de edad y la capacidad para recurrir a la presión a través de ataques chamánicos o brujeriles influyen en la distribución de fondos del colectivo para que persona y trabajo permanezcan unidos.

Por su parte, las ciencias económicas, con herramientas como el control de calidad y el acopio, apuntan a separar trabajos de personas a fin de facilitar el cálculo y, por ende, la circulación mercantil.

Sin embargo, dichas herramientas se combinan con aquellos factores y generan dinámicas inesperadas que se orientan, ya sea a separar a las personas de los trabajos (el caso de El Sauzalito) o a administrar la continuidad persona-trabajo (el caso de Fortín Lavalle).

En El Sauzalito, la selección de criterios para acopiar artesanía se centraliza en la figura de las técnicas, quienes lo justifican a partir de las dificultades para restringir la participación en los acopios solo a personas que pasan el control de calidad y el temor a las acciones brujeriles. Esta situación es experimentada con desagrado por las artesanas dado que la selección arbitraria se enfoca en el trabajo, relegándolas a un segundo plano.

A diferencia de lo que ocurre en El Sauzalito, el modo en que administradoras de encargos y acopios se manejan en Fortín Lavalle da cuenta de la continuidad entre artesana y trabajo. Respecto de la calidad, no se controla más que lo que se acuerda entre los miembros del colectivo de artesanas al momento en que se hacen los encargos. Respecto de los acopios, el temor a acciones brujeriles conduce, por un lado, a acopiar todo lo posible en términos del acuerdo para vender y a distribuir los recursos de manera que nadie quede fuera de los ciclos de encargos y acopios. Por otro lado, para que la distribución equitativa a la que tiende dicha administración no comprometa aquel acuerdo, se ponen en juego estrategias que enfatizan la comunicación, los arreglos y las transformaciones de las artesanías.

Vale destacar que el modo de administrar en Fortín Lavalle también se nutre de la pluralidad de vinculaciones y del desdoblamiento financiero, los cuales crean espacio (al menos, temporal, presupuestario y físico) para afectar la mercantilización como proceso que separa a las personas de sus trabajos. De modo particularmente interesante, el desdoblamiento produce efectos positivos y diversos para las artesanas, técnica indígena y los AFA.

Finalmente, el miedo constituye una expresión del poder de la reciprocidad generalizada, la cual regula las relaciones entre quienes participan del control de calidad y los acopios en los colectivos de artesanas. Dicho poder se manifiesta mediante represalias que, en la forma de ataques chamánicos o brujeriles, ponen en riesgo la vida de quienes no respetan esos entendimientos. Quienes se esfuerzan por separar a las personas de los trabajos que hacen, si perciben aquellas relaciones y riesgos, hacen de cuenta que no existen. En cambio, quienes se enfocan en estos últimos transforman el modo de administrar hacia el cumplimiento de acuerdos para vender que no relegan a un segundo plano a las personas.

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1“Es una asignación mensual por hasta 5 hijos menores de 18 años. La cobra uno solo de los padres priorizando a la mamá” (https://www.anses.gob.ar/asignacion-universal-por-hijo).

2Bolso tejido con fibras de chaguar.

3A pesar de que tanto técnicas como artesanas usan la palabra “comprar” antes que “acopiar”, preferimos esta última en la medida en que facilita el análisis de la circulación de las artesanías.

4 Palmer (2013) desarrolla la temática en profundidad. Por su parte, Montani (2017: 111) explica que “la religión tradicional de los wichís” (que abarca, entre otras cuestiones, “la buena voluntad” y el chamanismo) se mezcla con el anglicanismo y otras religiones evangélicas.

5 Tola (2012: 91) profundiza en el modo en que “elementos cosmológicos tradicionales” (que, entre otras cuestiones, dan cuenta de la condición distribuida de la persona) se combinan con el Evangelio como religiosidad que sintetiza chamanismo y pentecostalismo.

6Durante 2013 las artesanías que se acopiaban en distintas localidades se almacenaban en el salón de las artesanas de Fortín Lavalle.

Recibido: 30 de Mayo de 2019; Aprobado: 17 de Septiembre de 2019

*Correo electrónico: myfperret@gmail.com

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