Introducción
El objetivo del presente artículo es presentar los primeros resultados del estudio que estamos realizando sobre el territorio de Teotihuacan a partir de los documentos elaborados desde el siglo XVI hasta el XVIII. En concreto, aquí nos concentraremos en la representación de su topónimo en los documentos de esta época y en cómo se integraron los restos del asentamiento del periodo Clásico. El interés de este artículo es doble. Por un lado, el lugar, Teotihuacan, tiene una clara importancia durante la época prehispánica y, por ello, es relevante saber cuál era su simbología en los documentos pictográficos coloniales, además de que no está clara la lectura de su topónimo y no sabemos si estaban presentes o no los antiguos edificios prehispánicos en los documentos coloniales.
Antes de entrar en la representación del topónimo de Teotihuacan, debemos hacer un breve comentario sobre su significado. Teotihuacan es el nombre en náhuatl con el que se conoció desde el Posclásico el lugar que ocupaba el antiguo asentamiento del Clásico y cuyo topónimo original desconocemos (Whittaker 2012: 56).1 El término Teotihuacan está compuesto por:
la raíz teo(-tl), “dios” (Molina 2013, II: 101r);
-ti(a)-, sufijo causativo (Sullivan 1998: 213-215);2
-hua-, sufijo impersonal (Sullivan 1998: 108);
y el sufijo locativo-can (Sullivan 1998: 131).
Al añadir estos tres sufijos a la raíz teo(-tl), la traducción aproximada sería “el lugar donde se hace dios” o “donde se hacen dioses”. Sin embargo, hay diferentes interpretaciones sobre este nombre, tanto en las fuentes etnohistóricas como en la actualidad. Por ejemplo, en su Historia General de finales del siglo XVI, fray Bernardino de Sahagún (2006, lib. X, cap. 29, pár. 12: 593) consideraba que Teotihuacan era el “lugar donde hazian señores”,3 porque allí se les enterraba y así se convertían en dioses. Recientemente, Gordon Whittaker (2012: 56) ha propuesto una versión cercana a la literal que hemos señalado: “Lugar donde se convierte en dios” (traducción al español mía).4
Más allá del significado del topónimo, debemos señalar que, por extensión, se otorgó en época contemporánea el nombre valle de Teotihuacán a la región física en la que se encuentra el lugar. Esta región física5 se sitúa al noreste del valle de México, entre los actuales estados de México e Hidalgo, y a 45 km de la Ciudad de México (Gamio 1979, I: 5). Su altitud oscila entre los 2 205 y 3 050 msnm (Castilla y Tejero 1987: 232; Rivera-Uria et al. 2007: 204-205), siendo la media de 2 280 msnm (Gamio 1979, I: 5). La superficie, “cuyos extremos están representados por los pueblos de Tizayuca, Hgo., y Otumba, Méx.” (Castilla y Tejero 1987: 232), es de 288 km2 (Figura 1).
En cuanto a la zona arqueológica, en la actualidad está dentro del municipio conocido como Teotihuacán de Arista, cuya cabecera es el pueblo de San Juan Teotihuacán. Esta advocación a San Juan se adoptó desde su conformación como pueblo de indios en la época colonial.
A partir de todo esto podemos concluir que el nombre que se dio durante el Posclásico a la zona arqueológica ha tenido una gran trascendencia al aplicarse a distintos aspectos que van, desde la geografía física hasta la organización político-administrativa. En consecuencia, debería haber sido un punto de referencia importante en los documentos pictográficos. Por ello, en este artículo nos vamos a centrar en cómo se representó este topónimo y, ligado a ello, en la presencia de la zona arqueológica en esos documentos.
Códices sobre Teotihuacan en la época prehispánica
Las fuentes pictográficas con las que contamos para reconstruir la historia prehispánica de Teotihuacan no son muchas, debido a que el eje central de éstas es la historia de Texcoco, a la que Teotihuacan estaba vinculada (Cuadro 1).6 Junto a esta particularidad, debemos considerar, además, que esas fuentes se elaboraron durante la Colonia, y que su interpretación ha estado en gran medida subordinada a la lectura que les dio Fernando de Alva Ixtlilxochitl (Lesbre 2016; Villela 2016: 121).
Documento | Datación aproximada |
Códice Xolotl | Mediados del siglo XVI |
Mapa Quinatzin | Mediados del siglo XVI |
Mapa de Uppsala | Mediados del siglo XVI |
Códice de San Juan Teotihuacán | c. 1557 |
Códice Huamantla | Siglos XVI-XVII |
Mapa de la Relación de Tecciztlan | 1580 |
Mapas de San Francisco Mazapan | Siglos XVII-XVIII |
Fuente: elaboración propia.
De todas estas fuentes, el Códice Xolotl7 es el más importante. Este códice, en palabras de Castañeda de la Paz (2013: 27), es el “documento pictográfico que mejor refleja el panorama histórico en la cuenca de México” posterior a la caída de Tula, marcado por la llegada de nuevos grupos a la región. El códice estuvo en posesión de Alva Ixtlilxochitl, quien lo utilizó para escribir sus obras históricas (Dibble 1996: 9; Douglas 2010: 20). En él se basó el cronista para narrar la migración de los grupos chichimecas8 encabezados por Xolotl y la historia de los distintos chichimecateuctli.9 Alva Ixtlilxochitl consideró erróneamente, y pese a que se nota la influencia europea, que el Códice Xolotl fue elaborado en época de Nezahualcoyotl (Dibble 1996: 11).10 Esta valoración tal vez tuvo que ver con la idea de que si la fuente era antigua le otorgaba mayor credibilidad a su historia. Después, otros autores como Torquemada, Veytia y Orozco y Berra siguieron la obra de Alva Ixtlilxochitl para elaborar las suyas (Dibble 1996: 10). Respecto a Teotihuacan, aparece representado en varias planchas dentro del relato histórico del valle de México.
El Mapa Quinatzin es otro de los documentos donde aparece Teotihuacan. Se trata de un documento con una historia similar a la del Códice Xolotl, ya que pasó por las mismas manos y también sirvió de fuente para varios autores, incluido Alva Ixtlilxochitl (Mohar 2004: 93-100; Douglas 2010: 17). El documento se compone de tres láminas, cuyo contenido puede resumirse de la siguiente manera: “Migración de Tenayuca a Texcoco al mando de Quinatzin” (lám. I), “El palacio de Nezahualcoyotl tras su regreso de la guerra tepaneca” (lám. II) y “Códice de delitos y castigos” (lám. III). Respecto a Teotihuacan, no nos aporta grandes datos sobre su historia, ya que solo aparece un topónimo glosado con su nombre y un señor llamado Quetzalmamalitzin en la lámina II. Además, su interpretación se ha basado, nuevamente, en la que Alva Ixtlilxochitl realizó. Así, él es quien habla del palacio y tribunal de Nezahualcoyotl y de Quetzalmamalitzin como señor de Teotihuacan, con cargo de juez en una de las salas de gobierno de Texcoco, a pesar de que en la pintura no parece haber nada que así lo indique.
El Códice Xolotl y el Mapa Quinatzin, junto al denominado Mapa Tlotzin,11 formaron parte, según Douglas (2010: 12-13), de los manuscritos creados por algunos de los sucesores de Nezahualcoyotl y Nezahualpilli de Texcoco, para asegurar o controlar el patrimonio de su linaje. Prueba de ello es que lse han fechado los tres códices es entre 1541 y 1542, y es probable que éstos, o sus prototipos, estuvieran en manos de don Antonio Pimentel y don Hernando Pimentel Nezahualcoyotzin (Douglas 2010: 25; Lee 2008: 24).12
Más allá de los intereses que rodearon la creación de estos documentos, lo importante es que en ellos se representó Teotihuacan. De este modo, nos centraremos en cómo se pintó el lugar en dichos códices y en varios mapas coloniales, aunque sin analizar su contenido histórico.
El topónimo de Teotihuacan en las pictografías
Si bien Teotihuacan fue un lugar conocido e importante, no tenemos una representación uniforme de su topónimo, aunque en ocasiones se dibujó mediante la referencia a sus dos grandes pirámides. Es el caso de la plancha I del Códice Xolotl, donde se representa como uno de los sitios por los que pasaron los chichimecas en su peregrinación (Figura 2).13 Dibble describe esta sección de la siguiente manera:
Las huellas de Nopaltzin pasan al lado del lago de Texcoco hasta llegar a una cueva con dos pirámides arriba; el lugar es Teotihuacán. Las dos pirámides que están representadas parecen indicar las del Sol y de la Luna, porque tienen una forma muy parecida y son las dos ruinas más grandes de la región arqueológica. Además, debemos observar que su posición respecto a los otros pueblos nos indica que se trata de Teotihuacán. Los tres lugares al lado de Teotihuacán no se puede precisarlos (sic.) con absoluta certeza. Sin embargo, el tercer lugar debe llamarse Xilotepec (Dibble 1996: 22).
Boone (2000: 382) interpreta que la cueva representada debajo de los basamentos es como una referencia a las que hay en el sitio arqueológico, las cuales ya eran conocidas en el siglo XVI.14 Esta forma de pintar Teotihuacan a través de dos pirámides se repite en varios documentos de época colonial. Es decir, la asociación entre el lugar y los edificios más destacados del antiguo asentamiento del Clásico parece clara. Uno de esos documentos es el mapa que acompañó la Relación de Tecciztlan y su partido (1979).15 En este caso, parece que la intención era representar el espacio geográfico, donde las ruinas eran algo destacado. Éstas se dibujaron mediante dos basamentos rodeados por varios montículos y con la siguiente leyenda: “oráculo de monteçuma” (Figura 3).16
El texto de la Relación de Tecciztlan y su partido que acompaña el mapa describe el lugar de la siguiente forma:
Tenian en el dicho pueblo [San Juan Teotihuacán] un ‘cu’ muy alto en el qual avia tres descansos para poder subir a lo alto; en la cunbre del estaua vn ydolo de piedra que llamauan por nombre Tonacateuctli, el qual era de vna piedra tosca y muy dura, todo de vna pieca: tenia tres bracas grandes de largo y otra de ancho y otra de gordor: estaua vuelto al poniente […]; poco mas adelante, a la parte del norte, estaua otro cu poco menor que el primero que llamauan çerro de la luna, en lo alto del qual estaua otro ydolo grande de casi tres bracas que llamaban La Luna, a la rredonda había muchos ‘cues’ en vno de los quales, el mayor dellos, avia otros seis ydolos que llamaban Hermanos de la Luna, a todos los quales los sacerdotes de Montesuma señor de Mexico benia, con el dicho Montesuma, cada veinte días a sacrificar (Relación de Tecciztlan y su partido 1979: 222).17
Los montículos alrededor de los dos grandes basamentos han sido interpretados como pequeñas estructuras a ambos lados de la Calzada de los Muertos (Boone 2000: 386). Es decir, serían los cues a los que se refiere la Relación de Tecciztlan y su partido.
Este espacio geográfico aparece también pintado en tres documentos vinculados con San Francisco Mazapan (Kubler 1982; Boone 2000: 373-374),18 en los que se muestran las pirámides como si fueran cerros. Boone (2000: 373) afirma, basándose en Arreola (1922), que los mapas de San Francisco Mazapan reflejaban el espacio como estaría alrededor de 1560. Para esta investigadora, es la prueba de que a mediados del siglo XVI se conservaba el espacio sagrado “donde nació el Quinto Sol” (Boone 2000: 373-374).19
Sin embargo, si bien esta referencia al antiguo asentamiento del Clásico está presente en varios documentos, no suele ser tan detallada. Por el contrario, lo común es la presencia únicamente de uno o dos basamentos piramidales, como en el Códice Xolotl. Así, lo encontramos en un documento que abarca toda la cuenca de México: el Mapa de Uppsala.20 Esta pintura data de alrededor de 1550 (Kubler 1982: 44; Boone 2000: 382; León-Portilla y Aguilera 2016: 55-59) y en ella se puede ubicar Teotihuacan gracias a su posición geográfica y a la presencia de los dos basamentos (León-Portilla y Aguilera 2016: 101 y 103). Dicho lugar aparece al noreste de Tenochtitlan, próximo a Otumba, entre varios caminos y cerca del Cerro Gordo, la elevación orográfica más importante en la zona. Las dos pirámides están situadas de manera contigua y su presencia es significativa, ya que en la pintura apenas hay referencias a restos prehispánicos. Kubler (1982: 44) afirma que una es la pirámide del Sol y la otra la pirámide de la Luna, en función de su ubicación. León-Portilla y Aguilera (2016: 101), en la misma línea, señalan que “una es ligeramente más grande que la otra” y que, por ello, se pueden identificar ambas pirámides. Para estos investigadores, ambos basamentos “constituyen el pictograma de dicha ciudad sagrada cuyo nombre significa, ‘Lugar en donde hay divinización’” (León-Portilla y Aguilera 2016: 101). Es decir, consideran que el pictograma es un elemento “escriturario”.
Una representación similar identificada como Teotihuacan se encuentra en el Códice de Huamantla (Figura 4).21 En una de sus secciones tenemos una peregrinación con huellas de pisadas humanas, las dos pirámides y una referencia iconográfica que Wright (2010) ha interpretado como la creación del Quinto Sol. En cuanto a esto último, Wright (2010) afirma que hay “una figura antropomórfica masculina sacrificada en una fogata y un disco solar”. Sin abordar dicha interpretación,22 nos interesa destacar que se mantiene la imagen de Teotihuacan con los dos basamentos.
Tras ver el uso de basamentos para referirse a Teotihuacan en varios documentos, debemos regresar al Códice Xolotl donde hay más representaciones de esos basamentos, pero en distinta forma. Además del que está en la plancha I, encontramos el topónimo en otras cuatro planchas: III, V, VI y VIII (Figura 5). En la plancha III, por ejemplo, tenemos dos pirámides similares a las que ya vimos en la plancha I.
La segunda forma es la de las planchas V y VIII, donde se pintó un sol con cara humana (ojos, nariz y boca). De acuerdo con Marc Thouvenot (Compendio Náhuatl 2012), el glifo se debe leer como teotl, de la misma forma que los basamentos, lo que nos daría la primera parte del nombre de Teotihuacan. Su interpretación se apoya en la lectura de un antropónimo similar en el mismo códice, el de Tlacateotzin.23 La ubicación geográfica y el listado de lugares, próximos a Teotihuacan corroborarían, asimismo, la hipótesis de identificación. A todo esto, debemos agregar que, en un documento del siglo XVII, denominado como Relación del señorío (2000: 393), el sol se describe como uno de los elementos del escudo concedido al “primer” cacique colonial de Teotihuacan, Francisco Verdugo Quetzalmamalitzin (“un sol en cuanto señor de Teotihuacan”). Por tanto, ya sea por la lectura del glifo o por su iconografía, el Sol se vinculaba con Teotihuacan, o al menos así lo parece.
Finalmente tenemos la plancha VI, en la que se observa una fusión entre las dos representaciones anteriores (pirámide y Sol), al usarse un basamento con un semicírculo y unos rayos sobre él. Debajo de la construcción se lee una glosa algo destruida: “t[…]uacan”. De nuevo, Dibble (1996: 85) argumenta que se trata de Teotihuacan, además de por la glosa, porque en el margen izquierdo de la plancha aparecen lugares muy cercanos, geográficamente, a este lugar: Teapazco, Xaltocan, Zacatlan, Xicotepec, Papaloticpac, Otompan y Acolman.
Más allá de la representación de Teotihuacan a través de uno o dos basamentos, o como un sol, en la lámina 2 del Mapa Quinatzin se pintó también un topónimo identificado con Teotihuacan. En este caso, se trata de un cerro con tules sobre unos dientes que deben leerse como Tollan (Figura 6) (Douglas 2010: 215, n. 109). Su identificación como Teotihuacan se ha hecho a partir de la glosa “eotiuacâ tlahtoloyâ” (Douglas 2010: 75 y 215 n. 109).24 La relación entre Teotihuacan y el concepto de Tollan aparece en diversas fuentes, incluso del área maya. Sin embargo, no hay nada en el Mapa Quinatzin más allá de la glosa que indique que es Teotihuacan.
Por tanto, podemos señalar a modo de conclusión que, más allá de la presencia de dos posibles variantes en el Códice Xolotl, la representación más común de Teotihuacan en los códices era con los basamentos piramidales que, dependiendo de las posturas, pueden entenderse como pictogramas o iconos. En los mapas, en algunos casos, la imagen de las dos pirámides se insertó como representación geográfica del paisaje de Teotihuacan, por lo que eran un referente más, aunque su uso se fue perdiendo progresivamente a lo largo del Virreinato.
En el códice colonial de carácter histórico conocido como Códice de San Juan Teotihuacán, por ejemplo, nos encontramos con que no se usó esa imagen.25 Como indica Oudijk (2009), el documento parece estar relacionado con la revuelta indígena del pueblo de San Juan Teotihuacán contra la imposición de los agustinos, lo que explica que en él se registren los maltratos que los religiosos y autoridades civiles le ocasionaron a la población local. Sin embargo, Teotihuacán solo se representó mediante una iglesia, sin glifo, el cual sí se incluyó en el caso de Texcoco.
Finalmente, debemos señalar que contamos con otros mapas de época colonial de la región, pero en ninguno de ellos aparece pintado el topónimo ni la zona arqueológica. Este hecho nos parece significativo, sobre todo porque se refiere a la misma zona. Muchos de estos documentos cartográficos, posteriores a la segunda mitad del siglo XVII, estaban vinculados con los caciques de San Juan Teotihuacán, quienes peleaban por tierras alrededor de la zona arqueológica (AGN, Mapas, Planos e Ilustraciones 1247; AGN, Mapas, Planos e Ilustraciones 1495). Sin embargo, se omitió la representación de Teotihuacán, lo que nos lleva a plantearnos la necesidad de buscarle una explicación a este hecho, aunque por el momento no lo hemos logrado.
Conclusiones
En general, podemos señalar que la presencia del topónimo de Teotihuacan en los documentos pictográficos pudo tener cierta importancia en el Acolhuacan. En esos documentos tuvo preponderancia la representación como uno o dos basamentos piramidales. Por otro lado, en los mapas de la región del siglo XVI y algunos del XVII, como los de Mazapan, encontramos las pirámides como un referente geográfico. Incluso en un mapa tan general de la cuenca de México, como es el Mapa de Uppsala, se incluyeron estas dos pirámides. Todo ello nos hace pensar que, de alguna manera, los basamentos eran la convención para el topónimo a nivel gráfico.
Asimismo, la inclusión del topónimo en documentos cartográficos pudo desempeñar un doble papel si nos fijamos en ello. Así, este elemento que podía tener un carácter escriturario se fue fundiendo con su carácter geográfico, tal vez perdiendo el primer matiz. Por ello, su calificación como topónimo en documentos como los mapas de Mazapan o el mapa de la Relación geográfica sería más compleja.
A partir de mediados del siglo XVII no tenemos ya representaciones que incluyan la zona arqueológica, incluso refiriéndose al mismo espacio. El motivo podría interpretarse como la pérdida de su importancia como elemento iconográfico o pictográfico. Sin embargo, a nivel espacial, seguía estando muy presente. Por ello, podría haber otros motivos para no reflejarla en los mapas vinculados con los caciques. Se nos ocurren diversas posibilidades como el hecho de que perdió su valor simbólico, pero sin duda debía seguir siendo un referente importante en el paisaje de la región. Sin embargo, no tenemos por el momento información que permita ahondar en este asunto.