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Anales de antropología

versión On-line ISSN 2448-6221versión impresa ISSN 0185-1225

An. antropol. vol.53 no.1 Ciudad de México ene./jun. 2019  Epub 30-Nov-2019

https://doi.org/10.22201/iia.24486221e.2019.1.65549 

Reseñas

Viaje por la invisibilidad de los afromexicanos, Luis Eduardo Espinosa

Mireya Morales* 

* Correo electrónico: moralesmireya@hotmail.com.

Espinosa, Luis Eduardo. 2014. Viaje por la invisibilidad de los afromexicanos. México: Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública, ISBN: 978-607-7919-98-8.


Parte del planteamiento de esta investigación es evidenciar lo que en palabras de Slavoj Zizek (2007) es el terreno donde el establishment libertario postpolítico no solo reconoce la distancia entre igualdad puramente formal, su realización y la lógica excluyente de la “falsa” e ideológica universalidad, sino que procura su combate al aplicar medidas jurídicas, psicológicas y sociales para solucionar los problemas que de ella derivan.

En México, de manera cotidiana, no se alude a un racismo de forma evidente sino a acciones discriminatorias que se difuminan y disfrazan en el clasismo pero que terminan por separar al otro por su apariencia física. El otro, el afrodescendiente, no forma parte del imaginario colectivo, siempre se encuentra tan distante, ajeno e invisible, segregado en alguna parte del país.

Es a partir de que se aborda la afrodescendencia en México y su concentración en una región específica, que el autor de este libro argumenta que la invisibilización de los sujetos y la difusión de estereotipos ha sido un tema rezagado, oculto tras el discurso de todo grupo minoritario (indígenas, poblaciones marginadas, atrasadas) o una problemática exógena. Una estigmatización que si bien existe desde finales del siglo XVI, sigue presente y ha sido fortalecida en todos los ámbitos públicos.

Este hecho se explica desde una perspectiva antropológica, un método etnográfico y una escritura amena que no pierde su formalidad en la metáfora del viaje cartográfico -por la Costa Chica de Guerrero-, sino, además, lo hace por el texto y contexto en el que se desenvuelve la africanía mexicana. Es así que este escrito apunta a ser un buen referente inicial dentro de la investigación sobre la exclusión y el racismo.

Entre sus principales aportes, se encuentra el abordaje de los planteamientos teóricos y el entramado que teje con la descripción de las situaciones cotidianas, cometido muy bien logrado para plantear nuevas interrogantes y debates sobre aspectos particulares sobre el tema (precarización del trabajo, función de los medios de comunicación, las tácticas de los afromexicanos ante la discriminación, etcétera). Máxime cuando la exposición del contenido conserva un rigor teórico-metodológico, al ubicar la problemática en el espacio social y sus manifestaciones específicas en los espacios públicos.

Al emplear la revisión documental, el monitoreo de medios y entrevistas en profundidad, así como la delimitación de los sujetos de estudio, a través de su clasificación por observación de su probable ascendencia africana y con ayuda de la paleta de tonalidades de piel del “Project on Ethnicity and Race in Latin America” (PERLA) de Edward Telles (2006), se evidencia no solo la postura institucional y los mecanismos mediante los cuales se minimiza o niega la presencia del afromexicano, sino que hace un aporte crítico al señalar los escasos incentivos para la producción y divulgación de investigaciones acerca de la africanía y sus consecuencias.

En un país donde el mestizaje es divulgado y aceptado, al menos de manera discursiva, de forma cotidiana, las minorías estigmatizadas padecen o son víctimas de la invisibilidad. Ésta, nos señala el autor, actúa como mecanismo simbólico de rechazo que los hace imperceptibles, es decir, están ahí presentes pero se les desdeña hasta hacerlos desaparecer; una estrategia de desracialización, normalización racial y a la vez racista que permea el imaginario público que niega la presencia de una raíz negra “porque todos somos mestizos”.

Al fomentar y perpetuar este racismo institucionalizado (Carmichel y Hamilton 1967), como una desviación hacia temas secundarios (pobreza o marginación), se alude a las consecuencias y no a las causas; este hecho merma los esfuerzos académicos por manifestar las relaciones entre racializados y racializadores, aún cuando la figura del “negro” se utiliza cotidianamente como argumento de raza inferior, sujeto comercializable, proclive al blanqueamiento y a ser pintoresco en campañas publicitarias.

Es importante mencionar la constante producción de estudios, organización de reuniones y grupos de investigación centrados en la divulgación de las formas en que se presenta la discriminación y no en la concepción y reconocimiento de una excepcionalidad presente y poco abordada en países con gran presencia de población negra como Perú, Colombia, Brasil y México. En este sentido, cabe señalar lo escueto del contenido histórico en la investigación, ya que su exposición pudo enriquecer el actual desconocimiento de la presencia de comunidades afromexicanas y con ello la referencia que se tiene de los sujetos como algo externo.

En su lugar se apunta a la “Ciudad letrada” como esfuerzo ideológico producido durante la Colonia, basado en la construcción de un imaginario social, donde el negro es visto como raza inferior en el lugar más bajo de la sociedad y tareas de esclavo importado de África, sin derechos y sujeto a las circunstancias más crueles, descritas ampliamente en otros trabajos al respecto.

Este viaje acerca al lector lentamente hacia la región del estado de Guerrero: Chilpancingo (la capital), Acapulco (centro turístico), Cuajinicuilapa (sitio donde los sujetos poco a poco aparecen dispersos en los espacios públicos y puestos de trabajo); las diferencias son más notables cuando, por ejemplo, la población afrodescendiente es víctima de estereotipos que la repliegan a oficios considerados aptos para “ellos” (lancheros, mantenimiento, choferes, intendencia) o cuando en la elección de una pareja no afrodescendiente se considera una mejora positiva para la familia.

En este análisis en escalas es posible notar el nivel en el que se encuentra arraigado y normalizado el color de piel como algo negativo, al punto de la asimilación por parte de los mismos estigmatizados, al aceptar como verdadera la inferioridad basada en la apariencia y mantenerse replegados como táctica de superviviencia. Esto les ha permitido permanecer y conservar tradiciones y costumbres con las que ellos se identifican como sujetos y no objetos de folclor.

Es también una oportunidad para leer las relaciones en el espacio público, este sitio idílico en el que todos aparecemos tan iguales, pero en el que se manifiestan las acciones más íntimas de interacción, donde la presencia de seres tan distintos entra en conflicto y devela contradicciones que solo pueden suceder ahí, donde todo confluye de forma caótica. Son directrices esbozadas por el autor, caminos por donde se puede explorar, desde otras disciplinas, la relación entre sujetos y espacios.

Finalmente, considero este tipo de análisis como un aporte para nuevas investigaciones, donde las formas de construcción y difusión desde el Estado y sus aparatos fortalecen la precarización estructural del trabajo y sus consecuencias, generando nuevas estratificaciones y el empobrecimiento de trabajadores de reserva con la creación de una “reserva de la reserva”, la desvaloración general del trabajo y su nulificación que tiene como base la apariencia racial del individuo.

También es una búsqueda de las ideas que perpetúan el racismo y la invisibilidad (asociados con la pobreza y baja calidad de vida, que son hombres primitivos que habitan en un continente en el que mueren de hambre) y que han servido como justificante del maltrato y la denigración de diversas formas en la vida cotidiana, haciendo énfasis entre el discurso que aboga por la igualdad ante la ley, la misma que no reconoce su existencia.

Este es un argumento desde el cual se puede comenzar a examinar y debatir la insistente tarea de blanquear y homogenizar a la sociedad, mediante el reforzamiento constante de una apariencia encasillada e impostora que no acepta la diferencia; posición ampliamente difundida a través de los medios de comunicación y la publicidad, dedicada a promover la concepción de la normalidad: sujeto blanco, caucásico, heterosexual que tolera, acepta e incorpora en todo momento al otro diferente como signo para reafirmar su superioridad, aquella que ha impuesto el color de piel como estigma del que es imposible esconderse.

Referencias

Carmichael, S. y C. Hamilton (1967). Black power: The politics of liberation in America. New York: Vintage Books. [ Links ]

Telles, E. (2006). Race in another America: The significance of skin color in Brazil. Princeton: Princeton University Press. [ Links ]

Žižek, S. (2010). En defensa de la intolerancia. Barcelona: Diario Público. [ Links ]

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