La pandemia del COVID-19 ha sido muy educadora en muchos aspectos, para la sociedad los gobiernos y los profesionales de la salud.

En primer lugar, nos ha enseñado que la globalización, cuando es entendida y aprovechada, puede brindar grandes beneficios, pero que puede tener efectos colaterales como la dispersión de una enfermedad que puede ser letal. En segundo lugar, a pesar de los avances tecnológicos, los diferentes sistemas de salud no han logrado contener la pandemia, y a raíz de esta situación la salud pública toma se vuelve prioritaria.

En una tercer aprendizaje, como profesionales de la salud asumimos que trabajar con la comunidad es un principio básico del sistema de salud en materia de salud pública, en nuestra realidad no existe una cultura promotora de salud en nuestra población, por lo que en el contexto actual le ha costado trabajo comprender la importancia de las medidas impuestas por las autoridades sanitarias como medida preventiva, y por ende acatar las mismas de forma efectiva. Los y las profesionales de enfermería son un pilar importante en el ejercicio de la promoción y educación para la salud, por lo que es necesario el ejercicio de la práctica avanzada de enfermería para que el trabajo comunitario rinda los resultados esperados.

He aquí el cuarto aprendizaje: nunca como ahora está a la vista que un enfermero enfermera con educación formal universitaria, especialidad o maestría en las áreas del conocimiento orientadas a primer nivel de atención, podría brindar esta educación que impactaría favorablemente sobre los costos del sistema sanitario e incluso incrementar la la calidad de vida de las personas. Esto último aludiendo a lo que, según Francoise Colliere, es el sentido original del cuidado de la salud: desarrollar las capacidades óptimas del individuo, lo que significa que a través de la educación le proporcionamos herramientas para que aprenda a pensar, opinar y participar en lo que es mejor para él en lo individual y en lo colectivo, como resultado obtendríamos comunidades autodirigidas, saludables y plenas a bajo costo.

Sin embargo, el quinto aprendizaje nos abre a una realidad: históricamente nuestra sociedad ha idelizado una realidad en que las instituciones y el gobierno nos proporcionan todos los recursos para subsistir, sin embargo, esta idealización ha generado una forma de codependencia, de control y de comodidad que ha repercutido negativamente en los hábitos y estilos de vida, y por ende en la salud de la población, donde incluso los profesionales sanitarios tenemos conductas nocivas para nuestra propia salud. Contrario a esta idea, la realidad se traduce en falta de insumos, de organización y de discriminación hacia el personal sanitario, particularmente los profesionales de enfermería.

En tiempos de pandemia se volvió evidente que los profesionales de la salud están más vulnerables que nunca, por lo que desde la individualidad cada uno de nosotros hemos tenido que buscar formas de protección, empezando por el autocuidado, y por otro lado, hemos visto la importancia de la formación y actualización constante con el fin de apegarnos a las recomendaciones más actuales en materia de aislamiento, aspectos patológicios y epidemiológicos del virus, que van surgiendo conforme la crisis sanitaria ha avanzado en el transcurso del tiempo.

Particularmente desde la visión del personal de enfermería se puede comprender la experiencia de quienes se desempeñan en éstas áreas, sin embargo, se reconoce que las enfermeras y los enfermeros en los distintos niveles de atención lo viven de forma distinta, pues cada quien ejerce la enfermería según sus recursos disponibles, tanto personales como materiales, lo que plasma el empoderamiento de los profesionales, lo que significa analizar nuestros procesos de atención, capacitar y educar al personal en riesgo, gestionar los insumos dentro y fuera de la institución, además de lo más importante evaluar, analizar y tomar decisiones para ajustar esos procesos en el reto del día a día en esta pandemia.

Si bien, el personal de enfermería ha asumido ese empoderamiento, no lo puede lograr individualmente, por lo que requiere el soporte de todos los involucrados en la atención a la salud. En este sentido, se vuelve evidente la necesidad de tener personal competente en puestos directivos que gestionen eficazmente los recursos y personal competente en el área asistencial para hacer uso adecuado de dichos recursos, necesidad que se convierte en el sexto aprendizaje que nos deja la contingencia sanitaria por COVID- 19.

Debido a esto, el trabajo colaborativo se vuelve el pilar más satisfactorio y esperanzador.

El séptimo aprendizaje, tiene que ver con nosotros mismos, en el cómo estamos ejerciendo la enfermería. Hay que detenernos un momento y reflexionar: ¿no debería ser una práctica diaria el llegar a mi trabajo en el hospital, bañarme y vestirme con un uniforme limpio que no haya salido del hospital? ¿acaso a la salida no debería bañarme y regresar a casa con la ropa de civil con la que llegué? ¿debería o no ser lo correcto? Las enfermeras de otras generaciones nos han comentado que eso se hacía, pero las generaciones nuevas lo dejaron de hacer y las instituciones dejaron de exigir e invertir en esto, por lo que hoy, como consecuencia, se encuentran inhabilitadas regaderas, vestidores y hay una falta de casilleros personales en las instituciones. En ese sentido, la importancia de protegernos y proteger a nuestras familias, amigos y sociedad en general, depende en gran medida de nuestras prácticas preventivas, lo que incuye el manejo de uniforme clínico y equipo con el que ingresamos a las áreas covid, atendiendo a los principios básicos de asepsia médica.

Aunado a esto, en materia de protección de personal de salud, surge el octavo aprendizaje: ¿Quiénes me representan sindicalmente? ¿Quiénes son mis líderes gremiales? Las relaciones que establecemos con quienes nos representan es importante. La participación de las enfermeras y los enfermeros en los sindicatos de todas las instituciones es imprescindible, ya que un gremio debe ser representado por un miembro activo del mismo, y en tiempos difíciles como los que vivimos actualmente, se vuelve sumamente necesaria una representación que abogue por los derechos y la seguridad de los profesionales de enfermería con conocimiento de causa.

Por otra parte, los líderes que integran los colegios de enfermería tienen la obligación de apoar incondicionalmente a los profesionales de enfermería, que sientan acompañados, deben aportarles ideas, se deben formar élites intelectuales para ayudarles a tomar las mejores decisiones, que vean esos cuerpos de gobierno de los hospitales que enfermería tiene algo que se llama “swarm intelligence”, que es una inteligencia colectiva que permite mejores resultados. Debemos potencializar la presencia de las enfermeras en los lugares de trabajo y en los puestos administrativos donde se toman decisiones importanes que impactan al gremio que hoy por hoy se encuentra a la cabeza en la pandemia por COVID-19.

Me pregunto ¿por qué han muerto tantos profesionales de la salud en México? Según la Revista “The Lancet” somos el país con más decesos a nivel muldial, ¿eso no nos alarma?¿qué se hace para evitarlo? Es diverso lo que hay que aprender del ejercicio de la enfermería en tiempos del COVID-19, después de esto no debemos de ser los mismos, debemos cambiar en lo individual y en lo gremial definitivamente.