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Inter disciplina

versión On-line ISSN 2448-5705versión impresa ISSN 2395-969X

Inter disciplina vol.10 no.27 Ciudad de México may./ago. 2022  Epub 03-Oct-2022

https://doi.org/10.22201/ceiich.24485705e.2022.27.82142 

Dossier

Desierto sonoro: sexualidad lesbiana y gauchesca en Las aventuras de la China Iron, de Gabriela Cabezón Cámara

Sound desert: lesbian and gaucho sexuality in The adventures of China Iron, by Gabriela Cabezón Cámara

Patricia Rotger* 

* Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Correo electrónico: patrirotger1@gmail.com


Resumen

En el presente artículo planteo una lectura de la sexualidad lesbiana y su relación con la literatura gauchesca argentina en la novela de Gabriela Cabezón Cámara, Las aventuras de la China Iron, publicada en 2017. Me interesa detenerme en analizar los matices, provocaciones y alcances de ese gesto literario que coloca a la figura de la lesbiana en el centro mismo del canon, toda una torsión hacia adentro y hacia afuera de la literatura y su historia, hacia el canon y hacia los lectores. Se trata de un texto donde la sexualidad lesbiana aparece como lugar posible desde el cual resignificar y rescribir la tradición literaria, pero también es un gesto político porque propone una narrativa diferente, otras alianzas, otros recorridos eróticos, lingüísticos y narrativos.

Palabras clave: Gabriela Cabezón Cámara; literatura lesbiana; literatura argentina

Abstract

In this article, I propose a reading of lesbian sexuality and its relationship with Argentine gauchesca literature in Gabriela Cabezón Cámara’s novel, The adventures of China Iron, published in 2017. I am interested in stopping to analyze the nuances, provocations and scope of that literary gesture that places the figure of the lesbian at the very center of the canon, a whole twist in and out of literature and its history, towards the canon and towards the readers. It is a text where lesbian sexuality appears as a possible place from which to resignify and rewrite the literary tradition but it is also a political gesture because it proposes a different narrative, other alliances, other erotic, linguistic and narrative paths.

Keywords: Gabriela Cabezón Cámara; lesbian literatura; Argentinian literature

Supongo que todas las historias comienzan y terminan con un

desplazamiento; que todas las historias son en el fondo una

historia de traslado.

Luiselli, Valeria, Desierto sonoro, 49.

Como estudiosa de las representaciones de la lesbiana en la literatura argentina, inicialmente pensaba (allá por los años noventa) que era una tarea con improbable éxito puesto que parecía ausente, invisible. Más adelante comprobé que, en verdad, lejos de estar ausente más bien sus marcas o huellas estaban siempre ante la vista, aunque fuera con pinceladas muy tenues, puesto que aquí y allá aparecían lesbianas en distintas ficciones a lo largo del tiempo. Pero por entonces y hasta ahora, nunca imaginé una narración que pusiera a la lesbiana en el mismísimo centro de la literatura argentina y por eso el texto de Gabriela Cabezón Cámara, Las aventuras de la China Iron, publicado en 2017, me sorprendió por su desafío.

Me interesa en estas páginas detenerme, justamente, en analizar los matices, provocaciones y alcances de ese gesto que es literario, toda una torsión hacia adentro y hacia afuera de la literatura y su historia, hacia el canon y hacia los lectores, pero también es político. Un texto donde la sexualidad lesbiana aparece como lugar posible desde el cual resignificar y rescribir la tradición literaria, pero también es un gesto político, insisto, porque propone una narrativa diferente, otras alianzas, otros recorridos eróticos, lingüísticos y narrativos.

Con la referencia en el título del artículo a la novela de Valeria Luiselli, Desierto sonoro, me interesa marcar una primera y general relación porque aquí también el desierto habla, también deja escuchar sus voces, múltiples voces y lenguas. Con el aditamento de que aquí también el desierto toca: roza los cuerpos, los llena de polvo, deja ver las huellas y sus marcas y guarda la memoria no solo de los ecos y los pesos de los cuerpos en la tierra sino también de lo táctil, lo que se toca, lo que se ama. De manera que el desierto se presenta como el escenario no tanto de luchas y conquistas, como en la narrativa tradicional y oficial de la historia nacional, sino de descubrimientos, pasiones y afectos.

El desierto y su semilla

Gabriela Cabezón Cámara es la autora de la novela Las aventuras de la China Iron. Escritora argentina que ha publicado La virgen cabeza (2009) y Romance de la negra rubia (2014) entre otros libros. Estos textos se caracterizan por la innovación estética que propone un uso del lenguaje que mezcla lo refinado y lo coloquial, y las tramas violentas de las vidas en las villas, de los desalojos, de los marginados. Son historias de sexualidades disidentes, historias de luchas, transformaciones, sacrificios y fiesta. En Romance de la negra rubia, por ejemplo, se narra la historia de una lesbiana que se prende fuego para evitar un desalojo. El cuerpo quemado como materia de lucha política muestra la cara extrema del desamparo y la precariedad absoluta de quien está en inferioridad de condiciones. Y también se narra una transformación, el trasplante de la cara de su amada enferma en su cara, y el amor, y el poder. Un texto que provoca desde los extremos de la vulnerabilidad y del poder y que imagina lo monstruoso como respuesta, pero también como espacio de reinvención y línea de fuga.

Desde esta novela anterior se puede leer una continuidad con Las aventuras de la China Iron en el sentido de que es un texto que también va a proponer articulaciones entre sexualidad y política pero no ya desde una clave monstruosa como en Romance de la negra rubia sino desde el descubrimiento del erotismo y la sensualidad.

La novela cuenta la historia de la ex china de Martín Fierro, su amancebada, a quien este abandonó junto con sus hijos. Martín Fierro es el personaje gaucho de la obra literaria central de la literatura gauchesca argentina, El gaucho Martín Fierro, escrita por José Hernández en 1872. Desde ya, contar la historia de la china es crear una perspectiva nueva, la perspectiva de la mujer que no está presente en la literatura gauchesca. Pero no solo es crear una perspectiva sino también es inventar una posición y darle protagonismo central a un personaje lateral del texto original. Y al darle este protagonismo de narradora, el texto inventa no solo un lugar que estaba ausente sino una voz que emerge para contar una historia: la historia de su viaje tierras adentro en una carreta con Elizabeth, una inglesa que busca a su marido. En ese viaje, la narradora inicia un proceso que empieza por nombrarse, buscar el nombre propio: la narradora no sabe ni reconoce nombre, solo sabe que “Fui su negra: la negra de una Negra media infancia y después, que fue muy pronto, fui entregada al gaucho cantor en sagrado matrimonio” (Cabezón Cámara 2017, 13).

Ser la negra de la Negra es solo saber su posición de subalterna, dominada, entregada, pero no su nombre. Y haber sido entregada al hombre, es sentirse como una cosa, un objeto. No hay rastros de subjetividad hasta que con ayuda de la inglesa se nombra China Josephine Star Iron, usando el inglés y el chino hecho nombre y en este gesto de nominación se encuentra, se empieza a conocer. Y se mira al espejo, se asea y se pone un vestido “me vi y parecía ella, una señora, Little lady” (Cabezón Cámara 2017, 21). Así, la china sin nombre pasa por el inglés primero para después nombrarse como señora y como China. Justamente el viaje es un proceso de autoconocimiento y descubrimiento del mundo, porque al mismo tiempo que se nombra a sí misma, nombra y conoce las cosas que la rodean.

Y descubre no solo los objetos que componen la delicadeza inglesa -el té, el whisky, el bacon, las lámparas de alcohol, los perfumes, las sábanas y la vajilla de porcelana- sino también el cuerpo y su erotismo, y “todas las palabras en dos lenguas” porque también aprende inglés, otra lengua, que le resuena fina y delicada. Dos nombres para las cosas y en este nombrar aprende ya un juego de perspectivas, de mundos diferentes que se entrelazan. Y allí van, como en una road movie, hacia el desierto en la carreta que es su casa que “se iba haciendo de lazos que se tejían con palabras y con gestos”, una casa que avanza en la llanura llevando un pequeño mundo en el que la China ha iniciado un aprendizaje.

Pero este aprendizaje no será solo en torno a otra lengua, ni en torno a objetos preciosos, es un aprendizaje sobre las miradas y las perspectivas: distingue la perspectiva de los animales que apenas se alzan del piso de la llanura a los que vuelan en las alturas, camina en cuatro patas siguiendo a su perro Estreya y se para en sus propias manos:

Y empecé a percatarme de las otras perspectivas; no era lo mismo el mundo desde los ojos de la reina, rica, poderosa, dueña de las vidas de millones de personas, harta de joyas y comida en sus palacios que solían estar en lugares desde los cuales se dominaba todo lo que se movía alrededor, que el punto de vista de, por ejemplo, un gaucho en su tapera con sus cueros y sus fogatas de bosta. (Cabezón Cámara 2017, 32)

Así, la China aprende sobre puntos de vista y sobre el poder, las distancias, las diferencias y las desigualdades. Y en el medio de ese proceso de aprendizaje, empieza una búsqueda que la lleva de las enaguas y los vestiditos a ponerse las bombachas y camisas del inglés.

Me puse su pañuelo atado al cuello, le pedí a Liz que agarrara las tijeras y me dejara el pelo al ras, cayó la trenza al suelo y fui un muchacho joven, good boy me dijo ella, acercó mi cara a la suya con las manos y me besó en la boca. Me sorprendió, no entendí, no sabía que se podía y se me había revelado como una naturaleza, ¿por qué no iba a poderse? (Cabezón Cámara 2017, 39)

La ingenuidad de lo que no se conocía como posible y que se presenta como posibilidad e invitación. No sin humor la narradora dice: “No estaba segura de que fuese ese beso una costumbre inglesa o un pecado internacional. No me importó” (Cabezón Cámara 2017, 39).

La sexualidad lesbiana aprendida como algo que se puede hacer, como espacio de aprendizaje, descubrimiento, libertad y placer. Aparece el desierto como espacio de descubrimiento, como un viaje a los propios sentidos, al propio cuerpo. Es entonces la sensibilidad, los cuidados, la suavidad, la finura que se presenta en los modos de contacto, y también el arrebato del deseo. Si con el uso de la lengua inglesa, aprende otra perspectiva, con el uso del cuerpo aprende los modos de la sensibilidad, el erotismo y los afectos:

Ella era mi polo y yo la aguja imantada de la brújula: todo mi cuerpo se estiraba hacia ella, se empequeñecía de ganas concentradas. Fue bajo el imperio de esa fuerza que empecé a sentir y hoy creo que es posible que siempre sea así, que se sienta al mundo en relación con otros, con el lazo con otros. (Cabezón Cámara 2017, 54)

El aprendizaje es justamente ese acercamiento a la experiencia de vivir con los otros, ese estar con los otros, ese acompañamiento, el de la China, con la inglesa, con el gaucho Rosa que las acompaña y con Estreya: “nos abrazábamos, nos queríamos aún más en el hedor a muerte de las cercanías del fortín, el amor se nos consolidaba ante la percepción de la precariedad que somos, nos deseábamos en nuestras fragilidades […]” (Cabezón Cámara 2017, 83).

La fragilidad, la vulnerabilidad de la vida en el desierto y la unión de todas las fragilidades se torna forma de vivir juntos. Este sentido comunal de las distintas fragilidades vueltas hacia el otro, esa forma socializada y de encuentro es también una manera distinta de habitar el desierto, no ya librados a la suerte de su intemperie, sino haciendo lazos, red, familia. El desierto no es campo de enfrentamientos y muertes sino espacio común de compañía y vivencia.

Las aventuras de la China Iron está lejos de los tonos del desafío y del lamento, los tonos de la patria que señala Josefina Ludmer1 cuando analiza la gauchesca y el canto del gaucho. La voz de la China se mueve entre el inglés que aprende a hablar y el castellano que aprende a escribir. La oralidad y la escritura, los dos bordes del género, alto y bajo, aparecen con el tono de una celebración y un descubrimiento. La China no canta lo que sabe como el gaucho Martín Fierro que desparrama máximas y consejos, la China Iron aprende, se conecta con el saber, el de la lengua y el del cuerpo. Esa relación con el saber, que no se posee, pero que se dispone a tomar, marca justamente una disposición, una apertura, es central en la novela porque no deja de ser sino un arreglo, una atención hacia el otro.

Las aventuras de la China Iron propone otro recorrido para la literatura argentina, propone otra forma de pensar el gaucho y la gauchesca, marcando una torsión con respecto al canon. Se trata de proponer una nueva voz, una voz de mujer para contar el desierto que es zona de descubrimiento y aprendizaje.

Es un aprendizaje de un modo de contacto, de una sensibilidad: lo que aprende son los modos de la delicadeza y la voluptuosidad de la sensualidad. El tacto, el cuerpo, la piel de Liz y su piel, la sexualidad lesbiana brota como zona de placer, descubrimiento y goce.

Al mismo tiempo que experimenta el erotismo, pierde las palabras porque el cuerpo se impone al lenguaje: “Me dejaba sin palabras, ella que me había enseñado tantas en el cruce de desierto…” (Cabezón Cámara, 2017, 115).

Así como se apropió del lenguaje de las palabras, también, paradójicamente, se despoja de ellas y se reapropia del cuerpo, sus sensaciones y sus deleites. Todo un ars erotica en la que maestra y discípula se encuentran. Esta erotización de los cuerpos se relaciona con la forma en la que Butler piensa la pasión sexual: “como una experiencia en la que el sujeto se ve arrojado “más allá de sí mismo” y que se caracteriza, en este sentido, por una desposesión, un cuestionamiento del sujeto centrado, autosuficiente, cerrado en sí mismo” (Canseco 2017, 172).

Se trata, como dice Valeria Flores, de “ese entre cuerpos, de ese algo que no es del yo ni de otr*, pero que constituye a amb*s a la vez que l*s des-constituye” (Flores 2017, 256). Así, un cuerpo afectado por la experiencia de la pasión, es un cuerpo que es deshecho por los otros:

Nos deshacemos unos a otros. Y si no, nos estamos perdiendo de algo. Si esto se ve tan claro en el caso del duelo, es tan solo porque este ya es el caso del deseo. No siempre nos quedamos intactos. Puede ser que lo queramos, o que lo estemos, pero también puede ser que, a pesar de nuestros mejores esfuerzos, seamos deshechos frente al otro, por el tacto, por el olor, por el sentir, por la esperanza del contacto, por el recuerdo del sentir. (Butler citada por Canseco 2017, 180)

Esta importancia que le da el texto al erotismo y a la pasión en la gauchesca aparece también en otro texto que dialoga con Las aventuras… en algún aspecto. Se trata de una ficción política que inventa Guillermo Saccomanno en La lengua del malón (2005) donde una pareja de lesbianas, activistas políticas, mueren en el bombardeo a Plaza de Mayo del 55. Aquí también hay una relación con la tradición literaria porque una de ellas escribe el relato “La lengua del malón” que está incluido en la novela y de esta forma rescribe desde una clave erótica un relato de amor entre una cautiva y un indio que resignifica toda la tradición del género gauchesco. En este caso, la lesbiana es el personaje que escribe sobre una historia de amor, activando el estereotipo del indio salvaje y buen amante, es una historia en tercera persona; en la historia de la China, es la lesbiana la que habla en primera persona y la que vive el vínculo erótico que es con Liz y después con Kauka pero es en verdad con el mundo todo y al mismo tiempo. Porque la disposición afectiva está estrechamente vinculada con esa disposición al aprendizaje de la que hablamos antes, esa apertura hacia el otro y el mundo señalan una afectividad que la conecta con los otros pero también con los objetos, los animales, la naturaleza. Ambos textos sexualizan el desierto y erotizan a sus habitantes pero no para estigmatizarlos bajo el signo de la barbarie sino más bien para inventar un espacio como campo de contacto de lenguas y cuerpos.

Como señala Ahmed,2 los afectos no están adentro, en la interioridad, no se tienen, sino que están afuera, son sociales y circulan. Y en este sentido, los personajes de Las aventuras… se conectan entre sí y se “pegan” afectivamente al mundo.

Un relato, un nosotros

Después de pasar por la Estancia de Hernández, llega la carreta a las tolderías y allí no solo se reúne con Fierro y lo perdona, sino que conforman todos juntos una comunidad queer. También la China se encuentra con la lengua de los indígenas: la pronunciará y aprenderá nombres de animales y plantas, y ese aprendizaje decantará en una nueva forma de comunidad, unión y placer sexual. Surge un “nosotros” hecho de todos los integrantes de la comunidad, animales, humanos, indios, blancos, ingleses, gauchos, una comunidad queer itinerante como centro fundante de una nación: he aquí el cielo de esta invención, la imaginación singular de una vida posible, de una historia alternativa y feliz que no se asienta en la masacre sino en la convivencia.

Se trata de proponer otro relato para el surgimiento de la nación, para pensar a sus protagonistas, gauchos, indios, estancieros. Y para mirar el desierto. Un relato nuevo y una voz nueva, la China, que ensaya perspectivas, mirando desde un lugar u otro, como una forma de entender que no hay una sola mirada sobre las cosas. Esta imaginación de un mundo de convivencia entre blancos e indios, que desbarata el peso de una historia hecha de genocidios y aniquilamiento de los indios y robo de sus tierras y nos invita a pensar en lo distinto que seríamos como pueblo si la historia hubiese sido otra, de un mundo itinerante que navega por el Paraná, un mundo en el que conviven animales, plantas y humanos en una armonía única.

Un mundo en el que reinan los placeres y donde se convive en familias cambiantes y móviles. Toda una imaginación y creatividad para imaginar el cruce de lenguas y cuerpos. Es el entorno afectivo que habita la China y sus familias el que permite hacer hogar, un hogar que se mueve, que navega por el Paraná, un hogar vivo y cambiante de seres que conviven con la naturaleza sin marcar jerarquías.

Las aventuras de la China Iron es una novela que nos propone otra historia nacional en qué mirarnos, una historia de encuentros de razas y géneros, de placer, sensualidad y disfrute del vivir, del estar juntos, de la naturaleza y del mundo. Una narrativa que nos inventa un pasado distinto en el mismo paisaje, pero aquí revalorizado en su belleza y sensualidad, la naturaleza sin domesticar. Una celebración de la vida, una historia que nos permite pensarnos mejores.

Referencias

Ahmed, Sara. 2016. La política cultural de las emociones. México: CIALC. [ Links ]

Butler, Judith. 2010. Marcos de guerra, las vidas lloradas. México: Paidós. [ Links ]

Cabezón Cámara, Gabriela. 2014. Romance de la negra rubia. Buenos Aires: Eterna cadencia. [ Links ]

Cabezón Cámara, Gabriela. 2017. Las aventuras de la China Iron. Buenos Aires: Random House. [ Links ]

Canseco, Alberto “Beto”. 2017. Eroticidades precarias, la ontología corporal de Judith Butler. Córdoba: Asentamiento Fernseh. [ Links ]

Giorgi, Gabriel. 2017. Las vueltas de lo precario. En Dahbar, María Victoria, Alberto (Beto) Canseco y Emma Song (eds.), Qué hacemos con las normas que nos hacen? Usos de Judith Butler. Córdoba: Sexualidades doctas. [ Links ]

Flores, Valeria. 2017. Indicios cartográficos para el desgobierno erótico de sí. En Alberto (Beto) Canseco, Eroticidades precarias. Córdoba: Asentamiento Fernseh . [ Links ]

Ludmer, Josefina. 1988. El género gauchesco. Un tratado sobre la patria. Buenos Aires: Sudamericana. [ Links ]

Luiselli, Valeria. 2019. Desierto sonoro. Buenos Aires: Sigilo. [ Links ]

Saccomanno, Guillermo. 2005. La lengua del malón. Buenos Aires: Planeta. [ Links ]

Recibido: 31 de Agosto de 2020; Aprobado: 21 de Octubre de 2020

Patricia Rotger

Doctora en letras y magister en sociosemiótica, docente e investigadora de la Universidad Nacional de Córdoba. Profesora adjunta a cargo de las cátedras Teoría y metodología literaria l y del Seminario Ficciones de Género: literatura, afectos y políticas, de la Escuela de Letras, Facultad de Filosofía y Humanidades (UNC). Codirectora del proyecto de investigación “Políticas discursivas en la construcción de la diversidad sexual: Tecnologías de los afectos”. Autora de Memoria sin tiempo. Prácticas narrativas de la memoria en escritoras argentinas de la posdictadura, y de numerosas publicaciones nacionales e internacionales.

Correo-e: patrirotger1@gmail.com

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