SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 número33Opiniones públicas en los discursos mediáticos tradicionales-oficiales en Twitter durante las consultas populares: Referendo Constitucional de Cuba en 2019Infodemia en la Argentina preventivamente aislada. Un análisis de las Fake News sobre la pandemia de la covid-19 desmentidas por Confiar índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Revista mexicana de opinión pública

versión On-line ISSN 2448-4911versión impresa ISSN 1870-7300

Rev. mex. opinión pública  no.33 Ciudad de México jul./dic. 2022  Epub 31-Oct-2022

https://doi.org/10.22201/fcpys.24484911e.2022.33.82197 

Artículos

Pandemia en tiempos de posverdad: narrativas sobre desinformación acerca de la covid-19 en medios mexicanos1

The Pandemic in Post-truth Times: Narratives about COVID-19 Disinformation in the Mexican Media

Rocío Galarza Molina1 
http://orcid.org/0000-0001-7002-0638

1 Doctora en Comunicación en la Universidad de Missouri. Actualmente es investigadora posdoctoral en el Laboratorio de Comunicación Política de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Nuevo León, México. Sus líneas de investigación son deliberación política en línea y desinformación y fake news. Es parte del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del CONACYT en el nivel candidata. rociogalarzamolina@gmail.com.


Resumen

Esta investigación tiene como propósito establecer cuáles son las narrativas acerca de la desinformación y de las fake news que se presentan en medios mexicanos. Se realizó un análisis temático de la cobertura de la covid-19 en la primera etapa de la pandemia en el 2020 a partir de una muestra compuesta por 3,284 notas de cinco periódicos y tres cadenas televisivas nacionales. A partir del análisis se establece que la cobertura de los medios retrata un manejo de la información sobre la crisis de salud que hace eco de las narrativas predominantes en torno a la posverdad, por lo que el asunto de la desinformación y las fake news está sin duda presente y se manifiesta a través de tres temas: referencias al fenómeno de la desinformación, desinformación sobre la covid-19 entre la población y el gobierno como desinformante. En la conclusión se discuten las implicaciones de la falta de cohesión al cubrir los últimos dos temas, pues se manejan como problemas inconexos brindando un panorama incompleto y distorsionado del fenómeno.

Palabras clave: Covid-19; cobertura; desinformación; fake news; periodismo; posverdad

Abstract

The purpose of this research is to establish the narratives about disinformation and fake news presented in Mexican media. A thematic analysis of the coverage of COVID-19 in the first stage of the pandemic in 2020 was conducted, based on a sample comprising 3,284 notes from 5 newspapers and 3 national television networks. Results show that the media coverage portrays a handling of information about the health crisis that echoes the prevailing narratives around post-truth, so the issue of misinformation and fake news is undoubtedly present and manifested in three themes: references to the disinformation phenomenon, disinformation about COVID-19 among the population and the government as disinformant. The conclusion discusses the implications of the lack of cohesion in the last two topics, since they are handled as unconnected problems, providing an incomplete and distorted overview of the phenomenon.

Keywords: Disinformation; coverage; COVID-19; fake news; journalism; post-truth

Introducción

La incertidumbre y la diseminación de mensajes falsos durante épocas de crisis no son un problema nuevo, pero las condiciones de comunicación de posverdad caracterizada por la “ausencia de condiciones para coincidir en objetivos y normas procesales” (Waisbord, 2018), bajo las que se ha desarrollado la pandemia por la covid-19 han magnificado el reto que representa la desinformación, el caos que genera para la comunicación pública y, por ende, la resolución de problemas colectivos. La narrativa acerca de la responsabilidad de este fenómeno ha estado altamente vinculada a la predominancia del uso de las redes sociales como instrumento para socializar y para adquirir información. Para el caso de la covid-19, diversos estudios han encontrado que es en esas plataformas tecnológicas donde mayoritariamente prevaleció la desinformación acerca del padecimiento durante el primer año de la pandemia (Bridgman et al., 2020; Kouzy et al., 2020).

No obstante, especialistas como Tsfati et al., (2020) han advertido que el rol de la cobertura de los medios tradicionales en el entendimiento que tiene la ciudadanía sobre la desinformación no debe ser ignorado. Empero, hasta ahora son pocos los estudios que han considerado el tratamiento del fenómeno de la posverdad, desinformación y fake news en medios tradicionales, enfocándose sobre todo en periódicos (Tandoc et al., 2019).

En atención a dicho vacío en la literatura, este trabajo presenta un análisis temático de artículos de prensa y notas televisivas de los principales medios nacionales en México con el objetivo de investigar las narrativas alrededor de la desinformación retratadas en la cobertura periodística de la pandemia.

Posverdad, desinformación y fake news

Los conceptos posverdad, desinformación y fake news son piezas del mismo rompecabezas. En años recientes el último de estos términos se ha popularizado en el debate público como un paraguas que incluye fenómenos ligados a las ideas de persuasión y engaño (Farkas y Schou, 2020). En el 2016 -año del triunfo de Donald Trump por la presidencia de Estados Unidos- posverdad fue designada como “la palabra del año” por el Diccionario Oxford, utilizada para nombrar a lo que se consideraba un ambiente político en el que “el valor percibido de los hechos objetivos se deprecia en favor de otros sistemas de creencias y opiniones, las posturas de expertos están siendo rechazadas” (traducción propia) y la forma en la que se accede y consume información ha cambiado (Flintham et al., 2018, p. 1). Según Flintham et al., (2018) estas condiciones abren una caja de pandora que da lugar a las fake news, las cuales abarcan desde información falsa de tipo humorístico hasta fabricaciones más serias.

Por su parte, Tandoc et al., (2019) definen a las fake news como un tipo de desinformación caracterizada por la intención de engañar y por sus bajos niveles de veracidad, la cual busca aproximarse, en apariencia, a noticias reales. No obstante, el uso de este concepto ha sido debatido precisamente debido a que se emplea de forma muy ambigua para referirse a diferentes problemáticas. Un término más amplio y mejor aceptado por la academia es el de desinformación, que consiste en “toda forma de información falsa, incorrecta o engañosa diseñada, presentada y promovida para causar daño público o para ganancia económica” (Grupo de Expertos de Alto Nivel en Noticias falsas y Desinformación, 2018, p. 11). Asimismo, una acepción todavía más amplia del mismo término incluye a aquella información falsa que se genera -y se difunde- no de manera intencional, sino por error.2

Desorden informacional

Tanto la desinformación como las fake news han sido explicadas en función del desorden informacional que prevalece, en el que se han conjuntado distintos elementos que contaminan la información a nivel global: una red de motivaciones para crear, diseminar y consumir estos mensajes contaminados, diversos tipos de contenidos y técnicas para amplificarlos, innumerables plataformas para albergarlos y producirlos, y una gran velocidad de comunicación para diseminarlos (Wardle y Derakhshan, 2017, p. 4).

Diversas condiciones han concurrido para dar paso a este desorden informacional. Por un lado, se han dado cambios tecnológicos notables que han permitido un acceso más amplio, rápido y menos costoso a herramientas para producir y diseminar contenido de todo tipo, sin filtros (Wardle y Derakhshan, 2017, pp. 11-12). Además, la estructura de las redes sociales facilita la viralización de la información y su consumo de manera descontextualizada, sin permitir verificar la credibilidad de la fuente (Freelon y Wells, 2020, p. 3).

A estos cambios se suman también fenómenos políticos y sociales como la falta de confianza en instituciones, incluidos los medios, que impactan la credibilidad de la información oficial y condicionan al público a inclinarse por fuentes de información alternativas (Bennett y Livingston, 2018, p. 122) y la fuerte polarización entre la ciudadanía, que hace que alguna población más comprometida sea más proclive a creer y difundir noticias falsas que coinciden con sus preconcepciones ideológicas (Freelon y Wells, 2020, p. 2). Es justamente en este contexto que actores políticos utilizan el concepto de fake news como arma para señalar a ideas políticas rivales o piezas periodísticas críticas. Finalmente, al examinar el auge de la desinformación es preciso considerar la precarización de los medios y el periodismo, que ha llevado a que estos prioricen contenido de clickbait (Monsees, 2021, p. 7) que por lo general busca apelar a las emociones para generar impacto y atraer atención.

Cobertura de la desinformación en medios tradicionales

Hoy en día, y en la medida en la que el fenómeno de la desinformación es considerado un problema político y social grave, es entendible que los medios de información le den cobertura a ese tema (Jones-Jang et al., 2020); de tal forma, los estudios sobre desinformación deben concentrarse no solo en las implicaciones de estar expuestos a fake news, sino también en cuál es el discurso acerca de noticias falsas y desinformación que se presenta en medios de información Tsfati et al., (2020) establecen algunas razones por las que los periodistas cubren esta problemática. Primero, la necesidad de buscar la verdad y exponer lo que no es verdad es uno de los principales roles que se atribuyen los periodistas, que además permite al periodismo mismo reafirmar su autoridad profesional; en segundo lugar, el tema de las fake news coincide con los criterios noticiosos que suelen valorarse en el periodismo, es decir que cumplen alguna de estas funciones: suelen ser acerca de política, emocionales, relevantes y entretenidas. Por último, se suma que los medios ya de por sí monitorean el entorno digital para cubrir temas que se hacen virales.

Estudios anteriores han encontrado evidencia de que la exposición a la narrativa sobre las fake news tiene ciertos impactos en la audiencia. Por un lado Tsfati et al., (2020) plantean la posibilidad de que muchas de las noticias falsas llegan a oídos del público a través de medios tradicionales y no de redes sociales, puesto que investigaciones sobre la diseminación de fake news en redes sociales encuentran que dicho medio está limitada a un reducido sector de usuarios y, sin embargo, la creencia en la veracidad de algunas fake news muy populares es amplia entre la población. Por ello, estos autores invitan a reflexionar sobre el rol de medios tradicionales en la percepción acerca del fenómeno, la creencia de la veracidad de estas noticias falsas y sobre la prevalencia de este tipo de contenido. Por otra parte, Van Duyn y Collier (2019) establecen que la exposición a narrativas en medios tradicionales acerca de fake news disminuye el nivel de confianza en los medios de comunicación y dificulta la capacidad de la gente para distinguir entre noticias falsas y noticias auténticas. Por tanto, incluso las notas periodísticas dedicadas a “llamar la atención a las diferencias entre noticias falsas y reales puede más bien hacer esta distinción menos clara” (Van Duyn y Collier, 2019, p. 42). Por su parte Farkas y Schou (2020, p. 154) proveen una visión más crítica de la narrativa en torno a la posverdad, puesto que consideran que el énfasis actual en la dicotomía de lo falso contra lo verdadero ofusca problemas en la democracia que anteceden a la llamada era de la posverdad. Asimismo, estos autores cuestionan la villanización de ciertos actores del entorno actual que han sido catalogados como responsables de las fake news. En ese sentido, Farkas y Schou también introducen un argumento en favor de investigar cómo los medios -junto a otras figuras públicas- posicionan la idea de que la posverdad es una enfermedad que ataca el cuerpo democrático y deteriora la capacidad de tomar decisiones con base en la razón y la evidencia.

Caso de estudio: infodemia en México

Al igual que el resto del mundo, el brote de la epidemia en México se vivió paralelo a la infodemia, es decir, la rápida y abundante difusión de información acerca de la covid-19, que dificulta el entendimiento y resolución del problema (Organización Mundial de la Salud [OMS], 2020). Un estudio del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano estableció que en los primeros cinco meses de la pandemia en el país, de marzo a julio de 2020, se difundieron alrededor de 1,294 noticias falsas sobre la enfermedad (Zavala, 2020). Este bombardeo de desinformación acerca de la covid-19 puede tener graves consecuencias para la contención de la enfermedad. Un trabajo propio previo (Galarza Molina y Muñiz, 2021) encontró que creer en noticias falsas acerca de la covid-19 se relaciona con un menor acatamiento de las medidas para evitar contagiarse. De ese estudio destaca que esta relación se observó tanto para quienes usan redes sociales como para usuarios de medios tradicionales. Tomando en cuenta tal resultado, este trabajo pretende elucidar cómo se habló en los medios del fenómeno de la desinformación alrededor de la covid-19 y de las noticias falsas acerca de la pandemia, por lo que se plantea la siguiente pregunta de investigación: ¿qué narrativas presentan los medios de información en México sobre los fenómenos de fake news y desinformación en el contexto de la pandemia por la covid-19?

Método

Para responder la pregunta de investigación se condujo un análisis temático de periódicos nacionales (Milenio, Reforma, La Jornada, El Universal y Excelsior) y noticieros de cadenas nacionales (Televisa, TV Azteca e Imagen TV). En total se colectaron 3,284 piezas noticiosas de prensa (en su versión impresa) y televisión, publicadas durante una semana compuesta de mayo de 2020 (los días 5, 13, 17, 22,25, 28 y 30 del mes, elegidos al azar), que mencionaban la enfermedad de la covid-19, el coronavirus, la pandemia, o la contingencia sanitaria derivada de la misma.

El análisis temático es un método para identificar, analizar y reportar patrones dentro de un conjunto de datos (Braun y Clarke, 2008). Por tratarse de un acercamiento a un tema que aún es relativamente nuevo, la implementación de esta estrategia cualitativa inductiva permite evitar que se impongan categorías a priori al analizar los datos (Thomas y Harden, 2008). El procedimiento para la codificación manual se llevó a cabo de la siguiente manera, de acuerdo con los parámetros establecidos por Braun y Clark (2008). Se realizó una primera lectura para familiarizarse con la información y luego generó códigos iniciales; a continuación, se organizaron estos códigos en temas descriptivos, para después proceder a generar temas analíticos, colapsando los temas descriptivos unos con otros (Thomas y Harden, 2008). En el reporte de los hallazgos, se incluyeron ejemplos específicos para ilustrar cada tema. Los resultados se muestran a continuación.

Resultados

Como resultado del análisis temático, se encontró que las discusiones acerca del manejo de la información y la desinformación en relación con la pandemia por la covid-19 está presente en 233 notas publicadas en los medios mexicanos observados del total de 3,284 que hacen referencia a la pandemia, al coronavirus o a la covid-19 en el periodo analizado.

La forma en la que se retrata este asunto es variada, en algunas de estas notas se manifiesta de forma explícita, mientras que en otras instancias (la mayoría) se presenta de manera indirecta sin ser el tema principal del artículo o segmento noticioso.

Se categorizaron tres grandes temas, no mutuamente excluyentes, en relación con la desinformación en la cobertura de la pandemia. El primer tema consiste en referencias al fenómeno de la desinformación, el segundo es desinformación sobre la covid-19 entre la población y el tercero, el gobierno como desinformante. Los temas y subtemas que se identificaron para cada uno se explican a continuación.

Fenómeno de la desinformación

Este tema está presente en notas que explícitamente hacen mención al problema de la desinformación o conceptos relacionados con el mismo tales como notas o noticias falsas, fake news o infodemia dentro de su contenido.

Explicación y diagnóstico del problema

La cobertura mediática que retrata este asunto, que fue notablemente escasa dentro de la muestra analizada, presentan una explicación sobre la desinformación y alerta sobre la misma como un problema prevalente en la sociedad, el cual lleva a la gente a tomar decisiones riesgosas respecto a la enfermedad de la covid-19. Una nota presentada en TV Azteca el 5 de mayo de 2020 es el ejemplo más claro de la manifestación de este caso en la muestra analizada. En esta pieza noticiosa se habla de la desinformación de forma sistémica como una pandemia adicional y paralela a la suscitada por la covid-19. La nota explica el término de infodemia como concepto establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), su significado y sus peligrosas consecuencias: la difusión de conspiraciones, difusión de mitos y la generación de pánico entre la población. Esta historia se transmitió en el contexto del Día mundial del derecho de la libertad de prensa, de tal manera que se retrata a medios tradicionales como confiables mientras que las redes sociales son señaladas como responsables del problema. De manera similar, otra nota de la misma televisora del 22 de mayo de 2020 que se enfoca en la desinformación relata una investigación académica en Estados Unidos que estudió las conversaciones sobre la covid-19 en Twitter. Según reporta la nota, el estudio encontró que la mayoría de esas interacciones en esa plataforma son detonadas por bots que difunden desinformación. Otras notas centradas en el problema de la desinformación -por ejemplo en los periódicos El Universal, Milenio y La Jornada en sus ediciones del 28 de mayo de 2020- se situaban en el contexto de la elección presidencial de Estados Unidos de 2020 y en el manejo de la pandemia, particularmente en lo que respecta a declaraciones falsas del presidente de ese país y la reacción de las plataformas de redes sociales.

Por otro lado, otra nota que se centra específicamente en el fenómeno informa sobre un llamado de la bancada del partido Morena en el Senado en la que convocan a parar la “grave epidemia de fake news”. En esta nota de La Jornada del 17 de mayo de 2020, el partido incumbente advierte que las noticias falsas generan caos y confusión por lo que es labor de los legisladores orientar a la ciudadanía para que consulte información oficial y verifique los hechos. A través de estos rumores con los que se lanzan señales de alarma, se busca generar una sensación de inseguridad. De tal manera, la presencia de este tema en el material analizado muestra de qué forma la desinformación se ha integrado como un problema social más al que los medios buscaron dar seguimiento en relación con la pandemia por la covid-19.

Articulación del fenómeno

A pesar de que el fenómeno como tema central se discute limitadamente en la cobertura mediática analizada, los conceptos que han surgido para nombrar a este problema están presentes en diversas ocasiones en la cobertura sobre la covid-19 en el periodo que abarca la muestra. Principalmente, las notas en las que se describen bloqueos y brotes de violencia utilizan repetidamente términos específicos como desinformación, noticias falsas y fake news para describir a los mensajes que desataron los eventos en cuestión. Asimismo, los términos desinformación y fake news se utilizan en el contexto de la cobertura a acciones de Donald Trump. Por ejemplo, en el noticiero Imagen el 28 de mayo de 2020, luego de una nota donde se describe que Trump aseguró que los estados mexicanos fronterizos con Estados Unidos eran los que más casos tenían de la covid-19 en este país para justificar la construcción del muro entre ambos países, el conductor Ciro Gómez Leyva denunció a esta información como “otra fake news”; posteriormente informó cuáles son los seis estados donde en realidad había más casos en México, ninguno de ellos en la frontera. Adicionalmente, el término fake news se utiliza de forma casual para describir rumores, tal y como sucedió en una nota de Imagen del 13 de mayo de 2020 en la que el cantante Julio Preciado aclaró que la información de que él había resultado positivo a la covid-19 eran “solo fake news”. Otra celebridad que utilizó este término durante una entrevista publicada por Reforma el 28 de mayo de 2020 es Michael Bubble, quien lamentó que haya quienes minimicen la pandemia por creer en fake news. Así, el análisis reveló que conceptos vinculados a la desinformación están incorporados en el vocabulario utilizado en medios mexicanos para referirse a información falsa.

Rol de las Redes Sociales

Las notas de la muestra que discuten desinformación sobre la covid-19 muestran a las redes sociales como responsables de la difusión de contenido desinformativo y noticias falsas y, por tanto, como responsables de confundir a la población acerca de la enfermedad. Este tema se encuentra en las instancias en las que se cubren brotes de violencia en la ciudadanía (en la forma de protestas, saqueos y bloqueos de calles), las cuales se enmarcan como el resultado de la difusión de una noticia falsa a través de las redes sociales. Este encuadre se detectó principalmente en noticias en televisión. Por ejemplo, la cobertura de las tres cadenas nacionales a protestas y bloqueos suscitados en el municipio de Venustiano Carranza, Chiapas, hicieron énfasis en esta relación directa entre el uso de redes sociales y la difusión de desinformación. En TV Azteca, por ejemplo, el conductor Alejandro Villalvazo lo relató de la siguiente forma: “Esto es consecuencia de que en redes sociales se difundió información de que la covid-19 no existe y que la enfermedad se inventó para afectar a la gente humilde”. Destaca que, de estas ocasiones mencionadas, el uso cotidiano de redes sociales por parte de ciudadanos llevó a que encontraran información falsa que les condujo a realizar comportamientos antisociales. En estas notas no existen indicios sobre las intenciones de quienes difundieron la información.

En contraste, otra forma en la que se presenta a las redes sociales como herramienta para difundir desinformación implica una intencionalidad más siniestra y premeditada detrás de este uso. Se cita por caso uno que fue discutido por medios mexicanos en el periodo que abarca la muestra, consistente en un fraude detectado por la Unidad de Inteligencia Financiera de México en el que se ofrecía una tarjeta para obtener apoyos económicos de la Secretaría de Bienestar a cambio de depósitos en tiendas de conveniencia. De acuerdo con la investigación de las autoridades federales, esta información se difundió en redes sociales mediante una noticia falsa.

En el ámbito internacional, de manera similar, las redes sociales fueron utilizadas como estrategia para desinformar en otras dos instancias en España y en Brasil. En España se cubre la historia de una página para impulsar fake news contra sus opositores por parte del partido político Podemos, mientras que en Brasil se lanzó una investigación en torno a un esquema de diseminación de publicaciones en masa en redes sociales financiado por empresarios cercanos al gobierno, en contra de los opositores del presidente Jair Bolsonaro, críticos del manejo de las acciones del mandatario en torno a la pandemia. De tal manera, esta cobertura presenta la instrumentalización de las redes sociales para desinformar, en el primero de los casos por motivos económicos y en los otros dos por motivos políticos. Asimismo, las pocas notas que hablan de problema de la desinformación de manera más general, que se explicaron en la sección anterior, también presentan una perspectiva de las redes sociales, sobre todo a Twitter, como villanas por difundir una gran cantidad de desinformación que confunde y polariza sobre la enfermedad.

Además del énfasis en presentar a las redes sociales como los principales canales mediante los cuales se distribuye la desinformación, las plataformas también son discutidas en función de sus acciones contra la desinformación, en especial como moderadoras de contenido. Esta perspectiva se planteó principalmente en relación de la decisión de Twitter de verificar por primera vez información del presidente Donald Trump. Los medios impresos y electrónicos analizados presentaron esta estrategia como algo deseable por corregir publicaciones del mandatario que desafiaban la verdad, comportamientos que se retratan como parte de la “marca política” de Trump. La cobertura de esta decisión de Twitter da espacio a la lógica a través de la cual la plataforma llegó a esta conclusión, bajo el argumento de que el objetivo de esta acción es “facilitar la búsqueda de información creíble en Twitter y limitar la propagación de contenido potencialmente dañino y engañoso”. Además, como se articula en una nota de La Jornada del 30 de mayo de 2020, esta medida se toma en un momento de debate sobre cuándo las plataformas deben intervenir en una época de desinformación sobre coronavirus y elecciones en Estados Unidos. Pese a esta perspectiva sobre la estrategia de verificación, las acciones tomadas por Twitter también son cuestionadas, principalmente por ser consideradas como tardías.

Desinformación sobre la covid-19 entre la población

Este tema consiste en las menciones dentro de la cobertura mediática de la covid-19 a distintas noticias falsas y rumores sobre la enfermedad que circulaban entre la población. El tema se presentó de dos maneras: a) como un aspecto normalizado durante la pandemia y b) como un problema que generó problemas violentos.

Normalización de la desinformación

Las notas que presentan este tema incluyen referencias a remedios no recomendados para curar o evitar la covid-19 desde consumir cítricos o agua con limón y jengibre, o limpiarse las manos con limón, hasta comer bien o tener fe en Dios; asimismo, se refiere a rumores acerca de la enfermedad, principalmente la creencia de que la covid-19 no existe o no es tan grave como dicen las autoridades. De este grupo de notas falsas y rumores destaca que estos mensajes son presentados como desinformación que circula entre la población y la forma en la que comúnmente se habla de estos es de forma casual y episódica ya que, por lo general, esta información se publica en el contexto de breves testimonios ciudadanos acerca de cómo estos viven la pandemia, con un encuadre de interés humano.

Diversas personas entrevistadas en estos testimonios manifiestan sus dudas sobre la enfermedad o señalan que “hay quienes no creen”, o bien, mencionan anécdotas sobre algún enfermo que tomó un remedio no recomendado. De tal manera, en estos segmentos o artículos informativos se normaliza la idea de que hay desinformación sobre la covid-19 entre la población como un componente más de las dinámicas bajo las que la sociedad ha lidiado con el problema, sin que las notas profundicen sobre la presencia de desinformación o incredulidad hacia la enfermedad.

Asimismo, este tratamiento hace énfasis en que la creencia en estas ideas acerca de la covid-19 llevan a la gente a desestimar la enfermedad y salir a la calle. Por ejemplo, una nota de la cadena Imagen del 22 de mayo de 2020 relata el incremento en la movilidad en el Estado de México a pesar del semáforo de riesgo epidemiológico en color rojo, la señal de máxima alerta establecida por el Gobierno Federal. En esta noticia como en otras de corte similar en el resto de los medios se presentan testimonios de gente incrédula de la enfermedad porque no conocen a nadie contagiado, porque comen bien o porque se sienten protegidos por sus creencias religiosas. Estas motivaciones para salir y romper la cuarentena por no creer en la enfermedad suelen ser presentadas en paralelo con la necesidad económica de la ciudadanía que requiere trabajar para sobrevivir, aunque en estas notas tampoco se profundiza sobre este último aspecto. Únicamente se detectó un caso de una nota de El Universal del 25 de mayo de 2020 en la que se incorporó la opinión experta de una antropóloga para explicar la incredulidad de la población. No obstante, en dicho caso se referían específicamente a comunidades indígenas en Tlaxcala que, según la profesional, se rigen por usos y costumbres y por ello “es gente que necesita ver los hechos para creerlo”. Más allá de esta explicación, se detectaron pocas instancias en las que se verificó información falsa, por ejemplo, en una nota de Televisa del 22 de mayo de 2020, en la que después de entrevistar a una vendedora en un mercado se aclaró que el uso de cítricos para limpieza no era suficiente para eliminar el virus. Además, no se detectó ninguna nota dedicada específicamente a realizar una verificación de alguna información falsa en circulación.

Por otro lado, se presenta también a manera de testimonio a ciudadanos que sí creen en la enfermedad y critican o cuestionan que otros no crean. Por ejemplo, en La Jornada, el 22 de mayo de 2020, publicaron la nota con el título “Ya enfermo te cae el veinte, si sanas solo anhelas volver a tu familia y ser diferente”, en la que una persona asegura que creía que la enfermedad era un invento hasta que le dio y revaloró la vida. En menor medida esta incredulidad acerca de la enfermedad también es denunciada por autoridades locales y personal de salud, quienes comparten su lucha para hacer efectivas las estrategias de sana distancia necesarias para evitar la propagación de la enfermedad. Por ejemplo, el 28 de mayo de 2020, Excélsior publicó el caso de una joven paramédica que habla de su desilusión de que haya gente que no cree en el virus porque si no tienen cuidado pueden contagiarse y contagiar a otras personas.

Consecuencias violentas por desinformación

En algunas otras notas el mensaje desinformativo que se discute es central o por lo menos más relevante en la pieza noticiosa, sobre todo por las consecuencias de violencia ocasionadas por la diseminación de este tipo de información. Esta forma de retratar la desinformación se observó en la cobertura de eventos en los que habitantes de diversas comunidades en México realizaron actos violentos como resultado de desinformación circulada de boca en boca, en folletos y en redes sociales. Estos eventos se suscitaban por rumores sobre las supuestas intenciones del gobierno de envenenar a la población con la covid-19 mediante la sanitización. Asimismo, otros sucesos que fueron presentados en esta forma fueron los ataques a hospitales y a personal de salud, suscitados por la errónea idea de que estas personas eran focos del virus o que causarían daños a pacientes internados. Por ejemplo, el 5 de mayo de 2020 el periódico El Universal publicó acerca de un intento de rescate a un paciente convocado a través de Facebook por parte de sus familiares, quienes alegaban que “la enfermedad es una mentira”. Igualmente, en Reforma el 13 de mayo de 2020 se publicó el caso de un paramédico atacado al que le gritaron “Ya no nos eches coronavirus”. Este mismo medio también reportó el 17 de mayo de 2020 que el personal de salud se enfrenta al estigma asociado con la enfermedad debido a que el miedo y desinformación impulsan intimidaciones a personal sanitario, lo cual ha resultado en ataques contra trabajadores de este rubro en India y Filipinas.

En ese sentido, los medios presentan consecuencias extremas de mensajes desinformativos que llevaron a cometer actos violentos, si bien solo en algunas de estas notas se habla explícitamente de que se trata de desinformación, fake news, o noticias falsas. En los noticieros de Televisa del día 13 de mayo, el medio informó sobre el bloqueo de calles de habitantes de Zitácuaro, Michoacán, como reacción al mensaje de que les rociarían coronavirus mediante la sanitización. Situaciones similares en Chiapas y Puebla fueron reportadas sobre todo en televisión. En algunas de estas notas en las televisoras, los participantes de estos eventos fueron llamados como vándalos, vulgares delincuentes e ignorantes, además de que no se les señalaba como ciudadanos sino como pobladores o habitantes. Incluso, en el noticiero Imagen se llegó a hacer burla de ellos por creerse “expertos en bioquímica”.

Gobierno como desinformante

Cuestionamientos a veracidad de información oficial

Este tema se refiere a aquellas instancias en las que la cobertura acerca de la covid-19 en medios mexicanos se enfoca en el escrutinio y crítica del manejo de información acerca de la enfermedad por dependencias oficiales. Los cuestionamientos se dan en torno a diferentes aspectos de la información vinculada a la covid-19 como, por ejemplo, el número de contagios registrados, brotes no reportados, el número de pruebas realizadas, el nivel de letalidad y mortalidad en el país (y el significado de estos conceptos); así como otros problemas indirectos derivados de la pandemia, como el incremento en llamadas de denuncias por violencia de género. Estos cuestionamientos provienen de actores que forman parte del suceso que se relata, es decir, expertos o políticos, pero también en algunos casos los cuestionamientos son emitidos por el propio medio. Aunque la incertidumbre y suspicacia acerca de la información en el entorno es una característica inevitable en una situación de crisis, en el análisis de la cobertura sobre la covid-19 se identificó que se hacían constantes alusiones a la posibilidad de que el Estado mentía acerca de la información difundida o que había un interés de ocultar información a la ciudadanía. De esta manera, más allá de la actualización a la información sobre la enfermedad y las medidas a seguir para no contagiarse conforme se conocía más acerca de la covid-19, las notas en las que está presente este tema son aquellas en las que se plantea un escenario de desconfianza sobre la información oficial disponible.

Un evento en el que particularmente se manifestó este tema fue una comparecencia ante el Senado del subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, quién fungió como zar de la covid-19 en el país y que fue cubierta por todos los medios analizados. En esta reunión con el funcionario, legisladores de la oposición cuestionaron la veracidad de las cifras proporcionadas por el gobierno, al tiempo que con pancartas lanzaban preguntas como “¿Error o mentira?” y “¿cuántas vidas pudieron salvarse?”. En ese contexto, el líder del pan en el Senado, José Luis Romero Hicks, acusó a López Gatell de corrupción al ocultar las verdaderas estadísticas de la pandemia en México. Además de reportar la tensión del encuentro y las expresiones de inconformidad por parte de políticos, el periódico Reforma en su cobertura de este evento el 28 de mayo de 2020 califica el comportamiento de López-Gatell, de tal forma que describe al funcionario como evasivo, señalando que sus respuestas fueron sui-generis y un “larguísimo monólogo” en el que capoteó los cuestionamientos que le hicieron. En el mismo sentido, en el contexto de presentar una entrevista que hizo a López-Gatell transmitida en Televisa el 28 de mayo de 2020, la periodista Danielle Dithurbide cuestiona varias veces si era posible que se estuvieran ocultando cifras de contagios y muertes por la covid-19.

Otro ejemplo de este encuadre sobre el manejo de la información por parte de autoridades es el que se refiere a la narrativa sobre el aplastamiento de la curva de contagios. En particular en los espacios informativos de la cadena Imagen del 28 de mayo de 2020 se pone en duda la caída de contagios que declaraba el presidente López Obrador, haciendo afirmaciones como “La curva aplanada menos aplanada de la historia” y asegurando que “la estadística dice otra cosa”. En su programa nocturno, el conductor Ciro Gómez Leyva constantemente se mostró crítico de los números oficiales asegurando que el gobierno tenía un “desgarriate” con sus reportes. En varias ocasiones, Gómez Leyva contrastó las predicciones originales de funcionarios federales sobre la reducción de la curva con las tendencias que en realidad se desarrollaron, criticando así que el gobierno federal había hecho declaraciones con ligereza o con “falta de respeto al fondo del tema”.

Aunque el recelo se centraba en el gobierno mexicano también se extendió a información oficial a nivel internacional, criticando el manejo de información en países como Brasil, Nicaragua, Venezuela, Italia y Estados Unidos. Una nota del Reforma del 13 de mayo señala “gran parte del dolor de América Latina se está desarrollando lejos de la visión global, bajo gobiernos que no pueden, o no quieren ofrecer una cuenta completa de los muertos” (Reforma, 2020). De estos ejemplos, uno de los gobiernos más duramente cuestionados fue el de Nicaragua, al que se le señaló por ocultar activamente la propagación de la covid-19.

Además de críticas de conductores y políticos de la oposición, las voces que ponían en entredicho las estadísticas oficiales provenían de científicos que habían hecho estudios especializados, organizaciones no gubernamentales como Human Rights Watch, la Organización Panamericana de Salud y en el caso de cifras de denuncias por violencia de género, asociaciones feministas. Una entrevista a Julio Frenk Mora, exsecretario de Salud de México, publicada por El Universal el 22 de mayo de 2020, ejemplifica este tono reprobatorio del manejo de la información durante la pandemia por parte del Estado porque confundía a la opinión pública e impedía la rendición de cuentas. El exfuncionario criticó que, en el caso de México, la voz experta se sometió a la lógica política, encabezada por un gobierno populista que considera que sabía más que nadie. Este contraste entre expertos contra políticos fue un mensaje reiterado en las notas que exhiben este tema. Los cuestionamientos son presentados en términos de una situación de oposición de la información que proviene de expertos en el tema en cuestión (por lo general de la comunidad científica) frente a la que proviene de actores políticos, de tal manera que se retrata la idea de que las decisiones que se tomaron acerca de la pandemia son motivadas por razones políticas y no basadas en ciencia. Una pieza periodística de El Universal del 17 de mayo de 2020 nombra a esta tensión como un divorcio entre lo que decía el presidente brasileño Jair Bolsonaro y lo que, a su vez, decían expertos de su administración sobre lo que era necesario hacer para mitigar la pandemia. Esta misma contraposición fue planteada alrededor de la figura del zar de la covid-19 en Estados Unidos, Anthony Fauci y el presidente Donald Trump.

Atribución de desinformación a pugnas políticas

En respuesta a los cuestionamientos esbozados desde grupos políticos, organizaciones no gubernamentales, especialistas y los propios medios, funcionarios públicos atribuían los cuestionamientos al manejo de la información a pugnas políticas para desprestigiar a sus gobiernos. Este subtema concierne a la cobertura a la respuesta a críticas a autoridades, en las cuales se hace alusión a campañas de desinformación para desprestigiar y minar la credibilidad del Estado. Por ejemplo, el 5 de mayo de 2020 se publicó en La Jornada que el presidente Andrés Manuel López Obrador denunció una campaña de desprestigió para lanzar un “bombardeo de mentiras” en contra de Hugo López-Gatell, a través de bots y cuentas falsas en las redes sociales Facebook y Twitter. Tanto el presidente López Obrador como López-Gatell insistieron en repetidas ocasiones en sus declaraciones a los medios que el gobierno actual no tenía intención de mentir ni ocultar información a la ciudadanía, marcando una línea con respecto a gobiernos anteriores en los cuales había un oscurantismo porque México tiene una larga historia de gobiernos que mienten deliberadamente y que ocultan la realidad, según declaró López Gatell en entrevista con Televisa el 28 de mayo de 2020 (Noticiero Despierta, 2020).

Estas intenciones de desprestigiar a su gobierno no se atribuían exclusivamente a otros actores políticos rivales, sino también a medios de comunicación. En la misma entrevista a Televisa, y en una nota del periódico Excélsior del 28 de mayo de 2020, López Gatell señaló que ciertos medios en algunas ocasiones modifican la información y que están motivados por intereses económicos o políticos por estar alineados a intereses empresariales. El presidente López Obrador también denunció y criticó a medios por esta misma razón, de manera particular al periódico Reforma, como lo publicó este periódico el día 5 de mayo de 2020: “Es notorio el caso de Reforma contra el doctor Hugo López-Gatell, en la tarde noche vienen a tratar de poner en entredicho lo que sostiene el doctor, cuando él es una gente íntegra, honesta, incapaz de distorsionar la realidad. Hay una gran diferencia entre la honorabilidad del doctor Hugo López Gatell y los que manejan el Reforma” (Reforma, 2020).

En el ámbito nivel internacional esta misma estrategia de respuesta ante cuestionamientos es utilizada por Donald Trump, quien, según reportó TV Azteca en una nota del 22 de mayo de 2020, denunció a funcionarios federales y a autoridades estatales de ese país de dar cifras infladas sobre el número de contagios, en los que se sumaban víctimas de otros padecimientos a los registros de fallecidos por covid-19. Según Trump, estas distorsiones en las cifras tenían la intención de descarrilar su campaña hacia la reelección.

Conspiraciones y fake news desde gobernantes

Aunado a las dudas sobre la información oficial que reportaban, la cobertura sobre covid-19 también muestra a gobiernos actuando directamente como fuente de desinformación, en la forma de conspiraciones sobre el origen de la enfermedad y promoción de medicamentos no recomendados para la cura del padecimiento. La principal conspiración presente en esta cobertura correspondiente a la primera etapa de la pandemia en 2020 es la que se refiere a la responsabilidad de China en la expansión e incluso creación del coronavirus. Este asunto se presenta en el seguimiento a a declaraciones del presidente Trump y su secretario de Estado, Mike Pompeo, quienes en repetidas ocasiones culparon a China de la creación del virus. En estas notas, los comentarios de Trump contra China se daban en dos sentidos. Por un lado, Trump cuestionaba el manejo opaco de la información en los primeros días de la pandemia por parte del gobierno chino. Por otro lado, el mandatario estadounidense cuestionaba el origen natural del coronavirus, aseverando que este había sido creado en un laboratorio de Wuhan, China, ciudad en el que se detectó al virus por primera vez a finales de 2019. La cobertura mediática dio espacio a la respuesta a estos cuestionamientos por parte del gobierno chino, que denunció que Estados Unidos consirpaba en su contra y de la OMS, que insistió en el origen animal del virus y negó que Estados Unidos hubiera proporcionado evidencia que indicara lo contrario.

Además de la cobertura sobre sus ataques contra China, el presidente Trump es presentado como desinformador en numerosas ocasiones, por ejemplo, con respecto a sus recomendaciones de medicamentos o remedios no aprobados por la OMS para curar la enfermedad. Esta crítica a mandatarios también se extendió a otros líderes como el presidente de El Salvador, Nayib Bukele y el presidente brasileño Jair Bolsonaro, quienes, al igual que Trump, manifestaron tomar hidroxicloroquina de forma preventiva. De manera similar, el presidente López Obrador fue cuestionado por su alusión a estampitas religiosas para protegerse del contagio. En ese sentido, en el noticiero de Televisa del 28 de mayo de 2020, los mandatarios fueron criticados explícitamente por no estar a la altura de las circunstancias durante la pandemia.

Conclusión

Esta investigación tiene como propósito establecer cuáles son las narrativas acerca de desinformación y fake news que se presentan en medios mexicanos, un aspecto poco estudiado y acerca del cual especialistas han llamado a examinar para tener un entendimiento más completo del problema. Para alcanzar este fin, el análisis se enfoca en la cobertura de la covid-19 en la primera etapa de la pandemia en el 2020, periodo en el que las noticias falsas proliferaron, por lo que organizaciones internacionales y gobiernos activaron señales de alarma en torno al problema. De este análisis temático se concluye que la cobertura de los medios retrata un manejo de la información sobre la crisis de salud que hace eco de las narrativas predominantes en torno a la posverdad, por lo que el tema de la desinformación y las fake news está sin duda presente y se manifiesta en las diferentes acepciones bajo las que ha sido recientemente discutido este problema.

Primero, los medios analizados buscaron proveer una explicación acerca del fenómeno de la desinformación, si bien, los artículos y segmentos noticiosos dedicados a este propósito son limitados. En el contenido observado en el que emerge este tema, los medios presentan a la desinformación como un grave problema social al que es preciso prestar atención y dedicarle espacio en sus páginas y transmisiones. Además de brindar este panorama acerca del fenómeno, las menciones a términos relacionados al mismo fueron prevalentes, lo cual evidencia también la materialización del asunto en la cobertura a la covid-19. Del encuadre de este tema destaca que, de manera similar a lo que han señalado otros (Tandoc et al., 2019), los medios muestran a las redes sociales como responsables del fenómeno, uno de los principales villanos en las representaciones de los vehículos para la posverdad (Farkas y Schou, 2020). A la vez, al discutir el rol de empresas tecnológicas, también se cae en el solucionismo tecnológico propio de la narrativa de la posverdad, en lo que respecta a la discusión acerca de la moderación de contenido, encuadrando a las plataformas tecnológicas como “clave para resolver la proclamada crisis de la posverdad”, actuando como el veneno y el remedio (Farkas y Schou, 2020, p. 139). De igual manera, aunque en menor medida, también se representa a medios tradicionales como la fuente de información deseable para contrarrestar el problema, haciendo eco de la nostalgia por “un tiempo en el que el periodismo representaba una de los pilares de la verdad en la sociedad” (Farkas y Schou, 2020, p. 58).

En segundo lugar, el otro aspecto que se aborda en los medios observados acerca del fenómeno bajo análisis es el que concierne al tema de la desinformación entre la población, a través del cual se ilustra la alta prevalencia de nociones falsas sobre la enfermedad entre la gente, así como de las potenciales consecuencias de las mismas. Las notas observadas hacen referencia a desinformación relacionada con remedios no recomendados, formas de contagio, rumores acerca de estrategias del gobierno para el manejo de la enfermedad, e incluso ideas erróneas sobre la veracidad de la enfermedad. Bajo esta narrativa, la desinformación se muestra en dos modalidades: por un lado, se normaliza la presencia de estas ideas falsas entre la gente como parte de las dinámicas bajo las cuales se procesó la pandemia, y por otro lado, se exhiben también instancias más extremas en las que la desinformación llevó a cometer actos violentos. Respecto a la primera modalidad, un aspecto que llama la atención sobre dicho patrón emergente en los datos es que a pesar de que la cobertura hace evidente la existencia de rumores e ideas falsas sobre covid-19 -y en escasas ocasiones se hacían aclaraciones respecto a la veracidad de dicha información- no se observaron notas dedicadas expresamente a verificar información o rumores acerca del padecimiento, en la forma en la que hacen sitios de fact-checking, práctica periodística que ha adquirido fuerza a nivel internacional y dentro del país. Esta tendencia también coincide con la cobertura que se dio en otros países de acuerdo con estudios enfocados en otras regiones, los cuales concluyeron que el fact-checking en la cobertura mediática fue marginal. (Wasserman et al., 2021).

Por otro lado, a propósito de la segunda modalidad, un elemento a resaltar sobre cómo se presenta la desinformación entre la población en los casos en los que se desata violencia, es la calificación de algunas de las personas que creen en estas nociones falsas como ignorantes, e incluso, en el caso de aquellos que incurrieron en protestas y destrozos para evitar sanitizaciones, la presentación de ellos como vándalos y hasta blancos de burla. Esta representación también es consistente con las narrativas de posverdad que presentan como villanas a las masas porque han “migrado a un mundo nuevo que es más o menos completamente aislado del mundo de la verdad” (Farkas y Schou, 2020, p. 62).

Por último, la otra narrativa acerca de la desinformación que se manifiesta en la cobertura mediática de la covid-19 es la que concierne al rol de gobernantes y la clase política en la generación de un ambiente de desinformación alrededor de la enfermedad y del manejo de la pandemia. Un encuadre recurrente de los medios mexicanos en el periodo analizado fue el cuestionamiento al manejo de la información por parte de autoridades, sobre todo en lo que respecta a las cifras de contagios y muertes por el coronavirus. Más allá de este escrutinio a las cifras presentadas, figuras de alto perfil, líderes de países (incluido México) son tratados como mentirosos, diseminadores de desinformación e incluso conspiraciones, así como guiados por motivaciones políticas en lugar de opiniones expertas. Asimismo, esta narrativa incluye el uso de los conceptos desinformación y fake news como armas políticas, al ser utilizados para lanzar acusaciones por pugnas políticas, en las que se busca desvirtuar la información presentada por rivales políticos y minimizar críticas a decisiones políticas bajo el argumento de que se trata de campañas de desinformación.

Otro villano que ha sido señalado por sobresalir en los discursos acerca de posverdad incluso más allá de Estados Unidos es Donald Trump (Farkas y Schou, 2020). y, a pesar de que el presente análisis se limita a medios mexicanos, este patrón también se observó en la cobertura sobre la covid-19 en el país. Harsin (2017) apunta que es casi imposible hablar de posverdad y no mencionar a Trump, quien funge como principal representante de un fenómeno en el que líderes, contadores de la verdad, compiten por imponer sus distintas verdades. En los datos analizados, diversos mandatarios del mundo son agrupados con Trump para ilustrar la manera en la que ejercieron una comunicación de posverdad durante la crisis sanitaria, con la cual abandonan la comunicación basada en evidencia a favor de aquella que implementa el “sentimiento como conocimiento” (Harsin, 2017, p. 517) para ganarse la confianza de la gente.

No obstante, pese a la recurrencia de ese encuadre en torno a las autoridades y a líderes políticos, del análisis se desprende que la cobertura mediática no profundiza sobre la relación entre la desinformación presente en la población y aquella que viene desde fuentes oficiales. Dentro de las notas estudiadas, hay una notable excepción que hace más evidente esta falta en el resto de la cobertura. En el noticiero Imagen del 5 de mayo de 2020, el conductor Ciro Gómez Leyva señaló de manera consecutiva la ambigüedad de la información del gobierno federal mexicano -a la que nombró como “enredo estadístico”- y el escepticismo acerca de la enfermedad que existe entre la población, a través de un video con dos campesinos mexicanos quienes aseguraban que la covid-19 no existe y que es una estrategia par despoblar el país, estrategia que comparan con la del chupacabras. Al concluir el clip, Gómez Leyva señaló: “Producto de tanta información encontrada, son imágenes de esta mañana, gente diciendo: ‘el coronavirus, esa cosa no existe’”. En contraste, el resto de las notas periodísticas que discuten la desinformación sobre la covid-19 no hacen esta relación, sino más bien, como ya se mencionó, incluso llegan a vilificar a la población que cree en noticias falsas, sin que se den esfuerzos serios por tratar de entender por qué y de dónde proviene su insatisfacción y desconfianza en las versiones oficiales (Farkas y Schou, 2020, p. 132). Sin pretender justificar comportamientos violentos y extremos, la contextualización de este tipo de actos pudiera ser útil para comprenderlos de mejor manera y evitar su reiteración.

Las implicaciones de estas narrativas en cómo entendemos el fenómeno de la desinformación en México son varias. En primera, el riesgo de un encuadre de la desinformación que se concentra en una distinción entre quienes son capaces de identificar noticias falsas y aquellos que no, puede reforzar la idea de que la erradicación de estas nociones falsas depende de aspectos individuales a corregir y, por tanto, puede llevar a ignorar las causas estructurales del actual desorden de información (Monsees, 2021). Más allá de ello, el énfasis en ciertos villanos de la posverdad -las masas, las redes sociales y ciertos líderes políticos- y su contraposición frente a centros generadores de verdades más tradicionales (Farkas y Schou, 2020), como políticos apegados a una comunicación convencional y medios de información establecidos, puede resultar en un discurso con un impacto no deseable en dos sentidos: por un lado, la consolidación de una narrativa que facilita que se ignoren los problemas de confianza en instituciones que se arrastran desde antes del boom de la era de la posverdad; y, por otro, la justificación de una forma de operar de tales centros creadores de verdad tradicionales que no incluye a voces alternativas, y que desvirtua y hasta vilifica la presencia de desacuerdos y conflictos implícitos en una democracia (Monsees, 2021).

Este análisis se enfoca en las representaciones de la desinformación y fake news en medios mexicanos en el contexto de la cobertura de la covid-19, por lo que únicamente ofrece una aproximación acerca del tratamiento que estas organizaciones dan al tema. Futuros estudios deberán explorar de qué manera se habla de desinformación en medios en función de otros temas, como las elecciones, así como cuáles son las consecuencias de estas narrativas en el entendimiento del fenómeno en la opinión pública. No obstante, estos hallazgos pueden servir como punto de partida para la exploración de estas narrativas en medios, así como para continuar interrogando y analizando sus potenciales motivaciones y consecuencias.

Referencias

Bennett, W. y Livingston, S (2018). The disinformation order: Disruptive communication and the decline of democratic institutions, European Journal of Communication 33(2), 122-139. https://doi.org/10.1177/0267323118760317 [ Links ]

Braun, V. y Clarke, V. (2008). Using thematic analysis in psychology, Qualitative Research in Psychology 3(2), 77-101. https://doi.org/10.1191/1478088706qp063oa [ Links ]

Bridgman, A.; Merkley, E.; Loewen, P.; Owen, T.; Ruths, D.; y Derek, Teichmann, L. y Zhilin, O. (2020). The causes and consequences of covid-19 misperceptions: Understanding the role of news and social media, The Harvard Kennedy School Misinformation Review 1, 1-18. https://doi.org/10.37016/mr-2020-028 [ Links ]

Farkas, J. y Schou, J. (2020). Post-Truth, Fake news and Democracy. Mapping the politics of falsehood, Routledge, Nueva York. [ Links ]

Flintham, M.; Karner, Ch.; Bachour, K.; Creswick, H.; Neha Gupta, N. y Moran, S. (2018). Falling for fake news: Investigating the consumption of news via social media, CHI ’18: Proceedings of the 2018 CHI Conference on Human Factors in Computing Systems, 1-10. https://doi.org/10.1145/3173574.3173950 [ Links ]

Freelon, D. y Wells, Ch. (2020). Disinformation as Political Communication, Political Communication, 37(2), 145-156. https://doi.org/10.1080/10584609.2020.1723755 [ Links ]

Galarza Molina, R. y Muñiz, C. (2021). La creencia en fake news y su rol en el acatamiento de medidas contra covid-19 en México, Universitas 35, 19-38. https://www.redalyc.org/journal/4761/476168289001/476168289001.pdfLinks ]

Grupo de Expertos de Alto Nivel en Noticias falsas y Desinformación (2018). A multi-dimensional approach to disinformation: Report of the independent high level group on fake news and online disinformation, 1-44. https://op.europa.eu/en/publication-detail/-/publication/6ef4df8b-4cea-11e8-be1d-01aa75ed71a1/language-Links ]

Harsin, J. (2017). Trump l’Œil: Is Trump’s Post-Truth Communication Translatable?, Contemporary French and Francophone Studies 21(5), 512-522. https://doi.org/10.1080/17409292.2017.1436588. [ Links ]

Jones-Jang, S. Mo, Dam Hee, K. y Kenski, K. (2020). Perceptions of mis- or disinformation exposure predict political cynicism: Evidence from a two-wave survey during the 2018 us midterm elections”, New Media & Society, 1-21. https://doi.og/10.1177/1461444820943878 [ Links ]

Kouzy, R., Abi Jaoude, J.; Kraitem, A.; El Alam, M.; Karam, B.; Adib, E.; Zarka, J.; Traboulsi, C.; Akl E. y Baddour, K. (2020). Coronavirus Goes Viral: Quantifying the covid-19 Misinformation Epidemic on Twitter, Cureus 12(3), https://doi.org/10.7759/cureus.7255 [ Links ]

Monsees, L. (2021). Information disorder, fake news and the future of democracy, Globalizations, 1-16. https://doi.org/10.1080/14747731.2021.1927470 [ Links ]

Noticiero Despierta (2020). Entrevista a Hugo López Gatell. Televisa, 28 de mayo de 2020. [ Links ]

Organización Mundial de la Salud (OMS) (2020). Manejo de la Infodemia: un componente clave de la respuesta mundial a la covid-19, Reporte Epidemiológico Semanal 16 (95), 145-160. https://reliefweb.int/sites/reliefweb.int/files/resources/WER9516-eng-fre.pdfLinks ]

Reforma/Staff (2020). Molestan notas sobre Bartlett, Reforma, 5 de mayo de 2020. [ Links ]

Tandoc Jr., E.; Jenkins, J. y Craft, S. (2019). Fake news as a critical incident in journalism, Journalism Practice 13(6), 673-689. https://doi.org/10.1080/17512786.2018.1562958 [ Links ]

The NYT News Service (2020). Tienen brotes en al nivel Europa, Reforma, 13 de mayo de 2020. [ Links ]

Thomas, J. y Harden, A. (2008). Methods for the Thematic Synthesis of Qualitative Research in Systematic Reviews, BMC Medical Research Methodology 8(45). http://dx.doi.org/10.1186/1471-2288-8-45 [ Links ]

Tsfati, Y.; Boomgaarden, H.; Strömbäck, J.; Vliegenthart, R.; Damstra, A. y Lindgren, E. (2020). Causes and consequences of mainstream media dissemination of fake news: literature review and synthesis, Annals of the International Communication Association, 44(2), 157-173. https://doi.org/10.1080/23808985.2020.1759443 [ Links ]

Van Duyn, E. y Collier, J. (2019). Priming and Fake News: The Effects of Elite Discourse on Evaluations of News Media, Mass Communication and Society 22(1), 29-48. https.//doi.org 10.1080/15205436.2018.1511807 [ Links ]

Waisbord, S. (2018). Truth is What Happens to News: On journalism, fake news, and post-truth. Journalism Studies 19(13), 1866-1878. https://doi.org/10.1080/1461670X.2018.1492881 [ Links ]

Wardle, C. y Derakhshan, H. (2017). Information disorder: Toward an interdisciplinary framework for research and policy making, Council of Europe Report 27, 1-108. https://rm.coe.int/information-disorder-report-november-2017/1680764666Links ]

Wasserman, H., Chuma, W.; Bosch, T.; Uzuegbunam, Ch. y Flynn, R. (2021). South African newspaper coverage of covid-19: A content analysis, Journal of African Media Studies 13(3), 333-350. https://doi.org/10.1386/jams_00052_1 [ Links ]

Zavala, S. (2020). Durante pandemia se han difundido mil 294 noticias falsas: Villamil, El Universal, 16 de agosto de 2020. https://www.eluniversal.com.mx/nacion/coronavirus-durante-pandemia-se-han-difundido-mil-294-noticias-falsas-jenarovillamilLinks ]

1El presente estudio se desarrolló en el marco del proyecto de investigación titulado “Análisis de la cobertura mediática de la pandemia por la covid-19 en México y de su impacto en el desarrollo de actitudes y comportamientos entre la ciudadanía”, con clave No. 312437, aprobado por CONACYT dentro de la Convocatoria 2020-1 Apoyo para Proyectos de Investigación Científica, Desarrollo Tecnológico e Innovación en Salud ante la Contingencia por covid-19. En el marco del proyecto de investigación titulado “Desinformación en México: Narrativas sobre las fake news en medios de comunicación y comportamientos y estrategias de las audiencias ante las noticias falsas” aprobado por conacyt dentro de la convocatoria Estancias Posdoctorales por México 2021

2En inglés se distingue la desinformación intencional denominada como disinformation de la no intencional a la que se llama misinformation. Sin embargo, en español no tenemos un término para esta última acepción.

Recibido: 21 de Marzo de 2022; Aprobado: 01 de Junio de 2022

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons