Introducción
Muchos estudios de opinión padecen de los defectos señalados por Pierre Bourdieu:2 cualquier encuesta supone que todo el mundo puede tener una opinión; todas las opiniones poseen el mismo valor; existe un consenso sobre los problemas; hay un acuerdo sobre las preguntas que ameritan ser presentadas. Estos supuestos pueden ser controlados por varios elementos en la construcción del cuestionario, y se ha tratado de hacerlo así: interrogar primero por elementos que pudieran proporcionar los componentes que permitieron construir tal o cual opinión; distinguir en el análisis ya sea por componentes estructurales sociodemográficos que pudieran diversificar las perspectivas o puntos de partida de los opinantes, ya resaltando la importancia que en el imaginario de los ciudadanos pueden alcanzar ciertos temas o problemas. Es posible que no siempre se hayan alcanzado los objetivos y el lector podrá juzgar por los resultados.
Una de las razones que contribuye a esta distorsión es la eliminación de la ausencia de respuestas; como se verá, se han incluido estos datos, y si se suprimen es por las necesidades de clarificar la presentación a los lectores y de evitar las engorrosas y complicadas lecturas de datos. Los encuestadores fueron instruidos para anotar todas las respuestas, y si en algunos casos estas parecen muy pobres es porque -como sabemos por muchas experiencias (y este estudio lo demuestra)- la gente suele proporcionar respuestas muy breves y estereotipadas. Los estudiosos de opinión estaríamos muy complacidos en recibir respuestas ricas y exuberan tes, pero pocas personas parecen dispuestas a satisfacernos. De cualquier manera, aun cuando los ciudadanos puedan no tener una comprensión profunda sobre un tema, siempre habrá una construcción imaginaria que modelará la expresión del tema en cuestión. Los distintos aspectos abordados en el cuestionario comprenden juicios sobre características esenciales de la democracia, pareceres sobre los aspectos positivos y negativos de los sistemas democráticos, conocimiento acerca de las instituciones fundamentales de la política mexicana, preferencias ideológicas, experiencias de comportamiento electoral y otras, de las que analizaremos aquí solo algunos aspectos seleccionados.
Metodología
Se siguió la metodología tradicional en los estudios de opinión: un cuestionario construido a partir de ciertas hipótesis básicas traducidas a diferentes tipos o clases de preguntas, no siempre directas. El cuestionario constaba de 71 preguntas (puede consultarse en la página web de la Comisión Estatal Electoral de Nuevo León; en adelante, CEE-NL). Fue elaborado por un grupo de expertos de distintas universidades regiomontanas. Para el trabajo de campo, se recurrió a una empresa contratada específicamente para tales fines y se aplicó a una población seleccionada por muestreo probabilístico domiciliario en Nuevo León; se aplicaron 1097 entrevistas en el ámbito estatal. El nivel de confianza de la muestra fue de 0.95 con un error de estimación de +/- 0.03. El trabajo de campo fue supervisado por los responsables del estudio en la CEE-NL. Se llevó a cabo mediante entrevistas cara a cara entre los días 6 y 24 de junio de 2018.
Entre los objetivos de este trabajo, se cuentan los siguientes: conseguir una descripción de las preferencias políticas y posiciones ideológicas del electorado nuevoleonés; la ubicación de la opinión electoral en relación con las variantes y tipos de democracia; las posibles derivaciones de la opinión sobre esos tipos de democracia y su compromiso electoral, y las relaciones entre esas posiciones y la desafección política. Aquí se presentan sólo algunos resultados parciales. Un informe más completo se encuentra en prensa en la Comisión Estatal Electoral de Nuevo León.
Teorías sobre la democracia
Guillermo O'Donnell3 señala cinco aspectos para caracterizar la democracia consolidada: se trata de un espacio 1) donde prevalece la democracia política (o la poliarquía dahliana) y ninguno de sus agentes está preocupado por un retorno al autoritarismo, y en consecuencia ninguno de ellos subordina sus decisiones a esa condición; 2) donde quienes controlan los recursos que permiten el acceso al poder político someten sus interrelaciones a las reglas habituales del juego democrático; 3) donde las prácticas habituales democráticas se han vuelto normales; 4) donde el conjunto de los intercambios políticos posee, con mayor frecuencia, coincidencias con el resto de la vida social, y 5) donde los gobernantes asumen una forma de distinción entre lo público y lo privado y se presentan formas efectivas de castigar las acciones antirrepublicanas de quienes gobiernan. Aun cuando O'Donnell piensa que hay variaciones en cada caso, estima que nuestros países latinoamericanos se hallan todavía a una distancia considerable de este modelo ideal.
O'Donnell define un tipo particular de democracia que está expandiéndose en el mundo: la democracia delegativa, caracterizada por la idea de que quien gana una elección se encuentra autorizado para gobernar según crea conveniente, restringido sólo en virtud de los poderes fácticos y las limitaciones constitucionales a la duración del mandato. El presidente se considera símbolo de la nación y, por lo tanto, el principal vigilante de los valores colectivos. Dicha cate goría tiene una clase única, antagónica a una democracia consolidada, pero mantiene ciertas condiciones formales de la poliarquía dahliana. Robert Dahl4 expone, con algunas variantes, su modelo de democracia, caracterizado por la existencia de instituciones que se convierten en requisitos sine qua non para que una sociedad pueda ser caracterizada como democrática. Estos son: 1) funcionarios públicos determinados por elecciones; 2) elecciones libres, de juego limpio y con frecuencias razonables; 3) libertad de expresión; 4) acceso a fuentes alternativas de información; 5) autonomía de las asociaciones de la sociedad civil, y 6) ciudadanía inclusiva. Para él, la democracia presenta al menos diez ventajas en relación con otros sistemas de gobierno: 1) evita la aparición de gobernantes autócratas; 2) garantiza a los ciudadanos la vigencia de una serie de derechos esenciales; 3) asegura a los ciudadanos un entorno de libertad personal; 4) apoya a los ciudadanos para proteger sus intereses básicos; 5) proporciona a los ciudadanos la oportunidad de autodeterminarse con las menores restricciones; 6) ofrece oportunidades para ejercitar la responsabilidad moral; 7) promueve el desarrollo humano en las mejores condiciones; 8) intenta el fomento de un alto grado de igualdad política; 9) las democracias representativas modernas no combaten entre sí por medios armados; 10) los países democráticos tienden a ser más ricos y opulentos que los no democráticos. Aquí Dahl tiene en mente un modelo imaginario que se distribuye homogéneamente, y aun cuando puedan aceptarse estos principios generales, muchos de estos puntos no siempre se realizan de manera homogénea; es decir, hay márgenes para su cumplimiento, que dependen de interpretaciones sobre cuál es el último pelo en el sofisma del calvo, en especial cuando se trata de evaluar intenciones, como las de evitar la presencia de gobernantes autócratas o intentar el fomento de igualdad política. Si se parte de otros postula dos epistemológicos, la definición y los componentes de la democracia representativa pueden variar. Jacques Rancière,5 por ejemplo, propone cinco reglas mínimas para otorgar la condición de democrático a un sistema representativo: 1) mandatos electorales cortos no acumulables; 2) dominio de los representantes populares en la preparación y producción de las leyes; 3) prohibición a los funcionarios de convertirse en representantes del pueblo; 4) reducir al mínimo los gastos de las campañas electorales, y 5) control de los intereses económicos en los procesos electorales. Si se comparan las propuestas, existe muy poca coincidencia. Lo anterior puede multiplicarse indefinidamente, y de allí las dificultades para evaluar las democracias.
David Held6 presenta 11 modelos de democracia: desde la democracia clásica ateniense hasta lo que él llama democracia cosmopolita, modelos de mayor o menor grado de realización práctica. En particular, este último posee un alto grado de componentes imaginarios. De todas maneras, los elementos imaginarios se hallan presentes en todos los modelos, desde la misma democracia griega, ya que la idea de que en ella no existían distinciones de privilegios entre quienes ocu paban algún cargo público y el resto de los ciudadanos sólo puede ser evaluada a partir de una conceptualización del privilegio y su sistema de asignaciones. No se puede desarrollar aquí un análisis minucioso de todos los modelos, pero ninguno de ellos se presenta de forma pura en las sociedades de existencia real, y pueden encontrarse en cualquiera de estos sistemas componentes de otro o de varios modelos, por lo que no deja de ser un ejercicio interesante de composición para la interpretación de los fenómenos de realidad.
Jürgen Habermas7 ha dedicado muchas reflexiones sobre la democracia en varias obras, pero lo ha hecho de manera sistemática en un trabajo relativamente pequeño incorporado en La inclusión del otro y que lleva por título "Tres modelos normativos de democracia". Los dos primeros son calificados como "liberal" y "republicano". En el modelo liberal, el proceso democrático es el responsable de la organización del Estado según las disposiciones y necesidades de la sociedad; es el instrumento de la administración pública y adjudica a la sociedad las interrelaciones de las personas en sus vidas privadas, con el sistema de economía de mercado como regulador, y en el que la política liga al Estado con esos intereses privados. En el segundo modelo, el repu blicano, la política no se atiene solamente a la función mediadora, sino que se constituye en un mecanismo de socialización en que los ciudadanos aceptan que viven en interdependencia, y el fundamento de la integración es la solidaridad. Esto implica que ciudadanos libres e iguales son capaces de concertar sobre las normas de interés común para todos, y así la ética adquiere un papel fundamental.
Lo anterior lleva a Habermas a proponer un modelo basado en la comunicación entre los agentes políticos, en el que predomine la deliberación entre ellos, con objeto de hacer de dicho procedimiento la conexión que permita obtener resultados racionales. Hasta qué punto podemos utilizar el modelo habermasiano para evaluar la democracia mexicana implica un debate que excede los alcances de este artículo, pero sus modelos deberían ser tomados en cuenta para cualquier evaluación del proceso político mexicano.
Todas estas definiciones muestran por qué es tan difícil decidir qué es una democracia y qué no lo es. José Nun8 afirmaba que en la definición de democracia permanece algo del "sofisma del calvo" propuesto por Diógenes Laercio, quien sostenía que, rigurosamente, no se puede establecer con precisión el momento en que una persona se convierte en calva. Para Diógenes, no podría darse ese calificativo a alguien que mantuviera un solo pelo en su cabeza y, sin embargo, en determinado momento (impreciso, por otro lado) se comienza a hablar de su calvicie. El problema, para Nun, es saber cuáles son los grados de exclusión total o parcial de los componentes de una democracia que una sociedad puede aceptar.
Lo más paradójico es que, cuando todavía no hemos llegado a un consenso sobre qué es la democracia, ya tenemos voces que denuncian la crisis de ella o su declinación, cuando no su muerte.9 Philippe Schmitter cree que se trata de la desconfianza en las instituciones, sean o no democráticas o estén vinculadas directamente al sistema político, como los administradores públi cos, los militares o los científicos. En otros términos, es el escepticismo y la apatía generalizados. Los partidos del centro del espectro ideológico pierden votos a favor de opciones populistas, tanto de izquierda como de derecha. No se trataría de una declinación, sino de un tránsito de un tipo de democracia a otro, aun cuando el nuevo tipo no tenga aún sus líneas definidas con claridad.
Steven Levitsky y Daniel Ziblatt10 consideran que el problema actual de las democracias no provie ne de golpes de estado o subversivos, sino del interior mismo de los sistemas democráticos, debido a la acción de gobernantes que han llegado al poder usando las mismas vías democráticas. Estos gobernantes ponen en práctica acciones que deterioran lentamente las instituciones democrá ticas, sin que haya fuerzas capaces de contrarrestar su acción. Un ejemplo típico para ellos es Hugo Chávez, quien llegó al gobierno de Venezuela en 1998 mediante un proceso democrático, y después de imponerse en varios procesos electorales por la vía democrática (modificando incluso la constitución), comenzó una vía de autoritarismo con varias señales, en especial con la adopción de diversas medidas represivas: clausura de medios opositores, arresto y exilio de políticos y jueces que se resistían a sus disposiciones o mandatos, y eliminación de los términos del mandato presidencial. Chávez falleció en 2013, afectado por un cáncer terminal, pero en 2017 una nueva asamblea constituyente se apropió del poder del Congreso y se instaló un sistema autocrático. La población sigue concurriendo a las urnas, pero la esencia de la puesta en juego de los valores democráticos parecería haber quedado en suspenso. Independientemente de lo que ocurre en Venezuela en el momento actual (totalmente al margen de los objetivos de ese trabajo), tenemos muchos casos de países donde la ciudadanía opta por apoyar a grupos o partidos que no se comprometen con los valores democráticos o que incluso manifiestan su oposición a ellos (los partidos de ultraderecha en Europa, o partidos que han virado hacia posiciones autoritarias, como Marine Le Pen en Francia, Mateo Salviani en Italia, el partido Ley y Justicia (Pis) en Polonia, entre otros). El problema de cómo detener u obstaculizar el ascenso de personajes no democrá ticos a posiciones de poder escapa a los fines de este artículo, pero es una cuestión que todavía no presenta estrategias claras y eficaces de acción. Quizá una de ellas sea la existencia de una población con manifiesta conciencia política; es decir, que haya sido socializada en los valores de la democracia y pueda actuar en consecuencia.
Resultados
Una pregunta ficticia que suele aparecer en muchos cuestionarios sobre democracia interpela en torno a la satisfacción con esta forma de gobierno. "Satisfacción" y "democracia" son dos términos ambiguos cuya exacta apreciación depende de una compleja serie de determinaciones. Ya se ha visto más arriba cómo tenemos un abanico de explicaciones teóricas sobre el concepto democracia. Ubicados en una persona (es decir, en su experiencia subjetiva), requieren varias indagatorias para reconstruir el imaginario en que se instala la persona que responde. De tal manera, las respuestas deberían ser contrastadas con las ideas que la persona tiene sobre la democracia. En el Latinobarómetro,11 la pregunta sobre satisfacción con la democracia recibe distintos porcentajes de aprobación según el país, los cuales van desde 47 por ciento en Uruguay hasta nueve por ciento en Brasil, y 16 por ciento en México. Entre 2008 y 2018 se ha registrado una caída constante y permanente, con dos países sorpresivos, aunque no tanto si se analiza su historia reciente: Venezuela, que cayó 47 puntos porcentuales (de 59% a 12% en ese periodo) y Nicaragua (52% de satisfacción en 2017 y 20% en 2018). Es posible pensar que cuando se dan estas cifras, hay una profunda transformación en las perspectivas de los ciudadanos, que admiten un clima político dispuesto a aceptar posiciones no claramente definidas.
En nuestro estudio, la pregunta recibió las respuestas que se presentan en las tablas siguientes.
Hombres | Mujeres | Total | |
---|---|---|---|
Muy satisfecho | 1.3 | 2.2 | 3.5 |
Satisfecho | 11.5 | 11.7 | 23.2 |
Me da igual | 21.1 | 18.4 | 39.5 |
Poco satisfecho | 10.7 | 11.4 | 21.7 |
Nada satisfecho | 6.3 | 3.4 | 9.7 |
Fuente: elaboración propia, con datos de la encuesta sobre desafección de la CEE-NL.
Considerada en su totalidad, la distribución es casi simétrica, con un punto medio que acapara las dos quintas partes y con distribuciones muy similares a ambos lados. Sin embargo, estadística mente, tenemos que χ 2: 12.895, υ: 6, α: 0.045, en el límite de una relación significativa. Es posible que lo anterior se deba a la simetría de los valores, pero ø: 0.108 (correlación phi), α: 0.045, lo que muestra una correlación casi nula; es decir, no existe determinación de una variable en la otra. En otras palabras, el sexo no determina una mayor o menor aceptación de la democracia. Es notorio el rechazo a los valores extremos, o sea que los valores muy "satisfecho" y "nada satisfecho" reciben los menores niveles de aceptación.
Satisfacción con la democracia | |||||||
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Edad |
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Satisfecho |
|
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NS/NC | Total |
Más de 70 años | 0 | 0.6 | 0.6 | 0.4 | 0.2 | 0 | 1.8 |
Entre 59 y 69 años | 0.4 | 1.6 | 2.6 | 1.1 | 0.3 | 0.1 | 6.0 |
Entre 49 y 58 años | 0.6 | 4.7 | 6.1 | 2.3 | 1.7 | 0.7 | 16.2 |
Entre 39 y 48 años | 0.8 | 6.3 | 10.0 | 3.1 | 1.6 | 0.7 | 22.5 |
Entre 29 y 38 años | 0.8 | 4.6 | 12.2 | 6.2 | 2.9 | 0.4 | 27.1 |
Entre 21 y 28 años | 0.8 | 3.5 | 5.5 | 6.5 | 1.7 | 0.6 | 18.6 |
Entre 18 y 20 años | 0 | 1.8 | 2.6 | 2.1 | 1.2 | 0.1 | 7.8 |
Total | 3.5 | 23.1 | 39.5 | 21.7 | 9.7 | 2.6 | 100 |
Fuente: elaboración propia, con datos de la encuesta CEE-NL.
Los valores estadísticos son χ 2; 75.633, υ: 36, α: 0.000, con una correlación del coeficiente phi de ø: 0.263, α: 0.000. Lo anterior implica que, en el caso de Nuevo León, la edad tiene una importancia determinante en la satisfacción por la democracia, tal como se da en muchos otros países del mundo occidental. Tal vez esto se deba a que no hemos vivido en una democracia, pero tampoco en una no democracia.
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Satisfecho |
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Totales | |
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Nunca fue a la escuela | 0 | 0 | 0.1 | 0 | 0 | 0.1 |
Primaria incompleta | 0.1 | 0.4 | 0.5 | 0.3 | 0 | 1.2 |
Primaria completa | 0.1 | 0.6 | 1.4 | 0.5 | 0.5 | 3.3 |
Secundaria incompleta | 0.1 | 0.5 | 0.6 | 0.4 | 0 | 1.6 |
Secundaria completa | 0.5 | 3.4 | 7.8 | 2.2 | 2.7 | 17.1 |
Preparatoria incompleta | 0 | 1.2 | 2.9 | 1.1 | 0.7 | 6.1 |
Preparatoria completa | 0.7 | 4.4 | 10.3 | 5.7 | 1.8 | 23.4 |
Técnica incompleta | 0 | 0.1 | 0.8 | 0.5 | 0 | 1.5 |
Técnica completa | 0.3 | 2.6 | 3.9 | 1.9 | 1.0 | 9.8 |
Universitaria incompleta | 0.5 | 2.6 | 2.6 | 2.9 | 1.2 | 10.1 |
Universitaria completa | 0.7 | 5.8 | 8.5 | 4.9 | 1.5 | 19.9 |
Especialidad | 0.2 | 0.6 | 1.0 | 0.5 | 0 | 2.5 |
Fuente: elaboración propia, con datos de la encuesta CEE-NL. Nota bene: se han suprimido los "no sabe" y "no contesta", por lo que la columna de la derecha puede aparentar error.
El nivel estudios es comparativamente más alto que en otras regiones de México. Sin em bargo, las diferencias podrían hacer pensar en un error de muestreo. El nivel de satisfacción con la democracia aumenta con el nivel de estudios, lo que es consistente con las diversas teorías. Pero esta relación no está bien explicada, más allá de que un mayor nivel de estudios podría favorecer un juicio más apolítico.12 Para Nadia Urbinati, hay dos tradiciones que considerar: la republicana y la democrática. La primera es apolítica en el sentido de que excluye las pasiones del juicio político, mientras que en la democracia las instituciones son siempre movilizadas por la pasión. En teoría, entonces, el juicio político de quienes poseen un nivel de estudios más alto tendría menos contenido afectivo que quienes muestran un nivel menor.
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Satisfecho |
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Total | |
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Ningún ingreso | 0.1 | 1.1 | 2.3 | 1.9 | 0.4 | 5.9 |
Menos de $2273 | 0.1 | 0.1 | 0.1 | 0.2 | 0.2 | 0.6 |
Entre 2274 y 4116 | 0.1 | 0.1 | 0.8 | 0.6 | 0.4 | 2.0 |
4117 - 5559 | 0.2 | 0.8 | 1.4 | 1.4 | 0.6 | 4.6 |
5560 - 7009 | 0.3 | 0.7 | 0.2 | 1.0 | 1.2 | 5.5 |
7010 - 8430 | 0.1 | 1.2 | 2.6 | 1.8 | 1.0 | 7.1 |
8431 - 10550 | 0.1 | 1.5 | 1 | 1.9 | 0.6 | 6.4 |
10551 - 12947 | 0.5 | 2.6 | 2.0 | 1.7 | 0.5 | 7.6 |
12948 - 16406 | 0.2 | 2.6 | 2.6 | 2.0 | 0.6 | 8.2 |
16407 - 22344 | 0.3 | 2.6 | 3.0 | 1.7 | 0.7 | 8.3 |
22345 - 53606 | 0.4 | 1.5 | 1.6 | 1.2 | 0.6 | 5.5 |
Más de 53606 | 0 | 0.5 | 0.2 | 0.2 | 0.2 | 1.2 |
NS / NC | 0.8 | 7.7 | 19.1 | 2.6 | 2.6 | 37.1 |
Fuente: elaboración propia, con datos de la encuesta CEE-NL. Nota bene: Se han eliminado los "no sabe" y "no contesta" en las filas de ingresos, por lo que la columna de la derecha presenta el valor de la suma adecuado sin los valores suprimidos.
Hay varias cosas que deben destacarse: primero, el elevado número de "no contesta/no sabe", que significa que dos de cada cinco entrevistados se niegan a indicar su nivel de ingresos; en segundo lugar, esperaríamos que la mayor concentración de datos se debería dar en la esquina superior derecha (los que menos ganan están más disconformes con la democracia) y en la inferior izquierda (quienes más ganan están más complacidos con el sistema político vigente). Tanto los valores de χ 2 como el coeficiente 0 indican una correlación o asociación nula. Ninguno de los niveles de ingreso (calculados en función del salario mínimo vigente en la región) muestra sesgos en relación con una mayor o menor satisfacción con la democracia.
¿México vive o no vive en democracia? | Satisfacción con la democracia | |||||
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|
Satisfecho |
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Poco | Nada | NS/NC | |
Sí | 2.2 | 7.1 | 4.4 | 2.0 | .5 | 0 |
Sí, en parte | 1.1 | 15.5 | 27.1 | 12.4 | 1.5 | 0.7 |
No | 0.2 | 0.5 | 4.4 | 6.6 | 7.3 | 0.2 |
NS/NC | 0 | 0.2 | 0.2 | 1.2 | 0.8 | 2.8 |
Fuente: elaboración propia, con datos de la encuesta CEE-NL.
Un poco más de la cuarta parte, a la que podría considerarse desafecta, se presenta como indiferentes a la democracia y al mismo tiempo poco displicentes para adoptar una postura definida en relación con la situación mexicana. Los datos son el resultado de la pregunta sobre si el encuestado considera que en México poseemos un sistema democrático. Lo interesante es que una quinta parte de los encuestados niega que vivamos en un sistema democrático, y la mayor parte de éstos se siente poco o nada satisfecha con la democracia.
Una razón para la desafección puede ser que se encuentre a la política como algo difícil de entender. 4.6 por ciento señala que la política no puede entenderse en su totalidad. Si relacionamos esta condición con la satisfacción con la democracia, encontramos los datos que se presentan en la Tabla 6.
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Grado de satisfacción con la democracia | |||||
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Muy satisfecho | Satisfecho | Ni satisfecho ni insatisfecho | Poco satisfecho | Nada satisfecho | Total | |
1 | 0.3 | 0.8 | 2.9 | 1.3 | 1.0 | 6.5 |
2 | 0.3 | 1.1 | 2.0 | 1.1 | 0.6 | 5.7 |
3 | 0.4 | 2.1 | 5.8 | 2.0 | 1.5 | 12.2 |
4 | 0.3 | 3.0 | 6.8 | 3.4 | 0.6 | 14.4 |
5 | 0.9 | 5.7 | 10.0 | 4.8 | 2.6 | 25.0 |
6 | 0.5 | 3.6 | 3.7 | 2.5 | 0.9 | 11.2 |
7 | 0.5 | 2.4 | 4.7 | 3.9 | 1.1 | 12.8 |
8 | 0.4 | 3.1 | 2.1 | 1.7 | 0.6 | 8.0 |
9 | 0.1 | 0.8 | 0.5 | 0.4 | 0.2 | 1.9 |
10 | 0.0 | 0.6 | 0.8 | 0.6 | 0.5 | 2.7 |
Fuente: elaboración propia, con datos de la encuesta CEE-NL.
Los datos no presentan relaciones estadísticamente significativas (χ 2:72.598; υ: 54 α: 0.046; V de Cramer: 0.105), pero la mayoría de las respuestas se ubica en la posición de la política como algo complicado.
Uno de los mitos del imaginario popular es que quienes ostentan ideologías de derecha acep tan imponer políticas más represivas. En el cuestionario había varias posibilidades de adherirse a acciones políticas represivas, de las cuales hemos elegido la que pregunta por la aceptación de la sentencia "en algunas circunstancias un gobierno autoritario puede ser preferible a uno democrático". 12.8 por ciento de los entrevistados se inclina por esta opción, mientras que 15.8 por ciento señala que le da lo mismo un régimen autoritario que uno democrático, y 64.8 por ciento (casi las dos terceras partes) prefiere la democracia como forma de gobierno. Pero no hay diferencias estadísticas significativas entre la posición ideológica y la preferencia por un gobierno autoritario o uno democrático. Es posible que la gente se ubique ideológicamente a izquierda o derecha sin tener clara conciencia de lo que eso significa.
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Autoadscripción ideológica: 1=izquierda; 10=derecha | Total | |||||||
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2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | ||
Mano dura | 0.7 | 1.2 | 1.2 | 5.2 | 1.6 | 1.2 | 0.7 | 0.6 | 12.3 |
Participación de todos | 4.0 | 5.4 | 5.5 | 32.1 | 7.2 | 10.1 | 12.1 | 5.6 | 82.1 |
Total | 5.0 | 7.2 | 7.3 | 39.5 | 9.5 | 11.8 | 13.2 | 6.4 | 100 |
Fuente: elaboración propia, con datos de la encuesta CEE-NL. Nota bene: ningún encuestado se ubica en los puntos extremos de la escala (1 y 10). Se eliminaron los "no sabe" y "no contesta", por lo que los totales tienen sumas mayores.
También las posiciones estrictas e inflexibles están asociadas al pensamiento de "derecha", como lo han demostrado Theodor Adorno13 y sus colaboradores en el notable estudio sobre el tema, publicado hace ya casi setenta años.
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Autoadscripción ideológica: 1=izquierda; 10=derecha | ||||||||
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2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | Total | |
Acuerdo | 0.7 | 1.2 | 1.2 | 5.2 | 1.6 | 1.2 | 0.7 | 0.6 | 12.3 |
Desacuerdo | 4.0 | 5.4 | 5.5 | 32.1 | 7.2 | 10.1 | 12.1 | 5.6 | 82.1 |
Total | 5.0 | 7.2 | 7.3 | 39.5 | 9.5 | 11.8 | 13.2 | 6.4 | 100 |
Fuente: elaboración propia, con datos de la encuesta CEE-NL. Nota bene: ningún encuestado se ubica en los puntos extremos de la escala (0 y 10). Se eliminaron los "no sabe" y "no contesta", por lo que los totales tienen sumas mayores.
Los valores marcan una relación significativa (α: 0.035), pero, paradójicamente, porque quienes se autoidentifican como de "derecha" están más en desacuerdo con la supresión de libertades. Puede notarse, asimismo, que sólo uno de cada cinco encuestados se opone a la idea de suprimir libertades.
Satisfacción con la democracia | Gobierno de mano dura | Participación de todos | NS/NC | Total |
---|---|---|---|---|
Muy satisfecho | 0.8 | 2.6 | 0 | 3.5 |
Satisfecho | 3.0 | 19.5 | 0.6 | 23.2 |
Ni satisfecho, ni insatisfecho | 4.6 | 32.9 | 1.9 | 39.6 |
Poco satisfecho | 3.1 | 17.2 | 1.4 | 21.7 |
Nada satisfecho | 1.5 | 7.2 | 0.9 | 9.7 |
NS / NC | 0.6 | 1.4 | 0.6 | 2.6 |
Total | 13.7 | 80.9 | 5.5 | 100 |
Fuente: elaboración propia, con datos de la encuesta CEE-NL.
El análisis estadístico muestra una fuerte asociación (χ 2: 77.929, υ: 18, α: 0.000), debido a que cuatro de cada cinco optan por la idea de resolver los problemas con una amplia participación de los ciudadanos y no apelando al uso de mano dura. Puede afirmarse que existe una fuerte resistencia a aceptar un gobierno de mano dura en Nuevo León, a pesar de las campañas de ciertos medios por incrementar medidas represivas.
Quienes se adhieren a ideologías de derecha suelen censurar fuertemente todo tipo de desorden público, así como reprimir las expresiones que impliquen disidencia, porque ambas condiciones evidencian otro tipo de desorden, que es necesario ocultar ante la opinión pública. Otra vez, como se muestra en la Tabla 10, dos terceras partes de los encuestados manifiestan su desaprobación con las protestas callejeras y se adhieren a la coacción como modo de encubrir formas que pueden perturbar la idea de paz y tranquilidad de los ciudadanos. Sin embargo, contradictoriamente, hay un gran rechazo a suprimir la libertad de expresión. Lo anterior muestra también que la opinión pública es portadora de valores contradictorios y quizá, si las preguntas fuesen construidas con otro modelo de expresión, se obtendrían otros resultados.
Satisfacción con la democracia | Quienes protestan en las calles hacen mucho daño al país | Total | |
---|---|---|---|
Acuerdo | Desacuerdo | ||
Muy satisfecho | 2.5 | 1.0 | 3.5 |
Satisfecho | 16.1 | 7.0 | 23.2 |
Ni satisfecho ni insatisfecho | 25.7 | 13.8 | 39.5 |
Poco satisfecho | 12.0 | 9.7 | 21.7 |
Nada satisfecho | 6.6 | 3.1 | 9.7 |
NS / NC | 1.6 | 1.0 | 2.6 |
Fuente: elaboración propia, con datos de la encuesta CEE-NL.
De todos modos, la satisfacción con la democracia es independiente del juicio de censura, aun cuando 64.5 por ciento señala su acuerdo con la idea de que las protestas callejeras puedan significar un grave problema. Aquí también es probable que la construcción gramatical induzca algún tipo de distorsión. La correlación 0 (0.113) denota que hay muy poca asociación entre ambas ideas, pero sería necesario indagar más sobre este aspecto.
Satisfacción con la democracia | No debería existir libertad de expresión para los que hablan mal de México | Total | |
---|---|---|---|
Acuerdo | Desacuerdo | ||
Muy satisfecho | 1.4 | 2.1 | 3.5 |
Satisfecho | 6.3 | 16.9 | 23.2 |
Ni satisfecho ni insatisfecho | 13.8 | 25.7 | 39.5 |
Poco satisfecho | 6.3 | 15.4 | 21.7 |
Nada satisfecho | 3.8 | 5.8 | 9.7 |
NS / NC | 1.2 | 1.4 | 2.6 |
Fuente: elaboración propia, con datos de la encuesta CEE-NL.
Una de las preguntas planteaba el dilema de elegir entre un líder fuerte que no tenga que ser electo mediante el voto popular o, por el contrario, aunque se entienda que las cosas no funcionan, siempre el voto popular será lo mejor. En la Tabla 12 se presentan los resultados de dicha alternativa. Cuatro de cada cinco encuestados rechazan la idea de apoyar la alternativa de un líder fuerte frente a la presencia de los mecanismos electorales de la democracia (χ 2 : 56.867, υ: 18, α: 0.000).
Satisfacción con la democracia | Preferencia | |||
---|---|---|---|---|
Líder fuerte | Democracia electoral | NS / NO | total | |
Muy satisfecho | 1.1 | 2.1 | 0.3 | 3.5 |
Satisfecho | 3.2 | 19.6 | 0.4 | 23.2 |
Ni satisfecho, ni insatisfecho | 4.6 | 31.8 | 3.0 | 39.5 |
Poco satisfecho | 3.5 | 17.0 | 1.2 | 21.7 |
Nada satisfecho | 1.6 | 7.3 | 0.8 | 9.7 |
total | 14.6 | 79.1 | 6.2 | 100 |
Fuente: elaboración propia, con datos de la encuesta CEE-NL. Nota bene: se han suprimido los "no sabe" y "no contesta" en las dos primeras columnas, por lo que las sumas no coinciden.
En los últimos tiempos, hemos escuchado en diferentes sectores la posibilidad de prescindir de los mecanismos habituales de representación de la democracia electoral para implantar una especie de democracia plebiscitaria, en la que se apele a llamados a votar a toda la población en cuestiones importantes. Nadia Urbinati14 cree que en esta polémica reaparece el dualismo que atraviesa toda la tradición republicana, antigua y moderna. Es el dualismo entre, por un lado, la república, sistema que se ordena en función de la competencia y la moderación, y, por otro, la democracia, a la que se acusa de no ser capaz de proteger a la comunidad de dos peligros: los intereses partidistas y el desorden anárquico. La democracia produce inconsistencia colectiva, pero esto no puede enmendarse con los mismos mecanismos democráticos. Nadia Urbinati15 se dice preocupada por los problemas que aparecen en el espacio de la opinión y que van más allá de la protección de la libertad de expresión de los poderes del Estado. Para ella, el plebiscitarianismo y el populismo presuponen un rediseño radical que desafía a la democracia, que toman la esfera pública y la opinión política como terreno por conquistar bajo la guía de un líder competente y con el apoyo de ideologías comprensivas compartidas por una muchedumbre. Tanto la visión populista como la plebiscitaria constituyen visiones especulares que convergen en una imagen que niega el carácter normativo de los procesos democráticos, en especial el derecho individual al voto. La democracia plebiscitaria se acerca al ideal de democracia directa o democracia pura que ha sido ensalzada por muchos pensadores16 a partir de construcciones imaginarias sobre la democracia griega que, entre otras cosas, excluía a los esclavos y mantenía a la mujer en una posición subordinada. Como se muestra en la Tabla 13, una mayoría de los encuestados aprueba la idea de eliminar al Congreso en el proceso de toma de decisiones del gobierno.
|
Hombre | Mujer | Total |
---|---|---|---|
1 (muy malo) | 4.1 | 3.6 | 7.7 |
2 | 1.5 | 1.6 | 3.2 |
3 | 3.0 | 2.4 | 5.5 |
4 | 5.2 | 3.3 | 8.5 |
5 | 11.1 | 9.7 | 20.8 |
6 | 7.2 | 6.9 | 14.1 |
7 | 6.8 | 6.6 | 13.4 |
8 | 5.6 | 6.2 | 11.8 |
9 | 1.8 | 1.5 | 3.4 |
10 (muy bueno) | 5.6 | 6.2 | 11.8 |
Fuente: elaboración propia, con datos de la encuesta CEE-NL.
En el cuestionario se introdujo una pregunta sobre el valor de la práctica de la democracia directa o plebiscitaria; se preguntó por la aceptación del enunciado "que todos los ciudadanos y no el Congreso sean quienes voten sobre cuestiones importantes". La mayoría de los encuestados tiende a aceptar la idea, sin diferencias significativas respecto del sexo u otras variables (χ 2: 125.714, υ: 126, α: 0.490).
La democracia directa supone una predisposición a manifestarse públicamente en la calle. La pregunta sobre la frecuencia con que se ha participado a favor o en contra del gobierno recibe las respuestas que se muestran en la Tabla 14. Puede apreciarse que son y han sido las mujeres quienes más participan en manifestaciones, aunque cuatro de cada cinco encuestados declara no haber participado nunca en manifestaciones a favor o en contra de alguna acción gubernamental.
|
Sexo | Total | |
---|---|---|---|
Masculino | Femenino | ||
Frecuentemente | 0.4 | 0.5 | 0.9 |
Algunas veces | 3.6 | 3.9 | 7.6 |
Rara vez | 6.0 | 5.7 | 11.8 |
Nunca | 40.7 | 36.8 | 77.6 |
NS / NO | 1.2 | 1.1 | 2.3 |
Fuente: elaboración propia, con datos de la encuesta CEE-NL.
Que todos los ciudadanos y no el Congreso sean quienes voten sobre cuestiones importantes para el país (1:desacuerdo, 10: acuerdo) | Satisfacción con la democracia | |||||
---|---|---|---|---|---|---|
Muy satisfecho | Satisfecho | Ni satisfecho ni insatisfecho | Poco satisfecho | Nada satisfecho | Total | |
1 | 0.6 | 1.4 | 1.0 | 0.7 | 0.7 | 4.8 |
2 | 0.0 | 0.2 | 0.5 | 0.3 | 0.1 | 1.1 |
3 | 0.2 | 1.2 | 1.5 | 1.1 | 0.3 | 4.3 |
4 | 0.1 | 1.4 | 2.2 | 1.5 | 0.5 | 5.8 |
5 | 0.4 | 2.7 | 6.6 | 3.2 | 0.9 | 14.1 |
6 | 0.1 | 3.7 | 5.7 | 2.9 | 0.8 | 13.6 |
7 | 0.4 | 4.5 | 5.9 | 3.5 | 1.2 | 15.7 |
8 | 0.6 | 3.3 | 4.9 | 2.8 | 1.1 | 13.3 |
9 | 0.5 | 1.7 | 3.0 | 1.4 | 0.4 | 7.4 |
10 | 0.5 | 3.1 | 8.1 | 4.4 | 3.6 | 19.9 |
Fuente: elaboración propia, con datos de la encuesta CEE-NL.
La Tabla 16 muestra que se extiende la idea de una democracia delegativa, en que los ciuda danos son convocados en tiempos muy espaciados para dar su opinión sobre ciertos candidatos y luego se desentienden de su acción por un periodo más o menos largo de tiempo.
Satisfacción con la democracia | Satisfacción con la democracia | Total | ||||
---|---|---|---|---|---|---|
Muy satisfecho | Satisfecho |
|
|
|
||
1 | 0.5 | 1.2 | 1.5 | 1.2 | 0.8 | 5.8 |
2 | 0.0 | 0.5 | 0.5 | 0.3 | 0.0 | 1.5 |
3 | 0.1 | 0.4 | 0.5 | 0.8 | 0.3 | 2.2 |
4 | 0.2 | 1.5 | 2.8 | 1.6 | 0.7 | 7.0 |
5 | 0.2 | 2.7 | 5.9 | 4.1 | 1.7 | 14.9 |
6 | 0.3 | 3.5 | 4.9 | 2.6 | 1.0 | 12.3 |
7 | 0.2 | 3.9 | 6.6 | 2.8 | 1.1 | 15.2 |
8 | 0.2 | 4.0 | 5.1 | 2.6 | 1.4 | 14.1 |
9 | 0.7 | 1.9 | 3.3 | 0.7 | 0.8 | 7.5 |
10 | 0.5 | 3.6 | 8.2 | 5.0 | 1.8 | 19.4 |
Fuente: elaboración propia, con datos de la encuesta CEE-NL.
Desde el periodo clásico griego, las ideas elitistas o tecnocráticas han estado en el debate sobre la democracia. Es conocida la postura de Platón en repudio a la participación del pueblo en la determinación de las políticas. Tal posición se ha mantenido en el imaginario social, con ciclos de preeminencia según condiciones sociohistóricas. Los datos de la Tabla 17 mantienen dicha posición y alientan, en general, a que sean los "especialistas" quienes determinen las mejores políticas y a que se renuncie a la participación popular.
Que los especialistas tomen las decisiones que crean que son las mejores (1: en desacuerdo; 10: de acuerdo) | Satisfacción con la democracia | ||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|
Muy satisfecho | Satisfecho | Ni satisfecho ni insatisfecho | Poco satisfecho | Nada satisfecho | NS / NC | Total | |
1 | 0.5 | 1.7 | 4.3 | 2.7 | 1.3 | 0.2 | 10.7 |
2 | 0.0 | 0.6 | 0.5 | 0.5 | 0.0 | 0.1 | 1.7 |
3 | 0.2 | 1.4 | 2.2 | 1.2 | 0.6 | 0.0 | 5.6 |
4 | 0.3 | 0.7 | 3.6 | 1.7 | 0.8 | 0.4 | 7.5 |
5 | 0.5 | 2.7 | 8.1 | 3.7 | 1.6 | 0.3 | 12.0 |
6 | 0.5 | 3.3 | 5.8 | 3.3 | 1.5 | 0.6 | 14.9 |
7 | 0.5 | 3.2 | 5.4 | 3.2 | 1.1 | 0.4 | 14.2 |
8 | 0.5 | 3.2 | 4.2 | 2.2 | 0.8 | 0.6 | 11.4 |
9 | 0.5 | 3.4 | 2.0 | 1.4 | 0.3 | 0.0 | 7.6 |
10 | 0.2 | 2.1 | 2.8 | 1.8 | 1.5 | 0.2 | 9.5 |
Total | 3.5 | 23.2 | 39.5 | 21.7 | 9.7 | 2.6 | 100 |
Fuente: elaboración propia, con datos de la encuesta CEE-NL.
Conclusiones
El estudio analiza la aceptación o rechazo parcial de distintos modelos de democracia (liberal, autoritaria, participativa, delegativa y demás), pero no encuentra argumentos para destacar una posición absoluta; tampoco presenta las diferencias que se muestran en trabajos realizados en otros países, en especial en lo que se refiere a algunas variables independientes (sexo, nivel de ingresos y demás). Pareciera que los electores nuevoleoneses participaran de una medianía (que algunos podrían llamar mediocridad) predecible. Por otro lado, es imposible establecer distinciones claras entre los diferentes tipos de democracia
Los resultados del estudio confirman lo que hemos presentado en otros trabajos: las deficien cias de la cultura política de los ciudadanos de Nuevo León. A este defecto contribuyen varios factores: el desinterés de un número considerable de ciudadanos; la ausencia de un debate público enriquecedor; la acción de los partidos políticos que privilegian el enfrentamiento personal sobre el debate de ideas; la permanente violación de las reglas del juego democrático por parte de los diversos agentes políticos.
La democracia delegativa parece estar adquiriendo una simpatía creciente entre los ciudadanos regiomontanos, aunque la falta de estudios previos nos impide señalar con claridad cuánto de ese proceso es progresivo y gradual o acelerado.
El ideal democrático habermasiano de la existencia de ciudadanos libres e iguales, capaces de llegar a acuerdos sobre las normas de interés para todos, se encuentra aún lejano del panorama político regiomontano. Obviamente, el modelo habermasiano responde a un imaginario que carece de expresión concreta en los ámbitos reales de este mundo, pero en algunos, como el de la Europa occidental, se presentan signos de cierta aproximación.
El escepticismo y la apatía se han generalizado en la ciudadanía nuevoleonesa. Lo difícil es decidir si ello corresponde a uno de dos niveles o a ambos: si esta composición actitudinal es similar a la de otras regiones o países, y si ha habido periodos de la historia nuevoleonesa en que se presentaron momentos con gradaciones diferentes y por qué.
Parece que aún carecemos de acciones políticas concretas que nos permitan impedir el avance de los distintos tipos de antidemocracia (quizá porque tampoco disponemos de las habilidades que nos hagan avanzar en la consolidación de la democracia).
Queda pendiente un posible análisis comparativo con otros países del ámbito latinoamerica no, aunque puede discutirse la pertinencia de un análisis semejante, dado que las estructuras y tradiciones políticas del subcontinente sólo son similares en los imaginarios de algunos analistas.
Debemos perfeccionar nuestros instrumentos de recolección de datos, a fin de que nos lleven a establecer con cierta claridad cuál es el universo conceptual en que se ubican quienes hablan de democracia, en cualquiera de sus tipos y formas.