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Cirugía y cirujanos

On-line version ISSN 2444-054XPrint version ISSN 0009-7411

Cir. cir. vol.89 n.5 Ciudad de México Sep./Oct. 2021  Epub Oct 03, 2021

https://doi.org/10.24875/ciru.21000105 

Historia y la filosofía de la medicina

Dr. Ignacio Fernández de Córdova (1777-1816): médico ilustrado y el primer fabulista de América

Dr. Ignacio Fernández de Córdova (1777-1816): illustrated physician and the first American fabulist

César Campos-Farfán1  * 

1World Association for the History of Psychiatry (WAHP), Asociación Psiquiátrica de América Latina (APAL), Morelia, Michoacán, México


Resumen

En el presente artículo hemos tratado de integrar una biografía con los mayores datos que nos fue posible obtener sobre la vida del médico y cirujano militar Ignacio Fernández de Córdova (1777-1816). Para tal efecto nos dimos a la tarea de indagar en archivos parroquiales del Estado de Guanajuato y Michoacán, así como examinar la bibliografía concerniente al tema. De igual manera, fue asequible determinar su grado de estudios y los lugares donde los efectuó. Sabemos que brevemente militó en las tropas de Hidalgo y que en su natal Valladolid/Morelia fue director del Hospital de San Juan de Dios. Por otra parte, en definitiva, se ha dilucidado una incomprensible duda: Fernández de Córdova fue el primer fabulista de México y el primero formal del Continente Americano, para gloria del gremio novohispano de los tiempos de la Ilustración.

Palabras clave Ignacio Fernández de Córdova; Ilustración novohispana; Médico; Cirujano Militar; Hospital de San Juan de Dios; Fabulista; América

Abstract

In this paper, we have tried to integrate a biography with the greatest data that we were able to obtain about the life of the Military Physician and Surgeon Ignacio Fernández de Córdova (1777-1816). For this purpose, we undertook the task of investigating the parish archives of the State of Guanajuato and Michoacán, as well as examining the bibliography on the subject. In the same way, it was possible to determine his degree of studies and the places where he did them. We know that he was briefly a member of Hidalgo’s troops, and that in his native Valladolid/Morelia he was director of the San Juan de Dios Hospital. On the other hand, in short, an incomprehensible doubt has been elucidated: Fernández de Córdova was the first fabulist in Mexico, and the first formal one in the American Continent; for the glory of the New Hispanic guild of the times of the Enlightenment.

Key words Ignacio Fernández de Córdova; Novohispana Illustration; Surgeon; Military Physician; Hospital de San Juan de Dios; Fabulist; America

Introducción

La existencia de este singular personaje michoacano que transita entre los últimos años del siglo XVIII y principios del XIX ha sido prácticamente un misterio, pues con la excepción de unos cuantos datos recogidos por Miguel Ruiz y España, además de otros tantos de Mariano de Jesús Torres siguiendo al anterior, no se tenía, hasta ahora, mayor información sobre Fernández de Córdova1. Es conocido, básicamente, como uno de los pocos literatos mexicanos que han cultivado el género de la fábula, y probablemente el único en el Estado de Michoacán2. Información de naturaleza personal, y sus actividades como médico, eran hasta ahora inciertas. Ante tales circunstancias, nos vimos en la necesidad de recurrir a información primaria, como algunos documentos parroquiales que, afortunadamente, nos dan santo y seña, por ahora, de fragmentos sobre su vida.

Su vida, estudios y actividades médicas

José Ignacio nació el 31 de julio de 1777 y fue bautizado al día siguiente en la Catedral vallisoletana (Morelia). Fue hijo de don José Manuel Fernández y de Juana María Silva, criollos, avecindados en la ciudad. Provenía de una familia de condición social y pecuniaria holgada3.

En el Real Colegio de San Nicolás Obispo hizo los estudios de Latín (Mínimos y Menores) y Filosofía (Medianos y Mayores)1. En tiempos convencionales, dichos cursos se concluían alrededor de los 13 o 14 años de edad, lo que debió ocurrir alrededor de 1780, es decir, en los tiempos docentes de Miguel Hidalgo y Costilla, por lo que no es descabellado pensar que bien pudo haber sido su alumno4.

Acudió a la ciudad de México para obtener el grado de Bachiller en Artes. ¿Por qué razón? Requería un documento lo suficientemente probo para ingresar a estudiar Cirugía y Medicina en el Real Colegio de Cirugía de San Carlos, en Madrid, cuya sede estaba en el Hospital General de la metrópoli.

El Colegio, de reciente creación entonces, se había fundado en 1780 a instancias del Dr. Antonio Gimbernat y Arbós (1734-1816), con la venia de su majestad el rey Carlos III. Se inauguró en 1787. En sus inicios pretendió ser una institución independiente de la Junta de Hospitales y del Protomedicato. No obstante, con el tiempo se convirtió en la Facultad de Medicina de la ahora Universidad Complutense.

Él Colegio se caracterizó por su laicidad, es decir, era un colegio civil y no religioso, lo que implicaba no formar parte de la Universidad y estar a la vanguardia en el pensamiento científico y sanitario de la época5,6. Ideas con las que regresó el Dr. Fernández de Córdova y que influyeron en el pensamiento del Dr. Juan Manuel González Urueña, fundador de la primera Escuela de Medicina, en el México independiente, en 1830. Concluyó sus estudios y se examinó, por estatutos, en el Protomedicato español.

Alrededor de los 19 o 20 años de edad regresa a la Nueva España con el grado de Bachiller en Medicina. ¿En qué sustentamos tal aseveración? Básicamente, en los datos personales que Fernández de Córdova proveyó para sus segundos esponsales (de ser estos exactos). Además, es cronológicamente compatible, pues en las universidades españolas del siglo XVIII se estudiaba la carrera en cuatro cursos7. El biógrafo que hemos citado al principio dice que refrendó sus estudios en la ciudad de México1, y en cuanto a su domicilio, todo parece indicar que no radicó en Valladolid/Morelia sino hasta los primeros tiempos del siglo XIX, al parecer en 1804 o 1805.

En la ciudad de Guanajuato, en la Basílica Colegiata de Nuestra Señora, el 28 de agosto de 1799, casi a los 22 años, celebró matrimonio con la señorita María Bárbara Aura Carrasco y Monterde, también de 21 años (Guanajuato, 8-2-1778), dama adinerada y de cierto linaje en el lugar, hija del licenciado Ramón Carrasco, difunto, quien al parecer fuera, entre otros cargos, abogado de «pobres presos» en la ciudad de su residencia, y de María Josefa Teresa Monterde y Antillón Gutiérrez8.

Hemos de señalar que Ramón Francisco Carrasco de Herrero nació en la ciudad de Guanajuato (Nuestra Señora, b. 26-VI-1739), hijo de Manuel Carrasco y Francisca de Herrero y Palencia. Por su parte, María Josefa Teresa Monterde fue hija del Dr. José Antonio Monterde y Antillón, quien casó en Guanajuato (Nuestra Señora, 14-IV-1759) con Manuela Antonia Gutiérrez de Raya y Martínez, oriunda de la congregación de Irapuato. El Dr. Monterde y Antillón (ca. 1735) había sido nombrado por el Tribunal del Santo Oficio, en 1769, «médico cirujano del mismo para los reconocimientos que se ofreciesen, misión que ya había realizado con anterioridad en Guanajuato»9.

Tanto en la Partida como en la Información matrimonial encontramos mayores datos, reveladores e inéditos, sobre su acontecer vital. Fernández de Córdova era médico y cirujano del Batallón de Milicias de la citada ciudad, donde había estado morando. Desde diciembre del año previo, o enero del corriente, había estado tres meses en Irapuato, y posteriormente restituido a la urbe. También resulta que en esa fecha ya había cumplido un año y tres meses de viudo, siendo su primera esposa María Guadalupe Ramírez de España (fallecida alrededor de mayo de 1798).

En los mismos documentos, de igual manera, se registra su apellido correcto, Fernández de Córdova, donde hace propio el apelativo de uno de sus antepasados10.

De la referida unión se tiene conocimiento de los siguientes hijos, considerando a la lista incompleta: María Francisca Manuela (Guanajuato: 16-VI-1800), Juan Pablo Ignacio (Salamanca: 25-VI-1801), Agustín María Hipólito (Guanajuato: 10–VIII-1802), José María de Jesús (Irapuato: 6-IX-1803), Josefa Sabina (Valladolid: 30-XII-1805), Juan Antonio Francisco (Valladolid: 11-XII-1806) y José Francisco Felipe (Valladolid: 26-V-1812).

La lectura de los escritos que hemos localizado hace evidentes las excelentes relaciones sociales que mantenía con la oligarquía de Guanajuato y Valladolid, así como los constantes cambios domiciliarios en razón de su empleo como médico militar.

Bajo este contexto, fue la forma como sirvió en las tropas de Hidalgo1, a quien por supuesto conocía. Lo que no es posible establecer, por ahora, es si se le unió a su llegada a Valladolid el 17 de octubre de 1810, lo más probable, como médico de la Infantería local, y si hubo algún tipo de vínculo previo en relación a tales acontecimientos. Tampoco hemos podido comprobar hasta dónde y cuándo se mantuvo a su lado, o si solo sirvió en Valladolid11.

De cualquier modo, no hubiera ocurrido más allá de marzo de 1811, ya que regresa al terruño, y es cuando, tal vez, ejerce su profesión como civil. Las palabras de Torres son pertinentes cuando dice que en su tierra natal «empezó a ejercer su profesión con bastante acierto, que le granjeó la estimación pública»1. Además, «su esclarecido talento, su trato franco, despejado y jovial y su fina educación le granjearon el aprecio de cuantos le trataron»1.

En el Hospital de Nuestro Padre San Juan de Dios fue médico y director por muchos años, hasta que murió durante su encargo el 8 de septiembre de 1816, a los 39 años de edad, y su cadáver fue sepultado en la capilla del referido hospital.

Literato y fabulista

Afecto a la literatura y a diversas expresiones artísticas, cultivó de manera predilecta la fábula; al menos es el único género del cual se conocen obras bajo su firma. En 1815, sin haberse ubicado el lugar de la edición, dio a conocer un tomo de Fábulas12,13. Algunos años después de su muerte, doce para ser exactos, el joven e inteligente doctor Juan Manuel González Urueña, de quien ya hemos hecho referencia, por entonces consejero del gobierno del Estado de Michoacán, y Miguel Ruiz y España, oficial de la Comisaría General, se dieron a la tarea de reeditarlas, con un prólogo y un par de agregados (Fig. 1)14. En 1830 (¿1832?) se publica la tercera edición en el Estado de Guanajuato12.

Figura 1 Fábulas de Fernández de Córdova: Edición de 1828 

Conclusiones

La fábula es considerada un género literario con características y elementos propios, tan antigua como lo es, propiamente, la literatura. Ya aparece en tablillas de arcilla provenientes de la región sumeria con una antigüedad de más de 2000 años a.C., y se conservan obras y autores desde la época clásica hasta nuestros días.

La fábula es una narrativa breve, en prosa o en verso, escrita en tercera persona, en la que los protagonistas pertenecen al reino animal, o son entidades diversas, que tienen comportamiento humano e incluso interactúan con ellos. El estilo suele ser llano, y la historia, breve. Tradicionalmente tienen una intención didáctica (moraleja), ética, y sus valores son universales e imperecederos, aplicables en todos los tiempos y lugares. Los temas por excelencia suelen ser los defectos y errores de la naturaleza humana. Esta circunstancia permite en algunas producciones, con ciertas precauciones y reservas, tener una perspectiva del pensamiento imperante, en relación al lugar y al tiempo de donde provienen. Erróneamente, aunque en muchos casos haya sido esa la intención, se ha creído que es literatura exclusiva para niños.

Es necesario preguntarnos por qué Fernández de Córdova ha estado en un relativo olvido, y para ello existen respuestas. Hasta ahora se creía que no había publicado nada en vida, sino hasta 1828, tras su muerte. La distribución de ese libro fue de manera local y limitada, quizás aún más que la primera y la tercera edición señaladas11. Su reputado nieto, Tirso R. Córdova, unos cincuenta años después, en la cúspide de la fama como literato, tuvo la intención de componer una nueva, que hubiera sido la cuarta edición, con una biografía ampliada. La muerte le llegó sin conseguirlo1.

En 1997, las Ediciones Casa Natal de Morelos dieron a conocer un libelo sin mayores consecuencias15. Poco después, la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) efectuó una reducida edición facsimilar que pasó por completo desapercibida16.

Por otra parte, se han omitido, independientemente del necesario análisis literario formal, de fondo, y la crítica respectiva a la obra de Fernández de Córdova, algunas circunstancias que requieren atención de manera inmediata, pues de ello depende su primicia, tanto en México como en el resto de América.

Nuestro protagonista fue contemporáneo de Joaquín Fernández de Lizardi (1776-1827), quien fuera el autor de la primera novela del continente americano. Aunque su trabajo comenzó a publicarse en 1816, El Periquillo Sarniento no se conoció completo hasta 1830-1831. En 1817 da a conocer sus Fábulas, actualmente arrinconadas en relación con el resto de su obra17. El veracruzano con domicilio en Puebla, Juan N. Troncoso (1779-1830), saca a luz pública las suyas en el año 1819; ahora son completamente desconocidos tanto el autor como las composiciones18. Pese a todo, son los pioneros en su género.

Respecto al doctor Fernández de Córdova, aun cuando ignominiosamente Torres, y algunos otros, apuntaron que la «versificación es algo defectuosa»1, propósito que se advierte no es rigurosamente observado en este género, su obra es un rico laboratorio para el estudio de las costumbres y los menoscabos sociales de la comunidad en que vive, Valladolid/Morelia, que es donde se da el tiempo para escribir, y todos los hechos suceden, por su contenido, mucho antes del llamado Grito de Dolores1.

Colofón

Desde el punto de vista médico, deja constancia clara y precisa de la ideología y las tendencias que el autor asume o predominan, particularmente desde la perspectiva de la salud mental. De manera muy específica, Fernández de Córdova se refiere al mal denominado entonces histeria. Para ello dice: «los primeros rudimentos de mi profesión fueron las enfermedades de las mujeres tratadas por los más sabios profesores que se dedicaron a este objeto, y siendo esta enfermedad casi endémica en esta Ciudad [Valladolid/Morelia], he tenido frecuentes ocasiones de tratarla […]»19. Con cierta agudeza, señala en el inicio de su obra: «A las señoras Histéricas: Dedicatoria»20. Esta acotación, así como el cuerpo y la estructura del texto de 1828, dilucidan cualquier duda que pudiera existir al respecto al impreso de 1815.

Ha sido cosa común, por historiadores ajenos a las ciencias médicas, que a los personajes de esta época se les identifique como sectarios de Brown (1735-1788) o de Victor Broussais (1772-1838). En las fábulas de Fernández de Córdova, más bien parece seguir al inglés Sydenham (1624-1689), quien apuntó que la histeria imitaba a todas enfermedades, y la hipocondría sería su equivalente en los varones21. Por otra parte, las consejas morales, o dicho en términos actuales, la higiene mental sugerida, nos despachan, irremediablemente, hacía Philippe Pinel (1745-1826), el gran reformador de Bicêtre.

Bibliografía

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2. Con la reserva de su coterráneo JoséAgustín de Castro (1730-1814), de quien Marcelino Menéndez y Pelayo dice que tradujo al castellano las fábulas de Fedro (siglo i a.C.) y del chiapaneco fray Matías de Córdova (1766-1828), autor de la fábula La tentativa del león y el éxito de su empresa (1807). Véase:Camurati M. La fábula en Hispanoamérica. México:UNAM, 1978, 113. De igual manera con el argentino Domingo de Azcuénaga y Basavilbaso (1758-1821), quien entre mayo de 1801 y enero de 1802, en el Telégrafo Mercantil publicóuna fábula por mes (solo se conocen siete de nueve). Su autenticidad literaria es dudosa, pues parece que el autor «modificó»a su conveniencia algunas (¿o todas?) que le sirvieron de modelo sobre otras ya consagradas. [ Links ]

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19. Sorprendentemente, dibuja y plasma de manera genial y precisa la idiosincrasia de la «achacosa»y «enfermiza»sociedad vallisoletana;quizás en ello radica su mérito. Siendo él médico, se burla de los galenos y sus pacientes. Se ocupa de la clase acomodada, predominantemente. [ Links ]

20. «Muy señoras mías:no solamente las drogas de la botica se han empleado en la enfermedad llamado Histérico;los remedios morales o de costumbre han tenido siempre en la medicina el mejor lugar. En la historia de esta ciencia, se encuentran muchísimos achaques curados por un buen método de vivir.“Fernández de Córdova I. Fábulas escogidas. Van precedidas de la receta para el histérico, glosada por el mismo autor, prólogo de Miguel Ruiz y España. Imprenta del C. JoséMiguel de Oñate. Valladolid/Morelia, México, 1828. pp. 217. [ Links ]

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Responsabilidades éticas

Protección de personas y animales. El Autor declara que para esta investigación no se han realizado experimentos en seres humanos ni en animales.

Confidencialidad de los datos. El autor declara que en este artículo no aparecen datos de pacientes.

Derecho a la privacidad y consentimiento informado. El autor declara declaran que en este artículo no aparecen datos de pacientes.

Recibido: 05 de Febrero de 2021; Aprobado: 26 de Marzo de 2021

* Correspondencia: César Campos-Farfán Antonio Plaza 420-18 Torrecillas C.P. 58090, Morelia, Michoacán, México E-mail: campos-farfan_hpmcc.apal@outlook.com

Conflicto de intereses

El autor declara no tener conflicto de intereses.

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