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Revista interdisciplinaria de estudios de género de El Colegio de México

On-line version ISSN 2395-9185

Rev. interdiscip. estud. género Col. Méx. vol.4  Ciudad de México  2018  Epub Feb 19, 2018

 

Reseñas

De memorias ostensibles y deseos subrepticios

Of ostensible memories and surreptitious desires

Daniel González Marín1 

1Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, campus Ciudad de México, email: gonzalez.jesus@itesm.mx

Parrini, R.. 2016. Falotopías. Indagaciones en la crueldad y el deseo. Bogotá: México: Ediciones Universidad Central-Programa Universitario de Estudios de Género, UNAM, 186 pp,


En Márgenes de la filosofía -publicado originalmente en 1972- Jacques Derrida escribe que mientras permanezcan intactas formas de dominación como el falocentrismo y el logocentrismo, “en su familiaridad esencial [...], todas las libertades que se dirá se toman con el orden filosófico, seguirán agitadas a tergo por máquinas filosóficas ignoradas, según la denegación o la precipitación, la ignorancia o la necedad” (1994, pp. 28-29). Aunque el filósofo francés no inauguró en el campo de las humanidades la idea del falo como un orden simbólico que atraviesa una gran diversidad de prácticas culturales, la lectura en clave feminista por pensadoras como Luce Irigaray, Hélène Cixous y Catherine Clément, sentó las bases de una discusión aún presente en los estudios de género.

La centralidad de ese orden cifrado por la palabra hablada y la abstracción del pene, ¿tiene hoy un núcleo reconocible y asequible?, ¿bajo qué formas se manifiesta y de qué otros modos se oculta o camufla?, ¿cómo se infiltra en un sistema de sexo-género? Falotopías. Indagaciones en la crueldad y el deseo, de Rodrigo Parrini, responde a estas interrogantes con nuevas preguntas. Si bien no niega la existencia de masculinidades hegemónicas en el orden social, que estudia cuidadosamente en relación con la violencia, la memoria y el deseo, le interesan los desplazamientos, los márgenes, las metamorfosis y las transversalidades de aquellas dimensiones simbólicas que a menudo habitan en los intersticios antes que en las entrañas. Su trabajo agita, en el sentido querido por Derrida, ese conjunto de formas que no ha permanecido intacto.

El libro explora territorios en los que el falo se inscribe como soporte de espacios, tiempos y retóricas. En palabras del autor:

Tal vez el punto común a todos estos escritos es que trabajan con desechos de diverso tipo o con materiales con un estatus cultural y social invisible o trémulo: desde algunas imágenes de cadáveres, que suman una producción mediática gigantesca y en continua transformación, pasando por columnas periodísticas quizás ya olvidadas, hasta llegar a pequeñas historias de amor o erotismo, vínculos familiares extraños y marginales, a su manera, o unas ropas en desuso o unos recuerdos etnográficos menores (p. 18).

Y la estrategia de abordaje no cede ante premisas sumarias ni interpretaciones taxativas. Desde al menos una década, Parrini ha construido una obra en la que están presentes los bordes y las tensiones, como su estudio de las masculinidades en una cárcel de México (Panópticos y laberintos, 2007, El Colegio de México), las antologías que coordinó acerca del cuerpo (Los archivos del cuerpo, 2012, PUEG/UNAM), los estudios gay y queer en México (en colaboración con Alejandro Brito, La memoria y el deseo, 2014, PUEG/UNAM) y los trasvases entre lo local y lo global (en colaboración con Nattie Golubov, Los contornos del mundo, 2009, CISAN/UNAM), y una obra de gran aliento, próxima a publicarse, que fue resultado de su investigación doctoral y en la que propone una antropología del deseo (Deseografías, 2018, UAM-Xochimilco/UNAM).

La formación multidisciplinaria del autor (psicología, en su natal Chile; estudios de género y antropología, en México) perfila un horizonte de reflexión que desborda los límites endógenos y autorreferenciales de los campos académicos tradicionales, pero sin descuidar la apelación a referentes empíricos y soportes materiales específicos. En el caso particular de Falotopías, Parrini propone ese título:

[…] para pensar las formas en que se establece un dominio en el campo del género y de la sexualidad. Si bien sigue siendo una dominación jerárquica, ya no hay un padre que sustente simbólicamente la acción de los hijos; solo hay hermanos que pactan entre sí -de modos más o menos permanentes y estratégicos-, fraternidades políticas, económicas, culturales, religiosas, deportivas, criminales, entre otras. La dominación no se constituye piramidalmente, con un soberano-patriarca a la cabeza, como la famosa imagen del Leviatán de Hobbes, en la que el rostro único del soberano se distingue de los muchos cuerpos humanos que conforman el suyo. Por el contrario, la dominación es una densa red de pactos y genealogías políticas masculinas que están en pugna o en acuerdo, que se articulan o entran en conflicto, que se unen o se separan (p. 19).

El libro está dividido en tres partes: la crueldad, la memoria y el deseo, respectivamente. Cada una de ellas va desbrozando las maneras en que masculinidades dominantes coexisten con otras que impugnan y reorientan corporalidades, afectos, discursos y objetos.

La primera sección incluye dos textos, “Falotopías” y “Economías de la crueldad”. Si bien Parrini subraya la presencia de nuevas formas de dominación, la continuidad de lo que podríamos llamar un antiguo régimen, no deja de ser perturbadora, como la comparación que realiza entre una fotografía de El Constituyente de 1917 y otra, de 2014, en el Teatro de la República, que repite el dominio absoluto de un grupo de hombres en los festejos de la patria, entretanto las mujeres son apenas un telón de fondo, pálidas testigos de un horizonte que las excluye. Por otro lado, mientras los narcotraficantes cuelgan en los puentes cuerpos de hombres como falos distendidos y otros se afirman nominalmente con el apelativo de “Los Viagra”, los medios de comunicación y las instituciones públicas cuentan muertos y caídos de una guerra emprendida desde 2016 por el entonces presidente Felipe Calderón en contra del narcotráfico. Se trata, afirma el antropólogo, de “un discurso económico sobre la muerte que es necesario comprender” (p. 50).

Las formas de localización del poder masculino son también temporales y, por decirlo en términos del pensamiento de Peter Sloterdijk (autor clave para Parrini), atmosféricas, de ahí que vincule también las falotopías con las falocronías y las falósferas. Al igual que Susan Bordo reclama en The Male Body (1999) una restitución de la materialidad cuando se piensa el falo como una pura simbolización, el autor de Falotopías insiste en estudiar la masculinidad como

[…] un sistema sociotécnico, una forma de ocupar y operar el mundo, un modo de producir y usar los objetos, una máquina creadora de espacios y de relaciones sociales. La falotopía, que corresponde a la forma del espacio social casi en su completa extensión, es una concreción de los sistemas sociotécnicos masculinos, organizados en torno a la diferencia sexual, que también la deshacen y la mutan (p. 45).

En la segunda parte, “Deseo”, integrada por “Archivos del deseo” y “Falocronías”, Parrini recobra el largo trabajo etnográfico que desarrolló durante diez años con un colectivo de homosexuales en Tenosique, una ciudad fronteriza de México que ganó notoriedad hace un par de años por ser una estación de paso del tren que conducía a migrantes centroamericanos hacia los Estados Unidos, mejor conocido como La Bestia. Para el autor, el deseo no es solamente una pulsión, sino un productor de recuerdos que constituye también una suerte de archivo.

Una memoria del deseo alude a las sensaciones, los roces y los gestos; es una memoria de la piel que se narra fragmentariamente y que, al parecer, no configura una versión estable del sujeto. El deseo, a mi entender, es la energía secreta de esas memorias personales y eróticas. Estas memorias traen a la superficie -por así decirlo- aspectos velados de la vida de ciertos sujetos o colectivos; marcan un trazo que cruza las líneas sólidas de las trayectorias de vida o del orden moral, con pequeños asomos de humor y de placer, de transgresiones microfísicas y reflexiones escatológicas (p. 69).

El texto cierra con un díptico (“Antrapología del abandono” y “Archivos muertos”) en torno a la memoria, que sirve a su vez como una suerte de metatexto de todo el libro. Aquí, el autor reflexiona sobre los contornos, desfases e implicaciones del trabajo etnográfico. El antropólogo enfrentado a un mundo compuesto de acordes y disonancias, de restos y de fantasmas, de oscilaciones y verticalidades. Son dos experiencias las que vertebran este último apartado: la organización, por parte de Parrini y un grupo de estudiantes, del ropero del Hogar-Refugio para Migrantes La 72 en Tenosique; y la trayectoria de un artículo del autor que finalmente no fue publicado, pero exploraba formas de parentesco que trastocaban un orden unidireccional y parecía destinado a engrosar los archivos muertos de la memoria y el deseo.

Inspirado en el trabajo de Walter Benjamin, Parrini se descubre como oficiante de una disciplina que trabaja con los desechos y los harapos que se donan a un ropero de personas en tránsito: la antrapología. Pero lo particular de esta intervención devela también un sentido profundo del trabajo etnográfico, que en palabras del investigador, debe “decidir el destino de ciertos materiales” (p. 148).

La lectura de este texto no sólo anima a explorar con originalidad y heterodoxia temas presentes en los estudios de género desde hace muchos años (la violencia, el falo, la memoria, la migración, el deseo), con un andamiaje empírico rico y diverso, sino que se beneficia, además, de una escritura sutil e intensa que no desmerece en nada a la eufonía propia de los textos literarios.

Referencias bibliográficas

Bordo, S. (1999). The Male Body. A New Look at Men in Public and in Private. Nueva York: Farrar, Strauss and Giroux. [ Links ]

Derrida, J. (1994 [1972]). Márgenes de la filosofía. Madrid: Cátedra. [ Links ]

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