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Revista interdisciplinaria de estudios de género de El Colegio de México

On-line version ISSN 2395-9185

Rev. interdiscip. estud. género Col. Méx. vol.3 n.5 Ciudad de México Jan./Jun. 2017

 

Reseñas

Amores indecibles, placeres desbordados: prácticas homoeróticas entre varones

Unspeakable Loves, Overwhelming Pleasures: Homoerotic Practices among Men

Luis Fernando Rodríguez Lanuza1 

Hernando Hernández Nava2 

1Universidad Autónoma de Querétaro y Salud, México, email: ferolanuza@hotmail.com

2Género Querétaro, A.C., México, email: psiqueherno@hotmail.com

Núñez, G.. 2015. Sexo entre varones: Poder y Resistencia en el campo sexual. 3ra edición, México: UNAM, CIAD, Colegio de Sonora,


La historia personal de nuestro miedo es parte de la historia social de nuestro deseo y ésta no puede entenderse sino en el contexto social de significación que lo condiciona (Núñez, 2015, p.129)

Comentar la nueva edición de Sexo entre varones de Guillermo Núñez es un honor y un verdadero placer. Se trata de un libro clásico, tanto en México como en Latinoamérica, sobre erotismo entre varones; un libro que además es pionero del estudio de las masculinidades en nuestro país. Su tercera edición es un indicador de la vigencia de sus contenidos y de la importancia política del texto. Su precisión teórica y su detalle narrativo lo siguen colocando como una de las mejores introducciones latinoamericanas disponibles sobre homoerotismo.

De las más de 100 horas de entrevistas que recoge el texto nos presenta una riqueza en testimonios de varones, sus miedos, sus prácticas, sus afectos. Entre pedradas, insultos, burlas, apodos y rechazo, las personas entrevistadas atraviesan una serie de situaciones emocionales como la culpa, la vergüenza, el sentimiento de soledad e incluso el deseo de morir. La riqueza testimonial hace del libro un espacio de reconocimiento e inspiración política también para las generaciones de jóvenes que se acercan al tema hoy día desde escenarios y debates distintos. Y es que Sexo entre varones, una investigación situada en Hermosillo a finales de los ochenta e inicios de los noventa, nos apoya también para hacer un diagnóstico de nuestro presente a la manera foucaultiana. Nos hace preguntarnos por la agenda política de la diversidad sexo afectiva y es un buen texto para hacer un balance de los logros en el reconocimiento jurídico y social del erotismo entre personas del mismo sexo.

Además, Sexo entre varones está escrito desde el malestar mismo de la categoría “homosexual”, categoría que aparece entrecomillada en el texto ya que está lejos de agotar las identificaciones o los encuentros entre varones. El texto es, sin duda, una de las primeras obras escritas en castellano con la influencia directa de la emergente teoría queer, a comienzos de los años noventa. Es también por ello que el texto visibiliza de pasada a la heterosexualidad y sus malestares. Cualquier persona heterosexual podría leer el texto colocándose como interlocutora y no solamente como consumidora de la “homosexualidad” como objeto de investigación, un pequeño paso hacia la historia crítica de la normalidad sexual.

Ahora, ¿cómo se contrasta el texto con nuestro presente después de más de dos décadas de su aparición original? Ciertamente hemos avanzado en el reconocimiento, en las disputas por la normalización, la asimilación y la subversión de la vida social y política del país. De la otredad pecadora, viciosa y enferma, el homoerotismo se ha visualizado cada vez más como una opción visible y políticamente prometedora. Sin embargo, la lucha por la representación es todavía larga y tiene altibajos importantes y, muchas veces, violentos.

Por ello, insistimos en que Sexo entre varones es un instrumento precioso para hacer un análisis del presente, una crítica de lo que somos, a la manera foucaultiana: no para ser mejores, sino para dejar de ser lo que somos, pues la “homosexualidad” representa en este texto una de las muchas figuras del homoerotismo y una que, aunque necesaria para las luchas políticas, siempre ha sido un espacio identitario fracturado e impuesto, apropiado a medias y, empalmada con lo gay, una contradicción interna que habrá que evidenciar, analizar y superar.

Nuestra labor docente también nos hace pensar en este texto como un recurso valioso para los contextos escolares y universitarios. Nos parece que todos y todas hemos testificado cómo el escenario escolar ha sido un campo minado para las expresiones eróticas divergentes, además de ser el lugar en donde ocurren muchos de los primeros encuentros, en donde comienzan las luchas internas y externas entre el deseo y la prohibición. Esta última, justifica una serie de actos violentos que han encontrado eco entre educadores/as y estudiantes, cuya función es reproducir un discurso hegemónico que censure la sexualidad que se sale de la norma. La escuela, junto con diferentes instituciones tales como la Iglesia (principalmente la católica), la familia, la policía y los medios de comunicación favorecen la permanencia del efecto panóptico, que es este ojo que todo lo ve y castiga.

Por lo tanto, éste es un libro también recomendado para educadores/as y docentes pues cuestiona la complicidad silenciosa o no, con el chiste homofóbico en el salón de clases. En ocasiones basta una sonrisa, una mirada o no hacer nada, permanecer omisos para seguir perpetuando la violencia por razones de género o de orientación sexual o, en palabras de Guillermo Núñez, de la experiencia sexual. Desde el campo de la educación, nos parece importante señalar la accesibilidad del texto que, si bien busca mantener la rigurosidad académica por su riqueza conceptual, tiene como propósito dotarle de un lenguaje asequible, lo que nos entusiasmó muchísimo pues frecuentemente nos topamos con la dificultad de traducir el lenguaje académico en acciones prácticas para la vida cotidiana.

Ahora bien, en cuanto a la estructura del texto, nos parece importante señalar lo siguiente: los primeros capítulos son más densos teóricamente. Se discute sobre las representaciones hegemónicas y las formas de resistencia, las herejías, como les llama el autor. Bourdieu, Foucault y Freud conviven como influencias importantes en la primera parte del texto. Aquí, el autor retorna a las cosas obvias, a las explicaciones básicas, al sentido común, para evidenciar la fuerza del discurso sexual normalizante. Uno de los ejemplos abordados por Guillermo Núñez es el amor o enamoramiento pensados desde la representación hegemónica de lo sexual como inexistentes para los hombres que tienen sexo con hombres.

Esa duda sobre el amor o el enamoramiento es una de las manifestaciones de la homofobia. Enamorarse de otro hombre conlleva al menos la pregunta por arreglos distintos al orden de género patriarcal. ¿Cómo pueden amarse dos hombres? ¿Qué cosas se subvierten cuando dos hombres comparten su intimidad? ¿Qué nuevas concepciones del poder y los cuerpos aparecen acá? ¿Qué provoca la manifestación del amor entre personas del mismo sexo en el imaginario social? ¿Por qué desestabiliza tanto más la intimidad que el sexo mismo, como también lo afirmara Foucault?: “El miedo a amar a nuestros semejantes expresa el miedo a perder poder y más aún, de ser objeto de poder, de que otros reivindiquen un poder sobre nosotros” (p. 129). Esto es efecto de la normativa sexual en los cuerpos y afectos disidentes.

Esta pregunta sobre el reconocimiento del amor es una que se deriva desde las representaciones hegemónicas que a todos y a todas nos conforman. Por ello, es una duda presente en algunos de los testimonios que Núñez nos presenta. Es decir, estos varones tienen que pasar por estas preguntas, pues su sentido de normalidad tiene que ser construido desde afuera, desde la periferia de la norma. Por ello, uno de los puntos más interesantes para mí en el texto es cuando se aborda el tema de la diferencia. La pregunta que se hace es: ¿cómo se forma el sentimiento de ser diferente? Aquí se discuten los caminos de la autorepresentación y de la aceptación. Se trata sobre todo de testimonios de varones que vivieron formas de irrealidad antes de tener la posibilidad de identificarse o nombrarse como homosexuales.

Esta parte del texto es interesante porque abre la pregunta por esas vivencias infantiles y juveniles de que no tenían un nombre para ser representadas y que, sin embargo, eran fuente de vergüenza, malestar y violencia. La sensación de estar mal, de ser malo, sin saber por qué. Todas estas experiencias que forman parte importante de lo que se es actualmente. Esa rareza que habita los recuerdos, esa extrañeza de la infancia es rastreada como un sentimiento de diferencia socialmente inducida. Cualquier estudiante de psicoanálisis o psicología podría repensar a partir de este apartado la relación entre homosexualidad y paranoia. Con suerte, se podrán elaborar nuevas discusiones al respecto y se podrá hacer justicia histórica a cientos de vidas diagnosticadas y sometidas al peso teórico psicológico o psicoanalítico. La relación entre homosexualidad y paranoia tiene que ser rehecha constantemente y, ¿por qué no?, politizada en beneficio de la diversidad sexo afectiva.

La sensación de ser observados de muchos de los testimonios del texto se conecta también con un observar distinto. La diferencia será marcada a partir de este mirar diferente. Aquellos vistos como diferentes, como raritos, adquieren también una forma rara de mirar al mundo social, de devolver la mirada a sus instituciones. Guillermo Núñez recoge la palabra de José Joaquín Blanco para mejor describir esto: “Nos dio una diferencia política ante todos los aspectos de la vida, mucho más allá de la cama” (p. 191).

Esta diferencia es el alimento subversivo de la nominación homosexual, que siempre ha sido una identidad minoritaria incongruente. Ésta diferencia es para nosotros, ahora, el camino para una nueva agenda política: ¿qué alianzas con otros movimientos sociales son posibles? ¿Cómo pensar la agenda de la diversidad sexo afectiva en relación con la justicia global, con las injusticias económicas? Estas y otras preguntas se desprenden de la agenda política que Núñez nos presenta en su texto original de 1994, en contraste con otros puntos del epílogo que se agrega a esta edición. En las últimas páginas del texto, se escribe: “Finalmente, es necesario replantear un sentido de justicia social más allá de la agenda sexual y de género y vincularla con temas que le son cercanos: la justicia laboral, el medio ambiente, el narcotráfico y la seguridad pública, y la experiencia de los migrantes” (p. 335). Estas otras alianzas son necesarias y urgentes. Los logros en el reconocimiento no pueden dejar de movilizar esfuerzos por mundos mejores para todos y todas. Ésa es la esperanza ubicada en las últimas líneas del texto.

Terminamos este breve comentario con la palabra del mismo Núñez: “Yo sigo pensando que estamos a tiempo de extraer de la experiencia social e histórica de la lucha contra el heterosexismo y el androcentrismo, la fortaleza cognitiva, emocional y moral necesaria que cuestione una noción de libertad que se agota en la libertad del consumo y, a la postre, en la vaciedad de su ejercicio. La libertad tiene que ser mucho más que eso” (p. 336).

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