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Estudios sociales. Revista de alimentación contemporánea y desarrollo regional

versión On-line ISSN 2395-9169

Estud. soc. Rev. aliment. contemp. desarro. reg. vol.33 no.61 Hermosillo ene./jun. 2023  Epub 04-Dic-2023

https://doi.org/10.24836/es.v33i61.1294 

Artículos

Las consecuencias hídricas del decreto de dotación ejidal para los comcáac de Punta Chueca, Sonora (1970-2021)

The hydrological consequences of the common land endowment decree for the comcaac of Punta Chueca, Sonora (1970-2021)

Carlo Fabián Rubio-Mejía* 
http://orcid.org/0000-0002-3457-9992

José Luis Moreno-Vázquez** 
http://orcid.org/0000-0001-8770-434X

*Universidad de Sonora, México.

**El Colegio de Sonora. México.


Resumen

Objetivo:

Mostrar las consecuencias hídricas del decreto presidencial de dotación ejidal en 1970 que creó, políticamente Desemboque y su anexo Punta Chueca y, a la vez, estableció definitivamente a los comcáac en el territorio que ocupan actualmente.

Metodología:

Recopilación documental, el análisis conceptual de “lucha”, revisión de hemerografía, aplicación de entrevistas a autoridades tradicionales y pobladores comcáac y recorridos de campo realizados en el periodo 2018-2021.

Resultados:

Muestran una serie de problemáticas relacionadas con la disminución del territorio ancestral seri, los vínculos con los antiguos accesos al agua y la presencia de luchas por el agua.

Limitaciones:

Falta de testimonios de pobladores comcáac que participaron directamente en el proceso legal de la dotación ejidal de 1970, ya que ello enriquecería la comprensión de ese complejo proceso histórico-jurídico del pueblo seri.

Conclusiones:

La dotación territorial de 1970 originó dos etapas de construcción social de escasez de agua, una institucionalizada, que repercutiría en el inicio de luchas por nuevos accesos de agua a mediados de 1990 e incrementarían en grado de violencia en la segunda etapa de escasez que llamamos “moderna” representada en los distintos proyectos desaladores de 1999, 2003, 2008 y 2014. Finalmente, la sobrenaturalidad que aportaban los antiguos accesos al agua se fue perdiendo y olvidando por las generaciones nacidas después de 1970.

Palabras clave: desarrollo regional; lucha; decreto; construcción social de escasez de agua; desalinización; gente nueva

Abstract

Objective:

To show what we consider the three key consequences of the shared land endowment decree that in 1970 politically created Desemboque and its annex Punta Chueca and definitively established the Comcáac in the territory they currently occupy.

Methodology:

This is based on the documentary compilation, as well as, the conceptual analysis of "struggle", the application of interviews with traditional authorities and Comcáac residents and field trips carried out in the period 2018-2021.

Results:

They show a series of problems related to the reduction of the Seri ancestral territory, the links with the old accesses to water and the presence of struggles for water.

Limitations:

There is a lack of testimonies from Comcáac residents who participated directly in the legal process of the ejido endowment of 1970, since this would enrich the understanding of this complex historicallegal process of the Seri people.

Conclusions:

The territorial endowment of 1970 originated two stages of social construction of water scarcity, one institutionalized, which would have repercussions in the beginning of struggles for new access to water in the mid-1990s and which would increase their degree of violence in the second modern stage represented by the different desalination projects. of 1999, 2003, 2008 and 2014. Finally, the supernaturality provided by the ancient accesses to water was gradually lost and forgotten by the generations born after 1970.

Keywords: regional development; struggles; decree and social construction of water scarcity; desalination; new people

Introducción

Desde el siglo XVI hasta mediados del XX, las generaciones Comcáac1(seris) fueron conocedoras de la importancia de su territorio y de las interpretaciones simbólicas que surgían a partir del uso de ciertos espacios que les proporcionaban: alimento, agua y una relación con sus antepasados. Esta se hallaba vinculada con la flora y la fauna de la región. Todo ello brindó una notable sacralidad a lugares específicos. La seminomadía o trashumancia de los seris que daba libertad de movimiento en su antiguo territorio, logró una relación y conocimiento dinámico de lugares como accesos al agua generando una sacralidad mutua entre ambos. La movilidad fue disminuyendo durante los procesos históricos de colonización, campañas de exterminio y distintas invasiones de particulares a su territorio, lo que provocó que progresivamente fueran desplazados hacia la costa de Sonora e Isla del Tiburón en las primeras décadas del siglo XX.

El decreto de dotación ejidal de 1970 que realizó el presidente Luis Echeverría Álvarez (1970-1976) creó políticamente los poblados de Desemboque y su anexo Punta Chueca ubicados en el estado de Sonora. Dicho decreto es fundamental para entender la historia contemporánea de los seris, pues marca una coyuntura entre lo que fueron los comcáac llamados ancestrales y las generaciones actuales “gente nueva” o cmique cma quih”.2 Esto significó, además, una ruptura con su relación territorial y cultura ancestral de sobrenaturalidad relacionada específicamente con antiguos accesos al agua. La dotación territorial limitó legalmente y asentó a los seris en dos poblados, terminando con un proceso histórico-cultural. A partir de ese momento el Estado mexicano se encargó de administrar los asentamientos comcáac, por lo que los servicios básicos y fundamentales como el agua, luz, vivienda entre otros, serían obligatorios, además de “convertir” políticamente en ciudadanos mexicanos a los seris, y formar parte de la legislación jurídica de México y todo lo que ello representa.

En este trabajo analizaremos la importancia y las tres consecuencias del decreto de 1970, que son: a) la formalización de dos etapas de construcción social de escasez de agua: una institucional y otra moderna, esta última caracterizada por la construcción de cuatro proyectos desaladores, lo que contribuiría a generar un proceso de: b) luchas por el agua que fueron creciendo en grados de violencia ante la indiferencia de los distintos niveles de gobierno para dar solución a este problema y c) la pérdida de “sobrenaturalidad” de los seris actuales por la falta de relación y el manejo de algunos antiguos accesos al agua con que los seris actuales no cuentan por la dotación ejidal hecha en 1970.

Metodología

La metodología se basa en la recopilación de distintas fuentes que ayudan al análisis y comprensión de la situación hídrica actual que ha gestado luchas por el agua desde mediados de los noventa para los comcáac asentados en Punta Chueca, Sonora. Se analiza el concepto de “lucha” tomado de las reflexiones de la doctora Karina Kloster (2016), además, se hace una revisión de hemerografía que va desde mediados de los noventa hasta la primera década del siglo XXI. Por último, se realiza una descripción y análisis de entrevistas a autoridades tradicionales y pobladores comcáac, así como recorridos de campo realizados en el periodo 2018-2021.

Lucha y construcción social de escasez de agua: visión conceptual

Una autora dedstacada en el análisis de las luchas por el agua en México es Karina Kloster, quien profundiza en las características de acción que generan la conciencia e identidad de quienes luchan por el agua. Su gran aporte es el entendimiento identitario, más que la tipificación de las luchas por el agua en México. Es decir, se interesa en responder la pregunta: ¿Por qué luchan los que luchan? Y, a su vez, en comprender, a través de las acciones de lucha, la conciencia de identidad cultural-simbólica que cada grupo persigue en su afán por el acceso al agua (Kloster, 2016).

Kloster argumenta que los conflictos por el acceso y abastecimiento del recurso hídrico generan luchas: “las luchas sociales por el agua son manifestaciones de un conflicto, no existe lucha sin que medie un conflicto en que se enfrentan individuos desde posturas disimiles en relación con ese recurso” (Kloster, 2017, p. 62). Señala, además, que es en la acción donde se construye una identidad social o de clase, quienes luchan generan acciones que les definen, les concientizan dentro de una lucha, en este caso, por el agua (Kloster, 2016). En ese sentido, la autora describe las acciones que se presentan en las luchas por el agua, advierte que estas pueden ser “dentro del orden jurídico o fuera de él”. El primero refiere cuando los individuos hacen uso de los recursos legales ante instituciones formales de sus peticiones, el segundo, cuando actúan o se organizan con base en sus criterios culturales específicos sobre la marcha (Kloster, 2016).

Kloster enumera tres niveles de intensidad de lucha dependiendo del desarrollo de un conflicto: a) las denuncias verbales o escritas, como pueden ser: las quejas, peticiones o exigencias son acciones de protesta de advertencia; b) las acciones directas o las que utilizan el cuerpo como: manifestaciones, movilizaciones, protestas, convocaciones a reuniones, plantones, enfrentamientos, tomas de oficina, irrupción de obras, cortes de agua, no pagar agua, entre otras y, c) las declaraciones y acciones legales (2016). Es en la “acción directa” donde podemos ver más claramente cuál es el problema y las causas de una lucha por el agua. Es en estas acciones donde los sujetos explicitan en la realidad su conciencia de lucha y el conflicto es visto con mayor claridad histórica. Entonces, refiriéndose a cuáles son los problemas que hacen que la gente se movilice y utilice la acción en los problemas relacionados con el agua, sobre todo en las zonas urbanas, de control municipal, estatal o delegacional (en su momento, ahora son alcaldías CDMX) es, precisamente, la falta de ella o su escasez, la cual tiene un antecedente histórico que genera conflictos y luchas, según la autora (Kloster, 2016).

Karina Kloster afirma que para llegar a la toma de conciencia acerca de los conflictos del agua y lograr así el reconocimiento de identidad de un grupo en disputa es necesario atravesar un camino, el cual comprende la observación del problema, el presentimiento del problema y el paso a la acción directa. La toma de conciencia emanada de las distintas acciones directas descritas genera individuos seguros de por qué se está luchando, ya no utilizan a terceros para la solución de sus problemas, sino que son ellos, por medio de las distintas formas de lucha, los que buscan solucionar los conflictos.

Entre los actores o sujetos que realizan más frecuentemente acciones directas de lucha por el agua están los indígenas. La autora señala que, entre los distintos grupos en conflicto, de su grado de conciencia e identidad, dependerán las acciones de lucha que ejecutarán. Por ejemplo, en un estudio de 1990 a 2010, se analizaron los siguientes grupos: vecinos o grupos vecinales, organizaciones no gubernamentales (ONG), partidos políticos, agricultores/empresas/productores y comunidades indígenas. En general, estos últimos son los que tienen más registros de enfrentamientos con acciones directas: bloqueos, manifestaciones, cierre de carreteras, toma de oficinas, cierre de bombas de agua y violencia física (2016).

Según Kloster, (2016) esto se debe a que los otros sujetos, por sus características históricamente distintas a los grupos indígenas, pero sobre todo por una toma de conciencia o identidad particular utilizan primeramente acciones “no directas” como son: denuncias, procesos jurídicos, peticiones y exigencias en medios de información, para después en casos muy aislados utilizar las acciones directas descritas. Esta situación se debe a que históricamente a los grupos indígenas se les han negado los canales de comunicación que permitirían recurrir a acciones más “moderadas” antes de llegar a las directas.

El análisis de “escasez por construcción social” lo hacemos a partir de las reflexiones de Karen J. Bakker (2000) y Esther Padilla Calderón. La escasez de agua va de la mano de distintos factores, no solo ambientales o naturales; esta es la llamada “escasez física”. También se presenta por la acción del hombre e instituciones encargadas del suministro. Se entiende pues, que la escasez no es la ausencia total de agua, sino una baja cantidad del líquido por razones físicas o naturales o manipulada inequitativamente por el hombre e instituciones, esta última es la que llamamos “construcción social”.

Esther Padilla analiza la relación agua, poder y escasez en el ejido de San Miguel de Horcasitas y su anexo Los Ángeles, en el estado de Sonora, México, y Karen J. Bakker en un condado del norte de Inglaterra. Los análisis de Padilla y Bakker son los que más se acercan a la realidad de escasez que empezó a gestarse con los seris de Punta Chueca a partir del decreto de 1970. Bakker (2000) analiza la construcción social de una escasez “creada” por el ser humano, en este caso, una empresa privada que toma el mando de la gestión del agua desde 1989 cuando se privatiza el YWS (Sistema de Aguas de Yorkshire).

Durante 1995 existió una sequía de gran magnitud, afectando gravemente a su población. Dicha sequía cambió la manera de gestionar el agua y regulación. El evento climático natural de la sequía motivó a la empresa privada y a la YWS a manejar un discurso de “escasez” y cambiar el manejo del agua. Los precios, las cuestiones técnicas y el abastecimiento (Bakker, 2000). Lo interesante de esta problemática es que el gobierno y la empresa privada aprovecharon la sequía de 1995 para construir una escasez para beneficio de una gestión-administración más conveniente para ellos. Bakker señala:

[…] En este documento, cuestiono las interpretaciones convencionales de la crisis del suministro de agua de 1995 como un peligro natural o como resultado de la ineptitud de la administración. La sequía se conceptualiza como la producción de escasez, resultado de tres prácticas interrelacionadas: modelación meteorológica, previsión de demanda, y reestructuración corporativa y el "juego" regulatorio […] (2000, p. 1).

En ese sentido, la autora no solo analiza la sequía como causante de una escasez natural manejada por los medios de comunicación, empresa privada e institución municipal del agua de Yorkshire, sino, mediada por los siguientes factores: el juego regulatorio, el discurso de escasez de las instituciones para cambiar la gestión y regulación del agua. Esther Padilla analiza una gran sequía que azotó a los dos poblados, las confrontaciones y luchas que se dieron en este espacio y la construcción social de la escasez que derivó de las luchas entre estos.

La autora se remonta hasta el año de 1917 cuando un grupo de pobladores empieza con los trámites para que se les legalicen los territorios mencionados señalando que fueron despojados de ellos desde el siglo XVIII y define la escasez por construcción social como: “La disminución de agua disponible en un territorio; no obstante, la escasez es una situación resultante no de condiciones climatológicas, sino de los modos de cómo se usa y distribuye el agua en un contexto determinado” (Padilla, 2012, p. 34), por lo que resulta una escasez por construcción social.

Es decir, la escasez por construcción es el manejo del agua en su distribución, usos y gestión, que puede ser de manera inequitativa y a conveniencia político-social de un grupo hacia otro. En ese sentido, Esther Padilla (2012) analiza al ejido y su anexo como un territorio en construcción constante debido a las luchas por el acceso al agua. Para la autora, estos ejidos generalmente pasan por situaciones de escasez física o natural, sin embargo, en dichos poblados existieron situaciones de confrontación y de luchas de poder por el acceso al agua para su subsistencia agraria. En este caso, los dos poblados, antes de considerárseles ejidos, nacieron de una forma socio-cultural distinta, sobre todo en el manejo del agua para sus trabajos cotidianos agropecuarios. Esto provocó que después de su formación ejidal se suscitaran luchas por el control máximo de agua debido a sus distintas actividades económicas.

San Miguel de Horcasitas, con una historia económica de establecimientos industriales y grandes comerciantes, dominó los niveles y el acceso al agua en su disputa con el poblado de Los Ángeles, desarrollando constantemente una construcción social de escasez debido a la distribución inequitativa del agua (Padilla, 2012).

De hecho, Karina Kloster advierte que lo que realmente está en juego en las luchas por el agua es más bien un asunto de política de gestión del recurso, de su mal manejo, lo cual amenaza el suministro, más que su disponibilidad física: “Desde nuestra perspectiva la escasez de agua constituiría, en realidad una construcción social resultante de un sistema económico que establece políticas sociales cuyo desenvolvimiento instala la inequidad y la exclusión social” (Kloster, 2017, pp. 23, 76-77). No es la falta de agua la que genera los conflictos y luchas por el agua, sino el modo en que se gobierna la disponibilidad.

La escasez de agua depende de otros factores, en este caso sociales, de instituciones que gestionan su administración o de comunidades que tienen la gestión del recurso. Dentro de esta dinámica, según los estudios y autoras(es) del tema, la escasez por construcción social se desenvuelve entre la “inequidad y la exclusión social” (Padilla, 2012) entre quienes tienen el poder de controlar el suministro y lo hacen de manera injusta, desigual, con mala distribución y manipulación de información.

Se entiende, entonces, que la escasez por construcción no es un concepto teórico ni hasta hoy desarrollado ampliamente. A pesar de esto, los planteamientos de las autoras antes citadas ayudan a comprender mejor la situación de escasez por construcción social que se vive en Punta Chueca, Sonora y contribuyen al desarrollo de este concepto. En efecto, dicha construcción depende de la manifestación de un territorio en constante cambio. En ese sentido, el territorio que tenían los seris antes de la llegada de los españoles y misioneros era considerablemente más amplio que el actual (Luque, 2006).

Sin embargo, desde los siglos XVII hasta principios del XX, la historia de los Seris a estado sujeta a grandes cambios y procesos violentos de despojo e intervención del no indígena. Por ello se han creado modificaciones en las prácticas y dinámicas de abastecimiento y apropiación territorial en torno a los accesos al agua. En ese sentido, el decreto de dotación ejidal de 1970 sería el proceso coyuntural que ocasionaría tanto una escasez por construcción social dividida en dos etapas: institucional y moderna y el nacimiento de luchas por el agua en Punta Chueca.

El decreto de dotación ejidal de 1970 y la conformación de una escasez por construcción social “institucional y moderna”3

El sábado 28 de noviembre de 1970, en el Diario Oficial de la Federación (DOF) se publicó la siguiente resolución: “Por escrito del 1ro. de febrero de 1966 vecinos del poblado de El Desemboque solicitaron del C. Gobernador del Estado (Sonora) dotación de tierras por carecer de las indispensables para satisfacer sus necesidades” (DOF, 1970). Con este dictamen se oficializaba la dotación de 91,322 hectáreas al pueblo comcáac establecidos en dos espacios simbólicos e históricos para ellos: El Desemboque- Haxol Ihoom “Lugar de Almejas” y Punta Chueca- Socaiix, el primero perteneciente al municipio de Pitiquito, y el segundo, a Hermosillo, Sonora.

Los actores formales para este proceso fueron cuatro: los comcáac, la Comisión Agraria Mixta, el gobernador del Estado de Sonora (Luis Encinas Johnson, 1961-1967) y el presidente de México Luis Echeverría Álvarez (1970-1976). Podemos decir que Echeverría Álvarez jugo un doble papel como: “interlocutor y mediador” de los seris y el todavía presidente Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) ante las peticiones de legalizar el territorio habitado. Aunque el presidente Díaz Ordaz fue el firmante oficial del Decreto de dotación ejidal, fue Luis Echeverría quien, siendo ya presidente, ratificó la dotación y entregó los documentos de propiedad a los seris. Echeverría había visitado Sonora en noviembre de ese año antes de ser nombrado formalmente presidente y fue en esa visita donde prometió a los seris darles seguimiento a sus peticiones y respetar los acuerdos y decretos que se dieran.

El decreto de 1970 significó, entre otras cosas, la adquisición de una responsabilidad por parte del gobierno mexicano para con los seris, sobre todo de garantizar diversos servicios para el desarrollo óptimo de la etnia como son: públicos, económicos y culturales. En virtud de esto, desde 1970 se le derivó la responsabilidad del abastecimiento de agua a dichos poblados al Instituto Nacional Indigenista (INI, 1982). Sin embargo, los Comcáac ya compraban el agua a particulares antes de 1970 como veremos a continuación.

La etnóloga Margarita Nolasco (1967) describe el acceso de los seris al agua antes de 1970. Señala que, por su situación marginal y territorio estéril y árido, los comcáac acceden al agua por medio de “aguajes” que, incluso, se siguieron utilizando para beber hasta la década de 1980. Cuando estos se llegan a agotar compran el agua a rancheros vecinos que tienen pozos, que de manera alarmante se encontraba contaminada, según advierte, y la almacenan en tanques de 200 litros que antes fueron de petróleo o gasolina (Nolasco, 1967). Por otra parte, Conrado Santillán Mena, quien fue director del Instituto Nacional Indigenista (INI) delegación Bahía Kino a mediados de 1970, afirma que desde 1949 en ciertas ocasiones el INI proporcionaba el vital líquido a Punta Chueca. No fue sino hasta la dotación del territorio en la década de 1970 que esta institución se encargó oficialmente de su abastecimiento.

En los primeros años después del decreto el mayor problema sanitario de Punta Chueca era la carencia de agua, la población no contaba con ningún manantial para su abasto. Entre 1975 y 1977 la Secretaría de Recursos Hidráulicos había realizado 18 perforaciones y no encontró agua. Se contaba con un “tanque elevado” de almacenamiento, pero “solo era de adorno”. Fue en 1975 que el INI empezó a dotar de agua a Punta Chueca en un carrotanque que la transportaba desde Bahía Kino (26 km) y era depositada en un aljibe construido junto al tanque elevado, en donde se bombeaba por una red de hidrantes hasta las casas seris (Santillán, 1993).

El uso de “pipas” fue la forma principal de abastecimiento que el INI utilizó por décadas para hacer llegar el agua a los comcáac. Para 1980 el Instituto Nacional Indigenista efectúa el diagnóstico de la comunidad y territorio seri. En él, señala que la zona no cuenta con ríos o corrientes de importancia, solo con el río San Ignacio que desemboca cerca de la comunidad de El Desemboque. También se describe que en la Isla del Tiburón existen pequeños aguajes “pero solo funcionan como abrevaderos para animales y no para el desarrollo ni abastecimiento de personas”. J. Barnett (comunicación personal, 8 de septiembre, 2021). El territorio seri, con sus características ecológicas semidesérticas, no proporcionaba las lluvias y fluidos constantes de los ríos, el panorama es desértico con una precipitación menor a 100 mm anuales. Los Seris ancestrales, fueron conscientes de eso y se lograron adaptar física y culturalmente a este escenario ecológico durante siglos (Figura 1).

Fuente: Luque, 2006.

Figura 1 Mapa de extensiones históricas del territorio comcáac. 

La construcción social de la escasez institucionalizada de agua para los seris asentados en Punta Chueca se da a partir de 1970 con el decreto de dotación que legaliza la conversión de su territorio en ejido, y es hasta el año de 1999 que empieza la segunda etapa de escasez por construcción social que denominamos “moderna”. En la década de 1970, el gobierno mexicano oficializa el establecimiento de los seris en los poblados, por lo tanto, se institucionalizan y sus filiales estatales y municipales son las responsables del suministro de agua. Existía abastecimiento, pero no era constante ni recurrente por factores tecnológicos, recursos económicos e infraestructura para la población de Punta Chueca. Conrado Santillán Mena señaló la permanente falta de agua y el difícil acceso de las pipas a la comunidad por la ausencia de buenos caminos por los cuales transitar (Santillán, 1993).

La escasez institucionalizada se agudiza en la década de 1980 y 1990; por ejemplo, a principios de 1996 durante la Consulta Nacional sobre Derechos y Participación Indígena, los comcáac reclamaron directamente al INI y a su director Carlos Tello Macías la falta de agua e invasiones a su territorio. Esto evidenciaba dos cosas: una situación de escasez de agua persistente y la muestra de un conflicto ya presente entre la comunidad y el INI, responsable de abastecerles el agua y proporcionarles otros servicios básicos (Cambio, 25 de febrero, 1996). En febrero de ese mismo año el entonces gobernador de Punta Chueca, Genaro Herrera Casanova, exigía a las autoridades estatales agua potable para Punta Chueca, pues el agua que proporcionaba el INI a través de pipas solo alcanzaba para consumo humano, pero no para otras necesidades como lavado de ropa y aseo personal. El gobernador seri señala: “Tenemos un tinaco con todo y tubería, el cual no funciona pues los trabajos para ponerlo en marcha se quedaron a medias, nuestra única fuente son las pipas que a diario vienen, pero no es suficiente para toda la población por lo cual es urgente un pozo” (Cambio, 25 de febrero, 1996). El abastecimiento del INI ya no era suficiente para satisfacer todas las necesidades de los indígenas de Punta Chueca.

Es a finales de 1999 cuando llega la primera desaladora (Figura 2), obra que fue proyectada y construida entre la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado del Estado de Sonora (Coapaes) y la Comisión Nacional del Agua (CNA), a través de un programa de Sostenibilidad de los Servicios de Agua Potable y Saneamiento en Comunidades Rurales dependiente de la CNA. De un pozo ubicado a 300 metros lejos del mar, la planta extraía 32 litros por minuto y sumaba un total de 12 mil litros, que eran tratados por ósmosis inversa. Después de todo el proceso químico necesario, se producían siete litros de agua potable por minuto, que llegaban a un depósito de diez mil litros (Cambio, 27 de septiembre, 1999; Diario del Yaqui, 12 de junio, 2002). Con la primera desalinizadora en Punta Chueca inicia la segunda etapa de construcción social de escasez que llamamos “moderna” y que incluye tres proyectos desaladores posteriores en 2003, 2008 y 2014.

Fuente: Primera Plana, semana del 9 al 15 de abril, 1999.

Figura 2 Primera planta desalinizadora de Punta Chueca, 1999. 

A finales de los noventa, la falta de agua en Punta Chueca no era el único tema causante de conflictos entre el poblado, la Comisión Estatal de Agua Potable y Alcantarillado del Estado de Sonora (dependencia municipal encargada del suministro de agua en Sonora) y el INI. El ayuntamiento de Hermosillo también era criticado por el incumplimiento de promesas hacia la población, tales como raspado de calles, alumbrado público, acondicionamiento de canchas deportivas y un servicio permanente de recolección de basura.

En el contexto de la llegada de la primera desaladora en 1999, el primer regidor étnico por Punta Chueca, Luis Miguel López Morales, emitió varias declaraciones de preocupación, como que el agua de la desalinizadora se las cobraba la Coapaes (aun cuando no estaba en marcha), cosa que perjudicaba gravemente la economía familiar seri y sobre la oxidación de la pipa que los abastecía. Asimismo, discurrió sobre posibles proyectos para solucionar la falta del líquido. López Morales informó: “Ahorita se está manejando vía INI la activación del auto-tanque, pero no sirve de nada ya que, si está oxidado por fuera, qué tal estará por dentro, queremos tener una entrevista con dependencias como la CNA y la Coapaes para ver qué se puede hacer”. Se estudiaba la compra de dos pipas más y la construcción de una pila para almacenar el agua, que podría tener un medidor para que la gente pagara exactamente lo que consumiera (El Imparcial, 9 de junio, 1999).

Aunque la desalinizadora ya estaba construida para finales de marzo, no se inauguraba y mucho menos iniciaba el abastecimiento al poblado. Para septiembre de 1999, durante la visita del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000) al estado de Sonora, el gobernador de Punta Chueca, Moisés Méndez Romero y otras autoridades de la etnia viajaron a Hermosillo y le entregaron al presidente un paquete de peticiones para la inversión en algunos proyectos esenciales para la comunidad (Figura 3). Una de las principales solicitudes de los Comcáac fue la colaboración entre los gobiernos estatal y federal para la construcción de “un acueducto El Desemboque-Punta Chueca, a modo de garantizar el abasto de agua potable para esa comunidad”. Del mismo modo, se solicitó apoyo para la construcción de carretera y una inversión al gobierno federal de 11 millones de pesos para la introducción de electricidad a El Desemboque (El Independiente, 22 de septiembre, 1999).

Fuente: El Independiente, 22 de septiembre, 1999.

Figura 3 El gobernador Moisés Méndez Romero y otras autoridades comcáac esperando la llegada del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León fuera del Palacio de Gobierno para hacerle entrega de distintas peticiones, como el acueducto Desemboque-Punta Chueca. 

Para 2001, tanto la escasez de agua como las responsabilidades de abastecimiento y acceso en Punta Chueca dependían de varias manos y procesos: el INI se encargaba de llenar la pipa de agua y de pagarle al chofer, mientras que el diésel (combustible) corría a cargo del gobierno municipal. Los reclamos y peticiones en lo relativo al agua eran dirigidos a la Coapaes, en tanto el acceso “diario” del líquido lo tenían por medio de la planta desalinizadora, que, para ese momento, no cumplía con erradicar la histórica escasez de los Comcáac (El Independiente, 21 de agosto, 2001). Eran situaciones complejas para surtir a un pequeño poblado que no rebasaba los 500 habitantes.

En así que se dio inicio a acciones de lucha que fueron habituales durante la segunda mitad de los años noventa. En 2002, algunas autoridades tradicionales, encabezadas por el entonces gobernador seri Luis Miguel López Morales (quien fuera el primer edil o regidor del periodo 1997-1999), realizaron acciones de lucha directas, como en 1999, para exhibir su descontento por la falta de atención a los problemas de la etnia. Durante la primera semana de junio tomaron las instalaciones del palacio municipal y bloquearon calles exigiendo servicios básicos como agua potable y electrificación. El gobernador López Morales resaltó: “Nos encontramos abandonados por parte de los tres niveles de Gobierno, solo tenemos promesas y planes, pero no se ha visto nada concreto”, y advirtió que llevarían a cabo acciones cada vez más fuertes si no se atendían sus peticiones (Cambio, 5 de junio, 2002).

Días después de la toma del palacio municipal y de calles en Hermosillo, el alcalde Francisco Búrquez Valenzuela declaró a medios locales que la Planta desaladora en Punta Chueca era “una mala obra […] ya que actualmente no funciona como debería por lo que los habitantes (de Punta Chueca) tienen que recibir agua en pipas del Ayuntamiento” (Diario del Yaqui, 12 de junio, 2002). Estas situaciones de un abastecimiento incompleto para todo el poblado y de falta de cuidado y de conexión a una red adecuada provocaron que para 2002 se estuviera planificando la construcción de otra desalinizadora en Punta Chueca donde se aplicaría una inversión de 700 mil pesos mexicanos. La nueva planta inyectaría 70 mil litros al día de agua a la red existente, que estaría conectada a los tinacos que se encuentran por fuera de las casas seris, porque “ante la falta de mantenimiento y las pocas horas de operación, la desalación de agua se fue reduciendo los volúmenes, de tal manera que la población se tuvo que apoyar de pipas para tener acceso al agua” (El Imparcial, 7 de agosto, 2003). La construcción se concretó a finales de 2003, con una producción estimada de 100 mil litros diarios de agua; se calculaba que cada uno de los 500 habitantes tendría acceso a 200 litros diarios del vital líquido. Nuevamente, el objetivo fue solucionar la escasez histórica del pueblo de Punta Chueca (El Imparcial, 7 de agosto, 2003). Y nuevamente esto no ocurrió. La escasez continuó, al igual que la entrega del vital líquido por medio de pipas.

A mediados de 2008, el entonces alcalde de Hermosillo, Ernesto “Borrego” Gándara Camou (2006-2009), inauguró el tercer proyecto desalador (Figura 4) en Punta Chueca, Sonora: “Con una inversión de 561 mil pesos, de los cuales el Ayuntamiento y Agua de Hermosillo aportaron 530 mil, en tanto que el Club Rotario Pantano, de Tucson, Arizona, respaldó con 31 mil pesos, comprometiéndose con un apoyo adicional de 5 mil dólares” (Dossierpolítico, 24 de julio, 2008). La autoridad municipal dio a conocer que el agua desalada garantizaría el suministro a los 650 miembros de la etnia comcáac; el agua sería potable, por lo que se podría beber, y estaría conectada a la red existente dentro del poblado. En el evento estuvo presente el director general de Agua de Hermosillo, el ingeniero José Luis Jardines Moreno, quien detalló:

Esta planta toma el agua de mar de un pozo playero que tiene aproximadamente 35 mil partes por millón de cloruros, y con la tecnología de ósmosis inversa se produce agua potable lista para el consumo humano, con alrededor de 250 partes por millón, lo que la hace dulce al paladar” (Dossier político, 24 de julio, 2008).

Fuente: fotografía de Carlo Rubio Mejía, 20 de febrero de 2021.

Figura 4 Planta desalinizadora de 2008, a cincuenta metros de la playa. Tercer proyecto desalador. 

Esta tercera planta sí estuvo conectada a la escasa red de tuberías dentro del poblado y se dirigía hacia los tinacos que se encontraban frente a las casas de las familias comcáac. El técnico de Agua de Kino (encargada del funcionamiento y mantenimiento de las plantas desaladoras y del suministro de agua a Punta Chueca) Víctor Ramírez, ilustra que para el funcionamiento de esta desaladora se instalaron tres bombas en serie de 3hp (caballos de fuerza) para “rebombear” el agua a la comunidad. El agua, que se desalaba desde el pozo playero, ubicado a cincuenta metros de la playa, se almacenaba en seis tinacos conectados entre sí. V. Ramírez (comunicación personal, 20 de febrero, 2021; Dossier político, 24 de julio, 2008).

Entre las ventajas de esta nueva desaladora se mencionaban: “permite la potabilización de agua de mar a un consumo energético inferior a los 6 Kw/hr, menor costo de inversión y operación y el agua producto de ósmosis inversa es agua purificada apta para el consumo humano” (Dirección de Organismos Rurales, 2007, p. 7). Sin embargo, Rigoberto López Morales, habitante comcáac de 53 años, indica en entrevista que la planta de 2008: “Era inconstante; fallaba cada tres meses y no abastecía al total de la población” R. López (comunicación personal, 21 de febrero, 2021). Señala que el agua de esa desaladora no la bebían, ni siquiera la utilizaban para cocinar; solo para lavar ropa y verduras, para bañarse y para el escusado ya que el sabor no era grato para el paladar. Al igual que otros habitantes, López Morales compra garrafones de agua en Kino Viejo para beber.

Por lo tanto, los objetivos de las autoridades sobre la eliminación de la escasez en Punta Chueca no se vieron cristalizados con este tercer proyecto desalador. El técnico de pozos de Agua de Kino, Víctor Ramírez Díaz, recuerda que la planta funcionaba bien, pero poco después de su inauguración fue vandalizada por integrantes de la tribu, por lo que fue reubicada años después a la entrada del poblado en 2015. En relación con esta información, integrantes de la etnia de Punta Chueca admiten que, efectivamente, fue dañada por miembros de su comunidad: “Porque no abastecía como tal y dejó de funcionar mucho tiempo”; ante la desesperación, gente interna la dañó como medida de protesta. R. López, F. Molina, R. Montaño (comunicación personal, 20 de febrero, 2021).

En 2014, la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI, antes INI) comunicó la construcción de una nueva desalinizadora. La noticia se dio durante las festividades del año nuevo comcáac a través de la página electrónica oficial del Gobierno de México, Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), 2014.

El proyecto contemplaba un plan integral derivado de un programa del gobierno federal llamado México incluyente, promovido por el presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018). German Espinoza, delegado de la CDI, señaló frente a don Antonio Robles Torres, jefe del Consejo de Ancianos Comcáac, que se ampliaría el sistema de agua potable del poblado para que: “Punta Chueca reciba agua de calidad, y se solucionen los problemas que se presentan debido a la falta del vital líquido […] donde la CDI invertirá casi 5 millones de pesos” (INPI, 2014). Esta desaladora continuó con el procedimiento de ósmosis inversa, y se colocó bajo la planta una cisterna con capacidad para 180 metros cúbicos; el agua sería extraída del pozo para luego impulsarla por un sistema de bombeo de baja presión de cinco caballos de fuerza, con capacidad para producir 8 mil litros diarios de agua que serían bombeados a la red ampliada (Proyecto, Agua de Kino, 2014, pp. 16 y 36. V. Ramírez (comunicación personal, 20 de febrero, 2021).

La planta inició labores en 2015 (Figura 5), año del triunfo electoral de Manuel Ignacio “Maloro” Acosta Gutiérrez en la presidencia municipal de Hermosillo, periodo 2015-2018. El cambio de jefaturas municipales se vio reflejado también en Agua de Kino, responsable directa del abastecimiento del agua en Punta Chueca y donde se designó como director al señor Alejandro Cano Sánchez. Las esperanzas de los seris habían renacido en 2015 con el nuevo proyecto. No obstante, según René Montaño Herrera, jefe de familia de Punta Chueca, advirtió que este nuevo proyecto desalador no abastece de agua a todo el poblado y tampoco la beben porque es desagradable al gusto. A partir del inicio de labores de esta planta, Punta Chueca se dividió de manera no formal ni política en “parte baja” y “parte alta” (Figura 6), basada en la distribución del agua que la desalinizadora realiza cada vez que desala y llena con ochenta mil litros la cisterna. Agua de Kino reconoce y labora bajo esa división, al igual que los pobladores. R. Montaño (comunicación personal, 21 de febrero, 2021).

Fuente: Archivo digital entrega-recepción, Bahía Kino, 2018.4

Figura 5 Planta desalinizadora construida en 2014 “cuarto proyecto desalador”. 

Fuente: mapa elaborado por Alejandro Navarro Navarro, 2020.

Figura 6 Distribución de agua en Punta Chueca, 2016-2021. 

Genaro Herrera Astorga, habitante de Punta Chueca, también reconoce que la desaladora de 2014 inicialmente representó mejoras en el abastecimiento de agua, pero con el paso de los meses se descompuso. Después funcionó, pero afirma que regularmente se avería y que tarda mucho tiempo en volver a surtirles. Esto lo confirma Víctor Ramírez y explica que ello se debe a la complejidad y altos costos de las partes de la desalinizadora:

“El problema de esta planta siempre ha sido complicado por el tipo de agua que produce; se dañan equipos, lo que en ese tiempo era complicado encontrar las piezas ya que aparte de costosas, muy escasas”. V. Ramírez (comunicación personal, 20 de febrero, 2021).

Estos cuatro proyectos desaladores no terminaron con la escasez de agua en Punta Chueca, en cambio, propiciaron el aumento de las luchas por el agua surgidas a mediados de la década de 1990 y una sectorización del abastecimiento de agua dentro del poblado que se dividió en parte baja y parte alta desde 2016, como se ha mencionado (Figura 6).

Según Alejandro Cano Sánchez, la sectorización se da de la siguiente manera: la cisterna que almacena los ochenta mil litros desalados se tarda en llenar aproximadamente de dos a tres días, cuando esto ocurre, se surte, primeramente, la parte baja del poblado y el agua de la cisterna se “inyecta” en la red que llega hasta las tomas de agua por fuera de las casas comcáac que están conectadas a los tinacos por medio de mangueras. Este proceso de distribución de agua a la parte baja dura aproximadamente de tres a cuatro horas hasta que se vacía la cisterna. Después de este primer abastecimiento, la planta nuevamente empieza sus trabajos de desalación hasta llenar otros ochenta mil litros que abastecerán ahora a la parte alta. A. Cano (comunicación personal, 4 de abril, 2018).

Experiencias de la lucha por el agua en Punta Chueca y pérdida de sobrenaturalidad de los comcáac a partir de 1970.

La sectorización del abastecimiento de agua en Punta Chueca no origina luchas por el líquido, solo las profundiza y mantiene. Estas inician desde mediados de la década de 1990 según testimonios recopilados de algunas autoridades y líderes seris como el activista y vocalista de la banda musical Hamac Caziim, Francisco Molina Sesma alias Indio Molina, el presidente del Consejo de Ancianos Comcaác, Enrique Barnett Robles, y el gobernador de Punta Chueca, Joel Barnett Morales. Por ejemplo, el indio Molina empieza a tener sus primeras participaciones en la redacción de demandas por abastecimiento de agua durante ese tiempo, sobre todo en la búsqueda de un pozo natural y de otros servicios como: médico de planta y pavimentación solicitados al gobierno municipal de Hermosillo. Junto con algunos miembros de la tribu, Molina Sesma comenta que la petición de búsqueda de un pozo en los alrededores de Punta Chueca y un acueducto que conecte de Pozo Coyote en El Desemboque a Punta Chueca viene desde esos tiempos, no obstante, el gobierno nunca accedió a esas peticiones: “Siempre tienen otra forma de resolver los problemas para el poblado, nunca nos han hecho caso a nuestras propias demandas”. Molina (comunicación personal, 8 de septiembre, 2021).

Durante las primeras participaciones de lucha del Indio Molina era claro que existía un conflicto entre dos grupos, un choque de ideas, el conocimiento occidental del gobierno como imposición de formas y tecnología para abastecer de agua al poblado, desechando las de la etnia. Ante esto, las acciones de lucha subirían de nivel. Después de que las peticiones y demandas por escrito no resolvieran los problemas de escasez en el poblado de Punta Chueca. El Indio Molina recuerda que tuvieron que recurrir a acciones radicales para hacerse escuchar: se organizó un grupo de pobladores para realizar un viaje a Hermosillo y tomar la calle e instalaciones del INI y, posteriormente, las de Palacio Municipal. Después de estos hechos consiguieron apoyo en pipas y más acercamiento del gobierno estatal y municipal, además la prensa jugó un papel fundamental en visibilizar estas demandas por lo que para ese año ya se vislumbraba la llegada de la primera desaladora, que no fue planeada con anterioridad, sino por presiones de la lucha que fueron creciendo. Molina y J. Barnett (comunicación personal, 8 de septiembre, 2021).

Desde finales de 1990, el Indio Molina participa en la lucha por el agua de Punta Chueca. Expresa que las demandas fueron variadas, peticiones verbales a los distintos organismos, toma de instalaciones en algunos casos y demandas formales para solucionar el problema del agua y otros servicios. Hasta nuestros días, nada de esto ha solucionado la escasez del agua en el poblado. El Indio Molina comenta que el grupo Hamac Caziim lleva tiempo realizando conciertos, dentro y fuera de Punta Chueca para recaudar agua, además de organizar y participar musicalmente en los llamados “aguatones”5 de 2018 y 2021 llevados a cabo en Hermosillo, Sonora. La gente de Punta Chueca apoya a la agrupación y los reconoce como un grupo que está ligado a la lucha por el agua, tienen confianza en Molina que lleva poco más de veinte años participando en ella:

Yo empecé en la lucha por el agua poco antes de Hamac Caziim, primeramente, la banda no fue participe o estuvo relacionada con los plantones, tampoco con pequeños conciertos para recaudar agua, eso pasó después y casi sin darme cuenta, hace unos diez años que el crecimiento del grupo ha sido importante y nos ha ayudado a dar a conocer nuestra cultura tradicional, fue entonces cuando poco a poco fui notando que la banda tenía otro tipo de alcance, y que con nuestra música podíamos atraer a los medios y visibilizar que la escasez de agua continúa y está empeorando. Molina (comunicación personal, 8 de septiembre, 2021).

Los aguatones de 2018 y 2021 son otras acciones de lucha contra la ineficiencia de la última desalinizadora de 2014, sin embargo, todos estos proyectos desaladores fueron imposiciones occidentales y no decisiones internas que pueden venir de un consenso que se fundamente en el conocimiento tradicional seri para abastecer definitivamente a las 97 viviendas de Punta Chueca, como la búsqueda de nuevos pozos naturales en su territorio. El último aguatón de 2021 logró recursos para pagar alrededor de diez pipas para el poblado, agua embotellada y algunos garrafones que fueron entregados paulatinamente a familias de Punta Chueca, comentó el Indio Molina. Para él, estos eventos son algunas acciones de lucha que junto con Hamac Caziim seguirá implementando para “llamar la atención del gobierno y que nos dé agua permanente… si al pueblo yaqui ya le reconocieron su derecho al agua nosotros también buscaremos eso, no perdemos la esperanza”. Molina (comunicación personal, 7 de septiembre, 2021) y J. Barnett (comunicación personal, 8 de septiembre, 2021).

En esta última parte, analizaremos cómo los seris actuales, la mayoría autollamados: cmique cma quih o “gente nueva” han perdido lo “sobrenatural” que sus ancestros tenían en la relación que guardaban con parte de su territorio antiguo (antes de 1970, la sobrenaturalidad, que entre otras prácticas y habilidades es el poder comunicarse con los animales del desierto y del mar, con los antiguos espíritus de comcáacs ya fallecidos y hablar el “lenguaje antiguo”). Gracias al desplazamiento libre por el mismo, en el caminar e ir y venir dentro de su espacio, fortalecían su propósito, sobre todo, el nombrar lugares sagrados, el abandono y el retorno, era un ciclo importante de continua construcción de su identidad. Es por eso, que los antiguos ojos de agua, tinajas, pozos y excavaciones de agua de familias se encontraban en lugares ya conocidos y estratégicos por los antiguos seris, la “restauración de la vida” que generaban esos lugares daba propósito continuo y una sacralidad importante tanto para ellos como para los espacios mismos.6

La dinámica y vínculo entre las comunidades indígenas y su territorio se genera a partir de variadas actividades antiguas que se reconstruyen y resignifican en el presente continuo. Son pocas las que llegan intactas a la contemporaneidad, y generalmente dichas actividades son remanente de lo que en su momento realmente fueron. En relación con esto, el pueblo seri en tiempos anteriores a 1970, consideraba la escasez de agua como parte de su cultura seminómada, de sus estaciones naturales dentro de su territorio “Hant Comcáac7 que habitaban en el noroeste de Sonora. Se puede considerar que la “escasez natural” de su espacio estaba ligada a movimientos estacionales de los comcáac, lo que propició una relación simbólica de pertenencia y dinámicas simbólicas que sirvieron a este grupo indígena para autoidentificarse.

La relación entre los espacios de abastecimiento antiguo y la sobrenaturalidad comcáac en lo que consideran su territorio, es compleja de entender, sobre todo, para personas que vienen de “fuera” a tratar de recuperar y dar cuenta de lo que se ha perdido a partir de la finalización del libre tránsito. El presidente del Consejo de Ancianos Comcáac, Enrique Barnett Robles, señaló que la delimitación territorial de 1970 generó un conflicto entre el “conocimiento ancestral” y el “conocimiento occidental”; este último engendró cultural y económicamente a la llamada gente nueva “cmique cma quih”, despojándolos de lo sobrenatural, aunque aquí sólo nos enfocamos a los antiguos lugares de abastecimiento de agua (E. Barnett, comunicación personal, 12 de julio, 2021).

La llamada gente nueva no es solamente la generación contemporánea de los seris, resultado de los procesos naturales del tiempo y de divisiones cronológicas autodefinidas por el mismo pueblo para diferenciarse de sus ancestros, sino, sobre todo, es la consecuencia de la imposición territorial de 1970. Es un “nuevo” comcáac con una gran disminución de sobrenaturalidad, despojado de parte de su conocimiento ancestral y que tuvo que reinterpretar la “muerte de lo sagrado” para sobrevivir culturalmente, aceptando los cambios que el conocimiento occidental le proporciona como: alimentos, vestido, tecnología y viviendas. E. Barnett (comunicación personal, 12 de julio, 2021).

En 1970 se crean legalmente los poblados de El Desemboque y su anexo Punta Chueca, el gobierno establecía un lugar permanente para el pueblo seri, que antes de dicho dote, continuaba, aunque en menor medida, con desplazamientos y pequeños campamentos en parte de lo que era su territorio más extenso. Al generar una línea divisoria legal, los seris se “detuvieron” e iniciaron un proceso socio-cultural distinto al de su historia. La libre movilidad relacionada con las estaciones del año y la “restauración de la vida” que específicamente proporcionaban los lugares antiguos de acceso al agua y que dotaban de una continua identidad cultural, se fue perdiendo con el establecimiento de dichos poblados. E. Barnett (comunicación personal, 12 de julio, 2021).

Antes de la legalización de 1970, los comcáac estaban situados en parte de lo que hoy es Punta Chueca y otros pocos en El Desemboque, sin embargo, solo era de manera temporal. Este establecimiento o “campamento” respondía a ese remanente de los campamentos viejos de los ancestros (icaheme) que levantaban por tiempos específicos cerca de los lugares de alimento, agua, recolección, cacería y sacralidad. De acuerdo con el presidente del Consejo de Ancianos Comcáac: “El gobierno entendió mal este establecimiento, pensó que aquí siempre estábamos o que era algo permanente, pero no era así, sólo era un lugar de paso para nosotros”. E. Barnett (comunicación personal, 12 de julio, 2021). Esto es importante, ya que, a partir de esta interpretación, el gobierno federal promulgó el Decreto de 1970 identificando un asentamiento que no era permanente.

Enrique Barnett Robles afirma que en los tiempos del trámite administrativo del territorio en el que participaron varios seris y personas externas con intereses particulares a finales de la década de 1960, el ánimo e interés de formalizar el establecimiento al menos por una parte de los comcáac era el de obtener algo de lo que una vez fue parte de su territorio y no permitir la intromisión de los blancos en éste, era obtener algo o nada. Se reconoce que hubo mucha confusión en esos tiempos, el gobierno sabía una cosa, los particulares querían otra y los seris estuvieron en medio de toda esa gestión. En la actualidad, se reconoce que callaron muchas cosas.

Barnett Robles sintetiza dos conocimientos: el ancestral y el occidental. A causa del Decreto de 1970 se suscitó un fenómeno de “inmovilidad” entre los comcáac en años posteriores. Los seris de esta generación eran los que tenían un conocimiento más apegado al de sus ancestros, sobre todo, de la sacralidad del Hant Comcáac en relación con los antiguos abastecimientos de agua y las prácticas dentro de sus espacios considerados sagrados, y ya que eran los más adultos, fueron muriendo y con ellos dicho conocimiento. El presidente del Consejo de Ancianos argumenta que con la llegada del conocimiento occidental sobre la mayor parte de las prácticas humanas: asentamiento, viviendas “modernas”, vestimenta, programas educativos, políticos, económicos y tecnológicos, los seris quedaron atrapados en dichas prácticas, los ancianos que murieron no hablaron a las nuevas generaciones ya establecidas y el conocimiento se olvidó. E. Barnett (comunicación personal, 12 de julio, 2021).

El conocimiento occidental se impuso sobre el conocimiento ancestral, se perdió gradualmente la relación sustancial con el territorio, ya que no había “acciones concretas” dentro de sus espacios sagrados para identificarse constantemente en ese ciclo continuo. Por eso antes: “La gente caminaba a los ojos de agua cuando había necesidad y eso tenía valor… ya no somos sobrenaturales, ya no hay conocimiento”. E. Barnett (comunicación personal, 7 de septiembre, 2021). F. Molina (comunicación personal, 7 de septiembre, 2021). En la actualidad, el conocimiento y la comunicación espiritual con los espacios considerados sagrados como las antiguas fuentes de agua está: “Resguardado en esos lugares” junto con los antepasados. Barnett Robles lamenta: “Nosotros, la gente nueva, no podemos ir por ese conocimiento, ya que muchos lugares están fuera del territorio actual, no podemos interactuar con él, eso se lo dejamos ya a nuestros antepasados, a los seris viejos, lo conservamos como algo sagrado solamente”. E. Barnett (comunicación personal, 7 de septiembre, 2021).

La llamada gente nueva, según el presidente del Consejo de Ancianos Comcáac, son los seris nacidos entre 50 y 60 años atrás aproximadamente.8 Esta perdió su sobrenaturalidad debido al conocimiento occidental, falta de transmisión generacional y fundamentalmente por la inactividad en las acciones de interacción con dichos lugares dentro de su antiguo territorio. Los cmique cma quih o gente nueva, ya no tiene contacto con ciertos lugares antiguos de abastecimiento que consideraban sagrados y restauradores de vida.

Es por ello que hay una reinterpretación de la muerte de lo sagrado9 por parte de la cultura seri: lo sagrado es el conocimiento ancestral de la naturaleza, ser sobrenatural es poder comunicarte con los animales e interactuar con lo valorado en todo el territorio. Sin embargo, al carecer de la visita y de los dones sobrenaturales que brindan las acciones dentro de algunos lugares considerados sagrados, la gente nueva modificó y reinterpretó el valor histórico de sus antepasados para evitar una “ruptura significativa de su identidad” al colocarse en una misma línea generacional que ya no existe.

El presidente del Consejo de Ancianos, auto nombrado gente nueva, afirma que el conocimiento antiguo, sobrenaturalidad y sacralidad de algunos lugares como ciertos ojos de agua, están resguardados fuera de lo que hoy es su territorio. En el presente ese conocimiento de su historia sirve para la memoria de su pueblo y para reforzar su cultura, de esta manera, la gente nueva no es afectada de manera severa ni disminuye su grado de ser un comcáac en la actualidad. E. Barnett (comunicación personal, 12 de julio, 2021). Lo sagrado tuvo que “morir”, al menos una parte de sacralidad, y reinterpretar el valor de lo sobrenatural ahora solo como memoria histórica y no como constructora constante de la identidad seri, con relación a la sacralidad emanada de los antiguos abastecimientos de agua.

Esto no significa que el territorio que hoy ocupan los seris como Punta Chueca, no esté lleno de lugares sagrados y lleno de simbolismos ligados a la naturaleza y fauna del lugar, incluidos Taheojc Isla del Tiburón y Xepe Cossot Canal del Infiernillo, como lo muestra el análisis de Diana Luque en su libro Naturalezas, saberes y territorios comcáac (seri) que desarrolló junto con don Antonio Robles Torres en 2006, quien fuera el presidente del Consejo de Ancianos Comcáac antes que Enrique Barnett Robles. De hecho, Antonio Robles Torres no se consideraba cmique cma quih, sino uno de los últimos seris con acceso al conocimiento y parte de la sobrenaturalidad de la que sus ancestros tuvieron. Antonio Robles murió quizá siendo el último seri con un grado importante de “sobrenaturalidad”.

La evidencia empírica sobre esa reinterpretación de la muerte de lo sagrado solamente como una memoria histórica y reconocimiento cultural se demuestra con la decisión de esta generación seri en el reconocimiento de la sacralidad ancestral de los antiguos abastecimientos de agua en la Isla Tiburón y otros lugares de importancia. El presidente del Consejo de Ancianos Comcáac, Enrique Barnett Robles y el gobernador de Punta Chueca, Joel Barnett Morales, así como otros pobladores de la comunidad, mencionan que las tinajas, ojos de agua y pequeños embalses que sirvieron como abastecimientos de agua para antiguos comcáac, como Pax Hax Tinaja Anita, no se deben beber, ya que pertenece a los antepasados; los cmique cma quih no pueden ir a beber esa agua o incluso interactuar con esas fuentes de manera ceremonial, ya que no se tiene el conocimiento y solo se resguarda como memoria histórica de una generación pasada. Barnett-gobernador y E. Barnett (comunicación personal, 8 de septiembre, 2021).

La gente nueva, como ya señalamos, es un “nuevo” Comcáac, creado cultural y políticamente a partir de 1970. Despojado de parte de su sacralidad y que ya no porta una sobrenaturalidad, los cmique cma quih son más apegados al conocimiento occidental y lo aceptan mejor, como menciona el presidente del Consejo de Ancianos: “Nosotros los comcáacs de hoy, necesitamos aprender y relacionarnos con la tecnología occidental de los blancos, como: celulares, televisores, aparatos de limpieza y otros artefactos, además de aprender las normas y leyes de ustedes para podernos defender, sobre todo en la luchas por el agua, somos mexicanos y esto es un derecho humano, tenemos que avanzar”. E. Barnett (comunicación personal, 8 de septiembre, 2021).

El conocimiento occidental, según comenta el Indio Molina, solo ha repercutido negativamente en la cultura comcáac: desde 1970 las viviendas aportadas por el gobierno estatal y federal los establecieron definitivamente. Actualmente, existe un hacinamiento de hasta tres familias por vivienda, nuevas formas para los seris de abastecerse del vital líquido, que nunca estuvo exenta de problemas, como las pipas que siempre han sido una forma de acceso “temporal” y que en un tiempo pusieron en peligro la salud de los seris por estar oxidadas, además, cuatro proyectos desaladores que no han eliminado la escasez de agua en Punta Chueca y que han servido como estrategia para políticos de paso y para contaminar el ecosistema comcáac. Molina y Barnett-gobernador (comunicación personal, 12 de julio y 8 de septiembre, 2021).

Resultados

Los resultados de este trabajo nos muestran una serie de problemáticas relacionadas con la disminución del territorio ancestral seri, provocado por la dotación territorial de 1970 en forma de ejido. Además, una ruptura de los vínculos en relación con antiguos accesos al agua que daría como resultado una afectación significativa al grado de “sobrenaturalidad” que tenían los comcáac antes de 1970. Por otra parte, el decreto ejidal generaría para mediados de 1990 la aparición de luchas por el agua que ayudarían a gestionar la aparición de cuatro proyectos desaladores de 1999 a 2021.

Conclusiones

La dotación territorial de 1970 limitó legalmente y asentó a los seris en dos poblados, terminando así con un proceso histórico generacional. Además, originó dos etapas de construcción social de escasez de agua: una institucionalizada, que repercutiría en el inicio de luchas por nuevos accesos de agua a mediados de 1990 y que aumentarían su grado de violencia en la segunda etapa moderna representada por los distintos proyectos desaladores de 1999, 2003, 2008 y 2014. Finalmente, la sobrenaturalidad que aportaban los antiguos accesos al agua se fue perdiendo y olvidando por las generaciones nacidas después de 1970, ya que los límites territoriales no permitieron la continuidad del vínculo de sacralidad y los ancianos seris que guardaban esos conocimientos murieron paulatinamente sin trasmitirlos a las siguientes generaciones.

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Rene Montaño Herrera, habitante de Punta Chueca. Comunicación personal, febrero de 2021. [ Links ]

Rigoberto López Morales, habitante de Punta Chueca. Comunicación personal, julio de 2021. [ Links ]

Víctor Ramírez Díaz. Técnico de Agua de Kino. Comunicación personal. Abril de 2018 y febrero de 2021. [ Links ]

1Comcáac (la gente), es como se autodenominan los seris. Para este nombre, nos basamos en el diccionario: Comcaac quih yaza quih hant ihiip hac compilado por los lingüistas Mary Beck Moser (2010) y Stephen A. Marlett, que recopilaron y analizaron la investigación pionera de Edward Moser y Roberto Herrera Marcos en la década de 1950. Seri, en cambio, aparentemente fueron los yaquis los que les impusieron este nombre y lo más cercano a su traducción es “hombres de la arena”. En este artículo, en ocasiones recurriremos a estos dos adjetivos: comcáac y seri entre otros, como: “pueblo indígena” y etnia. El objetivo de esta variedad descriptiva es para que el lector descanse conceptualmente y evitar demasiadas repeticiones. Por otra parte, respetaremos el “nombre” que se le da a los comcáac en las distintas citas utilizadas para este trabajo.

2En ocasiones utilizaremos alguno de estos nombres para descanse del lector.

3A partir de este subtema, se utilizan nombres clave en el estudio, tanto de exfuncionarios institucionales de Sonora, como de sujetos clave Seris de Punta Chueca. Ellos, al momento de las entrevistas entre 2018 y 2021 aceptaron que sus nombres fueron puestos para futuros trabajos o publicaciones. Todo esto está constatado en grabaciones que se hicieron entre esos años.

4Archivo digital proporcionado por el gerente de Agua de Kino, Alejandro Cano Sánchez, en abril de 2018. En este archivo se encuentran los gastos, proyectos, descripción de conflictos y aspectos generales de la administración de Cano durante su periodo de gerencia (2015-2018).

5Fueron eventos organizados entre líderes Comcáac como Indio Molina y organizaciones no gubernamentales (ONG) de Sonora, en donde se recaudaba agua llevada por la población hermosillense en garrafones de 19 litros, además se hacían depósitos y transferencias bancarias para la renta de pipas que llevaran agua a Punta Chueca. En estos eventos, realizados en la Plaza Emiliana de Zubeldía frente a las puertas principales de la Universidad de Sonora, el grupo Hamac Cazzim amenizaba el aguatón con su música a los presentes.

6La reflexión de este último apartado se interpretó de la entrevista que se tuvo con el presidente del Consejo de Ancianos Comcáac, Enrique Barnett Robles, entre el 12 de julio y 7 y 8 de septiembre de 2021.

7Totalidad del territorio lleno de sacralidad antiguo y contemporáneo. Escrito en cmiique iitom y traducido por Enrique Barnett Robles, presidente del Consejo de Ancianos Comcáac.

8El concepto generacional de gente nueva es muy complejo, debido a que encierra nuevas prácticas, reconoce parte de su historia de sacralidad y no solamente se limita a una ruptura generacional como ya se explicó.

9Nos referimos a una muerte del “conocimiento ancestral”, que, dentro de este, se encuentran una seria de prácticas como la comunicación espiritual con la flora y la fauna del antiguo espacio que habitaban los Comcáac. Además, de actividades como el nombramiento de lugares de acceso de agua y prácticas sagradas que se daban dentro de éstos que ayudaban a reafirmar parte de la identidad Comcáac.

Recibido: 22 de Octubre de 2022; Revisado: 31 de Marzo de 2023; Aprobado: 19 de Abril de 2023

Autor para correspondencia: Carlo Fabián Rubio-Mejía. Universidad de Sonora. Departamento de Historia y Antropología. Blvr. Luis Encinas y Rosales S/N, Col. Centro. Hermosillo, Sonora, México. C.P. 83000 Cel: 6624 24 83 33. Dirección electrónica: carlo.rubio@unison.mx

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