Hace siete años que escribí en esta revista un editorial sobre la profesionalización de la enseñanza en ortopedia,¹ sueño que surgió en 2008 y propuse en una sesión general el día 2 de Septiembre de 2009, donde se me encomendó presentar la idea de un centro de formación de profesores en ortopedia dentro del Colegio Mexicano de Ortopedia y Traumatología, AC. Esto se fundamenta en el Capítulo II, «De los objetivos del Colegio Mexicano de Ortopedia», en sus artículos 2.3: «Incentivar el desarrollo personal, académico y profesional de sus asociados» y 2.21: «Colaborar en la elaboración de planes de estudio profesionales».² Estas son las propuestas del Diplomado.

Sin embargo, fue hasta el año 2010 que se efectuó el primer Diplomado de Formación de Profesores en Ortopedia, como se le llamó al principio, con aval de la Escuela Superior de Medicina del Instituto Politécnico Nacional. Años más tarde, debido al interés por otros profesionales de la medicina en tomar el diplomado, se concluyó en llamarlo Diplomado de Formación de Profesores en el Área de la Salud, y debido a problemas surgidos en el interior del Instituto Politécnico Nacional, buscamos el reconocimiento de la División de Postgrado de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México, con el que contamos en la actualidad.

Estando ya en el transcurso del séptimo diplomado, creemos necesario volver la vista atrás y hacer un análisis real de su situación. El curso siempre ha sido apoyado por los presidentes y mesas directivas en turno; se trata de un programa semipresencial, en el cual nos reunimos en la sede del colegio un Viernes cada 15 días. Ahí, se discute sobre los temas a tratar -de los cuales se entregó previamente el material para estudio y discusión, que, podemos decir, es una bibliografía básica (copias de artículos)-. El objetivo de este curso es capacitar a los docentes del área de la salud para que, al terminar el diplomado, sean capaces de cumplir exitosamente su misión de servicio docente en todos los procesos educativos a su cargo.

En el diplomado se tratan los siguientes temas básicos:

La evaluación final se basa en la asistencia (mínimo 80%), los trabajos entregados (ensayos y resúmenes de lecturas), la participación en las clases presenciales, un protocolo de investigación y un programa educativo del campo en el cual participan los alumnos en sus hospitales (pregrado, postgrado, educación médica continua, etcétera). Todo el material es enviado a la División de Postgrado de la Facultad de Medicina de la UNAM para su validación y otorgar el reconocimiento personal para cada alumno y, en conjunto, para el diplomado.

El curso se inicia a principios del mes de Marzo y termina a mediados de Diciembre, con un número ideal de alumnos por año de 20 a 25. Hasta la fecha hemos tenido 108 alumnos inscritos; han terminado el diplomado 81, y de estos, han aprobado 66. Actualmente estamos cursando el séptimo diplomado, con 17 alumnos inscritos. A estos cursos han asistido médicos de Puebla, Pachuca, Campeche, Tabasco, San Luis Potosí, Estado de México y Ciudad de México. Con respecto a las especialidades, hemos contado con cirujanos ortopedistas, intensivistas, urgenciólogos, pediatras, radiólogos, licenciadas en Enfermería y una licenciada en Diseño Gráfico, involucrada en la medicina por ser la responsable de nuestra revista.

El diplomado es, pues, un curso de amplio reconocimiento, y el nuestro es el único colegio médico que, preocupado por la profesionalización de los responsables directos como formadores de recursos humanos para la salud, lo ha instaurado como parte fundamental de su quehacer docente, de su programa anual de educación médica continua.

Estos años de experiencia con siete diplomados nos ubican en la posibilidad y obligación de tener ya un curso de actualización y seguimiento de los egresados, que esperamos realizar pronto.

La docencia necesita cada día más de profesores comprometidos, expertos en el área de la medicina que practican, pero también expertos en lo que es ser un docente, un médico que transmita la ética y el humanismo dentro de un concepto de cognoscitivismo positivo, ascendente y perfectible.