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Iztapalapa. Revista de ciencias sociales y humanidades

versão On-line ISSN 2007-9176versão impressa ISSN 0185-4259

Iztapalapa. Rev. cienc. soc. humanid. vol.43 no.93 Ciudad de México Jul./Dez. 2022  Epub 08-Ago-2022

https://doi.org/10.28928/ri/932022/pot/baezvillasenorm 

Artículos otros temas

Presentación de Otros Temas del Número 93

Presentation of Other Themes of Number 93

María Estela Báez Villaseñor*  
http://orcid.org/0000-0002-4702-6502

*Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa, Ciudad de México, México. ebaezv@hotmail.com


En Otros Temas 93 se reúnen una serie de trabajos de diversa índole, cada uno de ellos una importante aportación no solo a la disciplina a la que pertenece, sino a distintas ramas del conocimiento abordadas a partir de los enfoques transversales que han favorecido nuevas interpretaciones. De esta manera, se incluyen temas tan diversos como la historia política de Estados Unidos, el testimonio y la entrevista como herramientas para la disciplina histórica, la campaña política que llevó a la presidencia a Andrés Manuel López Obrador, así como el ánimo aventurero del ser humano y sus avatares desde la prehistoria, para finalizar con un texto sobre parte de la producción literaria de Federico García Lorca, una de las grandes figuras de las letras españolas del siglo XX.

El primer artículo de este volumen lleva como título “Dwight W. Morrow: retrato de un no-político que supo cambiar las reglas políticas”, a cargo de Juan González Morfín. El autor analiza la figura de ese carismático embajador estadounidense cuya gestión tuvo lugar en los años posteriores a la revolución en nuestro país.

Dicho conflicto había interrumpido años de concordia auspiciados por el régimen de Porfirio Díaz, en que los estadounidenses percibían a México como una nación confiable, propicia para la inversión económica. La inestabilidad política después de la caída del porfiriato llevó a una nueva etapa de conflictos y roces entre Estados Unidos y México, ya que el primero intervino de manera clara y decisiva en varios momentos con la intención de salvaguardar sus intereses particulares. Concluido el enfrentamiento entre caudillos, Morrow llegó a México como embajador y fueron sus características personales las que le permitieron promover un acercamiento entre ambos países y superar las tensiones y los enfrentamientos diplomáticos. Estos rasgos fueron resultado de su propia formación:

Era el típico self made man, hijo de un maestro y después director del Marshall College, que vivía con limitaciones materiales en su infancia. Ingresó a Amherst College, gracias al apoyo económico que le brindó su cuñado, y a su trabajo, en que enseñaba Matemáticas a sus condiscípulos. Posteriormente estudió derecho en la Universidad de Columbia, más tarde ingresó a un prestigioso bufete de abogados neoyorquino y, en 1914, se incorporó a la poderosa firma bancaria J. P. Morgan & Co., la cual lo hizo socio… (Collado, 2000: 214).

En un escenario todavía crispado, a resultas de la guerra cristera y la pugna por el poder entre los diferentes políticos mexicanos, Morrow colaboró de manera evidente en auspiciar un diálogo que sentaría las bases de la interlocución diplomática en los años siguientes, de manera que:

Dwight Morrow se dio cuenta de lo importante que era manejar el problema diplomático desde el punto de vista mexicano. Había indicado que respetaría los derechos soberanos de México y que tenía fe en el deseo y en la capacidad de este país para actuar honradamente. Expresó que creía que las leyes mexicanas serían apoyadas y no pedía privilegios especiales para los americanos, fuera de los reconocidos principios del derecho internacional. Esto constituyó una nueva forma de presentar la política internacional de los Estados Unidos (Escobar, 1983: 239-249).

González Morfín, además de ofrecer al lector un acercamiento a los rasgos específicos de Morrow en su función como embajador, dibuja sus aportaciones a la reconstrucción de la relación diplomática entre ambos países. “La negociación por medio de la búsqueda de una convergencia de los intereses nacionales de México con los de Estados Unidos, marcaría su labor mexicana, dejando fuera la presión, las amenazas y el enfrentamiento” (Collado, 2000: 214). Lo anterior fue de vital importancia, ya que pocos años después la expropiación petrolera, durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, bien pudo presentarse una nueva crisis, pero se evitó gracias a que se habían sentado las bases para una nueva diplomacia, caracterizada por la moderación y el diálogo, lo que facilitaría las relaciones entre ambas naciones durante las siguientes décadas.

El segundo artículo, de Jesús Antonio Pérez Tagle, titulado “La hegemonía de Estados Unidos: una propuesta conceptual”, ofrece una serie de consideraciones teóricas sobre la supremacía política de dicho país a nivel mundial. Para ello, se rastrean las condiciones que favorecieron la consolidación de su liderazgo internacional a lo largo del siglo XX. Como proponen Alejandro Dabat y Paulo Leal:

El concepto de hegemonía implica necesariamente la comparación entre naciones. Un país determinado puede ser más fuerte que en el pasado, pero si ha sido rebasado por otro, no es hegemonía. En ese sentido, la hegemonía estadounidense de la segunda posguerra, sobre todo de la década de los noventa, se genera a partir de la conjunción del gran avance estadounidense junto con el declive de sus competidores: Alemania y Japón tras la Segunda Guerra Mundial y de la URSS en los años noventa del siglo pasado (Dabat y Leal, 2019: 91).

Pérez Tagle establece que Estados Unidos alcanzó la hegemonía, en sustitución de la británica, a raíz de las dos guerras mundiales y de la crisis de 1929. Una vez erigido como potencia hegemónica, Estados Unidos contribuyó a legitimar su liderazgo a través de campañas mediáticas que reforzaron a nivel internacional la percepción de que era, de manera natural, el defensor de los intereses internacionales y del liberalismo, base doctrinaria de los sistemas políticos de numerosos países.

Otra consecuencia fue que la potencia norteamericana auspiciara la creación de organismos internacionales, tales como las Naciones Unidas, así como otros dos de índole económica: el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco para la Reconstrucción y el Desarrollo (o Banco Mundial). Estos últimos tenían el objetivo de promover la estabilidad en la economía y facilitar las relaciones diplomáticas a partir de negociaciones llevadas por conducto de instancias reconocidas a nivel internacional.

En cuanto al reordenamiento mundial, Estados Unidos impulsó la creación de importantes alianzas, a fin de proteger aquellas regiones amenazadas por el comunismo:

Para contener la expansión mundial del comunismo, EUA construyó un cerco de resguardo en torno al nuevo campo socialista en Europa, el Plan Marshall, la OCDE o la OTAN fueron junto a los primeros basamentos de la Unión Europea, instrumentos del relanzamiento de Europa Occidental. En Asia lo fue Japón y demás aliados de Asia Oriental y los futuros “tigres asiáticos”, o Israel en el Oriente Medio más tarde. Tales políticas subsistieron hasta que la recuperación capitalista de estos países los convirtió en fuertes competidores de EUA (Dabat y Leal, 2019: 99)

En líneas posteriores, Pérez Tagle aborda el dominio y la concentración de poder por parte de Estados Unidos como requisitos indispensables para consolidar su condición hegemónica. Con ese propósito ha construido un gran aparato económico que le permite ejercer su influencia en diversas regiones del planeta, sustentándolo en un sistema monetario internacional, todo ello apoyado en un equipo militar de considerables dimensiones

Así pues, este texto contribuye a trazar líneas de análisis de diversos procesos que permiten familiarizar al lector con las condiciones geopolíticas que favorecieron el ascenso y la influencia de Estados Unidos en el ámbito internacional.

En “El que ve, el que escribe. Contar la guerra, escribir el presente”, Carlos Alberto Ríos Gordillo ofrece al lector un sugerente trabajo relativo a la entrevista y el testimonio como herramientas para el quehacer histórico en el caso del abordaje de conflictos armados. Ello tiene como objetivo ponderar el alcance de estos recursos, en cuanto a la obtención de información encaminada a la reconstrucción de un proceso o evento específico.

Ríos Gordillo inicia rastreando el interrogatorio como una opción para obtener información de tiempos pasados, insertándolo en la etnografía y la antropología. Procede después a aquilatar la importancia de la entrevista como una técnica para la investigación de diversas disciplinas, concretamente de la historia, pues esta tiene, además, la virtud de vincularla con otros campos del conocimiento. De ese modo, el propósito de Ríos Gordillo es analizar la entrevista, por lo general ubicada en el nicho de la historia oral, y su devenir en el marco de las ciencias humanas.

Uno de los estudiosos que ha trabajado la entrevista y su importancia en la reconstrucción de procesos históricos es Alessandro Portelli, quien afirma:

Entonces, cuando hacemos una entrevista, nos encontramos en presencia de un evento -insisto en que es un evento, porque lo creamos nosotros: la historia que recogemos no existe naturalmente pero el producto de este encuentro- extremadamente híbrido, en el cual la intención del narrador de contar las cosas como han ocurrido, instituyendo con lo histórico un pacto referencial, convive con el deseo de hablar de sí y representarse, tanto más en sujetos a los cuales les ha sido negada la posibilidad de hacerlo por motivos de clase o edad, y con la función estética, el mismo gusto de contar (Portelli, 2017: 38).

Los conflictos armados de cualquier tipo, ya sean guerras tradicionales o la llamada guerra contra el narcotráfico, no solo afectan a quienes lo viven en carne propia como testigos presenciales. Muchas veces su impacto involucra a dos o más generaciones que se ven transformadas por dichos eventos de manera irreversible. Aquellos que sufren los estragos de la guerra transmiten su experiencia muchas veces de forma oral, a sus allegados, que de esta manera son depositarios de una memoria, la cual, independientemente de lo subjetiva que pueda ser en cuanto a su percepción o narrativa, vincula estrechamente a quienes enfrentaron sus embates con quienes escuchan y simpatizan con ellos, a partir de un proceso de empatía. Así, cualquier conflicto que genere violencia alcanza, a lo largo del tiempo y el espacio, a nuevos individuos y comunidades:

Por consiguiente, hay una necesidad de presencia en la historia. Por eso la famosa pregunta “Abuelo, que has hecho en la guerra” es verdaderamente una pregunta clave de la historia oral, porque interroga la relación entre tu biografía y la historia, entre la experiencia personal y privada y la vivencia colectiva que leemos en los libros de historia. De esto deriva también una modalidad narrativa: la centralidad del punto de vista. El evento histórico no es contado desde arriba, sino desde adentro (Portelli, 2017: 38-39).

Ríos Gordillo también aborda la trascendencia del testimonio como elemento que sustenta la entrevista ya que, en conjunto, ofrecen al historiador una perspectiva, que si bien debe ser aceptada como subjetiva por su propio origen, es de gran importancia en la reconstrucción del proceso histórico y su impacto en aquellos miembros de la sociedad que se vieron directamente afectados. No se debe perder de vista que:

Quien hace entrevistas a los sobrevivientes está en una posición comparable con la del historiador que se dedica a la historia oral pues los testimonios sirven para complementar fuentes documentales de tipo muy convencional. Sin embargo, su valor puede ser limitado cuando se les utiliza con un criterio estrecho para hacer inferencias sobre acontecimientos del pasado. La importancia de los testimonios se hace más evidente cuando se piensa en que aportan algo que no es idéntico al conocimiento puramente documental. Los testimonios son importantes cuando se intenta comprender la experiencia y sus consecuencias, incluido el papel de la memoria y los olvidos en que se incurre a fin de acomodarse al pasado, negarlo o reprimirlo. Es más, en su intercambio con el sobreviviente o el testigo, quien hace las entrevistas no busca un conocimiento meramente documental (La Capra, 2005:105).

Ríos Gordillo aborda el caso de la llamada “guerra sucia” en México que, aunque no fue un conflicto bélico tradicional, sí originó “testigos, víctimas y sobrevivientes de episodios represivos”, lo que la convierte en un suceso apto para, en palabras del autor: “rescatar la voz del sobreviviente para contar una versión alternativa emanada de su experiencia y, a través de ella, mostrar la política represiva del Estado mexicano y su relación con los cárteles del narcotráfico”. Cobra aquí importancia la faena periodística como un primer paso para el acercamiento con aquellos afectados por dicha situación. Ríos Gordillo subraya, en sus reflexiones finales, la trascendencia de la entrevista como una herramienta, en ocasiones ignorada o menospreciada, para la recopilación de la información, necesaria para la reconstrucción del proceso, objetivo de diferentes disciplinas de las ciencias sociales.

A continuación aparece el trabajo de Aquiles Chihu. Su artículo, “El framing del discurso de la campaña presidencial de López Obrador”, analiza un proceso muy reciente en la historia política de nuestro país. Andrés Manuel López Obrador fue elegido presidente en 2018, mediante un partido fundado unos pocos años antes, Morena (Movimiento de Regeneración Nacional). Es demasiado pronto para aquilatar si lo que finalmente llevó a López Obrador a una victoria contundente fue la fuerza de su personalidad o una conjunción de factores entre los que destaca el hartazgo generalizado de la población mexicana frente a gobiernos claramente ineficientes en rubros de tal importancia como la seguridad y la economía, además de haber sido frecuentemente señalados por actos de corrupción.

Las campañas electorales han sido parte de la vida política por un largo tiempo. Sin embargo, se han adecuado a la coyuntura histórica en que se insertan, de manera que con el paso de los años han desechado aquellos recursos que se han vuelto obsoletos, para incorporar los más novedosos y eficientes, con el objetivo permanente de lograr el mayor impacto en el electorado. Así, las campañas actuales cuentan con un amplio equipo que integra comunicadores, politólogos, analistas políticos, sociólogos y miembros de todas aquellas disciplinas que, por su naturaleza, contribuyen a hacer más eficiente el mensaje y más atractivo al candidato y sus propuestas. De esta manera, aunque las giras presenciales continúan realizándose, se ven complementadas con el bombardeo de contenidos que abarca todos los medios de comunicación, desde los tradicionales como la radio y la televisión hasta las plataformas digitales. Como afirman Muñiz y Echeverría: “la influencia de los medios informativos y los contenidos políticos que producen -y que los ciudadanos consumen-, ha demostrado un impacto significativo en la generación y/o reforzamiento de actitudes y comportamientos políticos de los ciudadanos” (Muñiz y Echeverría, 2020: 2).

De acuerdo con lo anterior, Chihu sugiere que la campaña presidencial que llevó a López Obrador a la victoria no debe ser examinada mediante los recursos tradicionales, sino a partir de una propuesta transversal que incluya categorías de disciplinas diversas tales como la sociología de los movimientos sociales. Ello aporta nuevas luces sobre las características actuales de dichas campañas al recurrir a herramientas innovadoras para su análisis.

Para Aquiles Chihu, este abordaje es el adecuado para el estudio de los actores políticos, su discurso público y el tipo de publicidad diseñada a fin de hacer más eficiente la propuesta de la llamada Cuarta Transformación, la cual sintetizó, mediante una serie de recursos, el proyecto político avalado por López Obrador. Tal como afirma el propio Chihu, “La construcción de un marco de comunicación involucra los marcos políticos y sociales. La construcción de un marco de comunicación involucra los marcos (frames) objetivados en las palabras, frases e imágenes con la finalidad de construir sus identidades…” Este framing, descrito por Chihu, se construye mediante un conjunto de mecanismos, ejemplos de memoria colectiva, eslóganes, frases célebres, anécdotas, etc. Tal como proponen Carlos Muñiz y Martín Echeverría:

Los estudios característicos de esta línea examinan efectos a partir del consumo de contenidos políticos genéricos, sin tomar en cuenta la manera en que las amplias diferencias en los tratamientos periodísticos de la política podrían modular dichos efectos. En respuesta a esta problemática, los autores han recurrido a la teoría de framing (encuadre) para especificar los efectos de ciertos tratamientos noticiosos sobre las actitudes ciudadanas, sobre todo desde diseños experimentales… (Muñiz y Echeverría, 2020: 2).

Chihu examina la campaña de López Obrador a partir de estos nuevos parámetros en los que el impacto del mensaje político en el electorado requiere nuevas formas de ser medido y analizado. Es a partir de estas necesidades que el framing busca auxiliar al investigador en su faena de rastrear los mensajes y planteamientos con los que los candidatos buscan convencer a los indecisos y reforzar la adhesión de su base electoral, pues, “El efecto que el tratamiento informativo (framing effects) tiene sobre la opinión pública corresponde predominantemente a un proceso cognitivo, por el que los medios ayudan al establecimiento de los encuadres en los pensamientos de los individuos, al canalizar o trasladar aquellos que se originan en los medios a la mente del público… (Muñiz y Echeverría, 2020: 4)”.

Así, a lo largo de su texto, Chihu reflexiona en torno a la forma en que la evolución de los recursos utilizados por las campañas políticas ha obligado a los estudiosos a diseñar nuevos recursos para la interpretación de los elementos que las conforman y su impacto en el electorado.

Alberto Lombo Montañés contribuye con su texto “Origen de la aventura: avatares históricos de un comportamiento perdido”. Se enfoca en lo que él denomina la aventura en el escenario del hombre prehistórico. El autor alude a la información recabada mediante la arqueología a fin de reconstruir y comprender de mejor manera la conducta de los habitantes de la prehistoria. Lo que pretende es explicar qué motivaba a los hombres prehistóricos a desplazarse a ciertos lugares caracterizados por lo recóndito y agreste más allá de obtener su sustento cotidiano. Según él, su incentivo era una sed de aventura, “una estrategia arriesgada teniendo en cuenta el gasto considerable de energía y tiempo que requiere una labor en gran medida improductiva”, resultado de lo que llama una mezcla de “curiosidad innata y fascinación por lo desconocido”.

Ubica el origen de este instinto aventurero en los australopitecos, al adoptar la locomoción bípeda que transformó no solo su forma de trasladarse de un lugar a otro, sino que, al hacerlo de forma erguida, les permitió alzar la vista, transformando la percepción de su entorno. Lo anterior fue preludio de la salida de la especie humana de África, de acuerdo con el autor, una de las grandes aventuras de la humanidad.

El desplazamiento de los humanos de un lugar a otro generó una serie de experiencias que darían lugar a los cimientos de una narrativa. Esta, por su propia naturaleza, requería la ubicación de sucesos en el tiempo y en el espacio. Ello propició la pintura rupestre, una de las primeras formas de registro de la que se tiene noticia.

El autor también aborda las incursiones del ser humano en los ámbitos marítimos y subterráneos, siendo en estos últimos en donde plasmó imágenes que surgieron, probablemente, de relatos orales. Ello da como resultado la existencia de un legado material que permite el acercamiento a estos recorridos y facilitar su reconstrucción y análisis a partir de las herramientas actuales.

Otra arista del abordaje es la discusión en torno al nomadismo. Por lo general, se ha aceptado la propuesta de que esta es una fase evolutiva que da finalmente paso al sedentarismo. Sin embargo, Lombo Montañés cuestiona este planteamiento mediante el argumento de que no se debe examinar el nomadismo como una fase previa al sedentarismo, ni considerarlo un rasgo característico de lo que se considera civilización.

Finalmente, el autor aborda el sedentarismo. A este lo acompañan elementos que sugieren posturas estáticas. El sedentarismo es resultado de la domesticación de plantas y animales, del ascenso de la agricultura, lo que redujo el impulso explorador. Las viviendas se tornaron permanentes y los poblados fueron cercados. La vida nómada quedó en el pasado y se le comenzó a atribuir una serie de vicios. Aquellos grupos que lo practicaban aparecen como lo opuesto a la civilización. Sin embargo, el sedentarismo también tiene su lado negativo, ya que frena el ánimo aventurero del ser humano y lo vuelve prisionero de muros y ciudades de su propia creación.:

…los sedentarios se vuelven objeto de desprecio, son los que se aferran a los territorios existenciales, profesionales o culturales, y rehúsan las experiencias de la modernidad. Lo sedentario pertenece, entonces, a la opinión mientras el nómada acepta, en términos popperianos, desprenderse de lo que cree a fin de ponerlo a prueba e ir hasta donde lo lleve el problema (Stenger, 1999: 99).

Este artículo cuestiona, entonces, posturas que han sido consideradas válidas a través del tiempo. Asimismo, invita a reflexionar sobre las diferentes etapas de la vida del ser humano y su vinculación con el medio en el que transcurre.

El último artículo, “El flanêur y la multitud en la ciudad mundo de García Lorca”, a cargo de Tatiana Suárez Turriza, aborda la producción literaria de Federico García Lorca en la coyuntura de su estancia en Nueva York. El malogrado poeta llegó a dicha urbe a final de los años veinte, pocos meses antes de que Estados Unidos y otras naciones se vieran inmersos en la crisis que se inició con el Crack bursátil de 1929.

Cuando el 25 de junio de 1929 Federico García Lorca desembarcó del RMS Olympic en el muelle de Manhattan, tenía 31 años y todavía faltaban siete para que su pecho se encontrara con las balas. Hubiera podido esquivarlas, quedarse aquí, cambiar el Darro por el Hudson, pero qué sabía él entonces. Su familia le había costeado el viaje con la intención de que aprendiese inglés en Columbia University… El poeta no perdió el tiempo en Nueva York: fue a Vermont, a Coney Island, al teatro, a los clubes de jazz de Harlem y solía recalar muchas veces en la Casa Hispánica de la universidad, donde tenía dos amigos que enseñaban en Columbia… (De Juan, 2014: s/p).

Las experiencias vividas por Lorca, el paseante, o flanêur -en palabras de Walter Benjamin “repercusión de la modernidad en el concepto de arte”-, durante su estancia en Nueva York contribuyeron a forjar la personalidad del poeta. Inmerso en un escenario lejano a la patria que lo vio nacer y crecer, en una urbe de gran tamaño, cuyos habitantes hablaban en inglés, no solo encontró elementos que inspiraron su genio, sino que también lo llevaron a reflexionar sobre aquellos aspectos que hacían a la sociedad neoyorkina tan diferente a la suya de origen. En las notas sobre los afroamericanos es evidente que los sufrimientos de estos lo conmovieron, llamando su atención, además, lo diverso de la población de una urbe caracterizada por lo cosmopolita. Para Lorca fue particularmente interesante la religión protestante y sus diferentes vertientes, en contraste con el tradicional catolicismo practicado en su natal España.

Se ha señalado que, si bien el poeta escribía cartas en un tono jovial a su familia, su estancia en Nueva York se caracterizó por ser una época de tristeza y aislamiento, lo que buscó disimular en sus epístolas a fin de no preocupar a sus seres queridos. Estos sentimientos serían plasmados en su obra Poeta en Nueva York, en la cual es evidente la presencia del surrealismo, herramienta a la que recurrió para “lograr la evasión de la realidad”, y ocultar así su pesadumbre:

Es interesante que el tono alegre de casi todas las cartas enviadas a su familia, unos mensajes llenos de alegría y de noticias siempre positivas, está en fuerte contraste con el estado anímico reflejado en los poemas del ciclo neoyorkino. La depresión, la soledad, la enajenación en un mundo material e inhumano, la tristeza por la infancia y la inocencia perdidas, la muerte, el asco y el horror de estas poesías se alejan mucho de lo que el poeta comunicaba a su familia en las cartas (Katona, 2015: 121).

En el caso de esta obra de Lorca, Suárez Turriza propone que los procedimientos de evasión de la realidad incorporan un matiz de ironía que sugiere crítica social. Así, ese vagabundeo, el flanêur, producto del romanticismo decimonónico, adquiere, a partir de Lorca, un nuevo sentido. Nueva York, según Suárez Turriza, se convierte en una ciudad-mundo, rebasando los alcances de lo que se entiende como una urbe y enmarcando en tiempo y espacio al poeta, quien cristalizó las experiencias vividas en dicho periodo en su obra literaria.

De regreso a España, el caos provocado por el inicio de la guerra civil atrapó a Lorca, quien murió pocos años después de haber retornado a su patria después de su estancia en Nueva York. Cabe preguntarse como percibió el escenario que lo vio nacer luego de estar expuesto a la estridencia de una metrópoli como la neoyorkina. No cabe duda de que fue para él una experiencia transformadora, lo que resulta evidente a partir de su producción poética inspirada a raíz del viaje.

Referencias bibliográficas

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Muñiz, Carlos y Martín Echeverría. 2020 “Efectos del framing en diseños de realismo experimental. Consumo de encuadres y compromiso político en la campaña electoral mexicana de 2018”, Profesional de la información, 29(6), pp. 1-17, https://doi.org/10.3145/epi.2020.nov.13 [ Links ]

Portelli, Alessandro. 2017 “El uso de la entrevista en la historia oral”, Anuario de la Escuela de Historia, 20, pp. 35-48, https://doi.org/10.35305/aeh.v0i20.205 [ Links ]

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María Estela Báez Villaseñor. Doctora en Humanidades (Historia) por la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa. Es profesora-investigadora titular C de tiempo completo en el Departamento de Filosofía de dicha Universidad. Especialista en América del Norte. Ha impartido cursos de Historia de América del Norte en diversas instituciones de educación superior, en licenciatura y en posgrado. Cuenta con varias publicaciones al respecto, tanto libros como artículos. También ha colaborado en la coordinación de obras colectivas. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.

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