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Cultura y representaciones sociales

versión On-line ISSN 2007-8110

Cultura representaciones soc vol.12 no.24 Ciudad de México mar. 2018

https://doi.org/10.28965/2018-024-07 

Sección temática (Dossier)

Un santo parrandero. Las fiestas de San Juan Parrandero en Jiutepec

Daniel David Rubín de la Borbolla


Junio del 2015

Origen

¡¡¡De repente me cayó un montón de agua!!! Una pipa mandada por el ayuntamiento de Jiutepec va mojándonos a todos los que pasamos y nos dejamos. Es la víspera de la fiesta del San Juan Parrandero, y… ¡¡ya la comenzaron!!

Se anuncian las lluvias y le pedimos a este San Juan que nos bendiga una temporada de agua suficiente para que la milpa fructifique y la vida siga; y este pedimento no es un lamento o un rezo, sino una “parranda” con los símbolos de la fertilización y el fruto de la tierra, lo que a su vez es el sincretismo de los tlaloques prehispánicos y la imposición de los valores y símbolos cristianos con la conquista.

Por eso, este es un santo totalmente fuera de serie, pues estos símbolos son un tamal, una botella de aguardiente y un cigarro.

Y claro, es un santo que no vive en la iglesia, no tiene nicho ni pedestal en la parroquia, está a nuestra altura y al lado de nosotros. Se vuelve como nuestro compadre, pues vive y convive todo el año en casa de un Juan (su mayordomo en turno).

El 23 de junio

Esta víspera lo llevamos a misa bailando con él por las calles del pueblo. Los sacerdotes, de muy mala gana, le tienen que hacer caso al pueblo que les exige misa y bendición; pero, claro, tiene que entrar a la iglesia sin botella y cigarro, y a veces sin sombrero, y no lo dejan subir al altar.

De aquí, nos vamos donde los mayordomos ofrecen tamales, arroz y mole verde, y claro el infaltable café de olla, mientras la banda toca la música especial de esta ocasión, y bebe y come.

La fiesta central comienza cuando, después del taco, nos vamos en procesión a donde nace el agua, en el manantial de “Las Fuentes” (hoy un balneario popular) donde se le lleva al mero borbollón para que lo bendiga, y después compartir esta bendición metiéndonos a bañar bailando con él en las albercas, donde, los distraídos acaban en el agua empujados por los cuates.

Al salir del agua le vamos pasando los cigarros que vamos fumando, y nos vamos en procesión al panteón a visitar a los idos, y regresamos a la casa del mayordomo a más tamales y café.

Ya pardeando y cayendo la noche se pasea por el parque, donde se le tributan unos “toritos”, y sigue la “parranda”, parte de la noche, con la visita a casas de muchos Juanes donde esperan los altares, las ofrendas, la comida, la bebida, y la mojada antes proporcionada por los anfitriones, y ahora por las autoridades municipales con pipas y mangueras a presión.

Esa noche a veces duerme fuera de su altar de la casa del mayordomo en turno.

El 24 de junio

Este día es de procesión y de visita donde se lo van turnando para bailar con él; va a casa de todos los Juanes que lo quieran seguir recibiendo y ofrecer tamales, pan y agua fresca o café o atole.

También va al mercado y a los negocios del centro a recibir la cooperación que permite a los mayordomos mantener la tradición un año más.

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