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Cultura y representaciones sociales

versão On-line ISSN 2007-8110

Cultura representaciones soc vol.11 no.21 Ciudad de México Set. 2016

 

Reseña

Salineros. Retrato vivo de un oficio olvidado (2015)

Blanca Solares

Salineros. Retrato vivo de un oficio olvidado (2015). Doníz, Rafael. Solares, Blanca; Doesburg, Sebastian van; Muñoz, Víctor. Fundación Francisco Toledo, Alfredo Harp Helú, Gobierno del Estado de S. L. Potosí, CONACULTA, CaSa. México, 2015.


SAL: “Representa casi perfectamente el principio femenino del eros

que relaciona entre sí todas las cosas.”

C. G. Jung

I

Cada día, me convenzo más de que el libro no es sólo un objeto en vías de desaparición, como el trabajo de nuestros salineros, sino que exige, como a nuestros salineros, una cultura, en el sentido de cultivo, cuidado, esmero, para que el libro sea editado “como debe de ser”: perfecto (uno de los sinónimos de la palabra SAL). El conjunto de esfuerzos expresados en este libro ha estado articulado por el diseño y el cuidado de la edición, a cargo de Pablo Rulfo y Verónica Loera Chávez, respectivamente. Estoy segura que sin la atenta y sensible labor de ambos, este libro no podría restituir a los salineros la dignidad con la que ellos realizan su propio trabajo. Debemos, pues, muy especialmente, al trabajo de edición, que este esfuerzo colectivo haya cobrado realidad. Es como si la SAL, una de cuyas propiedades es concentrar, hubiese ella misma suscitado que lo disperso se articulara como libro, y que se destilara, hasta alcanzar una consistencia innegable.

Por supuesto que las fotografías del maestro Doniz (México, 1948), -en las que podemos notar, también, la afinidad profunda con la labor de otros fotógrafos como Sebastián Salgado, a quien Werner Herzog ha dedicado un filme casualmente llamado “La sal de la tierra” (tequesquite, en nahua)-, están más allá de todas las palabras. Nuestros textos sólo acompasan a sus imágenes fotográficas, capturadas desde las labores salineras en Zapotitlán, zona popoloca, San Bartolo Salinas, Mixteca Baja, y Ávaro Obregón de Juchitán, en Oaxaca.

Salineros. Retrato vivo de un oficio olvidado: empeño, obstinación, devoción para la transformación de agua salitrosa en SAL que, no por casualidad, fue uno de los elementos más importantes para los alquimistas, en el mundo antiguo.

Picinellus, decía que: “dos elementos que alimentan una implacable enemistad se encuentran en maravillosa alianza en la SAL. La SAL, en efecto, es enteramente fuego y enteramente agua”.1

El alquimista veía la esencia de su arte en la separación y la disolución, por un lado; en la composición y solidificación, por otro. La alquimia trata de un estado inicial donde tendencias y fuerzas opuestas luchan entre sí: agua y fuego -ATL TLACHINOLLI, entre los antiguos nahuas-; y de la gran cuestión del proceso capaz de reunir elementos y cualidades separadas y enemigas.

Este libro, para mí, es producto de un conjunto de azares; o mejor dicho, de la sincronía. Sincronía o “principio de conexiones acausales”.2 Un evento del mundo externo coincide significativamente con un estado del alma; primero, una imagen inconsciente llega a la consciencia. Luego, un conjunto de circunstancias del mundo real, coinciden con el anterior contenido. Sincronía, enigma, o conexión misteriosa entre la psique personal y el mundo objetivo. En el fondo, diferentes formas de energía que confluyen, milagrosamente, en un mismo cauce o afluencia de afinidades profundas.

II

En el México antiguo, el simbolismo de la sal está vinculado con Uixtocíhuatl conocida también como la Diosa de la Sal.3 La importancia de esta Diosa se refleja en las fiestas consagradas a la divinidad en el calendario solar de los aztecas, donde se le rinde culto de manera individual o bien asociada a otras divinidades, principalmente de las aguas y de los alimentos. La Diosa fue honrada, al menos hasta el siglo XVI, especialmente entre los productores y comerciantes de sal, en las costas y en las zonas lacustres; de modo destacado, en la Cuenca de México, alrededor del antiguo Lago de Texcoco

En la cosmovisión del Altiplano Central, Uixtocíhuatl forma parte de la geometría del universo. La Diosa, según el Códice Vaticano Latino 3738, ocupa el cuarto nivel del cosmograma nahua.

El cuarto “Cielo-lugar de la sal”, Ilhuicatl huixtotlan, estaba presidido por Uixtocíhuatl, “la diosa de las aguas salobres que se levantan como pared circundante hasta tocar los cielos”.4

El culto a la Diosa de la Sal se ha mantenido persistentemente, bajo advocaciones diversas y en múltiples zonas; como podremos percatarnos a través de las fotografías del maestro Doníz, hasta años recientes. No son muchos los materiales que aluden a esta divinidad. Por ello, más importante aún resulta para la veta antropológica su trabajo, que no separa la estética de la ética, la posibilidad de que la fotografía pueda ser un auténtico documento social. Sin palabras, las imágenes de Doníz traslucen un mito y una simbología compleja, difíciles de comprender y cuyo significado apenas si nos resulta comprensible.

Para el hombre religioso, un mito es una historia sobre dioses, y un dios un sistema de valores (amor, fraternidad, sabiduría, belleza) sobre el que funciona la vida humana y el universo. Aunque la modernidad se preocupe nada por estar familiarizada con los dioses, sin embargo, como podrá apreciarse en el trabajo de Doníz, sus historias, mitos y creencias siguen presentes en la mente de los salineros. Tienen como fin conectar nuestra experiencia con la realidad, permitirnos entender lo que ocurre a nuestro alrededor en conexión con nuestra vida propia. Narran la experiencia de la vida, más que la epopeya del trabajo productivo. Refieren el misterio de la naturaleza y sus secretos.

III

En el México antiguo, el uso de la SAL y el chile estuvo ampliamente extendido entre los pueblos agricultores. La sal acompañaba a todos a los alimentos que se “cosechaban” no sólo de la tierra sino de los lagos: tortugas, ranas, ajolotes, crustáceos y moluscos, insectos y larvas. Con relación a la salud, la sal se usó como medicamento, contra los dolores intensos y prolongados, previos a las labores del parto. Se acostumbraba rociar con sal el cordón umbilical después del nacimiento, probablemente con propósitos antisépticos.5 Más tarde, durante la Colonia, se usó en la producción de plata, la fabricación de vidrio y el curtido de alimentos y pieles. La balneología y la balneoterapia consideran también a la SAL como un recurso importante para la conservación de la salud. En una de las láminas del Códice Zouche-Nuttall, que describe una peregrinación del Rey mixteco 8 Venado, se destaca un túmulo blanco que parece representar la sal, relacionada quizá con un baño terapéutico y de relajamiento. La asociación de la sal con el baño constituye, por lo demás, una constante en la simbología de las fuentes y manantiales termales de la Diosa de la sal. La sal, pues, estaba presente en rituales que involucraban desde el nacimiento hasta la muerte.

En la historia de las culturas, la SAL está relacionada con el ingenio, la inteligencia, el espíritu y el buen gusto (Jacob Böhme). En el México antiguo se la relaciona más con el conflicto y siglo después, con lo repugnante, la suciedad, la sexualidad, las excreciones y humedades extraídas del cuerpo de la mujer y la mala suerte.6

Dice Vigénere que “No hay nada... en lo que la humedad sea más persistente, o más húmedo que en la sal, de la que está hecho en gran parte el mar. Pues, la sal tiene humiditatum inexterminabilem: causa de por qué el mar no se seca”. O también podemos pensar de que, pese a la explotación de las grandes empresas y consorcios transnacionales en México, los salineros persistan en la extracción tradicional de SAL; prueba de una resistencia “inexterminable”, que condimenta la esperanza, y nos ofrece una lección.

1Véase, C. G. Jung., Mysterium Conjunctionis, Obras completas, Vol. 14, Ed. Trotta, Madrid, 2002, p. 237.

2Véase también C. G. Jung, “Sincronicidad como principio de conexiones acausales”, en La dinámica de lo inconsciente, Obras completas, Vol. 8, Ed. Trotta, Madrid, 2011, segunda edición.

3Blanca Solares, Uixtocíhuatl o el simbolismo sagrado de la sal, UNAM/Siglo XXI/Anthropos, España, 2012.

4Alfredo López Austin, Cuerpo humano e ideología, vol. I, IIA, UNAM, 1989, p. 64.

5Redfield, R. y M. P. Redfield, “Disease and its treatment in Dzitas, Yucatán”, 1940, p. 75.

6Solares, op. cit.

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