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Cultura y representaciones sociales

versão On-line ISSN 2007-8110

Cultura representaciones soc vol.9 no.17 Ciudad de México Set. 2014

 

Artículos

 

Capital intercultural: hacia la conceptualización, operacionalización e investigación empírica de un marcador de distinción sociocultural en ascenso

 

Toward the Conceptualization, Operationalization, and Empirical Investigation of a Rising Marker of Sociocultural Distinction

 

Andreas Pöllmann

 

* Investigador del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM; Doctor en Sociología por la Universidad de Essex (Reino Unido); estancias posdoctorales en la Universidad de Educación de Karlsruhe (Alemania) y en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM; tiene varios años de experiencia de docencia universitaria en Inglaterra y actualmente imparte clases en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM; sus trabajos han sido publicados en revistas científicas arbitradas, incluyendo Compare: A Journal of Comparative and International Education, Educational Studies, European Societies y SAGE Open.

 

Resumen

Basado en las "herramientas" conceptuales de Pierre Bourdieu, este artículo se enfoca en el capital intercultural como un marcador de distinción sociocultural y como un tipo de capital cultural cada vez más importante. Primero se introducen las diferentes formas de capital intercultural, con particular interés en los beneficios potenciales de su incorporación. A continuación se aborda la pregunta crucial de por qué algunas personas pueden ser consideradas mejor posicionadas que otras para realizar capital intercultural. El resto de la discusión se enfoca en el estudio de posibles "medidas" operacionales para el concepto de capital intercultural y de cómo estas medidas pueden ser aplicadas para examinar las condiciones y el impacto potencial de su realización.

Palabras clave: Bourdieu, capital intercultural, realización, reconocimiento, desigualdades socioculturales, poder (simbólico).

 

Abstract

Drawing from Pierre Bourdieu's conceptual "toolbox", this article focuses on intercultural capital as an increasingly significant type of cultural capital and marker of sociocultural distinction. It first introduces different forms of intercultural capital, with a particular interest in the potential benefits of its embodiment. Subsequently, the critical question as to why some people can be considered as better positioned to realize intercultural capital than others is being addressed. The remainder of the discussion looks at possible operational "measures" for the concept of intercultural capital and how these may be applied to examine the conditions and potential impact of its realization.

Key words: Bourdieu, intercultural capital, accomplishment, recognition, sociocultural inequalities, (symbolic) power.

 

Introducción: Las formas de capital intercultural

El capital cultural, como lo propuso Bourdieu (1986b), se puede concebir en términos de tres formas características: (i) en forma objetificada —por ejemplo en la escritura, pintura, escultura, composición musical, herramientas, o maquinaria—; (ii) en forma institucionalizada —comúnmente en certificaciones oficiales de escuelas, colegios y universidades—; y (iii) en forma incorporada —como una reserva personal de conocimiento y de "saber-cómo" cultural—. Aunque no siempre se menciona explícitamente en el trabajo de Bourdieu, las respectivas formas de capital cultural sólo existen en relación a y a través de (diferentes) culturas —entendidas como marcos permeables, evolutivos y "compartidos" de percepción, pensamiento e (inter)acción que se aprenden más o menos conscientemente y que son, tanto formados por sus historias de objetivación e institucionalización, como formativos de las mismas—.

Si bien podría ser verdad que actualmente ciertas expresiones de erudición cultural —como por ejemplo la familiaridad con la música y la literatura clásicas— constituyen fuentes menos pertinentes de distinción sociocultural que en la época en la que Bourdieu analizó los campos de lucha por el poder (simbólico), existe poca evidencia de que se haya dado una disminución más generalizada de la relevancia (inter)personal y social del capital cultural. Por lo contrario, innumerables trabajos de investigación, a través de "fronteras" culturales y disciplinarias, han proporcionado pruebas contundentes del valor explicativo perdurable de las "variables de capital cultural".1

En un mundo cada vez más interdependiente, el capital intercultural está emergiendo como un tipo de capital cultural y marcador de distinción sociocultural de gran importancia. Sus manifestaciones en forma de objetivación incluyen monumentos con connotaciones interculturales importantes como, por ejemplo, la escultura Madre de la Humanidad® en Los Ángeles (Estados Unidos), la Calle de los Derechos Humanos en Núremberg (Alemania) y el Monumento al Multiculturalismo en Toronto (Canadá); los acuerdos o las declaraciones internacionales con dimensiones inherentemente interculturales como la Declaración Universal de Derechos Humanos; días conmemorativos como el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial (21 de marzo), el Día Internacional de la Paz (21 de septiembre) o el Día de los Derechos Humanos (10 de diciembre), que son de reconocimiento mundial, ya que traspasan las "fronteras" culturales; instituciones y organizaciones con un fuerte apuntalamiento intercultural (e.g., escuelas bi- o plurilingües, universidades interculturales, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos o las Naciones Unidas); así como libros, artículos, panfletos, reportes, discursos y cualquier otra publicación académica o no académica con una visión intercultural.

Con la respectiva aprobación oficial, tales formas objetivadas de capital intercultural pueden obtener legitimidad y ser reconocidas más fácilmente a través de las "fronteras" culturales. Por ejemplo, cuando Núremberg recibió el Premio UNESCO de Educación para los Derechos Humanos, la antes mencionada Calle de los Derechos Humanos fue reconocida internacionalmente como parte importante de los logros de esa ciudad, y de esta forma fue condecorada con una forma de capital intercultural institucionalizado. De igual manera, las instituciones de educación formal pueden enriquecer las manifestaciones individuales "ordinarias" de capital intercultural incorporado (e.g., habilidades para los idiomas, amistades interculturales o experiencias de vida en el extranjero) a través de declaraciones y certificaciones oficiales y permanentes.

Aunque el prefijo inter en "capital intercultural" enfatiza la esfera de relaciones entre (diferentes) culturas, esto no significa una negación de las "particularidades culturales". De hecho, todas las formas de capital intercultural también son formas de capital cultural en el sentido de que son particulares a las culturas en relación a las cuales y de las cuales han emergido; y todas las formas de capital cultural también son formas de capital intercultural dado que las culturas en relación a las cuales y de las cuales han emergido constituyen, en mayor o menor grado, un producto del contacto y de la "mezcla" interculturales.

Lo que distingue a las formas de capital intercultural de las formas de capital cultural es su grado relativo de trascendenáa de campos. Para Bourdieu, el capital en sus diversas formas constituye "una energía que sólo existe y sólo tiene efecto en el campo en el que es producido y reproducido" (Bourdieu, 1984 p. 113, mi traducción al español) y, consecuentemente, tiende a perder fuerza cuando crece la distancia desde los campos de su (re)producción. El capital intercultural, por el contrario, funciona como un potente marcador de distinción sociocultural dentro de un rango más amplio de contextos de (re) producción, y es probable que mantenga o, de hecho, que mejore su valor de intercambio al traspasar campos más lejanos.

El enfoque del presente artículo se centra en el capital intercultural en estado incorporado, que a primera vista pudiera parecer una simple variante lingüística de algunos términos similares y bien establecidos, como por ejemplo "competencia intercultural", "habilidades de comunicación intercultural" o "sensibilidad intercultural". De hecho, la noción de capital intercultural incorporado —a la cual, en lo que resta de este artículo, me referiré simplemente como capital intercultural— implica expresamente habilidades, competencias y sensibilidades interculturales. Sin embargo, inspirada en el trabajo de Bourdieu, no sólo se refiere a las competencias interculturales como tales,2 sino también a su respectivo valor de cambio y a las circunstancias en las que son más o menos probables de ser realizadas.

En la siguiente discusión, primero se revisa la noción de "realización del capital intercultural", con énfasis en sus posibles beneficios. Subsecuentemente, se ilustran las razones por las que algunas personas pueden considerarse mejor posicionadas para realizar el capital intercultural que otras. Posteriormente se describen posibles "medidas" operacionales y aplicaciones empírico-analíticas prometedoras del concepto de capital intercultural. Finalmente, y como conclusión, se revisan algunos de los puntos más importantes.

 

La realización de capital intercultural y sus beneficios potenciales

El capital intercultural puede realizarse en términos de (una combinación de) toma de conciencia, adquisición y aplicación, como se describe en la Tabla 1.

Mientras que la realización completa del capital intercultural implica cierto grado de toma de consciencia de lo que pudiera estar en juego, la falta de esta consciencia no necesariamente excluye adquisiciones y aplicaciones efectivas, particularmente en los casos donde el entorno sociocultural favorece a los procesos acostumbrados e instintivos de incorporación de capital.

Los tipos de entornos socioculturales en los que el capital intercultural se adquiere en passant pueden ir desde centros comunitarios estatales poco presupuestados en barrios culturalmente diversos de clase trabajadora, hasta lujosos programas internacionales de formación de "líderes de negocios globales". Si bien la primera fuente de adquisición del capital intercultural no es menos "valiosa" (i.e., en términos ontológicos) que la segunda, es probable que sea menos reconocida, cotizada y convertible (i.e, a capital económico).

El capital intercultural (como todo capital cultural) tiende a operar "como capital simbólico, i.e., a no ser reconocido como capital" (Bourdieu, 1986b, p. 245, mi traducción al español), lo que puede resultar en ganancias financieras substanciales aunque éstas no siempre sean evidentes a primera vista. Cuando el capital intercultural ha sido incorporado en forma de un sentido intercultural práctico más o menos conscientemente aprendido y habituado, puede ofrecer algo más que un conjunto de habilidades económicamente viables que permitan a sus portadores competir exitosamente en los mercados globales. Al implicar la complementación más que la asimilación de diferentes perspectivas culturales, la realización del capital intercultural promueve el respeto por la diversidad cultural y el entendimiento de situaciones y contextos previamente desconocidos o "extraños".

Como lo muestra un sólido conjunto de investigaciones en el área de la teoría del contacto intergrupal, los tipos de encuentros personales con costumbres, entornos, gente o idiomas anteriormente desconocidos —que están en el centro de la realización de capital intercultural— pueden derivar en beneficios (inter)personales y sociales significativos (Crystal, Killen, y Ruck, 2008; Davies, Tropp, Aron, Pettigrew, y Wright, 2011; Pettigrew y Tropp, 2006; Pettigrew, Tropp, Wagner, y Christ, 2011). Sin embargo, desde las calificaciones originales de Allport (1954), también ha sido evidente que el contacto intergrupal en sí mismo no siempre, y no necesariamente, es el resultado de (o productora de) relaciones intergrupales armoniosas en las que todos los (miembros de) diferentes grupos disfrutan del mismo estatus y del mismo poder (simbólico) (Barlow et al., 2012; Hewstone, Rubin, y Willis, 2002; Maoz, 2000; Saguy, Dovidio, y Pratto, 2008).

El hecho de que, a lo largo de la historia de la humanidad, los encuentros interculturales frecuentemente se han caracterizado por conflictos violentos, guerra y destrucción, más que por benevolencia, consenso y paz (Demorgon, 2005), nos recuerda la importancia de comprobar empíricamente cualquier presunto beneficio de la realización del capital intercultural. Antes de tratar los temas de operacionalización y de aplicación empírica, se revisarán los factores interrelacionados que probablemente influyen en las oportunidades para realizar los posibles beneficios del capital intercultural.

 

¿Quién está en posición de realizar el capital intercultural?

La realización del capital (inter)cultural está inherentemente "ligada al individuo biológico" (Bourdieu, 2000, p. 157, mi traducción al español). De hecho, siempre se lleva a cabo a través de (la historia de) las prácticas individuales mediadas biológicamente —incluyendo reflexiones deliberadas, así como "maneras de ser, ver, actuar y pensar" (Bourdieu, 2005, p. 43, mi traducción al español) menos conscientes y frecuentemente presupuestas o habituadas—. Sin embargo, el grado probable de realización individual del capital no puede ser evaluado adecuadamente basándose sólo en el análisis de características (e.g., edad y género) y prácticas personales, sino que se lo concibe mejor como producto de factores individuales y ambientales interrelacionados, como se indica en la Figura 1.

Los antecedentes familiares de un individuo juegan, sin lugar a dudas, un papel crucial en su formación educativa y a lo largo de su vida (Bourdieu y Passeron, 1977, 1979). Aquellos que cuentan con una herencia familiar de capital económico, social e (inter)cultural altamente valuado y ampliamente convertible tendrán mayor probabilidad que otros individuos (que no disfrutan de esos privilegios) de acumular variedades de capital intercultural altamente estimadas y transferibles, y de sacar provecho de esta acumulación (Pöllmann, 2009). Aún en los casos en los que una red familiar de apoyo bien posicionada facilite el acceso a "una parte de la suma de los recursos de todos sus miembros" (Bourdieu, 1996, p. 292, mi traducción al español), la eficacia del capital intercultural de un individuo puede variar significativamente —dependiendo en gran medida de su afiliación (real o percibida) a grupos étnicos, lingüísticos, nacionales, raciales, religiosos u otros— particularmente en contextos de dominación y de marginación sistemáticos.

Hace más de tres décadas, Hall (1976) señaló que...

... las virtudes y talentos de las mujeres, de las personas de raza negra, de los americanos nativos, de los hispano-americanos y de otros [grupos], no solamente no son reconocidos, sino que son frecuentemente denigrados por los miembros del grupo dominante (p. 7, traducción mía).

Hoy en día, tal como en los años 70s, en los Estados Unidos y en otros países, las "jerarquías de grupo" pueden tener un impacto nocivo en las oportunidades de vida de la gente, no solamente en circunstancias de discriminación evidente (e.g., durante el régimen Apartheid en Sudáfrica), sino también a través de formas más ocultas de exclusión y de desventaja debido a la falta de reconocimiento de los derechos del grupo dentro de las "sociedades igualitarias" (Fraser, 1995; Kymlicka, 1995; Modood, 2007; Parekh, 2006; Young, 2011).

Fundamentalmente, los miembros de grupos marginados pueden seguir tres caminos para incrementar sus oportunidades de realizar capital intercultural: cambiar sus afiliaciones a otros grupos; unirse a las luchas por el reconocimiento y la apreciación de sus experiencias y conocimientos (inter)culturales particulares; o tratar de desafiar y cambiar las prácticas y costumbres sustentadas por (y que sustentan a) las divisiones socioculturales establecidas de poder (simbólico).

Es importante considerar que de la misma manera en que los grupos pueden ser fuente de empoderamiento, ser diversos y estar abiertos al cambio, también pueden ser limitativos, totalizadores e inflexibles; pero difícilmente se constituirían en un todo homogéneo y completamente unificado en el que los individuos desaparecen en un colectivo misterioso (Benhabib, 2004; Erel, 2010; Kymlicka, 2007; Parekh, 2008; Phillips, 2009). Más de lo que pudiera pensarse, diferentes individuos tienen diferentes ideas sobre el significado y el propósito de los grupos a los que (se percibe que) pertenecen. Los individuos pueden sentirse fuertemente apegados a algunos grupos, mientras que apenas se dan cuenta de los vínculos "objetivamente" existentes con otros. También se pueden distanciar de los grupos a los que han pertenecido y unirse a grupos alternativos.

Sin embargo, pertenecer a un grupo no es solamente, y no es en todos los casos, un asunto de elección personal. Si fuera así, sería, de hecho, bastante fácil para los individuos cambiar sus respectivas afiliaciones y, de esta forma, sus oportunidades relativas de realizar el capital intercultural. No obstante, las "evaluaciones externas" de la pertenencia de un individuo a un grupo (o grupos) pueden subsistir aunque estén en desacuerdo con su propia situación y/o opinión personal. Para los afectados, tal falta de "congruencia evaluativa" no es un asunto trivial. Así como las evaluaciones externas positivas pueden alentar y facilitar, los estereotipos y prejuicios negativos pueden desalentar e inmovilizar (Taylor, 1994).

De hecho, frecuentemente los individuos prefieren reafirmar sus afiliaciones en vez de cambiarlas a otros grupos. En lugar de dejar un grupo debido a circunstancias de discriminación y marginación, ven esta permanencia como una fuente importante de identidad, orgullo, solidaridad y empoderamiento mutuo. Después de todo,

La igualdad social, económica y política no se da en bandeja. Se tiene que luchar por ella, y lo que es igual de difícil, mantenerla. Esto requiere de una identidad positiva entre los grupos marginados, y en consecuencia de una lucha cultural, tanto dentro de los grupos como en la sociedad en general. (Parekh, 2008, p. 50, traducción mía)

Para los (miembros de) grupos marginados, una parte crítica de esta lucha consiste en la afirmación de que la causa de su margina-ción se debe, más que a la escasez de recursos familiares y culturales, a la falta de reconocimiento y apreciación de esos recursos como legítimos y valiosos —como ha sido fuertemente argumentado en varias críticas a los estereotipos colectivos y al modelo del "pensamiento del déficit" en el campo de la educación formal (Moll et al., 1992; Valencia, 2010; Yosso, 2005)—.

La probabilidad de éxito de las demandas individuales o colectivas por el reconocimiento y la apreciación de un rango más amplio de recursos familiares y culturales podría variar de contexto en contexto, y particularmente a través de diferentes Estados. Como los portadores "del monopolio de la violencia simbólica legítima" (Bourdieu, 1991b, p. 239, traducción mía, cursivas del autor), los Estados representan una fuerza primaria en la formación de categorías y divisiones socioculturales, ya sea de manera explícita y formalizada al autorizar disposiciones legales y leyes (Bourdieu, 1986a) o de manera menos explícita, pero no por eso menos efectiva, en otros campos de lucha por el poder (simbólico) —incluyendo las áreas de la educación formal (Bourdieu & Passeron, 1977), la producción cultural (Bourdieu, 1993), el lenguaje y la comunicación (Bourdieu, 1991a), la religión (Bourdieu, 1991b) y el género (Bourdieu, 2001)—.

Cuando el "poder [(simbólico)] que impone la visión legítima del mundo social [...,] su significado actual y la dirección en la que va y en la que debería ir" (Bourdieu, 2000, p. 185, traducción mía) se distribuye asimétricamente, algunos individuos y grupos gozarán de un acceso privilegiado a procesos de acumulación de capital intercultural. Aun en los casos en que realizaran comparativamente poco capital intercultural en términos de toma de consciencia y de adquisición, su valor de cambio relativo —es decir, su potencialidad de realización en términos de aplicación— podría exceder a la de otros individuos o grupos con reservas personales de capital intercultural nominalmente mayores, pero devaluadas en gran medida por sus posiciones socioculturales desfavorables.

Antes de regresar a los problemas de realización y realizabilidad en la sección de conclusiones, consideremos algunas ideas sobre posibles operacionalizaciones del concepto de capital intercultural, así como posibles tipos de investigación a través de los cuales los respectivos indicadores empíricos podrían aplicarse. Después de todo, más que ser tratados como fines en sí mismos, los conceptos y proposiciones teóricos "son diseñados para ponerlos a trabajar empíricamente de manera sistemática" (Bourdieu & Wacquant, 1992, p. 96, traducción mía, cursivas de los autores).3

 

"Medidas" operacionales y áreas de su aplicación en la investigación empírica

Una encuesta reciente sobre formas de apego nacional y suprana-cional entre directores de escuelas en Berlín y Londres (Pöllmann, 2008, 2010) muestra que el capital intercultural —operacionalizado como una combinación del número de idiomas extranjeros que se hablan ("ninguno", "uno" o "dos o más"), las amistades interculturales ("ninguna", "pocas" o "varias") y la experiencia de vivir en el extranjero ("ninguna", "menos de un año", "de uno a cuatro años" o "cinco o más años")— puede tener un impacto explicativo significativo.4 Sin duda, el alcance de estos indicadores podría desarrollarse más —particularmente en términos de su profundidad analítica—. Por ejemplo, además de considerar el tiempo que la gente dice haber vivido en el extranjero, sería interesante examinar estas experiencias de vida más en detalle (e.g., durante las vacaciones, durante un programa de intercambio estudiantil internacional o por motivos de trabajo), así como sus posibles consecuencias en términos de aprendizaje (e.g., indicado por el nivel de conocimiento sobre otros países antes y después de vivir en el extranjero). De manera similar, en lugar de centrarse únicamente en el número de amigos interculturales, se podría profundizar en el análisis para conocer los antecedentes socioculturales de tales amigos y la calidad de su amistad percibida subjetivamente.

Otras posibles operacionalizaciones podrían tomar en cuenta los diferentes estados de realización (i.e., Tabla 1); el grado de trascendencia de campos; la longitud de adquisición, a la que Bourdieu (1986b) concibió como "la menos inexacta de todas las mediciones de capital cultural" (p. 244, mi traducción al español); y el modo de adquisición, considerando experiencias personales directas (e.g., a través de matrimonios interculturales o de migración internacional), así como formas más indirectas de aprendizaje intercultural (e.g., a través de libros, de la televisión o del internet) —teniendo en mente que "la adquisición del conocimiento mediado siempre será diferente a la familiaridad inmediata con la cultura nativa" (Bourdieu, 1967, p. 358, traducción mía)—.

Naturalmente, el número y la complejidad de las "medidas" ope-racionales para el concepto de capital intercultural variarán dependiendo del tema en consideración y de las respectivas teorías y métodos usados en el transcurso de su investigación. Por ejemplo, una encuesta transnacional comparativa sobre las experiencias y habilidades interculturales de las personas, probablemente no contendrá el mismo conjunto de indicadores empíricos que un estudio etnográfico a profundidad de los encuentros interculturales en una comunidad local particular.

El concepto de capital intercultural se presta a varias aplicaciones empíricas prometedoras —ya sea como un factor explicativo, o como un fenómeno a ser explicado—. Como factor explicativo, su impacto potencial podría ser examinado en relación a un rango de problemas sociales contemporáneos, tales como etnocentrismo, racismo, intolerancia religiosa y xenofobia. Como fenómeno a ser explicado, su grado relativo de realización en términos de toma de consciencia, adquisición y aplicación (i.e., Tabla 1) podría ser considerado y examinado como la función de uno o de varios de los factores presentados en la Figura 1.

En la investigación social cuantitativa, las "medidas" empíricas de capital intercultural podrían servir para predecir éxito educativo (Nuñez, 2009), inserción laboral transnacional o actitudes hacia la diversidad cultural, los extranjeros, las minorías étnicas y los inmigrantes —por citar sólo algunos ejemplos—. Sin embargo, actualmente es difícil encontrar encuestas a gran escala que provean este tipo de "medidas" empíricas. La incorporación regular de "variables de capital intercultural" a programas de encuestas transnacionales, como la Encuesta Social Europea, la Encuesta Mundial de Valores o el Programa Internacional de Encuestas Sociales, podría mejorar el alcance analítico de la investigación social cuantitativa, incluyendo la posibilidad de llevar a cabo análisis de datos multinivel y comparaciones sistemáticas a través del tiempo.

Mientras que los análisis estadísticos basados en encuestas son particularmente adecuados para examinar el valor explicativo relativo de las "variables de capital intercultural", las estrategias de investigación social más interpretativas (e.g., entrevistas de historia de vida, observaciones participativas o entrevistas de grupos focales) permiten tener ideas más amplias y profundas no sólo acerca de la manera en la que la incorporación de capital intercultural pudiera afectar la vida de la gente, sino también acerca de los factores que pueden hacer posible o restringir su realización (i.e., Figura 1) en términos de toma de consciencia, adquisición y aplicación (i.e., Tabla 1).

Ya sea que se trate como factor explicativo o como fenómeno a ser explicado, la noción de capital intercultural no se presta únicamente para aplicaciones cualitativas, ni solamente para aplicaciones cuantitativas. De hecho, el uso del concepto a través de "fronteras" culturales y disciplinarias, y el amplio aprovechamiento de su potencial heurístico, requieren más bien de estrategias de investigación para resolver los problemas concretos bajo estudio, que de marcos teóricos rígidos y fetichismos metodológicos.

Después de haber introducido las formas de capital intercultural, con énfasis en la importancia particular del capital intercultural incorporado —sus beneficios potenciales, así como los factores que puedan habilitar o restringir su realización—, y de haber descrito posibles aplicaciones en el nivel de investigación empírica, me gustaría concluir este artículo revisando brevemente algunos de los puntos discutidos anteriormente.

 

Conclusiones

Sin lugar a dudas, la realización de capital intercultural puede ayudar a personas de diferentes orígenes a desarrollar un sentido intercultural práctico en el mundo globalmente interconectado en el que viven y, en consecuencia, generar beneficios (inter)personales y sociales considerables. Sin embargo, en muchas partes del mundo, los tipos de capital intercultural altamente estimados, institucionalmente certificados y (de esta manera) ampliamente convertibles están siendo realizados solamente por una minoría. Inclusive dentro del contexto comparativamente próspero y favorable de la Unión Europea, los estilos de vida interculturalmente móviles, que pueden considerarse como impulsores importantes de la realización de capital intercultural, están fuertemente asociados a los estatus socioeconómicos más altos y a los antecedentes etno-raciales prevalecientes (Fligstein, 2008; Haller, 2008; Reay, David, y Ball, 2005). Tomando en consideración que aquellos que ya han realizado comparativamente elevados niveles de capital intercultural altamente valuado, oficialmente reconocido y ampliamente convertible tienen mayor probabilidad de realizar todavía más capital intercultural con mayor facilidad, dichas desigualdades sistemáticas podrían exacerbarse más que disminuirse con el tiempo.

Como hemos visto, comprobar si el capital intercultural se puede realizar y qué tan fácil es su realización, no es ni cuestión de suerte, ni primordialmente el resultado de las diferencias de características y esfuerzos individuales; sino que depende en gran medida de un conjunto de factores ambientales. Por ejemplo, cuanto más favorezcan los recursos domésticos de capital, las afiliaciones a grupos y las respectivas condiciones contextuales a la incorporación acostumbrada y sin esfuerzo de capital intercultural altamente apreciado y ampliamente convertible, mayor será la toma de conciencia relativamente prescindible. Por el contrario, en circunstancias menos favorables, las luchas conscientes individuales o colectivas por el reconocimiento, la apreciación y una distribución más equitativa del poder (simbólico) se vuelven cada vez más importantes.

Mientras las profundas desigualdades socioculturales prevalezcan en gran parte del mundo, sería prematuro y hasta ingenuo confundir los procesos de realización del capital intercultural y sus posibles beneficios (inter)personales y sociales con el surgimiento de una nueva era de "personalidad intercultural". Para no hacer generalizaciones indebidas y conclusiones apresuradas, resulta más fructífero concebir las condiciones y el impacto potencial de la incorporación del capital intercultural en términos de grado y probabilidad —lo que se traduce en un escenario analítico-conceptual que considera a las personas como más o menos bien posicionadas para (poder) poseer diferentes variedades de capital intercultural— de distintos niveles y estados de realización, y con valor de cambio (institucionalmente certificado) variable.

 

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Notas

** Origen y traducción del texto original (nota preliminar) La traducción del texto original en inglés fue realizada (con adaptaciones menores de estilo y sintaxis) por el mismo autor (Andreas Pöllmann). El texto original fue publicado en la revista SAGE Open el 23 de abril de 2013 bajo licencia creative commons 3.0 US (http://creative-commons.org/licenses/by/3.0/us/), con la siguiente información bibliográfica: Pöllmann, A. (2013). "Intercultural capital: Toward the conceptualization, operationalization, and empirical investigation of a rising marker of sociocultural distinction". SAGE Open, 3, 1-7, DOI: 10.1177/2158244013486117.

1  Ejemplos recientes incluyen a Bennett et al. (2009), Noble y Davies (2009), Shim (2010), Tramonte y Willms (2010) y Yamamoto y Brinton (2010).

2 Ver Perry y Southwell (2011) para un resumen de la corriente principal que se concentra (entera o primordialmente) en dimensiones de comunicación y de saberes prácticos etiquetados como "competencia intercultural", "entendimiento intercultural", "sensibilidad intercultural", "comunicación intercultural" o "capacitación intercultural", entre otras etiquetas. Existen notables excepciones a esta corriente principal —por ejemplo, los estudios críticos de la comunicación intercultural (e.g., Halualani y Nakayama, 2010)—.

3 Contrariamente a la falsa impresión creada por algunos críticos (e.g., Goldthorpe, 2007), Bourdieu no concibió (sus) conceptos como marcos de referencia absolutos, rígidos y puramente teóricos, sino como "herramientas" analíticas que cuando se aplican en la investigación empírica, necesitan ser adaptadas para resolver los problemas específicos en cuestión (e.g., Bourdieu, 1988, 1999; Lamaison y Bourdieu, 1986; Wacquant, 1989).

4 En particular, los respectivos resultados sugieren que niveles altos de capital intercultural están asociados a niveles bajos de apego nacional y a niveles altos de apego a Europa.

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