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Cultura y representaciones sociales

versión On-line ISSN 2007-8110

Cultura representaciones soc vol.3 no.6 Ciudad de México mar. 2009

 

Artículos

 

Cosmopolitismo y modernidad: inmigrantes y "locales" en tiempos de globalización. El caso de los coreanos en la región sureste de Tamaulipas

 

Amaranta Arcadia Castillo Gómez

 

* Antropóloga social por la Escuela Nacional de Antropología e Historia, actualmente es estudiante del doctorado del Posgrado en Antropología de la Facultad de Filosofía y Letras/Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha realizado trabajo de campo en la Costa Chica Oaxaqueña, en la Huaxteca Veracruzana, en el sur de Tamaulipas y actualmente realiza un estudio en la comunidad de Chiconcuac, Estado de México.

 

Resumen

El artículo analiza la generación de representaciones contradictorias y paradójicas, en parte positivas y en parte xenofóbicas y denigrantes, acerca de los extranjeros en lugares como la región de Tampico, donde por razones geográficas, históricas y económicas, predomina supuestamente una cultura cosmopolita, abierta a lo extranjero como expresión de modernidad y de progreso. Estas representaciones se explican en parte por las relaciones disimétricas y conflictivas —generadas a nivel local— entre los extranjeros (representados por los coreanos en el caso considerado) y los trabajadores locales, secundados por los pobladores nativos en general. El análisis da pie para revisar el concepto de cosmopolitismo en situaciones locales, así como el de modernidad, entendida como ideal de progreso mediante la industrialización en el contexto del desarrollo capitalista global.

Palabras clave: coreanos en México, trabajo migrantes, discriminación social.

 

Abstract

The purpose of this paper is to analyze the construction of contradictory and paradoxical representations, partly positive, partly xenophobic and slandering about foreigners in places such as Tampico's region where for geographical, historical and economic reasons a cosmopolitan culture opened for foreign things as an expression of modernity and progress supposedly predominates. These representations can be explained partly by the asymmetrical and conflicting relations - generated at local level - among foreigners (in this case represented by Koreans) and local workers as well as native settlers in general. The analysis provides the opportunity to examine the concept of cosmopolitanism in local situations, as the one described here, as well as that of modernity, understood as a representation of progress by means of industrialization in a capitalist global development context.

 

Résumé

L'article analyse la génération de représentations contradictoires et paradoxales, en partie positives et en partie xénophobes et denigrantes, des étrangers établis dans la región de Tampico (Nord-Est du Mexique) où pour des raisons géographiques, historiques et économiques devrait prédominer une culture cosmopolite, ouverte à l'étranger qui est associé à l'idée de modernité et de progrès. Ces représentations s'expliquent en partie par les rapports dissymétriques et conflictifs -générés localement- entre les étrangers (dans ce cas précis, les coréens venus moderniser la raffinerie de pétrole) et les travailleurs locaux, appuyés par le reste des habitants en général. L'analyse permet de revoir le concept de cosmopolitisme en situation locale, comme c'est le cas ici, ainsi que celui de modernité comprise comme idéal de progrès grâce à l'industrialisation dans un contexte de développement capitaliste global.

 

Ser modernos es estar en un medio que promete aventura, poder,
crecimiento, goce, transformación de nosotros mismos y del mundo. Y, al
propio tiempo, que amenaza con destruir todo lo que tenemos, todo lo
que sabemos, todo lo que somos... Se trata de una unidad paradójica,
de una unidad de desunión, que nos arroja a un torbellino de constante
desintegración y renovación, de lucha y contradicción, de ambigüedad y

angustia (Berman, 1982: 25-26).

 

Este ensayo se propone explorar los mecanismos a través de los cuales los "locales" —es decir, habitantes de una localidad determinada— van construyendo una forma peculiar de relacionarse con los "extranjeros" en contextos del capitalismo global.

Cuando los coreanos llegaron a la región sureste de Tamaulipas, México, para modernizar una refinería petrolera estatal, la gente de la localidad construyó una representación de los mismos con base en su propia experiencia con los extranjeros a lo largo de muchos años. Esto me dio pie para plantear la pregunta sobre cómo los obreros de la localidad conciben el cosmopolitismo, lo que me permitirá profundizar este concepto y a la vez poner de manifiesto la complejidad de la construcción de una forma de conocer y percibir las diferencias culturales por un grupo social.

 

Los coreanos y la modernización de la refinería Madero

Cuando un conjunto de empresas coreanas ganaron el concurso de licitación para la modernización del sistema de refinación petrolera en México, en el año 2000, en el gobierno federal no se imaginaron las repercusiones locales de este hecho. El proyecto de Reconfiguración del Sistema Nacional de Refinación de Petróleos Mexicanos (PEMEX), publicado en Diciembre de 1998, tenía la finalidad de modernizar los procesos de refinación del crudo para la obtención de gasolinas y destilados de alta calidad, aumentando también el proceso de producción de crudo de 1.30 millones de barriles diarios, en el 2002, a 1.50 millones de barriles en el 2003.

Las refinerías destinadas a modernizarse eran las siguientes: Refinería "Francisco I. Madero", ubicada en Ciudad Madero, Tamaulipas; la Refinería "Miguel Hidalgo", ubicada en Tula, Hidalgo; la Refinería "Ing. Antonio M. Amor", ubicada en Salamanca, Guanajuato, la Refinería "Ing. Héctor R. Lara Sosa", ubicada en Cadereyta de Jiménez, Nuevo León, "y otras refinerías que posteriormente podrá definir PEMEX-Refinación".1 El capital requerido contable para poder participar en la licitación era de trescientos millones de pesos o su equivalente en moneda extranjera. La convocatoria, de carácter internacional, estaba abierta a todos aquellos que cupieran dentro de los Tratados de Libre Comercio signados por el gobierno de la República.

Para los conocedores en la materia, principalmente las compañías que ordinariamente participaban y participan en este tipo de concursos, las cuatro licitaciones del paquete de modernización no debieron haber sido propuestas como un conjunto, de manera que fuera ganado todo el paquete por un mismo consorcio, sino por separado. Lo cierto es que, al menos en los casos de Cadereyta, Ciudad Madero y Tula, los grupos de inversión coreanos dominaron el panorama, incluyendo minoritariamente la participación de las empresas SIEMENS y Tribasa.

El costo del proyecto fue inicialmente de 1.2 billones de dólares (aunque después se habló de una cantidad mayor), y constituyó la inversión más grande para un proyecto durante 1999, en América Latina. SK Engineering and Construction, de SK Group, una empresa coreana, dio el primer paso para cerrar una transacción financiera que les permitiera iniciar el proyecto. Del 1.08 billón de dólares que era el costo del financiamiento, 620 millones de dólares se obtuvieron de préstamos bancarios, 260 millones de dólares de préstamos de créditos de exportación y 200 millones de dólares de préstamos directamente del Export-Import Bank of Korea. Cuando aún no se contaba con el financiamiento completo, PEMOPRO (PEMEX Modernization Project, nombre del consorcio) esperaba que la crisis de los mercados pasara para poder completarlo. Sin embargo, esto no ocurrió. Fue así como el U.S. Ex —Im Bank (United States Import-Export Bank) entró como uno de los más importantes bancos (no en términos económicos sino de participación y confiabilidad) que respaldaron el proyecto, con un préstamo de 180 millones de dólares para financiar la exportación de equipo y servicios de Siemens Corporation, New York, NY, y de numerosos proveedores estadounidenses para expandir y modernizar la Refinería Madero. Por ello, los 620 millones de dólares de préstamos bancarios que se mencionan arriba, 180 millones debieron ser reembolsados a U.S. Export-Import Bank.

Se suponía que el proyecto financiero se había estructurado para involucrar a las empresas mexicanas como proveedoras y subcontratistas, de manera que se "utilizaran los recursos humanos existentes y se maximizara el uso de las facilidades de inversión en el país."2 Un agente del Deutsche Bank fue quien supervisó e hizo los arreglos para el financiamiento comercial de los préstamos y Siemens Financial Services fue el co-asesor del Consorcio PEMOPRO.3

Los coreanos llegaron a las diferentes localidades donde tenían que realizar sus obras y se establecieron en ellas formando enclaves, lo que implicaba mantener mínimas relaciones con las personas a su alrededor, excepto las requeridas por lo estrictamente laboral, es decir, se trató de grupos que conservaron su carácter de comunidad trasnacional a lo largo del tiempo que estuvieron trabajando.

Sus estrategias de contratación de mano de obra también generaron descontento, pues lejos de contratar a los trabajadores locales, dieron preferencia a los provenientes del sureste mexicano así como a sus paisanos, a tailandeses y a filipinos, por ser una mano de obra más barata. Estas estrategias del movimiento de mano de obra fueron implementadas por la Confederación de Trabajadores de México (CTM) a nivel nacional —a través de un sindicato llamado SITRACE (Sindicato de Trabajadores de la Construcción y Excavación, Similares y Conexos de la República Mexicana), al que muchos consideraban un sindicato blanco—, despreciando a sus filiales locales (CTM de Tampico y CTM de Ciudad Madero). Es decir, la CTM dispuso de la mano de obra mexicana de la parte sur del país negociando directamente con la empresa coreana y dejando a un lado a los trabajadores locales, los cuales tenían un tabulador salarial más alto que los venidos del sureste.4

El resultado fue una constante lucha de los grupos obreros locales, así como de los empresarios de la región, para entrar a formar parte de la obra de reconfiguración de la refinería, produciéndose al menos dos paros laborales que no tuvieron repercusiones importantes ni en las formas de contratación ni en el mejoramiento de la condiciones de trabajo, a raíz de la intervención de las autoridades estatales y federales para mediar en el conflicto.

Lejos de unirse como grupos alrededor de los sindicatos, o de formar nuevos grupos o de generar una capacidad negociadora, los obreros y sus dirigentes locales optaron por retirarse poco a poco de la obra, al ver que los diferentes organismos gubernamentales no estaban dispuestos a involucrarse, y buscaron empleo en otros proyectos que se estaban llevando a cabo en la región, lo que desahogó en gran medida el nudo de conflictos que podían haberse originado y que podían haber llevado a un movimiento obrero más consistente y organizado.

Los pocos trabajadores locales que llegaron a formar parte del personal administrativo de la empresa SK y del sindicato SITRACE, eran los hijos o nietos de trabajadores jubilados petroleros que habían negociado esta prerrogativa desde el inicio de la obra. Estos trabajadores administrativos eran muchachos que aún no terminaban sus estudios profesionales y cuya experiencia laboral previa era nula, lo que originaba graves conflictos con todos los obreros, quienes reclamaban los "errores" y las faltas legales en las que incurrían tanto el sindicato como la empresa debido a la inexperiencia de estos jóvenes. Los obreros comentaban que estos "errores" iban desde no declarar el salario real ante el Instituto Mexicano del Seguro Social, con lo que hubieran podido evadir impuestos, hasta no tomar en cuenta las reclamaciones de los trabajadores en cuanto a que no se estaban respetando las normas de seguridad en el trabajo, lo que había originado varios accidentes laborales e incluso la muerte de algunos de ellos.5

Dentro de este contexto surgen entre los obreros y dentro de la población local un conjunto de creencias acerca de los coreanos, que giraban en torno a su condición humana degradada, tomando en cuenta sus hábitos alimenticios y sexuales, así como su alto desarrollo tecnológico; todo esto cuando se hubiera esperado más bien una crítica al sistema económico o al gobierno por todo lo que estaba ocurriendo, o la organización de un movimiento que llevara a plantear una perspectiva nueva sobre Petróleos Mexicanos y su privatización.

Los coreanos llegaron al área de Tampico, Ciudad Madero y Altamira para ejecutar la obra a finales de 1999, y salieron en el año 2003. En ese período, las interacciones entre ellos y la población local derivaron en conflictos constantes e incluso en actitudes xenofóbicas por parte de los lugareños, xenofobia que fue construyéndose a lo largo del tiempo de convivencia, y que incluía representaciones sociales degradantes, difundidas constantemente en la localidad, acerca de los "extranjeros".

 

Las creencias sobre los coreanos: configuraciones presentes de patrones pasados

Una de las primeras cosas que escuché en mi trabajo de campo en las localidades consideradas fue que los coreanos eran "sucios". Este concepto de suciedad pasó del aspecto exterior, al olor y después a las conductas sexuales. Digamos que la profundidad de la suciedad fue haciéndose más honda conforme pasaba el tiempo y conforme se iba cavando una enorme zanja entre los dos grupos, debido a los conflictos laborales, que poco a poco se volvió infranqueable para los mexicanos. La suciedad comenzó como un asunto relativo al aspecto externo, es decir, referido a la vestimenta y a los modales de los coreanos.6 Posteriormente se habló de su olor. Se decía que olían a ajo y que este olor era "pestilente". Después, la suciedad se extendió a la cuestión sexual, pues corrían rumores sobre sus prácticas sexuales "pervertidas y homosexuales". Se hablaba también de lo morboso que eran los coreanos y de la forma en que se relacionaban unos con otros. En muchas de las respuestas a los cuestionarios aparecen constantemente las palabras "table-dance" y "antros"7 asociadas a lo sucio, morboso y lujurioso como definitorios de lo coreano. Se trataba de animalizar o de inhumanizar al coreano alegando sus prácticas homosexuales o promiscuas, censuradas por ser abiertas.8

El último nivel de la "suciedad" implicaba ya un peligro, ya que se afirmaba que la suciedad podía transmitirse por contacto sexual.

Por ello se decía que los coreanos "todos tienen sida", portaban enfermedades peligrosas y debía mantenerse un especial cuidado en el trato con ellos. 9

Otro conjunto de creencias que surgieron sobre los coreanos se relacionaba con la alimentación. Se comentaba que los coreanos comían de todo: perros, gatos y hasta seres humanos. "El descenso de perros callejeros es tan notorio que hasta los de por ahí de por la casa se están desapareciendo".10 Esto se comentaba entre los taxistas y vecinos de casi todas las colonias de la región. Además, se mencionaba que criaban gatos y que cuando morían algunos coreanos, no se sabía qué pasaba con sus cadáveres, porque ocurrían más muertes de las que se conocían públicamente.

Todo ese conjunto de creencias pudo originarse debido a que desde el principio los coreanos se negaron a aceptar la comida local como algo "interesante" digno de conocer. Ellos tenían sus estrategias y recursos para mantener su dieta inalterable gracias a la cercanía con los Estados Unidos. La gente se disgustaba por este hecho, pues durante la jornada laboral, la comida era el momento de convivencia relajada entre todos y los coreanos nunca estaban, pues su comedor estaba aparte y su menú era diferente.

Por supuesto que los trabajadores también sabían que los coreanos tenían el hábito culinario de comer perros, práctica que ellos relacionaban con el canibalismo y que a sus ojos demostraba emblemáticamente lo "terrible" que eran esos extranjeros. Al inventario del menú coreano se le agregaron más tarde las ratas, los gatos, el pescado crudo, etc. Todo ello tenía el aspecto de no haber sido pasado por el proceso cultural, por lo tanto era inhumano. Los trabajadores nunca entendieron ni gustaron de la comida coreana, pero tampoco nunca tuvieron una oportunidad abierta para probarla, pues a casi nadie de los mexicanos se les invitaba a la mesa de los coreanos. Fue así como se llegó a manejar entre los trabajadores mexicanos incluso la sospecha de canibalismo: "Pues si comen todo eso, qué más no serán capaces de comer." La asociación con el canibalismo tiene dos niveles: el primero ya se mencionó arriba (se comen entre ellos); el segundo tiene que ver con la creencia de que comer perro ya es comer algo muy cercano a lo humano. Pero lo más importante: asociado con esto surge también la idea de que los coreanos comen (simbólicamente)11 a sus trabajadores, pues en varias ocasiones escuché decir que los coreanos les gritaban "perros" a los trabajadores.

La imagen de la deshumanización se compagina perfectamente con la idea de la competencia tecnológica como uno de los atributos de los coreanos. La creencia de que todos los asiáticos eran "muy inteligentes", y saben de computadoras y de tecnología, está presente en muchas de las entrevistas y encuestas. Esta creencia se refleja, por ejemplo, en el chiste siguiente: "Los coreanos cuando nos ven de arriba abajo, no es por saludarnos. La razón es que sus ojos son tan pequeños que necesitan escanearnos."

Este conjunto de creencias reflejan un sentimiento de desprecio, pero, paradójicamente, también reflejan un sentimiento de inferioridad con respecto al coreano, no sólo referido a la inferioridad real en las relaciones de poder que el trabajador local sentía y comprobaba en el ámbito laboral, sino referido sobre todo a la superioridad tecnológica de los coreanos, superioridad confirmada a través de los medios masivos de comunicación.

La información obtenida acerca de este conjunto de creencias acerca de los coreanos me llevó a plantear nuevas preguntas: ¿qué importancia tuvieron las pasadas relaciones con los extranjeros en la representación que los "locales" se formaron de los coreanos llegados a esta región, y en su capacidad de confrontación con los mismos?; ¿cómo entender ese juego ambiguo entre amor y odio a los extranjeros subyacente en la situación descrita? Y en esta misma línea de ideas, ¿a quién podemos llamar cosmopolita y qué matices tiene el cosmopolitismo local, suponiendo que existiera en esta región? Esto nos lleva a definir lo que entendemos por cosmopolitismo y su relación con la modernidad.

 

Lo cosmopolita como valor y símbolo de prestigio en una comunidad dominada por los "extranjeros"

Para Ulf Hannerz (1990), el cosmopolitismo es una perspectiva, un estado mental, una forma de manejar significados. La perspectiva de un cosmopolita debe vincular una pluralidad de culturas entendidas como entidades distintitivas.12 Hannerz nos dice también que el cosmopolitismo es, de manera más genuina, el deseo de engranarse con el otro. Es una apertura hacia experiencias culturales divergentes. Debido a la capacidad que la gente desarrolla para manejar diferentes repertorios tomados de diferentes culturas, el cosmopolitismo, según mi interpretación de Hannerz, es una competencia en el sentido Chomskyano.

Me pregunto si la necesidad de encajar con el otro nace de un sentimiento genuino de apertura en situaciones libres de luchas de poder, es decir, de escenarios en donde el control del poder o las relaciones de dominación no son el elemento predominante de la relación, por lo que habría qué repensar cuáles son las condiciones para que existan personas que posean una competencia de esta naturaleza y cuál es la importancia de desarrollar esta competencia en una sociedad determinada. Aquí podríamos citar a Gustavo Lins Ribeiro (2003), cuando afirma que el cosmopolitismo ha reflejado siempre "tensiones entre realidades locales y supralocales", y que aparece como "una sofisticación que resulta de la familiaridad con lo que es diferente" (Ribeiro, 2003: 18). Sin embargo, debe considerarse esta "sofisticación" como un conjunto de representaciones sobre lo diferente que adquiere valor en la medida en que permite evaluar a quienes poseen estas representaciones dentro de un grupo social.

Aquí me interesa subrayar que si bien Lins Ribeiro menciona diferentes tipos de cosmopolitismos (populares, trasnacionales, burgueses, académicos), cosmopolitismos clasificados como tales por el académico, no menciona, sin embargo (quizá por considerarlo simplista) el tipo de cosmopolitismo que existe a escala de las localidades (entre los nativos "locales"), que no coincide necesariamente con su definición del "cosmopolitismo popular", pero que tampoco podríamos etiquetar como cosmopolitismo "aburguesado". Por ello creo que es importante hablar de las representaciones que los diferentes actores sociales suelen tener del cosmopolitismo y de la importancia que tiene el desarrollo de la competencia "cosmopolita" como parte de un proceso de elevación de estatus social dentro de un grupo.

En cuanto a la representación de lo cosmopolita, cabe afirmar que no todo conocimiento de (o familiaridad con) cualquier cultura es valorado socialmente de la misma manera. Por ello se requiere siempre recurrir a la experiencia de campo. En el caso que presento en este artículo, el conocimiento de lo europeo y lo americano es valorado positivamente y, en una escala de menor a mayor, está colocado en el nivel más alto, mientras que el conocimiento de lo asiático (lo chino, por ejemplo) a principios de siglo no sólo era considerado de mal gusto, sino hasta peligroso. (Ver cuadro en la página siguiente). En el caso considerado ser cosmopolita significa, entonces, haber viajado por Europa, Estados Unidos y Canadá, pero no conocer El Salvador o Brasil.

Desde mi punto de vista, el matiz subjetivo permite ir más allá de las clasificaciones "objetivas" y el dato empírico complejiza la conceptualización de lo que se entiende por cosmopolitismo.

Por otro lado, quisiera discutir la idea de que una mentalidad cosmopolita (aunque habría que precisar si implica o no conciencia de lo que significa el cosmopolitismo y si se asume o no subjetivamente como cosmopolita), no puede albergar rastros de racismo y xenofobia. Me parece que el concepto de cosmopolita no excluye necesariamente la posibilidad de desarrollar representaciones racistas o xenofóbicas, por lo que me atrevo a afirmar que se requiere profundizar más este concepto, pues el cosmopolitismo, aún en los planteamientos más abiertos y liberales, pareciera no librarse de ciertas representaciones estereotipadas (sean éstas evaluadas positiva o negativamente).13

En el caso que estoy presentando aquí, debo afirmar que el cosmopolitismo es asumido como una competencia cultural que eleva el prestigio social. Esto se debe, en primer lugar, al hecho de que la región y los municipios que antes estaban comprendidos dentro de lo que a principios del siglo XX se denominaba Tampico, alcanzan su desarrollo más importante con la explotación petrolera. En efecto, si bien es cierto que este espacio nace como resultado de su posición estratégica para el desarrollo comercial en el siglo XIX, es indudable que su importancia y crecimiento, así como gran parte de su configuración cultural, se deben a las personas que llegaron con el descubrimiento y explotación del combustible fósil desde diversos lugares del mundo, del país y principalmente de las Huaxtecas.

La estructura social de la sociedad tampiqueña dejaba clara la superioridad económica y política de los extranjeros empleados de las compañías petroleras inglesas, holandesas y americanas. Su estilo de vida, que incluía todo un conjunto de bienes suntuarios "exóticos y maravillosos", hacía que una gran cantidad de campesinos, que venían de comunidades explotadas por las políticas del Porfiriato y posteriormente de las que habían sido arrasadas por la Revolución, admiraran y quisieran tener y vivir también esas comodidades. Así, el movimiento obrero no cuestionó nunca fundamentalmente el modo de vida como tal (con algunas excepciones) de los extranjeros avecindados, sino el hecho de que el desposeído no lo tuviera. Los movimientos obreros anarco-sindicalistas y comunistas de principios de siglo XX en Tampico buscaban la mejora de vida de los que ahora ya eran obreros de tiempo completo, dejando de identificarse como gente del campo. Este deseo de querer "encajar" con el estilo de vivir y pensar que veían de cerca y de lejos, esta necesidad de sentir que también ellos podrían ser como los extranjeros, hizo que entre la gente de la región la apariencia, no sólo en el vestir y en el calzar, sino también en el conocimiento de lo "europeo y americano" fuera una forma de sobresalir en el medio.

Se admiraba a aquel que había ido más allá de los confines conocidos, que podía contar historias, que había vivido la experiencia del contacto con "lo otro" prestigioso. Para la región, salir nunca fue algo imposible. Estaba a la vuelta de la esquina, con sólo subir a un barco y enfilarse hacia la mar. El puerto estaba abierto diariamente a la llegada de personas de los lugares más recónditos y todos los días salía un buque para Nueva York.

Muchos buscaron en esta forma de vida una nueva identidad, una que coincidiera más con lo que para los que dominaban era lo más moderno, lo nuevo, lo que tenía prestigio. El buen gusto y lo novedoso estaba determinado en gran medida por quien tenía el poder de imponer modas: los extranjeros europeos y americanos.

Pero al mismo tiempo que se sentía admiración por esa forma de vida y de conocimiento del mundo, se despreciaba la dominación que los extranjeros ejercían sobre los habitantes de la localidad. Por lo tanto, un sentimiento ambiguo rodeaba lo extranjero. Frente a los otros iguales —los compañeros, los mexicanos—, conocer más de lo extranjero, imitar o tener la posibilidad de vivir como los extranjeros denotaban no sólo una posición económica más alta, sino también un estatus social más alto. Los valores de la moda dictada por los extranjeros, aunque pudieron ser rechazados por algunos grupos culturalmente más conservadores, a la larga fueron los triunfantes y se convirtieron en uno de los bastiones ideológicos de las compañías extranjeras, en la medida en que dichos valores habían impregnado en forma duradera la imaginería local. Por consiguiente, lo "moderno" y lo cosmopolita se entrelazan aquí como parte de un discurso legitimador de la existencia y justificación del modo de ser de las élites en la región.

Los movimientos obreros petroleros de las dos primeras décadas del siglo XX tenían claros sus objetivos laborales y al mismo tiempo fueron asociando la defensa de sus derechos con un discurso nacionalista que desembocó en la expropiación petrolera de 1938. El petróleo como mercancía estratégica para el desarrollo de la nación quedaría en adelante bajo el control estatal y lo extranjero ligado a él sería satanizado.

Pero a pesar de todo, si bien el espacio tampiqueño tenía una base cultural construida principalmente por los inmigrantes de las Huaxtecas, su calidad porteña no dejó de existir y siempre se siguió admirando la novedad y la superioridad de lo extranjero, sea en ropa, tecnología, música, literatura u otras actividades sociales. La cercanía con los Estados Unidos y el desarrollo capitalista que caracterizó a ese país después de la Segunda Guerra Mundial, no hizo sino acrecentar la vieja admiración por los bienes suntuarios que constituían una moderna forma de vida.

Aunque es cierto que durante esta etapa de nacionalismo institucional se reconfiguró en gran medida la cultura local, refiriendo gran parte de sus apelaciones de origen a las Huaxtecas, fue también durante esta etapa cuando la idea de modernidad arraigó en la comunidad.

Se asumió que lo moderno era lo mejor, por lo tanto, que había que "avanzar" y que una forma correcta de hacerlo era desarrollando la industria. Así, para muchos obreros petroleros y no petroleros que se vieron beneficiados con el contratismo promovido por el ex presidente Miguel Alemán durante los años cincuenta, la industrialización era lo "mejor que le podía ocurrir a la zona".

Teniendo como base industrial a la refinería petrolera, el espacio tampiqueño se convirtió fundamentalmente en un espacio dependiente del petróleo y privilegiado en cuanto a la forma de vida que se alcanzó en esa época, si la comparamos con otras regiones del país. Esto originó una clase obrera con mejores condiciones laborales y tabuladores salariales más altos.

Con el paso de los años, el discurso nacional y el petróleo se fusionaron originando un binomio discursivo que si bien operaba en los espacios laborales, estuvo muy lejos de los ideales de forma de vida de los nativos "locales", los cuales siguieron mirando hacia fuera, enamorados de la modernidad y la novedad de lo extranjero.

 

Los coreanos y el resurgimiento de la contradicción

Cuando los coreanos llegaron a la zona, la expectativa era muy alta. Desde el discurso del líder de los empresarios que afirmaba: "ellos vienen a modernizar a la refinería porque tienen la tecnología más avanzada", hasta el de las amas de casa en donde se comentaba que ellos "están a la vanguardia, son muy modernos, van a traer más empleos", pasando por los obreros que afirmaban que los coreanos "tienen el conocimiento y la tecnología que nosotros no tenemos", todo demostraba que existía la esperanza de que en esta ocasión "los extranjeros" serían los que vendrían a darnos más trabajo, nos enseñarían cosas y modernizarían la refinería (que había estado a punto de cerrarse después de la captura de Joaquín Hernández Galicia).14

Pero los coreanos tenían un plan muy bien organizado para abaratar los costos de su obra, lo cual había permitido que ganaran el concurso. Utilizando las redes del sindicalismo corporativo, contrataron mano de obra del sureste, así como también a sus paisanos y a tailandeses y filipinos, evadiendo contratar a un gran número de trabajadores de la región. La ejecución de las obras fue cuestionada debido a las normas de calidad que no se cumplieron. Cuando la obra terminó, meses después de lo programado, y se pusieron a funcionar las nuevas plantas, se sucedieron explosiones fuertes que se sintieron a varios kilómetros a la redonda.

La gente de la comunidad esperaba, según me contaban los trabajadores administrativos y obreros generales y especialistas, que hubiera comunicación con los coreanos, que se pudiera aprender de ellos, que se conociera sus costumbres, que fueran más abiertos. Esperaban de ellos una actitud curiosa, de interés hacia la cultura local, pero lo que encontraron fue una total indiferencia. Los coreanos seguían siendo una comunidad que sólo miraba hacia sí misma, no importando los espacios en donde estuvieran. Vivían encapsulados en sus enclaves. No habiendo posibilidad de entablar ningún tipo de contacto con ellos, y con la experiencia de maltrato laboral, los habitantes de la localidad comenzaron a especular sobre la condición humana de los coreanos, afirmando que si bien eran superiores debido a sus conocimientos tecnológicos, sus costumbres y comportamientos (promiscuidad, homosexualismo, canibalismo, suciedad, etc.) ponían al descubierto su devaluación humana y moral. No se podía aprender nada de ellos, ya que sus costumbres y su modo de vida eran despreciables. De este modo lo coreano como extranjero se volvió negativo, llegándose a asociarlo con las heces fecales y el sentimiento de asco.

El desprecio de los coreanos hacia los habitantes de la localidad se sintió como una gran ofensa, ya que éstos se consideraban poseedores de un pasado glorioso, en donde la luz de lo europeo y americano brillaban resplandecientes, en donde hasta las personalidades más contrastantes coincidían (Desde Bruno Traven y León Trotsky, hasta Don Porfirio Díaz y Humphrey Bogart). Los nativos evocaban esos tiempos en que lo extranjero daba prestigio y color a la ciudad.

"Bienvenidos los alemanes, españoles, italianos, quienes asumen que están en este país, con ellos nunca hemos tenido ningún problema", comentaba en una entrevista el líder empresarial José Benito Torres, sin preguntarse por qué los europeos contrataban más mano de obra mexicana que propia y se "interesaban" en capacitar a los nativos locales —"enseñarles el know how"—, a diferencia de los coreanos, quienes contrataban mano de obra barata, más barata incluso que la suya.15

Es interesante observar que ni los obreros, ni los empresarios, ni los líderes sindicales con los que platiqué se preguntaban sobre las causas económicas o políticas por las que ellos estaban enfrentándose a los coreanos. Se escuchaba frecuentemente a la gente de la localidad hablar de "modernización" y "reconfiguración", pensando quizás que una nueva y avanzada tecnología transformaría la estructura y el aspecto de su espacio. Se decía que desde años atrás no "se le había hecho nada a la refinería y ya estaba obsoleta". Por consiguiente, esta enorme tarea tendría que ser llevada al cabo por alguien "superior", con una "inteligencia por encima del resto", "avanzado tecnológicamente" y "brillante". Una modernización implicaba, según este discurso, poder competir en los mercados internacionales y no depender de los Estados Unidos para la refinación de gasolinas "limpias". Por lo tanto, los que llevarían a cabo la obra tendrían que ser superiores a ellos. Como vemos en el Cuadro, se pensaba que estos seres capaces de realizar tan compleja obra, ingenieros fuera de este planeta, en realidad no eran humanos. Las metáforas de que en realidad eran máquinas trabajando, que no veían sino que "escaneaban" y que guardaban aislamiento porque en el fondo no querían que se descubriera su verdadera naturaleza y misión en la zona, demuestran lo complejo de las construcciones de las creencias, pues se hablaba incluso de que finalmente vendría una nave nodriza que recogería a unos cuantos elegidos, pero seguramente a nadie de la localidad. Por otro lado, si los coreanos eran superiores tecnológicamente por ser alienígenas, difícilmente podían ser considerados moralmente superiores debido a la experiencia cotidiana que se tenía de su trato con los trabajadores. En lo que respecta a la tecnología, lógicamente no podía ser cuestionada en el discurso, ya que la gente había interiorizado la ideología decimonónica de Occidente sobre el progreso y el avance tecnológico. Por eso todo el mundo creía que la tecnología era "beneficiosa", que "es buena porque significa que estás avanzando". Los habitantes de la región no podían cuestionar esta creencia, ya que hubiera significado negar parte de su identidad, pues en gran medida la región se había construido bajo el paraguas ideológico del progreso. De tal forma que el malestar social provocado por este "progreso" se atribuía ideológicamente en el discurso a la "bajeza moral" de los agentes representantes de la modernización.

Este conjunto de creencias contradictorias, que generaban sentimientos encontrados, excluía la posibilidad de un discurso alternativo, como el de los ecologistas globales, por ejemplo, según los cuales el petróleo no es una energía del futuro, por ser la más sucia de todas, etcétera. En efecto, negar la importancia del petróleo y del movimiento progresivo de la historia hubiera significado para los habitantes de la región negar su propio ser. Por lo tanto, se acepta que lo "avanzado tecnológicamente está bien", sólo las formas en que lo hacen los coreanos están mal. Porque ¿cómo se puede pensar que la inversión extranjera en la región, la nueva industrialización y el progreso son cuestionables? Este es un pensamiento circular que no parece tener salida.

Debido a la creencia de que la tecnología, el progreso y lo moderno siempre han venido de afuera, lo extranjero adquiere para los habitantes de la región características positivas; pero cuando esos mismos habitantes sufren las verdaderas consecuencias del capitalismo global en su propia localidad, atribuyen ese sufrimiento a una causa circunstancial: los coreanos; por lo tanto el problema son los coreanos, pero no la dinámica del capitalismo global.

Los habitantes de la región manejaron siempre discursos como éstos: "a esta tierra puede venir quien quiera, existe libertad, a nadie se le prohíbe la entrada"; "está bien que vengan a trabajar". Pero también disimularon la molestia que les causaban los extranjeros en otros discursos como éstos: "que vivan aquí, pero que respeten"; "a mí no me afecta en nada que vivan aquí", "me son indiferentes", "no me interesan", etc. Como se echa de ver, estas respuestas eluden profundizar las verdaderas razones de la presencia de los coreanos en la región, así como de su prepotencia. Al fin y al cabo la gente sabe que el destino de su región, a partir de la explotación petrolera, siempre ha estado muy lejos de su alcance y esperanzas. Este comentario del general Smedley Butler en 1933, ilustra de manera inequívoca la cruda realidad de lo que ha ocurrido en la región considerada y en otras partes del mundo:

Ayudé a hacer seguro a México, especialmente Tampico, para los intereses petroleros estadounidenses en 1914. Ayudé a hacer de Haití y Cuba un lugar decente en donde los chicos del National City Bank pudieran recaudar ingresos. Ayudé al saqueo de media docena de repúblicas centroamericanas para beneficio de Wall Street... La historia del latrocinio es larga... En China ayudé a que la Standard Oil pudiera avanzar sin ser molestada (Butler, 2003: 30).16

 

Cosmopolitismo y modernidad

A manera de conclusión quisiera retomar algunas cuestiones iniciales. En primer lugar, en el espacio geográfico de Tampico, donde los nativos han construido su cultura en contraste con, pero también bajo la subordinación a lo extranjero, el cosmopolitismo no se manifiesta en primer lugar como una forma genuina de apertura a las otras culturas, así en abstracto, sino más bien como una competencia requerida para lograr cierto status social dentro de la comunidad, competencia que consiste en saber encajar en el mundo de los otros gracias al conocimiento del repertorio cultural de otros países. En efecto, dentro de la comunidad lo novedoso, lo "moderno" y lo cosmopolita son valores que funcionan como clasificadores sociales de inclusión y exclusión.

 

Bibliografía

Berman, Marshall (1982). All that is solid melts into air, New York, citado en: Harvey, 1998: 25-26.         [ Links ]

Butler, Smedley (2003), "La guerra, latrocinio que sólo favorece a Wall Street: mayor general Butler", La Jornada, miércoles 5 de febrero, p. 30.

Castillo Gómez, Amaranta Arcadia (2003). ¿Acaso son humanos? Procesos de Construcción de creencias e ideas sobre los coreanos durante la reconfiguración de la Refinería Francisco I. Madero, en el Estado de Tamaulipas, Tesis para optar por el grado de Maestra en Antropología, Posgrado en Antropología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México.         [ Links ]

Featherstone, Mike, ed. (1995) Global Culture. Nationalism, globalization and modernity, SAGE Publications, London, Thousand Oaks, New Delhi.         [ Links ]

Hannerz, Ulf, (1990). "Cosmopolitans and Locals in World Culture", en: Featherstone, 1995: 237-252.

Harvey, David (1998). La condición de la posmodernidad. Ensayo sobre los orígenes del cambio cultural, Amorrortu, Buenos Aires.         [ Links ]

Ribeiro, Gustavo Lins (2003). "Cosmopolíticas", en: Postimperialismo. Cultura y Política en el mundo contemporáneo, Gedisa Editorial, España.         [ Links ]

 

Abreviaturas usadas en el texto

PEMEX. Petróleos Mexicanos.

PEMOPRO-PEMEX. Modernization Project.

CTM—Confederación de Trabajadores de México.

SITRACE-Sindicato de Trabajadores de la Construcción y Excavación, Similares y Conexos de la República Mexicana.

 

Notas

1 Diario Oficial de la Federación, Martes 12 de mayo de 1998, Segunda Sección: 25.

2 Palabras de Kim Chisang, presidente de SKEC, Thomas Friese de Siemens y David Peñalosa por parte de Tribasa en un anuncio conjunto hecho desde la ciudad de México. Información tomada de: www.skec.com/welcome-seoulsystems.inc.

3 En el mismo anuncio se dice que el financiamiento del Proyecto Cadereyta, cuyo costo fue de 1.6 billones de dólares, fue encabezada por Bankers Trust que se fusionó comercialmente con el Deutsche Bank a principios de 1999. Además se enfatiza el hecho de que CONPROCA y PEMOPRO son el mismo consorcio y que el éxito de las obras de reconfiguración de Cadereyta son una garantía para los préstamos siguientes.

4 Es necesario apuntar que, además, esos trabajadores sureños, principalmente provenientes de los estados de Chiapas, Oaxaca y sur de Veracruz, fueron engañados en muchas ocasiones, pues se les prometían salarios y condiciones de trabajo muy lejanas a las reales, lo que generaba un descontento entre ellos. Debido a las deudas contraídas por estos trabajadores para llegar hasta las obras de reconfiguración, muchos terminaban quedándose a trabajar en las condiciones que fueran. Otros más protestaban frente a los palacios municipales de ciudad Madero y Tampico para que les ayudaran a pagar sus pasajes de regreso.

5 La empresa SK siempre fue muy hábil en la forma en que hizo uso de la mano de obra, aprovechando cada resquicio de inexperiencia para obtener ganancias, pues los errores casi siempre le favorecían.

6 Se mencionaba que los coreanos andaban en "chanclas" en la oficina, que no se cambiaban de ropa, etcétera.

7 Espacios de diversión nocturna.

8 Esto se vuelve sumamente complejo ya que, además de lo dicho, se censura también el acoso sexual a las mujeres e incluso a los hombres en el área de trabajo; sin embargo, excepto dos o tres funcionarios, son raros los obreros y menos aún las mujeres que se refirieron al acoso como una violación a los derechos laborales; y tampoco hicieron una separación entre las "prácticas homosexuales y promiscuas" de los coreanos y el acoso sexual en el ámbito laboral, como si esto último dependiera directamente de las primeras o fuera una consecuencia lógica de las mismas.

9 Para un análisis del proceso de construcción de creencias se puede ver: Castillo, 2003.

10 Taxista tampiqueño entrevistado el 19 de diciembre del 2001.

11 Consumen las fuerzas y la vitalidad de sus trabajadores con los malos tratos y la sobreexplotación a la que los someten.

12 Hannerz, 1990: 238-239. Este texto es una interpretación personal de la cita referida.

13 En este sentido suscribo la idea de que el cosmopolitismo se consolida dentro de la sociedad occidental moderna y capitalista, y no es una característica cultural que posean todos los grupos humanos.

14 Líder sindical petrolero que durante años representó al sindicalismo corporativista dentro del modelo del estado benefactor y cuya captura, realizada en 1989, simbolizó la victoria dentro de la élite gobernante, del llamado modelo neoliberal.

15 El Lic. José Benito Torres fue presidente de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción en la ciudad de Tampico. Esta entrevista fue realizada el 22 de agosto de 2001.

16 Esta nota surge a partir del análisis periodístico de que la guerra contra Irak no era sino una guerra para afianzar los intereses de las grandes y viejas compañías petroleras. El consumo gigantesco de cierto tipo de energía por parte de los países ricos, bajo el actual sistema capitalista, hace que las grandes guerras sean principalmente por el control de los energéticos fósiles y otros recursos naturales no renovables.

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