INTRODUCCION
La combinación de factores tanto internos como externos del sistema físico-geográfico, conjuga da con las acciones antrópicas, pueden generar multiamenazas y aumentar el riesgo a desastres por amenazas naturales (Johnson y Gheorghe, 2013). El término "multiamenazas" se genera co mo resultado de las políticas internacionales que surgen con la Agenda 21, planteada en 1992, para la reducción del riesgo y el desarrollo sustentable (Kappes y col., 2010; 2012). Este término puede ser referido cuando se presenta más de una amenaza relevante en el geosistema (Van-Westen y col., 2011; 2013) y estas muestran interacción entre ellas (Gill y Malamud, 2014).
Se han desarrollado diversas investigaciones a nivel mundial, que evalúan las multiamenzas desde enfoques cualitativos y cuantitativos con base a los diferentes factores físico-geográficos y humanos que conforman un sistema social determinado (Marzocchi y col., 2012; Van-Westen y col. 2013; Komendantova y col., 2014; Fuchs y col., 2015). En cuanto al Istmo Centroamericano, la evaluación de las multiamenazas es incipiente, a pesar de considerarse como "una zona de multiamenazas" (UNISDR y CEPRE-DENAC, 2014). Dado este hecho, es importante realizar estudios que evalúen las diversas amenazas que pueden afectar un área en esta región, en función de los agentes determinantes como los factores físico-geográficos. La subcuenca del río Caldera se localiza en el distrito de Boquete, provincia de Chiriquí, en el suroccidente de Panamá (Figura 1). La formación de esta sub-cuenca está condicionada por la combinación de factores físicos, como la geología, geomorfología, climatología, edafología e hidrografía, que generan una complejidad del sistema físicogeográfico. Como consecuencia de esta complejidad, la subcuenca del río Caldera se ve expuesta a amenazas de origen natural y sociona-tural. Algunas de las amenazas de origen natural generadas por la configuración física-geográfica y que pueden afectar al sistema social son los sismos, el vulcanismo, las inestabilidades de laderas y las inundaciones.
El presente trabajo tuvo como objetivo caracterizar el sistema físico-geográfico de la subcuenca del río Caldera en Panamá, que genera las multiamenazas naturales que la afectan.
MATERIALES Y MÉTODOS
La subcuenca del río Caldera está constituida por un relieve montañoso, con elevaciones superiores a 2 000 msnm y pendientes abruptas (Espinosa y Arriaga-Hurtado, 2014). Según la clasificación climática de KÖPPEN-GEIGER (Peel y col., 2007), la subcuenca del río Caldera se caracteriza por un clima templado muy húmedo, con precipitaciones durante todo el año, auque con una marcada disminución en la época seca (Cf). La precipitación es elevada, sobre todo en los meses de la época lluviosa (mayo a noviembre), con una media anual de 3 466 mm/a (Rogelis y col., 2014) y una escorren-tía de 2 433 mm/a (Van-der-Weert, 2009). La población que habita la subcuenca del río Caldera es de 21 370 habitantes (INEC, 2010).
Análisis de la información
La primera etapa consistió en un trabajo de campo realizado en el 2012, para delimitar el área de estudio a través de la hoja topográfica de Boquete (IGN, 1993). Se seleccionó la subcuenca del río Caldera por ser la zona de mayor afectación por diversos fenómenos naturales cotidianos y extremos. Se identificaron en campo las coordenadas geográficas del área delimitada, a través de un GPS, y se tomaron fotografías de diversos puntos de afectación por amenazas de origen na tural. Además, se realizó una observación directa de la configuración del espacio estudiado, pa ra identificar las unidades geográficas que conforman el geosistema. Meses más tarde, se llevó a cabo una segunda etapa que consideró las unidades geográficas observadas en el trabajo de campo de la primera etapa y se aplicó un análisis sistémico, el cual consistió en identificar los factores y elementos-unidades fundamentales que conforman un geosistema; se caracterizaron cada uno de ellos y se determinaron sus elementos constitutivos sobre la base de la revisión bibliográica referente a la ciencia geográica y sus principales enfoques, como los propuestos por Zinck (1988); Verstappen y col. (1991); Strahler y Strahler (2005); Zinck (2012). En este senti do, se establecieron los elementos a considerar en la geología, tales como tipos litológicos, tec tónica y vulcanismo; de la geomorfología, el relieve terrestre y sus modiicaciones o geoformas; del suelo, los tipos y clasiicación; del clima, la clasificación, temperatura, precipitación, hume dad, evapotranspiración y humedad relativa; por último, de la hidrografía, la red fluvial, cauce, caudal y régimen fluvial y la escorrentía.
Con base en la revisión bibliográfica realizada, se desarrolló una tercera etapa, que consistió en otro trabajo de campo (año 2013) en el área delimitada anteriormente (2012). A través de este trabajo de campo se identificó por medio del método directo sobre la base del criterio experto o método heurístico (Soeters y Van-Westen, 1996; Castellanos y Van-Westen, 2007; Miklin y col., 2009), los principales factores que componen el sistema físico-geográfico de la subcuenca del río Caldera y que originan las multiamenazas naturales existentes, entre los cuales está la geología, geomorfología, climatología, edafología e hidrografía. Se consideró el método directo o método heurístico, porque permite establecer indicadores geológicos, como el afloramiento de basaltos y otros materiales volcánicos, los tipos de fallas existentes; geomorfológicos, como las geoformas y características del terreno; hidrológico, como las características del relieve fluvial, que pueden generar procesos causales de las multiamenazas de la subcuenca del río Caldera, a través de la observación directa y con los criterios establecidos por el experto, dado la falta de información documentada sobre el área de estudio. Utilizando los indicadores señalados, se identificaron en campo las fallas existentes, algunas cicatrices de deslizamientos pasados; a su vez, se detectó la presencia de deslizamientos activos. A partir de estas observaciones, se determinó incluir el parámetro de pendiente para establecer el grado de peligro por deslizamiento. En el caso de la amenaza por inundación, se destacan las terrazas de inundación del río Caldera y sus afluentes; además, la erosión hídrica de las pendientes que están en las riberas de los ríos, quebradas y perfiles topográficos, que indican el material que ha sido arrastrado por el río a través de las inundaciones extremas.
Finalmente, la cuarta y última etapa consistió en un trabajo de escritorio, que permitiése analizar la información de campo. Por la relevancia de la sismicidad, en el área de estudio, se generó una curva de amenaza y espectro de amenaza uniforme, con un periodo de retorno de 475 años, en un sitio en el centro de la ciudad de Boquete, con base en el enfoque de PSHA (Probabilistic Seismic Hazard Assessment): evaluación probabilística de amenaza sísmica en América Central, descrito por Benito y col. (2012). Así mismo, se revisaron las bases de datos que registran los fenómenos geográficos en los ámbitos estudiados, aportados por Redhum (2008); Desinventar (2013); Desinventar (2014); ETESA (2014); Instituto de Geociencias (2014); IRIS (2014); National Hurricane Center (2014) y USGS (2014).
El análisis cartográfico se realizó recopilando la información existente en formato digital: fo tografías aéreas tomadas por el Instituto Geográfico Nacional "Tommy Guardia" en 1977 y 1979; a escalas 1:5 000 y 1:10 000 en Boquete, Panamá. Asimismo, se emplearon capas de datos en formato vectorial y raster para crear mapas a escala 1:50 000, utilizando el programa ESRI, (del inglés Enviromental Systems Research Institute. Arc Map, v10. California). A través del análisis cartográfico se determinó el grado de las pendientes y las características geomorfológicas de la zona.
Es importante destacar, que una de las limitantes presentadas durante el estudio fue la falta de datos suficientes, de los indicadores del sistema físico-geográfico, debido a que se carece de un registro sistematizado de los datos, ya que no existen redes de vigilancia y monitoreo de multiamenazas.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Sistema geológico
La subcuenca del río Caldera se ubica sobre el Bloque de Panamá, que está rodeado por las pla cas de Cocos al sur y suroeste, el Caribe al noreste, la placa Suramericana y la placa de Nazca al sur. Al sur de la península de Burica, en el sur-occidente de Panamá, se encuentra el punto triple de Panamá, donde convergen las placas de Nazca, Cocos y el Bloque de Panamá (Figura 2). Al sur y suroeste de la península de Burica, el Bloque de Panamá es empujado por la convergencia de la boyante Dorsal del Coco (Kellog y Vega, 1995; Kobayashi y col., 2014). Al este de la península de Burica, en el Golfo de Chiriquí, la Zona de Fractura de Panamá subduce oblicuamente bajo el Bloque de Panamá (Camacho, 2003). Los límites tectónicos principales han sido descritos por Kellog y Vega (1995), Kolarsky y Mann (1995), Mann y Kolarsky (1995), Moore y Sender (1995), Morell y col. (2008), Camacho y col. (2010), entre otros. Estos límites tectónicos generan una alta actividad sísmica en el Bloque de Panamá, caracterizado por sismos superficiales con magnitudes de hasta 5.7 Mw (Escala de Magnitud del Momento), que llegan a alcanzar intensidades de VII MM (Escala de Mercalli Modificada) a pocos kilómetros de epicentro. Sin embargo, los sismos que se originan mar afuera, en la zona de subducción, con magnitudes de 7.0 Mw o mayores, no producen intensidades superiores a VI MM en esta zona (White y Harlow, 1993) (Figura 3). La alta actividad sísmica en el Bloque de Panamá ha modificado la forma del relieve en la provincia de Chiriquí. En consecuencia, en el área de estudio se evidencian pequeñas fallas activas, principalmente alrededor de la zona de influencia del volcán Barú; estas estructuras han contribuido a la formación de la subcuenca del río Caldera, modificando la forma del relieve y definiendo los cauces de algunos ríos y quebradas. Los estudios de mecanismos focales, de sismos ocurridos en esta área, indican la existencia de fallamiento transcurrente, con planos nodales muy pronunciados, con rumbo ENE-OSO y corrimiento lateral izquierdo o rumbo NO-SE y corrimiento lateral derecho, similares a los de las fallas de la cadena volcánica de El Salvador y el centro de Costa Rica (Camacho y col., 2008). Algunas de estas fallas próximas al área de interés han sido cartografiadas y denominadas como Horqueta, Norte Bajo Mono, Jaramillo, así como Quebrada Cenizas, Grande y Quebrada Manuela (Figura 4) (Toral y Ho, 2006; Sherrod y col., 2008; Sánchez, 2009).
Fuente: Imagen extraída de Google Earth con base a la data de placas tectónicas de la tierra de SIO, NOAA, US Navy, NGA, GEBCO y los trabajos de Adamek y col. (1987), Adamek y col. (1988), Camacho (1991), Kellog y Vega (1995), Kolarsky y Mann (1995), Mann y Kolarsky (1995), Moore y Sender (1995), Westbrook y col. (1995), Vergara (1998), Morell y col. (2008), Camacho y col. (2010).
Por otra parte, la actividad volcánica en la provincia de Chiriquí se evidencia por un eje volcá nico, que inicia muy cerca de la frontera con Costa Rica, desde el complejo volcánico Colorado Tisingal, dentro de los cuales se presentan algunos aparatos volcánicos del Cuaternario, como los volcanes Colorado, Barú y Hornitos (Camacho, 2009). Por su localización en el área de estudio, se destaca la influencia del volcán Barú, que según expresan Sherrod y col. (2008: 3), es: "potencialmente activo y ha tenido cuatro episodios eruptivos durante los últimos 1 600 años, incluyendo su erupción más reciente hace aproximadamente 400 a 500 años. Desde 1930 se han reportado episodios de enjambres sísmicos, aproximadamente cada 30 años, al sureste del volcán Barú, que duran de 4 a 6 semanas, con magnitudes que no superan los 4.5 Mw y mecanismos focales, predominantemente transcurrentes. El último enjambre importante ocurrió en mayo de 2006 y causó gran alarma en la población (Camacho, 2009).
En consecuencia, a los procesos geológicos derivados del volcán Barú y otras estructuras volcánicas más antiguas, se presentan en la subcuenca del río Caldera diferentes formaciones geológicas (Figura 4), como la formación Virigua de mayor antigüedad, en la que se encuentran estructuras volcánicas colapsadas, depósitos de rocas ígneas, como basaltos, lavas, tobas y lahares; la formación Las Lajas, compuesta por depósitos aluviales (cantos rodados), producto del proceso denudacional de la subcuenca del río Caldera. Finalmente, se encontró la formación Barú, conformada por depósitos de rocas basálticas (cenizas volcánicas y pómez), aglomerados basálticos, tobas, lavas y materiales laháricos; este tipo de formación domina el área de estudio (IGN, 1991; Sánchez, 2009 y ANAM, 2011).
Sistema geomorfológico
La subcuenca del río Caldera está enclavada en la región de montaña de Chiriquí, con elevaciones superiores a los 2 000 msnm (Figura 4), tal es el caso del cerro Horqueta (2 352 msnm), cerro Azul (2 310 msnm), cerro Pata de Macho (2 197 msnm) y otras elevaciones como los cerros El Pianista (1 600 msnm) y Palo Alto (1 772 msnm). Esta región de montaña, a su vez se caracteriza por estar constituida por ambientes geomorfológicos, como el ambiente fluvial, el denudacional y el ambiente volcánico (Tabla 1). En este trabajo, se hará énfasis en el ambiente fluvial; el cual presenta rasgos de torrente de regiones de montañas. El cauce del río Caldera está conformado por diferentes patrones geomorfológicos, con unidades morfométricas, como las pendientes abruptas y escarpes, además de las morfogenéticas, con geoformas originadas por los procesos oro-génicos que levantaron la Cordillera Central, y morfodinámicas, como lo procesos denudacionales, caracterizado por los deslizamientos, la socavación y erosión hídrica (Tabla 2). Considerando como criterio de clasificación la altitud, se puede dividir la subcuenca del río Caldera de la siguiente manera: la parte alta y media. La primera, ubicada al oeste, presenta en el drenaje un mayor porcentaje de cañones y ríos rectilíneos, con la influencia del volcán Barú, que hace que estos sean clasificados como un drenaje radial. A medida que se distancia de la estructura volcánica, el drenaje es de menor pendiente, y el río principal y sus afluentes presentan valles en forma de "V", con pequeñas terrazas de inundación. En la parte media de la subcuenca se presentan al menos tres terrazas fluviales (Tabla 1), las cuales son ocupadas por la escorrentía y la carga del río Caldera, cuando hay máximas precipitaciones o condiciones climáticas anormales; en esta parte del río, el cauce se hace trenzado o entrelazado, evidenciando la disminución de cambios en la energía de transporte del río, formándose unos cauces complejos convergentes y divergentes, separados por barras de arenas o isletas (Tabla 2). Estos procesos mor-fodinámicos indican que el río Caldera está llegando al estado de equilibrio y busca el desarrollo de un valle de fondo horizontal para discurrir; dicho en otros términos, la fuerza de arrastre de materiales, causa la erosión de las márgenes del río, así como el ensanchamiento de su lecho de inundación (Strahler y Strahler, 2005).
Por debajo de la cota 1 000 msnm, existe un cambio en la forma del drenaje, pasando de cauces entrelazados a otros en forma de cañón. Esto puede deberse a un cambio litológico o al grado de compactación del lahar. Este material de socavación del río Caldera y sus afluentes es trasladado aguas abajo del río y depositado en sendas planicies aluviales y de inundación (Figura 4).
Sistema edáfico
Derivado de la composición de las rocas y de los procesos geológicos ocurridos en la región, la subcuenca del río Caldera presenta suelos de orígenes volcánicos y sedimentarios. Estos se caracterizan por alta fertilidad, debido a las cenizas volcánicas recientes que lo componen. También poseen grandes espesores, alta permeabilidad y altos contenidos de materia orgánica. Los suelos de cenizas volcánicas más recientes, que se evidencian en la subcuenca del río Caldera, se formaron una vez que los productos depositados por la última erupción del volcán Barú fuesen alterados por los agentes exógenos, como la lluvia, la temperatura y el viento, entre otros. Estos datos coinciden con los estudios realizados por Sánchez (2009), que con referencia a la taxonomía de suelos Soil Survey (USDA, 1999), identifica cuatro horizontes en los suelos de la subcuenca del río Caldera. El primero se denomina epipedón Úmbrico (U), caracterizado por su acidez y su carácter Ócrico (O), que presentan poco carbono orgánico. El segundo horizonte se identifica como endopedón Cámbico (C), que es un horizonte arcilloso. El tercero, es un horizonte de tipo endopedón Cálcico (Ca), con acumulación de carbonato cálcico o carbonato de magnesio; y el cuarto es un endopedón Óxico, en el que se presentan minerales insolubles como el cuarzo. A pesar de registrarse en la subcuenca del río Caldera suelos de gran espesor y originados a partir de cenizas volcánicas, también se presentan suelos originados a partir del proceso de erosión de las rocas preexistentes, lo cual se relaciona directamente con las pendientes abruptas, el clima y la degradación del medio. Esta erosión natural también es acelerada por la acción antrópica, relacionada con la sobre explotación agrícola, turística y residencial (Cárdenas-Hernández y Gerritsen, 2015).
Sistema climático
La clasificación climática, de la subcuenca del río Caldera, sobre la base de Köppen-Geiger (Peel y col., 2007), se caracteriza por un clima templado muy húmedo con precipitaciones todo el año, aunque con una marcada disminución en la época seca (Cf). Los datos de la estación meteorológica Los Naranjos (ETESA, 2014), indican una temperatura promedio de 20.5 °C (con variaciones de ± 2.5 °C), determinada básicamente por la topografía montañosa, tal y como se señaló en apartados anteriores. Las temperaturas promedio registradas en la época seca, entre los meses de enero hasta abril, presentan una máxima de 31 °C, y una mínima de 2.8 °C durante la época lluviosa, en el mes de septiembre.
Por otra parte, según la clasificación de Martonne, señalada por Mckay (2000), la subcuenca del río Caldera presenta un clima tropical de montaña en el sector cercano a la Cordillera Central, entre los 900 msnm a 1 100 msnm, y un clima tropical de montaña media y alta, ya que mues tra elevaciones superiores a 1 600 msnm. Esto es un indicativo de que las variaciones de tem peraturas están determinadas por el sistema montañoso, especialmente la Cordillera Central, que también determina la precipitación de la subcuenca, sobre todo en la época seca, por la lluvia orográfica que se registra.
En cuanto a la precipitación, la subcuenca del río Caldera presenta, según los datos de la estación meteorológica Los Naranjos, una media anual de 3 466 mm/a (ETESA, 2014); el mes más lluvioso es octubre y el mes con menor precipitación es febrero, lo cual coincide con las dos épocas climáticas que se desarrollan en Panamá: la época lluviosa y la época seca (UNESCO, 2008). La escorrentía es de 2 433 mm/a según las estimaciones de Vander-Weert (2009); la evapotranspiración es de aproximadamente 986.81 mm/a (Sánchez, 2009) y la humedad relativa tiene un promedio anual de 85 % (ETESA, 2014).
En cuanto a los fenómenos atmosféricos, como los ciclones tropicales que se forman cercanos al área de estudio, no ejercen influencia directa en la subcuenca del río Caldera, sino que la afectan indirectamente.
Sistema hidrográfico
El curso del cauce del río Caldera está determinado en gran medida por la geología, sobre todo por las fallas existentes, tanto en la Quebrada Horqueta, como en la confluencia del río Caldera, Palo Alto y la Quebrada la Zumbona (UP, 1990; Herrera, 2003; Toral y Ho, 2006; Sherrod y col., 2008; Sánchez, 2009) (Figura 4).
La subcuenca del río Caldera tiene un sistema de drenaje con una sola salida, conectada a la cuenca del río Chiriquí (Figura 1), siendo esta de tipo exorreica; a su vez, su patrón de drenaje es radial, con afluentes que discurren por la ladera norte de la estructura volcánica del Barú, los cuales aportan gran caudal al río Caldera. Dentro de esos afluentes se destacan principalmente los ríos Palo Alto, Palomo y Pianista; así como las quebradas: Horqueta, Taylor, Cristal, La Zumbona, Jaramillo, El Velo, Callejón Seco, Cenizas, Aserrío, Grande, y Agustín. El patrón de drenaje tiene forma dendrítica y subparalela en la parte media y sur de la subcuenca del río Cal dera.
Con relación al caudal, la subcuenca del río Caldera tiene un promedio de 10.3 m3/s (ETESA, 2009), correspondiente a la escorrentía de 2 433 mm/a (Van-der-Weert, 2009). Los caudales máximos del río Caldera se presentan en los meses de la época lluviosa, desde el mes de agosto, y continúan con un aporte significativo en la época seca, hasta el mes de enero. Existen factores meteorológicos del sistema climático que determinan los caudales de los ríos en Panamá y que también influyen directamente en la subcuenca del río Caldera, tales como la temporada de huracanes en el Atlántico, que no afecta directamente el área, pero si propicia lluvias intensas, los frentes fríos que activan la Zona de Convergencia Intertropical y los sistemas de baja presión, además de las ondas activas del este (ETESA, 2009). Aunado a estos factores, en la época seca, como ya se mencionó, se registra la lluvia orográfica o bajareque, influenciada por los vientos alisios del nordeste la cual, provoca la acumulación de agua subterránea, aumentando la escorrentía y con ello la carga a la subcuenca, contribuyendo al aumento del caudal.
Multiamenazas
La subcuenca del río Caldera presenta más de una amenaza asociada a eventos de origen físico-geográfico. Una de las amenazas es la actividad sísmica, generada por el tectonismo que origina las fallas activas en esta subcuenca. Los resultados de la curva de amenaza sísmica y el espectro de amenaza uniforme para el centro de la ciudad de Boquete (Figura 5), indicaron que la aceleración máxima del terreno esperada para esta localidad, con un 90 % de no excedencia en 50 años, es de 350 cm/s2 o gales, evidenciando que la amenaza sísmica para esta región del país es moderada, en comparación con otros centros urbanos de la zona fronteriza Panamá-Costa Rica, como las ciudades de David, Concepción y Puerto Armuelles en Panamá; Ciudad Neily y Golfito en Costa Rica (Figura 3).
Nota: Esta curva se generó para el centro de la ciudad de Boquete, con un tiempo de retorno de 475 años (10 % de excedencia en 50 años). Obsérvese que esto corresponde a una aceleración máxima o PGA de 350 cm/s2. Fuente: Modificado a partir de Benito y col. (2012).
Otra amenaza, es la actividad eruptiva del volcán Barú. Los enjambres sísmicos que se presentan y el periodo eruptivo, indicaron el alto riesgo volcánico al que se expone el sistema social. Las erupciones pasadas del Barú incidieron en la tipología de las rocas presentes en la subcuenca y la conformación de los afluentes que nacen en las faldas de este volcán, constituyendo canales capaces de encauzar los lahares y la lava, en caso de materializarse la amenaza volcánica.
Una amenaza más, que presenta el área de estudio, es la alta susceptibilidad por inestabilidad de ladera. En el trabajo de campo, realizado en enero de 2012, se observaron deslizamientos activos, de los cuales se obtuvo evidencia de escombros y masas de tierra, desprendidas de los cerros y escarpes que están en las márgenes de los afluentes de la subcuenca del río Caldera y que obstruyeron el libre cauce del sistema fluvial. Esto se comprobó fundamentalmente en la Quebrada La Zumbona y en el río Palo Alto, donde se observó más de 18 deslizamientos activos. Algunos de estos procesos de remoción en masa, han dejado cambios significativos en los di ferentes ambientes geomorfológicos de la zona, como la deposición en forma de abanico aluvial, grandes cicatrices de corona en algunos de los cerros de la región, cambios en los patrones de drenaje del río Caldera, y procesos de socavación lateral en los ríos y quebradas de la zona; incluso, se identificaron cambios en la coloración de los sedimentos transportados (Tabla 2). En consecuencia, se determinó el nivel de peligro de los principales eventos por deslizamientos que se han registrado en la subcuenca del río Caldera. Se establecieron parámetros como la pendiente del terreno, la localización del evento, la precipitación y los sismos, debido a la inexistencia de otros datos paramétricos, como el escurrimiento potencial acumulado, formaciones superficiales, uso y cobertura del suelo, que permiten la evaluación de la amenaza y su correspondiente categorización (Tabla 3). Así mismo, los datos evidenciaron que los deslizamientos ocurren por la presencia de rocas meteorizadas y fracturadas; suelos de poco espesor o suelos de gran espesor, susceptibles a la erosión y lixiviación, relacionada a su vez a la elevada escorrentía y la abundante precipitación en la época lluviosa; además de suelos aluviales poco cementados; también influyen las pendientes abruptas de 45° que se presentan desde la cota 3 300 msnm a 1 400 msnm y las fallas existentes.
Fuente: Modificado a partir de Solís y Cuevas, 1995; Espinosa, 2009; Espinosa y col. (2010); Desinventar, 2014.
Otra de las amenazas relacionadas con las anteriores, son las inundaciones. Estas constituyen, por su magnitud y frecuencia, una de las principales amenazas que se presentan en la región estudiada y es el fenómeno que ha generado más daños y pérdidas (Rogelis y col., 2014). Las inundaciones se originan por la abundante precipitación pluvial y escorrentía que presenta la subcuenca, tanto en la época seca, como en la lluviosa. Se destaca la elevada escorrentía en la época seca, periodo que comprende los meses que van de diciembre a abril y que según Van-der-Weert (2009), es producto del agua subterránea almacenada durante la época lluviosa que discu rre en los meses de época seca, relacionado a su vez con la evapotranspiración real muy baja. A demás, se suma la lluvia orográfica que producen los fuertes vientos alisios -conocida por los lugareños como "bajareque o norte"- y que azotan el área desde el mes de diciembre hasta marzo, y a su vez el aumento de la humedad relativa arriba de 97 %, según muestran los datos de la estación Los Naranjos (ETESA, 2014), lo que hace aún más lenta la evapotranspiración (Tabla 4).
Fuente: Modificado a partir de UP, 1990; Solís y Cuevas, 1995; base de datos Redhum, 2008 y Desinventar, 2013.
CONCLUSIONES
La caracterización del sistema físico-geográfico realizada en la subcuenca del río Caldera permi tió establecer la existencia de multiamenazas en el área de estudio, así como los factores y ele mentos naturales que determinan su origen. El tectonismo de la Zona de Fractura de Panamá es uno de los principales agentes detonantes de la sismicidad moderada que se presenta en el área de estudio. El volcán Barú, por ser un volcán activo, es un factor de riesgo que requiere no sólo un monitoreo sísmico, sino también, monitoreos geoquímicos, hidroquímicos, de deformaciones y observación visual. Los elementos del sistema climático, como la precipitación y la escorrentía, combinados con los ambientes geomorfológi-cos de la subcuenca del río Caldera son los prin cipales determinantes que causan los deslizamientos, aumentan el caudal del sistema fluvial y originan las inundaciones. Estas determinantes identificadas, así como la acción antrópica desarrollada en la localidad, deben ser consideradas al momento de establecer estrategias para reducir el riesgo de desastres, y crear planes de ordenamiento territorial. Los resultados obtenidos pueden ser de particular importancia para el Municipio de Boquete, del cual la subcuenca del río Caldera forma parte integral, en especial al considerar que en 2016, en la República de Panamá, se establecieron acciones de descentralización, otorgando a los municipios más recursos para la gestión local del riesgo a desastres.