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RIDE. Revista Iberoamericana para la Investigación y el Desarrollo Educativo

On-line version ISSN 2007-7467

RIDE. Rev. Iberoam. Investig. Desarro. Educ vol.12 n.24 Guadalajara Jan./Jun. 2022  Epub May 23, 2022

https://doi.org/10.23913/ride.v12i24.1158 

Artículos científicos

Elementos teóricos para la investigación en psicología y calidad de vida

Theoretical Elements for Research in Psychology and Quality of Life

Elementos teóricos para pesquisa em psicologia e qualidade de vida

Neiber Maldonado Suárez1 
http://orcid.org/0000-0003-2053-5232

Felipe Santoyo Telles2 
http://orcid.org/0000-0003-3854-9405

1Universidad de Guadalajara, Centro Universitario del Sur, México neiber.maldonado@alumnos.udg.mx

2Universidad de Guadalajara, Centro Universitario del Sur, México, felipes@cusur.udg.mx


Resumen

El objetivo del presente estudio es realizar una revisión narrativa de los avances teóricos y epistemológicos en torno a la investigación en calidad de vida para identificar la incorporación de la psicología a esta línea de investigación. En un primer momento se revisarán los antecedentes que dieron origen al concepto a partir de los aportes que Arthur Pigou realizó desde la economía en 1932, así como el contexto de la Gran Depresión en Estados Unidos y la posguerra. Posteriormente, se analizarán las implicaciones teóricas y epistemológicas que se produjeron a partir de los cambios en la forma de abordar la calidad de vida con la inclusión de indicadores subjetivos, que se sumaron a las mediciones objetivas que tradicionalmente se realizaban. Con la incorporación de mediciones subjetivas se marcó el inicio de la participación de la psicología en los estudios sobre calidad de vida, por lo que se analizan los principales aportes de esta disciplina a este campo. Los aportes de este documento se sitúan en el campo teórico, pues se pretende que este sea una referencia para estudiantes tanto de licenciatura como de posgrado que inicien su formación en la investigación en psicología y calidad de vida.

Palabras clave: bienestar social; calidad de vida; enseñanza de la psicología; epistemología; investigación psicológica

Abstract

The objective of this study is to carry out a narrative review of the theoretical and epistemological advances around quality of life research to identify the incorporation of psychology into this multidisciplinary field. At first, the background that gave rise to the concept will be reviewed from the contributions that Arthur Pigou made from the economy in 1932, as well as the context of the Great Depression in the United States and the postwar period. Subsequently, the theoretical and epistemological implications that occurred from the changes in the way of approaching quality of life with the inclusion of subjective indicators, which were added to the objective measurements that were traditionally carried out, will be analyzed. The incorporation of subjective measurements marked the beginning of the participation of psychology in studies on quality of life, therefore the main contributions of this discipline to this field are analyzed. The contributions of this chapter are in the theoretical field, as it is intended that this be a reference document for both undergraduate and graduate students who are beginning their training in the field of research in psychology and quality of life.

Keywords: social welfare; quality of life; psychology education; epistemology; psychological research

Resumo

O objetivo deste estudo é realizar uma revisão narrativa dos avanços teóricos e epistemológicos em torno da pesquisa em qualidade de vida para identificar a incorporação da psicologia nessa linha de pesquisa. Em um primeiro momento, será revisto o pano de fundo que deu origem ao conceito a partir das contribuições que Arthur Pigou fez da economia em 1932, bem como o contexto da Grande Depressão nos Estados Unidos e o pós-guerra. Em seguida, serão analisadas as implicações teóricas e epistemológicas que ocorreram a partir das mudanças na forma de abordar a qualidade de vida com a inclusão de indicadores subjetivos, que se somaram às medidas objetivas tradicionalmente feitas. Com a incorporação de medidas subjetivas, marcou-se o início da participação da psicologia nos estudos sobre qualidade de vida, para o qual são analisadas as principais contribuições desta disciplina para este campo. As contribuições deste documento situam-se no campo teórico, pois se pretende que este seja uma referência tanto para alunos de graduação quanto de pós-graduação que iniciam sua formação em pesquisa em psicologia e qualidade de vida.

Palavras-chave: bem-estar social; qualidade de vida; ensino de psicologia; epistemologia; pesquisa psicológica

Introducción

Los estudios sobre calidad de vida comenzaron a cobrar relevancia en el mundo académico y en las políticas públicas a partir de 1930, cuando desde la economía se impulsó la medición de indicadores objetivos, como los ingresos y el tipo de vivienda, para evaluar las condiciones de vida de las personas. Esta perspectiva se modificó en 1970, pues disciplinas como la psicología y la sociología introdujeron indicadores subjetivos como la percepción, la experiencia y el bienestar. En consecuencia, las investigaciones sobre la calidad de vida se comenzaron a abordar desde diversos marcos disciplinares.

La naturaleza multidisciplinar de los estudios sobre calidad de vida ha propiciado que en la actualidad existan discrepancias respecto a la conceptualización, operacionalización y medición de sus indicadores (Glatzer, Camfield, Møller y Rojas, 2015). Por ello, resulta fundamental que, al iniciar un proceso formativo en esta área del conocimiento, el estudiantado tenga claridad sobre los principios fundamentales de la disciplina desde donde realiza su investigación y los elementos epistemológicos, teóricos y metodológicos que dan soporte a la perspectiva de la calidad de vida. Todo esto con el fin de dotarle de los elementos que le permitan estructurar con coherencia sus esfuerzos investigativos.

Para lograr lo anterior, en la formación de investigadores es preciso que se contemplen tres aspectos fundamentales: 1) la enseñanza de saberes teóricos, es decir, la transmisión de conceptos y constructos que permiten nombrar y describir la realidad, 2) la enseñanza de saberes prácticos, esto es, la transmisión de los saberes que guían y regulan el actuar del investigador o investigadora para acercarse al objeto de estudio en el que tiene interés y 3) la enseñanza de los significados y valores últimos del quehacer científico, es decir, la reflexión sobre las implicaciones éticas y políticas del proceso de generación del conocimiento (Sánchez, 2014).

Así, el inicio de un proyecto de investigación implica la identificación de un problema, condición que marca la pauta sobre el objeto de estudio y la forma de abordarlo. Sin embargo, este momento es uno de los que representa mayor dificultad en quienes se inician en la investigación, pues, a decir de Espinoza (2018), pese a que se parte de una idea general, en ocasiones la escritura del problema queda merodeando los contornos de la idea originaria, sin dar el salto necesario para la formulación del problema de investigación.

Al respecto, Rovetto y Fernández (2015) han observado que al momento de elaborar el planteamiento del problema de investigación, las principales dificultades que se presentan son: a) citar teorías de forma cronológica, sin poder conectarlas a partir de sus coincidencias, divergencia y zonas de vacancia, además de la imposibilidad de considerar los marcos de referencia propios de la discusión en cada disciplina o su contextualización histórica; b) plantear una investigación empírica sin articularla con la perspectiva teórica y los problemas que en ella se hubieran observado, y c) dificultades para indicar el problema, no solo con el caso empírico, sino con la perspectiva disciplinar del ámbito de formación.

En respuesta a lo anterior, el presente trabajo se plantea el propósito de constituirse como un recurso didáctico para quienes inician su formación en la investigación de la psicología y la calidad de vida. Se busca que, al momento de elegir el tema de investigación, el investigador cuente con elementos teóricos que le permitan reconocer las bases conceptuales y metodológicas que dieron origen a esta línea de generación del conocimiento para posteriormente posicionarse desde un campo disciplinar que le permita orientar sus esfuerzos para aportar nuevos hallazgos y reflexiones a este cuerpo de conocimientos.

Identificar los elementos fundacionales de la calidad de vida permite reconocer el origen y los propósitos que impulsaron esta vertiente del conocimiento. Leer, reflexionar, dialogar, compartir y escribir sobre calidad de vida son actividades que contribuyen a ensanchar el camino de quien se inicia en la investigación, pues la claridad que deviene de estos esfuerzos hace posible que, en el proceso de generación de conocimientos, se reconozca la profunda implicación social que ha estado presente a través de su historia.

Por lo expuesto, este texto tiene por objetivo realizar una revisión narrativa de los avances teóricos y epistemológicos en torno a la investigación en calidad de vida para identificar la incorporación y los aportes de la psicología a este campo multidisciplinar. Para lograrlo, en un primer momento se reflexiona sobre la naturaleza del conocimiento y la investigación. Posteriormente, se revisan los antecedentes que dieron origen al concepto de calidad de vida. En tercer lugar, se analizan las implicaciones a nivel teórico y epistemológico que se produjeron a partir de la incorporación de los indicadores subjetivos a la evaluación de la calidad de vida, que se sumaron a las mediciones objetivas que tradicionalmente se realizaban. Con la incorporación de la perspectiva subjetiva, se marcó la incorporación de la psicología a los estudios sobre calidad de vida, por lo que se analizan los principales aportes de esta disciplina a este campo.

Argumentación teórica

La naturaleza del conocimiento

La ciencia es un esfuerzo colectivo emprendido por varias personas en distintos momentos que, a través de la observación, el desarrollo de hipótesis y la ejecución de pruebas, elaboran teorías con el propósito de ampliar los trabajos que previamente se han realizado en un campo disciplinar. Sus principales objetivos son describir hechos, realizar descubrimientos y avanzar en el conocimiento y así mejorar el estado de las cosas (Caballo y Salazar, 2019; Kerlinger y Lee, 2002). Toda vez que la generación de conocimientos es el propósito principal de un posgrado de investigación, conviene, antes de profundizar en los elementos que dan fundamento a la investigación en calidad de vida, iniciar el presente texto con una reflexión sobre la naturaleza del conocimiento y sus posibilidades.

Conocer es un esfuerzo de la especie humana para ordenar la realidad con el fin de dotarla de sentido a través del lenguaje. Así, el primer interés por conocer surge como una necesidad para sobrevivir. Sin embargo, la historia ha demostrado que a la humanidad no le basta con desarrollar conocimientos que le permitan solventar las exigencias de la vida diaria; apela a otras formas de conocimiento como la filosofía, el arte o la literatura, que se constituyen como formas de ordenar la realidad -incluso de recrearla-, pero que demuestran que existe un cuerpo de conocimientos cuya utilidad no queda declarada de forma inmediata (Fullat, 2008).

Por ello, es preciso comprender las formas usuales del conocimiento ¬¬-que no las únicas-: el conocimiento religioso, el conocimiento cotidiano y el conocimiento científico. La primera forma de conocimiento es el religioso que, a decir de Ribes (2013), se construye como una interpretación de signos trascendentales, su criterio de significación se da por revelación y su función es la de comunicar y dar cohesión mediante lo no aparente.

En el proceso de descubrimiento de la realidad, el ser humano se percata de que actividades como construir herramientas, encender el fuego o cubrirse de la lluvia no requieren necesariamente de rituales para controlarlos; basta con replicar un procedimiento que previamente produjo cierto efecto para obtener resultados similares. La acumulación de estas experiencias da lugar a la segunda forma de conocimiento: el cotidiano. Para Ribes (2013), este conocimiento se produce como una práctica interpersonal convencional, su criterio de significación es el sentido común, mientras que su función es la convivencia. Su falencia reside en que, a pesar de que un procedimiento se repita para obtener cierto resultado, no se tiene la certeza de conseguir lo que se espera.

Ante esto, es posible plantear que tanto el conocimiento religioso como el cotidiano se constituyen como creencias, pues ofrecen explicaciones parciales sobre la realidad; así, aunque permiten resolver ciertos problemas, sus aseveraciones no necesariamente coinciden con los hechos que las subyacen. Fullat (2008) plantea que:

Todo funciona en nuestras biografías a las mil maravillas hasta que llega el día en que las creencias -que nos tenían y sostenían- se vuelven problemáticas, despertándose en nuestro interior la duda. Unas creencias luchan con otras creencias forzándonos a decidir. Lo intolerable es andar comidos por creencias contradictorias (p. 50).

La duda, que aparece como consecuencia de la divergencia entre la realidad y las creencias, es lo que da origen al conocimiento científico. Para Bunge (2017), la investigación científica inicia a partir de la percepción de que el acervo de conocimientos disponibles (tanto aquellos que parten de la experiencia como los que emanan del pensamiento religioso) es insuficiente para dar respuesta a determinados problemas. Consecuentemente, la ciencia crece a partir del conocimiento común, pero va más allá, pues la investigación científica inicia en el lugar mismo en que la experiencia y el conocimiento ordinario dejan de resolver problemas, o incluso, de plantearlos. En ese sentido, es posible sostener que, en el quehacer científico, la fortaleza de quien investiga no está en sus certezas ni en sus aseveraciones, sino en su interés genuino por la realidad que le permite elaborar preguntas sobre los fenómenos que le resultan de interés, pues este es el origen de cualquier esfuerzo por conocer.

Uno de los sistemas de pensamiento que ha influido en la concepción de la ciencia moderna es el positivismo. Este paradigma plantea que la realidad está regida por leyes y mecanismos que pueden ser aprehensibles para el ser humano (Ramos, 2015). La tarea del científico es encontrar dichas leyes y mecanismos que preceden a los hechos con el fin de explicarlos, predecirlos y, de ser necesario, modificarlos. Para logralo, se espera que entre el investigador y el objeto de estudio exista total independencia, con el fin de asegurar que los conocimientos que se produzcan reflejen con fidelidad la realidad y se eviten distorsiones provocadas por los sesgos del investigador (Lerma, 2016).

Más adelante, como corolario de esta visión, aparece el pospositivismo. Su premisa plantea que la realidad no puede ser aprehendida en su totalidad; en cambio, solo se le conoce de forma imperfecta, como resultado de la influencia mutua entre el objeto de estudio y el sujeto cognoscente (Fullat, 2008; Ramos, 2015). Ahora bien, en torno a estas dos visiones de la ciencia se ha desarrollado un sistema de clasificación de los conocimientos en función de su metodología y de su objeto de estudio que se describe en los párrafos subsecuentes.

En primer lugar, se encuentran las ciencias formales: las matemáticas y la lógica. Se caracterizan porque su objeto de estudio no son los hechos de la realidad, sino abstracciones de la misma. Asimismo, se ocupan de entes ideales que no tienen existencia en la vida cotidiana, por lo tanto, se encargan de estudiar las propiedades de los números o las relaciones cuantitativas entre diversos elementos. Emplean como método de estudio el deductivo, lo que permite partir de ciertos axiomas para obtener resultados que adquieren validez en la medida en que se cumplen las premisas previamente establecidas (Bernal, 2016; Lerma, 2016).

La segunda categoría son las ciencias fácticas, las cuales se caracterizan por estudiar hechos que pueden verificarse en la realidad. Aunque se parte de hipótesis y teorías, los resultados de las pesquisas deben cumplir con el principio de verificabilidad, es decir, las aseveraciones que se produzcan han de ser concordantes con los hechos. Cuando los argumentos no resultan coherentes, se descartan y se construyen otros. En este sentido, se espera que las ciencias fácticas cumplan dos pruebas: la demostración y la verificación. Las áreas del conocimiento que conforman las ciencias fácticas son la física, la química, la biología y la geología, además de otras disciplinas que se caracterizan por tener como objetos de estudio a aquellos fenómenos que pueden ser verificados a través de la experiencia (Bernal, 2016; Fullat, 2008; Lerma, 2016).

Existe otro grupo de disciplinas que, en su esfuerzo por constituirse como ciencias, emplean el método empírico, propio de las ciencias fácticas, con la salvedad de que su objeto de estudio no son los fenómenos de la naturaleza, sino los seres humanos y sus productos culturales, sociales, intelectuales y psicológicos. Esta característica plantea una reconfiguración en el modo de acercarse a la realidad: si bien las ciencias naturales no se libran de las ideologías, creencias y valoraciones del investigador, en las ciencias sociales la subjetividad se hace más evidente (Dorantes, 2018; Fullat, 2008).

Por último, se encuentran los saberes no científicos de tipo metafísico o axiológico que aluden a realidades no experimentables como la dignidad, los valores o la belleza. Pese a que las proposiciones que emanan de este tipo de saberes no pueden ser observados, no significa que están desprovistos de validez, pues su relevancia radica en que se convierten en una guía en tanto que dan sentido a las actividades de generación del conocimiento (Fullat, 2008).

A partir de lo anterior, es posible plantear que tanto la psicología como la investigación en calidad de vida elaboran sus planteamientos a partir del paradigma neopositivista. Y, partiendo de las premisas que distinguen al conocimiento científico del cotidiano y una vez planteadas las características que distinguen a las disciplinas sociales-humanas de las naturales, conviene preguntarse: ¿desde dónde se construyen los conocimientos en las disciplinas que realizan estudios en el ámbito de la calidad de vida? A continuación se espera arrojar algunas luces para dar respuesta a esta interrogante.

Primeros estudios sobre calidad de vida

La calidad de vida es un tema que usualmente se asocia a conceptos como bienestar, felicidad o satisfacción con la vida. Su relevancia se ha hecho cada vez más evidente tanto en la vida académica como en los discursos políticos toda vez que, al tratarse de un constructo multidimensional, se ha convertido en uno de los indicadores más importantes al momento de diseñar políticas públicas (Perren y Lamfre, 2018)

Los orígenes en el estudio de la calidad de vida parten de la tradición de las ciencias sociales, principalmente de la economía, que tiene entre sus objetos de estudio el análisis de las necesidades sociales. De ahí que el término calidad de vida haya sido propuesto por el economista estadounidense Arthur Cecil Pigou en 1932 para cuantificar los costos sociales de las decisiones del Gobierno en dicha época (Perren y Lamfre, 2018; Tonon, 2010a)

Más adelante, los estudios sobre calidad de vida comenzaron a cobrar relevancia en la vida pública gracias a planteamientos de naturaleza económica como la idea del Estado de bienestar, que se derivó de los desajustes socioeconómicos que resultaron de la Gran Depresión en los años 30 del siglo XX en Estados Unidos y se consolidó con el fin de la Segunda Guerra Mundial, resultado de las teorías de desarrollo económico que apelaban a la posibilidad de consumo y a la acumulación de riquezas como indicadores de bienestar y calidad de vida entre la ciudadanía (Toscano y Molgaray, 2019; Urzúa y Caqueo, 2012)

Los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial marcaron un crecimiento en los estudios sobre calidad de vida, a partir de la medición de indicadores objetivos como el estado socioeconómico, el nivel educativo o el tipo de vivienda, con el propósito de conocer la percepción sobre la seguridad financiera y la vida de las personas (Perren y Lamfre, 2018). Sin embargo, a decir de Urzúa y Caqueo (2012), estos indicadores explicaban únicamente 15 % de la varianza de la calidad de vida individual.

La tendencia por emplear indicadores objetivos en el estudio de la calidad de vida se mantuvo hasta 1976, año en el que los psicólogos sociales Campbell, Converse y Rodgers publicaron el libro The Quality of American Life: Perceptions, Evaluations and Satisfactions. En la publicación en cuestión, incorporaron indicadores subjetivos como las percepciones, las valoraciones y los niveles de satisfacción de la población respecto a su nivel de vida. Este giro epistemológico se fundamentó en el argumento que planteaba que la relación entre las condiciones objetivas de vida y las experiencias psicológicas de las personas no se presentan de manera sincrónica, por lo tanto, para conocer la calidad de vida, es preciso pedir una descripción de cómo la experimentan las personas (Tonon, 2010ª; Toscano y Molgaray, 2019).

En este mismo orden, los sociólogos Andrew y Whitey introdujeron la noción de bienestar social, lo que permitió concebir a la calidad de vida como un constructo que se encuentra en función tanto del entorno material como de la valoración psicológica que las personas realizan sobre su propia vida (Sirgy, 2012)

Con la incursión de la psicología y la sociología a los estudios sobre la calidad de vida, a partir de los indicadores subjetivos, fue posible añadir 50 % a la explicación de la varianza de la calidad de vida individual (Urzúa y Caqueo, 2012). Posteriormente, en 1995, se fundó la International Society for Quality of Life Studies (ISQOLS) con el propósito de impulsar investigaciones interdisciplinarias en psicología, política, estudios sociales, medicina y otras disciplinas enfocadas al estudio del desarrollo y el ambiente. Las investigaciones impulsadas desde la fundación del ISQOLS han hecho posible que en la actualidad se cuente con una comprensión más profunda de los elementos que condicionan la calidad de vida, por ejemplo, la estructura social, las pautas culturales, las características psicosociales de la comunidad, así como las instituciones que desarrollan su accionar en este contexto (Tonon, 2008, 2010ª, 2010b; Toscano y Molgaray, 2019)

A partir de lo anterior, es posible concebir a la calidad de vida como un concepto multidimensional que comprende un número de dominios de diferente peso para las personas en función de la importancia que le asignan a cada uno de ellos. Se parte del planteamiento que establece que el efecto de las relaciones sociales y las relaciones con el contexto se encuentra mediado por la mirada particular de las personas, por lo que la forma en que cada quien interpreta su contexto se convierte en la perspectiva que determina su calidad de vida (Tonon, 2010ª).

Los dominios de la calidad de vida

Con la incorporación de los indicadores subjetivos a la evaluación de la calidad de vida, se produjeron nuevas interrogantes de naturaleza epistemológica: ¿qué aspectos deberían incluirse al momento de evaluar la calidad de vida? O, en otras palabras: ¿sobre qué aspectos habría que formular preguntas al investigar sobre calidad de vida? Para dar respuesta a lo anterior, surgieron diversas propuestas, que se muestran en la Tabla 1.

Tabla 1 Dominios en la calidad de vida 

Autores Método de análisis Dominios de la calidad de vida
Campbell et al. (1976) No indicado Actividades no laborales; vida familiar; estándar de vida; trabajo; matrimonio; ahorros e inversiones; amistades; ciudad o condado; alojamiento; cantidad de educación; vecindario; vida en los Estados Unidos; utilidad de la educación; salud; religión; Gobierno nacional; organizaciones.
Andrews y Whitey (1976) Análisis de regresión múltiple Vida actual en Estados Unidos; gobierno nacional; gobierno local; situación económica; comunidad; servicios e instalaciones; educación; trabajos; vecindario; amigos y asociados; hogar; actividades de ocio y tiempo libre; familia; uno mismo; relaciones interpersonales.
Rogerson, Findlay, Paddison y Morris (1996) Encuesta de opinión pública Resultados en orden de importancia: crimen (violento como no violento); servicios de salud; medio ambiente (contaminación, acceso a áreas de conservación y clima); vivienda (costo y calidad); armonía racial; instalaciones educativas; perspectivas de empleo (salario y tiempo de traslado); desempleo; costo de la vida; instalaciones comerciales, deportivas y de ocio.
Schalock (1996) Revisión de la literatura

  • Bienestar emocional y psicológico (seguridad, espiritualidad, felicidad, satisfacción, ausencia de estrés).

  • Relaciones interpersonales y sociales (bienestar familiar, amistades, relaciones íntimas, redes de apoyo).

  • Bienestar material (ingresos, seguridad financiera, posesiones materiales, ahorros e inversiones, satisfacción de necesidades básicas como alimentos y vivienda).

  • Desarrollo personal (competencia, logro educativo, actividades con propósito, dominio, eficacia, logros y consecución de objetivos).

  • Bienestar físico (salud y bienestar, nutrición, ejercicio físico, deportes y recreación, actividades relacionadas con la vida diaria).

  • Desarrollo social (inclusión en la comunidad, actividades de voluntariado, caridad, cohesión vecinal).

  • Deberes y derechos cívicos (derechos de privacidad, derechos de voto, derecho al debido proceso, derecho a la propiedad, responsabilidades cívicas).

Grupo WHOQOL (1998, 2004, 2006) Desarrollaron instrumentos sobre dominios de calidad de vida Trabajo; familia; estándar de vida; relaciones interpersonales; salud; crecimiento personal; espiritualidad/religión; problemas de la sociedad; problemas de la comunidad; ocio; vida en general.
Cummins (1996) Análisis factorial Bienestar material; salud; productividad; intimidad; seguridad; comunidad; bienestar emocional.
Tom Rath y Jim Harter (2010) Análisis de cientos de preguntas en países, idiomas y situaciones de la vida diversas

  • Vida profesional: evalúa la forma en que una persona ocupa su tiempo.

  • Vida social: se refiere a las relaciones sólidas y el amor en la vida de una persona.

  • Vida financiera: se refiere a gestionar eficazmente la situación económica y las finanzas personales de uno.

  • Vida física/salud: se relaciona con la salud y la energía para hacer las actividades de la vida diaria.

  • Vida comunitaria: hace referencia al sentido de compromiso que uno tiene con el área donde reside.

Fuente: Elaboración propia con base en Sirgy (2012)

Los estudios que se muestran en la Tabla 1 han permitido conocer que las personas evalúan su calidad de vida en función de diversos dominios a los que les asignan un valor determinado, sin embargo, el número de dominios que deben considerarse sigue sin respuesta. Esto obedece a una condición característica de disciplinas como la sociología, la economía o la psicología: pese a que devienen de la tradición positivista, se distinguen de las ciencias empíricas debido a que su campo de aplicación no es la naturaleza, sino los seres humanos y sus obras, por lo que la subjetividad se manifiesta de forma más evidente. En esa línea, Tintaya (2019) plantea que la psicología es una ciencia que estudia la vida subjetiva del ser humano que vive en una comunidad social, estructural e históricamente específica.

Lo anterior apunta a que, a pesar de que se ha demostrado que los indicadores subjetivos tienen una fuerte participación en la explicación de la varianza sobre la calidad de vida, no es posible determinar con especificidad qué indicadores deben considerarse, pues estos varían en función de las personas y de los entornos culturales (Sirgy, 2012). Esto, en lugar de asumirse como una debilidad epistemológica, puede concebirse como un terreno fértil para plantear posibilidades de investigación sobre aquello que es valioso para las personas al momento de evaluar su calidad de vida. Por otra parte, además del disenso que se ha planteado respecto a los dominios que configuran la calidad de vida, se han desarrollado teorías que buscan explicar las interacciones entre dichos dominios y sus efectos sobre el bienestar y la satisfacción con la vida.

Se ha teorizado, por ejemplo, que experiencias específicas de satisfacción relativas a algún dominio (escolar, laboral, familiar, de ocio) tienen un efecto ascendente que impacta la evaluación general de la vida (teoría del desbordamiento ascendente); también, se ha explicado que cierta experiencia afectiva en cierto dominio puede transferirse a algún dominio vecino (teoría del desbordamiento horizontal). La teoría de la segmentación, por otra parte, pretende analizar la tendencia de las personas a separar los aspectos que conforman su vida, con el fin de no impactar con experiencias negativas al resto de dominios (Sirgy, 2012).

La teoría de la compensación, a su vez, plantea que las personas tienden a aumentar su atención en el dominio de la vida en el que se perciben exitosos, mientras que los dominios en los que se experimenta el fracaso son desestimados. Por último, se plantea la teoría del equilibrio, que apela a conciliar tanto las experiencias de éxito como de fracaso, pues las condiciones de la vida diaria se presentan de esta manera (Sirgy, 2012).

Aunque los abordajes son más amplios y profundos, lo anterior se planteó para señalar que las teorías que se han desarrollado en torno a los dominios sobre la calidad de vida se realizan desde un enfoque holístico, pues pretenden explicar cómo la experiencia que se tiene en algún aspecto de la vida repercute sobre el resto de la experiencia vital. Desde luego, esto se produce a partir de elementos moderadores de naturaleza psicológica como la percepción, los rasgos de personalidad, los condicionantes sociales, la escala de valores, los recursos cognitivos, las necesidades, entre otras variables, que serán analizadas en el apartado “La incursión de la psicología en los estudios sobre calidad de vida”.

Calidad de vida, satisfacción con la vida, bienestar subjetivo y felicidad

Como se ha señalado a lo largo de este texto, durante los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial países como Estados Unidos orientaron sus esfuerzos para intentar abatir el analfabetismo, las enfermedades y la pobreza, y desde ahí transitar hacia la formulación de políticas públicas que garantizaran un nivel de vida razonable. Es por ello por lo que las primeras evaluaciones de la calidad de vida se realizaron a partir de indicadores objetivos.

Fue a partir de la década de 1960 cuando se dio el brinco hacia concepciones más amplias sobre la calidad de vida, que incorporaban enfoques subjetivos como la satisfacción, el bienestar subjetivo y la felicidad, con el propósito de plantear que, además del bienestar material, existen otros elementos que componen la calidad de vida (Veenhoven, 2015). Este panorama plantea la necesidad de explorar la naturaleza de dichos conceptos, con el fin de alcanzar mayor claridad al momento de emplearlos con fines investigativos.

Calidad de vida y satisfacción con la vida

Para Veenhoven (2015), la calidad de vida indica el disfrute subjetivo de la vida; sin embargo, es preciso distinguirla de otras nociones, pues es posible que cierta calidad de vida no represente una satisfacción con la vida. Así, se define la satisfacción con la vida como el grado en que una persona evalúa positivamente la calidad de su vida actual como un todo. Para realizar esta evaluación, es preciso que se contemplen todos los criterios que figuran en la percepción de la persona: cómo se siente, qué tanto cumple con sus expectativas, qué tan deseable considera su vida. Además, las valoraciones pueden referirse a diversos periodos en el tiempo. La evaluación de la vida puede diferir en aspectos como las certezas de la persona, o bien debido a juicios distorsionados que se tengan sobre la calidad de vida (Castellanos, 2018; Cladellas, Castelló y Parrado, 2018; Veenhoven, 2015)

Calidad de vida y bienestar subjetivo

Sirgy (2012) parte de la definición de bienestar subjetivo como una categoría amplia de fenómenos que incluye las respuestas emocionales de las personas, las satisfacciones de dominio y los juicios globales de la satisfacción con la vida para reconstruirlos en un marco que integre estos conceptos dispares. Este autor concluye que el bienestar subjetivo es un estado afectivo duradero (a largo plazo) que se compone de una combinación de tres componentes: a) la experiencia real de felicidad o afecto positivo acumulativo (alegría, afecto, orgullo, etc.) en dominios de vida destacados, b) la experiencia real de depresión o afecto negativo acumulativo (tristeza, enojo, culpa, vergüenza, ansiedad, etc.) en dominios de vida destacados y c) las evaluaciones de la vida en general o evaluaciones de dominios de vida destacados.

Felicidad y calidad de vida

Respecto al estudio de la felicidad, Rojas (2016) argumenta que esta noción no debe limitarse a una construcción académica, sino a una experiencia de vida de las personas. Por ello, se cuestiona de qué manera quien realiza una investigación puede conocer la felicidad de las personas. Para dar respuesta a lo anterior, el propio Rojas (2016) plantea algunas reflexiones de naturaleza epistemológica para el estudio de la felicidad:

  • El bienestar es intrínsecamente subjetivo, pues hace referencia a la experiencia de una persona, de manera que la felicidad no es un objeto sino una experiencia vivida por el sujeto; así, los factores explicativos no deben ajustarse a la objetividad de la medición, sino a la relación que tienen con la experiencia de bienestar de las personas.

  • La persona es la autoridad para juzgar su vida, pues nadie más que ella está en la mejor posición para evaluar su felicidad; por ello, el enfoque del bienestar subjetivo acepta el juicio de una persona como una valoración válida de su felicidad. En ese sentido, se plantea que es posible medir la felicidad preguntando por ella.

  • La investigación sobre la felicidad se interesa por conocer la experiencia de las personas y no sobre cómo se piensa que deberían ser.

  • La investigación comienza con la evaluación de una persona sobre su felicidad para posteriormente seguir un enfoque cuantitativo o cualitativo para conocer sus determinantes. Así, la investigación sobre felicidad difiere de los enfoques que presuponen una concepción específica del constructo y de sus factores que lo explican y, en su lugar, se emplean técnicas cualitativas para averiguar los factores explicativos relevantes; con lo anterior, se pretende recoger la heterogeneidad entre personas.

  • La investigación sobre la felicidad requiere un enfoque transdisciplinario. Toda vez que las disciplinas trabajan con entidades abstractas, los modelos que se construyen para explicar aspectos particulares hacen que se descuiden otros tantos.

La incursión de la psicología en los estudios sobre calidad de vida

Aunque los estudios sobre calidad de vida devienen de la economía, en el proceso de desarrollo de este constructo se produjeron cambios significativos en su forma de concebirla y evaluarla. Uno de los cambios más importantes fue transitar de la medición de indicadores objetivos como el producto interno bruto (PIB) hacia la inclusión de indicadores subjetivos asociados al punto de vista individual del bienestar y funcionamiento de cada persona (Arias, 2017; Perren y Lamfre, 2018; Trujillo et al., 2004).

El enfoque de calidad de vida desde la psicología comenzó a vislumbrarse en 1969, cuando G. A. Miller, en su toma de posesión como presidente de la American Psychological Association (APA), definió a la psicología como un medio para la promoción del bienestar humano, además de que enfatizó en el reto de esta disciplina para alcanzar un mayor compromiso con la realidad social y con los problemas de ese momento (Casas, 1999).

Este contexto dio pie al surgimiento de un cuerpo de investigaciones que se enfocaron en indicadores psicosociales, por ejemplo, los trabajos de los psicólogos sociales Campbell et al. en 1976, así como los aportes que los sociólogos Andrew y Whitey realizaron en el mismo año. A partir de estos planteamientos, la calidad de vida dejó de ser objeto de estudio exclusivo de la economía para comenzar a analizarse desde disciplinas como la psicología. Los avances teóricos que se desprendieron de ello pueden resumirse en la inclusión de indicadores tanto objetivos como subjetivos en la evaluación de la calidad de vida (Casas, 1999; Toscano y Molgaray, 2019; Urzúa y Caqueo, 2012).

Una de las vertientes teóricas que acogió los planteamientos que se venían realizando en torno a la calidad de vida fue la psicología positiva, fundada en 1985 por Martin Seligman. Desde esta mirada teórica, Veenhoven (2000) realizó una distinción entre la calidad de vida objetiva y subjetiva. La primera se refiere al grado de vida que alcanza estándares explícitos de la buena vida, evaluados por una persona externa que es imparcial; la segunda se refiere a apreciaciones basadas en los criterios que son significativos para la persona.

En 1996, Ferrán Casas definió a la calidad de vida como las percepciones, aspiraciones, necesidades, satisfacciones y representaciones sociales que los miembros de todo conjunto social experimentan en relación con su entorno y la dinámica social en la que se encuentran inmersos, incluyendo los servicios que se les ofrecen y las intervenciones sociales de las que son destinatarios y que emanan de las políticas sociales (Tonon, 2010a).

La investigación en calidad de vida desde la psicología

Un planteamiento que resulta fundamental de analizar es aquel que busca explorar las implicaciones de constructos psicológicos en la calidad de vida. Sirgy (2012) dedica el apartado “Subjective Reality and Its Effects on Subjective Quality Of Life” del libro The Psychology of Quality of Life a analizar la relación entre constructos de naturaleza psicológica y la calidad de vida. A continuación, se presentan los planteamientos principales:

  • Personalidad y calidad de vida: se presentan algunas investigaciones que han indicado algún efecto entre la personalidad y el bienestar subjetivo; destaca los estudios que relacionan positivamente al bienestar subjetivo con rasgos de la personalidad como la extraversión, la autoestima, la disposición afectiva positiva, la atención plena, el optimismo, la expectativa de control y la resiliencia.

  • Afecto, cognición y calidad de vida: se plantea que cuando las personas son inducidas a tener un estado de ánimo positivo presentan niveles más altos de bienestar subjetivo; también, se ha encontrado que el bienestar subjetivo se modifica en función de la forma en que las personas hacen atribuciones sobre las cosas que les suceden.

Por otra parte, se encontró que el significado personal también es importante en el bienestar subjetivo. Además, que cuando las personas evalúan sus vidas, lo hacen examinando sus logros en relación con una variedad de marcos cognitivos: la vida ideal, la vida predicha, la vida merecida, de modo que el uso de diferentes marcos cognitivos produce diferentes niveles de resultados de satisfacción con la vida.

  • Creencias, valores y calidad de vida: plantea que las personas que han generalizado puntos de vista positivos, altos niveles de confianza social y experiencia, además de que expresan altos niveles de perdón y gratitud, indicaron niveles altos de satisfacción con la vida. También, se exploró el papel de las creencias religiosas en el bienestar; se encontró que la diferenciación entre el tipo de creencias religiosas no influye en el bienestar subjetivo.

Se encontró, por otro lado, que los valores que tienen un efecto positivo en el bienestar subjetivo incluyen a la familia, la conciencia social, la apertura a la experiencia, el individualismo, el logro, la autodirección, la estimulación y el secularismo. Los valores que influyen de manera negativa incluyen el materialismo, la conciencia de estatus, el conservadurismo, el colectivismo, la conformidad y la seguridad; sin embargo, las investigaciones destacaron que los valores cambian a lo largo de la vida. Por último, se encontró que la cultura puede fungir como una variable moderadora.

  • Satisfacción de las necesidades y calidad de vida: analiza las concepciones del bienestar subjetivo basadas en las necesidades de ser, pertenencia y devenir; necesidades físicas, sociales y de autorrealización; la necesidad de autodeterminación; la necesidad de tener una vida agradable, una vida comprometida y una vida significativa; la necesidad humana de florecer, y la necesidad de una vida con propósito.

  • Metas y calidad de vida: analiza los efectos de las metas en el bienestar subjetivo. Quienes establecen metas que tienen una alta probabilidad de cumplirse planifican estrategias para alcanzarlas, de modo que la consecución de sus objetivos da como resultado un bienestar subjetivo.

  • Autoconcepto y calidad de vida: recupera los mecanismos propuestos por Rosenberg mediante los cuales las personas interpretan los eventos de la vida, de manera que produzcan autoevaluaciones positivas, estos son: las comparaciones sociales, las valoraciones reflejadas, las autopercepciones conductuales y la centralidad psicológica.

Además, se analizan las dimensiones del autoconcepto que se emplean en los juicios de satisfacción con la vida que incluyen el yo ideal, el yo social, el yo merecido, el yo mínimo tolerable, el yo pasado, el yo predico, el yo competente y el yo aspirado; las discrepancias entre el yo real y cualquiera de dichas autorreferencias genera insatisfacción. Por último, se plantea que la integración del autoconcepto ayuda a elevar el bienestar subjetivo, mientras que la fragmentación del autoconcepto provoca lo contrario.

  • Comparación social y calidad de vida: plantea que la comparación social es otro efecto psicológico que tiene un papel importante en el bienestar subjetivo. Cabe señalar que, desde este punto de vista, las personas tienden a compararse con los demás por tres motivos diferentes: la necesidad de mejora personal, la necesidad de identificación social y la necesidad de superación personal.

Discusión

Pese a que en los últimos 20 años, tanto en el ámbito académico como en espacios de toma de decisiones, las investigaciones sobre calidad de vida han cobrado relevancia, aún se identifican algunas líneas de discusión que requieren ser analizadas, como aquellas que difieren sobre: a) si la calidad de vida es una construcción objetiva, o bien debe incluir indicadores subjetivos, b) si se trata de un concepto ideográfico (sus componentes dependen de la persona), o bien si es un constructo nomotético (que establece un criterio general para todos los sujetos), c) la ausencia de un modelo teórico unificador, d) la falta de diferenciación de los factores que influyen en la calidad de vida y e) la validez de los instrumentos de medición utilizados.

Estas líneas de discusión, desde luego, no invitan a abandonar el concepto de calidad de vida, todo lo contrario, son áreas de oportunidad para la consolidación de este campo de investigación a partir de investigaciones que fortalezcan su cuerpo teórico, pero también a partir de reflexiones teóricas que orienten las miradas de quienes se inicien en el camino de la investigación.

Para no tocar de manera tangencial el concepto aquí tratado, o bien recurrir a una definición de la cual se desconozcan sus antecedentes teóricos, sus implicaciones para la investigación, así como sus líneas de discusión, es fundamental que quien se forma como investigador desarrolle una claridad sobre el paradigma desde donde se posiciona para avanzar en su proceso de investigación.

En coincidencia con lo que plantea Sánchez (2014), la claridad sobre el paradigma teórico desde donde la investigadora se posiciona se construye a partir de la lectura crítica, entendida como un ejercicio de descubrimiento que le permitirá citar con sentido (y no citar por citar); además, la claridad teórica le permitirá ofrecer sólidas líneas de discusión sobre los alcances y limitaciones de las evidencias que presenta.

Acompañar los procesos de formación en investigación con actividades de reflexión teórica permitirá que quien se inicia en este ámbito, además de interesarse por los problemas de la realidad cotidiana, también se involucre en los procesos de construcción y discusión de los abordajes teóricos que nutren su área de interés.

Las posibilidades tanto de investigación como de aplicación del conocimiento relativo a la calidad de vida son múltiples; por ello, es deseable que la formación académica en este campo multidisciplinar muestre el camino a seguir para comprender el proceso de tejer y desenredar las ideas. Sin embargo, es tarea fundamental del estudiante filtrar el conocimiento para proponer nuevas miradas sobre aquellos elementos que pueden coadyuvar en los esfuerzos que se han realizado en este campo.

Conclusiones

Desde que se emprendieron los primeros estudios sobre calidad de vida en la década de 1930, su abordaje se ha nutrido de propuestas epistemológicas, teóricas y metodológicas que le han permitido ampliar sus posibilidades para explorar problemáticas y ofrecer respuestas en la diversidad de contextos y poblaciones que configuran la realidad.

Por ello, como se ha reiterado a lo largo de este escrito, resulta fundamental que quien se inicia en la investigación de esta temática conozca las bases sobre las que se sustenta todo proceso de investigación, que incluyen los aspectos filosóficos-epistemológicos (perspectiva desde la que se construye el objeto de estudio sobre el que existe el interés por investigar), metodológicos (formas de aproximarse al objeto de estudio), prácticos (ejecución de la investigación) y políticos (trascendencia de la investigación en el momento sociohistórico en el que se realiza).

Además, es preciso que tenga claridad sobre algunos conceptos relativos a la calidad de vida con el fin de tener un marco de referencia para analizar el problema de investigación que se ha planteado. Por otra parte, quien inicia su formación en este campo del conocimiento debe estar atento a los ajustes epistemológicos, teóricos y metodológicos que se realicen en el área de la investigación de la calidad de vida. Así, por ejemplo, la incorporación de indicadores subjetivos al estudio de la calidad de vida, aunado al impulso de la metodología cualitativa, ha permitido recuperar los significados, interpretaciones y percepciones que diversas poblaciones elaboran en torno a este constructo, pues, al tratarse de una parte de la experiencia vital de las personas, es preciso que sea descrita por las personas que la viven y no por quienes sostienen los discursos con fines académicos o políticos.

El marco teórico y epistemológico que se pretendió esbozar en el presente trabajo puede funcionar como un mapa para los investigadores en formación. Por otra parte, además de ofrecer una sucinta orientación de cómo realizar investigación, es preciso plantear algunas líneas de reflexión y discusión en torno a las posibilidades de generación del conocimiento:

En primer lugar, resulta necesario reconocer que el estudio de la calidad de vida ha marcado un giro epistemológico que apunta a la necesidad de continuar reflexionando sobre cómo es posible obtener una mejor comprensión de este constructo y cuál es la forma más pertinente de evaluarlo, toda vez que la experiencia de las personas no se ajusta a las conceptualizaciones que previamente se han elaborado, sino a sus vivencias cotidianas. Por lo anterior, resulta pertinente insistir que son las teorías las que deben probarse sobre la base de los hechos (experiencias de las personas) y no los hechos sobre la base de las teorías propuestas por quienes realizan la investigación.

Así, antes de asumir una postura teórica, es imprescindible que quien se forme en la investigación desarrolle una actitud científica, con total disposición para cuestionar las propias certezas que se han construido en el campo de la ciencia desde la que elabora sus conocimientos. Por ello, es deseable que en la formación de investigadores en la línea de la psicología y la calidad de vida se aliente una actitud científica, es decir, un interés por conocer, indagar, cuestionar y descubrir los fenómenos de la realidad, más que una afiliación por un paradigma, o por una metodología específica.

Futuras líneas de investigación

Este trabajo tuvo como objetivo realizar una revisión narrativa de los avances teóricos y epistemológicos en torno a la investigación en calidad de vida para identificar la incorporación de la psicología a esta línea de investigación; con esto, se pretendió ofrecer un marco conceptual que permita a quien se inicia en la investigación en este campo del conocimiento tener un primer acercamiento a las vertientes teóricas sobre las que puede conducir sus primeros esfuerzos en investigación.

La incorporación de los indicadores subjetivos en la evaluación de la calidad de vida planteó la necesidad de definir qué aspectos de la vida son relevantes para las diversas poblaciones en las que se evalúa la calidad de vida. En ese sentido, se sugiere continuar indagando a través de investigaciones cualitativas sobre aquello que es valioso para las personas al momento de reportar su calidad de vida, en función de sus entornos particulares.

Siguiendo esta misma línea de reflexión, se tiene que la inclusión de los indicadores subjetivos a la investigación en calidad de vida permitió tener una mayor comprensión sobre aquellos elementos que median el reporte que las personas realizan sobre sus condiciones de vida. Por lo que se sugiere realizar investigaciones que incorporen constructos de naturaleza psicológica como la percepción, los pensamientos, la afectividad, el autoconcepto, entre otros, en función de los indicadores de calidad de vida.

También se sugiere analizar las variables que influyen en las evaluaciones sobre la calidad de vida, de manera que quien esté interesado en investigar la calidad de vida podrá no solamente explorar dicho fenómeno en una población particular, sino animarse a ahondar en posibilidades que permitan una mayor comprensión del fenómeno, como los mecanismos cognitivos que se emplean al momento de reportar la satisfacción con la vida, la influencia del estado de ánimo al momento de realizar la evaluación, su relación con la gratificación de necesidades universales, el ajuste de los propios deseos al entorno cultural, o bien la predominancia del afecto sobre las cogniciones.

Asimismo, es preciso que en futuras investigaciones se tomen consideraciones sobre los instrumentos que se emplean para evaluar la calidad de vida. En ese sentido, se sugiere que en investigaciones ulteriores se analicen los instrumentos en términos de validez, sesgos como deseabilidad social, confiabilidad, sesgos en las respuestas, variaciones entre países u occidentalización del concepto.

Por último, una línea de trabajo que resulta relevante de analizar son las implicaciones sociales que se presentan en la investigación de la calidad de vida; de manera que es posible estudiar cómo afectan diversos fenómenos de naturaleza sociopolítica, como la violación a los derechos humanos que experimentan ciertas poblaciones vulnerables, el clima de violencia generalizada en entornos específicos o los crecientes feminicidios sobre la evaluación de la calidad de vida.

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Recibido: Septiembre de 2021; Aprobado: Marzo de 2022

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