SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 número18A Critical Approach to Climate Change Adaptation. Discourses, Policies and Practices. índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Sociedad y ambiente

versión On-line ISSN 2007-6576

Soc. ambient.  no.18 Lerma Campeche nov. 2018

 

Reseñas

The Mushroom at the End of the World: On the Possibility of Life in Capitalism Ruins

David MontoyaI 

I Estudiante de Doctorado en Estudios Mesoamericanos, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México, México. Líneas de interés: antropología ambiental, modos de conocimiento sobre la naturaleza. Correo electrónico: david_monlo@hotmail.com

Tsing, Anna Lowenhaupt. 2015. The Mushroom at the End of the World: On the Possibility of Life in Capitalism Ruins. Princeton: Princeton University Press, 331p. ISBN: 978-0-691-16275-1.


En un mundo devastado por la explotación desmedida de recursos naturales, producto del esfuerzo por mantener modos de vida insostenibles, pocas son las alternativas que alientan la esperanza de vida. Ésta, sin duda, es la idea general que Anna L. Tsing transmite al lector en su obra The Mushroom at the End of the World: On the Possibility of Life in the Capitalism Ruins. Debo precisar, sin embargo, que su intención lejos está de ser fatalista; contrario a esto, es esperanzadora, optimista. Tsing, en este sentido, da cuenta de todo un modo (o modos) de existencia que toma como sustento al principal producto del capitalismo: la precariedad, considerada por la misma Tsing como una inestabilidad que conlleva a la ruina: “En un estado global de precariedad, no tenemos más opciones que buscar la vida en esta ruina” (p. 35). Esta precariedad de la que habla Tsing no debe ser entendida únicamente como el efecto del capitalismo sobre la humanidad o una sociedad determinada, sino como el efecto de éste sobre las dinámicas ecológicas a escalas local y planetaria. Es decir, sobre los efectos generados en el ambiente, en el sentido más amplio de esta palabra.

El estudio de Tsing, en el sentido anterior, aborda tanto la dimensión social como ecológica de dos especies de hongos micorrizógenos: el Tricholoma matsutake, con distribución biológica en Asia y Europa, principalmente, y T. magnivelare, con distribución en América, aunque para fines prácticos y comerciales, ambas especies son conocidas mundialmente como matsutake. En el mercado internacional, especialmente el japonés, cada esporoma puede alcanzar e, inclusive, superar los doscientos dólares, de tal forma que su recolección es una actividad con gran potencial económico. Por razones políticas, económicas, biológicas y ecológicas la presencia de este hongo es cada vez menos frecuente en los bosques japoneses y, consecuentemente, es requerida su importación para satisfacer necesidades culturales, gastronómicas.

Su trabajo etnográfico, realizado durante la temporada de recolección entre los años 2004 y 2011, se desarrolló en las principales zonas de recolección a escala mundial y, por tanto, de exportación: zonas forestales de Estados Unidos de América, Finlandia, China, Canadá y Japón que, además, debido a la irracionalidad de las políticas de manejo y sobreexplotación sobre los recursos naturales, algunas de éstas -Estados Unidos de América y Japón- se encuentran en niveles tales de precariedad que se han vuelto poco aprovechables para la explotación forestal maderable. Tsing ofrece, en este sentido, un panorama bastante detallado sobre los factores sociales, políticos y ecológicos que experimentan actualmente esos bosques y explica, además, cómo llegaron a tal situación.

Los datos presentados sobre los recolectores y compradores, principalmente en el sitio que, para dotar de cierta privacidad, decidió nombrar como “Open Ticket”, en Oregón, Estados Unidos de América, dan cuenta de un trabajo etnográfico excepcional. Veteranos de la guerra de Vietnam y refugiados de la guerra de Indochina no sólo convergen en la recolección; comparten además aquello que, más allá del dinero, obtienen de la comercialización del matsutake: “sentirse en libertad”. Para aquellos que no logran readaptarse a la vida social, los veteranos de la guerra de Vietnam, por ejemplo, el bosque se vuelve su refugio y los hongos su medio de subsistencia; para los refugiados de la guerra de Indochina, en cambio, la recolección implica “abrazar la libertad” en un país que poco tiene en común con sus lugares de origen y, mediante esta práctica -subsistir de los bosques y de todos sus derivados- es posible llevar un modo de vida próximo al que tendrían en sus propios países. Es en este sentido que los hongos, más allá de ser meros productos comerciales, son concebidos como “trofeos de libertad” (Tsing, 2015: 94).

En general, Tsing integra de manera eficaz múltiples factores en su estudio. Esta complicada labor, sin lugar a dudas, empata con una de las premisas que rige su obra: “La vida sólo es posible a partir de la interacción de muchos tipos de seres”. Por su enfoque, de corte relacional, este estudio debe ser comprendido desde la óptica de los fenómenos complejos, pues, además, en un sentido más amplio, su trabajo aborda la dinámica de los socioecosistemas. No obstante, en términos antropológicos, esta obra obedece a un novedoso enfoque: de multiespecies, también llamado en ocasiones como “antropología de la vida” o “antropología más allá de la humanidad”, donde la posición privilegiada -en una investigación social- ya no sólo es ocupada por la perspectiva humana, sino que es compartida por no-humanos: raíces, micorrizas, pinos, suelo, nematodos, árboles y bosque, en general, por referir algunos ejemplos expuestos en este estudio. Aunque con ciertas variantes, estos enfoques convergen en el esfuerzo por tener una “mejor comprensión de lo que está en juego -ética, política y epistemológicamente- para diferentes formas de vida flagradas en diversas relaciones de conocer y vivir juntas” (van Dooren et al., 2016: 8); es decir, se trata de una novedosa aproximación científica para comprender, en su totalidad, a los sistemas vivientes (ver Capra, 1996; Moore, 2014; entre otros).

Como es de esperarse, la naturaleza de estos enfoques hace que prácticamente se vuelva imposible distinguir cuál es la disciplina académica que rige su trabajo. Por momentos parece que se trata de un estudio de historia ambiental; en otros, de antropología social, de la vida; inclusive, en algunos apartados integra análisis y conceptos propios de la ecología del paisaje. Aunque se trata de un único autor, este estudio bien puede considerarse como interdisciplinario, pues además de los distintos enfoques que utiliza para abordar toda esa complejidad asociada al matsutake, es evidente la participación de distintos especialistas, la mayoría de ellos colaboradores del Matsutake Worlds Research Group, como ella misma lo advierte en el apartado introductorio. En alusión a la terminología empleada por Tsing, su trabajo debe ser entendido como un assemblage de disciplinas.

Trasladándose de un lugar a otro y de un medio a otro, la autora utiliza el contraste de escenarios y de actores para conducir al lector a través de las complejas redes en las que se desenvuelve el matsutake: De los ecosistemas a las redes sociales; de los precarios y enfermos bosques japoneses a los recién reforestados y poco diversos bosques de Oregón, en EUA, así como a las extensas zonas de producción forestal de monocultivos en Finlandia. De la lógica japonesa del don a la precaria lógica mercantil del capitalismo.

Claramente se puede percibir en esta obra una analogía entre hongos y recolectores: ambos provenientes de ambientes devastados; bosques en los primeros, sociedades en los segundos. En Japón, por ejemplo, lo primero que brotó de los bosques afectados por el paso de la Segunda Guerra Mundial, declarados prácticamente como “sin vida”, fueron los matsutake. Asimismo, en un esfuerzo por recuperar las zonas forestales de Oregón (devastadas por la explotación desmedida del bosque y todos sus derivados) se utilizó una especie de pino con bajo o nulo potencial maderable, no obstante, sin ser el propósito de la reforestación, estos pinos fueron el medio ideal para el desarrollo del matsutake. De esta misma forma, la recolección de esta especie se configura a partir de distintos gremios, en su mayoría, integrados por personas imposibilitadas para readaptarse socialmente, como es el caso de los veteranos de la guerra de Vietnam y de inmigrantes provenientes de Asia, en su mayoría, refugiados de la guerra de Indochina. Si bien estos grupos de recolectores son producto de la precariedad del capitalismo global, finalmente se enfrentan a la precariedad misma de la naturaleza de los hongos: los humanos no pueden controlar la proliferación de esporomas de matsutake.

No obstante lo anterior, en Japón existen algunos esfuerzos por estimular su proliferación: los Kyoto’s Matsutake Crusaders. Los integrantes de esta asociación se dedican a perturbar pequeñas porciones forestales, bajo el argumento de que “el bosque denso y no perturbado, con su estructura simplificada, amenaza al suelo” (Tsing, 2015: 259). El producto de estas perturbaciones o intervenciones, el satoyama o porción forestal manejada (perturbada), va más allá que un simple esfuerzo por estimular la simple presencia de matsutake. En conjunto, este espacio manipulado simboliza las relaciones de trabajo entre las personas y los bosques, de tal suerte que “los pinos, los humanos y los bosques se renuevan en un momento de ser coespecies” (Tsing, 2015: 264). A mi parecer, y como ya he expresado anteriormente, este estudio sobresale por su fino trabajo etnográfico sobre los recolectores y comerciantes de hongos y por la destreza con la que aborda la compleja realidad: factores económicos, ecológicos y culturales se encuentran perfectamente articulados. De nueva cuenta, en términos utilizados por la propia Tsing, su obra conforma una “polifonía” de todos esos factores.

Por último y relativo a la edición de la obra, me parece que la estructura con la que Tsing configura su libro permite al lector sentirse con la libertad de decidir por cuál capítulo comenzar sin perder la idea general del estudio. Inclusive, es posible dejarlo a la suerte y con ello no verse obligado a seguir un orden secuencial sin que con esto se corra el riesgo de perder el hilo conductor de la obra. En realidad, cada capítulo tiene el potencial de ser considerado una historia única e independiente, aunque al final, el lector caerá en cuenta de que cada capítulo constituye una fracción a escala de la compleja realidad global. De la misma manera, la escritura del texto, aunque exige cierta especialización disciplinar, parece tener el objetivo de llegar a un público más amplio. Las notas y citas al final del documento permiten, precisamente, una lectura fluida, aunque también representa un problema para quienes están familiarizados a revisar cada una de éstas conforme transcurre la lectura. Por su parte, las imágenes que acompañan el inicio de cada uno de los veinte capítulos transmiten al lector la sensación de explorar una novela de corte documental o testimonial.

Referencias

Capra, F. (1996). The web of life: A New Scientific Understanding of Living Systems. New York: Anchor Books. [ Links ]

Van Dooren, T.; Kirksey, E. y Münster, U. (2016). Estudos multiespécies: cultivando artes de atentividade. ClimaCom ano. 3, pp. 39-66. Recuperado de http://climacom.mudancasclimaticas.net.br/wp-content/uploads/2014/12/07-Incertezas-nov-2016.pdf.Links ]

Moore, J. W. (2014). Capitalism in the Web of Life: Ecology and the Accumulation of Capital. New York and London: Verso Books. [ Links ]

Recibido: 12 de Agosto de 2018; Aprobado: 13 de Septiembre de 2018

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons