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México y la cuenca del pacífico

versión On-line ISSN 2007-5308

Méx.cuenca pac vol.12 no.34 Guadalajara ene./abr. 2023  Epub 10-Mar-2023

https://doi.org/10.32870/mycp.v12i34.788 

Análisis

Las minorías étnicas y el nacionalismo de Estado en China

Ethnic Minorities and State Nationalism in China

1 Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Circuito Mario de la Cueva s/n, Ciudad Universitaria, Delegación Coyoacán, Ciudad de México, México, C. P. 04510. Correo electrónico: mariana.escalante@politicas.unam.mx.


Resumen

En este artículo se analiza el papel de las minorías étnicas en el discurso nacionalista chino. Se entiende al nacionalismo como un instrumento fundamental para la construcción identitaria, integridad territorial y estabilidad del Estado. El argumento central asume que: 1) el problema de las minorías es resultado de la tradición histórica, de la propia definición sobre la nación o etnia (minzu 民族) y de la existencia misma de China como civilización, y 2) el nacionalismo chino promueve la inserción de las minorías nacionales (shaoshu minzu 少数民族) con base en el principio de “unidad en la diversidad” (duoyuan yiti 多元一体). A través de un análisis histórico-cualitativo, se aborda a las minorías étnicas en el confucianismo, la dinastía Qing, la era republicana y el comunismo hasta la actualidad. Se recurre a discursos oficiales y a un análisis cuantitativo sobre el orgullo nacional de los principales grupos étnicos y las religiones practicadas por éstos.

Palabras clave: nacionalismo chino; minorías étnicas; minorías nacionales; integración étnica; Estado multiétnico

Abstract

This paper analyses the role of ethnic minorities in Chinese nationalist discourse. Nationalism is understood as a fundamental instrument for identity construction, territorial integrity and state stability. The central argument assumes that: 1) the problem of minorities is the result of a long historical tradition, the country’s own definition of nation or ethnicity (minzu 民族) and the very existence of China as a civilization, and 2) Chinese nationalism promotes the insertion of national minorities (shaoshu minzu 少数民族) based on the principle of “unity in diversity” (duoyuan yiti 多元一体). Through a qualitative-historical analysis, ethnic minorities are addressed in Confucianism, the Qing dynasty, the Republican era and Communism to the present day. This is done through some examples of recent official discourse and a quantitative analysis of the degree of national pride of the main ethnic groups and the religions practiced by them.

Keywords: Chinese nationalism; ethnic minorities; national minorities; ethnic integration; multi-ethnic state

中华民族作为一个自觉的民族实体, 是近百年来中国和西方列强对抗中出现的, 但作为一个自在的民族实体则是几千年的历史过程所形成的。

La nación china como entidad nacional consciente de sí misma ha surgido en los últimos cien años por su enfrentamiento con las potencias occidentales, pero como entidad nacional autónoma ha sido moldeada por el curso de miles de años de historia. Fei Xiaotong (1999)

La Constitución de la República Popular China (RPCh) establece la equidad étnica y la unidad nacional como punto de partida en la aproximación a la cuestión de las minorías. Para un país donde el nacionalismo promovido por el Estado es una importante estrategia de legitimidad y gobernanza, un Estado multiétnico, armonioso y unificado ha representado un reto significativo para la estabilidad china.

El presente artículo no se ocupa en nombrar las políticas gubernamentales hacia las minorías étnicas ni las tensiones en años recientes en Tíbet, Xinjiang o Mongolia Interior. Aquí se analiza de qué manera las minorías étnicas están presentes en el discurso nacionalista chino promovido desde el Estado. Se establecen los contenidos que sirven a las élites en el poder, en este caso al Partido Comunista Chino (PCCh), para legitimar esas políticas y al mismo tiempo lograr el objetivo más importante para el Estado: la supervivencia.

En este artículo se expone en un primer apartado cómo se entiende el nacionalismo chino y cómo se ha buscado la inserción de las etnias en su discurso. Se realiza asimismo un breve recorrido histórico sobre los momentos en los que las minorías étnicas aparecen como parte de un discurso nacional de integración y unidad, hasta la época actual. En la última sección se presenta un análisis cuantitativo con base en la Encuesta Mundial de Valores sobre el orgullo nacional en las Provincias o Regiones Autónomas en donde radican estas minorías, así como entre grupos religiosos, para esbozar, de alguna forma, la conexión entre el discurso y el grado de orgullo nacional en un Estado multinacional. Finalmente, se esbozan reflexiones sobre el Estado multiétnico y el nacionalismo chino.

El nacionalismo chino como factor de unidad

El nacionalismo chino reciente, es en sí mismo un fenómeno que se transforma y se ubica en cualquier espacio en donde sus miembros se reconocen como chinos por su cultura e identidad comunes; este autorreconocimiento les permite adoptar una actitud en defensa de la patria a través de distintos medios (Escalante, 2019, p. 34). Es una identidad colectiva imaginada; como diría Benedict Anderson, quienes la conforman “nunca conocerán a la mayoría de sus miembros, pero en la mente de cada uno de ellos vive la imagen de su vínculo” (1983, pp. 6-7).

El nacionalismo chino es un instrumento de cohesión, identidad y legitimación. El Partido lo ha utilizado como una herramienta para reforzar el apoyo de la sociedad hacia su Gobierno; ha revivido en el imaginario social la idea del enemigo externo (hoy, Estados Unidos y su guerra comercial, medios extranjeros difundiendo información negativa o los países involucrados en las disputas en el Mar del Sur y/o el este de China, por ejemplo), y ha aprovechado el desarrollo económico para fortalecer el orgullo nacional. Dentro de este discurso se han incluido a las minorías étnicas, pues la nación está integrada por todos los chinos.

Desde el mismo concepto, minorías étnicas, puede advertirse su complejidad. China es un Estado multiétnico, pero una etnia, la han, compone el 91.59% de la población (Zhonghua Renmin Gongheguo Zhongyang Renmin Zhengfu, 2013). El resto son 55, reconocidas oficialmente como minorías étnicas o minorías nacionales (shaoshu minzu 少数民族).2 Poco más del 8% de la población que conforman estas 55 minorías nacionales no deberían significar un desafío para el Estado chino, pues la mayoría se encuentran bien integradas o asimiladas. Sin embargo, tan sólo algunas etnias como los uyghur, tibetanos, hui, mongoles o kazakos, que por su especificidad lingüística y religiosa, amplios territorios, recursos naturales y ubicación periférica o fronteriza, son los que han representado un enorme reto para la anhelada armonía nacional china (Tang & He, 2010, p. 1).

Puede decirse que un Estado multiétnico requiere de al menos tres condiciones para la estabilidad y suficiente integración nacional: 1) reconocer la equidad; 2) valorar la diversidad y, al mismo tiempo, 3) promover la unidad nacional. Se impulsa la inclusión de manera cautelosa para no caer en una asimilación cultural que implique la pérdida de particularidades como la lengua, costumbres y religión. A su vez, se promueve el estudio de la lengua predominante (mandarín o Hanyu 汉语 -la lengua han-) para su acceso a mejores condiciones laborales y socioeconómicas, de modo que puedan formar parte más activa en los procesos de modernización. Estas medidas, tanto en sus resultados como en su aplicación han buscado la preservación de las lenguas autóctonas y costumbres, manteniendo los paisajes urbanos con letreros bilingües que incluyen además del mandarín, al mongol, uyghur o tibetano. Sin embargo, su manejo suele ser sensible y en ocasiones interpretado como asimilación negativa, que busca la desaparición étnica. Frente a esto, el discurso oficial es cauteloso y ha buscado el mensaje de unidad para evitar cualquier atisbo de desintegración, como se observará más adelante.

Desde su origen como civilización, la unidad nacional y territorial ha sido un reto constante para la China moderna. Con sus respectivas especificidades, puede encontrarse que la integridad del territorio chino, aun desde tiempos dinásticos, se ha logrado por el reconocimiento a la diversidad. Aunque ello naturalmente no ha evitado que existan exaltaciones de lo propio, así como procesos de autodeterminación. Ante esto, el Estado chino ha tenido que implementar medidas sofisticadas y particulares como la creación de Regiones Autónomas desde mediados del siglo XX y su legislación en 1984 (Zhonghua Renmin Gongheguo, 1984).

Además de las medidas administrativas y políticas gubernamentales, en la China actual lo que más ha funcionado para la cohesión nacional han sido dos aspectos. El primero, el desarrollo económico y los logros comunes. El segundo, un discurso nacionalista planeado y cuidadoso en torno a la unidad y equidad de todas las etnias que componen la nación China.

La legitimidad del Partido y la estabilidad del Estado dependen en gran medida de una situación económica favorable así como de una distribución lo más equitativa posible de la riqueza nacional. Lo primordial es garantizar sustento, como dice la frase “sheji yonggu, jiangshan changcun (社稷永固,江山长存)”, es decir, mientras el Estado (o el alimento) sea eterno, los ríos y las montañas vivirán para siempre. Sheji, eran los dioses de la tierra y el grano; con el tiempo, no por casualidad, se utilizó para referirse al Estado. Mientras exista un Estado estable (en sus funciones como proveedor, garante de lo más básico -como el alimento-), los ríos y montañas serían eternos. Aquí el Estado funge como el principal proveedor y el compromiso es precisamente el de asegurar sustento.

Garantizado lo más básico, el siguiente factor de estabilidad es el sentido de pertenencia y la identidad nacional. Éstos, entendidos como factor de cohesión y armonía -componentes fundamentales del discurso nacionalista-, son en realidad la necesidad de crear símbolos e identidades comunes. El nacionalismo es el uso que las élites en el poder hacen de la imagen de la nación para preservar el Estado (Vizcaíno, 2004, p. 37). En este sentido, el presente artículo se refiere a cómo el Estado chino, desde el Partido, crea la imagen de la nación, y cómo este discurso aborda las minorías nacionales. Es decir, de qué manera se les incluye como parte de esta identidad, de modo que pueda mantenerse la integridad y legitimidad del Estado.

El nacionalismo chino es pues entendido no con base en las teorías predominantes (Gellner, 1983; Kedourie, 1960; Kohn, 1939) que se enfocan en tres condiciones: Estado-nación, industrialización y capitalismo, sino en los aspectos que quedan fuera. Para entender la construcción del nacionalismo chino, son fundamentales aspectos como la etnicidad, la identificación cultural y la importancia de la palabra misma de nación. El sentido de minzu 民族 se asemeja al latín nasci, nacer, al parentesco o linaje (Hu, 2011, p. 3); también al latín natio, que se refiere al nacimiento, nación, pueblo o raza. Puede observarse una cercanía al concepto de Estado (guojia 国家) que en chino, traducido literalmente es el reino en donde está el hogar, la familia.

La etnia es entonces la unidad primaria para la conformación del discurso de construcción nacional chino. La composición multicultural china se originó desde sus primeros registros como unidad política, y su complejidad tiene tanta antigüedad como la China misma.

El origen del Estado multiétnico

Si bien no es objeto de este texto profundizar en la construcción del nacionalismo en China, es preciso notar que la historia de su civilización está compuesta de trayectorias continuas. Esta continuidad a veces se muestra como una civilización unitaria, grandiosa y coherente, mientras que en ocasiones se manifiesta en un territorio con periodos de división, asimilación, expansión o decadencia. Dentro de este complejo proceder histórico se inscribe la cuestión étnica en el proceso de conformación del Imperio chino: un legado para la construcción del Estado chino moderno desde principios del siglo XX.

Apartándonos del nacionalismo de Estado moderno europeo, incluso antes de la época dinástica, se puede identificar al nacionalismo en China desde la perspectiva étnica. No era preciso un territorio definido, sino la unificación en torno a una etnia, en concordancia con las explicaciones de Anthony Smith (2009) sobre el fenómeno; el énfasis se pone en el aspecto étnico como fundamental en la conformación nacional.

Desde los primeros vestigios de la historia china, existía ya una noción profunda de la raza (minzu 民族),3 tribus y clanes, que después fueron extendiéndose en amplios territorios para la construcción de una civilización más desarrollada (Hu, 2011, pp. 3-4). Esta identificación con el clan se fue transformando en una noción de superioridad -más que étnica-, cultural. La idea de supremacía se ve reflejada en el mismo nombre de China: Zhongguo (中国), Reino o Reinos del Centro, que desde el año 1000 a. n. e., durante la dinastía Zhou Occidental, comenzaba a utilizarse. Por más de tres mil años puede decirse que existió un territorio organizado, con un sistema económico establecido y un sentido de identidad, al menos dos mil años antes de que pudiera hablarse del Estado-nación europeo. Estos grupos iniciales se fueron configurando en lo que hoy son los han, la etnia predominante en la China actual.

El factor cultural se volvió el elemento más importante de cohesión, al menos discursivamente. Este componente se evoca igualmente en el presente para la unidad nacional. Si bien en la China antigua el aspecto racial fue el primer factor de vínculo, los elementos culturales como lengua, costumbres, tradiciones y ritos fueron incorporados en los años posteriores. Un ejemplo de esta transición es el confucianismo. Confucio (551-479 a. n. e.) asumía que incluso los “bárbaros”4 -pueblos incivilizados que no seguían rituales, el camino, la virtud, benevolencia o sabiduría- podrían volverse ”civilizados” si se asimilaban culturalmente. En las Analectas, uno de los textos más representativos del confucianismo, se expresa claramente la visión de las minorías y la importancia de su inclusión pacífica:

Políticamente estable, el gobierno nunca debe estar bajo la amenaza del colapso. En lugar de utilizar las armas, el gobierno sólo necesita cultivar benevolencia, los ritos y la música para atraer a las minorías en áreas remotas. Ya que son atraídas, el gobierno debe asegurarse de que éstas vivan pacíficamente. (Confucio, s/f, 16, p. 1)

Esta analecta de alrededor del siglo vi a. n. e. demuestra que la multietnicidad del Estado era un problema común para los gobernantes chinos de la antigüedad. La noción de asimilación, y la aceptación de la conformación de grupos étnicos dentro de la nación, es tan milenaria como la misma historia de la civilización china. Frente a la grandeza del territorio y una historia de gran complejidad multicultural, se vuelve inevitable la referencia hacia las experiencias pasadas. Por ello, el uso de elementos culturales, así como el atractivo del progreso económico han sido factores importantes en el discurso nacionalista de inclusión a las minorías.

Los Qing (1644-1912), la última dinastía china, no eran han, sino manchúes, y en su búsqueda por la inclusión y la estabilidad no sólo practicaban valores confucianos, sino también el budismo tibetano, un sistema burocrático han y al mismo tiempo adoptaron los idiomas de los cinco pueblos mayoritarios -manchú, mongol, musulmán, tibetano y han- como lenguas oficiales (Tang & He, 2010, pp. 3-4). Esto, en cierta medida, explica el éxito de una política multicultural promovida por esta dinastía.

Su caída y la creación de la República a principios del siglo XX, es el punto de inicio del Estado-nación moderno en China. Este proceso de transformación de Imperio a Estado-nación puede ser interpretado como una transición tardía que Hobsbawm (1992) afirmaba se dio en Europa desde el siglo XIX. Aunque las ideas de soberanía, identidad y sentido de pertenencia comenzaron a tomar mayor relevancia a partir de 1912, no puede decirse que China se adentró en esta transformación a la manera en que dictaba la historia. Sin embargo, tampoco puede afirmarse que los problemas actuales relacionados con las etnias sean un proceso fallido en su adaptación de Imperio a Estado-Nación.

La transición china hacia un Estado-nación estuvo en realidad basada en una cesión de soberanía acordada. No fue la guerra, la fragmentación o el derrocamiento violento del último emperador Qing lo que condujo a este cambio, sino la necesidad de poner fin a la inestabilidad, corrupción, pobreza y hambruna en que estaba sumida China.

Esta cesión de soberanía se logra a través del edicto imperial de abdicación Qing del 12 de febrero de 1912 (Zhonghua Renmin Gongheguo Guojia Danganju, 2021). Como condición para la transición a un gobierno republicano, se estableció un compromiso importante: el de mantener las “Cinco Razas en común armonía (wu zu gonghe 五族共和)”,5 o bien mantener una “República de las Cinco Razas”.6 En el edicto de abdicación se establece precisamente una condición de unidad étnica y territorial:

Yuan Shikai organizará un gobierno republicano provisional con todos los poderes y consultará con el ejército del pueblo sobre el método de unificación. En el futuro, el pueblo podrá vivir en paz, el mar estará tranquilo y los cinco grupos étnicos: manchú, han, mongol, hui y tibetano, mantendrán sus territorios unidos para formar una gran República de China. (Zhonghua Renmin Gongheguo Guojia Danganju, 2021)

Las cinco etnias, representadas en los colores de la primera bandera de la República de China,7 fueron un símbolo de unidad nacional. La última frase de la cita tiene un emblemático componente de unidad en una época en la que China se encontraba inmersa en el caos y una profunda división entre grupos militares y étnicos. China era un gran territorio y ante la inminente caída Qing, algunos grupos, como los mongoles, comenzaron a planear su independencia. Sin embargo, la redacción y legalidad de este edicto imperial de abdicación impidió que en ese momento hubiera separatismos y sólo Mongolia Exterior (hoy Mongolia) lograra finalmente su independencia. De este modo, la abdicación no pudo ser un pretexto para el desmembramiento del resto de las regiones. La fundación de la República estableció como condición la integridad territorial y la unidad como uno de los intereses nacionales más altos.

En esa época -inicios del siglo XX- el principio de la armonía de las cinco razas demostró ser uno de los puntos en común de todas las facciones de poder existentes. Aun con intereses divergentes, los revolucionarios del sur, los poderes del norte, los militares, parte de la aristocracia mongola, la corte imperial y los constitucionalistas, coincidían en la importancia de la unión como lo establecía el edicto de abdicación (Wang, 2016, p. 16). Asimismo, se asumió que cualquier asunto que tuviera que ver con estos territorios serían asuntos internos de China (Huang, 2017, p. 73).

Sun Yat-sen, uno de los principales líderes de la China moderna, tenía claro que para sostener el principio de fundación de la República de las “Cinco Etnias”, era urgente el establecimiento de contenidos discursivos como el de la “Asociación de la Gran Unión de la Nación China” (Zhonghua minzu Datong Hui 中华民族大同会; Huang, 2017, p. 8), en donde se insistía en incluir a todas las etnias al hablar de la nacionalidad china. A partir de este momento comienza la construcción decisiva de una nación moderna que se reconoce multiétnica.

La perspectiva china de la nación multiétnica es entonces producto de una herencia administrativa y de un paradigma particular sobre cómo asumir la diversidad nacional. No es necesariamente producto de la modernidad. El Estado-nación chino mantuvo diseños y formas de administrar la cuestión étnica a través de la idea de la “autonomía regional para las minorías étnicas” (minzu quyu zizhi 民族区域自治); Wang, 2016, p. 15) que después evolucionaría en la figura de “Regiones Autónomas” (Zizhiqu 自治区) e incluso aunque de una naturaleza no necesariamente étnica, la de las “Regiones Administrativas Especiales” (Tebie xingzhengqu 特别行政区).

Las minorías nacionales en el comunismo

En sus inicios, el Partido Comunista de China, fundado en 1921, reconocía la existencia de una comunidad multiétnica integrada. A diferencia del Partido Nacionalista (Guomindang 国民党), no pretendía la instauración de una nación única lo más homogénea posible bajo el reconocimiento de la superioridad han. Este último era criticado en su política étnica por su discriminación hacia las demás nacionalidades. Zhou Enlai (1980) afirmó en 1943 que:

El punto de vista de Chiang Kai-shek sobre las nacionalidades es descaradamente chino-han. Nominalmente, se refiere a los mongoles, hui, tibetanos y miao como pueblos fronterizos sin reconocerlos como nacionalidades. También en la acción práctica hay discriminación y opresión étnicas. (1980, p. 147)

La cuestión identitaria en los primeros años de la China moderna se entendió a través de la perspectiva han, que buscaba la unidad, pero sin un reconocimiento activo de la diversidad, para mantener los territorios transferidos por los Qing (Rawski, 1996, p. 839). Los nacionalistas se encontraron con una crisis identitaria desde un inicio que no supieron resolver pragmáticamente como los comunistas. De ahí la crítica de Zhou Enlai y de los comunistas hacia el Guomindang. La negligencia sobre el aspecto étnico fue un importante error de los nacionalistas, pues dejaba de fomentar la integración del resto de las minorías.

Esta lección para los líderes chinos se ha mantenido vigente para el Partido Comunista en la actualidad: la representación del Estado multinacional o multiétnico continúa ejerciendo un papel central en el discurso nacionalista. En éste, no se busca una integración basada en la homogeneidad nacional, sino en el reconocimiento de su composición plural, es decir, de la unidad en la diversidad, como podrá observarse más adelante.

En el discurso comunista sobresale especialmente la construcción y uso del concepto de “nación china” durante el periodo nacionalista. El Partido Comunista estaba inserto en la Guerra Civil y en un discurso de luchas de clase, bajo la inevitable influencia de la Unión Soviética (Huang, 2017, p. 199), por lo que al hablar de las nacionalidades, se ponía principalmente énfasis en la idea de la unidad política.

El término de “nación china” fue consolidándose progresivamente. Primero, se utilizaba indistintamente Zhonghua minzu (中华民族) o Zhongguo minzu (中国民族), que en español se traducen de manera idéntica, pero en el primero la connotación histórica y cultural de la etnia china tiene mayor peso. Fue durante la invasión japonesa y la inevitable alianza de un frente unido de 1937 a 1941 contra los invasores cuando Zhonghua minzu (中华民族) cobró mayor relevancia (Huang, 2017, p. 200). Precisamente en 1937, en una carta al Guomindang demostraban la firme intención de que la única tarea de todos era la liberación y este gran objetivo permitía dejar atrás cualquier prejuicio: “por la completa liberación de la nación china, estamos dispuestos a sacrificar todas las hostilidades del pasado y correr juntos hacia el gran futuro” (Luo, 1985, p. 456). De ahí surgió la famosa frase de propaganda: “¡Viva la liberación de la nación china!” (Zhonghua minzu jiefang wansui 中华民族解放万岁!) utilizada durante la Revolución Cultural (Huang, 2017, p. 200) e inalterablemente se utiliza la versión Zhonghua minzu para referirse al concepto de nación.

La idea del enemigo común funcionó como elemento de unidad nacional y ha sido una de las estrategias discursivas más efectivas del Partido para fomentar el nacionalismo en China, incluyendo a las minorías étnicas. Al mismo tiempo, el uso de Zhonghua minzu para referirse a la nación china, refuerza la continuidad histórica y cultural sobre la identidad política, reavivando la idea de una gran unión más allá de las diferencias. De ahí el simbolismo del nombre oficial de la República Popular China (Zhonghua Renmin Gongheguo 中华人民共和国) fundada en 1949 que utiliza precisamente este término (Zhonghua) que engloba a todas las etnias cuando se refiere a la nación china.

Hacia la década de 1950 había al menos identificados oficialmente 39 grupos étnicos ubicados principalmente en la periferia china, con lo que se demostraba la necesidad de poner atención a la estabilidad y desarrollo de estas regiones (Zhou, 2020, pp. 277-278). Fue en esta época cuando comenzó a plantearse la conformación de las Regiones Autónomas.

Aunque hubo intención política, los complejos procesos de construcción estatal y las necesidades inmediatas de consolidación nacional impidieron que existiera una política fuerte para resolver la cuestión de las minorías. Sólo se mantuvo un discurso basado en enemigos comunes: los nacionalistas, los japoneses y las potencias occidentales. Esto hizo que la cuestión étnica pasara a un segundo plano y, como refieren Tang Wenfang y He Gaochao (2010), el énfasis comenzó a ponerse en la distinción de clases y no en la distinción étnica (p. 5).

Durante el maoísmo los discursos sobre la identidad nacional casi siempre llevaban implícitas las raíces comunes y de la diversidad étnica (Mao, 1976), aunque de manera contradictoria fueron precisamente los elementos culturales milenarios y valores los que fueron atacados de manera importante durante la Revolución Cultural. Si bien se afirma que los comunistas tuvieron una visión más inclusiva de las minorías nacionales, también puede decirse que igualmente en el maoísmo se sostenía la idea de que los han gobernaban legítimamente a China (Rawski, 1996, p. 839).

Las minorías étnicas en el discurso nacionalista actual

La fundación de la República Popular China marcó un punto de inflexión en el tratamiento de las minorías nacionales a través de su discurso nacionalista. Si bien continúan presentándose transformaciones en su abordaje, existe un elemento en común que se diferencia de etapas anteriores y que ha dado una relativa estabilidad al concepto de equidad. En el artículo cuarto de la Constitución de la RPCh (Zhonhua Renmin Gongheguo Xianfa, 2018) se establece que todas las nacionalidades son iguales:

El Estado salvaguarda los derechos e intereses legítimos de todas las minorías étnicas y mantiene y desarrolla relaciones de igualdad, unidad, asistencia mutua y armonía entre todos los grupos étnicos. Están prohibidas la discriminación y la opresión de cualquier grupo étnico, así como los actos que socaven la unidad étnica o alienten la división étnica.

Atendiendo a las características y necesidades de cada minoría nacional, el Estado ayuda al desarrollo económico y cultural de las zonas habitadas por minorías nacionales.

La autonomía regional se practica en zonas en las que las minorías nacionales viven en comunidades compactas. En estas zonas se establecen órganos de autogobierno para el ejercicio del derecho a la autonomía. Cada región étnica autónoma es parte inseparable de la República Popular China.

En las zonas habitadas por minorías étnicas en comunidades compactas, se ejerce la autonomía regional, crean órganos autónomos y ejercen el derecho a la autonomía. Cada región étnica autónoma es una parte inseparable de la República Popular China.

Todas las nacionalidades gozan de libertad para utilizar y desarrollar sus propias lenguas y escrituras, y para mantener o reformar sus propias costumbres y prácticas.

La garantía de equidad ha sido un reto para el Estado chino. Desde antes de la fundación de la República Popular, las zonas menos desarrolladas y más desiguales eran precisamente las habitadas por las minorías étnicas en donde, de acuerdo con el discurso oficial, había sistemas sociales esclavistas como en Tíbet (White Paper on National Minorities Policy and Its Practice in China, 2000, p. 128). El Partido se ha aprovechado de esta situación para afirmar que se hace un esfuerzo por incluir a todos hacia el progreso y rescatarlos de una situación de pobreza. El discurso nacionalista actual está basado en el desarrollo común y en la construcción de una China fuerte y próspera en el sentido de que los beneficios son para todos. Es decir, se reconoce a las minorías, pero en la construcción y fortalecimiento nacional intervienen todos.

Si bien desde la fundación de la RPCh hasta la era de Deng Xiaoping el discurso nacionalista tenía fuertes contenidos antiimperialistas y antiextranjeros, con el paso del tiempo se fue transformando en un nacionalismo más pragmático e inclusivo. En todo caso, la cohesión de las etnias se expresa implícitamente en el sentido del sufrimiento e historia compartida. La etnia, nación y sentido de identidad se relacionan al encontrar una asociación con quienes son similares a nosotros, tanto en infortunios como en expectativas.

A esta premisa le apuesta el discurso nacionalista chino de inclusividad. Más que minorías nacionales distintas, son en primer lugar chinos y ello está por encima de todo. Aquel reconocimiento de las cinco razas heredado por los Qing ha sido una cuestión que dentro de la complejidad de la construcción de la nación china, ha sido tanto un problema como una ventaja en la aproximación a la cuestión étnica.

Las políticas gubernamentales actuales hacia las minorías son complejas y extensas. Por ejemplo, en la Asamblea Popular Nacional -máximo órgano legislativo en China- las minorías nacionales poseen una representatividad proporcional igual o mayor que su población, se les otorgan prerrogativas en torno a los exámenes de ingreso a la educación superior, tratos preferenciales en el pago de impuestos, reducción en la severidad de las políticas de control de natalidad, entre otras.

El establecimiento de las Regiones Autónomas (Zizhiqu 自治区) a distintos niveles, pero especialmente a nivel provincial (Mongolia Interior, Ningxia, Xinjiang, Tíbet y Guangxi) desde los años cincuenta del siglo pasado, demuestra una estructura administrativa singular y es un componente importante de la gobernanza china.

En la década de 1990, y algún tiempo antes del desmembramiento de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), emerge el estudio de las naciones multinacionales de manera importante. La lección soviética reafirmó en China la necesidad de establecer un Estado central fuerte para evitar la desintegración y la crisis (Wang, 2016, p. 219). Asimismo, emerge con más auge la noción de unicidad como condición fundamental del Estado y esta narrativa comienza a ser más visible con el paso del tiempo. Los levantamientos, protestas y actos violentos que surgen en este contexto desde la década de 1980, principalmente en Tíbet y Xinjiang son descritos en el discurso más como actos aislados y con tintes terroristas, evitando la cuestión étnica para describir estos hechos y no manchar el discurso de unidad (Tang & He, 2010, pp. 9-10).

Una de las explicaciones más precisas sobre la cuestión étnica fue elaborada por el reconocido sociólogo y antropólogo chino Xiaotong Fe, quien en su obra El patrón de la diversidad en la unidad de la nación China (1999) menciona un concepto importante para definir sus explicaciones, el de duoyuan yiti (多元一体), que se traduce como en el título del libro -diversidad en la unidad- pero que puede entenderse como multiunitario o multiorgánico. Para Fei, la noción de minzu o nación abarca dos aspectos: uno, el “multi”, el de cada una de las 56 etnias; el otro, el unitario, que se refiere a la nación china (p. 3). No se contradicen, ni se oponen, son uno solo, componentes imprescindibles y unidos en su diversidad.

Jiang Zemin, quien fuera secretario del Partido Comunista de China y presidente de China en la década de 1990, adoptó la visión de Fei Xiaotong (quien antes de la publicación de su libro ya lo había expresado en otros espacios), destacando la relación primordial entre los grupos étnicos. En un discurso en 1990 en Xinjiang indicó que “los han no pueden estar separados de las minorías nacionales, las minorías nacionales no pueden estar separadas de los chinos han y las minorías nacionales no pueden estar separadas entre sí” (Jiang, s/f).

Esta idea de cohesión nacional está inmersa en el discurso en donde no sólo la historia de alto desarrollo y herencia cultural es común para todas las nacionalidades chinas. Para Hu Jintao (Xinhua, 2007), presidente de China de 2003 a 2013, la cultura en el discurso nacionalista fue una fuente importante de cohesión. El mensaje de armonía implicaba la inclusividad; el desarrollo e innovación englobaba a toda la nación, a todas las etnias. La inclusividad y equidad inclusive abarca un sentido de protección y atención especial a estos grupos. En su Informe en el 17º Congreso Nacional del Partido, Hu Jintao continuaba enfatizando este discurso: “debemos asegurar con firmeza el tema de la unidad y la lucha comunes entre todos los grupos étnicos y la prosperidad y el desarrollo conjunto, salvaguardar los derechos e intereses legítimos de las minorías étnicas” (Xinhua, 2007).

Esta tradición de la unidad en la diversidad continúa en el discurso nacionalista de Xi Jinping cuando habla del “Sueño Chino” (Zhongguo meng 中国梦), una meta en la que todos los ciudadanos chinos deben participar y construir en la unidad. Así, Xi señala:

Para hacer realidad el Sueño Chino, debemos cohesionar la fuerza de China, esto es, la gran fuerza unida de cada una de las etnias chinas. El Sueño Chino es el sueño de nuestra nación y también es el sueño de cada chino. (2014, p. 40)

El discurso actual sigue acentuando la unidad étnica en torno a la nación china a través del Sueño Chino, las reformas integrales, el desarrollo económico y la defensa nacional. Todos estos aspectos son de interés y en beneficio de todos. Sin embargo, por otro lado hay implícito también un discurso de ciudadanía diferenciada (Zhou, 2016, p. 116) en donde las minorías étnicas tienen prerrogativas como las mencionadas anteriormente en cuanto a representatividad política, acceso a la educación superior o beneficios fiscales. Esta “discriminación positiva” resulta un arma de doble filo, pues genera ventajas para estas poblaciones que casi siempre han sido periféricas o poco beneficiadas del desarrollo económico, pero al mismo tiempo acentúa las diferencias. Discrepancias tan visibles como las que existen entre el campo y la ciudad.

Dado que la satisfacción de necesidades económicas es un factor importante para la legitimidad del Partido Comunista, disminuir las disparidades entre la periferia y regiones centrales o costeras ha sido una de las mayores prioridades de la iniciativa más ambiciosa de política exterior de Xi: “Una franja, Una ruta” (Yidai Yilu 一带一路). Dirigida hacia el Oeste, Eurasia, busca generar una derrama económica en las zonas occidentales de China, como Xinjiang, así como incrementar la conectividad con Asia central, África y Europa. Específicamente con el caso de Xinjiang, se busca la estabilidad a través de una mejora en la calidad de vida de la población gracias a proyectos como éste.

El anuncio de la erradicación de la pobreza para casi cien millones de chinos en un periodo de ocho años (Xinhua, 2020), marcó un triunfo histórico y un estandarte de la búsqueda de estabilidad y beneficio compartido para toda la población. El objetivo plasmado en el Decimotercer Plan Quinquenal, fue el eje central de los esfuerzos del Estado. Si bien las minorías nacionales no fueron las únicas beneficiadas de esta estrategia gubernamental, el debate en torno a ellas sí fue uno de los objetivos principales, ya que la pobreza más severa se encuentra localizada en áreas montañosas y regiones de minorías étnicas (World Bank, 2009, pp. 52-54). Desde el discurso oficial, es en estas regiones en donde más se redujo la pobreza (Xinhua, 2020).

Las estrategias fueron diversas, pero se orientaron en la reubicación de viviendas para ofrecer acceso a servicios básicos, apoyo en la promoción cultural y turística, enseñanza del mandarín para la competitividad laboral, por mencionar algunos aspectos (Guowuyuan Xinwen Bangongshi, 2021). La forma en que estas estrategias se llevaron a cabo y la inclusividad con la que se trató a las minorías étnicas es difícil de medir o comprobar. Sin embargo, en el discurso oficial, que es lo que atañe a este artículo, el panorama es exitoso ya que, de 2016 a 2020, en las cinco Regiones Autónomas y provincias con gran población multiétnica como Yunnan, Guizhou y Qinghai disminuyó el número de pobres en 15.6 millones (Guowuyuan Xinwen Bangongshi, 2021). Lo importante en este discurso es igualmente hacer notar que el Partido Comunista, en el marco de su centenario, es el principal autor de esta hazaña y su discurso coincide en la importancia del socialismo con características chinas para la erradicación de la pobreza en estas zonas del país.

Estos esfuerzos están estrechamente vinculados con la idea del beneficio compartido. La preocupación del Partido por el bienestar de todos, es igualmente parte de un discurso de inclusión y la intención de encontrar objetivos y logros comunes.

Las minorías étnicas y el orgullo nacional

A fin de establecer conexiones entre el discurso del Estado en torno a la unidad y el orgullo nacional -entendido como expresión del nacionalismo-, se elaboró la Tabla 1 con base en la Séptima Ola 2017-2020 de la Encuesta Mundial de Valores. En ella se entrevistó a más de tres mil chinos con la pregunta “¿Hasta qué punto está usted orgulloso de ser chino?” (World Values Survey [WVS], s/f). Para el presente apartado se utilizaron estos resultados como una forma de medir cuantitativamente el orgullo nacional, tanto en provincias predominantemente han, como en zonas administrativas con mayor diversidad étnica.

Tabla 1 Orgullo nacional en regiones seleccionadas, China 2017-2020 

Beijing Chongqing Guangdong Shanghai Tianjin Guangxi Mongolia
Interior
Ningxia Qinghai Yunnan
Muy
orgulloso
32.7% 37.6% 30% 41.2% 53% 22.7% 55% 46.3% 31.8% 38.3%
Bastante
orgulloso
42.4% 55.6% 63.4% 45.1% 31.2% 77.3% 37.9% 52.6% 62.1% 45%
No tan
orgulloso
13.3% 3.4% 6.4% 12.9% 13.8% 0 4.6% 1.1% 6.2% 14%
Para nada
orgulloso
0 0 0 0 2 0 0 0 0 2.2%
No sé 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
Sin
respuesta
11.6% 3.4% 0.2% 0 0 0 2.6% 0 0 0.6%

Fuente: elaboración propia con datos de la Encuesta Mundial de Valores 2017-2020 (World Values Survey, s/f).

A manera de simplificación, se eligieron cinco ciudades de nivel provincial y provincias más representativas en cuanto a concentración de poder y urbanización (Beijing, Chongqing, Guangdong, Shanghai y Tianjin); y cinco provincias y regiones autónomas en donde se concentra la mayor población perteneciente a minorías étnicas (Guangxi, Mongolia Interior, Ningxia, Qinghai y Yunnan).8

Con base en esta primera tabla, puede observarse que en todas las regiones seleccionadas el orgullo nacional es alto, considerando los dos niveles superiores (Muy orgulloso y Bastante orgulloso). Llama la atención que en las regiones con mayor diversidad étnica el porcentaje de orgullo nacional es, incluso, ligeramente más alto en comparación con las áreas más desarrolladas. Con excepción de Yunnan, la respuesta “No tan orgulloso” es más significativa en las zonas más ricas que en las regiones más multiculturales.

Si bien la explicación es compleja y puede atribuirse evidentemente al nivel educativo, económico y al mayor contacto con el exterior, debe reconocerse que en este sentido hay un fuerte sentido de orgullo nacional en general y de manera específica en estas regiones. Dado que la población de la muestra es limitada -como la de cualquier encuesta-, no puede concluirse que todos los grupos étnicos o toda la población tenga un orgullo nacional alto, pero tampoco debe caerse en las narrativas predominantes que sostienen que hay una fuerte represión del Estado chino9 y que los encuestados están sometidos bajo presión para contestar positivamente. Cualquier encuesta carece de infalibilidad, pero se asume que la Encuesta Mundial de Valores conoce los contextos determinados y en su metodología procura que los resultados sean lo más apegados a la realidad.

Es preciso notar que en esta encuesta no existe información específica sobre Xinjiang o Tíbet. Si se estudia el nivel de orgullo nacional por grupo religioso (véase Tabla 2), puede percibirse que los musulmanes encuestados, quienes mayoritariamente se concentran en Xinjiang, respondieron en su totalidad en las categorías “Muy orgulloso” y “Bastante orgulloso”. Para exponer el caso del Tíbet, si bien no puede tomarse de manera representativa el budismo pues su práctica es más extendida a lo largo del país, puede observarse que aunque hubo un porcentaje que respondió de manera negativa al orgullo nacional (8%), más del 90% de los budistas encuestados respondieron favorablemente.

Tabla 2 Orgullo nacional por grupo religioso, China 2017-2020 

No pertenecen a
ninguna religión
Católicos Protestantes Ortodoxos Musulmanes Budistas Otras
Muy orgulloso 42.1% 49.5% 31.7% 24.6% 64.1% 40.7% 32.8%
Bastante orgulloso 49.7% 42.8% 55.2% 0 35.9% 50.5% 67.2%
No tan orgulloso 6.5% 7.7% 5.6% 75.4% 0 8% 0
Para nada orgulloso 0.7% 0 0 0 0 0.3% 0
No sé 0.1% 0 0 0 0 0 0
Sin respuesta 0.9% 0 7.6% 0 0 0.3% 0

Fuente: elaboración propia con datos de la Encuesta Mundial de Valores 2017-2020 (World Values Survey, s/f).

Sin embargo, es importante notar que al no haber un corte de datos de regiones autónomas como Xinjiang o Tíbet, resulta difícil elaborar conclusiones determinantes sobre el grado de orgullo nacional específico en estas regiones autónomas, pues no existen datos en la encuesta que aquí se toma como referencia. Lo que sí puede observarse es que el porcentaje de orgullo nacional, analizado de manera general en la base de datos de la encuesta WVS, ha ido incrementando con el paso del tiempo. Tomando como fuente la misma encuesta podemos advertir que en la primera ola de 1989 a 1993, el 80% de la población muestra se sentía orgullosa de ser china, mientras que en la última edición de la encuesta de 2017 a 2020 el resultado es 91%. Esto puede explicarse no simplemente por un discurso nacionalista efectivo, sino por múltiples factores como el desarrollo económico, los esfuerzos por la erradicación de la pobreza y la asertividad en el escenario internacional, por mencionar algunos.

Con los datos aquí presentados no se pretende elaborar generalizaciones ni establecer conclusiones determinantes sobre el orgullo nacional de las minorías nacionales en China, pues cada tabla presentada invita a un análisis más profundo. Lo que se busca en este apartado es exponer que hay uniformidad en el sentido de pertenencia entre las distintas provincias y regiones autónomas y que, además, China es un país con alto grado de orgullo nacional.

De este análisis pueden extraerse al menos cuatro reflexiones: 1) en cualquier sociedad del mundo, el discurso nacionalista hegemónico, es decir, aquél promovido por el Estado, se alimenta de la diversidad e incluso de la disidencia, por lo que este tipo de encuestas sirven a las élites en el poder para dar continuidad al discurso, o incluso replantear un redireccionamiento del mismo; 2) en las narrativas internacionales y críticas del régimen chino arriba citadas, con frecuencia sostienen que los chinos en general, y específicamente las minorías, viven en un estado de opresión, sin embargo los resultados de la encuesta no van en línea con estas asunciones, pues existe cuantitativamente un alto índice de orgullo nacional; 3) los resultados de la encuesta aquí presentada no necesariamente representan legitimidad del Gobierno, pero sí un sentido de pertenencia que se refleja en el orgullo hacia la nación en torno a una unidad: el ser chinos; 4) el sentido de pertenencia y orgullo nacional, esenciales para la estabilidad y la gobernabilidad, sin duda se encuentran interconectados con el discurso nacionalista oficial, ya sea porque se contradicen, o porque se alimentan entre sí.

Si bien no puede hablarse de una relación causal entre el discurso nacionalista de unidad en la diversidad y el alto grado de orgullo nacional, es posible decir que más allá de las diferencias, existe unidad nacional en torno a un elemento superior: el ser chinos. Al mismo tiempo, puede asumirse que el nacionalismo a través del discurso, la educación, el desarrollo económico, la promoción cultural, los eslóganes en las calles y la cotidianeidad, está relacionado con un sentido de unidad y orgullo nacional.

Reflexiones sobre la multietnicidad china y el nacionalismo

Una vez que la nación recibe un nombre, se le asigna un lenguaje y un territorio, un mapa para que un pueblo viva y se multiplique. El mapa es la historia compartida, los vínculos entre pasado y presente, tradición y modernidad, pero también la promesa de un mejor futuro.

El nacionalismo chino alimenta esta narrativa y la conexión entre dos objetivos que parecieran estar separados: la equidad y el reconocimiento a la diversidad. El discurso y sus contenidos se enfocan en las formas en que pueda preservarse la unidad, pues de ella depende la existencia del Estado. La continuidad y permanencia de China como entidad política se debe, entre otros factores, a su habilidad de adaptación, asimilación y aproximación a la cuestión étnica.

Como pudo observarse, la multietnicidad china tiene tanto tiempo como su propia existencia como civilización. Aunque de manera sucinta, en este artículo se intentó demostrarlo a través de los conceptos de nación (minzu 民族) y la presencia de la cuestión étnica en el discurso político de la China moderna.

Como menciona Fei Xiaotong (1999) al inicio de su obra, la construcción del imaginario chino como entidad nacional autónoma ha sido fruto de un proceso de miles de años de historia que cobró relevancia por su enfrentamiento con Occidente (p. 1). El nacionalismo se volvió más complejo frente a las tendencias globales emergentes del reconocimiento a la multiculturalidad, dado que en general el punto de partida del nacionalismo es la homogeneidad. Evidentemente el reconocimiento a las minorías nacionales en China ha cuestionado este supuesto del nacionalismo; sin embargo, al mismo tiempo ha puesto en evidencia su capacidad de adaptación. El discurso de Estado del Partido está evidentemente marcado por el reconocimiento de la unidad, pero basado en la idea de unión de todas las etnias en su diversidad, como lo planteó en su tiempo Fei Xiaotong.

El mismo proceso de asimilación cultural encuentra sus raíces en el confucianismo, que consideraba que cualquier pueblo, aunque fuera menos desarrollado, podría volverse más civilizado. Aunque hoy en día una afirmación así sería criticable, puede decirse que esta forma de aproximarse a la cuestión étnica permitió demostrar la flexibilidad y capacidad de adaptación de las élites chinas en el poder desde la época dinástica hasta el día de hoy.

La creación de la República Popular China fue un hecho coyuntural para la aproximación a la cuestión de las minorías nacionales, pero su discusión e importancia son producto de una herencia milenaria multicultural. El proceso de determinación sobre cuáles son las mejores medidas para asumir la unidad en la diversidad sigue en proceso y se ha estudiado con mayor auge -en la década de los años ochenta del siglo pasado- frente a la inminente caída de la Unión Soviética y los estudios sobre la globalización y el multiculturalismo. En China la idea del “gran rejuvenecimiento de la nación” de los años noventa y el “Sueño chino” de Xi Jinping son precisamente propuestas para el fomento de la unidad y el fortalecimiento del proceso identitario.

En la China actual, el fortalecimiento del discurso nacionalista sigue siendo, sin duda, una de las tareas más importantes para entretejer la diversidad cultural en sus contenidos. Ante esto, son precisos más estudios sobre el papel de las minorías nacionales en la construcción del discurso nacionalista para evitar lo que más teme un Estado multiétnico: el desmembramiento de la nación.

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1 . En chino, la palabra minzu 民族 puede traducirse como raza, nación o etnia, por lo que en este artículo y al hablar de estos grupos, se utilizan indistintamente las categorías ”minoría nacional” o ”minoría étnica”.

2. Como se mencionó anteriormente, en chino, la palabra minzu (民族), se traduce como raza, grupo étnico o nación y el concepto de nacionalismo minzuzhuyi (民族主义), es la doctrina de la raza, de la etnia o de la nación.

3. La palabra 'bárbaro' en chino (manzu 蛮族), se refiere a las tribus poco desarrolladas y primitivas, consideradas inferiores, por sus diferencias culturales con respecto a los chinos.

4. Durante la Dinastía Qing (1644-1912) se asumió que los cinco grupos étnicos que componían al Imperio chino eran los han, manchúes, hui, mongoles y tibetanos.

5. No sobra decir que en chino, la palabra República (Gonghe 共和), significa en su traducción literal mutua armonía o armonía compartida.

6. Esta primera bandera republicana tenía cinco franjas horizontales de colores rojo, amarillo, azul, blanco y negro que representaban sucesivamente a los han, manchúes, mongoles, hui y uyghur, y los tibetanos.

7. No existen datos de las Regiones Autónomas de Tíbet y Xinjiang, por lo que se hace un análisis complementario en la Tabla 2.

Recibido: 03 de Septiembre de 2021; Aprobado: 22 de Noviembre de 2021

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