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México y la cuenca del pacífico

versión On-line ISSN 2007-5308

Méx.cuenca pac vol.11 no.32 Guadalajara may./ago. 2022  Epub 13-Jun-2022

https://doi.org/10.32870/mycp.v11i32.771 

Análisis

Redes y activismo político norcoreano. El rol de las organizaciones sociales de ayuda humanitaria, asistencia a desertores y derechos humanos políticos en el proceso de unificación1

North Korean political activism and networks. The role of social organizations of humanitarian aid, defectors assistance and political human rights in the unification process

María del Pilar Álvarez2 
http://orcid.org/0000-0003-0620-8438

Celina Méndez3 
http://orcid.org/0000-0002-7930-2647

1 Universidad del Salvador (USAL). Directora de la Diplomatura en Estudios Coreanos. Investigadora del CONICET. Tucumán 1845, C1050AAK, CABA, Buenos Aires, Argentina. Además, es profesora de Historia de Asia en la Universidad Nacional de San Martín y profesora invitada en la Universidad T. Di Tella. Correo electrónico: mdelpilar.alvarez@ usal.edu.ar.

2 Universidad del Salvador (USAL). Miembro del proyecto de investigación VRID-1890 del Área de Investigaciones en Asia Contemporánea del Instituto de Investigaciones en Ciencias Sociales (IDICSO-Unidad asociada al CONICET). Tucumán 1845, C1050AAK, CABA, Buenos Aires, Argentina. Correo electrónico: celina.mendez@usal.edu.ar.


Resumen

En este artículo se analizan los repertorios de acción, vínculos, identidades colectivas y estrategias de presión de las organizaciones sociales de ayuda humanitaria, asistencia a desertores y derechos humanos políticos en Corea del Sur. La propuesta central que guía este trabajo sostiene que las redes de activismo político “norcoreano” tienen un alto nivel de incidencia en las relaciones intercoreanas y en los cambios normativos en torno a la unificación. Se observa que los derechos humanos como identidad colectiva de estas redes favorecen la cooperación entre las Coreas cuando el proceso identitario está enraizado en las dinámicas locales y políticas intercoreanas oficiales, mientras que tienden a desafiar la agenda nacional cuando los actores sociales tienen una mayor circulación en redes de derechos humanos internacionales. Esta investigación fundamenta su propuesta en un estudio cualitativo de casos integrados basado en material institucional, análisis de redes sociales y entrevistas a miembros de las ONG en Corea del Sur.

Palabras clave: redes trasnacionales; Corea del Norte; unificación; relaciones intercoreanas; derechos humanos

Abstract

This article analyzes the repertoires of action, links, collective identities, and pressure strategies displayed by South Korean social organizations for humanitarian aid, defectors assistance, and political human rights. This work states that the “North Korean” political activism networks have a high level of incidence in inter-Korean relations and normative changes surrounding unification. Furthermore, Human Rights as a collective identity of these networks favor cooperation between the Koreas when the identity process is rooted in local dynamics and official inter-Korean policies, while on the other hand, they tend to challenge the national agenda when social actors have greater interactions in international human rights networks. This research is based on a qualitative study of integrated cases constructed upon institutional materials, analysis of social networks and, interviews with members of South Korean NGOs.

Keywords: transnational networks; North Korea; unification; inter-Korean relations; human rights

Introducción

Desde la división de la Península Coreana en 1945 y la posterior conformación de la República Popular Democrática de Corea (Corea del Norte) y la República de Corea (Corea del Sur) en 1948, las relaciones intercoreanas han transitado distintos momentos de antagonismo, tensión, conciliación y cooperación. A lo largo de estas etapas, la unificación de las Coreas ha sido un aspecto central de las acciones colectivas surcoreanas. La sociedad civil ha tenido un rol activo en las relaciones intercoreanas mediante el establecimiento de demandas concretas, alianzas con otros actores sociales locales y trasnacionales, creando repertorios de contención y estrategias de presión enraizadas en las distintas coyunturas políticas e institucionales que atravesó el país. El activismo de base y los modos de vincularse con los gobiernos surcoreanos y el régimen de los Kim cambió cuando las hambrunas en Corea del Norte y el consecuente aumento de desertores en el Sur, dieron lugar a nuevas políticas de cooperación y diálogo Norte-Sur. A diferencia del activismo previo, a partir de 1995 ha crecido el número de organizaciones no gubernamentales (ONG) que trabajan en temas relacionados con Corea del Norte. Algunas de estas organizaciones cuentan con una larga trayectoria política en el país; otras fueron creadas por activistas y movimientos de la transición democrática; varias organizaciones responden a las nuevas problemáticas como la ayuda humanitaria, la asistencia a los refugiados norcoreanos y las denuncias a las violaciones a los derechos humanos en el Norte; y otras fueron fundadas por los propios refugiados. De este modo, no sólo se amplió el escenario de actores sociales involucrados en el proceso de unificación, sino también aumentó su nivel de incidencia en las políticas oficiales de los gobiernos y la internacionalización de algunas de sus demandas.

El poder de estos actores sociales no estatales en las políticas de unificación y cooperación Norte-Sur ha dado lugar a una serie de investigaciones, relativamente recientes, sobre el rol de las ONG en las relaciones intercoreanas. La sociedad civil en el proceso de unificación ha sido estudiada desde múltiples perspectivas teóricas, como las migraciones trasnacionales (Hough & Bell, 2020; Jung, et al., 2017; entre otros), el impacto del tercer sector en las políticas de desarrollo en el Norte (por ejemplo Dalton & Jung, 2009), el papel de mediadores entre Estado y sociedad (Kim & Moon, 2013; entre otros), y las redes y movimientos sociales trasnacionales (Chubb, 2014; Kim, 2006; Kim, 2010; Moon, 2014). Este fenómeno también dio origen a una creciente literatura sobre las coberturas mediáticas de los desertores (Song, 2017, 2018) y el activismo político de las ONG de denuncia a las violaciones a los derechos humanos (Yeo & Chubb, 2018; Moon, 2014).

Dentro de las contribuciones al estudio de las organizaciones sociales desde las teorías de redes trasnacionales (RT) de defensa y globalización normativa, se destaca por su alcance y relevancia al campo de los estudios coreanos en idioma inglés el trabajo de Chubb (2014) y la reciente compilación de Yeo y Chubb (2018). Recuperando el famoso libro Activistas sin fronteras de Keck y Sikkink (1998) y posteriores aportes conceptuales a las estrategias de presión y la socialización de las normas de derechos humanos desarrollados por Sikkink (2013) junto a otros colegas (véase Risse & Sikkink, 1999), Chubb (2014) analiza en perspectiva histórica las acciones en torno a las demandas de unificación expresadas por los movimientos de base surcoreano a lo largo de su historia; un tema minimizado en los estudios de acción colectiva de la transición democrática. Destaca que 1995 es el origen de un nuevo tipo de movimientos norcoreanos que irá tomando forma a lo largo del siglo XXI con la incorporación de nuevos reclamos y actores. Partiendo de esta idea de nuevos movimientos, Yeo y Chubb (2018) editaron un libro en el cual se presentan 11 textos académicos basados en sólidas investigaciones empíricas que profundizan las discusiones teóricas sobre las redes trasnacionales mediante la redefinición de modelos de socialización normativa, las particularidades del enraizamiento de los discursos de derechos humanos, la incorporación del activismo de los desertores a la red, la legitimación de los reclamos mediante la inclusión de sus testimonios, y el enmarcamiento (framing) de las normas de derechos humanos en diferentes contextos (Estados Unidos, Japón, Gran Bretaña y Corea del Sur) y niveles (local, regional e internacional).

Si bien los escritos previamente mencionados analizan solamente las ONG de denuncia de derechos humanos políticos, hay otras investigaciones que toman en cuenta el rol de las organizaciones de ayuda humanitaria en los procesos de unificación -especialmente a partir de las hambrunas- (Suh, 2007; Moon, 2011; Kim & Moon, 2013). Entre los pocos intentos por integrar el análisis de las acciones de ambos tipos de organizaciones sociales, humanitarias y de derechos humanos políticos, cabe mencionar a Moon (2014), quien afirma que durante el periodo 1995-2012 ambos tipos de ONG se comportaron como emprendedores de los derechos humanos (en un sentido amplio) en el proceso de unificación. Estas organizaciones, en cierta medida incorporan en la agenda oficial nuevos marcos cognitivos. A pesar de los aportes de estos autores al rol de la sociedad civil en las relaciones intercoreanas, en ninguna de las publicaciones revisadas se observan análisis de las redes y acción colectiva norcoreana desde las categorías analíticas de los movimientos sociales.

A fin de complementar la bibliografía sobre el tema, avanzar en una mirada sociopolítica de las redes de acción colectiva locales y trasnacionales que inciden en el proceso de unificación, y aportar a las escasas investigaciones sobre problemáticas relacionadas con Corea del Norte desarrolladas en la academia hispanoparlante, en este artículo se discute el rol de las ONG humanitarias, de derechos humanos políticos y de asistencia a desertores en Corea del Sur en las relaciones intercoreanas en la actualidad. La hipótesis que guía este artículo sugiere que la cultura de los derechos humanos (sociales, culturales, económicos y políticos) opera tanto como dispositivo de resistencia y de adaptación a las políticas de cooperación con Corea del Norte, al mismo tiempo que constituye un signo de reconocimiento del activismo de base en los procesos de unificación. Los derechos humanos como identidad político-ideológica favorecen la cooperación entre las Coreas cuando el proceso identitario está enraizado en las dinámicas locales y políticas intercoreanas oficiales, mientras que tienden a desafiar la agenda nacional cuando la circulación de los actores en redes trasnacionales densifica y alinea las acciones de las ONG al establishment internacional, para quienes los derechos humanos políticos son innegociables.

Esta investigación fundamenta su propuesta en un estudio de casos integrados con triangulación de fuentes. De acuerdo con los datos disponibles en documentos oficiales y publicaciones previas sobre el tema, elaboramos una base de datos integrada por 62 organizaciones que fueron categorizadas según sus objetivos y acciones en: red de ayuda humanitaria, red de asistencia a refugiados y red de derechos humanos políticos. El corpus de análisis está conformado por material institucional, documentos oficiales del Ministerio de Unificación de Corea del Sur, entrevista abierta a funcionarios del Ministerio, análisis de las redes sociales de las ONG seleccionadas, observación participante y entrevistas abiertas a miembros y directivos de 11 organizaciones sociales efectuadas durante el trabajo de campo realizado en Seúl en 2016 y 2017. Primero, se describirá el marco teórico conceptual en el cual se enmarca la investigación. Luego, presentaremos los resultados de la investigación: demandas, repertorios, vínculos, marcos de referencia e identidades, estrategias de presión y niveles de incidencia en las relaciones intercoreanas. Finalmente, en las conclusiones reflexionamos acerca del activismo de base y las RT en el proceso de unificación actual.

El poder de la sociedad civil: redes locales y trasnacionales

Los debates académicos en torno a los movimientos sociales (MS) globales y RT en las relaciones internacionales cobraron protagonismo a partir de los años noventa en el marco de una aparente universalización de valores y marcos de referencia (feminismo, derechos humanos, ambientalismo, etc.) producidos por la nueva ola de globalización. Es así como, desde el constructivismo social, Keck y Sikkink (1998) escribieron uno de los trabajos que más impactaron en los estudios sobre la dimensión trasnacional de los MS. Recuperando los aportes conceptuales de los teóricos de la movilización de recursos, los procesos políticos y el encuadre (framing), estas autoras ahondaron en la capacidad de incidencia y transformación normativa del activismo trasnacional. Sikkink en sus investigaciones posteriores (Keck & Sikkink, 1999; Rise & Sikkink, 1999; Sikkink 2013, entre otras) continuó profundizando en la habilidad de las RT de defensa para movilizar recursos disponibles, el desarrollo de estrategias de presión en función del contexto institucional en el cual la acción tiene lugar (modelo bumerang y espiral), la profesionalización del activismo, su proliferación, el papel del agravio y la implementación de campañas como expresión racional del reclamo vigente. El eje central de estas investigaciones ha sido el papel que desempeñan las RT de defensa en cómo los Estados socializan normas de derechos humanos y consolidan patrones de respeto a los derechos humanos.

Sus aportes al campo de estudios sobre el poder de los actores no estatales en política internacional dieron lugar a gran cantidad de estudios que analizan las RT de defensa y la propagación de los derechos humanos. Si bien esta perspectiva domina las investigaciones en política internacional -especialmente los estudios relacionados con el activismo norcoreano-, ha recibido críticas de reconocidos autores de los MS que, gracias al auge de Sikkink, empezaron a prestar más atención a la dinámica trasnacional de la acción colectiva. Tarrow (2005, 2011), al igual que otros autores, le cuestionan la falta de localización del transnacionalismo. Ni las normas ni las prácticas “flotan libremente” (Tarrow, 2005, p. 190); éstas dependen de aspectos domésticos de la estructura y de la cultura política nacional, como así también de otros mecanismos de transmisión y adaptación. Esta articulación entre lo local y lo trasnacional aparece en los estudios de las RT norcoreanas solamente en relación con los nodos de las redes, pero no en términos de la aprehensión selectiva de ideas y normas expresados en los repertorios de acción.

La mayor parte de los activistas que participan en acciones trasnacionales tienen la base en su propio país, aunque expresen sus reivindicaciones en términos globales. Aunque sean activos fuera de su país, la mayor parte de ellos continúan ligados a su lugar de origen, a las redes sociales que pueblan dicho espacio y a los recursos y oportunidades que éste les proporciona. (Tarrow, 2011, pp. 405-406)

Partiendo de la importancia de localizar el activismo trasnacional, en esta investigación se incorpora el concepto de repertorios de acción de Tilly para comprender el proceso de socialización normativa en los distintos niveles de acción y evitar transpolar lo trasnacional a lo local de manera isomórfica. Esta noción, a diferencia de estudiar las acciones visibles mediante la noción de campañas y estrategias de acción, permite analizar el conjunto de prácticas y rutinas aprendidas por los actores de la red a lo largo de su historia, desarrollo y evolución, al mismo tiempo que comprender las creaciones simbólicas y culturales de las demandas y protestas. Los repertorios abarcan un amplio espectro de actuaciones visibles como “la creación de coaliciones y asociaciones con fines específicos, reuniones públicas, procesiones solemnes, vigilias, mítines, manifestaciones, peticiones, declaraciones en los medios públicos y propaganda” (Tilly & Wood, 2009, p. 22). Éstos reflejan las experiencias organizativas y tradiciones ideológicas y culturales de la acción colectiva aprendidas a lo largo de su trayectoria.

Otra de las categorías que guían este trabajo es la de identidad colectiva (IC). Las investigaciones basadas en la perspectiva de las RT de Sikkink entienden a la IC en términos de marcos de referencia o cognitivos. En sus escritos incorpora solamente los aportes de los teóricos de la elaboración de marcos (Goffman, 1974; Snow & Benford, 1992) al estudio de la identidad en detrimento de discusiones conocidas en la época sobre el aspecto cultural de la acción colectiva surgidos, principalmente, en la academia europea (Touraine, Castells, Melucci, entre otros). della Porta (2005) de manera individual, así como en coautoría con Kriesi y Rucht (1999) se convirtió en una de las referentes más destacadas del campo de estudios del activismo global desde una perspectiva culturalista que reivindica la tradición europea de los nuevos movimientos sociales. Ella describe las motivaciones que llevan a individuos y organizaciones diversas a unirse para luchar por causas globales comunes, como así también el desafío cultural y simbólico que propugnan. Para la comprensión de este fenómeno, reelabora el concepto de identidad colectiva de Touraine como elemento clave para entender la movilización sin fronteras. Consideramos central para la presente investigación la noción de IC de della Porta que, al igual que Tarrow (2005), revaloriza la heterogeneidad de las identidades y los vínculos en las distintas dimensiones de la acción (micro, medio, macro).

Los activistas desarrollan identidades tolerantes, enmarcando las diferencias como una característica enriquecedora del movimiento y enfatizando el papel de la “subjetividad”. Los marcos emergentes no son sólo dispositivos cognitivos, gestionados instrumentalmente por las organizaciones del movimiento; las identidades tolerantes derivan de experiencias duraderas de movilización común -a través de un proceso de “contaminación en acción”. (della Porta, 2005, p. 178)4

Finalmente, consideramos relevantes los aportes empírico-conceptuales sobre la incidencia de las redes y su impacto en la socialización normativa. Tal como se observa en la Figura 1, sin tomar un modelo específico de estrategia de presión, recuperamos en nuestro análisis la importancia de las vinculaciones a diferentes niveles, la circulación en redes más amplias, el rol de los brokers en conectar actores de distintos lugares creando puentes locales, regionales y trasnacionales, y los modos en que se produce la difusión de las normas.

Fuente: elaboración propia.

Figura 1 Marco teórico-conceptual 

Sociedad civil y activismo norcoreano

El activismo político de base ha tratado de incidir en las relaciones intercoreanas desde el origen de la división del país. El alcance de sus acciones y tipos de demandas ha ido cambiando a lo largo de los años en función del contexto político y las políticas aplicadas por los distintos gobiernos. Por ejemplo, las organizaciones estudiantiles que participaron en la revolución de abril de 1960 anhelaban una Corea unida. Por eso organizaron la Liga Estudiantil por la Unificación Nacional con sede en la Universidad Nacional de Seúl, y la Liga Nacional Estudiantil por la Unificación que convocó, bajo el Gobierno transicional de Chang Myon (1960-1961), a una conferencia estudiantil Norte-Sur que fue bien recibida en Corea del Norte. Este activismo a favor del diálogo intercoreano encontró resistencia en distintos sectores conservadores, desde el Gobierno a organizaciones de veteranos de guerra, grupos religiosos, asociaciones de refugiados norcoreanos, entre otros (Chubb, 2014, pp. 50-52).

Ni la represión del Gobierno Rhee ni la opresión de las dictaduras que gobernaron el país posteriormente lograron desarticular a las organizaciones sociales preocupadas por alcanzar la unificación por medios pacíficos. El movimiento de resistencia contra el autoritarismo surcoreano denominado minjung no sólo se manifestó en contra del Acuerdo de 1972, sino también se expresó preocupado por la separación de familias, los prisioneros políticos, las detenciones arbitrarias, torturas y censuras anticomunistas. El minjung estableció una red más amplia que incluía a sectores progresistas de las iglesias cristianas, sectas budistas, intelectuales, trabajadores de cuello blanco y obreros (Lee, 2007, pp. 170-171). La radicalización de los movimientos por la democracia generó nuevas demandas sociales respecto a Corea del Norte, algunas tensiones entre las organizaciones que idealizaban el régimen del Norte y aquellas que defendían la democracia liberal, y la transnacionalización del conflicto. En esa época se establecieron lazos con organizaciones en Japón y de Estados Unidos, quienes defendían una política dialoguista, pero manteniendo la defensa de las normativas de derechos humanos (Chubb, 2014, pp. 80-90).

La democratización de Corea del Sur no provocó un cambio automático en la apertura ideológica en el Sur. Uno de los casos más emblemáticos de la opresión antinorcoreana en democracia fue el encarcelamiento de Lim Su-Kyung, miembro de la Liga Estudiantil Universitaria surcoreana que, a través de la Federación de Estudiantes Cristianos de Corea, ingresó (ilegalmente) a Corea del Norte para participar del Décimo-tercer Festival Mundial de la Juventud en Pyongyang. Como parte de su activismo por la paz, el 15 de agosto de 1989 regresó a Corea del Sur cruzando a pie la zona desmilitarizada. Al volver, fue detenida por violar la Ley de Seguridad Nacional, juzgada y condenada a 12 años de prisión.5 Asimismo, en los años noventa varias organizaciones de derechos humanos surcoreanas se movilizaron en diferentes oportunidades para exigir la liberación de los prisioneros políticos de larga duración.6 Por las presiones recibidas, en 1995 fueron liberados cuatro prisioneros; en 1998, Kim Dae-Jung declaró la amnistía a los mayores de 70 años; al año siguiente la amplió a 17 presos; y en el año 2000 se negoció la repatriación de 63 prisioneros de larga duración.

El activismo de base y los modos de vincularse con los gobiernos surcoreanos y el Norte se transformaron con las hambrunas sufridas por el régimen de los Kim y la consecuente llegada a mayor escala de desertores al Sur (véase Figura 2). Por un lado, los desertores aportaron un nuevo corpus de información sobre la vida, el control, la represión y los centros de reeducación que motivó la expansión de las organizaciones de derechos humanos políticos y la incorporación de norcoreanos en la vida política del Sur. En palabras de Yeo y Chubb:

La comunidad activista desertora de Corea del Norte sirve como un conducto para la oposición local, incluso si no desafía directamente al régimen desde dentro. Es a través de su trabajo con los desertores de Corea del Norte que los activistas trasnacionales lograron construir un caso convincente. (2018, p. 7)

Fuente: elaboración propia con base en datos del Ministry of Unification (2020).

Figura 2 Evolución del flujo de desertores norcoreanos que ingresaron a Corea del Sur: 1998-2020 

Por otro lado, surgieron nuevas problemáticas relacionadas con su inserción en la sociedad surcoreana y los límites del programa Hanawon7 que llevaron al aumento de organizaciones sociales destinadas a asistir a los norcoreanos luego de dejar el centro de refugiados. Asimismo, las hambrunas impulsaron el activismo de ONG de ayuda humanitaria que, a partir de febrero de 1999, comenzaron a trabajar de manera directa con el Norte mediadas por el Ministerio de Unificación.

El poder de estos actores no estatales en las relaciones Norte-Sur plantea los siguientes interrogantes de investigación: ¿quiénes conforman las redes de ONG y cómo inciden en los procesos de unificación? ¿A quiénes interpelan y desafían simbólica y políticamente? ¿Qué tipos de vínculos mantienen con ambos Estados? ¿Cómo internacionalizan su activismo? ¿Cómo ha impactado el proceso de socialización de las normas de derechos humanos en los reclamos e identidad de la red?

Redes, repertorios e incidencias

El origen y expansión de cada una de las tres redes de activismo norcoreano elaboradas para esta investigación se articulan a los cambios en la estructura política de oportunidad (EPO), como así también a las políticas de cooptación y colaboración con la sociedad civil impulsadas por el Ministerio de Unificación. Denominamos Red H a aquélla conformada por actores sociales que realizan actividades de asistencia humanitaria y de ayuda para el desarrollo en Corea del Norte; la Red R está compuesta por organizaciones sociales de ayuda a los refugiados o desertores8 norcoreanos que viven en Corea del Sur; y en la Red DDHH confluyen ONG de denuncia a las violaciones a los derechos humanos en el Norte y rescate de norcoreanos en China. Esta tipología9 abarca a la mayoría de las organizaciones relevadas, aunque no son totalmente excluyentes (véase Figura 3).

Fuente: elaboración propia en función de las organizaciones relevadas, actualizado hasta noviembre 2020.

Figura 3 Cantidad de organizaciones por red 

Tal como se observa en la Figura 4, entre 1995 y 1999 se produce un crecimiento exponencial de las organizaciones de ayuda humanitaria en el marco de las hambrunas y la nueva política de cooperación Sur-Norte. Las ONG humanitarias, Red H, conforman un amplio espectro de organizaciones laicas y religiosas. Algunas pocas, como The Salvation Army Korea10 (1908), Dairy Goat Project (1957) y Green Umbrella Child Fund Korea (1948) cuentan con una larga y reconocida trayectoria en el desarrollo de programas asistenciales en Corea del Sur. Otras son herederas del activismo político de la transición democrática. Entre éstas se destaca la Korean Sharing Movement (1996), que surgió como una coalición de grupos cristianos, budistas y organizaciones de la sociedad civil que habían estado involucrados en trabajos comunitarios y políticos en las décadas de los setenta y ochenta. A su vez, la Red H es la que cuenta con mayor cantidad de actores sociales en Corea del Sur, siendo una red de defensa bastante local, a pesar de que colaboran ONG y fundaciones internacionales que desarrollan acciones humanitarias en otras partes del mundo, como Amnistía Internacional.

Fuente: elaboración propia en función de las organizaciones relevadas, actualizado hasta noviembre 2020.

Figura 4 Año de fundación de las ONG que conforman las redes 

Al igual que en la Red H, la Red R posee varias organizaciones religiosas, especialmente cristianas y budistas (Figura 5). Algunas de estas organizaciones llevaban décadas desarrollando programas sociales en el país cuando se unieron a la causa de los refugiados, como Caritas Korea fundada en 1975 y World Vision Korea establecida por un misionero bautista en 1950. Entre las surgidas en el marco de la crisis humanitaria norcoreana, se destaca el grupo budista Good Friends (1996) por su visibilidad en la difusión de información11 y la internacionalización de la red.

Fuente: elaboración propia en función de las organizaciones relevadas, actualizado hasta noviembre 2020.

Figura 5 Presencia de organizaciones religiosas en las redes 

La presencia religiosa también se observa, aunque en menor medida, en la Red DDHH; por ejemplo, Helping Hands Korea (1996) y Durihana (1999) del famoso activista cristiano Chun Ki-Won. Esta red es la única que posee ONG fundadas o lideradas por desertores con una carrera política reconocida en Corea del Sur: North Korea Strategy Center (2007) a cargo de Kang Chol-Hwan,12 NK Watch (2003) moderada por Kim Heung-Kwang, y NK Radio (2003) fundada por el desertor Kim Seong-Min, Fighters for a Free North Korea (2013) dirigida por Park Sang-Hak y la reconocida People for Successful Korean Reunification (2006) del ex soldado norcoreano Kim Yung-Il. Además, cuenta con grupos formados por activistas de los derechos humanos como Network for North Korean Democracy and Human Rights (1999, NKnet) y Citizens’ Alliance for North Korean Human Rights13 (1996), creada por el fundador de la sede en Corea de Amnistía Internacional, Hyun Yoon.

Los repertorios de acción de cada una de las redes son variados, pacíficos y coherentemente articulados con sus objetivos. Keck y Sikkink (1998) destacan que las campañas son una de las acciones visibles más comunes de las redes de defensa. En este caso, se observa que las campañas son centrales, especialmente aquéllas de índole educativa (concientización) y de recaudación de fondos. Las campañas que denuncian al régimen norcoreano son una estrategia de presión recurrentes de la Red DDHH y suelen incluir repertorios originales, creativos y performativos para expresar la opresión y la violencia en el Norte. Esta red, a su vez, es la única que lleva a cabo con cierta regularidad manifestaciones callejeras. La capacidad de movilización ciudadana en esas protestas es relativamente baja; son los miembros de algunos actores de la red quienes tienden a marchar varias veces al año denunciando violaciones específicas a los derechos humanos de los norcoreanos o el desacuerdo hacia ciertas políticas oficiales de cooperación con el Norte. Si bien no son marchas masivas, estas protestas tienen un impacto significativo en los medios de comunicación locales e internacionales, dada la naturaleza controvertida de sus reclamos y por dirigirlos directamente a Corea del Norte. Entre las más emblemáticas se encuentran las marchas contra la repatriación de desertores norcoreanos en China producidas entre enero y marzo de 2012 frente a la Embajada de China en Seúl, en las cuales participaron refugiados-activistas, organizaciones cristianas,14 actores, entre otras personalidades. La ola de protestas15 se expandió a la diáspora coreana donde la Red DDHH cuenta con grupos de apoyo.16 Esta capacidad de internacionalización de los reclamos es una de las formas de visibilización y presión característica de esta red. Los gobiernos surcoreanos no suelen reprimir las expresiones colectivas, aunque en junio 2020 el Ministerio de Unificación denunció a los activistas que enviaron globos de propaganda al Norte a través de la frontera, por afectar la seguridad de la península. Además, la Red DDHH tiene como accionar común la realización y publicación de investigaciones de las violaciones a derechos humanos en Corea del Norte, actividades de capacitación en derechos humanos. De igual modo, algunas tratan de hacer llegar información a Corea del Norte, ya sea en forma de memorias USB (como NKIS, NKNet, y North Korea Strategy Center) o con transmisiones de radio (como o hace Unification Media Group).

Las tensiones con los distintos gobiernos son menores en el caso de la Red R, dado que el trabajo con los refugiados no se ve sustantivamente afectado por los cambios político-partidarios ni por las crisis nucleares regionales. Si bien no forman parte de su tradición movimentista las acciones callejeras, frente a problemáticas puntuales de los refugiados han realizado protestas.17 Algunas ONG se centran en las primeras etapas de inserción de refugiados, otras en asistencia en alimentos y productos para el hogar, a veces combinan actividades más personalizadas de tutoría y asesoramiento laboral. Otra de las áreas que han desarrollado, especialmente en los últimos años, es la de educación mediante el otorgamiento de becas, clases de inglés, cursos, etc. A tal fin, se relacionan con diferentes actores de la sociedad civil para obtener fondos, principalmente agencias gubernamentales, fundaciones laicas o religiosas, y grupos específicos como UniKorea Foundation. El trabajo cotidiano con los refugiados ha generado algunas innovaciones recientes en sus repertorios. Al comienzo, las acciones de difusión se centraban en dar a conocer sus actividades y promover la integración de los norcoreanos. En los últimos años se observa la difusión de testimonios de refugiados relatando las condiciones de vida en el Norte; entre las más activas en denunciar se encuentra Teach North Korean Refugees Global Education Center.

Por otro lado, la Red H está concentrada principalmente en otorgar ayuda directa sobre el territorio norcoreano, lo que incluye el envío de alimentos, y ayuda medicinal en forma de insumos como realiza Korean Sharing Movement, o incluso la creación de hospitales por parte de Okedongmu Children in Korea y Medical Aid for Children. Otro conjunto de organizaciones de la Red H se basa en proporcionar una ayuda más estructural, como con la creación de fábricas de leche de soya en Pyongyang, Wousan y Jankyori, o programas de desarrollo agrícola y ganadero, u organizaciones como Forest for Peace, que promueven la paz a través de la reforestación de los bosques dañados en Corea del Norte.

La militancia online es una práctica que cruza transversalmente las tres redes. No obstante, la Red DDHH posee una estrategia de internacionalización en redes sociales (YouTube, Twitter, Facebook) más sistemática (Figura 6). Suelen subir videos subtitulados y, a diferencia de las otras redes, postean comentarios y noticias en inglés para abarcar un público más amplio.

Fuente: elaboración propia en función de las organizaciones relevadas, actualizado hasta noviembre 2020.

Figura 6 Idioma de páginas y redes sociales de organizaciones por red 

Asimismo, se observa no sólo la necesidad de propagar sus reclamos a nivel internacional sino también de fusionarlos. Es decir, alinear denuncias específicas a acciones de denuncia por violaciones a los derechos humanos propugnadas por actores de la comunidad internacional, como las Naciones Unidas. De la entrevista realizada a los desertores Kang Choi-Hwan y Park Il-Hwan de NK Strategy Center, se destacan que los vínculos desarrollados, especialmente por Kang, con políticos (conservadores) en Estados Unidos le han permitido crear formas de poder trasnacional. A su vez, han sido invitados numerosas veces a disertar sobre la cuestión norcoreana en universidades estadounidenses, tales como Johns Hopkins University y George Washington University en 2017. Según Song (2018), existe una tendencia creciente a la transnacionalización rápida de los reclamos de los desertores gracias a redes preestablecidas de apoyo en las cuales activistas de los derechos humanos estadounidenses ocupan un rol importante en la creación de puentes. El apoyo no es desinteresado, sino que ha permitido impulsar cambios normativos como el US-North Korea Human Rights Act en 2004 y el un Commission of Inquiry (COI) on Human Rights in the Democratic People’s Republic of Korea en 2013 y 2014. Así, se percibe fuertemente la vocación de internacionalización que presenta la Red DDHH, donde casi la totalidad de las organizaciones que pertenecen a esa red tienen vínculos tanto formales como informales con redes transnacionales. Algunas están registradas en el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC), o mantienen reuniones y participan en conferencias de las Naciones Unidas, como por ejemplo NK Watch, o Citizens Alliance for Noth Korean Human Rights (NKHR). Asimismo, varias de ellas reciben financiamiento de entidades estadounidenses, como la National Endowment for Democracy (NED), la Network for North Korean Democracy and Human Rights, la NKDB, Unification Media Group y Citizens’ Alliance for North Korean Human Rights (NKHR). También destacan vínculos con otros países occidentales como Canadá, Inglaterra, Australia, donde se realizan actividades principalmente con universidades o embajadas. La circulación en redes de derechos humanos internacionales no es exclusiva de la Red DDHH, también ocurre con la Red R y la Red H. En ambos casos ha permitido incorporar nuevas normas e ideas a los marcos de referencia local sin generar, como la Red DDHH, presiones directas hacia Corea del Norte. Los cambios en torno a la aprehensión de los derechos humanos serán analizados en la próxima sección.

Los repertorios y estrategias de presión están estrechamente relacionados con los vínculos establecidos oficialmente con el Estado surcoreano y norcoreano, como así también a las redes de defensa internacional en las cuales circulan. Las relaciones con los gobiernos surcoreanos reflejan la tensión en la política de unificación que existe entre el Partido Democrático y el Partido Conservador mencionada en la sección anterior. Actores relevantes de la Red DDHH tienen lazos directos o indirectos con el Partido Gran Nación/Saenuri18 y el periódico conservador Choson Ilbo,19 mientras que activistas de la Red H tienden a mantener relaciones más cercanas con el Partido Democrático,20 dado que éste es el impulsor del trabajo directo de las organizaciones sociales humanitarias con el Norte y, además, es quien más apoyo les ha brindado, tal como se refleja en la Figura 7. En 2016, cuando se frenó la ayuda humanitaria, varias organizaciones de la Red H emitieron informes denunciando la equívoca medida del Gobierno en las cuales se vislumbra una noción de unificación cercana a la Política del Sol, aunque no la mencionan directamente:

La ayuda humanitaria beneficia a los norcoreanos, pero depende del compromiso de los surcoreanos con reunificación pacífica y la solidaridad con los norcoreanos. La disminución en la ayuda humanitaria y las actividades para los norcoreanos indican, por tanto, algo más grave que la contracción inmediata en la cooperación entre las dos Coreas. Implica debilitar el sentido de comunidad y la disipación del sentimiento de compañerismo en la sociedad surcoreana. El declive de la ayuda humanitaria hacia Corea del Norte debería alarmarnos, ya que podría socavar el apoyo y la voluntad de los coreanos por la reunificación nacional en el largo plazo. (Korean Sharing Movement, 2016)21

Fuente: elaboración propia con base en datos publicados por el Ministry of Unification (2021), actualizado hasta enero 2021.

Figura 7 Ayuda humanitaria de las ONG surcoreanas, 1995-2018 

Esta tensión en la política de unificación entre los dos principales partidos políticos del país no se traduce necesariamente en alianzas y apoyos concretos de las ONG a la Casa Azul (casa de gobierno de Corea del Sur). A veces la afinidad puede ser más utilitaria y estratégica, dado que el Estado posee varios programas anuales a nivel nacional y provincial para actividades relacionadas con las acciones de las redes. Hay organizaciones pequeñas cuya capacidad de movilizar recursos depende de estos programas, generando expectativas disímiles en función de partido de gobierno:

Nosotros recibimos ayuda del Gobierno para realizar campañas en universidades en Estados Unidos. A este Gobierno [Moon Jae-In] no le gustan nuestras actividades de denuncia a los derechos humanos, por eso estamos buscando otras fundaciones y organizaciones que puedan financiarnos. (Mun, 2017)

Cabe destacar que los repertorios de las redes tienen en común el desafío simbólico y cultural de continuar discutiendo la unificación. Sus acciones interpelan a distintos actores sociales (activistas de los derechos humanos, estudiantes, jóvenes, políticos, partidos políticos, organismos internacionales, organizaciones de coreanos en la diáspora, grupos religiosos, organismos gubernamentales surcoreanos, ONG internacionales, los gobiernos de Estados Unidos y de la República Popular China, etc.) desde múltiples y disímiles modos de pensar y proyectar el proceso de unificación. Una Corea unida, lejos de ser una utopía, es el móvil de la acción que cruza transversalmente el activismo de base.

Identidades y derechos humanos

Para comprender por qué los miembros de estas redes se involucran en la causa norcoreana hay que deconstruir la noción de identidad desde la perspectiva de los movimientos sociales. La identidad colectiva es, parafraseando a Melucci (1989, p. 34), la raison d´etre de los actores sociales que conforman las redes. Esta identidad no refiere solamente a la elaboración de marcos mediante los cuales los actores identifican los agravios, establecen lo justo e injusto, vinculan sus demandas a marcos cognitivos más amplios para transmitir un mensaje más claro y uniforme (Keck & Sikkink, 1998). La identidad se conforma a través de un proceso dinámico de múltiples acciones y negociaciones, y del establecimiento de relaciones formales e informales que cruzan transversalmente los distintos niveles de acción. Es en esos espacios donde circulan ideas, valores, símbolos, normas que le dan forma a las demandas, las estrategias de acción y la percepción de un “nosotros” compartido por parte de los actores de las redes (véase Figura 1).

Todas las redes han contribuido a la diseminación y aprehensión de las normas de derechos humanos en la sociedad surcoreana y en las relaciones intercoreanas. Esta normativa ha tenido diferentes interpretaciones y usos estratégicos a lo largo de las décadas. Moon (2014 pp. 71-73), argumenta que las campañas organizadas entre 1996 y 1998 por Citizens’ Alliance for North Korea Human Rights se enmarcaron en la narrativa de la asistencia humanitaria, mientras que a comienzos del siglo XXI, actores relevantes, como Good Friends, lograron cambiar el eje de la discusión alineando la ayuda humanitaria al derecho a la comida. En la actualidad, la mayoría de las ONG humanitarias son parte del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas y participan de acciones y eventos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por sus siglas en inglés), el Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta perspectiva internacional de la ayuda humanitaria no es el único elemento que determina sus acciones. La Red H está conformada por varias organizaciones religiosas que se adhieren a las normativas internacionales, pero que se definen a sí mismas como evangelizadoras humanitarias. En las publicaciones de las organizaciones cristianas se observa que los programas de asistencia se asocian a la necesidad de llevar la justicia de Dios al Norte. La presencia religiosa es también clave en la Red R cuyas organizaciones más grandes cuentan con una reconocida trayectoria internacional y redes propias trasnacionales que contribuyen a fortalecer su misión y visibilizar sus acciones. Sin embargo, esta red está dominada por una organización creada en 2010 por el Ministerio de Unificación: Korea Hana Foundation, que, en cierta medida, define las líneas generales de trabajo con los desertores.

Interesantemente, hay activistas que creen que la asistencia humanitaria debe brindarse desde abajo. Los actores que optan por este tipo de vinculación ilegal con el Norte, suelen formar parte de la Red DDHH y, a diferencia de las organizaciones de la Red H, propugnan ocupar espacios de acción y poder en aquellas áreas en las cuales los gobiernos surcoreanos no pueden y no quieren ejercer.

No me hacía feliz dar ayuda a través de la Cruz Roja porque, para mí, era asistencia entre los gobiernos; y yo no quería. Entonces, exploré otras posibilidades. Empecé a ir a China, a la zona de la frontera para ver si encontraba una forma más local de enviar asistencia. (Peters, 2017)

Estas acciones están coherentemente articuladas a la autopercepción de miembros de estas organizaciones que consideran central su rol como emancipadores de los norcoreanos que viven en el Norte. Ya sea desde una perspectiva cristiana de la salvación o de los derechos humanos, varios actores de la Red DDHH suelen tener un rol activo en el envío (ilegal) de información y productos al Norte a través de la frontera con China (Figura 8). La controversia entre derechos humanos políticos y derechos humanos sociales, económicos y culturales, se diluye en este tipo de acciones y compromiso militante.

Fuente: foto de autor, diciembre de 2017.

Figura 8 Paquetitos con semillas para enviar a Corea del Norte preparados por Helping Hands Korea 

Las motivaciones de los directivos y voluntarios de los actores de las redes son tan diversas como sus organizaciones. Esta heterogeneidad enriquece el accionar de la sociedad civil en las relaciones intercoreanas, al mismo tiempo que genera identidades colectivas tolerantes. En las entrevistas realizadas y la participación en actividades de las organizaciones se observó que la identidad de los actores principales de las redes refleja varias dimensiones y elementos. Así como los grupos religiosos revalorizan su rol evangelizador y comunitario, los directivos de las ONG fundadas o lideradas por desertores ponen en cuestión la necesidad de reconocimiento: reconocer el sufrimiento de las víctimas del régimen norcoreano. Las experiencias traumáticas sufridas por las hambrunas, el trayecto de la deserción (generalmente de China a Corea del Sur), la separación de sus familias, la violencia política y social vivida, entre otras problemáticas que definen su compromiso militante. Reconocer sus historias conlleva a una aceptación de la unificación por absorción que favorece su circulación y generación de redes de acción más amplias (y menos negociadoras con el Norte) en Estados Unidos, Gran Bretaña y Japón.

Los testimonios en primera persona también impactaron en la creación y/o participación de extranjeros de ascendencia coreana y de extranjeros que, junto a coreanos, impulsaron organizaciones con sede en Corea del Sur. Asimismo, transformaron la perspectiva política de activistas de izquierda de la transición democrática como Han Ki-Hong y sus colegas que, si bien habían defendido el régimen de los Kim en los ochenta, en 1999 fundaron NKnet para denunciar las violaciones a los derechos humanos de Corea del Norte:

Si bien nos enorgullecemos [NKnet] del logro de esa lucha por establecer instituciones democráticas en Corea del Sur, hemos comentado públicamente nuestro lamento por nuestra visión equivocada durante la década de 1980 de que Corea del Norte representaba el mejor sistema económico y político. […] Mis antiguos compañeros [Han Ki-Hong] me llaman traicionar [...] Pero no puedo negar que el capitalismo venció al socialismo. (como se citó en Chubb, 2014, pp. 1969-1970)

NKnet integra la International Coalition to Stop Crimes Against Humanity in North Korea (ICNK), trabaja con National Endowment for Democracy (NED) y colabora con los medios Daily NK y Radio Free Chosun. La difusión de las declaraciones de los desertores no siempre provocó cambios políticos tan radicales como los de NKnet. Por ejemplo, en una entrevista realizada a miembros de PSPD (People’s Solidarity for Participatory Democracy) en octubre de 2016, cuentan que al comienzo no tenían programas específicos sobre Corea del Norte pero, como defensores de los derechos humanos, ahora han incluido proyectos para la paz en la península.

Las biografías de los miembros de las ONG abarcan trayectorias tan amplias como las de sus directivos. Un fenómeno reciente es la incorporación de extranjeros en las ONG, especialmente en las de derechos humanos. Para los extranjeros de ascendencia coreana, la necesidad de participar refleja características propias del activismo diaspórico: “Muchos de mis amigos sur-coreanos no están interesados en este tema. En cambio, mis amigos coreano-estadounidenses están entusiasmados en saber más sobre Corea del Norte. Es interesante lo que pasa con la nacionalidad […]” (Kim, 2017). “Muchos jóvenes en Corea del Sur dicen que Corea debe unificarse. Pero, cuando uno empieza realmente a indagar sobre el tema, te das cuenta que no les interesa” (Park, 2017).

Generalmente, entre los jóvenes que colaboran se observa un grado muy bajo de politización y hasta cierto prejuicio hacia la política local. En reiteradas oportunidades, especialmente en la Red DDHH, los activistas jóvenes declaran que el problema es la “politización de las relaciones intercoreanas”. Desde una cultura onegeista, ellos no se perciben como militantes, sino como tecnócratas. La negación contradictoria de la política en las relaciones intercoreanas se sustenta en el caso de la Red H y R en el carácter social de sus funciones, mientras que en la Red DDHH se justifica en la universalización de los valores de derechos humanos.

¿Unificación?, desde abajo

El análisis sobre el origen, trayectorias, repertorios de acción, identidades e incidencia en las relaciones intercoreanas de las redes H, R y DDHH, demuestra que la cultura de los derechos humanos (sociales, culturales, económicos y políticos) opera, en el caso de la red DDHH como un dispositivo de resistencia a las políticas oficiales, especialmente a las aplicadas por el Partido Democrático, mientras que en el caso de la red H y la red R esas normas e ideas -que han ido cambiando a lo largo de los años- se alinean más a las políticas oficiales. Esto no quita que haya momentos de tensión entre estas dos redes y el Gobierno surcoreano, pero podemos afirmar que los vínculos entre ambos tienden a estar dominados por la conciliación de intereses. La estrategia de presión de las redes H y R es adaptarse y negociar con los gobiernos. Esto se debe a las características de sus organizaciones, objetivos y repertorios que están, a diferencia de la Red DDHH, profundamente enraizados en las políticas y dinámicas sociales locales. Estos modos de vinculación con los gobiernos surcoreanos, para las redes H y R se fortalecieron con la implementación de la Política del Sol, que buscó absorber sus demandas a través de programas de asistencia económica y de diálogo con el Norte.

Así como la hambruna de 1995 constituyó un punto de inflexión para la Red H, la llegada de desertores norcoreanos al Sur será determinante para la conformación y visibilización de las redes R y DDHH. Los desertores impactaron profundamente en las identidades colectivas de las organizaciones de estas redes y en la puesta en agenda de nuevas demandas y cuestionamientos a las políticas oficiales del Ministerio de Unificación. A diferencia de la red R, la red DDHH es quien más desafía al Gobierno nacional a través de la internacionalización de sus demandas y densificación de su red a nivel trasnacional. Si bien hay tensiones entre organizaciones de la Red DDHH y el Gobierno de Moon Jae-In, el hecho de que el presidente haya mantenido la sección dentro del Ministerio de Unificación dedicada a investigar sobre los derechos humanos en Corea del Norte (Center for North Korean Human Rights Records) creada en 2016, refleja el nivel de incidencia de las acciones de la Red DDHH y la necesidad del Estado de absorber las demandas de la sociedad civil.

Desde la perspectiva teórico-conceptual recuperada en esta investigación (Figura 1), este caso refleja la importancia de entender a las redes como procesos a través de los cuales los actores producen significados, comunicaciones, negociaciones y toman decisiones. Es decir, las redes de acción colectiva, lejos de ser uniformes y estáticas, son construcciones sociales dinámicas con identidades sociales heterogéneas. Las diferencias son negociadas al interior de las redes, generando procesos miméticos que legitiman la acción de la red y potencian su nivel de incidencia en las relaciones intercoreanas. Finalmente, el análisis de los vínculos e identidades colectivas permiten también comprender la relevancia, como sostienen della Porta y Tarrow (2005), de la localización del transnacionalismo. Es en el ámbito nacional donde las organizaciones se reinventan permanentemente, emplazando normas e ideas propugnadas por los discursos de los derechos humanos a nivel internacional a la trayectoria política de acción colectiva local de los actores involucrados en estas redes.

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1 Esta investigación ha sido financiada por el Seed Program for Korean Studies del Ministerio de Educación de Corea del Sur y el Korean Studies Promotion Service de la Academy of Korean Studies (AKS2019-2230003).

4Traducción personal.

5Pasó tres años en prisión y en 1999 recibió la amnistía y perdón por parte del presidente Kim Dae-Jung.

6Es el nombre que se utilizó para aquellos prisioneros políticos que nunca abandonaron su ideología juche. Algunos estuvieron más de 40 años encarcelados; por ejemplo, Ahn Hak-Seop (44 años preso) y Kim Sun-Myong (45 años preso). En coreano se los denominó 비전향장기수.

7Centro de Asentamiento para Refugiados de Corea del Norte, abierto en 1999.

8En coreano se utilizan dos palabras para referir a los norcoreanos que por motivos políticos, sociales y, principalmente, económicos abandonaron su país para instalarse en Corea del Sur. Estas palabras son 탈북자 (talbukja) que significa literalmente “personas que huyeron del Norte” y 새터민 (saeteomin) que se traduce como “personas de la nueva tierra”. En 2005, el Ministerio de Unificación anunció que utilizaba oficialmente el término saeteomin, dado que talbukja es un vocablo despreciado por el régimen de los Kim.

9Algunas categorías de análisis publicadas en esta investigación han sido recuperadas en el artículo de Álvarez (2021) con el objeto de historiar el rol de la sociedad civil en las relaciones intercoreanas.

10Dejaremos los nombres de las organizaciones en inglés en aquellos casos que cuenten con una traducción oficial del coreano al inglés. En ningún caso posee traducción oficial al español.

11Desde su creación ha recolectado información no sólo sobre los refugiados que fueron llegando a Corea del Sur, sino también entrevistó a los norcoreanos en la zona de la frontera entre China y Corea del Norte.

12Si bien desde su llegada al Sur en 1992 se involucró en el activismo por los derechos humanos en Corea del Norte. En el año 2000 publicó, junto a Pierre Rigoulot, su biografía en inglés, The Aquariums of Pyongyang, adquiriendo un mayor protagonismo internacional.

13Como mencionamos antes, algunos actores de una red están involucrados en actividades propias de otra red. En el caso de nkhr, tuvo un papel destacado entre 1996 y 1998 en acciones de ayuda humanitaria y, con la llegada de los norcoreanos al Sur, se convirtió en una organización reconocida internacionalmente por las denuncias de los abusos a los derechos humanos en el Norte (Moon, 2014, p. 72).

14Uno de los impulsores fue el misionero Robert Park, detenido en Corea del Norte el 25 de diciembre de 2009 y liberado en febrero de 2010.

15Esta ola refiere a un ciclo de protesta, en términos de Tarrow: “a una fase de intensificación de los conflictos y confrontaciones en el sistema social, que incluye una rápida difusión de la acción colectiva de los sectores más movilizados a los menos movilizados” (2011, p. 342).

16El 24 de febrero de 2012 la comunidad coreana-estadounidense de Chicago organizó una protesta frente al Consulado General de la República Popular.

17Por ejemplo, las protestas realizadas en Seúl cuando la desertora Han Sung-OK murió de hambre en Corea del Sur.

18Cabe recordar que el conocido desertor Thae Yong-Ho asumió en mayo 2020 como legislador por el partido conservador People Power Party (surgido recientemente de la unión de los principales partidos conservadores) —una de las principales fuerzas políticas del país.

19Este influyente periódico es uno de los principales patrocinadores de UniKorea Foundation, que financia diversos proyectos de denuncia de las violaciones a los derechos humanos en el Norte y de asistencia a desertores. Además, cuenta con redactores activistas como Kang Choi-Hwan (NK Strategy Center).

20Hay políticas públicas de mediano plazo que trascienden con éxito las diferencias político-partidarias. Por ejemplo, la administración de Moon Jae-In continuó con el proyecto para una mejor administración de la ayuda humanitaria al Norte elaborado en 2015. (Ministry of Unification, 2019, p. 233)

21Opinión de Kang Young Sik, traducción personal.

Recibido: 19 de Mayo de 2021; Aprobado: 28 de Junio de 2021

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