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México y la cuenca del pacífico

versão On-line ISSN 2007-5308

Méx.cuenca pac vol.8 no.23 Guadalajara Mai./Ago. 2019

https://doi.org/10.32870/mycp.v8i23.602 

Análisis

El conflicto en Xinjiang (2013-2018): Iniciativa ‘Franja y Ruta’ y crisis de derechos humanos

The Conflict in Xinjiang (2013-2018): The Belt and Road Initiative and the Human Rights Crisis

Juan Carlos Gachúz Maya1 
http://orcid.org/0000-0002-6770-0357

María Paula Aguilar2 
http://orcid.org/0000-0002-7213-5073

Dinorah Ivonne Mendoza3 
http://orcid.org/0000-0001-8415-715X

1 Universidad de las Américas Puebla. Ex Hacienda Sta. Catarina Mártir S/N. C.P. 72810, San Andrés Cholula, Puebla, México. Correo electrónico: juan.gachuz@udlap.mx

2 Universidad de las Américas Puebla. Ex Hacienda Sta. Catarina Mártir S/N. C.P. 72810, San Andrés Cholula, Puebla, México. Correo electrónico: maria.aguilarro@udlap.mx

3 Universidad de las Américas Puebla. Ex Hacienda Sta. Catarina Mártir S/N. C.P. 72810, San Andrés Cholula, Puebla, México. Correo electrónico: jdinorah.mendozamz@udlap.mx


Resumen

La región de Xinjiang es estratégica para la implementación de la “Iniciativa Franja y Ruta” por los recursos naturales con los que cuenta y por el nexo geográfico, político y económico con los países de Asia Central. En este artículo se argumenta que las políticas del gobierno chino para detonar el desarrollo económico en la región han traído de manera paralela mayor represión y exclusión de la comunidad uigur en un intento gubernamental de acelerar la asimilación cultural, política y económica de las minorías étnicas con la cultura han. Se presenta en la actualidad una crisis de derechos humanos en la región, misma que se caracteriza por un acentuado deterioro de libertades civiles y religiosas, vigilancia extrema, detenciones arbitrarias, multiplicación de campos de reeducación, restricciones a la libertad de expresión y asociación, etcétera.

Palabras clave: Xinjiang; Asia Central; China; derechos humanos; uigures

Abstract

The Xinjiang region is strategic for the implementation of the Belt and Road Initiative due to the natural resources it has and the geographic, political and economic nexus with the countries of Central Asia. This article argues that the policies of the Chinese Government to trigger economic development in the region have brought in parallel, greater repression and exclusion of the Uyghur community in a government attempt to accelerate the cultural, political and economic assimilation of ethnic minorities with the Han culture. There is currently a human rights crisis in the region, which is characterized by a marked deterioration of civil and religious liberties, extreme vigilance, arbitrary detentions, multiplication of reeducation camps, restrictions on freedom of expression and association, etc.

Keywords: Xinjiang; Central Asia; China; human rights; Uyghur

Introducción

Actualmente, el conflicto de Xinjiang representa uno de los principales desafíos para el gobierno chino. A pesar de las políticas de desarrollo económico que se han implementado en la región, las acciones violentas de grupos radicales uigures persisten y la tensión social no da indicios de revertirse entre las etnias uigur y han. El objetivo central de este artículo es estudiar las distintas variables estructurales que intervienen en el conflicto y analizar el impacto que ha traído la implementación de la Iniciativa Franja y Ruta en la región. Para ello es necesario tomar algunas de las principales contribuciones a la literatura sobre el tema en consideración, y enfatizar las distintas perspectivas que existen sobre la problemática del conflicto.

El análisis del conflicto en Xinjiang ha sido analizado en la literatura existente desde diferentes perspectivas. Con un enfoque interétnico-cultural, Smith Finley (2007) sugiere que la comunidad uigur encuentra en el Islam un mecanismo de identidad y autorrepresentación política. El autor argumenta que el comercio entre China y Asia Central ha generado sinergias que han terminado con el aislacionismo de la comunidad musulmana en Xinjiang, además de generar conexiones religiosas con otros países, las cuales refuerzan la identidad y un sentimiento de “separación” respecto de la cultura han.

Bewicke (2009) identifica a la lengua como parte central de la cultura uigur. Sin embargo, de acuerdo con el autor, la “Ley de la lengua y la escritura de uso común de la República Popular China” restringen la lengua uigur aun con propósitos artísticos. Ello genera un sentimiento de aislacionismo y descontento social generalizado. Dillon (2002) argumenta que la exclusión de la cultura y la lengua uigur en el sector educativo son elementos que contribuyen a un mayor distanciamiento socioeconómico entre diferentes grupos étnicos. Ma Rong (2009) expone que los uigures se enfrentan a barreras del lenguaje en la búsqueda de empleo y opciones educativas que requieren de manera estricta el conocimiento del mandarín. Las restricciones socioculturales son vistas como elementos centrales para el conflicto en Xinjiang. Para Bequelin (2018), la marginalización de la población uigur y de su lengua inicia desde la niñez; a pesar de que existe una educación “bilingüe”, el idioma uigur es relegado a segundo término.

Para Millward y Tursun (s/f) los ejes del conflicto son principalmente: “1) la integración política por parte de la administración china; 2) el desarrollo de la estructura partidaria dominada por la etnia han, y 3) la asimilación cultural mediante educación confuciana”. Para Ríos (2010) los uigures presentan un miedo latente por las repercusiones de la presencia han en su forma de vida. El autor considera, en ese sentido, que “las acciones represivas en la región transmiten socialmente que el objetivo último de la modernidad impulsada por las autoridades chinas no es otro que acorralar y acabar con su cultura”.

Desde otra perspectiva, existen análisis que consideran la violación recurrente de los derechos humanos de los uigures como detonantes en la acentuación de la violencia interétnica en la zona. Nicolás de Pedro (2008) analiza el escenario en Xinjiang en el cual existe un malestar creciente debido a las vulneraciones masivas de derechos humanos. De acuerdo con el autor: “El gobierno chino identifica en esta comunidad ‘las tres fuerzas del mal’: el separatismo, el extremismo y el terrorismo, por lo cual ha actuado con dureza”. Por su parte, Otto (2007) expone que existe una relación entre el fenómeno del terrorismo en China y la violación de derechos humanos, ya que

[…] las autoridades han establecido una concepción del terrorismo que permite justificar su actuar frente a múltiples actividades que sus ciudadanos realizan y se utiliza la idea de la guerra contra el terrorismo para reducir las críticas internacionales a sus políticas nacionales, específicamente en las acusaciones de abusos contra los derechos humanos (Otto, 2007, p. 20).

En ese mismo contexto, Páez (2015) considera que la lógica de entendimiento para el tema de derechos humanos en China es diferente a la perspectiva occidental y que

[…] existe preocupación internacional sobre la influencia y capacidades que tienen los organismos internacionales, las redes trasnacionales y las grandes organizaciones civiles (Amnistía Internacional, Human Rights Watch, entre otras) para influir en los cambios que se requieren en la política interna china (Páez, 2015, p. 137).

Desde una perspectiva basada en factores económicos como elementos centrales para explicar el conflicto, Brown (2015) expone que los esfuerzos para generar una esfera de influencia más estable con los países de Asia Central, por medio de comercio e inversiones, detonará un ambiente para manipular las tensiones étnicas de la región. El autor señala que a pesar de generar un mayor bienestar en la región, los residentes mantendrán su movilización en favor de su identidad étnica y su aversión a la migración han. Weiwen (2015) vincula lo anterior a la “paradoja de la abundancia” que establece que la abundancia en recursos naturales tiene un efecto negativo en los procesos de democratización. Para el caso específico de Xinjiang, el autor explica que

[…] la explotación de esos recursos ha detonado la migración de trabajadores de otras provincias, privando a la juventud uigur de oportunidades de trabajo ya que una gran mayoría no habla mandarín; esta desigualdad funciona como incentivo en los movimientos de resistencia y desafío al régimen, lo que genera un círculo vicioso de fortalecimiento al sistema autoritario (Weiwen, 2015, p. 121).

El presente artículo tiene como hipótesis principal que el conflicto en Xinjiang es un problema multifactorial y cíclico que se ha visto acentuado por la implementación de políticas de desarrollo económico que conllevan una asimilación forzada (cultural y económica) de la población uigur. El descontento a nivel social se traduce en la radicalización de algunas organizaciones que han llevado a cabo acciones violentas para protestar por las políticas de Beijing en la región. En este contexto, la implementación de políticas gubernamentales para combatir organizaciones extremistas ha traído como consecuencia una crisis actual de derechos humanos que implican una serie de medidas que van desde la detención arbitraria, restricciones a la práctica religiosa y la cultura, hasta la vigilancia generalizada y la multiplicación de los llamados centros de “reeducación política”.

Contexto histórico

La Región Autónoma Uigur de Xinjiang es una región en el occidente de China que colinda con ocho países: Mongolia, Rusia, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Afganistán, Pakistán e India. La región es una provincia estratégica para China, ya que es un valioso corredor comercial con abundantes recursos naturales, tales como petróleo, carbón, gas natural, uranio, entre otros minerales (Krishna, 2018). En Xinjiang habitan aproximadamente 20 millones de personas pertenecientes a 13 grupos étnicos, de los cuales el más grande es el de los uigures (Bhattacharji, 2012). Éstos representan la mayoría de la población con un 45%, seguido de los chinos han con 40%. La presencia de los uigures hace de Xinjiang la única provincia de China con una cantidad considerable de población turca y musulmana, los uigures son un grupo étnico que emigró de Turquía a Xinjiang en el año 742 a. C. (Krishna, 2018).

Las primeras acciones uigures para lograr autonomía de China datan de 1900. Los rebeldes de Xinjiang declararon su independencia en 1931 y establecieron la República Islámica de Turkestán Oriental. Pero en 1934 China reabsorbió la región. Una vez más en 1944 Xinjiang declaró su independencia con ayuda de la URSS y se creó la Segunda República de Turkestán Oriental. Pero, cinco años después el Partido Comunista Chino volvió a tomar el control del territorio. Con un enfoque rebelde, el movimiento uigur emergió con el objetivo de establecer una república independiente del este de Turquestán. Algunos grupos de uigures se establecieron en Turquía y en las repúblicas de Asia Central durante los años de la Guerra Fría, dando lugar a los primeros movimientos de la diáspora. En particular, los uigures que se reunieron alrededor de los líderes políticos como İsa Yusuf Alptekin, sentaron las bases para una organización que se convertiría en una fuente de inspiración para movimientos posteriores. Sin embargo, estas organizaciones sufrieron dificultades financieras y operativas debido a su aislamiento continuo y limitaciones sistémicas (Kanat, 2016).

En octubre de 1955 Xinjiang se volvió una “región autónoma” de la República Popular China (Dillon, 2004). Este nuevo régimen aseguró los derechos culturales, sociales y políticos no sólo de los uigures sino también de otras minorías que habitaban la región. Sin embargo, el régimen totalitario establecido por Mao, de manera paralela, implementó políticas de represión en la región de Xinjiang. El gobierno de Mao adoptó políticas de homogenización de la sociedad, donde los uigures y sus diferencias sociales y culturales fueron percibidas como amenazas contrarrevolucionarias. Adicionalmente, los uigures se convirtieron en víctimas de la hambruna como consecuencia de las políticas contenidas en “El gran salto adelante”4. En este periodo se presentaron los inicios y el reforzamiento de una migración masiva han incentivada por el gobierno central. La población han se multiplicó por 10 en este periodo “de 1953 a 1964; por ejemplo, la proporción de chinos han en Xinjiang aumentó de 6.1% (299,000) a 32.9% (2’445,400).5

En la Figura 1 se observa la distribución de los grupos étnicos con datos del Censo del año 2010 (realizado por el gobierno chino). En la gráfica se distingue el aumento considerable de la población de la etnia han en Xinjiang.

Fuente: elaboración propia con base en datos de China Policy Institute (2018), Xinjiang 2010 Census. Disponible en: https://cpianalysis.org/2016/03/07/spatial-results-of-the-2010-census-in-xinjiang/. Consultado en enero de 2019.

Figura 1 Xinjiang: grupos étnicos (porcentajes del total) (Censo del gobierno chino 2010) 

En la Tabla 1 se observa con mayor detalle la distribución étnica por regiones en Xinjiang. También se puede apreciar que en la capital y en las regiones urbanas (Karamay, Turpan, Hami, etc.) la etnia han es mayoría por un amplio margen; en las regiones Kashar, Kothan y Kirghiz la etnia uigur se mantiene como mayoría en comparación con la etnia han y otras etnias.

Tabla 1 Distribución de las etnias han y uigur en Xinjiang por región, 2008. (%) 

Uigures Han Otros
Ciudad Urumqi 12.3 73.0 14.7
Ciudad Karamay 15.2 75.5 9.3
Ciudad Turpan 70.5 23.0 6.5
Ciudad Kumul (Hami) 20.2 66.7 13.1
Changji Hui Región Autónoma 4.6 74.4 21.1
Ili Kazakh Prefectura Autónoma 16.2 43.8 40.0
Mongol Prefectura Autónoma 12.7 67.3 20.0
Bayangol Mongol Prefectura Autónoma 32.7 57.5 9.8
Kizilsuy Kirghiz Prefectura Autónoma 63.5 7.4 29.1
Kashar 91.1 7.3 1.6
Kothan 96.5 3.5 0.2

Fuente: elaboración propia con base en datos de Xinjiang Statistical Yearbook 2008, disponible en http://chinadataonline.org. Consultado en septiembre de 2018.

Después de la muerte de Mao, el gobierno chino utilizaría a esta región como una “región piloto” para pruebas nucleares y como fuente de recursos naturales. Con el fin de la Guerra Fría, algunas libertades básicas fueron reestablecidas temporalmente como resultado de cambios en las políticas gubernamentales respecto a las minorías (Kanat, 2016).

Sin embargo, China la considera una “parte inseparable de la nación unitaria china multiétnica” (Bhattacharji, 2012). El gobierno central de China considera en ese sentido que:

Desde la Antigüedad, Xinjiang siempre ha sido una región con varias religiones que existen una al lado de la otra. Las principales religiones en Xinjiang hoy en día son el Islam, el budismo, el cristianismo, el catolicismo y el taoísmo. El gobierno chino promulga una política de libertad de creencias religiosas, que el gobierno de la Región Autónoma Uigur de Xinjiang ha implementado a fondo (Information Office of the State Council, 2009).

El vínculo entre los uigur y Turquía es histórico y sigue presente en la actualidad. Una de las principales razones en el establecimiento de esta relación es que los uigures de manera predominante no tienen una afinidad apegada a la cultura han. De manera general y por los vínculos religiosos, la región es más cercana a la cultura y valores de Asia Central (Krishna, 2018). Turquía ha respondido a las políticas represivas del gobierno chino para mostrar su apoyo a los uigures. En el año 2009, Erdogan acusó a China de llevar a cabo un genocidio en Xinjiang (Nojonen y Torbakov, 2009).

Debido a este vínculo, el gobierno chino ha acusado a los turcos de apoyar el radicalismo uigur (Dorsey, 2015).

Beijing afirma que los grupos separatistas están recibiendo entrenamientos terroristas en el extranjero en ciertas partes de Turquía, Afganistán, Pakistán y países aledaños (Krishna, 2018). El problema de Xinjiang ha sido un obstáculo en las relaciones entre China y Turquía. Pero, a pesar de ello, ambos países han sido y son en la actualidad socios comerciales cercanos. Adicionalmente Turquía tiene una importancia estratégica para el proyecto de la Iniciativa Franja y Ruta y su inclusión representa inversiones por más de mil millones de dólares (Taylor, 2017).

El Movimiento Islámico del Este de Turkestán (ETIM)

Desde la década de 1990, las fuerzas de Turkestán Oriental dentro y fuera de China han tenido el propósito de establecer un “Estado del Este de Turkestán”. Para lograrlo, han planeado y organizado una serie de acciones violentas (bombardeos, incendios, atentados, etc.) como estrategia de presión para protestar contra las acciones del gobierno chino. El término “Turkestán del Este” no es sólo un concepto geográfico sino también político (Information Office of the State Council, 2003).

El Movimiento Islámico del Este de Turkestán (ETIM por sus siglas en inglés) es un grupo separatista musulmán fundado por militantes uigures, miembros de la mayoría étnica de habla turca en la provincia de Xinjiang. En el año 2000 un periódico ruso reportó que Osama Bin Laden había otorgado fondos al Movimiento Islámico de Uzbekistán y al ETIM durante una reunión en Afganistán en 1999. El Departamento de Estado de Estados Unidos clasificó a este movimiento como una organización terrorista en 2002 (Kan, 2010).

Este movimiento tiene como objetivo la independencia de Turkestán del Este como un Estado que cubriría un área que incluye partes de Turquía, Kazajstán, Kirguistán, Uzbekistán, Pakistán, Afganistán y Xinjiang. En agosto de 2014 los medios estatales chinos publicaron un informe en el que se afirmaba que Memetuhut Memetrozi, cofundador de ETIM (y que está cumpliendo cadena perpetua en China por su participación en ataques terroristas), había sido adoctrinado en una madrasa en Pakistán. El informe establece que Memetuhut se había reunido con Hasan Mahsum en 1997 y fundaron el ETIM ese mismo año. Algunos expertos afirman que ETIM es una organización paraguas para muchos grupos en escisión, incluidos los que operan en Pakistán y Asia Central. El Partido Islámico de Turquestán (TIP), por ejemplo, es uno de los grupos más prominentes, formado en 2006 por uigures que huyeron a Afganistán y Pakistán en la década de 1990. Ese grupo se atribuyó la organización de una serie de ataques en varias ciudades chinas en 2008, incluidas explosiones con víctimas mortales en autobuses de Shanghai y Kunming (Xu, Fletcher & Bajoria, 2014).

Los ataques violentos han ocurrido en Xinjiang de manera recurrente desde 1990 como respuesta de grupos radicales uigures a las políticas represivas de Beijing. Estas acciones se llevan a cabo bajo la percepción de que la cultura de los uigures en Xinjiang está siendo socavada por acciones específicas del gobierno chino en la región: la creciente insistencia del uso del chino mandarín en el sistema educativo; las limitaciones en las autoridades y prácticas religiosas, y el aumento de la desigualdad económica (Potter, 2013, p. 71).

Para el gobierno chino el problema del terrorismo se ha agravado desde la década de 1990, cuando

[…] los terroristas violentos, los separatistas nacionalistas y los extremistas religiosos han planeado y cometido una serie de violentos crímenes terroristas, causando la pérdida de vidas y daños a la propiedad de personas de todos los grupos étnicos (The State Council, The People’s Republic of China, 2017).

El ETIM es visto como una organización terrorista por el gobierno de Estados Unidos y por el gobierno de China. El ETIM ha comenzado a referirse a sí mismo como el Partido Islámico de Turkestán (TIP) o el Partido Islámico de Turkestán Oriental (ETIP) (Potter, 2013, p. 72).

Según el gobierno chino, las acciones de combate al terrorismo han sido con base en preceptos de seguridad nacional. Beijing ha declarado que las acciones del gobierno han estado siempre en el marco de la ley:

Hicimos esfuerzos prácticos para salvaguardar la seguridad del Estado. Permanecimos vigilantes y reprimimos toda infiltración, subversión y sabotaje por parte de fuerzas hostiles en el interior y el exterior de acuerdo con la ley. Actuamos firmemente contra las fuerzas del separatismo étnico, la violencia, el terrorismo y el extremismo religioso de acuerdo con la ley (Zhu, 2003).

Study of Terrorism and Responses to Terrorism (START) es una base de datos desarrollada por el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos y la Universidad de Maryland (Study of Terrorism and Responses to Terrorism, 2015). En ésta se explica que los principales métodos de financiamiento de este grupo son el tráfico de mercancías, extorsión, secuestro y por financiamiento de otros grupos como Al Qaeda y el Talibán. START considera que ETIM es una “organización paraguas” que agrupa varios pequeños grupos radicales en la región que pelean por objetivos similares. START establece que en 2014 esta organización se había debilitado y contaba con menos de 100 miembros (Study of Terrorism and Responses to Terrorism, 2015).

En 2018 las tropas estadounidenses en Afganistán atacaron a militantes de ETIM en Badajshán y se informa que tales tropas estaban siendo entrenadas por talibanes. El gobierno de Estados Unidos declaró que el ETIM estuvo detrás de ataques dentro y fuera de China y también estuvieron involucrados en un complot para bombardear la Embajada de Estados Unidos en Kirguistán (Reuters, 2018).

Como veremos a continuación, los nexos culturales, religiosos y económicos de la región de Xinjiang con los países del Asia Central han determinado el desarrollo de estrategias de desarrollo conjunto para traer estabilidad económica y política y combatir movimientos extremistas. La Iniciativa Franja y Ruta se circunscribe como la principal estrategia actual del gobierno chino para impulsar el desarrollo económico en la región y a la vez coadyuvar a la asimilación (cultural y política) de la comunidad uigur.

Xinjiang en la órbita de la Iniciativa Franja y Ruta

La Iniciativa Belt and Road o Iniciativa Franja y Ruta fue propuesta por el presidente chino, Xi Jinping, en el año 2013 con cinco objetivos principales: “coordinación de políticas, conectividad de las instalaciones, comercio sin barreras, integración financiera y la unión de la voluntad de los pueblos (people-to-people bonds)” (HKTDC, 2018). La Iniciativa tiene como propósito ser la plataforma de cooperación económica más grande del mundo, incluyendo coordinación de políticas, comercio y colaboración financiera, así como cooperación social y cultural. Ésta se divide en dos ejes importantes: el Cinturón Económico Ruta de la Seda y la Ruta Marítima de la Seda del Siglo XXI. Si bien al año 2015 se habían identificado 65 países dentro de la Iniciativa, no se ha anunciado ninguna lista oficial de países participantes, lo que plantea que es una plataforma de carácter “abierto” con la participación de 124 países (ICC, 2018; Belt and Road Portal, 2019).

Actualmente existe una proyección de inversiones y fondos de créditos por 900 mil millones de dólares, financiados por múltiples bancos chinos o respaldados por China (ICC, 2018). Por otro lado, existe un Fondo de la Ruta de la Seda que tiene un capital total de 40 mil millones de dólares (USD). Las proporciones de contribuciones de capital comprometidas por los diferentes entes que participan son las siguientes: por la Administración Estatal de Divisas, a través de Buttonwood Investment Holding Company Ltd., 65%; por China Investment Corporation, a través de Seres Investment Co., Ltd., 15%; por China Development Bank, a través de China Development Capital Co., Ltd., 5%; y Export-Import Bank of China, 15% (ICC, 2018).

La meta de este proyecto es conectar Asia, Europa y África por medio de seis rutas: la primera conectando China y Europa a través de Asia Central y Rusia; la segunda, conectando China con el Medio Oriente a través de Asia Central, y la tercera, unir a China con el sureste asiático, el sur de Asia y el Océano Índico. Por su parte, la ruta marítima busca utilizar las costas chinas para, en cuarto lugar, conectar a China y Europa a través del Mar del Sur de China y el Océano Índico; y quinto, conectar a China con el Océano Pacifico Sur a través del Mar del Sur de China, y finalmente China con América Latina.6 Estas seis rutas se concretarán gracias a redes de transporte multimodal, así como por la construcción de infraestructura en ciudades y puertos importantes que garanticen la creación de seis corredores de cooperación económica que han sido identificados como Nuevo Puente Terrestre de Eurasia, China-Mongolia-Rusia, China-Asia Central-Asia Occidental, China-Península Indochina, China-Pakistán y Bangladesh-China-India-Myanmar (HKTDC, 2018).

Este proyecto es particularmente importante para la región de Xinjiang, ya que la región se integra de manera estratégica a otras provincias de China y le permite posicionarse como uno de los centros comerciales y financieros más importantes de Asia Central. Xinjiang representa un sexto del territorio total del país con 1.66 millones de kilómetros cuadrados. Aproximadamente el 41.2% del territorio es viable para el desarrollo de actividades agrícolas, de silvicultura y de labranza. Se han descubierto alrededor de 122 minerales, la mayoría con las reservas nacionales más grandes (CSBS, 2018).

Adicionalmente, la región de Xinjiang es importante para China por su posición geográfica, su abundancia en carbón, crudo y gas. Xinjiang representa el 40% de la reserva de carbón, el 22% de la reserva de petróleo y el 28% de la reserva de gas de toda China (Weiwen, 2015, p. 119).

De la misma manera, hay dos proyectos centrales en materia energética: el ducto de gas natural de oeste a este, que va de Xinjiang a Shanghai, y la rehabilitación integral de la cuenca del Tarim. Actualmente el gasoducto transfiere 12 mil millones de metros cúbicos de gas natural al año que van de Xinjiang a la región costera, donde la demanda está en los niveles más altos, además de que se conecta con el campo de gas de Turkmenistán y abre la puerta a una conexión de la misma naturaleza con Irán (Weiwen, 2015, p. 119).

Dentro del mismo sector energético, en 2014 se encontró un depósito del cual se estima existen mil millones de toneladas de petróleo en la Cuenca de Dzungaria o cuenca del Tarim. Se proyecta que para el año 2020 se produzcan 35 millones de toneladas de crudo de acuerdo con el Ministerio de Tierra y Recursos. La Corporación Estatal de la Red Eléctrica de China anunció una inversión de 2.3 mil millones de (dólares) con el propósito de construir líneas de alta tensión. Se proyecta que Xinjiang exporte electricidad a las regiones más pobladas de China y eventualmente de Asia Central (New York Times, 2014).

Beijing ha anunciado su disposición para otorgar financiamiento hasta por ocho mil millones de dólares para la construcción de infraestructura en 68 países, lo que según McKinsey (2016) representa aproximadamente el 65% de la población mundial.

En el último Foro de la Ruta de la Seda, Xi Jinping hizo hincapié en los logros desde un enfoque bilateral. En materia de infraestructura reportó que se ha acelerado la construcción del ferrocarril de alta velocidad Yakarta-Bandung, el ferrocarril China-Laos, el ferrocarril Addis Abeba-Djibouti y el ferrocarril Hungría-Serbia, además de mejoras en los puertos de Gwadar y El Pireo en cooperación con los países involucrados (The Diplomat, 2017).

Específicamente en la región de Xinjiang en el periodo de 2015 a 2018 se han concretado obras estratégicas de infraestructura para acelerar el desarrollo económico de la región y aumentar la conectividad del área con otras provincias de China y con países de Asia Central. En 2017, por ejemplo, se inauguró un ferrocarril de alta velocidad de 401 kilómetros de largo con una operación de 250 km por hora, el cual inició su construcción en el año 2012. Éste conecta la ciudad de Baoji en la provincia Shaanxi al noroeste de China con Lanzhou, la capital de la provincia de Gansu. También permite que las provincias de Gansu y Qinghai, así como la Región Autónoma Uigur de Xinjiang, se conecten a la red ferroviaria nacional de alta velocidad (Xinhua, 2017).

Como parte del proyecto de la Nueva Ruta de la Seda, el ferrocarril aporta de manera significativa al objetivo de impulsar la conectividad. Actualmente existen conexiones entre las ciudades de Xi’an, Lanzhou, Xining y Urumqi, lo que ha incentivado el flujo de pasajeros desde el noroeste y mejorado la capacidad del corredor euroasiático. Esto impacta de manera positiva en otras áreas como el turismo, ya que la ruta da acceso a reservas naturales así como a sitios históricos. Se prevé que para el año 2030 el kilometraje se incremente a 45,000 km (Xinhua, 2017).

Por otro lado, el sector logístico ha registrado un desarrollo exponencial a la par del sector de transporte, debido a la necesidad de conectar el este con el oeste. A partir de 2018, el centro logístico en Urumqi maneja la logística de 603 trenes hacia Europa, lo que se traduce en un crecimiento del 85% respecto a 2017. Para finales de 2018 se proyecta que se alcancen los 1,400 trenes. Los trenes que salen de esta ciudad atraviesan 19 líneas, cubriendo 24 ciudades de 17 países de Asia y Europa. Aproximadamente 3,600 toneladas de cargamento se manejan por día, haciendo de Urumqi uno de los centros logísticos más grandes de OBOR. Los viajes entre China y Europa han disminuido de 22 a 15 días, mientras que las rutas entre China y Asia Central han disminuido de 66 horas a 44. Este crecimiento ha permitido que Xinjiang se convierta en una puerta que se abre hacia occidente (Xinhua, 2018).

Según datos del gobierno chino, en 2016 la red de carreteras en Xinjiang es de 182,100 km y la red de trenes se ha expandido a 5,868 km, en tanto que los trenes de alta velocidad tienen una red de 717 km (State Council, The People’s Republic of China, 2017).

En cuanto al sector turístico, el gobierno chino reporta importantes avances en el flujo de turismo interno e internacional:

La Región Autónoma Uigur de Xinjiang del noroeste de China recibió a más de 78 millones de turistas en los primeros siete meses de 2018, un 38.72% más que el año pasado, según las estadísticas regionales. Los turistas han gastado más de 121 mil millones de yuanes (alrededor de 17.6 mil millones de dólares estadounidenses) en la región durante el periodo, un 40.72% más que el año pasado (Xinhua, 2018).

Desde una perspectiva internacional, el proyecto de la Iniciativa Franja y Ruta tiene implicaciones directas económicas y políticas en Asia Central y se percibe como una estrategia para promover la influencia china en la región. Esta situación se hace evidente por medio del beneficio que recibirán, aproximadamente 62 países. Si bien las inversiones más fuertes están destinadas a la India, Rusia, Indonesia, Irán, Egipto, las Filipinas y Pakistán, múltiples compañías chinas han iniciado fuertes proyectos energéticos, incluyendo oleoductos y gasoductos, entre China y Rusia, Kazajstán, y Myanmar (World Economic Forum, 2017).

Específicamente con los países de Asia Central, China proyecta una política para expandir su influencia comercial y política. Mariani (2013) argumenta que en este contexto lo que existe es una confluencia de actividades y actores. Al mismo tiempo, “a través de la promoción del crecimiento económico, China busca la estabilidad de los países de Asia Central, quienes son importantes para la seguridad de la región, lo que incluye Xinjiang en territorio chino”. Según el autor, la inestabilidad podría afectar de manera negativa las políticas del gobierno para pacificar, desarrollar e integrar a Xinjiang con el resto de China. Asimismo, las alianzas con los países del este en contra del separatismo son de vital interés (Mariani, 2013, p. 7).

Para Rachel Brown (2015), una de las razones principales para la implementación de la Iniciativa Franja y Ruta es la promoción de estabilidad regional interétnica, Según la autora, el gobierno de China ha usado previamente el desarrollo económico y la expansión del comercio para estabilizar los problemas étnicos de la región y la Nueva Ruta de la Seda parece tener la misma vocación.

Su-Mei Ooi y Kate Trinkle (2015) coinciden en que uno de los objetivos primordiales de Beijing de llevar el desarrollo económico en la región es también controlar el problema étnico en la región. De acuerdo con los autores, “China parece estar exitosamente capitalizando sobre las oportunidades económicas dentro de la región, mientras incrementa el aislacionismo de los uigures”.

Políticas gubernamentales de combate al terrorismo y crisis de derechos humanos

De manera paralela a la implementación de proyectos de desarrollo económico en Xinjiang y al auge de inversiones y obras de infraestructura (2015-2018), se presenta también una acentuación de medidas represivas y de control por parte del gobierno de China para enfrentar organizaciones radicales uigures y acelerar el proceso de asimilación cultural y política de la comunidad uigur.

Beijing ha catalogado como terroristas a aquellas organizaciones que buscan la independencia del “Este de Turkestán”. Como parte de los esfuerzos para acabar con estos grupos separatistas, se han llevado a cabo arrestos en emboscadas en la capital de Xinjiang. Los separatistas han acusado al Gobierno de arrestos arbitrarios, tortura y encarcelamientos sin juicios y ejecuciones (Chien-peng & Chung, 2002, p. 8).

Human Rights Watch ha investigado las violaciones a derechos humanos en Xinjiang. La organización considera que gran parte de la represión de esta región se mantiene en secreto. Las autoridades censuran el tema de tal manera que los periodistas nacionales saben que deben mantenerse al margen, mientras que los periodistas extranjeros son vigilados de cerca cuando hacen su labor en esa región (Wang, 2018). Por ejemplo, en 2018 China expulsó a una periodista estadounidense del país debido a sus informes sobre la problemática de Xinjiang. Megha Rajagopalan, corresponsal de BuzzFeed, escribió en Twitter que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Beijing se negó a renovar su visa por su labor periodística en Xinjiang. En 2012 a un reportero de al-Jazeera English se le negó la renovación de la visa, provocando que la emisora cerrara su oficina en China. En 2015, un corresponsal de la revista francesa L’Obs también se vio obligado a irse, después de escribir un informe crítico sobre las políticas de Beijing en Xinjiang (Graham, 2018). En dicho informe se explicaba que China estaba usando los ataques de París en noviembre para efectuar acciones contra los uigures. El informe argumentaba que Beijing atribuye las actividades terroristas al ETIM y de manera paralela el Gobierno trata de desprestigiar a la organización en medios internacionales.

Las organizaciones de derechos humanos consideran que la violencia en Xinjiang se debe a la radicalización de los jóvenes provocada por la represión que sufren los uigures en su cultura, idioma, religión, acceso a la educación y trabajo (Wang, 2018). Existe además un estado de censura respecto al conflicto interétnico y los medios de comunicación proporcionan muy pocos detalles sobre los incidentes violentos en Xinjiang.

China, que ya ha desplegado el sistema de censura de Internet más sofisticado del mundo, está construyendo un estado de vigilancia en Xinjiang no sólo con tecnología cibernética de punta sino con policías armados que vigilan cada rincón de la región y las distintas facetas de la vida cotidiana de los ciudadanos (Gauthier, 2015). En cuanto a las operaciones represivas, éstas no se hacen públicas ni hay muchas noticias al respecto.

Megha Rajagopalan, una de las reporteras expulsadas de China ya mencionada, entrevistó a docenas de uigures (algunos en exilio y otros que aún viven en Xinjiang). En su reporte, Rajagopalan señala que la vigilancia gubernamental en Xinjiang afecta el desarrollo normal de la vida cotidiana. El gobierno de China ha invertido miles de millones de yuanes en la más alta tecnología de vigilancia para Xinjiang, desde cámaras de reconocimiento facial en gasolineras, hasta drones de vigilancia que patrullan la frontera. En un discurso en agosto, Meng Jianzhu, el principal funcionario de seguridad nacional de China, pidió el uso de una base de datos de ADN y “big data” para mantener a Xinjiang seguro (Rajagopalan, 2017).

Otra medida que el Gobierno ha tomado es la creación de “campamentos de reeducación” en Kashgar, una ciudad en el oeste de China. Se cree que al menos 120,000 uigures musulmanes de China han sido confinados a estos campamentos (Phillips, 2018). Human Rights Watch entrevistó en 2017 a familiares de detenidos en dichos centros de educación; ellos declaran que las detenciones se acentuaron en la primavera de ese año y que así continuaron por varios meses. Explicaron que las personas enviadas a estos centros fueron detenidas arbitrariamente, sin orden judicial ni pruebas de haber cometido algún delito, además de ignorar el lugar en donde estaban detenidos. Relataron que hombres, mujeres y niños estaban detenidos (Human Rights Watch, 2017). Según este informe, los centros de detención muchas veces se encuentran en edificios gubernamentales convertidos en escuelas. Muchas veces son detenidos por “ofensas religiosas” como “rezar en exceso” (Phillips, 2018).

El gobierno de Beijing, sin embargo, niega la aplicación de medidas extremas o de restricción a las libertades religiosas. En un reporte, las autoridades señalan que

El gobierno chino promulga una política de libertad de creencias religiosas, que el gobierno de la Región Autónoma Uigur de Xinjiang ha implementado a fondo. Protege los derechos de los ciudadanos a la libertad de creencia religiosa de conformidad con la ley, salvaguarda los derechos e intereses legítimos de los círculos religiosos y promueve el desarrollo saludable y ordenado de la religión (Information Office of the State Council, 2009).

Amnistía Internacional también ha reportado la crisis de derechos humanos que se vive en Xinjiang. La organización señala que los uigures en Xinjiang corren el riesgo de ser detenidos por solo comunicarse con familiares en el extranjero o fuera de Xinjiang (Amnesty International, 2018).

De igual manera, en su reporte Amnistía Internacional afirma que la situación de los derechos humanos de la población uigur es muy precaria. Los uigures enfrentan problemas graves: una tasa de pobreza elevada, discriminación étnica y reasentamientos forzados. Continúa la falta de libertad de religión y creencias, opinión, expresión, así como de asociación. Diversos medios de comunicación internacionales informaron que autoridades educativas en Jotán (con población uigur en su mayoría) prohibía el uso de esta lengua en las escuelas, en actividades públicas y en trabajos de gestión. Asimismo, se les exige a las familias que entreguen sus ejemplares del Corán y otros objetos religiosos para evitar ser castigados (Amnistía Internacional, 2018, pp. 150-152).

En un reporte de la Comisión Ejecutiva del Congreso de Estados Unidos dado a conocer en 2018, se concluyó que

[…] los uigures han sido sometidos a una serie de medidas que van desde detención arbitraria, tortura, restricciones a la práctica religiosa y la cultura, hasta la vigilancia generalizada; el informe también menciona los llamados centros de “reeducación política”, que según estimaciones albergan de 500,000 a un millón de personas (Kan, 2018).

En otro informe citado en The Business Insider se establece que “en total, de los 22 millones de habitantes de Xinjiang, 227,000 personas fueron arrestadas en 2017, un aumento del 731% respecto a 2016 [...]”. Pero lo que puede ser más preocupante de todo, es que estas cifras no incluyen a los cientos de miles, posiblemente un millón de personas que han sido acorraladas y arrojadas a “campos de reeducación políticos, en los últimos dos años (2017-2018). Ninguna de estas personas ingresó al sistema judicial oficial, la mayoría nunca cometió un delito real, y de muchos de ellos no se tiene más información” (Chan, 2018).

El gobierno chino ha negado afirmaciones hechas por las organizaciones de derechos humanos, particularmente sobre los campos de adoctrinamiento. Hu Lianhe, funcionario del Departamento de Trabajo de China, señaló que no había centros de reeducación en Xinjiang, por lo tanto dichas afirmaciones eran falsas. Sin embargo, el gobierno chino ha reconocido que existen campos de formación profesional donde se encuentran personas condenadas por delitos menores para enseñarles habilidades vocacionales de acuerdo con las leyes pertinentes y que no hay detenciones arbitrarias, ni tortura. Sin embargo, de manera paralela reportes de Naciones Unidas establecen que en 2017 el 21% de todas las detenciones en China se produjeron en Xinjiang (Kuo, 2018).

Informes oficiales del gobierno chino señalan que no hay excesos en las políticas aplicadas para combatir el terrorismo, las acciones que se realizan se encuentran en el marco de la ley.

Las fuerzas extremistas distorsionan la teología islámica, engañan al pueblo […] Para garantizar el derecho de los ciudadanos a la libertad de creencia religiosa, Xinjiang ha trabajado arduamente para combatir el extremismo. Ha implementado el Reglamento sobre el Antiextremismo de la región autónoma Uygur de Xinjiang, fortaleció la gestión de los asuntos religiosos de acuerdo con la ley, e impidió y neutralizó el extremismo religioso, lo que frenó su difusión (The State Council, The People’s Republic of China, 2017).

El gobierno chino ha culpado a Occidente de alentar a los extremistas en Xinjiang. Según el Global Times, Beijing ha declarado que “Las acusaciones occidentales sobre el gobierno de Xinjiang han engañado seriamente a los extremistas, haciéndoles creer que encabezan una especie de Jihad religiosa y ganándose la simpatía y el apoyo de la sociedad occidental e internacional”. Beijng argumenta que las declaraciones emitidas por organizaciones occidentales sobre los derechos humanos socavan la gobernanza en Xinjiang y provocan agitación (Galbraith, 2018).

Sin embargo, los propios uigures han creado una organización llamada “Uyghur Human Rights Project”, creada en 2004 por exiliados, refugiados y personas que huyeron de la represión. Esta asociación tiene como objetivo promover los derechos humanos y la democracia entre la población uigur. En su reporte más reciente (2018) abordan el tema de los uigures detenidos en los campamentos y llaman a la comunidad internacional a actuar para defender a los uigures. Afirman que para lograr una intervención en los derechos humanos de la región no deben dejar pasar más tiempo y pedir públicamente una rendición de cuentas a China. Las repercusiones de dichos campos y políticas represivas impactan de manera profunda la vida de los uigures y en las nuevas generaciones, y mientras no se realice una demanda fuerte, no se puede eliminar la posibilidad de que el gobierno lleve a cabo más tácticas de represión (Uyghur Human Rights Project, 2018).

Conclusiones

El conflicto en Xinjiang prevalece como uno de los principales desafíos domésticos y regionales para China. Existe un interés primordial por parte de Beijing para combatir las acciones violentas de grupos radicales que buscan la independencia de la provincia autónoma de Xinjiang. Como parte de la estrategia para combatir el problema, el gobierno implementa acciones para detonar el desarrollo económico, disminuir la pobreza, aumentar la conectividad de la región con otras provincias de China y fomentar la cooperación económica con otros países de Asia Central. Con estas acciones Beijing busca disminuir tensiones sociales en la región y alentar la asimilación cultural, política y económica de la comunidad uigur.

De manera paralela, sin embargo, las políticas gubernamentales han traído mayor control y represión en la región de Xinjiang. El auge de inversiones y construcción de obras de infraestructura como parte de la Iniciativa Franja y Ruta coincide con la acentuación de medidas que conllevan la existencia de una crisis de derechos humanos en la región, misma que se caracteriza por un acentuado deterioro de libertades civiles y religiosas, vigilancia extrema, detenciones arbitrarias, multiplicación de campos de reeducación, restricciones a la libertad de expresión y asociación, entre otras más.

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5 Rian Thum (2018), The Uyghurs in Modern China. Asian History. Oxford Research Encyclopedias, disponible en http://oxfordre.com/asianhistory/view/10.1093/acrefore/9780190277727.001.0001/acrefore-9780190277727-e-160, consultado en julio de 2018.

6 Cambero y Sherwood (2019), China invites Latin America to take part in One Belt, One Road. Reuters, 22 de enero de 2018, disponible en: https://www.reuters.com/article/us-chile-china/china-invites-latin-america-to-take-part-in-one-belt-one-road-iduskbn1fb2cn, consultado en enero de 2019.

Recibido: 18 de Septiembre de 2018; Aprobado: 01 de Febrero de 2019

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