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México y la cuenca del pacífico

versión On-line ISSN 2007-5308

Méx.cuenca pac vol.7 no.20 Guadalajara may./ago. 2018

 

Opinión invitada

Procesos y escenarios geoeconómicos en Asia: Implicaciones para África y América Latina1

Roberto Hernández Hernández2 

2 Universidad de Guadalajara, Departamento de Estudios Internacionales del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades. Guanajuato 1045, Alcalde Barranquitas, Guadalajara, Jalisco, México. Correo electrónico: rhernand@csh.udg.mx


Introducción

En el contexto académico, como en el político, es frecuente escuchar que el siglo XXI es el siglo de Asia o siglo del Pacífico. La idea suena bien, pero conviene enmarcarla en algunos de los procesos y escenarios clave de la historia reciente del continente y de sus implicaciones para África y América Latina.

La gran riqueza de Asia, además de ser una realidad objetiva, ha estado en el imaginario de los grandes imperios occidentales aun antes de nuestra era; Alejando el Grande pretendió llegar a los confines de Asia para regresar a Grecia por vía marítima después de sus conquistas, aunque el impulso se le agotó en la India; el Imperio Romano, desde el siglo I antes de nuestra era ya comerciaba regularmente con China a través de la “Ruta de la Seda”. Desde principios del siglo XV el impulso imperialista de las potencias europeas a través de las exploraciones, el desarrollo del comercio y la Revolución Industrial, siempre consideraron al continente asiático como un objetivo de conquista y colonización.

Teniendo en cuenta estas etapas como telón de fondo, el tema de esta charla se centra en el papel de las grandes potencias asiáticas dentro del sistema internacional contemporáneo, que se configura después de la Segunda Guerra Mundial y se mantiene hasta nuestros días. Tres hechos fundamentales lo definen: el desarrollo de Japón y de los tigres asiáticos, el crecimiento económico de China de los últimos decenios y el papel geoestratégico de Estados Unidos en la región. En todos los casos los cambios en la identidad de estos actores internacionales definen su papel en el sistema internacional.

Consideraciones de carácter metodológico

Ante la amplitud de los temas a tratar y los diversos enfoques para explicarlos, en esta conferencia planteo los escenarios geoeconómicos de Asia, y en menor medida los aspectos estratégico-militares, pero sin desconocer que estos últimos son tan importantes como los primeros para entender a cabalidad la dinámica del sistema internacional.

Así que abordaré las políticas regionales de los países asiáticos y su papel en el sistema internacional, sobre la base de la perspectiva de la disciplina científica de las relaciones internacionales. En este sentido me enfoco en lo que la geopolítica denomina pivotes regionales, o sea, las zonas cruciales del continente asiático, así como en los jugadores estratégicos, esto es, las principales potencias de la región. Para comprender la conducta de los actores internacionales parto del constructivismo, considerando que éste operativiza conceptos como identidad, intereses y normas nacionales, así como las decisiones que toman las clases dirigentes en función de éstas a través de sus relaciones sociales, y la intersubjetividad que conllevan las perspectivas nacionales. Cabe señalar un aspecto que podría parecer obvio: que estos mismos temas son abordados por otras ciencias sociales como la historia, economía, sociología, ciencia política, filosofía, antropología y el derecho; o enfoques transversales sobre la cultura, las migraciones y los mitos.

En primera instancia es necesario reconocer que las regiones (incluyendo los continentes) son construcciones sociales. En este sentido aún en la actualidad las regiones no están tan claramente definidas como se señala en los mapas; por ejemplo, el sudeste de Asia y el Medio Oriente no se pueden delimitar solamente por las fronteras políticas ni por los caprichos de la geografía; los ingredientes sociales, culturales y de gobernanza traspasan dichas delimitaciones. Un tema recurrente desde hace años para quienes estudiamos y enseñamos los temas de Asia y África es la definición de Medio Oriente. Cuando lo abordamos debemos precisar si se trata del Medio Oriente tradicional, del intermedio, o del Gran Medio Oriente (este último abarca al mundo árabe, Irán, Turquía, Israel, Pakistán y Afganistán, llegando a incluir en algunos casos a los países del Cáucaso, África del Norte e incluso Somalia).

Por otra parte, por necesidades metodológicas cuando analizamos unidades regionales amplias, como son los continentes, es necesario enfocarse en los países dominantes de estas macrorregiones con el objeto para facilitar las vías a un conocimiento más profundo de los asuntos microrregionales y nacionales, sobre todo por la influencia de las normas y las ideas que dichos países promulgan, imponen y ponen en práctica. En el caso de Asia, China, India, Japón y Estados Unidos son las potencias dominantes de la región. Ello no implica hacer a un lado a las potencias medias y pequeñas ni a las organizaciones regionales, ni las normas que ambas encarnan y promueven en la región.

Un elemento más: como es bien sabido, en la actualidad la situación internacional se caracteriza por la incertidumbre, y Asia no es la excepción. Pero ello no implica déficit de información, sino exceso de la misma, así como opiniones contradictorias que explican cada circunstancia específica.

El siglo de Asia

Es un hecho que los temas económicos y estratégico-militares de Asia se han vuelto cruciales para el mundo de hoy y que varias de las grandes y medianas potencias han reaccionado en consecuencia. Dos documentos que dan cuenta de ello: el amplio artículo de Foreign Affairs “America’s Pacific Century”, publicado a finales de 2011 por el Departamento de Estado de la Unión Americana y en el Libro blanco “Australia en el siglo de Asia”, editado en 2012. En el primero, Estados Unidos puntualiza la importancia económica y estratégica del continente asiático, así como las estrategias para atender los asuntos más relevantes, como el “ascenso de China” y las tensiones en la península de Corea (que cada día nos sorprende con noticias de ocho columnas); y el segundo, donde el Gobierno australiano que establece el marco geopolítico regional y su posible desarrollo de entonces hasta el año 2025.

Veamos algunas razones de peso (y de pesos) sobre la importancia económica de Asia: en 2015 el producto interno bruto de los países en desarrollo de Asia (medido en términos de PPP), representó el 30.6% del PIB mundial, casi el doble del de Estados Unidos y de la Unión Europea. Y para el año 2050 Asia podría alcanzar poco más de la mitad del PIB mundial (según un pronóstico de The Economist Intelligence Unit).

Por otra parte, si bien Estados Unidos es ahora la economía más grande del mundo, para 2050 podría ser superada por China y la India. Aunque conviene precisar que algunos autores consideran que la economía de China ya es mayor que la de Estados Unidos. En cuanto al comercio exterior, evidentemente lo es desde algunos años.

Actualmente observamos que el gran superávit comercial de los países asiáticos tiene su contraparte en los déficits de otras economías como las de Estados Unidos, la Unión Europea y México, y que de acuerdo con algunas perspectivas, afecta los niveles de empleo de algunos países, razón que ha impulsado la aplicación de medidas extremistas y económicamente irracionales, como las que está aplicando el presidente de Estados Unidos.

La identidad de Asia, vista desde la perspectiva de la historia de las relaciones internacionales, ha sido remodelada por los acontecimientos de los últimos decenios (sobre todo el periodo que va de la posguerra -2ª Guerra Mundial- al presente). Tal como puntualizan autores como Saadia M. Pekkanen, John Ravenhill y Rosemary Foot, en esta región se han producido algunos de los más dramáticos sucesos del periodo que va de 1945 a la fecha. Estos acontecimientos se encuadran en por lo menos cuatro transiciones importantes, algunas de las cuales no sólo se superponen en el tiempo sino que también continúan en curso: a) el proceso de descolonización y la consecuente búsqueda de la consolidación e identidad del Estado; b) el paso de la Guerra Fría, experimentada con dos guerras regionales de gran intensidad -en Corea e Indochina- a una región que ha experimentado largos periodos de paz interestatal, pero que sigue marcada por la herencia del conflicto histórico, disputas territoriales y tensiones militares; c) la transformación de la devastación económica provocada por las guerras mundiales y regionales, junto con las posteriores crisis financieras, a una situación en la que Asia se está convirtiendo en el centro de gravedad de la economía mundial; d) los cambios tectónicos regionales causados por el resurgimiento de China, que ha pasado de ser un Estado relativamente aislado antes del proceso de reforma y apertura de fines de 1978, a ser un Estado con un papel central en los asuntos globales y que ahora promueve la globalización y la apertura económica en oposición al proteccionismo, política impensable hasta antes de los ochenta.

¿Cómo han influido los cambios en la identidad de los actores asiáticos en África, América Latina y Asia misma? Un elemento fundamental es el gran impulso a los precios de las materias primas (commodities) generado, en buena medida, por el voraz consumo asiático de dichos bienes, al grado de influir en el aumento en las tasas de crecimiento económico de las economías de África y América Latina, regiones con amplia dotación de recursos naturales (mineros y agrícolas) explotables y exportables. Así hemos visto la “paradoja” de que haya sido la demanda de China e India las que impulsaron este crecimiento y no la del mercado abierto de Estados Unidos. Pero en este momento en que ha disminuido la demanda asiática y en consecuencia los precios de las materias primas se han desacelerado, las repercusiones para África y América Latina son temas que requieren seguirse y analizarse de manera puntual. Sabemos, en una primera instancia, que los mercados emergentes están recurriendo a China (incluyendo Hong Kong) y a Japón, que son las mayores fuentes de capital financiero y de inversión extranjera directa hacia el exterior; Alemania les sigue en importancia.

Otras transiciones en Asia de importancia estratégica para África y América Latina; procesos de integración en Asia y el Pacífico

El TPP, redenominado como Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP) que en algún momento se había especulado estaba direccionado en contra de China (y que no forma parte del mismo), ahora sin Estados Unidos se prevé que a través de este esquema de integración China incremente su influencia económica en la cuenca del Pacífico, puesto que es el principal socio comercial de casi todos los países firmantes de este tratado, con las excepciones de Canadá, México y Brunei. Desde otro punto de vista, el TPP-11 prefigura el liderazgo de Japón en este grupo para contrarrestar la influencia de China; competencia que además se refleja en las relaciones de ambos con los principales países de África y América Latina.

De forma paralela a las negociaciones del TPP, China ha venido impulsando la Asociación Económica Integral Regional (RCEP: Regional Comprehensive Economic Partnership) o ASEAN más seis (China, Japón, Corea del Sur, Australia, India y Nueva Zelanda).

Las negociaciones del RCEP, al igual que las del TPP hasta hace algunas semanas, permanecen estancadas después de intentos fallidos de concluirlas. De concretarse los objetivos planteados por RCEP, la región se convertiría en uno de los bloques comerciales más grandes del mundo, además de marcar una pauta en la batalla geopolítica para dar forma al futuro de las normas y estándares comerciales regionales.

Para China el RCEP es de crucial importancia para reforzar su liderazgo en el Este de Asia y proyectar su influencia más allá de la región. Hoy en día, Asia-Pacífico es vital para China. Hace dos años alrededor del 60% del comercio exterior total de China lo realizó con la parte continental de Asia y el 83% de su inversión extranjera utilizada fue con los miembros de APEC, mientras que casi el 70% de la inversión en el exterior de China continental fluyó a los miembros de APEC (China-US Focus, 2015).

Para los países de América Latina y el Caribe es de primordial importancia seguir de cerca la evolución del RCEP, así como la influencia creciente de China, India y Japón en Asia-Pacífico. Hay que tener presente que Chile, Perú y Costa Rica han firmado tratados de libre comercio con China; que Chile y Perú han hecho lo propio con Japón, y que Colombia está en proceso de negociación de un tratado de asociación económica con este país.

El Área de Libre Comercio de Asia-Pacífico (FTAAP)

El proyecto de extender el TPP y/o el RCEP para convertirlo en un tratado de libre comercio de APEC se ha planteado desde 2010 en las reuniones cumbre de APEC. En algún momento parecía que Estados Unidos lideraba esta idea, después China presidió el impulso de este esquema que incluiría a las 21 economías de APEC. El FTAAP podría crear el tratado comercial más amplio de la historia. Los países miembros del APEC controlan la mitad del comercio mundial y representan el 60% de la economía mundial. Ellos son el hogar de cerca de tres mil millones de consumidores e incluyen a algunas de las economías más dinámicas del mundo. Sin embargo, el estancamiento del TPP y RCEP tiene aún más congelada esta propuesta. Este esquema (FTAAP) ha quedado ahora como un pre-proyecto.

La Iniciativa de la Franja y la Ruta

En el caso de China cabe resaltar a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), conocida también como Una Franja una Ruta (OBOR), o la Ruta de la Seda del Siglo XXI. Como se le quiera llamar, éste es un proyecto chino de cooperación internacional de gran envergadura que incluye 68 países y organizaciones internacionales, el cual, si bien tiene como perspectiva central a los países asiáticos y europeos, varios puntos estratégicos de África y América Latina ya forman parte del proyecto. Incluso el Gobierno chino ha manifestado que el mecanismo de cooperación BRI está abierto para cualquier región del mundo. Por cierto, Oceanía es el único continente que formalmente se mantiene al margen de la Ruta de la Seda del Siglo XXI.

Respecto del BRI, aunque los medios de comunicación a nivel internacional han puesto gran énfasis en la construcción de grandes obras de infraestructura como puertos, ferrocarriles, carreteras y centrales de generación energética, el comercio y las finanzas son piezas clave de la estrategia internacional de China, debido a los excedentes de divisas y una gran planta productiva ya instalada que requiere de mercados externos para desfogar sus productos. La gran cantidad de proyectos en proceso, y otros en vías de negociación, forman parte de la geoeconomía y la geoestrategia de China.

Para el financiamiento de los proyectos del BRI se cuenta con los recursos del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB) y del Banco de los BRI. Con capitales iniciales de 100 y 40 mil millones de dólares, respectivamente. Para América Latina específicamente, el presidente Xi Jinping, a través de la CELAC, ha puesto a disposición de los países latinoamericanos 200 mil millones de dólares para los próximo 10 años. La prensa china ha referido que este país dispone de cuando menos un billón de dólares para financiar los proyectos del BRI a nivel global.

Los retos de Asia

Otros aspectos que debemos considerar al analizar la situación de Asia son sus retos; sin llegar a contaminarnos por una visión pesimista, es necesario referir sus conflictos y contradicciones. Al respecto sobresalen muchos de los problemas internos de cada país, así como los temas bilaterales, trilaterales y multilaterales, tanto los de carácter geoeconómico como estratégico-militar.

La globalización económica, la innovación tecnológica y los flujos de población están transformando rápidamente al continente asiático. Pero, a pesar de este dinamismo, algunos países y regiones siguen viviendo tiempos de conflicto y violencia, atrapados en un círculo vicioso de subdesarrollo, de mala gobernanza e inestabilidad. De esta forma, encontramos problemas como la violencia entre diversas comunidades sociales; la politización de las etnias y las comunidades religiosas; la violencia de género, muy extendida en Asia; las tensiones originadas por las migraciones masivas del campo a la ciudad están exacerbando los problemas propios de la urbanización; son noticia cotidiana, y fuente de análisis los problemas de identidad y de perspectivas de los jóvenes; los conflictos agrarios y por los recursos naturales; así como la insurgencia transfronteriza y el terrorismo, por mencionar los más evidentes.

Si bien existen muchas experiencias de cooperación dentro de Asia, se requiere de nuevas actitudes y mayores esfuerzos para reducir el conflicto en la región (El estado de los conflictos y la violencia en Asia, The Asia Foundation, 2017).

Volviendo al enfoque de las relaciones internacionales, dentro de la región se percibe una inquietud por las transformación de China y sus efectos geoeconómicos y geopolíticos. La metáfora del “vuelo de los gansos” aplicada a Japón en los años sesenta, seguido de los NIC en los setenta, con las economías de la ASEAN en los ochenta y finalmente el ganso más grande de todos, China, que ha hecho que los gansos ya no vuelen en formación.

A medida que China se abrió al mundo, los NIC proporcionaron capital, tecnología y expertise empresarial y de negocios globales. Ésos fueron tiempos de auge que no sólo trajeron importantes ingresos y abrieron nuevas oportunidades de crecimiento económico, sino que también obtuvieron prestigio internacional por los roles clave que estaban asumiendo en este nuevo paradigma económico global. ¡Pero las cosas nunca se detienen! Ahora China es la nueva economía industrializada (NIC) y los antiguos NIC son economías postindustriales (EPI).

China, por ejemplo, es el principal exportador de productos electrónicos finales. El valor de sus exportaciones supera el de los 16 exportadores siguientes combinados y representa más del 80% de su superávit comercial masivo de mercancías. Según una investigación del doctor Willem Thorbecke, del Instituto Japonés de Investigación de Economía, Comercio e Industria, gran parte del valor agregado de las exportaciones de electrónica de consumo de China proviene de partes y componentes producidos en Taiwán, Corea del Sur, Japón y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). Con base en sus hallazgos cree que se necesita una apreciación concertada de las monedas de Asia oriental, centrada en las tasas de referencia basadas en canastas en lugar de los tipos de cambio nominales en relación con el dólar estadounidense, para reequilibrar las exportaciones de la región. Él agrega: “A medida que la influencia global de Asia en el comercio aumenta, también lo hace la necesidad de mayor liberalización comercial y desregulación”. Actualmente hay dos acuerdos de libre comercio megarregionales en proceso de negociación: la Asociación Transpacífico y la Asociación Económica Integral Regional. Hay desafíos para ambos. “Si bien las negociaciones comerciales están estrechamente vinculadas a la política nacional en cada país, debe haber una visión común para toda la región”.

A la historia del crecimiento económico: incremento en el comercio y la inversión, las transferencias de tecnología, las cadenas de suministro y de infraestructura e innovación, ahora hay que tener muy en cuenta a la geopolítica.

Las disputas territoriales se están extendiendo en múltiples ubicaciones regionales, siendo la más peligrosa la del Mar del Sur de China. Japón parece estar abandonando su papel y aspiraciones pacifistas. Estados Unidos, como actor fundamental en Asia, exacerba las tensiones entre el poder establecido y el creciente del Pacífico, incluso al suministrar armas a Vietnam y volver a desplegar tropas en Filipinas. La región está siendo testigo de una carrera armamentista. Obvio: el camino actual que conduce al conflicto debe ser bloqueado. Ésta es, sobre todo, responsabilidad de las dos principales potencias contendientes, la hegemonía actual de Estados Unidos y el ascenso de China. Como muchos autores han planteado: la “trampa de Tucídides” debe evitarse. El diálogo, la confianza y la construcción de instituciones deben ser primordiales. También es esencial que Asia encuentre una nueva narrativa y un nuevo modelo que le permita ajustar sus normas y valores para modificar su conducta social. La región ha sido muy exitosa económicamente, y las bases sociales están allí. Existe un alto nivel educativo y cultural en todos los órdenes: el arte en todas sus manifestaciones es un activo al que pueden acudir los países para recuperar las vías de la cooperación y la convivencia pacífica entre los pueblos. El PIB de la región debería abrazar el humanismo.

Competencia China-Japón

Algunas ideas básicas sobre este punto. La rivalidad entre China y Japón, como es bien sabido, tiene profundas raíces históricas. En la era moderna se ha extendido más allá del Este de Asia; y aunque se centra en los sectores económicos, los estratégico-militares también forman parte de esta pugna.

Sobre este punto es importante resaltar el hecho de que la influencia que los grandes países asiáticos están ejerciendo en Asia, África y América Latina están llenando los huecos que otros jugadores estratégicos, sobre todo Estados Unidos, han descuidado.

La estrategia de Japón compite ahora con los planes que China ha diseñado para extender su influencia en Asia. Para ello busca unirse a otros países de la región, especialmente con India; su proyección pretende alcanzar a Europa Central y Oriental. En este sentido ha lanzado un plan de infraestructura de 200 mil millones de dólares, incluyendo el impulso a proyectos de carácter militar. Evidentemente este plan constituye una alternativa a la BRI de China.3

Con los países africanos a principios de los noventa Japón estableció la Conferencia Internacional de Tokio sobre el Desarrollo Africano (TICAD) para reforzar sus lazos con África. En la pasada reunión de 2014 el primer ministro anunció un paquete de asistencia para África que incluye la creación de capacidades para los negocios y la industria, así como el desarrollo y la asistencia humanitaria en la región del Sahel (Diplomatic Bluebook, 2014). Como todos sabemos, China se ha convertido en el socio comercial más importante de África. Para ello China y los países a africanos crearon en 2000 el Foro para la Cooperación entre China y África (FOCAC). Este órgano regional fue establecido por China y los países amigos del continente como una plataforma de diálogo, consulta y apoyo entre países en desarrollo (cooperación Sur-Sur).

En la pasada reunión de la FOCAC de septiembre de 2015, realizada en Johannesburgo, el presidente Xi Jinping prometió un monto de inversiones por 60,000 millones de dólares. Para la próxima reunión en septiembre de 2018, a realizarse en Pekín, se espera que el presidente Xi informe sobre el grado de cumplimiento de su promesa, así como los nuevos ofrecimientos para los próximos años.

En América Latina la competencia entre China y Japón se ha reflejado en las acciones de carácter diplomático, en especial con la visita de numerosos funcionarios de ambos gobiernos a la región, incluyendo largos viajes del primer ministro Abe y del presidente Xi Jinping en 2014.

En términos económicos la inversión acumulada de Japón en América Latina es muy superior a la de China. Sin embargo, los proyectos en marcha en la región por parte de China, sobre todo en los sectores de la producción de materias primas exportables de América Latina, han ido en aumento. Por lo que respecta a las manufacturas, las economías de Japón y de Latinoamérica son muy complementarias, no así las de China dado que la gran mayoría de los bienes exportables de ese país compiten con los productos locales.

Conclusiones

Los procesos y escenarios geoeconómicos en Asia se han dado con el cambio en la identidad de los actores internacionales, lo que implica la aceptación de los regímenes internacionales (en especial los de comercio e inversión) configurados a mediados del siglo XX. De esta manera, los países han incorporado las normas y valores predominantes en el sistema internacional de la posguerra y por supuesto los han ajustado de conformidad con sus intereses nacionales.

No existe un modelo asiático de desarrollo, sino experiencias exitosas que otros países podrían tomar en cuenta para diseñar sus propias estrategias. Allí están los ejemplos paradigmáticos de Asia de cómo avanzar hacia el desarrollo, más allá del crecimiento económico y de la pretendida invención de vías “inéditas” que se alimentan de ideologías ya superadas. Una valiosa enseñanza consiste en que no es necesario ser una gran potencia para establecer los fundamentos del bienestar, que en principio y en última instancia, es la razón de ser del Estado.

Las grandes potencias han descuidado los temas de cooperación internacional en África y América Latina, más allá del discurso y de acciones aisladas. Este hecho ha dejado la puerta abierta para que China continúe consolidando su presencia económica en estos continentes. Japón por su parte intenta contrarrestar la influencia de China; el TPP-11 es un ejemplo de ello.

Para Estados Unidos la principal preocupación en Asia es la creciente influencia de China en la región, en especial en los temas de carácter estratégico militar, debido a las continuas tensiones en el Mar del Sur de China y el problema nuclear en la península de Corea, descuidando los temas de cooperación económica con la región.

En suma, los ajustes en el sistema internacional nos demuestran que la fuerza más poderosa de la historia no radica en un hegemón, sino en la ley de la oferta y la demanda. En un mercado global, Asia es ahora la región que más ofrece lo que el mundo necesita.

1Texto de la Conferencia Magistral dictada por el autor en el XV Congreso Nacional de ALADAA.

3Johnson, Keith. (2018). Japan’s Own Belt and Road. Foreign Policy, febrero 9.

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