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México y la cuenca del pacífico

versión On-line ISSN 2007-5308

Méx.cuenca pac vol.3 no.9 Guadalajara sep./dic. 2014

 

Reseña

China's Peasants and Workers: Changing Class Identities

Roberto Hernández Hernández1 

1Jefe del Departamento de Estudios Internacionales, Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad de Guadalajara. Miembro del SNI.

China's Peasants and Workers: Changing Class Identities. 2012. Carrillo, Beatriz; Goodman, David S. G.. University of Sydney, Australia:


Los profundos cambios políticos en China durante la época posmaoísta han traído consigo enormes ajustes en su estructura económica y social interna, así como en sus relaciones con el exterior. Una de las transformaciones domésticas más importantes se ha dado en la estructura de clases sociales con el resurgimiento de la burguesía, la ampliación de la clase media y los ajustes en la clase trabajadora. El punto de partida que explica los profundos cambios en la estructura social de China consiste en la aplicación de mecanis mos capitalistas en un sistema político y económico formalmente "socialista", calificado por la dirigencia de este país como modelo chino de "economía socialista de mercado". 2

La urbanización es otro elemento clave para explicar los cambios en la identidad de clase de los campesinos y trabajadores chinos, tema de la presente obra editada por Beatriz Carrillo y David S. G. Goodman, con aportaciones de reconocidos especialistas en la materia. Como es bien sabido, en toda economía el crecimiento económico conlleva profundos cambios en la estructura productiva en dos sentidos: la movilidad ocupacional de un sector y la migración espacial del campo a la ciudad. Este fenómeno se ha observado desde más de un siglo a nivel mundial y China no es la excepción.

En la introducción de la obra, "El reto sociopolítico y el cambio económico: Campesinos y trabajadores en transformación", los editores realizan un magnifica presentación teórico-conceptual del fenómeno de estudio. De esta manera, las investigaciones de campo y las interpretaciones teóricas de los especialistas cobran sentido, aun cuando surjan interpretaciones teóricas y metodológicas diferentes. Tal es el caso de la formación de clase y los cambios en la conciencia de clase en y entre los campesinos, trabajadores migrantes y clase trabajadora urbana, como resultado del crecimiento económico a nivel de comunidad o en sectores, ramas o empresas. Dentro de este análisis, una cuestión central es si los trabajadores migrantes forman una nueva clase de trabajadores, si son absorbidos dentro de la antigua clase trabajadora o simplemente permanecen como trabajadores migrantes.

Una de las argumentaciones centrales de los autores se refiere a la alteración del contrato social, producto de la reinserción de China al sistema global capitalista y su inevitable reestructuración económica. Dicho contrato social había sido puesto en práctica en 1949 con el establecimiento de la República Popular, pero ahora, después de tres decenios de reforma económica, y dado el crecimiento de las inequidades y la dislocación social, en China se vive un proceso de renegociación del contrato social.

Dicha renegociación ―señalan los autores― no es privativa de la República Popular China, sino más bien el resultado de un proceso de alcance mundial, donde la actual recesión económica global ha reactivado la intranquilidad laboral, tanto en el mundo desarrollado como en el subdesarrollado; al mismo tiempo, se han reactivado los debates sobre el papel del Estado en la promoción y salvaguardia de los derechos y el bienestar de los ciudadanos.

Hay que tener presente que desde hace más de un siglo la expansión de la producción capitalista en Europa Occidental y América del Norte, gracias a la explotación de los trabajadores, trajo consigo el reforzamiento de la clase trabajadora, al darse cuenta ésta de su poder colectivo y estratégico sobre los procesos de producción. El Estado reconoció como legítimas las demandas de los trabajadores, y al mismo tiempo, para salvaguardar los intereses de la clase capitalista - que necesitaba reactivar de nuevo las líneas de producción - estableció nuevas políticas sociales y de bienestar para los trabajadores. Pero además, en el proceso de conciliación de intereses el Estado estableció un nuevo régimen "amigable hacia la fuerza laboral" que valorara a los trabajadores, no sólo por su fuerza laboral sino también por su capacidad de consumo. La producción capitalista se ha salvado gracias a este nuevo contrato social, que en parte se sostiene a través de la relocalización de la producción hacia lugares donde la fuerza de trabajo ha sido más barata.

En este contexto, el proceso actual de recomposición en la estructura de las clases sociales que vive China, si bien tiene sus propios matices, no es privativa de este país. Más aún, plantean los autores, no es coincidencia que la lucha de clases en China se suscite cómo corolario del proceso de urbanización, ya que por esta vía han transitado aun los países más desarrollados cuando vivieron sus propios procesos migratorios; sobre todo los del campo a la ciudad.

Sin duda, es en las ciudades chinas donde la mayor parte de la lucha social ha tenido lugar y donde ha tomado forma con más claridad, tal como afirma Sassen, quien parte de la premisa de que el enfoque sobre las ciudades es clave para el análisis de la actual fase del capitalismo global. En el caso de China el fenómeno de la urbanización, en términos de volumen y rapidez, se ha dado en niveles sin precedentes, alimentado, sobre todo en los últimos tres decenios por dos factores: la transformación en la tenencia de la tierra y la migración del campo a la ciudad. En este sentido las aportaciones de Joel Andreas, Anita Chan, Parry P. Leung, Jack Linchuan Qiu, Kaxton Siu, Alvin Y. So, Luigi Tomba, Jonathan Unger, Hongzhe Wang y los propios editores, coinciden en señalar las consecuencias de los cambios en la tenencia de la tierra y en la migración campo-ciudad y su incidencia sobre las correlaciones dentro de la clase trabajadora en estratos como los campesinos recientemente urbanizados y los trabajadores migrantes, entre los trabajadores migrantes y la clase capitalista (local y global), y entre la antigua y la nueva clase trabajadora. En todos los casos, teniendo al Estado como encuadre general y como actor importante del proceso en el que participan las diversas clases sociales de China.

Sobre la importancia y profundidad de los estudios de caso, veamos algunos ejemplos: Jonathan Unger aborda el estudio de clase y de conciencia de clase en la villa Chen del sur de China; específicamente en un distrito que ha estudiado por más de 30 años: desde la etapa maoísta hasta el presente.

Luigi Tomba aborda la relación del campesinado con la tierra al darse la urbanización en el delta del río Perla. Él estudia varios poblados que han experimentado el proceso de industrialización y urbanización e identifica dos dinámicas cruciales que, ciertamente, tienen consecuencias para la formación y la identidad de clase: el proceso de industrialización que se apoya en campesinos migrantes y en campesinos locales ―tal como podría esperarse― incide de manera diferente en unos y otros, quienes no tienen la misma relación con la tierra, que ahora se está transformando en un factor de producción no agrícola. Tomba refiere, además, la forma en que los migrantes y los residentes locales son impactados por el contexto social. En este caso, los resultados son considerablemente más complejos y diferentes de una localidad a otra, dependiendo de variables como: la fortaleza de los comités locales del Partido Comunista de China, la rama del Partido con la cual se interactúe, y la composición de los clanes.

Sobre el desarrollo de la identidad y la conciencia de clase trabajadora entre los trabajadores migrantes que se desbordan sobre los nuevos sectores industriales en expansión, existen diversos enfoques ―frecuentemente contrapuestos―de parte de los autores de la obra: por una parte se argumenta que el fenómeno estudiado representa la emergencia de una nueva conciencia de clase trabajadora, y por otra, se argumenta que aun las protestas y la huelgas en industrias como las del vestido, sólo han propiciado la configuración de una débil conciencia de clase. Los trabajadores migrantes tienen intereses económicos inmediatistas, directamente relacionados con su empleo y papel (o papeles) en el proceso de producción. Al mismo tiempo, ellos no se refieren a sí mismos como "trabajadores" sino más bien como "migrantes trabajadores" o "campesinos trabajadores". Las protestas tienden a localizarse en las empresas donde ellos trabajan o en las unidades responsables del gobierno local; en lugar de pretender o pensar convertir sus demandas en movimientos a una escala de clase social, lo cual contradice el argumento de la emergencia de una conciencia de clase. Para Chan y Siu esta circunstancia representa más bien el embrión de una conciencia sindical.

Jack Linchuan Qiu y Honzhe Wang examinan tanto a la nueva como a la antigua clase trabajadora en la transformación urbana de China ―trabajadores migrantes y trabadores desplazados de las empresas de propiedad estatal― a través de sus espacios culturales.

Silver y Zhang afirman que ahora China, con toda claridad, más que ser una atractiva plataforma de producción barata, al poseer importantes economías de escala, un gran mercado interno, así como una saludable y relativamente bien educada fuerza de trabajo, presenta un capital global con amplias posibilidades de negociación en el contexto económico mundial.

Los autores plantean que aún no existe un acuerdo acerca de lo que se ha dado en llamar el Consenso de Beijing, ni tampoco hay una idea clara del tipo de relaciones trabajo-capital-Estado que podrían surgir en China. Pero, afirman, la simple imitación del modelo derrochador de consumo masivo como el de Estados Unidos es insostenible e indeseable en términos ecológicos. Sería preocupante que China siguiera los pasos del capitalismo avanzado, que no logra resolver sus contradicciones en torno a la lógica de "valorar" a las personas como trabajadores y consumidores, y que siguiera el modelo de proletarizarlos a través de la destrucción de los capitalismos tradicionales, para nutrir las necesidades de capital y de recursos naturales de las altas finanzas. Esta circunstancia hace aún más necesario un análisis de fondo sobre las formas en las que los movimientos de los trabajadores se están desarrollando en China, y del tipo de respuestas y políticas que el Partido-Estado está implementando, en un esfuerzo por mantener la estabilidad social y el crecimiento económico, sin dejar de participar en la economía global.

Finalmente, cabe señalar que este libro sobre los campesinos y trabajadores en China forma parte de una trilogía sobre la burguesía, el proletariado y la clase media (obra en proceso) de parte David S. G. Goodman y Beatriz Carrillo. Lo interesante, y paradójico a la vez, es que este análisis marxista de clase social sea realizado desde una perspectiva externa a un país formal mente socialista y por lo mismo en vías hacia el comunismo que recurre a los mecanismos más puros del capitalismo. ¿Había otra opción?... China intenta demostrar que no.

2La idea básica sobre la combinación del mercado y la planificación se remonta a los orígenes del socialismo. La discusión sobre el concepto mismo se ubica en los decenios de los veinte y treinta del siglo XX. Una gran variedad de pensadores de las ciencias sociales han tratado y siguen tratando el tema con conceptos como "socialismo descentralizado", "autogestión obrera", "socialismo democrático", "economía mixta", "socialismo autogestionario", etc. Véase en especial el trabajo de Oskar Lange Teoría económica del socialismo (1937).

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