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Intersticios sociales

versión On-line ISSN 2007-4964

Intersticios sociales  no.23 Zapopan mar. 2022  Epub 04-Abr-2022

https://doi.org/10.55555/is.23.487 

Reseñas

Hablando de historia. Lo cotidiano, las costumbres, la cultura

Karla Peinado* 

* Estudiante del Doctorado en Historia y Estudios Regionales, Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la Universidad Veracruzana, México.

Gonzalbo, Pilar. Hablando de historia. Lo cotidiano, las costumbres, la cultura. Ciudad de México: El Colegio de México, 2019.


En los estudios sobre la historia de la vida cotidiana en México, un referente indiscutible es el trabajo de Pilar Gonzalbo; no solamente para intentar comprender los aspectos simbólicos que permean en el pasado cultural de la sociedad mexicana, sino también para continuar explorando los referentes históricos entre lo cotidiano, las costumbres y la cultura desde el presente.

Es de esta forma que Gonzalbo presenta este libro en el 2019, el cual propone una dinámica de lectura diferente a otros textos de la autora. En este sentido, cada uno de los ocho capítulos inicia planteando interrogantes que se le han hecho a Gonzalbo durante y posteriormente al coloquio que se tituló Hacia una nueva historia de la vida cotidiana, el cual fue celebrado en enero del 2018 en El Colegio de México.

Desde los primeros párrafos del libro, Gonzalbo encamina al lector a intentar comprender algunos elementos de la historia tradicional; la cual, ha transitado por un proceso en el cual “ciertas maneras” de hacer investigación histórica se han visto reemplazadas por nuevas formas de análisis como lo es la historia cultural, y más particularmente la historia de la vida cotidiana.

Asimismo, a modo de introducción, se presenta la importancia de la historia de la vida cotidiana, la cual permite acercarse a un sinfín de diversas situaciones, y a referir a los más variados protagonistas o actores sociales en diferentes momentos históricos. Por esta razón, menciona Gonzalbo, que incluso en momentos críticos, la vida cotidiana ha permitido realizar estudios desde otros puntos de vista; en lugar de siempre enfocar hacia personajes públicos, de élite o actores heroicos. La vida cotidiana según Gonzalbo, permite adentrarse a la realidad cultural de una sociedad que puede ser siempre reinterpretada a través de la búsqueda de significados desde la ventana del presente.

El texto permite reflexionar acerca del análisis del discurso sobre la investigación histórica; claramente particularizando en la historia de la vida cotidiana; donde impera el sentido del orden, control y poder a través de las prácticas y representaciones socioculturales que la sociedad e individuos han normalizado. La vida cotidiana permite desentrañar aspectos socioculturales y adentrarse en una realidad donde las prácticas de control y poder de la sociedad, se reflejan bajo la óptica de lo simbólico.

Por consiguiente, la historia de la vida cotidiana permite acceder a un análisis a profundidad sobre los individuos que, dentro de una historia genérica, nunca han sido representantes de un suceso de importancia; la gente “común y corriente”, como Gonzalbo menciona. Asimismo, a través de la historia de la vida cotidiana se puede desarrollar un papel esencial dentro de la trama histórica. Por ende, resulta increíble la capacidad que ha tenido el ser humano para entrelazar estrechamente la representación del mundo en niveles tan micro; como lo es influir hasta en las prendas que se han confeccionado a lo largo del tiempo, cuya temática de la “moda como un medio social y estético”, también es abordada en uno de los capítulos de este libro. En efecto, las sociedades han evolucionado en conjunto con las representaciones y expresiones simbólicas de una normalidad que actualmente tras los discursos de modernidad (o hasta hipermodernidad) se han visto en apuros.

Lo interesante del texto, es que intenta entrelazar, y a la vez desmitificar todo el proceso que conlleva a un análisis a profundidad de la vida cotidiana. Si bien, desde un inicio el texto comienza con una serie de interrogantes hechas a su persona, Gonzalbo antecede que es poco probable resolver y responder cada una de las inquietudes de los lectores.

En cuanto a desmitificar, vagamente se puede referir a dejar de pensar en una objetividad del análisis de fuentes; así como el historiador, o cualquier investigador en ciencias sociales (precisemos en sociología y antropología, como menciona en reiteradas ocasiones Gonzalbo) distan de ejercer un papel pleno sobre la mencionada objetividad, ya que, nuevamente la investigación histórico-social en primer lugar está determinada por su relación tiempo-espacio, y en segundo lugar, el análisis de fuentes o del objeto de estudios estará influenciado bajo una óptica de aspectos simbólicos que lo llevarán a justificar y dilucidar las acciones de un individuo sin voz (por llamarles así), ubicándoles en un tiempo determinado.

Es aquí donde el desmitificar al historiador también se relaciona con lo que Gonzalbo menciona acerca del lenguaje y conceptos, tal como se plasma en el segundo capítulo acerca de La historia como pasión y la trascendencia del conocimiento, donde la revisión bibliográfica, de archivo, de fotografías, etc. dan acceso a un pasaje hacia el momento de los hechos. Sin embargo, como ya se mencionaba, el historiador, los antropólogos o sociólogos corren el riesgo inherente de leer o interpretar desde el presente.

Siguiendo la narrativa, en el tercer capítulo, Gonzalbo menciona sobre la dificultad que se ha presentado al utilizar conceptos o términos que actualmente están vetados del discurso de lo “políticamente correcto”; sin embargo, la autora entre líneas refiere que la dificultad de la objetividad de fuentes vislumbrará a quien tenga un “capital cultural” lo suficientemente amplio y justificado sobre temáticas de sociedad e historia; donde, desde esta óptica se podrá comprender que, si en un documento de prensa del siglo XIX o XX aparece determinado concepto; es así cómo se desarrollará un análisis de acuerdo al uso y función en el tiempo que se está estudiando, y no el uso que se le da actualmente.

De este modo, cíclicamente se vuelve hacia el sentido de control y el poder a través del medio simbólico; plasmando a través de los capítulos cuatro y cinco lo referente a lo privado, la intimidad, los modelos, paradigmas y representaciones de la sociedad en contexto. Asimismo, dentro del discurso de Gonzalbo en este libro, queda visiblemente la relación de las ciencias sociales hermanadas: historia, antropología y sociología. En relación, la antropología antecede a la historia cultural, y la sociología a la historia de la vida cotidiana. Esta es, una invitación que hace la autora; si bien el campo de la historia se ha visto comprometido a las reinterpretaciones de la historia contemporánea como lo es la historia cultural y de las mentalidades; es necesario justo eso; reinterpretar las representaciones desde las élites que siempre han acaparado los hechos históricos, hasta las voces de los actores sociales que han sido silenciadas en los discursos de poder de la historia tradicional.

Posteriormente, a partir del capítulo sexto, Gonzalbo particulariza en dos aspectos que se consideran relevantes, y que es necesario plasmar en este texto. La moda y la familia. ¿Pero cuál es la estrecha relación entre ambos elementos? Nuevamente se retoma la latente en el análisis de este texto de Gonzalbo. Poder, control y lo simbólico.

La relación entre estos tres conceptos se vincula con los elementos de moda y familia bajo la óptica de los sentimientos, emociones...etc., pero ¿cómo un sentimiento “puramente” humano conlleva a hablar del poder, de control o de lo simbólico? La autora menciona que la vida cotidiana forma parte de la historia cultural, y es la que expresa en forma más evidente la acción del ser humano en sociedad, la cual se representa a través de rutinas personales, familiares y comunitarias. La historia de la vida cotidiana penetra la intimidad y escudriña en las percepciones, las creencias, las costumbres, y la religión en cualquier nivel social; otorgándole personalidad a una figura simbólica de un individuo en una época determinada.

Siguiendo el modelo interrogativo de Gonzalbo, al inicio de cada capítulo, se considera prudente seguir cuestionando la realidad normalizada de lo cotidiano. Es justo de esta forma, que el análisis a través de la vida cotidiana permite crear puentes entre la intencionalidad natural de las acciones humanas, como sería la representación de costumbres o tradiciones, hacia lo que socialmente se ha construido para ejercer poder y control a través de elementos simbólicos.

Llegando a este punto, se considera que la autora desanima respecto a la ya mencionada vivencialidad de los individuos; como si definitivamente (desde un enfoque sociológico) todo fuera una construcción social para ejercer orden y control, y no existiera una razón puramente derivada de la necesidad humana de expresarse y comunicarse.

Para Gonzalbo, en el siglo XXI la vida cotidiana se encuentra mayormente sometida a un constante escrutinio público, donde se presenta una exposición entre lo público y lo privado, lo cotidiano y lo íntimo; donde lo privado y lo íntimo, forman parte del espacio público. Por lo tanto, si existen tenues líneas divisoras entre dichos elementos, entonces ¿cómo influye la invasión de lo público en lo privado? ¿de qué manera se ha presentado una homogenización de la cultura popular tras dicha invasión? La respuesta yace en la irrupción moderna al terreno de las creencias, los sentimientos, las prácticas y las costumbres. Gonzalbo menciona que es en estos aspectos donde se puede encontrar un lazo de unión entre los individuos de toda condición social. Por ejemplo, la familia, el trabajo y en las relaciones de parentesco; todo se fundamenta a través de una perspectiva de la vida cotidiana, donde a la vez, se relaciona con la representación y transmisión de la alta y baja cultura, la cual, podría ser la transgresora ruptura entre lo privado y lo íntimo.

En cuanto hablar de una homogeneización de la cultura popular, en el capítulo ocho, Gonzalbo presenta el capítulo El tam tam en el ciberespacio; donde se genera una reflexión acerca de una posible crisis en la ya señalada transmisión de la cultura popular. Por lo cual, la cultura, en lo cotidiano y sus representaciones, se ve amenazada por un reemplazo de costumbres provenientes de diversos espacios culturales, esto como resultado de la excesiva modernidad tras la ineludible influencia del exterior.

Es en este último capítulo, el que representa, y a la vez resume la interpretación sobre la vida cotidiana. Gonzalbo menciona que cualquier intento por preservar el pasado a través de representaciones simbólicas como lo son las tradiciones y costumbres, son un referente sobre la añoranza de mantener la cultura popular ante la cultura de masas. Sin embargo, esto no quiere decir que, para la investigación social, histórica o cultural, el intercambio de culturas no haya existido, al contrario, también hay que atribuir logros a las innovaciones tecnológicas de mediados del siglo XX. Sin embargo, esas añoranzas al pasado, suelen caer en imaginarios colectivos sobre la expresión sociocultural errónea de lo es y fue lo cotidiano.

Lo que Gonzalbo trasmite en el último apartado del libro, Colofón, es que mientras la tecnología intente borrar la representación social de los sentimientos humanos; la historia de la vida cotidiana permitirá afrontar y transmitir los silencios entre un pasado inherente, y un presente en constante transición.

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