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Intersticios sociales

versión On-line ISSN 2007-4964

Intersticios sociales  no.22 Zapopan sep. 2021  Epub 03-Nov-2021

 

Presentación

Presentación

Francisco Javier Velázquez Fernández

Cristina Alvizo Carranza


En un contexto cada más globalizado, en donde las Ciencias Sociales y las Humanidades, como disciplinas puras del conocimiento y segmentos parcelados del saber, se han diluido en medio de la transdisciplinariedad, caben perfectamente las preguntas de ¿a quiénes va dirigido el conocimiento emanado de estos campos del conocimiento? ¿A un público especializado, con alta formación académica, generalmente recluido en aulas, bibliotecas y rincones del saber, o a un sector con mediana formación académica, interesado en conocer su realidad, analizar su contexto sociohistórico y reflexionar sobre su entorno cultural? ¿Qué sector de la sociedad se interesa en estas temáticas? ¿Tienen alguna utilidad práctica en medio de un mundo en donde la tecnología e innovación acaparan los reflectores y encabezan los rubros de financiamiento científico?

No es fácil dar respuestas unívocas e infalibles, como siempre pasa en las Ciencias Sociales y las Humanidades, pues si bien es cierto que los diversos campos de la ciencia deben generar nuevos conocimientos y mejores análisis, también es cierto que este conocimiento, en algún momento, debe ser asequible para un público no especializado, de lo contrario, de nada servirá seguir acumulando páginas escritas en bibliotecas, o aumentar la capacidad de los servidores que almacenen cada vez más abultados archivos electrónicos.

En la institución rectora de la Ciencia y la Tecnología en México, CONACYT, hasta hace unos meses se desdeñaba por completo el asunto de la divulgación científica (no confundir con la difusión de la ciencia), y en las evaluaciones que realizaba a investigadores e instituciones académicas, la divulgación solo ocupaba lugares complementarios e irrelevantes, de ahí que por muchos años se ha vivido un divorcio de facto entre la comunidad científica nacional y la sociedad en general, salvo las pocas personas afortunadas en cursar niveles superiores de educación.

La reciente modificación al Reglamento del Sistema Nacional de Investigadores intenta subsanar esta separación, pues por vez primera la divulgación figura como uno de los rubros imprescindibles a evaluar. De esta manera, la comunidad científica nacional deberá dejar de vez en cuando sus laboratorios, cubículos, oficinas y aulas, para comunicar los nuevos conocimientos desarrollados a un público no especializado. Será un ejercicio interesante, pues pocas veces existe esa interacción entre científico y ciudadano, pues este último tendrá la oportunidad de opinar, cuestionar, sugerir respecto a los temas de investigación, en tanto que los letrados deberán bajarse de su atril y convertir fórmulas, encuestas, entrevistas, datos y demás información, en temas de interés para el ciudadano promedio de nuestro país.

No hay de otra, así como los jóvenes quieren emular a sus ídolos del medio artístico y los deportes porque siempre los tienen a la vista, en algún momento pueden anhelar convertirse en prominentes hombres de ciencia si estos aparecen recurrentemente ante ellos. Lo que no se ve no se vende, y mientras la ciencia siga encarcelada en las cuatro paredes de universidades y centros de investigación, la educación en nuestro país no avanzará cualitativamente, pues no hay modelos a seguir; no se conocen. La gente poco o nada sabe de los quehaceres de la investigación. Cuando algún despistado erudito se presenta ante un público no especializado como investigador, la gente lo asocia con las fiscalías que se dedican a investigaciones judiciales. Por ello, también es loable que ahora se exija incentivar la iniciación temprana a la ciencia en el nivel medio superior, ojalá y se cumpla en todos sus campos, sin desdeñar a ninguno, pues todos son parte del conocimiento humano, y cada uno atiende aspectos necesarios en nuestras vidas.

Otro de los cambios benéficos en las políticas científicas mexicanas es el libre acceso a la investigación realizada con fondos públicos, lo cual se agradece, pues enfila el quehacer en el mismo rumbo que se está tomando a nivel global: dejar de lado los acaparamientos y restricción del saber a unos cuantos, para llegar a las mayorías sin costo alguno.

En Intersticios Sociales hace años nos adelantamos a estos cambios: Una de las bondades de las Ciencias Sociales y las humanidades es que analizan los problemas de nuestra sociedad con una claridad lingüística a la que no es difícil acceder, ello sin demérito de la calidad y rigor científico. Y del acceso universal y libre ni se diga; nuestra revista nació con esa política de estar permanentemente abierta a su consulta por cualquier persona en cualquier lugar del planeta.

Ojalá y este movimiento de ciencia abierta, al que oficialmente ha entrado México, avance a un mayor ritmo, de modo que el mundo se interconecte no solo por la tecnología, sino también por las ideas, la cultura y el conocimiento, y que ello derive en una humanidad cada vez mejor, equilibrada y próspera.

Intersticios Sociales

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