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Intersticios sociales

versión On-line ISSN 2007-4964

Intersticios sociales  no.13 Zapopan mar. 2017

 

Espacios sociales a debate

Dualismo y globalización neoliberal en Chiapas: deterioro de las condiciones de vida de los indígenas residentes, 1990-2010

Julieta Martínez-Cueroa 

Óscar Peláez Herrerosb 

Jorge Alberto López Arévaloc 

aUniversidad Autónoma de Barcelona-CONACYT, España. correo electrónico: julma50@hotmail.com

bEl Colegio de la Frontera Norte, sede Tijuana, México. correo electrónico: opelaez@colef.mx

cUniversidad Autónoma de Chiapas, México. correo electrónico: jalachis@hotmail.com


Resumen:

En este texto se analiza el rezago de los pueblos indígenas de Chiapas considerando la brecha existente entre estos y los municipios no indígenas de la entidad. Para ello, se recurre a las categorías teóricas de dualismo y heterogeneidad estructural, revisando las raíces históricas del problema. Los resultados indican que el porcentaje de residentes indígenas se relaciona intensamente con los índices de marginación, rezago social y desarrollo humano y con los porcentajes de pobreza a nivel municipal. Asimismo, se encuentra que, en el periodo 1990-2010, las diferencias entre los municipios indígenas y no indígenas continuaron ampliándose, especialmente en aquellos aspectos más ligados a la acción del mercado: los salarios, en particular, y la obtención de ingresos, en general.

Palabras clave: Chiapas; marginación; pobreza; heterogeneidad estructural; emigración

Abstract

In this paper we analyze the backwardness of the indigenous of Chiapas considering the gap between them and non-indigenous municipalities in the state. For this, we use the theoretical categories of dualism and structural heterogeneity, reviewing the historical roots of the problem. The results show that the percentage of indigenous is strongly associated with poverty rates and with the indexes of marginalization, social backwardness and human development at municipal level. We also find that, in the period 1990-2010, the differences between indigenous and non-indigenous municipalities continued to widen, especially in those issues more related to market: wages, in particular, and income, in general.

Key words: Chiapas; marginalization; poverty; structural heterogeneity; emigration

Introducción

Los datos más recientes muestran que, en 2013, la producción por habitante de Chiapas era 14% inferior a la de Oaxaca y no llegaba a representar más que 40% de la media nacional.1 La situación apenas mejora si se atiende a otros indicadores de pobreza y bienestar. Así, por ejemplo, Chiapas clasifica como la entidad con el índice de desarrollo humano (IDH) más bajo2 y con el más alto porcentaje de población en situación de pobreza multidimensional.3 En el índice de marginación sólo clasifica mejor que Guerrero,4 mientras que en el índice de rezago social supera a Guerrero y a Oaxaca.5

A ello se suman las marcadas disparidades de productividad existentes al interior del estado, que contribuyen a la generación de grandes desigualdades entre los residentes. El origen de estas diferencias internas hay que buscarlo en los procesos históricos que impusieron diversas formas de inserción de la población en el proceso de producción, conformando grupos con capacidades muy distintas de cara a su articulación con el sistema capitalista, y llevaron a la polarización de la economía chiapaneca. La apertura comercial de México, iniciada en la década de los ochenta y culminada con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), favoreció (o perjudicó) a los distintos grupos de población de manera desigual, acentuando el grado de heterogeneidad estructural en la zona. Como se muestra en este artículo, la condición étnica en una entidad como Chiapas es esencial para entender las diferencias en este contexto, ya que ha dado lugar a distintas formas y grados de participación en las dinámicas globales. Es importante mencionar que los pueblos indígenas de Chiapas no forman un grupo homogéneo. Entre ellos existen diferencias económicas, sociales y culturales. Sin embargo, comparten el rezago económico que los caracteriza frente al resto de la población.

El presente documento se orienta a evidenciar la existencia de un dualismo histórico e inducido en Chiapas, que se corresponde con la dicotomía indígena-no indígena, considerando que el atraso económico de los municipios indígenas es un problema multidimensional de profundas raíces históricas, en el que se conjugan factores económicos, sociales, políticos y culturales. Se argumenta que las economías indígenas no son unidades aisladas del sistema capitalista, sino que mantienen relaciones de subordinación con los municipios no indígenas, a nivel estatal, y con el resto de la economía nacional e internacional. La hipótesis de trabajo es que, con la inserción de la economía mexicana en la dinámica de la globalización neoliberal,6 el dualismo estructural se ha acentuado en Chiapas, operando en detrimento de las poblaciones indígenas, especialmente en aquellas variables más ligadas al mercado.

Para analizar esta cuestión, en primer lugar, se describen las categorías teóricas de dualismo y heterogeneidad estructural, así como los efectos que la globalización neoliberal ha tenido sobre las estructuras preexistentes en la entidad. Seguido a ello, se dan a conocer los datos y técnicas que se utilizan para verificar la hipótesis de trabajo, que consisten, fundamentalmente, en el análisis de la evolución de las variables componentes del índice de marginación y de los porcentajes de población en situación de pobreza a lo largo del periodo de 1990-2010. Posteriormente, se presentan los resultados obtenidos. El artículo finaliza con un apartado de reflexiones que retoma los conceptos teóricos de partida, a la luz de los resultados encontrados.

Dualismo, heterogeneidad estructural y globalización

El atraso económico de los indígenas de México ha sido explicado desde diversas disciplinas y con distintos enfoques. En este caso, se recurre a la categoría teórica de dualismo estructural, concebido como un hecho histórico e inducido, para evidenciar la brecha de desigualdad entre los municipios indígenas y no indígenas de Chiapas. El reciente proceso de globalización habría actuado en el sentido de ahondar ciertas diferencias asociadas al dualismo preexistente.

La literatura económica acerca del dualismo abarca desde los modelos de crecimiento endógeno de Lewis, Kuznets, Lydall o Ranis y Schultz, hasta las concepciones teóricas alternativas de Furtado, Pinto, Benetti o Castaingts. La noción de dualismo, tal y como la presenta Lewis,7 se basa en la asimetría de dos sectores de la economía nacional: un sector capitalista, moderno y dinámico; y otro, no capitalista, atrasado y estancado. En el sentido neoclásico, el sector atrasado corresponde al sector de subsistencia y el adelantado al capitalista. En el sector atrasado existe una oferta ilimitada de fuerza de trabajo en relación con el capital y a los recursos naturales. Este excedente de mano de obra hace que el producto marginal del trabajo sea cercano a cero en el sector de subsistencia, en tanto que en el sector moderno la productividad marginal es positiva. Dicho lo anterior, se establece que la salida del atraso económico para una economía que opera con un modelo dual tiene lugar a través de la transferencia de fuerza de trabajo desde el sector atrasado al capitalista. Es decir, la solución al atraso económico, establecida por Lewis, requiere cierta organización en el mercado laboral de ambos sectores que permita la expansión del sector industrial hacia el polo atrasado, absorbiendo el excedente de fuerza de trabajo proveniente del sector de subsistencia.

Entre las definiciones que acompañan la idea de Lewis8 se encuentran las expuestas por Kuznets,9 Lydall10 o Ranis y Schultz.11 En todas ellas se señala al dualismo económico como un problema de yuxtaposición entre dos sectores de la economía. La idea de yuxtaposición y/o separación entre dos sectores, territorios o grupos sociales limita el análisis del atraso económico de los pueblos indígenas. Aceptar la idea de una separación entre municipios indígenas y no indígenas reduce el problema de atraso y marginación a un hecho puramente económico y estático, dejando fuera una serie de aspectos históricos y estructurales que explican la raíz del escaso desarrollo de los municipios indígenas del estado de Chiapas. Asimismo, resultaría erróneo no tomar en cuenta el grado de heterogeneidad estructural de la economía chiapaneca.

En atención a esta carencia, se apela a las ideas de Furtado12 y Pinto13 en la explicación del atraso económico de los municipios indígenas. Estos autores defienden la coexistencia de distintos modos de producción (heterogeneidad estructural) en economías que deben ser concebidas dentro de un sistema de dependencia e interdependencia en una misma nación. De manera similar, Benetti14 habla de las economías subdesarrolladas duales, caracterizándolas como economías con una estructura particular, donde no sólo existe un sector moderno y otro atrasado, sino todo un conjunto de sectores significativos para el desarrollo y el crecimiento; concibe, por tanto, una economía nacional heterogénea donde las partes o sectores definen su naturaleza específica por sus relaciones recíprocas, sin las cuales dejan de existir como fenómeno específicamente determinado.

Esta idea de dualismo basada en elementos de coexistencia, interdependencia, relaciones recíprocas e interacción entre las partes, resulta sumamente fértil para el análisis que se pretende realizar. No obstante, obliga a remontarse hasta la época de la conquista y la colonia para un correcto entendimiento de la génesis de un dualismo inducido manifestado en el actual atraso económico de los pueblos indígenas de Chiapas ya que, como menciona Castaingts,15 el dualismo, en economías como la chiapaneca, es consecuencia de la historia y de las relaciones funcionales entre los sectores atrasados y adelantados.

Con la llegada de los españoles a tierras chiapanecas, en 1528, el territorio se reorganizó fragmentando a la población nativa e incentivando la creación de una periferia funcional en beneficio de la clase dominante.16 La apropiación de tierras productivas y el cobro de tributos fueron los primeros criterios de segregación. De acuerdo con García de León,17 a partir de la instauración del gobierno español se dieron los primeros desplazamientos de indígenas de la Selva Lacandona y de lugares cercanos a la laguna Miramar con el propósito de obligarlos a pagar tributo a la Corona española. La particularidad del caso chiapaneco, en contraste con el resto de México, radicó en que el cobro y manejo de los tributos estuvieron fuertemente ligados a intereses locales que dieron forma a un sistema tributario fraudulento,18 contribuyendo a la formación de la estructura económica dual de la entidad.

El cobro de una buena parte del tributo en dinero por la alcaldía mayor de Chiapas acentuó las relaciones de servidumbre de los indígenas a favor de empresas españolas. Rubio19 menciona que el control y administración del sistema tributario impuesto en la entidad impidió a los indígenas vivir en economías cerradas de autosuficiencia, articulándolas de manera desventajosa con el sistema dominante. Esta articulación operaba mediante intercambios comerciales nocivos para los nativos y el trabajo servil en diversas plantaciones o en haciendas ganaderas. La economía chiapaneca de 1680 dependía de la abundante fuerza de trabajo indígena.

La posterior independencia de México y la anexión de Chiapas al país no supusieron mayores cambios. En el plano económico, las relaciones de servidumbre continuaron y, mediante el “baldiaje”, los campesinos indígenas fueron sometidos y convertidos en peones acapillados o baldíos. La explotación de la población indígena se incrementó con el desarrollo de las fincas cafetaleras del Soconusco y la Lacandona. Los cafeticultores y madereros se aliaron con gente influyente de San Cristóbal de las Casas para que se comprometieran a enviar contingentes de trabajadores indígenas a las fincas a través del sistema de enganche. A finales del siglo xix, muchas haciendas de la región eran reservas de mano de obra indígena, destinadas a la exportación de trabajadores hacia la periferia del estado.

Durante el porfiriato, la concentración de tierras, favorecida por la acción de la Compañía de Tierras y Colonización de Chiapas, limitó cualquier posibilidad de desarrollo al interior de las comunidades indígenas al despojarlas de tierras comunales. Con el pretexto de reducir la propiedad particular de los terrenos baldíos, se autorizó la dotación de ejidos a los pueblos que carecían de tierras. Esta disposición de tierras “baldías” afectó de manera importante a los indígenas de Chiapas beneficiando enormemente a ciertos particulares. Entre 1875 y 1908, 27% de la superficie total del estado fue denunciada por compañías privadas. Casi dos millones de hectáreas de tierras supuestamente baldías fueron cedidas a compañías madereras, petroleras, caucheras y cafetaleras.20

La revolución de 1910-1917, que implicó transformaciones importantes en el resto de México, tuvo escasa incidencia en Chiapas. La élite local, formada por finqueros y rancheros, no sólo frenó los intentos de revolución, además impulsó movimientos contrarrevolucionarios. Ante cualquier conato de reparto de tierras, los finqueros se levantaban en armas junto con sus peones. Debido a ello, el ideal de la revolución mexicana no llegó a la entidad hasta el cardenismo. Guiteras21 señala que Cárdenas fue el único que pretendió darles tierras a los indígenas. Sin embargo, nuevamente la élite local frenó la acción agraria. La disputa por el control de la tierra se expresó en irregularidades jurídicas y litigios inconclusos, que aun ocasionan tensiones políticas y religiosas al interior de las comunidades indígenas.

Como expresa Villafuerte,22 en la estructura agraria de Chiapas inciden factores políticos e ideológicos que han persistido a lo largo de la historia. El problema agrario de la entidad está ligado a la escasez de tierra productiva y al acelerado crecimiento demográfico. La presencia de minifundios es la expresión latente de esta problemática.23 El levantamiento armado de 1994 evidenció la vigencia de estas cuestiones de antaño que permanecen sin resolver y que implican la exclusión y marginación de los indígenas.

En este trabajo se argumenta la existencia de un dualismo inducido en Chiapas con profundas raíces históricas, definido a través de la coexistencia de distintos modos de producción (heterogeneidad estructural), clasificados a groso modo en un sector desarrollado y otro rezagado, articulados a través de relaciones recíprocas (funcionales) entre las partes interconectadas de cada uno de estos. En términos generales, se subrayan como causas del dualismo los mecanismos de segregación y exclusión social asociados al territorio y a la condición étnica. Algunas de las particularidades del caso chiapaneco, en contraste con el resto de México, encuentran su origen en la etapa colonial, como ocurre con la implantación del esquema tributario cuasi-monetizado que obligó a los indígenas a insertarse en el sistema dominante de una manera desventajosa. Otras particularidades se deben, por ejemplo, a la tardía revolución y a la inconclusa reforma agraria que tuvieron lugar en la entidad y que fueron manipuladas en favor de los intereses económicos de la élite local.

La persistencia de estos viejos problemas asociados a la posesión y acceso a las fuerzas productivas en detrimento de la población indígena se hizo evidente en la coyuntura política de 1994, cuando el dualismo estructural de la entidad se acentuó por la forma de inserción de la economía mexicana a la dinámica de los mercados mundiales. La apertura comercial, específicamente la incorporación de México al TLCAN, y el involucramiento en el proceso de globalización por la vía neoliberal depararon efectos desiguales entre regiones del país y al interior de las propias regiones. Las entidades de la frontera norte aprovecharon mejor las oportunidades surgidas en el nuevo contexto. Su proximidad geográfica con el mercado de Estados Unidos, la capacidad adquirida para producir manufacturas y la disponibilidad de un sector agropecuario de alta productividad, fueron claves para ello. El sur del país, ubicado lejos de los nuevos mercados, mal comunicado, con una mano de obra menos cualificada, una industria manufacturera artesanal sin peso en la economía, un sector agrícola de bajísima productividad y acceso mínimo a los flujos de capital, no resultó atractivo para las dinámicas globales.24 A ello se sumó la necesidad de enfrentarse a sistemas que operan con otros estándares de productividad. De este modo, el aumento de la competencia debido a la liberalización de los mercados no sólo afectó negativamente a los productos agrícolas sino que también dificultó la emergencia de una industria de transformación.25 La globalización por la vía neoliberal ha generado zonas de inclusión y de exclusión, incrementando las desigualdades regionales,26 pero también intrarregionales. En Chiapas, la situación se complica al considerar la coexistencia de segmentos precapitalistas, no capitalistas, con capitalistas atrasados. En las áreas más rezagadas, donde predominan las relaciones precapitalistas, la descomposición de esas formas productivas se ha acelerado. La economía local indígena apenas produce bienes o servicios a los que se asigne valor fuera de su propia esfera, al tiempo que está sujeta a la economía nacional en la medida en que demanda algunos bienes de consumo de los que no puede autoabastecerse. Además, estas comunidades indígenas han dejado de corresponderse con la sociedad rural campesina dependiente del acceso a la tierra o que tiene a la agricultura como eje de la organización de la reproducción de la unidad doméstica.27 El rápido crecimiento poblacional, la inexistencia de nuevas tierras para la agricultura y la mínima incorporación de tecnología han llevado a situaciones de ultra-minifundismo y a la aparición de rendimientos decrecientes que han puesto freno a la expansión de la producción. Se ha llegado al punto en que la actividad primaria de las familias indígenas no garantiza su subsistencia, lo que obliga a completar sus ingresos con ayudas públicas y a su emigración fuera de las comunidades en busca de trabajos que reporten alguna remuneración.28

De esta manera, las nuevas lógicas de reproducción del valor y de reproducción social han reintegrado a los indígenas en los mercados de acumulación bajo la forma de mercancía, fuerza de trabajo, que reditúa beneficios tanto a las economías de destino como a las locales por medio de las remesas familiares.29

Técnicas de análisis y fuentes de información

Con el fin de verificar si en las décadas más recientes se han acentuado ciertas diferencias estructurales entre las áreas más y menos rezagadas de Chiapas, así como la coincidencia de estas zonas con las habitadas por población indígena; en primer lugar, se comprueba la dirección y la intensidad de la relación que mantienen distintos indicadores de bienestar con los porcentajes de población indígena. Este análisis se realiza a nivel municipal para los años 1990, 2000 y 2010.

Como indicador de la proporción de indígenas residentes en cada municipio se utiliza el porcentaje de población que habla alguna lengua indígena. Al respecto de esta variable, CDI-PNUD30 señala que “la lengua se constituye en un instrumento útil para identificar a la población indígena, sin embargo la limitación del universo indígena a la población que habla lengua indígena puede ser una restricción con importantes consecuencias”. Pese a estos inconvenientes, el tratamiento que se pretende realizar con esta variable -medida en términos relativos para todos los municipios-, así como la práctica habitual de asociar ambas características, lleva a la elección del número de hablantes de lengua indígena como indicador aproximado del tamaño real de su población. El porcentaje de residentes que habla lengua indígena en cada municipio de Chiapas se conoce a partir de los datos de los censos de población.31

Los indicadores de bienestar a los que se recurre son: el índice de marginación (IM), disponible para los años 1990, 2000 y 2010;32 el índice de rezago social para 2000 y 2010;33 el índice de desarrollo humano de 2000 y 2010;34 los porcentajes de población en situación de pobreza alimentaria, de capacidades y de patrimonio de los años 1990, 2000 y 2010;35 y el porcentaje de población en pobreza multidimensional de 2010.36 La relación entre estos indicadores y el porcentaje de indígenas se mide a través del coeficiente de correlación lineal de Pearson, r, que se calcula como la covarianza de las variables dividida por el producto de sus desviaciones estándar, y que toma valores comprendidos entre -1 y 1, indicando ausencia de relación entre las variables en caso de ser igual a 0, y mayor intensidad de la relación a medida que se aproxima a 1 o -1. El signo del coeficiente muestra el sentido de la relación: directa si es positivo, e inversa si es negativo.

Una vez comprobada la relación entre la condición indígena de los residentes y la pobreza, el menor desarrollo, la marginación, etc., así como la persistencia de estas relaciones a lo largo del tiempo, se analiza la distribución por municipios y la localización espacial de aquellos que presentan mayores y menores porcentajes de indígenas. Como se verá, existe una dicotomía muy marcada a este respecto, que da lugar a una concentración de municipios con altos porcentajes de residentes indígenas en regiones muy específicas del territorio chiapaneco.

Finalmente, se indaga qué variables específicas definen la estructura dual que se ha descrito, que cabe esperar se haya profundizado en las últimas décadas y que opera con fuerza a través de la pertenencia étnica. Para ello, se presta atención a los indicadores que contienen información para el periodo temporal más amplio, desde 1990 a 2010, que son: el IM y los porcentajes de población en pobreza alimentaria, de capacidades y de patrimonio. El porcentaje de pobreza alimentaria, por ejemplo, muestra la proporción de residentes que no pueden adquirir la canasta básica alimentaria, aun si hicieran uso de todo el ingreso disponible en su hogar en comprar sólo los bienes de dicha canasta. Para medir la pobreza de capacidades y de patrimonio se añaden más elementos a esa canasta (salud, vestido, vivienda,…) pero, en esencia, se trata de indicadores del ingreso de las familias. Por otra parte, el IM se compone de cuatro dimensiones y nueve variables: educación (descrita por dos variables), vivienda (cinco variables), distribución de la población (una variable) e ingresos monetarios (una variable). Esta última dimensión, medida a través del porcentaje de población ocupada con ingresos de hasta dos salarios mínimos, debería presentar un comportamiento semejante al de los porcentajes de pobreza, ya que también expresa capacidad de ingreso, aunque sólo sea a través del factor trabajo. Además, es la dimensión que mantiene un vínculo más estrecho con las dinámicas de mercado, por lo que podría mostrar tendencias diferentes y arrojar luz sobre la hipótesis de trabajo.

Para facilitar la comparación de los niveles y evoluciones de las distintas carencias, los municipios se agrupan en tres estratos (a, b y c) en función del porcentaje de indígenas residentes. El hecho de que los municipios de Chiapas se caractericen por tener porcentajes muy altos o muy bajos de indígenas ayuda a definir estos estratos. Hay pocos casos con porcentajes similares de uno y otro grupo. Incluso en estos últimos municipios, la heterogeneidad y mezcla no es más que aparente, resultando de la agregación de localidades o barrios marcadamente indígenas con otros no indígenas. De esta manera, se definen los tres conjuntos siguientes: a) de “municipios no indígenas”, formado por los 60 municipios que en 2010 contaban con menos de 10% de población que decía hablar lengua indígena; b) integrado por 37 municipios que en 2010 tenían entre 10 y 90% de hablantes de lengua indígena; y c) de “municipios indígenas”, con más de 90% de población hablante de lengua indígena (21 municipios). Cabe destacar que estos grupos, establecidos a partir de los datos de 2010, se corresponden casi perfectamente con los que se pueden obtener para 1990 y 2000 siguiendo el mismo criterio.37

Los porcentajes de pobreza y las nueve variables que integran el IM se recalculan para los tres conjuntos de municipios. Esta información permite comparar las carencias entre grupos. A partir de lo argumentado, cabe esperar que los rezagos sean mayores en el grupo c) y menores en el a). Los valores correspondientes al grupo b) deberían situarse entre los de c) y los de a). Además, facilita el análisis de la evolución de las carencias a lo largo del tiempo, que, según la hipótesis de trabajo, deberían reducirse más en el grupo a) que en el c), especialmente en aquellas variables más ligadas a las dinámicas del mercado. Con el fin de estudiar estas evoluciones temporales se recurre al concepto de variación relativa o tasa de variación:

que arroja resultados adimensionales, a los que no se asocian unidades de medida, siendo esto lo que hace posible la comparación de sus valores.

Los comentarios de estos resultados se complementan con información recabada en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas acerca de la actividad laboral que desempeñan los indígenas residentes, así como los que se desplazan desde los municipios cercanos hasta este núcleo urbano, que funge como cabecera de la región Altos.38

Resultados: evidencia de dualismo y del desigual impacto de la globalización neoliberal

Los datos del Cuadro 1, con coeficientes altos, más próximos a la unidad que a cero, muestran la existencia de relaciones bastante intensas entre la composición étnica y los distintos indicadores de bienestar mencionados. En aquellos municipios donde reside un mayor porcentaje de población que habla lengua indígena, se observa mayor marginación, rezago social y pobreza, así como menores niveles de desarrollo humano. Además, estas relaciones se mantienen a lo largo del tiempo. No existe una tendencia unánime hacia la intensificación o el debilitamiento de las relaciones, siendo su persistencia la característica más destacable.

Cuadro 1 Coeficientes de correlación de Pearson con respecto al porcentaje de población que habla lengua indígena. 

1990 2000 2010
Índice de marginación 0.737 0.716 0.715
Índice de rezago social --- 0.749 0.809
Índice de desarrollo humano --- -0.812 -0.755
Pobreza alimentaria 0.654 0.617 0.734
Pobreza de capacidades 0.642 0.602 0.705
Pobreza de patrimonio 0.607 0.569 0.617
Pobreza multidimencional --- --- 0.622

Fuente: elaboración propia a partir de las fuentes de datos señaladas en las notas a pie de página. 29 a 33.

Al menos en el caso de los municipios de Chiapas, la pertenencia étnica se revela como un factor clave en la determinación de las condiciones de vida. El dualismo comentado encuentra un paralelismo claro en la dicotomía indígena-no indígena. El caso es que la diferenciación étnica por áreas geográficas es muy marcada en el estado. Como se observa en la Gráfica 1, en el año 2010, prácticamente la mitad de los municipios tenía menos de 10% de residentes indígenas. En el otro extremo, se encuentran 22 municipios en los que más de 90% de los residentes hablaban lengua indígena. Esta polarización facilita la identificación de aquellos municipios en los que cabe esperar mayores rezagos estructurales, así como dinámicas diferenciadas en las últimas décadas. Cabe señalar, además, que estos 22 municipios, así como los 36 con porcentajes de indígenas comprendidos entre 10 y 90%, o los 60 municipios sin apenas indígenas, se localizan en regiones espacialmente bien definidas. En concreto, la zona de mayor concentración de población indígena se corresponde con la antigua región de Los Altos y el noroeste de la Selva (Mapa 1), que a partir de 2011 pasaron a denominarse regiones Altos Tsotsil-Tseltal y Tulijá Tseltal Chol, respectivamente. En la mitad sur del estado, las regiones Soconusco, Istmo Costa, Sierra Mariscal, Frailesca, Meseta Comiteca Tojolabal, Metropolitana y Valles Zoque, así como en la región Norte, la proporción de indígenas residentes es mínima.

Fuente: Elaboración propia con datos del Censo de población y vivienda 2010 del INEGI.

Gráfica 1 Número de municipios de Chiapas según porcentaje de residentes que hablaban lengua indígena, 2010. 

Fuente: Elaboración propia con el programa sCINCE 2010 del INEGI y datos del Censo de población y vivienda 2010.

Mapa 1 Localización de los municipios de Chiapas según porcentaje de residentes que hablaban lengua indígena, 2010. 

Al prestar atención a los niveles y a la evolución de las variables componentes del IM (Cuadro 2) se advierte el importante rezago estructural que padecen los municipios indígenas en relación a los otros dos grupos, pero especialmente al de municipios con menor proporción de residentes indígenas. El porcentaje de población de 15 años o más analfabeta era más del doble entre los indígenas, tanto en 1990 como en 2010. El ritmo de reducción de esta carencia fue idéntico en los tres grupos de municipios. Situaciones y dinámicas similares se observan para el resto de variables. Los rezagos que afectan a la población sin primaria completa, viviendas sin drenaje ni excusado, y viviendas sin energía eléctrica se redujeron ligeramente menos en los municipios indígenas; que, en cambio, disfrutaron de mayores avances en términos de viviendas sin agua entubada y viviendas con piso de tierra. Dos variables se redujeron a un ritmo sustancialmente menor en el grupo indígena: el porcentaje de viviendas con algún nivel de hacinamiento y la población en localidades con menos de 5 000 habitantes. Finalmente, una carencia incluso aumentó, mientras se reducía en el resto de la entidad: el porcentaje de población ocupada con ingreso de hasta dos salarios mínimos.

Cuadro 2 Valores de las variables componentes del IM y variaciones relativas para los tres grupos de municipios, 1990-2010. 

Componentes del IM Grupo 1990 2000 2010 Variación relativa
% de población de 15 años o más analfabeta a) 21.74 16.77 12.99 -40.25
b) 39.19 29.64 22.75 -41.95
c) 56.29 45.58 33.72 -40.10
% de población de 15 años o más sin primaria completa a) 55.40 44.22 32.11 -42.05
b) 71.64 58.80 42.95 -40.05
c) 79.58 68.42 51.23 -35.63
% ocupantes en viviendas sin drenaje ni excusado a) 33.33 14.06 3.39 -89.82
b) 46.74 22.64 6.24 -86.66
c) 78.14 40.61 10.23 -86.91
% ocupantes en viviendas sin energía eléctrica a) 23.34 8.33 2.13 -90.85
b) 47.10 15.81 5.71 -87.87
c) 65.35 23.79 7.63 -88.32
% ocupantes en viviendas sin agua entubada a) 40.13 26.36 24.29 -39.47
b) 41.58 18.18 15.55 -62.60
c) 52.57 32.42 27.99 -46.76
% viviendas con algún nivel de hacinamiento a) 71.03 61.00 48.33 -31.96
b) 77.06 70.01 60.14 -21.96
c) 83.78 78.50 71.95 -14.12
% ocupantes en viviendas con piso de tierra a) 37.70 28.39 12.36 -67.21
b) 63.13 52.52 18.07 -71.38
c) 88.70 82.01 25.48 -71.28
% población en localidades con menos de 5,000 habitantes a) 56.18% 50.40 47.03 -16.29
b) 75.58% 69.62 65.19 -13.74
c) 97.60% 95.48 90.73 -7.04
% población ocupada con ingreso de hasta dos salarios mínimos a) 76.34% 70.93 62.56 -18.04
b) 83.75% 81.90 77.98 -6.89
c) 91.71% 90.26 92.56 0.93

Fuente: Elaboración propia a partir de las fuentes de datos señaladas en la nota a pie de página número 31.

La variable más ligada a las dinámicas del mercado, que refleja la capacidad de obtener ingresos mediante el factor productivo más abundante en esta población, lejos de mejorar, sufrió un deterioro, ampliando la brecha existente en las condiciones de vida de los municipios indígenas y no indígenas de Chiapas. En 2010, 92.56% de los ocupados residentes en municipios indígenas tenía un ingreso que no superaba los dos salarios mínimos.

Esta evolución tiene reflejo en los porcentajes de pobreza (Cuadro 3), que aumentaron en los municipios indígenas mientras se reducían (o aumentaban menos) en aquellos con menor proporción de indígenas. En los primeros, la pobreza alimentaria se elevó desde 66.58% en 1990 hasta 77.79% en 2010. En los segundos incluso se redujo (de 38.64% a 37.44%). Lo mismo ocurrió con la pobreza de capacidades. La pobreza de patrimonio experimentó variaciones menores; no obstante, ilustra las condiciones de vida de los indígenas chiapanecos: en 2010, 95.79% no podían adquirir la canasta alimentaria, así como realizar los gastos necesarios en salud, vestido, vivienda, transporte y educación, aun utilizando la totalidad del ingreso del hogar en la adquisición de estos bienes y servicios.

Cuadro 3 Porcentajes de población en situación de pobreza y variaciones relativas para los tres grupos de municipios, 1990-2010. 

Variables Grupo 1990 2000 2010 Variación relativa 1990-2010
% Población en pobreza alimentaria a) 38.64 43.65 37.44 -3.10
b) 52.28 64.92 58.34 11.59
c) 66.58 78.94 77.79 16.83
% Población en pobreza de capacidades a) 47.76 52.68 47.46 -0.63
b) 61.34 72.12 67.44 9.94
c) 74.54 84.78 85.11 14.17
% Población en pobreza de patrimonio a) 69.51 73.15 70.97 2.11
b) 80.41 86.08 84.85 5.51
c) 89.18 94.41 95.79 7.41

Fuente: Elaboración propia a partir de la fuente de datos señalada en la nota a pie de página número 32.

Como se planteaba en la hipótesis de trabajo, en las últimas décadas, el dualismo estructural de la economía chiapaneca parece haberse acentuado, operando en detrimento de las poblaciones indígenas, especialmente en aquellas variables más ligadas al mercado, como son los salarios. Las otras componentes del IM siguen presentando brechas muy importantes, que en unos casos han tendido a cerrarse y en otros a ampliarse, aunque levemente. En el mejor de los casos, no parece que el proceso de globalización por la vía neoliberal haya reportado beneficios para estos enclaves precapitalistas, conectados de manera asimétrica con el resto de la economía estatal y nacional. Al contrario, la escasez de tierras, la caída de los precios del café, la crisis de producción de granos básicos, sumado a la guerra de baja intensidad y a los conflictos político-religiosos de las comunidades, han reducido las oportunidades de generación de ingreso. Como también señalan Martínez y Peláez39 o Villafuerte,40 la expansión de las ayudas gubernamentales no ha impedido que las cifras de pobreza continúen aumentando.

En este escenario, la estrategia de sobrevivencia de estas poblaciones se ha basado en la emigración. En los últimos años, un importante número de indígenas se ha desplazado desde las áreas rurales hacia las ciudades del estado. En los municipios de origen, el empleo se concentra en el sector primario y por encima de 80% de los ocupados tiene ingresos inferiores a dos salarios mínimos (Cuadro 4). Concretamente, en 18 de los 22 municipios de amplia mayoría indígena, más de 90% de los ocupados cobra menos de dos salarios mínimos.

Cuadro 4 Sector de actividad y salarios de la población ocupada en los municipios con más de 90% de residentes indígenas, 2010. 

Municipio Porcentaje de población ocupada que trabaja en cada sector de actividad económica
Primario Secundario Comercio Servicios
El Bosque 86.85 4.42 2.44% 5.81
Chalchihuitán 94.22 1.35 0.54 1.84
Chamula 63.48 18.71 11.39 6.04
Chanal 94.78 1.59 0.44 2.74
Chenalhó 80.52 11.80 2.31 4.79
Chilón 85.50 3.50 2.50 7.67
Huixtán 84.72 7.62 1.49 4.67
Larráinzar 75.46 16.63 2.05 4.97
Mitontic 80.54 9.38 4.37 4.31
Ocotepec 75.37 8.84 3.85 11.00
Oxchuc 90.20 1.74 0.87 6.93
Pantelhó 81.71 6.75 4.87 6.21
Sitalá 87.55 3.43 2.81 4.87
Tapalapa 67.14 8.66 5.63 15.80
Tenejapa 88.02 3.94 2.18 5.11
Tila 82.48 4.71 4.23 8.58
Tumbalá 86.00 2.24 2.68 8.39
Zinacantán 65.52 12.62 15.71 5.73
San Juan Cancuc 96.45 1.30 0.60 1.51
Aldama 92.43 3.46 0.93 2.34
San Andrés Duraznal 85.90 5.81 3.08 4.41
Santiago el Pinar 93.63 3.11 0.44 2.37
San Cristóbal de las Casas 11.11 19.02 19.71 49.21
Tuxtla Gutiérrez 1.50 17.16 22.85 57.51
Chiapas 42.76 13.51 13.86 29.04

Fuente: Elaboración propia con datos del Censo de población y vivienda 2010 del INEGI.

No obstante, su llegada a los núcleos urbanos y la consecuente sustitución de las actividades agrícolas por las relacionadas con el sector terciario, destacando el comercio, tampoco ha supuesto una mejora significativa de sus condiciones de vida. Su situación específica en los municipios de destino, donde son minoría, no es la que indican las cifras promedio, en las que aparecen mezclados con el resto de la población. Estrada ya encontraba que los indígenas residentes en la ciudad de San Cristóbal de las Casas se ocupaban, principalmente, en las actividades de servicio doméstico, construcción (como albañiles), turismo, comercio y transportes.41

Se ha podido comprobar que en la actualidad, el trabajo doméstico en la ciudad está saturado. No obstante, sigue representando la principal puerta de entrada de las mujeres indígenas al trabajo urbano. Los empleos pueden ser permanentes (de planta), por jornada (de entrada por salida), o por actividad: lavando y planchando. Las jornadas laborales son de más de ocho horas, sin contrato, sin seguro social, sin día de descanso pagado, sin vacaciones y con un salario inferior al mínimo.

Para los varones indígenas, la construcción es la fuente de empleo más importante, desempeñándose básicamente como albañiles y peones. Sus empleos son temporales, de uno a seis meses de duración según el contrato acordado y el tipo de obra a realizar. Otras actividades relevantes, guardan relación con el turismo, donde los indígenas son un gancho para los visitantes europeos y estadounidenses, al tiempo que representan un insumo barato para las empresas dedicadas a esta actividad, que los integran como meseros, mozos, bodegueros, empleados de mostrador, jardineros, sirvientes, cocineros, cargadores o elementos de escaparate. Las condiciones laborales en que se desempeñan son precarias. Se les contrata de palabra, sin contrato que proteja sus Kderechos, siendo los patrones los que deciden la temporalidad y duración de las jornadas laborales.

El comercio informal, en un lugar establecido, por parte de los indígenas es resultado de la apropiación de espacios económicos por líderes indígenas. En las plazas y mercados establecidos se comercializa todo tipo de bienes, incluyendo artesanías. Actualmente existen organizaciones sociales que controlan el acceso a estos mercados, beneficiando a un número reducido de indígenas migrantes, pero excluyendo a un porcentaje importante de la población de comercializar sus productos en estos lugares. A estos obstáculos se suma el intermediarismo, debido a la creación de cooperativas de transporte que comunican los parajes indígenas con las cabeceras municipales y con el centro rector de la región.

En cualquiera de los casos, el reducido dinamismo de las ciudades de Chiapas se ha constituido en el principal factor limitativo de la estrategia de migración rural-urbana. Los núcleos urbanos han sido incapaces de generar los suficientes empleos de calidad como para absorber a la población excedente de las áreas rurales. Esto ha obligado a los indígenas, pero también a los no indígenas, a buscar alternativas lejos de la entidad, ya sea en la construcción o en el sector servicios de la Riviera Maya, en la maquila de la Frontera Norte, en el Distrito Federal o, superando la frontera nacional, en los Estados Unidos de América, como detallan algunas investigaciones.42 Esta solución tiene el claro inconveniente del desarraigo y la descomposición de los núcleos familiares, ya que los emigrantes, en muchas ocasiones, no viajan en compañía de sus parientes, que quedan en Chiapas a la espera de noticias y remesas.

Reflexiones finales

Como se ha mostrado, Chiapas es un estado altamente heterogéneo, con un modelo económico dual en el que la exclusión social está asociada al territorio y a la condición étnica. El atraso económico de los pueblos indígenas es un problema multidimensional con profundas raíces históricas, que se ha agravado en las últimas décadas. Se habla de la existencia de un dualismo estructural inducido a partir de hechos históricos que explican la escasa dotación y desarrollo de las fuerzas productivas de las economías indígenas. La brecha entre los municipios indígenas y no indígenas de la entidad, lejos de cerrarse, ha continuado creciendo a partir de la inserción de la economía mexicana a la dinámica de la economía mundial, especialmente en aquellos aspectos más ligados a la acción del mercado: los salarios, en particular, y la generación de ingresos, en general.

La concentración de indígenas en el sector informal evidencia las contradicciones del modelo de articulación y la incapacidad de la economía rectora para dar empleo a los excedentes de mano de obra rural. Retomando las ideas del dualismo clásico de Lewis (1954), el polo dinámico debería absorber el exceso de mano de obra del polo atrasado. Sin embargo, en el actual contexto de globalización neoliberal, la periferia no sólo carece de ciudades dinámicas sino que, además, soporta un crecimiento de la población explosivo debido a que su transición demográfica no se ha dado de forma endógena, a diferencia de lo ocurrido en los países pioneros en la industrialización.

En el actual esquema global, la inserción en mercados laborales dinámicos, del centro del sistema o de los enclaves en la periferia, requiere migraciones de más larga distancia, siendo esta estrategia de sobrevivencia la que se ha acabado imponiendo en los años más recientes ante el deterioro de los mercados locales y la limitada capacidad de las políticas públicas para mejorar las condiciones y combatir los rezagos heredados. Las implicaciones de estos cambios en los patrones de reproducción social de las poblaciones indígenas están por ver, pero sin duda, resultarán importantes ya que suponen alteraciones fundamentales en comunidades para las cuales “la tierra y el territorio son más que trabajo y alimento: son también cultura, comunidad, historia, ancestros, sueños, futuro, vida y madre”, como menciona Aubry.43

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1Con los datos de producto interno bruto (PIB) por entidad federativa, publicados por el INEGI, y las cifras de población del Consejo Nacional de Población (CONAPO), se calcula que el PIB per cápita de Chiapas en 2013 alcanza un valor de 44,523 pesos (a pesos constantes de 2008). En las mismas condiciones, el PIB per cápita de Oaxaca es de 51,774 pesos y el del país en conjunto 110,829 pesos. INEGI, “Sistema de cuentas nacionales de México”, disponible en: www.inegi.org.mx/est/contenidos/proyectos/scn/. Consulta: el 13 de noviembre de 2015; CONAPO, “México en cifras: indicadores demográficos básicos”, en www.conapo.gob.mx/es/conapo/Indicadores_sociodemograficos. Consulta: el 13 de noviembre de 2015.

2PNUD Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Índice de desarrollo humano para las entidades federativas, México 2015: avance continuo, diferencias persistentes (México: PNUD, 2015): 6.

3CONEVAL Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, “Resultados de pobreza en México 2012 a nivel nacional y por entidades federativas”, disponible en: www.coneval.gob.mx/Medicion/Paginas/Medici%C3%B3n/Pobreza%202012/Pobreza-2012.aspx. Consulta: el 12 de enero de 2016.

4Sergio de la Vega, Raúl Romo y Ana L. González, Índice de marginación por entidad federativa y municipio 2010 (México: Consejo Nacional de Población, 2011): 57.

5CONEVAL, “Índice de rezago social; resultados 2010; Excel para estados y municipios 2000-2005-2010, y programa de cálculo”, disponible en: internet.coneval.gob.mx/coordinacion/entidades/Sinaloa/Paginas/rezago_social.aspx. Consulta: el 12 de enero de 2016.

6La globalización neoliberal es entendida como la aplicación generalizada, a escala planetaria, de políticas neoliberales (entre las que destacan, por ejemplo, la promoción del libre comercio o la reducción del gasto público y de la intervención del Estado) en un marco de creciente comunicación e interdependencia de los distintos mercados, sociedades y culturas del mundo.

7W. Arthur Lewis, “Economic development with unlimited supplies of labour”, The Manchester School of Economic and Social Studies, 22, 2 (1954): 139-191.

8Lewis, “Economic development”.

9Simon Kuznets, “Economic growth and income inequality”, American Economic Review, 45, 1 (1955): 1-28.

10Harold Lydall, A theory of income distribution (Oxford: Clarendon Press, 1979).

11Gustav Ranis y Paul Schultz, The state of development economics: progress and perspectives (Oxford: Basil Blackwell, 1988).

12Celso Furtado, Teoria e política do desenvolvimento econômico (Sao Paulo: Companhia Editora Nacional, 1967).

13Aníbal Pinto, Inflación: raíces estructurales (México: Fondo de Cultura Económica, 1973).

14Carlo Benetti, La acumulación en los países capitalistas subdesarrollados (Madrid: Fondo de Cultura Económica, 1976).

15Juan Castaingts, Las sociedades convertidas a sociedades duales y la reproducción de la pobreza (Sin lugar: Documento de trabajo, 2007).

16Andrés Aubry, Chiapas a contrapelo. Una agenda de trabajo para su historia en perspectiva sistémica (México: Centro de Estudios, Información y Documentación Immanuel Wallerstein, 2005).

17Antonio García de León, Resistencia y utopía: memorial de agravios y crónicas de revueltas y profecías acaecidas en la provincia de Chiapas durante los últimos 500 años de su historia (México: Era, 1985).

18Juan Pablo Viqueira, “Tributo y sociedad en Chiapas (1680-1721)”, Historia Mexicana, XLIV, 2 (1994): 237-267.

19Manuel Rubio, Los jueces reformadores de milpas en Centroamérica (Guatemala: Academia de Geografía e Historia de Guatemala, 1982).

20García de León, Resistencia y utopía.

21Calixta Guiteras, Los peligros del alma: visión del mundo de un tzotzil (México: FCE, 1965).

22Daniel Villafuerte et al., La tierra en Chiapas: viejos problemas nuevos (México: FCE, 2002).

23Robert Wasserstrom, “La tierra y el trabajo agrícola en la Chiapas central: un análisis regional”, Revista Mexicana de Sociología, 39, 3 (1985): 1041-1064.

24Óscar Peláez, Jorge López y Bruno Sovilla, “Causas del crecimiento económico desigual de las fronteras norte y sur de México en la era del TLCAN”, Revista de Economía, 28, 77 (2011): 39-72.

25Según datos de los Censos correspondientes, en Chiapas, en el año 1990, 58.3% de la población ocupada laboraba en el sector primario. En 2000, la participación en este sector se había reducido hasta 47.3%. En 2010, llegaba a 42.8%. Los trabajadores que abandonaron el sector primario se emplearon casi en su totalidad en el comercio y los servicios. El sector secundario apenas registró variaciones, dando empleo a 11.1% de los ocupados en 1990, 13.2% en 2000 y 13.5% en 2010. Como señalan Martínez y Peláez, en Chiapas, en las últimas décadas, se ha dado un proceso de terciarización sin industrialización previa. Julieta Martínez y Óscar Peláez, “Políticas asistenciales para rezagos estructurales: el caso de Chiapas”, Estudios Críticos del Desarrollo, 4, 6 (2014): 129.

26Jorge Isaac, “La dimensión regional”, Siglo XXI: México para armar. Cinco dimensiones de la economía mexicana, coordinado por Jorge Isaac y Luis Quintana (México: CEDA/Plaza y Valdés, 2004): 125-177.

27Kristen Appendini y Gabriela Torres, eds. ¿Ruralidad sin agricultura? Perspectivas multidisciplinarias de una realidad fragmentada (México: El Colegio de México, 2008): 255.

28Reynaldo Germán Martínez-Velasco, “¿Por qué quedarse en Chiapas? Un análisis de los factores de la migración intraestatal de la población indígena”, Tesis de doctorado (Tijuana: El Colegio de la Frontera Norte, A. C, 1999); Daniel Villafuerte, “Crisis rural, pobreza y hambre en Chiapas”, LiminaR. Estudios Sociales y Humanísticos, 13, 1 (2015): 13-28.

29Abelardo Morales y Carlos Castro, Migración, empleo y pobreza (San José, Costa Rica: FLACSO, 2006).

30CDI-PNUD Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas-Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Informe sobre desarrollo humano de los pueblos indígenas de México 2006 (México: CDI-PNUD, 2006), 64.

31INEGI Instituto Nacional de Estadística y Geografía, XI Censo general de población y vivienda 1990, XII Censo general de población y vivienda 2000 y Censo de población y vivienda 2010, disponible en: www.inegi.org.mx/. Consulta: el 12 de enero de 2016.

32CONAPO, “Desigualdad regional y marginación municipal en México, 1990”, disponible en: www.conapo.gob.mx/es/conapo/Desigualdad_Regional_y_Marginacion_Municipal_en_Mexico_1990 . Consulta: el 12 de enero de 2016; José Luis Ávila, Carlos Fuentes y Rodolfo Tuirán, Índices de marginación, 2000 (México: CONAPO, 2001): 65-168; Sergio de la Vega, Raúl Romo y Ana L. González, Índice de marginación por entidad federativa y municipio 2010 (México: CONAPO, 2011): 96-100.

33CONEVAL, “Índice de rezago social; resultados 2010; Excel para estados y municipios 2000-2005-2010, y programa de cálculo”, disponible en: www.internet.coneval.gob.mx/coordinacion/entidades/Sinaloa/Paginas/rezago_social.aspx. Consulta: el 8 de enero de 2016.

34PNUD, “Índice de desarrollo humano municipal en México: nueva metodología”, disponible en: www.mx.undp.org/content/mexico/es/home/library/poverty/idh-municipal-en-mexico--nueva-metodologia.html . Consulta: el 13 de enero de 2016.

35CONEVAL, “Evolución de la pobreza por ingresos estatal y municipal”, disponible en: www.coneval.org.mx/Medicion/Paginas/Evolucion-de-las-dimensiones-de-la-pobreza-1990-2010-.aspx. Consulta: el 8 de enero de 2016.

36CONEVAL, “Medición de la pobreza: resultados de pobreza por municipio 2010”, disponible en: www.coneval.gob.mx/Medicion/MP/Paginas/Anexo-estad%C3%ADstico-municipal-2010.aspx. Consulta: el 8 de enero de 2016.

37En el grupo con más de 90% de hablantes de lengua indígena no hay ninguna variación. En los otros dos grupos se registran algunos cambios. En el año 2000, Copainalá, Chicoasén y Tapilula presentan más de 10% de indígenas, mientras que en 2010 su porcentaje es inferior. En 1990, son Chicoasén, Las Rosas, Copainalá, Tapilula, El Porvenir y La Trinitaria los que superan 10%, al tiempo que Osumacinta y Acala caen por debajo de esta cota, al contrario de lo que ocurre en 2010. En cualquiera de los casos, los porcentajes que llevan al cambio de grupo son mínimos.

38En el municipio de San Cristóbal de las Casas, el porcentaje de indígenas residentes se ha elevado desde 33.05% en 1990 hasta 36.66% en 2010. En Tuxtla Gutiérrez, su presencia y su incremento han sido menores: 1.93% en 1990 y 2.17% en 2010.

39Julieta Martínez y Óscar Peláez, “Políticas asistenciales para rezagos estructurales: el caso de Chiapas”, Estudios Críticos del Desarrollo, 4, 6 (2014): 121-147.

40Daniel Villafuerte, “Crisis rural, pobreza y hambre en Chiapas”, LiminaR. Estudios Sociales y Humanísticos, 13, 1 (2015): 13-28.

41Rosa Isabel Estrada, Indígenas de San Cristóbal de las Casas, Chiapas: de dónde vienen, cómo viven, cómo se ven y cómo son vistos (Guadalajara: Producción Groppe, 2009).

42Daniel Villafuerte y María del Carmen García, “Crisis rural y migraciones en Chiapas”, Migración y Desarrollo, 6 (2006): 102-130; Graciela Freyermuth, Sergio Meneses y Juan Carlos García-Sosa, “Migración y enfermedades de transmisión sexual en Chamula, Chiapas: un estudio exploratorio”, El señuelo del norte: migración indígena contemporánea, coordinado por Graciela Freyermuth, Sergio Meneses y Germán Martínez (San Cristóbal de las Casas: Consejo Estatal de Población Chiapas, 2007): 61-151; Diane L. Rus y Jan Rus, “La migración de trabajadores indígenas de Los Altos de Chiapas a Estados Unidos, 2001-2005: el caso de San Juan Chamula”, Migraciones en el sur de México y Centroamérica, coordinado por Daniel Villafuerte y María del Carmen García (México: Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas/Miguel Ángel Porrúa, 2008): 343-382; Daniel Villafuerte y María del Carmen García, “Algunas causas de la migración internacional en Chiapas”, Economía y Sociedad, 14, 21 (2008): 41-58; Jorge López, Bruno Sovilla y Francisco García, “Efectos macroeconómicos de las remesas en la economía mexicana y de Chiapas”, Papeles de Población, 17, 67 (2011): 57-89.

43Andrés Aubry, “Tierra, terruño, territorio”, disponible en: www.jornada.unam.mx/2007/06/01/index.php?section=opinion&article=024a1pol. Consulta: el 29 de julio de 2015.

Recibido: 11 de Enero de 2016; Aprobado: 20 de Julio de 2016

Julieta Martínez-Cuero. Doctora en Estudios Sociales por la Universidad Autónoma Metropolitana. Programa de Becas Posdoctorales en la UNAM, Becaria del Instituto de Investigaciones Económicas.

☆☆

Óscar Peláez Herreros. Doctor en Economía por la Universidad de Cantabria, España. Investigador titular de El Colegio de la Frontera Norte, sede Tijuana.

☆☆☆

Jorge Alberto López Arévalo. Doctor en Economía por la Universidad de Santiago de Compostela, España. Profesor-investigador de la Universidad Autónoma de Chiapas.

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