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Intersticios sociales

versão On-line ISSN 2007-4964

Intersticios sociales  no.6 Zapopan Set. 2013

 

Reseñas

 

Laura Loeza Reyes y Martha Patricia Castañeda (coords.) Identidades: teorías y métodos para su análisis

 

Zeyda Rodríguez Morales

 

México: UNAM, 2011

 

Universidad de Guadalajara

 

Identidades: teorías y métodos para su análisis consta de seis capítulos, una introducción, un epílogo y una bibliografía comentada por cuatro de los autores que participan en él.

En palabras de sus coordinadoras, el texto pretendió dar cuenta, por una parte, de la multiposicionalidad teórica que existe en torno del concepto de identidad, y por otra exponer una serie de análisis situados que sirven de ejemplos de investigación, las cuales ilustran diversos abordajes metodológicos y los hallazgos resultantes de indagaciones en torno de varios sujetos sociales particulares.

El primero de los capítulos de este libro, que lleva por nombre "Cultura, identidad y procesos de individualización", consiste en una excelente puerta de acceso a la temática en la que es ineludible definir algunos supuestos fundamentales que el resto de los capítulos asumen explícita o implícitamente. Me refiero a la modernidad, el proceso de individualización que implica la cultura y las identidades, tarea que realiza en forma precisa y didáctica el maestro Gilberto Giménez.

En este texto queda claro que el terreno que se pisa cuando se trabaja con el concepto de identidad, exige siempre poner un pie en el lado de lo social y otro en el del individuo. No hay manera de elegir sólo uno de estos planos, pues el material del que abreva uno tiene su origen en el otro y viceversa. Identidad señala siempre vinculación, tanto de lo objetivo con lo subjetivo, de lo estructural con lo biográfico, de lo determinado con lo contingente, de lo colectivo con lo individual. De ahí justamente que su concepto se despliegue en dos, siempre conectados.

El capítulo del maestro Giménez revisa el concepto y sus propiedades, se extiende en la dualidad que implica desde las categorías de atributos de pertenencia social y atributos particularizantes, y se extiende en las acepciones de identidad individual e identidad colectiva. Prosigue con una reflexión sobre la plasticidad de las identidades, su capacidad para cambiar sin perder sus fronteras; finalizando con otra sobre la dinámica que se establece entre las identidades y los mundos de vida.

El libro continúa con otro capítulo de corte teórico escrito por Martha Patricia Castañeda Salgado, una de sus coordinadoras, que lleva por título "Perspectivas metodológicas feministas para el estudio de las identidades de género". El objetivo del texto es presentar algunas de las perspectivas metodológicas que desde el feminismo se han desarrollado, todas ellas interesadas en dotar al concepto de un componente político fundamental. Desde este enfoque la identidad se concibe, dice Martha Patricia, "como la definición de una forma-de-ser y una forma-de-estar en el mundo que se adquiere a lo largo del proceso constitutivo del sujeto".1

En la primera sección del trabajo se describen los diversos enfoques teóricos, tales como el cognitivo, dialéctico, el de Pierre Bourdieu, el del interaccionismo simbólico y el de Gilberto Giménez. Algo fundamental en ellos es que piensan a la identidad como dadora de capacidad para orientar la acción, y al tratarse de una identidad genérica en ella "se sintetiza un orden social que prescribe el deber ser en su conjunto: en esa medida orienta las acciones concretas de los sujetos de género".2

Un elemento clave que destaca esta autora es que "la identidad de género tiene en el cuerpo su referente básico y en la experiencia el fundamento de su historia".3 Esto implica de manera automática a la sexualidad; por tanto, la identidad de género desde el feminismo implica cultura, cuerpo y sexualidad, trinomio que se aterriza metodológicamente en el concepto de experiencia femenina (la vida de las mujeres en concreto), y es allí donde se manifiestan el poder, la desigualdad y la dominación. El texto prosigue con la descripción de las propuestas metodológicas de Marcela Lagarde, Teresa del Valle, Florinda Riquer, la perspectiva crítica feminista y la aproximación poscolonial.

El tercer trabajo del libro se denomina "Narrativas identitarias al límite: la mara salvatrucha (MS-13) y la pandilla del barrio 18 (B-18)", cuyo autor es Alfredo Nateras Domínguez. Con él se inicia la serie de trabajos que aterrizan el análisis en algunos sujetos situados histórica y socialmente desde esta perspectiva teórica.

En el caso de este texto, su autor explora la construcción de una narrativa dominante en el ámbito académico y en el de los medios de comunicación, sobre la identidad colectiva de los jóvenes agrupados bajo el nombre de la Mara Salvatrucha y la Pandilla del Barrio 18, originarios de Centroamérica pero que transitan frecuentemente hacia Estados Unidos cruzando por México.

Tal narrativa consiste en considerarlos "únicos responsables o causantes de la violencia social y de su estela de muerte, situación que construyó un miedo social en una parte importante de la población con respecto a los integrantes de estos agrupamientos, o adscripciones identitarias juveniles, plagadas de prejuicios, estereotipos, estigmas y mitos".4 El abordaje de Nateras sobre este hecho atiende al contexto global, nacional y local, los cuales dibuja a grandes rasgos en sus dimensiones económica, política y social.

El texto continúa elaborando una reflexión de corte etnográfico sobre el sujeto de la enunciación, es decir, el propio investigador y su capacidad de desligarse o tomar distancia de dicha representación sobre su sujeto-objeto de estudio; en este caso, saturada de significados negativos cuyo efecto fue la instauración de un miedo social que llegó a instalarse y atravesar el cuerpo de quien la escribe.

El cuarto texto de esta compilación corresponde a Rogelio Marcial Vázquez, y se titula "Identidades juveniles: discursos y prácticas de resistencia". Partiendo del concepto de ideología de Teun Van Dijk, el autor retoma las categorías de creencias culturales y grupales con el fin de destacar el proceso cognoscitivo que permite diferenciar entre un "nosotros" y un "ellos" en los miembros de las culturas juveniles.

En ese proceso se involucran dos tipos de conocimiento, uno llamado conocimiento reificado "que tiene que ver con lo formal, lo institucional y el ‘deber ser’ que se espera de la juventud […] y un conocimiento regenerativo, conformado por creencias grupales que elaboran un conocimiento interpretativo por naturaleza".5 Es mediante este último que los jóvenes se reapropian del conocimiento social y lo adecuan a sus vidas, posibilitando un mayor control de las mismas, de sus actividades y sus espacios.

Partiendo de estas líneas teóricas, Rogelio Marcial procede a describir los elementos esenciales de la identidad de la sociedad tapatía sintetizándola en el trinomio "ser criollo, mocho y macho", para anteponer a ésta una amplia diversidad de prácticas que las culturas juveniles emprenden así como la generación de discursos "ocultos" que muestran cuánto se separan y oponen a tal narrativa.

El trabajo prosigue con una amplia descripción que analiza este terreno de confrontaciones donde aparecen tanto los discursos que desde el poder apelan a los jóvenes –las ideologías institucionales–, como las acciones que éstos emprenden y que hablan de la existencia de lo que el autor llama "ideologías juveniles en resistencia".

El penúltimo trabajo de este libro es de Leticia Ruano Ruano y se ocupa de "La experiencia colectiva e individual en el estudio de la identidad de Acción Católica Mexicana", organización de laicos apostólicos que la autora explora de 1929 a 1980 en nuestro país.

Es un trabajo de corte histórico en el que se analiza la vinculación entre la identidad colectiva de la organización y la identidad individual de sus miembros por medio del engrane de las experiencias en ambas dimensiones. En esta reconstrucción cobra especial relevancia el antagonismo de la ACM con el Estado mexicano y su proceso de secularización, acompañado de una ideología revolucionaria y liberal.

En términos metodológicos la autora propone una triple entrada al asunto de la identidad: la realidad como contexto, la memoria como lo experienciado y la narración como lo dicho. Acceder al primero la lleva a analizar las posturas de dicho organismo en términos de su relación con la Iglesia y su propio discurso sobre la familia, la patria y la sociedad. El segundo aspecto la orienta a la reconstrucción de la historia particular de cada una de sus integrantes claves (María Luisa y Lolita), sus familias y comunidades; y el tercero a la propia organización y los procesos de socialización hacia sus miembros.

De este modo, el trabajo constituye un ejemplo de cómo se vinculan tres planos: el contexto por medio de la construcción histórica de un periodo, el funcionamiento de la propia organización y sus cuitas frente a su alter, en este caso, el Estado, y el ámbito individual en el que se expresa la producción de un yo pero también de un nosotros que se nutre en el día a día de la vida cotidiana.

El último de los textos es el de Laura Loeza Reyes, la segunda de las coordinadoras del libro, y se denomina "Pensar la gobernabilidad desde las identidades y las subjetividades sociales". Este trabajo aborda un tema distinto, el de las identidades políticas y la gobernabilidad, poniendo énfasis en el aspecto del discurso destacando su cualidad reflexiva como "productor" de realidad.

Siguiendo esa línea, la autora parte de dos categorías: la de narrativas hegemónicas, que imponen un comportamiento a los gobernados, y la de narrativas alternativas, que expresan modelos opuestos de sociedad y política; la dinámica entre ambas explica el cambio social.

El referente empírico al que se dirigió Laura Loeza fue una red nacional de organizaciones civiles llamada Convergencia de Organismos Civiles por la Democracia, y dentro de ella entrevistó a 30 miembros de su elite dirigente, reconstruyendo el periodo de sus vidas de 1942 al año 2000. El objetivo de la investigación fue en tres sentidos: explorar la forma de autoconcebirse, es decir, sus identidades políticas; dar cuenta de las maneras en que contestan el poder; y analizar cómo esto se refleja en algunos cambios sociales y políticos en México.

Para emprender el análisis, la autora incorpora una tercera categoría sobre el discurso: narrativas públicas, las cuales nutren la matriz histórico-cultural en la que hemos sido socializados en nuestro país y cuya característica fundamental es haber logrado hasta ahora, en términos generales y amplios, la inhibición del cambio social.

Sin embargo, alejándose de una visión fatalista de las cosas, retoma el concepto de ciudadanía práctica de André Corten para posibilitar el acceso metodológico a la capacidad de agencia de los actores de esta red, mediante sus relatos biográficos. Ella descubre en éstos "cómo la viabilidad de sus proyectos está estrechamente relacionada con la plausibilidad expresada en sus discursos"6 por medio de un dispositivo denominado efecto de relato. Es así que el análisis del discurso se convierte en una herramienta indispensable en la investigación.

Leyendo estos textos he reflexionado en torno de mi propio trabajo en los meses recientes respecto de la identidad de tres casos de jóvenes transgresoreses de clase media de la ciudad de Guadalajara. El primero de ellos es el de un joven adscrito al movimiento cultural punk y a varias de sus opciones particulares: el queer punk7 y el veganismo8; el de una chica con periodos de su vida con preferencias sexuales y afectivas que alternan entre lo heterosexual y lo homosexual en un contexto familiar represivo; y el de la vida de otra chica que se ha tatuado gran parte de su cuerpo cuya situación de clase no es baja o marginal, sino media. En las entrevistas ninguno de ellos utilizó las palabras con las que los otros los nombrarían.

Siguiendo a Loredana Sciolla, al igual que varios de los autores de este libro, asumo que el rasgo fundamental de la identidad es que permite a los individuos convertirse en reflexión de sí mismos, organiza su forma de percibirse y es decisiva en la comprensión de sus acciones. Lo que mi investigación ha puesto en entredicho es que esta identidad posea siempre la cualidad de ser narrada, de ser puesta en discurso.

Con estos jóvenes he constatado que su capacidad para ampliar los límites de lo socialmente establecido ocurre más en sus prácticas que en su relato. En ese sentido, hacen más de lo que saben que hacen y de lo que dicen que hacen.

Es interesante preguntarnos si el no saber "nombrarse a sí mismos" impide que hablemos de identidad propiamente. De hecho, este concepto, al menos en su acepción más ortodoxa, posee rasgos de estabilidad que impiden ver el movimiento que reina en las vidas de algunos sujetos juveniles. Creo que es un reto teórico importante dotar al concepto de identidad un mayor espacio donde quepa la plasticidad que con enorme frecuencia aparece en las subjetividades contemporáneas.

No obstante, en la dimensión objetiva del mundo social se reproducen, mantienen y adjudican identidades fijas. De ahí deviene su estabilidad y su estructura. Puedo responder a la pregunta quién soy en la medida en que los otros me han nombrado. De ahí la relevancia política del estigma, de la discriminación o del desprecio de los otros; éstos se interiorizan, naturalizando y legitimando injusticias y desigualdades.

El encuentro entre lo subjetivo y lo objetivo es entonces conflictivo. La negociación de significados en lo cotidiano, en el mundo de la vida, implica tensión, lucha, contradicción, y pone en juego tanto la capacidad de hacer como la de producir un relato coherente dentro de cuyas fronteras y límites podamos definir cómodamente quién somos en este escenario revolucionado de la vida contemporánea. Sirva pues este texto para alentar la reflexión sobre el apasionante tema del sujeto.

 

Notas

1 Ibid., p. 31.

2 Ibid., p. 35.

3 Ibid., p. 36.

4 Ibid., p. 53.

5 Ibid., p. 66.

6 Ibid., p. 115.

7 Movimiento cultural adscrito al punk que rechaza la heteronormatividad.

8 Postura radical que aboga por una alimentación vegetariana que respete a ultranza la vida de los animales.

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