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Intersticios sociales

versión On-line ISSN 2007-4964

Intersticios sociales  no.6 Zapopan sep. 2013

 

Debate teórico-metodológico

 

El estudio de las élites en Chile: aproximaciones conceptuales y metodológicas

 

Bastián González Bustamante

 

CISPO, Universidad de los Lagos

 

Artículo recibido: 29 de mayo de 2013
Aceptado: 13 de agosto de 2013

 

Resumen

El estudio de las élites ha sido un tema muy relevante para las ciencias sociales, siendo las relacionadas con la política y la economía un foco de interés para la ciencia política y la sociología. A pesar de lo anterior, el estudio de las élites chilenas estuvo un poco estancado en décadas pasadas; sin embargo, aquella situación está cambiando. Este trabajo presenta una síntesis de investigaciones que resultan centrales para comprender la sociología de las élites chilenas durante los últimos veinte años, adicionalmente destaca los encuentros teóricos que se han generado y ofrece perspectivas de investigación en el área, los cuales calzan con los cuatro gobiernos ininterrumpidos de una coalición de centro-izquierda (la Concertación de Partidos por la Democracia). El trabajo adicionalmente destaca los encuentros teóricos que se han generado y ofrece perspectivas de investigación en el área ligadas al estudio de redes sociales y entornos partidistas, también se sugiere impulsar estudios que vinculen las élites políticas y económicas con las culturales (comunidades epistémicas). La síntesis de investigaciones muestra la existencia de una teoría local sólida y firme; además se evidencia cómo las distintas investigaciones concuerdan en la importancia que tiene del fenómeno tecnocrático para el caso chileno, y también señala la existencia de un importante núcleo de technopols y de un partido transversal que muestra la fortaleza de los lazos dentro de la Concertación.

Palabras clave: élite, élite política, tecnocracia, technopols, redes sociales.

 

Abstract

The study of the elites has been a very relevant topic for social sciences, with the political and economic elites as focus of interest for the political science and sociology. Despite of this, the study of the Chilean elites was somewhat stagnant in past decades; however, that situation is changing. This paper presents a synthesis of research which is central to understand the sociology of the Chilean elites over the last twenty years; additionally, it highlights the theoretical understandings that have occurred and offers perspectives for further research in the area, which match with the uninterrupted government of a center-left coalition (la Concertacion de Partidos por la Democracia). Additionally, the paper highlights the theoretical understandings that have occurred, offering perspectives for further research in the area, which are related to the study of social networks and partisan environment, also suggests promoting studies which linking political and economic elites with cultural (epistemic communities). The synthesis of research shows the existence of a local and solid theory; it shows how the different research agree on the importance of technocratic phenomenon for the Chilean case, and also indicate the existence of an important core of technopols and a transversal party which shows the strength of the ties inside the Concertacion.

Keywords: elites, political elite, technocracy, technopols, social networks.

 

Introducción1

El estudio de las élites se ha posicionado progresivamente como un área de investigación específica desde principios del siglo pasado. Esta área ha atraído la atención de las ciencias sociales en general, y de la sociología y la ciencia política en particular, sobre todo en lo concerniente al estudio de las élites políticas y económicas. Es así como se ha acumulado un nutrido desarrollo teórico que comenzó tempranamente con las teorías clásicas de élites impulsadas por Pareto,2 Mosca3 y Michels4 principalmente,5 y prosiguió con el auge de dos perspectivas o tradiciones de estudio existentes: la tradición unitaria y la tradición pluralista. Estas perspectivas se remontan a mediados del siglo XX y básicamente distinguen entre quienes apuntaban a que las sociedades modernas eran dominadas por pequeños grupos de poder, en contraste con aquellos que creían que en realidad existía una pluralidad amplia de élites que competía entre sí. Mientras el pluralismo fue impulsado por Schumpeter y Dahl, entre otros, la perspectiva unitaria se sustentó principalmente en el concepto de Mills,6 élite de poder, el cual engloba a empresarios, políticos y militares.

Las tendencias más actuales con respecto del estudio de las élites se han enfocado principalmente en el papel que éstas desempeñan en procesos de transición democrática. En este sentido resulta clave el trabajo realizado por Higley y Gunther,7 en el cual, mediante un análisis de casos de América Latina y el sur de Europa, evidencian la importancia de las élites políticas y sus características particulares en la transición hacia la democracia. Por otra parte, la literatura especializada en el campo de las élites políticas ha tendido a abordar temas como la intensificación de la circulación de los agentes, la abreviación de las permanencias en posiciones relevantes y la mayor presencia de outsiders8 en el reclutamiento.

En lo que respecta al estudio de las élites chilenas es importante señalar que se ha visto marcado por el interés que han presentado las disciplinas ligadas con las ciencias sociales en Chile, mismas que han mostrado una suerte de indiferencia persistente hacia el tema en décadas pasadas, con excepción de casos más bien aislados provenientes particularmente de disciplinas como la historia y, en menor medida, de la sociología.9 Esta situación resulta bastante extraña, pues las élites como objeto de estudio constituyen una temática común y recurrente para la sociología y la ciencia política. A pesar de lo anterior, durante los últimos años, el interés en ese país por estudiar las élites se ha renovado tremendamente y puede advertirse en diversos trabajos importantes al respecto, los cuales ofrecen un panorama sobre la sociología de sus élites durante los últimos veinte años.10

Este trabajo contempla un breve apartado con precisiones teóricas y conceptuales acerca de las élites y su tratamiento, el cual no pretende dar cuenta detallada del desarrollo de su respectiva teoría, sino que busca establecer ciertos consensos en conceptos que permitan realizar aproximaciones conceptuales y metodológicas a una serie de investigaciones que se abordan posteriormente a modo de síntesis, mismas que dan cuenta de una selección de trabajos que se estiman centrales para comprender la élite política chilena en las últimas dos décadas.11 En primer lugar se expone el concepto de tecnocracia estudiado por Silva,12 Delamaza13 y Dávila;14 después se retoma el amplio trabajo empírico y las propuestas de tipologías abordadas por Joignant;15 y, finalmente, se comenta la postura de Espinoza,16 que no sólo se enfoca en clasificar el origen social de los actores, sino que además se centra en las redes que ellos generan. Esta síntesis permite apreciar el estado del arte del estudio de las élites políticas en Chile, además se evidencian puntos de encuentro entre los distintos autores. En definitiva es posible percibir cómo ciertos conceptos y tipologías concuerdan entre sí, configurando un marco teórico común y local al respecto. Por último se explican brevemente algunas perspectivas para el estudio de dichas élites, aventurando algunas propuestas de investigaciones cuyo desarrollo sería interesante.

 

Precisiones conceptuales

Analizar la élite no es un proceso sencillo en términos conceptuales o metodológicos; por una parte puede considerarse apreciar dentro del desarrollo de la teoría de las élites una serie de conceptos variados y diversos,17 lo que genera la existencia de definiciones tan simples como que la élite corresponde a grupos que ocupan posiciones socialmente elevadas,18 hasta definiciones más elaboradas que contemplan un marco conceptual donde se clasifican diversos tipos.19 Ahora bien, se observa cierto consenso con respecto de la importancia de tres tipos de élites: la política, la económica y la cultural. El interés de las ciencias sociales se ha centrado particularmente en el estudio de las políticas y económicas, siendo las primeras un tema de interés específico para la ciencia política. Sin menospreciar lo anterior, el papel de las élites intelectuales o culturales, así como su relación con la élite política, constituyen tópicos de gran importancia, ya que pueden existir, por ejemplo, grupos con acceso a posiciones relevantes que estén asociados con lo que Haas20 denomina comunidades epistémicas. Entender estas interrelaciones ayuda a comprender la relación entre política y técnica, el rol que juegan algunos agentes que ocupan posiciones múltiples o transversales y el papel que tienen algunos centros de estudios o think tanks en la agenda política.

Existen tres estrategias básicas para identificar a la élite, estudiadas ampliamente por Putnam:21 a) el análisis posicional, b) el análisis reputacional y c) el análisis decisional. El primero se basa meramente en las posiciones relevantes dentro de las instituciones políticas formales y considera que éstas ofrecen un mapa que resulta útil para comprender las relaciones de poder que se dan entre la élite. El enfoque reputacional considera las relaciones informales, además de los lazos e interconexiones entre los actores individuales. Por último, el enfoque decisional se concentra en los procesos de toma de decisiones, considerando que éstos permiten dar cuenta de quienes son los que en realidad influyen dentro de una actividad específica. El análisis posicional constituye la estrategia más utilizada para el estudio de la élite política, ya que resulta particularmente útil; el análisis reputacional, por otra parte, se usa de forma más bien complementaria; y el análisis decisional se utiliza para el estudio de casos específicos.

 

La élite política en Chile: tecnocracia, technopols y redes sociales

El interés por la tecnocracia y los tecnócratas ha dominado buena parte del estudio de las élites políticas en Chile. En este sentido, Silva22 señala que el periodo comprendido entre los años 1990 y 2010, el cual calza con los cuatro gobiernos de la Concertación de Partidos por la Democracia —en adelante Concertación—, se caracteriza por la existencia de una influyente élite tecnocrática.23 Esta élite se componía en especial por profesionales jóvenes con estudios de posgrado en el extranjero —universidades norteamericanas la mayoría—, y que durante la época señalada tuvieron la oportunidad de protagonizar diversas reformas políticas. Esta tecnocracia mantuvo cierta distancia de la actividad política y sostuvo una pugna con la clase política más tradicional, enfrentamiento que con el tiempo creció, sobre todo a partir del gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000), alcanzando niveles sin precedentes durante el gobierno de Michelle Bachelet (2006-2010). Aquella élite tecnocrática tuvo como contexto el empate político o equilibrio de fuerzas de finales de la década de 1980 entre la derecha política y económica, y la centroizquierda. Este empate implicó efectivamente un poderoso incentivo para la adopción de formulas tecnocráticas, las cuales tomaron forma durante el gobierno de Patricio Aylwin (1990-1994), a través de lo que Silva denominó como partido transversal.

Para Delamaza,24 el desarrollo de la élite política chilena durante los últimos veinte años se asocia con dos situaciones: la presencia del elitismo democrático y la expansión de la tecnopolítica. El elitismo democrático se relaciona con la existencia de restricciones y pactos que dificultaron el acceso a posiciones de poder, es decir, la entrada a la élite política. Por otra parte, la tecnopolítica se expandió por el incremento de la legitimidad del liderazgo de las personas que poseían una gran cantidad de recursos técnicos. En definitiva, existió una élite democrática durante la década de los ochenta, la cual posteriormente se convirtió en una élite tecnocrática que permaneció en el aparato estatal sin ser cuestionada hasta finales del gobierno de Ricardo Lagos (2000-2006), cuando surgió la cuestión de la política ciudadana y entonces los elencos tecnocráticos comenzaron a ser vistos con mayor desconfianza por la opinión pública. Es precisamente en este punto donde se encuentran nexos y similitudes entre los planteamientos de Silva y Delamaza: mientras el primero habla de un empate técnico y equilibrio de fuerzas como incentivo para la adopción de fórmulas tecnocráticas; el segundo da cuenta que el acuerdo político de la transición generó oportunidades diferenciadas a los agentes políticos, permitiendo que una buena parte de ellos, que se desenvolvían en la sociedad civil organizada, transitara hacia el aparato estatal.

Mediante el estudio de trayectorias de funcionarios del Poder Ejecutivo (gobierno central), Delamaza describe una pauta poco abierta y de escasa renovación. Su estudio se centra básicamente en un análisis de trayectorias de funcionarios que asumieron cargos en las áreas políticas y sociales25 durante la transición hacia la democracia; además tiene un carácter longitudinal, ya que contempló los tres primeros gobiernos de la Concertación (1990-2006). Utilizó el análisis posicional como estrategia de identificación, atendiendo las posiciones de ministro, subsecretario, jefe de división y jefe de servicio; también consideró otras posiciones de carácter técnico y de apoyo como jefe de gabinete y jefes de ciertas áreas como estudios, planificación, entre otras. Así obtuvo una base de 267 cargos ocupados por 219 personas.

El trabajo puso en evidencia que la Concertación privilegió la experiencia política para las posiciones relevantes, mientras que para las posiciones relativas a gestión técnica y de apoyo se inclinó por la experiencia o conocimientos en el área específica. Además se identificaron tres grupos generacionales: a) la generación prequiebre de la institucionalidad democrática, conformada por quienes tuvieron participación política y notoriedad pública en dicho periodo; b) la generación de la década de 1980, donde se ubican quienes tenían menos de 25 años en la época del golpe militar; y c) la generación de recambio, conformada por quienes ingresaron al Estado en la década de 1990 y nacieron después de 1962. Con base en los datos analizados se constata una vinculación entre la participación de los actores en organizaciones de la sociedad civil y el ingreso al gobierno, situación que sugiere que la Concertación reclutó sus cuadros desde la sociedad civil. Además es posible distinguir distintos tipos de liderazgos que determinan las trayectorias de los actores, entre los que se encuentran tres tipos específicos: a) el liderazgo político tradicional, basado en una trayectoria activa en el mundo político, ya sea como dirigente partidario o en cargos de gobierno; b) el liderazgo híbrido, caracterizado por una formación en la sociedad civil organizada, lo que da cuenta de un ingreso a la vida política desde organizaciones sociales, universidades, iglesias, etc.; y c) el liderazgo netamente técnico o social. De éstos, los dos primeros son los más comunes.

Además se revela una suerte de congelamiento en las posiciones de la élite política chilena pues "los parlamentarios permanecen por varios periodos, mientras que los funcionarios relevantes rotan en diferentes posiciones dentro del ejecutivo".26 Por otra parte, la salida del gobierno de los actores se encamina por lo general hacia la empresa privada o hacia la academia, y sólo con la derrota de la Concertación, en el año 2010, se verificaron retornos de agentes a la sociedad civil, particularmente a centros de estudios o think tanks.

Otra propuesta es la de Dávila,27 quien se especializa en la tecnocracia al estudiar el rol de los tecnócratas durante los cuatro gobiernos de la Concertación y en el primer gabinete de Sebastián Piñera. Tal situación hace de su estudio algo muy novedoso, aunque claramente exploratorio en lo que respecta al análisis del primer gobierno de la Coalición por el Cambio. Dávila señala que es posible distinguir perfiles (trayectorias) entre políticos y tecnócratas. Además indica que ha existido una creciente tendencia a criticar la influencia desmedida de los tecnócratas en el gobierno y en los procesos de toma de decisiones respecto de asuntos públicos. Dicha situación da cuenta de una tensión entre representación y calidad, ya que los tecnócratas basan su influencia en su experticia aunque no cumplan con el principio de representación; así, una tecnocracia influyente podría suponer una democracia representativa un tanto debilitada. Para ejemplificar esta tendencia creciente señala como ejemplo el nombramiento del primer gabinete en el gobierno de Sebastián Piñera, el cual se realizó en febrero de 2010 y se caracterizó por presentar un gran número de figuras independientes y pocos militantes de los partidos de la coalición gobernante. Otro ejemplo que da al respecto son las criticas que surgieron a mediados del año 2010 —aproximadamente seis meses después de la derrota electoral de la Concertación en las elecciones presidenciales— hacia Andrés Velasco, exministro de Hacienda del gobierno de Michelle Bachelet, quien fue culpado por la derrota de la coalición con base en la suposición de que sus políticas guiadas por criterios técnicos marcaron un alejamiento con la ciudadanía, lo cual influyó en la reprobación hacia la Coalición y en la derrota electoral del año 2010.

El estudio de Dávila se centró en la trayectoria política de ministros y subsecretarios. Definió a los tomadores de decisión como aquellos que son candidatos a doctor en economía o están ya en posesión de aquel grado académico, porque considera que la economía es la disciplina dominante en la esfera de los asuntos públicos.28 Se observa que el vínculo con la política es distinto en ambas coaliciones, pues mientras en la Concertación resulta más fuerte, en la Coalición por el Cambio resulta más débil. Cabe señalar que en los gobiernos de la Concertación sólo existió un caso de tecnócrata puro:29 Andrés Velasco, ministro de Hacienda de Michelle Bachelet. Por otra parte, en el gobierno de Sebastián Piñera los tecnócratas puros aumentaron y se extendieron a las carteras de Transporte y Telecomunicaciones, y Obras Públicas.

Como es posible apreciar, la comprensión de la élite política chilena está estrechamente ligada con el fenómeno de la tecnocracia; sin embargo, existe una tipificación de agentes distinta a la de tecnócrata: el technopol.30 Si bien el concepto ha sido abordado por diversos autores, es Joignant31 quien hace un uso sistemático y extensivo para el caso chileno, incluyéndolo en su tipología de agentes. Además, han sido los trabajos de Joignant los que han logrado ofrecer una mayor caracterización de agentes pertenecientes a la élite política, al poner un especial énfasis en lo referente al estudio de las élites gubernamentales.

La tipología que ofrece Joignant contempla tres grupos de agentes: a) tecnócratas, b) dirigentes de partido y c) technopols. Con respecto de los tecnócratas distingue entre quienes poseen solo capital tecnocrático y quienes poseen capital tecnocrático y político, considerando el capital político como una militancia en un partido y no necesariamente haber alcanzado posiciones relevantes en la dirigencia partidaria. Es entonces posible encontrar tecnócratas pragmáticos32 y tecnócratas políticos. Por otra parte, los dirigentes de partido presentan capital militante manifesto en una carrera militante o de servicio partidario, y también poseen capital político oligárquico, el cual puede ser de carácter heredado (dinastías familiares) o social (redes). Mientras el capital militante da origen al hombre de partido, el capital político oligárquico da origen al político profesional.33 Finalmente, la categoría que resta por explicar es la de technopol, la cual puede considerarse mixta porque apunta a una distinción entre el tecnócrata —aquel agente que utiliza sus habilidades técnicas y profesionales en el gobierno, pero mantiene una distancia del mundo político— y quienes además de contar con un gran capital tecnocrático, detentan a la vez un capital político relevante.34 De acuerdo a Joignant, los technopols también se caracterizan por tomar mayores riesgos y desafíos políticos —se podría señalar que no sólo se dedican a realizar una "buena gestión", sino que buscan propiciar acuerdos y generar reformas— diferenciado así su papel como agentes dentro del campo político. Así, y a modo de síntesis, la figura del technopol da cuenta de un agente que tiene tanto recursos técnicos como políticos relevantes.

Junto con su tipología, Joignant presenta una tabla de technopols que da cuenta de un reducido grupo de personas que responden al perfil definido. Aquella tabla se asocia con la idea de que existe un círculo íntimo en la Concertación,35 compuesto precisamente por aquellos technopols que potencian un liderazgo colectivo y que conforman un grupo específico de agentes que fueron formados en la década de los ochenta y poseen una combinación particular de recursos técnicos y políticos que les permitió acceder a posiciones relevantes en el gobierno durante los años noventa. El grupo se compone por catorce profesionales de las ciencias sociales —economistas, sociólogos, cientistas políticos, entre otros— que en la mayoría de los casos cursaron estudios en universidades extranjeras, y que además son miembros de partidos que fueron oposición al régimen autoritario en Chile. Dentro de este grupo existen seis líderes políticos que si bien no tienen las mejores credenciales académicas, sí jugaron un rol preponderante en el debate público fungiendo como una especie de líderes de opinión; situación que les permitió adquirir una gran familiaridad con los asuntos públicos más relevantes.

El listado se compone por Edgardo Boeninger, Luis Maira, Ricardo Lagos, Alejandro Foxley, Enrique Correa, José Joaquín Brunner, Genaro Arriagada, Ángel Flisfisch, Jorge Arrate, José Miguel Insulza, José Antonio Viera-Gallo, Carlos Ominami, Mario Fernández, Juan Gabriel Valdés, Ricardo Solari, Ignacio Walker, Álvaro García, René Cortázar, Gonzalo Martner, y Carolina Tohá. Por otra parte, el grupo presenta recursos similares y fuertes lazos generacionales en periodos específicos (1941-1945, 1936-1940 y 1951-1955). Sólo tres agentes escapan de estos periodos: a) Edgardo Boeninger (1925-1930), b) Gonzalo Martner (1956-1960) y c) Carolina Tohá (1961-1965). Con respecto de su militancia, la mayoría de ellos pertenece al Partido Demócrata Cristiano (PDC) o al Partido Socialista de Chile (PS). Además muchos de ellos tuvieron en un pasado vínculos con el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU) o con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). También resulta relevante señalar que la mayoría de estos agentes realizó sus primeros estudios universitarios en la Universidad de Chile o en la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Este círculo íntimo ejerce y potencia un liderazgo colectivo y transversal, el cual se demuestra gracias al índice de Tiberghien36 que mide security in leadership con base en el número de periodos como ministros o subsecretarios, el número de periodos en el legislativo, y el número de periodos como presidentes de partido; entregando así un conteo global. Gracias a este índice Joignant37 llega a la conclusión de que el círculo íntimo tiene una gran influencia en los ámbitos gubernamental, parlamentario y partidario; situación que explica la gran estabilidad política vivida durante la época de transición y los primeros gobiernos de la Concertación, aunque también da cuenta de cómo un reducido grupo de agentes, con una configuración particular de recursos y capitales, accedió y permaneció de manera prolongada en posiciones institucionales relevantes. Lo anterior se complementa con la idea de que los elencos de technopols fueron muy importantes durante los dos primeros gobiernos de la Concertación (1990-1994 y 1994-2000); no obstante, su influencia disminuyó notoriamente a partir del año 2000, alcanzando su punto más bajo durante el último gobierno de la Coalición. Se evidencia una cohabitación de los technopols con los tecnócratas y los hombres de partido en una primera instancia, aunque después de la aprobación de las reformas constitucionales del año 2005 y la normalización de las relaciones cívico-militares, los technopols se volvieron menos relevantes. Cabe señalar que Delamaza38 indica algo bastante similar, ya que se refiere a una decaída de los technopols después del gobierno de Ricardo Lagos, pues cuando asume su cargo Michelle Bachelet, el año 2006, ocurrió un recambio interno parcial de la élite gobernante al ingresar grupos profesionales que habían militado en el mir y además se generó un profundo nexo con el think tank Expansiva, principalmente a través de Andrés Velasco.

Finalmente se ha contemplado dar cuenta de la investigación de Espinoza,39 la cual consistió en la elaboración de un mapa social de la élite política tomando en consideración lazos internos y relaciones con personas de otros círculos sociales que no ocuparon necesariamente posiciones formales de poder. Esto se realizó sobre una muestra representativa de diputados electos entre el periodo 1989-2005.40 Si bien el trabajo recogió información concerniente a la edad y escolaridad de la muestra, tal como lo hacen otros trabajos de una forma más amplia, lo innovador radicó en identificar el capital social de los diputados electos, estableciendo la cantidad de contactos que posee cada actor —lo que permite apreciar entre que campos se mueve—, y evidenciando un cierre vertical focalizado en personas prestigiosas, particularmente senadores. Asimismo, Espinoza identificó la red de poder de la élite política mediante un sociograma (grafo) construido con base en las vinculaciones existentes entre los actores, el cual sirve como un mapa de afinidad social en el que se aprecia que en la derecha chilena los nodos principales son actores que fueron cercanos a Jaime Guzmán.41 Por otra parte, en el mundo concertacionista se evidencian nodos en torno de actores claves del proceso de recuperación democrática, lo que da cuenta de una élite del no constituida como nodos centrales dentro de la red. En definitiva, en ambas coaliciones se reflejan los rastros del quiebre democrático como determinantes importantes en la construcción de las relaciones sociales entre actores. Un aspecto novedoso de este trabajo radica en que el sociograma de afinidades permite apreciar gráficamente las redes e interconexiones de los actores.

 

Encuentros teóricos

Se advierte homogeneidad teórica debido a que es posible encontrar una serie de conceptos claves que dialogan y se confrontan entre sí. Por otra parte, en términos metodológicos prima el análisis posicional; además, la mayoría de los casos contempla un trabajo descriptivo previo que implica la clasificación de los tipos de recursos y el origen social de los actores, ejercicio que en efecto es un punto de partida para análisis más específicos.

El trabajo de Espinoza42 presenta un análisis reputacional en lo que respecta al estudio de redes, aunque los actores previamente fueron identificados de acuerdo con un análisis posicionai.43 De los trabajos presentados se desprende una serie de aspectos que es importante destacar: a) la existencia de un consenso acerca del cometido de la tecnocracia; b) ciertas apreciaciones conceptuales y conceptos recurrentes; c) la existencia de un círculo íntimo en la Concertación, lo cual se liga al concepto de partido transversal; y d) el estudio de redes sociales en la élite.

Consenso sobre el papel de la tecnocracia

Es importante destacar que Silva44 revela el concepto de élite tecnocrática, el cual da cuenta de un grupo compuesto por profesionales jóvenes con estudios de posgrado en el extranjero. Este grupo en Chile tuvo un gran protagonismo durante la década de 1990 y a la vez mantuvo una pugna creciente con la clase política tradicional. Dicho concepto también es utilizado por Delamaza,45 quien señala que en la década de 1980 existió una élite democrática que posteriormente se convirtió en una élite tecnocrática. Otra similitud entre ambos autores tiene que ver con el análisis que realizan respecto del contexto político de la época: Silva habla de un empate político y un equilibrio de fuerzas que incentivaron la adopción de formulas tecnocráticas y originaron el denominado partido transversal; Delamaza, mientras tanto, hace referencia a que el acuerdo político de la transición generó oportunidades diferenciadas para los distintos agentes, otorgando la posibilidad de que la élite democrática se constituyera en una élite tecnocrática, situación que está ligada a la existencia de un congelamiento de posiciones en la élite política chilena. En este sentido es importante destacar que la élite democrática se desempeñaba en la sociedad civil organizada, por lo cual existe un movimiento (circulación) desde la sociedad civil hacia el aparato estatal, movimiento que va acompañado de una ausencia de retorno hacia sus posiciones de origen social. Aquella ausencia de retorno muestra lo que podría denominarse como privatización de las trayectorias de los actores.

Sin duda existe un consenso respecto de la centralidad del fenómeno tecnocrático en Chile; no obstante, hay que tener en cuenta que hay una tensión latente asociada con éste. Por un parte no se tolera que existan agentes poco calificados en el sector público,46 pero también se cuestiona profundamente que las decisiones sean tomadas con base en criterios meramente técnicos, dejando de lados criterios políticos y sociales. Esta intolerancia hacia agentes pocos calificados, como ciertos operadores políticos, se explica por la fuerte instalación del discurso meritocrático en la sociedad chilena. Ahora bien, es importante considerar que la instalación de dicho discurso se contextualiza en el marco del auge de la figura del emprendedor (empresario) de los años ochenta, proceso donde la función de los Chicago Boys fue central, al permitir, de acuerdo con Campero,47 el posicionamiento de la figura del empresario como actor relevante en el desarrollo del país.

Apreciaciones conceptuales y conceptos recurrentes

Es importante destacar que Joignant48 resulta ser un autor bastante prolífico en el área, además no sólo aporta una clara tipología que permite la distinción de agentes y marca un hito de superación en cuanto a tipologías anteriores, llevando el debate más allá del fenómeno tecnocrático, sino que además utiliza ciertos conceptos propios de la teoría de campos que resultan claves, como el de agentes multiposicionados, es decir, aquellos agentes que se desenvuelven en más de un campo —por ejemplo, que son parte de la élite política, pero también pertenecen a la élite económica (empresarial)—; y el de posición social de origen, que hace referencia al último oficio del agente antes de su primer nombramiento público. Identificar la posición social es el primer paso para un análisis de trayectorias como el que realiza Delamaza,49 en el cual da cuenta del origen, la circulación y la salida de los actores.

Asimismo, el trabajo de Dávila50 se destaca por la forma en que ope-racionaliza su definición de tecnócrata, puesto que da luces respecto de la gradualidad existente dentro del fenómeno tecnocrático y evidencia que la Concertación en realidad casi no presentó tecnócratas puros, en contraste a lo que ha sucedido durante el gobierno de Sebastián Piñera.

Círculo íntimo ligado al concepto de partido transversal

Resulta clara la existencia de una tesis persistente sobre un pequeño grupo de notables que ejercieron un liderazgo transversal y colectivo dentro de la Concertación. Sin importar si se define a este pequeño grupo de notables como un círculo íntimo o elenco de technopols,51 está claro que este grupo tiene relación con el concepto de partido transversal señalado por Silva.52 Ahora bien, Joignant sugiere cierta relación entre el liderazgo colectivo de los technopols en la Concertación y la existencia de un partido transversal, además define aquel concepto como un neologismo utilizado para nombrar a la comunidad constituida por aquel grupo de notables que se formó durante los primeros gobiernos de la Coalición, particularmente durante el gobierno de Patricio Aylwin. El término también ha sido utilizado por Camou53 para definir a los agentes catalizadores de consensos.

El estudio de redes sociales en la élite

El trabajo de Espinoza54 da cuenta de una investigación de élite política utilizando redes sociales, situación que responde más bien a un análisis referencial, los cuales han sido relativamente escasos. Es lamentable que el alcance del trabajo sea muy limitado, puesto que sólo evalúa a medio centenar de actores. En este sentido, resulta interesante prestar atención a los trabajos de Huneeus55 y Pina Stranger,56 los cuales explican estrategias de métodos de análisis de redes con foco en las élites económicas, pero aplicables al estudio de la élite política. El análisis de redes aplica bastante bien al estudio de las élites económicas, ya que éstas calzan con las estructuras de parentesco; no obstante, el estudio de redes puede extenderse a otras élites, como la política, si se trabaja con el concepto de clique, que se refiere a asociaciones informales de personas que "no necesariamente corresponden con relaciones formales que se establecen en una iglesia, el trabajo o la familia; antes bien parecieran incluirlas e ir más allá, ya que son el grupo de personas que corresponden al 'nosotros".57

 

Perspectivas para el estudio de las élites

Si bien los estudios de élite política han proliferado en Chile durante los últimos años y seguramente pronto surgirán nuevos estudios mucho más completos y profundos, a continuación se ofrecen dos perspectivas de investigación: utilizar análisis de redes y entornos partidistas, así como potenciar el enfoque multiposicional.

En primer lugar resultaría interesante relevar el análisis de redes en la investigación de la élite política, pues pese a los avances recientes con respecto a su estudio, hoy no existe mucha claridad en cuanto a la red de relaciones e interrelaciones que existe en el campo político. Actualmente es posible vislumbrar cómo grupos de notables han ocupado posiciones relevantes, sin embargo no hay total claridad sobre las redes existentes entre estos grupos (cliques) y otros al interior de determinada élite, sólo existen nociones generales. Lo mismo aplica para entender el continuo de relaciones existentes entre grupos de la élite política y grupos de otras élites, como la económica por ejemplo; o el continuo de relaciones existes entre la élite y los militantes de los partidos. Por cierto, todo este continuo de relaciones forma parte de un entramado de redes que se basa en intereses, valores y capitales compartidos, lo que en definitiva constituye el entorno partidista.

De acuerdo a Sawicki,58 el entorno partidista consiste en redes y grupos que rodean al partido sin contribuir de forma deliberada a su construcción, pero lo influencian. Es por eso que para caracterizar el entorno partidista de forma adecuada se utiliza el análisis de redes, el cual también permite observar de mejor forma las trayectorias de militantes y dirigentes, al evidenciar la estructura interna de los grupos. En este sentido resultaría interesante tratar de vislumbrar de mejor forma los entornos partidistas existentes en la Concertación, ya que se advierte una suerte de proceso coalicional, donde el conglomerado se erigió como más que la suma de sus partidos; situación que se evidencia en el concepto de partido transversal y sugiere la existencia de redes partidistas muy cruzadas y entornos comunes entremezclados.

Lo anterior implica una cantidad de trabajo y una complejidad metodológica no menor, debido a la importancia de tomar en cuenta, tal como lo advierte Fretel,59 que las carreras de los dirigentes (trayectorias) se entrelazan a los entornos partidistas, mismos que deben ser objetivados con trabajo etnográfico multinivel. Avanzar en este sentido es importante: pues hay que comprender que no hay élite "sino existe otro al que ella conduce, segrega o domina, y que éste acepta o adapta estratégicamente".60 Por lo tanto, dar luces sobre la relación entre élites y militantes sería una perspectiva de estudio relevante.

Otra perspectiva de estudio relacionada con el análisis de redes consistiría en potenciar el análisis estadístico de datos de redes con métodos como clique percolation,61 el cual identifica cliques a partir del número de alters que los actores comparten en base a una matriz de adyacencia. En este sentido, alter se refiere a un nodo (entidad social) con el cual el actor se encuentra relacionado. Más adelante se selecciona un umbral de corte para el número de alters y se generan grupos a partir de los que se comparten. Por ejemplo, si se elige como umbral four-clique, entonces todos los actores que comparten tres alters con al menos tres miembros del grupo inicial (percolation) irán agrupándose. Otro método interesante a considerar es optimal matching, utilizado por Stark y Vedres62 para reagrupar secuencias temporales que representen la evolución de las redes egocéntricas;63 si bien esto también se aplica para el análisis de la élite económica, podría resultar útil para graficar la influencia de ciertos actores políticos sobre otros, contemplando un análisis dinámico e histórico de redes sociales que vaya más allá de la referencia de quién es más mencionado como actor influyente por otros actores. Ahora bien, la influencia de los notables en los entornos y su ocupación de puntos nodales es basal para el enfoque utilizado por Knoke64 en su revisión de redes primarias (familia y vecindario) y redes originadas en procesos de socialización secundarios (colegios y universidades). El trabajo de Knoke influencia el de Kadushin,65 el cual Joignant66 utiliza como referencia para identificar el círculo íntimo de la Concertación. En este sentido, un trabajo más profundo, llevado a cabo mediante el análisis de redes sociales, permitiría ver si realmente los technopols se vuelven menos importantes en el caso chileno desde el gobierno de Ricardo Lagos en adelante, pues podría haber sucedido que sólo desaparecieran de posiciones institucionales pero que continuaran ocupando posiciones centrales en la red y compartiendo e incluso generando vínculos con actores que siguieron accediendo a posiciones institucionales destacadas.

Finalmente, resultaría interesante mirar a la derecha chilena. El trabajo de Dávila67 muestra algo que la prensa y la opinión pública especuló bastante cuando Sebastián Piñera nombró a su primer gabinete en febrero de 2010, lo cual tiene que ver con el carácter técnico e independiente de gran parte de sus ministros y subsecretarios; además, hay que considerar que muchos de ellos son agentes multiposicionados vinculados con holdings empresariales. En este sentido, si Delamaza68 se refiere a la existencia de un tránsito desde la sociedad civil hacia el aparato gubernamental por parte de los agentes concertacionistas entre finales de la década de los ochenta e inicio de los noventa, quizá en la Coalición por el Cambio exista una suerte de tránsito del mundo empresarial al gobierno. Ahora bien, lo anterior denota un enfoque que no sólo tiene que ver con investigar un sector político en particular, sino que tiene que ver con integrar el estudio de las élites políticas con el de las élites económicas, y, eventualmente, con el de comunidades disciplinarias o epistémicas.69

 

Conclusiones

El panorama relativo al estudio de las élites en Chile está cambiando. Después de una o dos décadas de investigaciones más bien aisladas, es posible apreciar un renovado interés y un auge en los trabajos concernientes.70 Además, junto con este interés renovado es posible apreciar el surgimiento de un corpus teórico local bastante sólido que da cuenta de las especificidades del caso chileno —evidentemente bajo el alero de la teoría de élites y la literatura especializada a nivel mundial— y visibiliza los esfuerzos constantes por parte de grupos de investigadores con resultados significativos. Tales desarrollos, en consecuencia, han significado grandes avances en el área.

El caso chileno presenta, por un lado, un consenso importante en cuanto a la centralidad del fenómeno tecnocrático y su relación con las élites políticas, pero por el otro, se aprecia la existencia de grupos de notables cuyos perfiles obedecen más a un cruce de recursos técnicos y políticos (technopols). Estos grupos que parecen presentar un gran esprit de corps, ejerciendo liderazgos transversales que van más allá de sus propios partidos, ponen en evidencia la existencia de un partido transversal que predominó durante los primeros gobiernos de la Concertación.

Con respecto de las perspectivas de investigación resultaría interesante avanzar en análisis de redes sociales y complementar aquello con trabajo etnográfico que permita dar cuenta de los entornos partidistas y poder así apreciar de mejor forma el continuo de vínculos existentes entre la élite política, subélites, otras élites e incluso militantes y otros actores del campo político. Otra perspectiva de estudio consiste en un desafío que apunta a vincular el estudio de las élites políticas, económicas y culturales (comunidades epistémicas), para vislumbrar las redes de actores y caracterizar los multiposicionamientos existentes entre los distintos campos.

 

Notas

1 El actual trabajo se basa en una ponencia presentada por el autor en el VI Congreso Latinoamericano de Ciencia Política, organizado por la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política (ALACIP), Quito, Ecuador, 12 a 14 de junio de 2012. Esta investigación fue soportada por el proyecto 11008 77 del Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (Alfredo Joignant, Investigador Principal). Agradecimientos especiales a Gonzalo Delamaza por sus comentarios.

2 Wilfredo Pareto. The Rise and Fall of the Elites. An Application of Theoretical Sociology. New Brunswick, Nueva Jersey: Transaction Publishers, 1991, pp. 73-90.         [ Links ]

3 Gaetano Mosca. La clase política. México: FCE , 1984, pp. 91-112.         [ Links ]

4 Robert Michels. Political Parties. A Sociological Study oí the Oligarchical Tendencies oí Modern Democracy. New Brunswick, Nueva Jersey: Transaction Publishers, 2009, pp. 342-356.         [ Links ]

5 Diferencias más o diferencias menos, los clásicos apuntan básicamente a la existencia de una minoría (clase política) que ejercía el gobierno. En este contexto se inscribe, por ejemplo, la conocida ley de hierro de la oligarquía de Michels, la cual señala que en toda organización se desarrollan élites.

6 C. Wright Mills. The Power Elite. Nueva York: Oxford University Press, 1956, pp. 269-297.         [ Links ]

7 John Higley y Richard Gunther. Elites and Democratic Consolidation in Latin America and Southern Europe. Nueva York: Cambridge University Press, 1992, pp. 323-348.         [ Links ]

8 Un outsider es, en términos generales, un actor que no ha estado vinculado previamente con el mundo político.

9 Para mayor información véase Alfredo Joignant y Pedro Güell (eds.). Notables, tecnócratas y mandarines: Elementos de sociología de las elites en Chile (1990-2010). Santiago de Chile: Ediciones Universidad Diego Portales, 2011, pp. 12-13.         [ Links ]

10 Muchos de estos trabajos se originaron a partir de proyectos de investigación enfocados en la profesionalización de la política, vínculos entre Estado y sociedad civil, y la sociología de las élites chilenas.

11 Para quienes estén interesados en el tema de las élites económicas véase Álvaro Pina Stranger, "Métodos de análisis de redes y élite económica" (http://www.icso.cl/ima-ges/Paperss/redesyelitechile.pdf), 6 de diciembre de 2011;         [ Links ] Sebastián Huneeus, "Revisión conceptual en torno a las redes de directorio y propiedad para una sociología de las élites económicas" (http://www.icso.cl/wp-content/uploads/2011/03/WP-Hu-neeus.pdf), 13 de octubre de 2011.         [ Links ]

12 Patricio Silva. En el nombre de la razón: tecnócratas y política en Chile. Santiago de Chile: Ediciones Universidad Diego Portales, 2010, pp. 161-238;         [ Links ] Patricio Silva. "La elite tecnocrática en la era de la Concertación". Joignant y Güell (eds.), op. cit., pp. 241-270.

13 Gonzalo Delamaza. "Elitismo democrático, líderes civiles y tecnopolítica en la reconfiguración de las élites políticas". Joignant y Güell (eds.), op. cit., pp. 77-108.

14 Mireya Dávila. "Tecnocracia y política en el Chile posautoritario (1990-2010)". Joignant y Güell (eds.), op. cit., pp. 2348.

15 Se revisan los siguientes trabajos: Alfredo Joignant, "Las élites gubernamentales como factor explicativo de un modelo político y económico de desarrollo: el caso de Chile (1990-2009)" (http://www.fundacioncarolina.es/es-ES/publicaciones/avance-sinvestigacion/Documents/AI58.pdf), 11 de noviembre de 2011;         [ Links ] Alfredo Joignant. "Tecnócratas, technopols y dirigentes de partido: tipos de agentes y especies de capital en las élites gubernamentales de la Concertación (1990-2010)". Joignant y Güell (eds.), op. cit., pp. 4976; Alfredo Joignant. "The Politics of Technopols: Resources, Political Competence and Collective Leadership in Chile, 1990-2010". Journal of Latin American Studies. Londres, Institute for the Study of the Americas, vol. 43, núm. 3, 2011, pp. 517-546.         [ Links ]

16 Vicente Espinoza. "Redes de poder y sociabilidad en la élite política chilena. Los parlamentarios 1990-2005". Revista Polis. Santiago de Chile, Universidad Bolivariana (CISPO, Universidad de Los Lagos), vol. 9, núm. 26, 2010, pp. 251-286.         [ Links ]

17 Si bien Pareto ya utilizaba la noción de élite, Mosca hacía alusión a la clase dirigente. Esto da cuenta que a lo largo del desarrollo de la teoría de las élites, y desde temprano, diversos autores han acuñado distintos términos para referirse a tipos y subtipos de élites.

18 Tom B. Bottomore. Elites and Society. Londres: Routledge, 1993, pp. 15-34.         [ Links ]

19 Si se toma el concepto de élite de poder de Mills por ejemplo, se puede apreciar que se relega a las élites intelectuales o culturales a un segundo plano, centrándose principalmente en la élite política, económica, y militar.

20 Peter M. Haas. "Introduction: Epistemic Communities and International Policy Coordination". International Organization. Cambridge, Cambridge University Press-International Organization Foundation, vol. 46, núm. 1, 1992, pp. 1-35.         [ Links ]

21 Robert D. Putnam. The Comparative Study of Political Elites. Nueva Jersey: Pentrice Hall,1976, pp. 45-240.         [ Links ]

22 Silva, "La elite tecnocrática...", pp. 241-270.

23 La influencia de la tecnocracia no es un fenómeno nuevo en Chile, como lo aborda ampliamente Silva, En el nombre..., pp. 161-238. Es posible advertir dicha influencia desde los Chicago Boys en la década de 1980 e incluso se remonta a la creación de la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo) en la primera mitad del siglo pasado, como lo señala Dávila, op. cit., pp. 23-48.

24 Delamaza, op. cit., pp. 77-108.

25 El estudio contempló al Ministerio del Interior, Ministerio Secretaría General de Gobierno (Segegob), Ministerio Secretaría General de la Presidencia (Segpres), y Ministerio de Planificación (Mideplan) (hoy renombrado como Ministerio de Desarrollo Social).

26 Delamaza, op. cit., p. 101.

27 Dávila, op. cit., pp. 23-48.

28 En términos metodológicos propone una escala de perfil tecnocrático y otra escala de perfil político. Para más detalle véase Dávila, op. cit., p. 36.

29 Actor cuyo perfil tecnocrático llega al máximo en la escala y su perfil político es mínimo.

30 Este concepto se refiere básicamente a un grupo de actores con elevados recursos técnicos y políticos, hecho que los distancia de los clásicos tecnócratas. Tal como señalan varios autores este término fue acuñado por Williamson y posteriormente fue popularizado por Domínguez, véase John Williamson. The Political Economy of Policy Reform. Washington D.C.: Institute for International Economics, 1994, pp. 11-28;         [ Links ] Jorge I. Domínguez. Freeing Politics and Markets in Latin America in the I990s. University Park, PA: The Pennsylvania State University Press, 1997, pp. 49-94.         [ Links ]

31 Joignant, "Tecnócratas, technopols...", pp. 49-76; "The Politics of...", pp. 517-546.

32 Entendidos como agentes independientes políticamente y que eventualmente pueden formar parte de un gobierno u otro.

33 La profesionalización de la política se entiende en un sentido weberiano, es decir, como la posibilidad de realizar una carrera en el Estado, convirtiendo dicha actividad en una profesión (actividad principal) que genera conocimientos especializados.

34 Se subentiende entonces que la diferencia conceptual entre los technopols y los tecnócratas políticos se basa en que los últimos poseen un capital político reducido, generalmente expresado sólo en una militancia partidaria.

35 El concepto de círculo íntimo en Joignant se basa en el concepto de núcleo elitario de Kadushin. Véase Charles Kadushin. "Friendship Among the French Financial Elite". American Sociological Review. Washington D.C., American Sociological Association, vol. 60, núm. 2, 1995, pp. 202-221.         [ Links ]

36 Yves Tiberghien. Entrepreneurial States: Reforming Corporate Governance in France, Japan and Korea. Nueva York: Cornell University Press, 2007, pp. 1-63.         [ Links ]

37 Joignant, "The Politics of...", pp. 517-546.

38 Delamaza, op. cit., pp. 77-108.

39 Espinoza, op. cit., pp. 251-286.

40 La muestra corresponde específicamente a cincuenta diputados a lo cual se suman seis senadores. Todos desempeñaron funciones en el periodo señalado. Ibid., p. 263.

41 Exsenador asesinado a principios de la década de los noventa y referente ideológico de la Unión Demócrata Independiente (UDI), uno de los principales partidos de derecha en Chile.

42 Espinoza, op. cit., pp. 251-286.

43 Un trabajo novedoso que no se incluyó en la síntesis y que podría ser catalogado de forma distinta a los casos mostrados, pues apunta hacia un análisis decisional, es el trabajo de Aguilera y Fuentes, el cual trata sobre el rol de la asesoría experta y las comisiones presidenciales durante el gobierno de Michelle Bachelet, véase Carolina Aguilera y Claudio Fuentes. "Elites y asesoría experta en Chile: comisiones y políticas públicas en el gobierno de Bachelet". Joignant y Güell (eds.), op. cit., pp. 127-152.

44 Silva, "La elite tecnocràtica...", pp. 241-270.

45 Delamaza, op. cit., pp. 77-108.

46 La figura del operador político, por ejemplo, es mirada con gran recelo por la ciudadanía y la opinión pública en general.

47 Guillermo Campero. "La relación entre el gobierno y los grupos de presión: El proceso de la acción de bloques a la acción segmentada". Revista de Ciencia Política. Santiago de Chile, Instituto de Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de Chile, vol. XXIII, núm. 2, 2003, pp. 159-176.         [ Links ]

48 Joignant, "Tecnócratas y technopols...", pp. 49-76; "The Politics of....", pp. 517-546.

49 Delamaza, op. cit., pp. 77-108.

50 Dávila, op. cit., 23-48.

51 Joignant, "The Politics of. pp. 517-546.

52 Silva, op. cit., pp. 241-270.

53 Antonio Camou. "Los consejeros del príncipe. Saber técnico y política en los procesos de reforma económica en América Latina". Nueva Sociedad. Buenos Aires, Friedrich Ebert Stiftung, núm. 152, 1997, pp. 54-67.         [ Links ]

54 Espinoza, op. cit., pp. 251-286.

55 Huneeus, op cit., pp. 3-46.

56 Pina Stranger, op. cit., pp. 3-82.

57 Huneeus, op. cit., p. 8.

58 Frédéric Sawicki. Les réseaux su Parti socialiste. Sociologie d'un milieu partisan. París: Belin, 1997;         [ Links ] Frédéric Sawicki. "Para una sociología de los entornos y de las redes partidistas". Revista de Sociología. Santiago de Chile, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, núm. 25, 2011, pp. 37-53.         [ Links ]

59 Julien Fretel. "La sociología de los partidos políticos bajo el prisma de la derecha francesa". Revista de sociología. Santiago de Chile, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, núm. 25, 2011, pp. 55-74.         [ Links ]

60 Joignant y Güell, op. cit., p. 20.

61 Descrito por Pina Stranger en el marco del estudio de la élite económica, pero aplicable al estudio de la élite política. Véase Pina Stranger, op. cit., pp. 3-82.

62 David Stark y Balázs Vedres. "Social Times of Network Spaces: Network Sequences and Foreign Investment in Hungary". American Journal of Sociology. Chicago, Chicago University Press, vol. 111, núm. 5, 2006, pp. 1367-1411.         [ Links ]

63 Redes personales de un actor en particular.

64 David Knoke. Political Networks. The Structural Perspective. Nueva York: Cambridge University Press, 1990, pp. 149-202.         [ Links ]

65 Kadushin, op. cit., pp. 202-221.

66 Joignant, "The Politics of...", pp. 517-546.

67 Dávila, op. cit., pp. 23-48.

68 Delamaza, op. cit., 77-108.

69 Haas, op. cit., pp. 1-35.

70 Al respecto véase Bastián González Bustamante. "Factores de acceso y permanencia de la élite política gubernamental en Chile (1990-2010)". Política, Revista de Ciencia Política. Santiago de Chile: Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile, vol. 51, núm. 1, 2013, pp. 119-153.         [ Links ] También existen una serie de trabajos recientes ligados con el estudio de los ministros y la conformación de gabinetes: Octavio Avendaño y Mireya Dávila. "Rotación ministerial y estabilidad coalicional en Chile, 1990-2010". Política, Revista de Ciencia Política. Santiago de Chile, Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile, vol. 50, núm. 2, 2012, pp. 87-108;         [ Links ] Mireya Dávila, Alejandro Olivares Lavados, y Octavio Avendaño. "Los gabinetes de la Concertación en Chile (1990-2010)". América Latina Hoy. Salamanca, Instituto Iberoamérica, vol. 64, 2013, pp. 67-94;         [ Links ] Alejandro Olivares Lavados. "Los ministros precandidatos presidenciales en los gobiernos de la Concertación". Ponencia presentada en el Cuarto Congreso Uruguayo de Ciencia Política. Montevideo, 14-16 noviembre de 2012;         [ Links ] Bastián González Bustamante. "Trayectorias y Patrones de Carreras Políticas de Ministros en Chile (19902010)". Ponencia presentada en el XI Congreso Nacional de Ciencia Política de la SAAP . Ciudad de Paraná, 17-20 julio de 2013.         [ Links ]

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