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Intersticios sociales

versión On-line ISSN 2007-4964

Intersticios sociales  no.5 Zapopan mar. 2013

 

Debate teórico-metodológico

 

Envejeciendo en las tradicionales y nuevas ruralidades

 

Felipe R. Vázquez Palacios

 

CIESAS-Golfo

 

Artículo recibido: 24 de octubre de 2012
Aceptado: 7 de enero de 2013

 

Resumen

El objetivo de este trabajo se centra en analizar los envejecimientos rurales y algunas actividades productivas, desde una perspectiva antropológica. Se evidencia, a través de la etnografía, la correlación que existe entre las actividades que las personas llevan a cabo con la tierra para hacerla producir, y la forma en que se vive la vejez. Para ello, se analizan los estilos de vida que se generan en el espacio "práctico" de su existencia cotidiana, especialmente en las actividades productivas. Detectándose dos estilos de vida: el estilo de vida rural tradicional y el de la nueva ruralidad. Se constata que las experiencias, vivencias y expectativas, con las cuales los productores han construido su espacio social les es propio, no sólo como individuos, sino como comunidad, marcando las diferencias de la vejez rural y la manera determinada de enfrentarse con la realidad y de entenderla. La información se obtuvo en localidades de la parte central del estado de Veracruz durante el 2008 y 2009 (los municipios a los cuales se hace referencia son: Tlacolulan, Naolinco y Tlapacoya). En cada lugar tuve un mínimo de 10 informantes claves (productores que habían estado cultivando por más de 20 años en el mismo lugar y tenían una visión amplia de su situación como productores).

Palabras clave: estilos de vida, actividades productivas, vejez.

 

Abstract

The aim of this paper is to analyze the rural aging and some of the production activities from an anthropological perspective. Evidenced through ethnography, the correlation between specific production practices, and how they will reach old age and lived. To do this, we analyze the lifestyles that are generated at its "practical" in their daily lives, especially in productive activities. Detected two lifestyles: the traditional and the new rurality. It is found that the experiences and expectations with which producers have built a social space that is theirs, not only as individuals but as a community, making the difference of rural aging and certain way of dealing with reality and to understand. The information was obtained in locations in the central part of the state of Veracruz in 2008 and 2009 (municipalities to which this applies are: Tlacolulan, Naolinco and Tlapacoya). In each place had a minimum of 10 key informants (farmers who had been farming for over 20 years in the same place and had a broader view of their position as producers).

Keywords: lifestyles, production activities, old age.

 

Consideraciones teórico-metodológicas

El trabajo tiene como objetivo evidenciar si el proceso de envejecimiento observa diferencias entre diversos contextos agrícolas (maicero, cafetalero, cañero y citrícola, en el contexto veracruzano).1 Planteo que el haber sido caficultor, cañero, maicero o citrícola, genera diferenciaciones en la vejez rural.2

Utilizo el concepto de "estilo de vida"3 desde la perspectiva de las ciencias sociales, partiendo de la propuesta de Weber4 (1991), el cual ve a los estilos de vida en términos de regularidades y uniformidades repetidas. Weber toma a los estilos de vida como significados de las expresiones del gusto y como un mecanismo para regular la interacción social. En estos análisis, se señalan hábitos constitutivos en los modos de vivir, como formas de estar en el mundo o formas de relacionarse con las otras clases.

El concepto fue enriquecido enormemente por A. Heller.5 Ella observó los estilos de vida en "lo cotidiano", la continuidad era la característica principal; la vida aparece dominada por lo repetitivo, especialmente en las prácticas correspondientes a las actividades económicas.6 Recalcó en los estilos de vida, los aspectos fenoménicos de cuestiones cognitivas (como representaciones, imágenes, y categorías utilizadas por los individuos), cuestiones normativas (como valores, ethos, esperanzas y deseos), y problemas prácticos de los individuos que reflejan las distintas posiciones en la sociedad.7 Se resalta en las prácticas cotidianas, la conexión que hay entre las dimensiones subjetiva y objetiva en la persona, ya no sólo la cuestión del ambiente, o las estructuras económicas y sociales, sino también las culturales en donde entran las creencias religiosas. Los estilos de vida toman el carácter ya no sólo de una estructura, sino una red organizada que integra prácticas actuales y heredadas, así como representaciones dentro de un espacio, tiempo y organización social en consideración a una totalidad de tareas y el logro de un fin.8

Los estilos de vida comparten muchos de sus elementos con el concepto habitus, de P. Bourdieu,9 para quien los estilos de vida están dentro del habitus. Este último lo entiende como "la posición social hecha práctica", es la forma en que las relaciones sociales son reproducidas a través de actos y actores concretos, debido a que las posiciones sociales generan unos esquemas o principios de percepción, de acción y de formas de sentir. Pero también es "la práctica hecha posición social", formada por las experiencias concretas, por la microhistoria total de grupos sociales que han discurrido por trayectorias similares, de forma que construyen un espacio social que le es propio (el habitus).10 Para nuestro estudio, tanto habitus, como estilos de vida, son formas habituales de actuar en una rutina.11 En este sentido, estilos de vida no es una simple elección que hace un individuo solitario, sino un modo característico de actuar de un grupo de personas que se encuentran sometidas a similares prácticas habituales en relación con lo que producen, que viven dentro un mismo contexto con características objetivas y subjetivas similares; donde hay relaciones personales caracterizadas por la adopción de preceptos divinos, valores y actitudes, así como un conjunto de prácticas más o menos integradas que un individuo adopta no sólo porque satisfacen necesidades utilitarias en el manejo de su entorno y su supervivencia, sino porque dan forma a una serie de relaciones concretas que dan sentido e identidad a la existencia.

Compartir un estilo de vida es pensar de la misma manera, pero pensar de la misma manera presume que se hable un mismo lenguaje,12 que se tengan similares actividades agrícolas, presiones económicas, políticas, estar sometido a la misma clase de mecanismos sociales; compartir acciones y prácticas en un mismo entorno socio-histórico, económico y geográfico. Es compartir un conjunto de respuestas y preguntas en las que se concuerda, al igual que la manera en cómo se entremezclan con las actividades, las reacciones y movilizaciones que generan en la vida cotidiana. Es también compartir y adaptar formas o modelos propuestos por las instituciones a sus circunstancias particulares. Los estilos de vida sugieren un comportamiento típico o característico de una sociedad, una cultura o un pueblo.13

Situado desde estas apreciaciones teórico-metodológicas, analizo cómo se vive la vejez en contextos rurales14 con los que cultivan el maíz, el café, la caña y la naranja. Especialmente cuando la niñez, la juventud y la adultez se han desarrollado en un escenario de marginación y pobreza, de arduo trabajo y enorme esfuerzo físico desde temprana edad. Donde las carencias de coberturas institucionales y de apoyos gubernamentales como créditos, programas asistenciales, servicios médicos y educación han generado pocas alternativas económicas y expectativas de vida; y por si fuera poco, sus tierras de cultivo se han fragmentado tanto, que ha imposibilitado el uso de nuevas tecnologías, apoyos para nuevos programas que requieren de extensiones o cultivos a más grande escala, y donde la migración es la salida para poder sobrevivir, provocando un ambiente continuo de escasez de recursos básicos y una constante inseguridad en los precios de sus productos. La desigualdad y la discriminación es el pan de cada día. Las creencias religiosas son las que sostienen y mitigan el sufrimiento, y mantienen una esperanza, cada vez más lejana, de un mejor porvenir.

 

Caminando por los cultivos

Para poder adentrarnos a los cultivos, me propongo recuperar una pequeña parte de su amplia experiencia de los productores (maiceros, caficultores, cañeros y naranjeros), que a lo largo de los últimos 80 años han podido evidenciar a través de sus testimonios. Resaltaré cómo los productores nacen y se socializan en medio de estructuras preexistentes moldeadas por los cultivos específicos de cada contexto, situando a los estilos de vida en esa confluencia entre lo permanente y el cambio, entre lo individual y lo colectivo, entre lo local y lo global. Es decir, viendo cómo estos estilos de vida son activamente reproducidos, modificados y adaptados en función de intereses, identidades y contextos cambiantes.

Los productores en estos contextos, señalan que desde sus abuelos hasta antes del ejido, e incluso en algunos lugares hasta la primera mitad del siglo XX, la organización y producción familiar campesina estaba dedicada íntegramente a asegurar la existencia biológica de sus miembros. La gran mayoría de los campesinos de ese entonces, trabajaban como jornaleros en tierras ajenas cultivando maíz, fríjol, calabazas, chile, pipián, entre otras. La mayoría de ellos obtuvieron sus tierras a través del reparto agrario. Empezaron sembrando maíz, posteriormente se dedicaron al café, la caña y más recientemente a la naranja, acompañando a estos cultivos con otros más de acuerdo a las condiciones del suelo, clima, etc., así como con otras actividades no agrícolas, como la ganadería a muy pequeña escala, cría de cerdos y aves de corral. Su productividad se caracterizó por ser muy inconsistente, debido a múltiples factores como la falta de vías de comunicación,15 créditos y apoyo institucional para el campo, entre otros.

Los viejos productores relatan que durante todo el año estaban ocupados: al término de la cosecha, generalmente después del maíz, venía la cosecha de frijol y luego la calabaza. Es decir, terminaban un cultivo y seguían con otro, "todo se llevaba a lomo de animal". Cuentan que para la realización de todas las actividades mencionadas –excepto la de jornalero– había una estrecha cooperación entre los miembros de la familia. Llevar a cabo la jornada de trabajo diaria requería que todos los integrantes de la familia colaboraran repartiéndose las tareas; así, unos se dedicaban principalmente al cuidado de los sembradíos, otros a los quehaceres del hogar o a algunas otras actividades que les ayudaban en su precario equilibrio de reproducción. Las formas de organización del trabajo para la producción agrícola, incluían algunas formas tradicionales de ayuda mutua, como la llamada "mano vuelta",16 entre los grupos domésticos y entre los demás pobladores. Los niños empezaban a trabajar desde muy corta edad. Generalmente cuidaban de los animales más pequeños, y ayudaban en la limpieza de los sembradíos y la cosecha de los productos agrícolas. Con sus padres aprendían a trabajar la tierra y a estar directamente relacionados con los procesos de producción:

A los 8 años mi padre me dejaba tareas en el campo. Me hizo un azadón pequeño y ahí me agarraba todo el día a trabajar. Lo agarraba como un juego […] A los 12 años mi papá me dejaba tareas como si fuera grande. Ahora, ya no rindo como antes, yo iba al campo y hacia las cosas en menos de 1 hora, ahora me tardo 3 horas haciendo lo mismo, ya me siento muy cansado.17

Para los que nacieron entre 1920 y 1950, se podría decir que la tierra era el medio de producción más valioso, al que no sólo se hacía producir, sino también se le confería un valor sagrado. De ahí que cultivar la tierra fuera vital como forma de identidad y respeto: se era en cuanto se cultivaba la tierra y se compartían con los demás los mismos problemas, derechos y obligaciones en cuanto a los cultivos. Hay una concordancia significativa entre el respeto a los ancianos, el rol que desempeñaban, el valor que se le daba a la tierra y al cultivo y la dinámica social que se desarrollaba por las relaciones generadas.18 El anciano no sólo cumplía la función de capitalizador del conocimiento agrícola, sino de depositario de la experiencia colectiva; era el elemento de filiación e identificación familiar: "Hilaria Ávila de 71 años me decía cuando le preguntaba quiénes eran las personas que habían pasado saludándonos: "son los hijos de don José de la parcela sembrada de maíz que está a la entrada a orilla de la carretera. Los que van a atrás son del barrio cuarto de los cafetales del viejo Darío".

El conocimiento empírico que requería el desarrollo de sus actividades agrícolas, determinaba que los más experimentados fueran los referentes directos a los cuales se acudía en caso de alguna ayuda o consejo, especialmente en estas poblaciones donde no se contaba con ninguna cobertura de servicios institucionales. Era común encontrar a los ancianos de esta época ocupando el rol de autoridades, y presidiendo situaciones en las que trasmitían normas sociales basadas en la tradición y la experiencia, cohesionando el orden familiar, grupal y religioso.19 El anciano era respetado aun en situaciones de pobreza. El proceso de envejecimiento era vivido de cerca por la familia, y era un deber que los hijos se hicieran cargo de sus padres si éstos enfermaban. La obediencia de los hijos a los padres fue un hecho muy resaltado por los informantes.

 

Los productores de maíz

Actualmente, los ancianos maiceros organizan sus actividades dependiendo de la siembra y cosecha de este producto. En abril y mayo se empieza a preparar la tierra, se siembra en junio y julio (en temporada de lluvia), y se cosecha en diciembre. Las tierras son de temporal y se tiene sólo una cosecha al año. La mayoría siembran entre una y dos hectáreas20 para el autoconsumo, y son contados los que siembran seis hectáreas (y lo hacen para vender). El apoyo que les da el gobierno se les entrega por medio de Procampo.21 Anualmente se les otorgan 1 000.00 pesos por cada hectárea de terreno, para que continúen sembrando.

Hoy día, el cultivo del maíz lo siembran los hombres adultos y ancianos, ya que la mayoría de los jóvenes salen de sus comunidades a estudiar o a trabajar, y una gran parte de ellos ya no regresa, ni tampoco envía dinero a sus padres. Lo anterior ha repercutido en las actividades agrícolas, al no tener los ancianos alguien que les ayude. No obstante, se continúa cultivando maíz, frijol y algunos árboles frutales que se encuentran en los traspatios de sus casas o en las parcelas. Acostumbran tener un burro para trasladarse de la casa a la parcela. Las ancianas se dedican más a la cría de cerdos, gallinas, patos y guajolotes, que sirven para el autoconsumo y para la venta.22 Por las tardes, cuando ya "acabaron" sus tareas domésticas, entre las cuatro y seis de la tarde, los ancianos se reúnen en la cocina con su familia y con vecinos que los visitan para platicar acerca de hechos cotidianos de la localidad.23 Los ancianos generalmente cuentan con más tiempo de descanso, puesto que su jornada de trabajo empieza desde las 6:00 a.m. y termina a las 12:00 p.m. Si no es tiempo de siembra o de cosecha, porque de lo contrario es de sol a sol. Aunque por la edad, especialmente de los de setentas y más, ya no les es posible trabajar tan duro y aprovechan su tiempo para interactuar con los demás miembros de la familia y vecinos de la localidad. Hay ancianas que pese a su avanzada edad siguen encargándose de las labores domésticas, ellas dicen que "se la van a pasar trabajando en la cocina toda su vida y que sólo cuando pierdan las fuerzas, dejarán de barrer, hacer las tortillas, lavar". Algunas de las interrogantes al respecto son: ¿quién va a entrar en mi cocina? ¿Quién se le va a quedar? ¿La limpiará? Por lo regular, quien reemplaza a la anciana en el rol doméstico es la última hija o la nuera. Las ancianas que padecen un mal crónico tienen que volverse dependientes de su cónyuge, de la hija, del hijo o de la nuera, para poder sobrevivir a las vicisitudes que se presentan en la vejez:

En mis pensamientos yo creí que no iba a llegar al 2010 y aquí sigo todavía [...] ya no sirvo para nada, antes podía coser, ahora ni eso; el otro día me puse a arreglar mi ropa del ropero y me cansé mucho, ya no la acomodé como estaba ¡Ay Dios! Antes planchaba con almidón, lavaba, cocinaba, arreglaba toda la casa, ahorita ya no puedo, tengo que estar dependiendo de ellos [su nuera y su hijo], si me dan de comer […] y si no me quieren dar me tengo que aguantar hasta que se desocupe mi nuera.24

Los productores de maíz, en términos generales, cultivan en lugares poco fértiles, con pocas posibilidades para obtener buenos rendimientos, ya que la pobreza del campesino no les da para fertilizar o aplicar algún tipo de pesticida, lo que da bajos rendimientos, sin posibilidades de que concurran a los mercados sin pasar por los acaparadores locales. Pese a lo anterior, sembrar maíz "es sembrar vida". Es estar presente en la comunidad a la que se pertenece, puesto que a partir del cultivo es como se da la interacción social y en muchas veces, la manera de relacionarse con lo divino. Cada tarea da un orden y un sentido, una conciencia de ser campesino.

 

Los productores de caña

La reproducción de las condiciones de producción de las familias ha ido creciendo, y se hizo necesario extender el tamaño de la tierra apta para la siembra hacia otros cultivos, como el de la caña y el café.25 "Recuerdo que por 1950 vinieron los del ingenio a hablar con nosotros y nos dijeron que nos iba a ir mejor con la caña. Nos ofreció alquilar nuestras tierras y darnos lo necesario para producir, diciéndonos que la deuda se pagaría sola con la misma producción".26

La organización de la producción cañera involucraba la utilización casi permanente de la fuerza de trabajo asalariada, a través del flujo continuo de recursos crediticios para las diversas actividades del cultivo, además del ingreso al final de la cosecha. Se empezó a comprar maíz, calabaza, frijol y calabazas, productos que antes ellos producían y que los mantenían ocupados, por lo que se observó más tiempo de inactividad agrícola. En este contexto, los productores junto con sus familias asumían roles de jornaleros o peones, pero a la vez eran socios de esta agroindustria que les proporcionaba por primera vez seguridad social y, con el tiempo, pensión. La familia así organizada era dirigida por el jefe de la misma, a cuyo nombre se firmaba el convenio con el ingenio. Él detentaba los recursos y administraba las tareas que el ingenio le había asignado. Las mujeres y los niños, así como los ancianos, eran relegados de las actividades productivas que requerían de "fuerza y vigor masculinos".27 Si el anciano estaba en condiciones físicas adecuadas, era el administrador que, desde su casa, controlaba los recursos.

El cultivo de la caña no era como el del maíz, que nos permitía sembrar otros cultivos y donde uno podía ocupar a toda la familia para sacar buenas cosechas. Ahora con el ingenio sólo pura caña, algunos sembramos de a poquito, tantito maíz, fríjol, calabaza, chile, pero ya no como antes. El ingenio estaba al pendiente para apoyarnos dándonos asistencia técnica y facilidades para una buena producción cañera.28

"Antes llevábamos comida al esposo y a los hijos que estaban trabajando a eso del medio día; a partir de la caña preparamos bastimento desde temprano para que lo lleven a trabajar; ya nosotros no íbamos a la parcela".29 Con el convenio celebrado con el ingenio, los productores se insertaron en un proceso de producción que propició la individualización. Los ingresos provenientes de la caña se distribuían a lo largo del año, propiciando una mayor seguridad en el sustento de las familias y de los ancianos beneficiarios. La familia seguía haciéndose cargo del anciano, pero a la vez empezó a verlo como un miembro institucionalizado; es decir, que detrás de él, estaba el contrato con el ingenio, el que tenía los documentos de derechohabiente del IMSS. Empezaron a ser notorios los ancianos minusválidos (no porque antes no existieran, sino porque simplemente se morían).30 De acuerdo con mis informantes, con el cultivo de la caña se evidencia claramente la declinación física de los ancianos, ya que en el cultivo del maíz había actividades menos pesadas que ellos podían realizar muy bien, pero con el de la caña, dicen, "los viejos se volvieron más inútiles". Y es que el trabajo con el ingenio los sacaba más pronto del proceso de producción.31 Lo anterior les ha dado la oportunidad de dedicarse a otras actividades, como el comercio o alguna otra actividad en la ciudad.

Las actividades más intensas son la siembra y la zafra,32 en ellas el anciano cañero prácticamente es un observador; algunas veces, si su condición lo permite, supervisan las tareas a realizar. Muy pocas veces se les ve haciendo tareas de limpieza y mantenimiento, y generalmente están solos, sin su familia. Algunas veces se les ve contratando peones, o bien, vigilando que el corte se lleve a cabo correctamente para que no haya desperdicio.

Todos los días a las ocho de la mañana estoy en el campo, los peones me ayudan van a limpiar el cañal o para abonarlo […] Cuando me toca el corte me quedo allá todo el día, para contar cuantos viajes de caña salen y para que los cortadores corten bien, porque a veces la cortan al ras y luego tengo que pagar otro peón para que corte los troncos que dejan.33

Ahorita no hay mucho trabajo, solamente voy a regar cuando me toca, pero como es tiempo de lluvia no voy casi al campo. Cuando es zafra solamente que me toque el corte voy en la mañana y les llevo un refresco a los cortadores y veo que recojan toda la caña, me regreso hasta la noche para contar cuantos viajes salieron.34

"Mis tierras las administra mi sobrino, yo le pago para que vaya a regar, o que abone cuando el ingenio me da el abono. Cuando me toca corte yo lo acompaño para checar que corten bien la caña, si cortan bien les invito un refresco a los cortadores, y les llevo de comer".35 Las cuadrillas de cortadores que por lo regular vienen de fuera, o las que se forman en la misma localidad, tienen que aguantar al máximo para poder terminar con lo programado.36

La caña como cultivo no estimula la continuidad cultural, ya que sus actividades agrícolas son controladas por el ingenio y sus redes sociales suelen ser más horizontales. Eso sí, en comparación con otros productores los cañeros están más interesados en la política local (de hecho varios de ellos participaron en las luchas agrarias y en la toma de decisiones con las autoridades del ingenio), en los sindicatos, en la obtención de las jubilaciones, pensiones37 y cuestiones administrativas que no siempre se encuentran en la localidad. Esto mismo ha propiciado mayor ausentismo en su comunidad y una mayor posibilidad de irse a trabajar fuera de la localidad.

Como podemos observar, los procesos productivos de la caña han generado un anciano dependiente que poco a poco va perdiendo sus habilidades y destrezas productivas, pero a la vez ha ido creando otras, en el ofrecimiento de servicios en la ciudad, así como ampliando sus redes sociales y conocimientos en cuestiones administrativas y sindicales, surgiendo en cada momento una readecuación de sus actividades con base en ritmos y tiempos que ya no dependen del cultivo propiamente, sino de sus otras actividades que le proporcionan un ingreso para la manutención de su familia.

 

Los productores de café

A pesar de que el cultivo de la caña tenía las mejores tierras en las poblaciones de estudio, quedaban sin ocupar grandes extensiones a orillas de los montes o espacios de difícil acceso para el transporte del producto. Estas tierras fueron el blanco del personal del Instituto Mexicano del Café (Inmecafe), que en 1970 impulsó a los productores a sembrar café dotándolos de créditos y apoyo técnico. A diferencia de la caña, que sólo involucró oficialmente al jefe de familia con el cual se firmaba un contrato, el café involucró directamente a todos los miembros de la familia, especialmente en el corte, donde las mujeres y los niños al igual que los ancianos cumplen un papel esencial; gracias a ello la familia ha podido tener ingresos extras. El cultivo se vio desde un principio como un cultivo familiar, donde el productor sólo tenía que asegurarse, una vez sembrada la planta, de cuidar que no hubiera plagas, de limpiar y fertilizar, actividades que bien puede realizar un anciano sin problemas graves de salud. Cabe mencionar que los productores de café, nunca recibieron ningún beneficio como servicios médicos;38 quizás por ello, algunos se dedicaron al cultivo de la caña simultáneamente. Pero cabe resaltar que con el cultivo del café, el anciano reencuentra una forma de reintegrarse al proceso productivo con sus lazos de parentesco, los cuales juegan un papel central en las transacciones y dinámica mercantil del grano.

El café requiere de una faena continua durante todo el año. En la siembra del café se hace primero un "plantel" o semillero de simientes bien seleccionadas y, al brotar las matas, se trasplantan a bolsas, donde el cafeticultor se las llevará a la finca para replantar junto a las matas de café que están ya en producción, cavando una cepa con pala y pico bajo la sombra de los árboles utilizando el azadón y las manos.

La actividad más intensa en el café es el corte, el cual es manual y con mucho cuidado de no deshojar o quebrar ramas, luego se carga en pequeños morrales para pesarlo o llevarlo a lavar y secar,40 esto obliga a los caficultores a tareas delicadas y pacientes, puesto que depende de las situaciones climáticas. Por lo general, son tareas lentas y de mayor convivencia familiar, en comparación con los de la caña en donde se exige siempre la rapidez y la fuerza masculina entre personas más o menos de la misma edad. Pese a la edad de los caficultores, todavía se les ve en los campos de cultivo, realizando diversas tareas de limpieza y mantenimiento. Cabe mencionar que las tareas agrícolas de la caña son más monótonas, en cambio las del café son más variadas en donde los ancianos pueden intervenir directamente. Lo anterior estimula ciertas habilidades y destrezas, así como conocimientos y saberes específicos sobre el cultivo del café. Lamentablemente, debido al bajo precio del producto a consecuencia de la crisis cafetalera y a las malas condiciones en que se encuentran las parcelas (por el tipo de tierras, la migración y consecuentemente la falta de mano de obra, la fragmentación de las tierras, la falta de créditos, agua, siniestros, envejecimiento de los campesinos, entre otros), los productores salen a buscar alternativas para complementar el consumo familiar dentro de un modelo de organización local plausible, que permita mantener su deteriorada estructura familiar para continuar trabajando con su familia en las fraccionadas parcelas, que por cierto se niegan a vender.

Los ancianos caficultores, tienen mayor capacidad para poder solventar la vejez, especialmente si se está en condiciones de salud aceptables para ser autosuficientes. Pero si las condiciones de salud son adversas, los cañeros tendrán más probabilidades de salir adelante debido a las prestaciones de pensión, atención médica y medicinas que obtienen por medio del ingenio. Es por ello que los productores tratan de entreverar, cuando se puede, otros cultivos, para las emergencias, seguridad de la familia, salud y para comprar los alimentos necesarios para su subsistencia, otros más intentan reforzar su economía con trabajos en el sector de servicios en la capital del estado.

 

Los productores de naranja

Los beneficios derivados de los cultivos de la caña y el café, mantuvieron en relativa prosperidad a las familias de los productores de las localidades estudiadas. Sin embargo, a principios de la década de 1980 tanto el café como la caña de azúcar, entraron en una severa crisis de mercado.40 Lo anterior hizo que los productores miraran hacia otros cultivos como la naranja.41 En el área de estudio, los productores señalan dos causas estrechamente relacionadas por las que se cambiaron al cultivo de la naranja. Por un lado, se empeoró la rentabilidad de muchos productos agropecuarios desde finales de los años 80. En este periodo, la naranja era uno de los cultivos más rentables el país. Paralelamente, hubo facilidades de financiamiento por parte de la banca mexicana privada y oficial. Ante tal situación, muchos productores empezaron a cambiar los cultivos (tabaco, plátano, café pastizales, maíz, frijol chile y calabaza), por naranja.

Cuentan los productores que sus primeras incursiones con la naranja en Martínez de la Torre, estuvieron alternadas con la siembra de maíz y frijol, así como de café. No fue sino a finales de la década de los ochenta que entraron de lleno con esta actividad citrícola. Durante estos primeros años, los productores se vieron beneficiados por la alza en los precios del cítrico; sin embargo, a inicios de la década de los noventa esta situación se revirtió. A partir de entonces el precio del cítrico ha ido a la baja; en la actualidad, el precio por tonelada de naranja deja una ganancia insuficiente para cubrir las necesidades mínimas de producción. Esto ha hecho que muchos productores prefieran arrendar su finca, o en su defecto, ir alternando otros productos como el maíz.

El cultivo de la naranja prácticamente es organizado por los coyotes o intermediarios y las jugueras, que acaparan la producción. El productor generalmente hace contratos de tipo verbal con los peones fijos y cortadores eventuales para las tareas de fertilización, limpia y corte. Las actividades desarrolladas en este cultivo tienen un grado de especialización que se aprende en el seno familiar. Desde una edad muy temprana los productores aprenden, siendo ayudantes de sus padres o con algún familiar. Cortar la naranja requiere de habilidades en las manos para cortar con rapidez, así como destreza para usar la escalera y subirse al árbol. Actividades que por lo general es difícil que pueda realizar un anciano. Por el tipo de trabajo, las personas en edades maduras y avanzadas, se emplean generalmente realizando actividades sencillas (chapoleo, poda, riego, etc.). Los que no son productores, se contratan en huertas con un salario inferior al que ganan los cortadores en los contratos en la pizca de la naranja.

Tanto el productor como el cortador tienen que hacer frente a los largos periodos de desempleo, y a una situación casi permanente de subempleo. Se vive en constante inseguridad. Hay semanas completas que tanto el productor como el cortador esperan a que el precio mejore. Según los citrícolas hay un par de años buenos y otros tantos malos en la producción. En su gran mayoría, los ancianos que se dedican a esta actividad "siguen viviendo con la esperanza de que vendrán tiempos mejores", "así es esto", esperan que sus hijos crezcan y les ayuden en el corte, o en su defecto esperar una pequeña ayuda de ellos, una vez que finalicen sus estudios, o salgan a trabajar fuera, mientras que ellos como viejos se quedan a cuidar las fincas y a vivir a expensas de lo que en ella se produce.

Las mujeres generalmente no intervienen en el proceso productivo, al menos que sean las propietarias de la finca. Esto es en parte por el trabajo pesado de cargar las cajas con la naranja y subir escaleras para cortar el producto, "es prácticamente trabajar encima del árbol".42

Desde que mi esposo se murió hace seis años, yo voy al campo a ver cómo trabajan los peones, no voy sola me acompaña Ramiro [hermano], sólo vamos cuando hay que hacer algo, sobre todo cuando abonamos, fertilizamos, porque hay que repartir los bultos del producto. Cuando es el corte no me gusta ir porque hay muchos hombres y luego inventan chismes, así que solamente mando a Ramiro con refrescos […] Mientras pueda voy a seguir con la naranja, cuando no pueda, las voy a rentar, o ya veré como me las arreglo, lo que no quiero es venderlas porque aquí las tierras cada vez valen más.43

 

Reflexionando la información

Actualmente se vive, en los cuatro contextos de cultivo, la dispersión de los miembros debido a la migración.44 Los ancianos han tenido que desempeñar tanto al interior de la familia, donde son padres y madres a la vez, como dentro de su comunidad, donde tienen que reasumir el papel activo con respecto al desarrollo de la actividad agrícola, asistiendo nuevamente a las asambleas, hacer tratos, contratar a jornaleros (limpiadores y cortadores), vigilar el trabajo en las fincas o las parcelas, a hacerse cargo de la toma de decisiones, acompañados muchas veces por las hijas o los nietos para sacar adelante el trabajo agrícola. "Antes él no me dejaba irlo a ver a la parcela: ni pensarlo; ahora, como se fue, voy con mi suegro o con mis hijos casi todos los días".45 "A partir de que él se fue, yo he tenido que ir a la finca a ver cómo están las tierras, como trabajo en la capital aseando casas, sólo tengo el fin de semana para vigilarlas y ver lo que haga falta".46

Los ancianos, como se puede ver, están destinados a enfrentar la última etapa de la vida sin sus hijos, luchando por retenerlos, o bien, disputando con las nueras y los nietos el dinero que envían los que han emigrado, que si bien sirve para satisfacer algunas de las necesidades básicas de la familia, como alimento y vestido, medicinas, cubrir deudas, reparar la casa, pagar el teléfono, comprar aparatos eléctricos o una camioneta, resulta poco para compensar la soledad y el abandono en momentos de dolor y de tristeza: "me da mucha tristeza por tantos hijos que tuve y que no tenga ni quien se pare a darme los buenos días, hay veces que le pregunto a Dios que estoy pagando porque estoy tan sola, luego me enfermo y no tengo quien me de un vaso de agua".

Quiero construir ahora, como dijera Goffman (1971), "el actuar de las personas en el espacio social" a través de patrones o libretos que ellos mismos asimilan en el proceso de producción agrícola. De acuerdo a la información presentada, cada cultivo tiene regularidades específicas, formas habituales de organizar la siembra, el cuidado y el mantenimiento del cultivo, la cosecha; maneras de actuar, de pensar con respecto a condiciones similares o presiones económicas, así como mecanismos a través de los cuales logran la venta de sus productos. Como productores adoptan y adaptan identidades y condiciones de estructuras preexistentes, moldeadas por los cultivos para resolver sus necesidades específicas. Si situamos a los productores en cada uno de sus cultivos, observamos que cada cual tiene una forma diferente de organizar el espacio y el tiempo, así como sus recursos naturales y sociales, unido con la cultura y la manera de envejecer, la cual está circunscrita a las condiciones en las que se desarrolló la vida. Obviamente, no es posible explicar todas las diferencias entre los productores de estos cuatro cultivos, por lo que mi intención con esta reducida información es sólo corroborar si la experiencia de envejecer en estos cultivos es distinta o no. A continuación, presento algunas de las regularidades más importantes que se pudieron observar en los campos de cultivo, y algunas prácticas en que los ancianos participan de acuerdo a las entrevistas y pláticas informales recolectadas.

A partir de este cuadro, observo dos estilos de vida claramente diferenciados: uno que lo ligo con la vida rural tradicional,47 el cual se desarrolla a través de la explotación tradicional, con estrategias familiares y locales, producto de procesos sociales desarrollados alrededor de los procesos productivos, como es el caso del maíz y el café. El otro estilo de vida es el que he ligado a la nueva ruralidad,48 dominado desde la agroindustria o los acaparadores, donde se resalta la valoración individual, la mecanización del trabajo, el proceso industrial y cuya producción está destinada principalmente a la exportación, como es el caso de la producción de caña y la producción de la naranja.

En el estilo de vida rural tradicional, los maiceros y caficultores se encuentran muy ligados a los procesos productivos, especialmente en dos actividades centrales: la siembra y cosecha. La pobreza del productor lo hace depender íntimamente de las redes sociales locales y familiares,49 así como de la tierra y las condiciones específicas de subsistencia en las que se organizan, producen y reproducen las más vitales relaciones. El trabajo es percibido como la razón de la vida del productor, y no termina sino por la muerte o la enfermedad. El estilo de vida rural está condicionado por el ambiente o entorno social en el que se encuentra el productor, y se manifiesta con más fuerza en las interacciones familiares y comunales de la vida cotidiana, cuando se percibe un "nosotros". La lógica de producción está vinculada con el trabajo recíproco, la construcción de la vivienda, la forma en que se organiza la siembra, cuidado y mantenimiento, así como la cosecha; en la forma y organización de sus eventos sociales y religiosos. En este contexto, el estilo de vida rural funciona como elemento de identificación, organización y hasta de resistencia, al mostrar capacidad en la reelaboración y continuidad, incluso en formas sincréticas que permiten una funcionalidad acorde con sus necesidades.

Actualmente, los productores de maíz y café tratan de entreverar ambos cultivos, uno para la seguridad de la familia (el cultivo del maíz), y otro para las emergencias y la salud, así como ahorrar (el cultivo del café), otros cultivos más intentan reforzar su economía, además, se complementan con trabajos en el sector de servicios en la ciudad. Obviamente lo anterior trae cambios que provocan que el estilo de vida rural se bifurque y se empiece a convivir con otros elementos de estilos de vida distintos, muchos de ellos no definidos, que confunden y complican la existencia, especialmente de las personas envejecidas.50 Y a pesar de que ellos mismos se dan cuenta de que conviven con elementos extraños a su estilo de vida, tratan de armonizarlos con dificultades, especialmente cuando tienen que sacrificar la convivencia familiar, sus fiestas, sus gustos alimenticios, por mencionar sólo algunos. Es por ello que hay apatía por incorporar los nuevos adelantos tecnológicos, inscribirse en los nuevos programas de apoyo institucional, o el interesarse en los cambios de la comunidad, se encierran en el círculo familiar, vecinal, religioso que los lleva a vivir el día a día. Por otra parte, el maíz y el café son cultivos poco plausibles para las transformaciones que la globalización y la modernización conllevan. Los apoyos institucionales para el campo, como para la salud, en estos contextos, son apoyos que no cuajan con sus formas de vida, porque el estilo de vida no está conectado a esa totalidad del mundo moderno, que lo que quiere es confundirlos y aniquilarlos. Por lo que la alternativa que se les presenta es tratar de convivir y armonizar estrategias de sobrevivencia hasta donde más les sea posible, o ser absorbidos por el mundo moderno. Y aquí la migración es parte de ese mosaico limitado de oportunidades que estos contextos agrícolas tienen, y que ha sido parte sustantiva de la sobrevivencia del grupo familiar, pero también motor del desarrollo y producción del campo. Esto ha provocado que las redes sociales en la vejez se vean modificadas como nunca lo habían estado.

En el estilo de vida de la nueva ruralidad, los cañeros y naranjeros se encuentran en una cierta desvinculación con el proceso productivo, hay una utilización casi permanente de la fuerza de trabajo asalariada, con muy bajos salarios, flujo continuo de recursos, e ingreso al final de la cosecha propiciando una mayor seguridad en el sustento de las familias. Si bien, la caña y la naranja no permiten trabajar otros cultivos, si permite que los productores puedan llevar a cabo otras actividades tales como el comercio o alguna otra actividad no agrícola en sus localidades o bien, en el sector terciario en la ciudad. En la siembra y el corte, el anciano productor prácticamente es un observador, un supervisor, un contratista de peones. La forma en que el proceso de producción está organizado no les permite llevar a cabo otras actividades. Esto hace que los productores tengan tiempo para buscar otras actividades, con lo cual amplían las redes sociales más allá de la localidad, que participen en actividades políticas, así como trabajar fuera de la localidad sin menos cabo del proceso productivo, pero sí en detrimento de las habilidades y destrezas productivas.

Lo anterior hace que el estilo de vida de la nueva ruralidad, se conecte con elementos de otros estilos de vida, que tienden más hacia el individualismo, a una mayor dependencia institucional en el caso de los cañeros y a una declinación física más acelerada en el caso de los naranjeros; pero también una mayor oportunidad a combinar diversas actividades. Entre los cañeros y naranjeros el bienestar económico es muy similar.51 Sin embargo, hay diferencias claras en la organización del proceso productivo y en las prestaciones en atención a la salud, ya que el cañero es un derechohabiente del IMSS, con medicinas y pensión, y el naranjero no cuenta con nada de ello. No obstante, los naranjeros especialmente en la tercera edad, tienen mayor capacidad para poder solventar la vejez, especialmente si se está en condiciones de salud aceptables para ser autosuficientes. Pero si las condiciones de salud son adversas, los cañeros tendrán más probabilidades de salir adelante debido a las prestaciones de pensión, atención médica y medicinas que obtienen a través del ingenio. La migración es, en estos contextos agrícolas, parte sustantiva de la vida cotidiana. Esto ha provocado que las familias adquieran una dinámica más cambiante, los hijos y las hijas tienden a migrar y buscar mejores oportunidades, pero la diferencia es que ya no regresan; paulatinamente van migrando los hijos varones, luego las mujeres y los nietos, dejando en las localidades a los adultos mayores insertos en una comunidad rural que, si tienen suerte, contarán con programas y servicios públicos y sociales.

 

Algunas reflexiones

Creo conveniente hacer una especie de síntesis en la que muestre la aplicabilidad del concepto "estilo de vida" en el análisis de los envejecimientos rurales. Para ello, es necesario contemplar al productor como un sujeto social que se ha construido en contextos concretos en medio de cultivos específicos, que lo han predispuesto hacia un cierto estilo de vida, a través del cual entendemos el sentido y el fondo de la vida cotidiana del ahora anciano; sus relaciones sociales, el manejo de su entorno, juntamente con todas sus actividades que ello implica. En este sentido, los estilos de vida no son algo superpuesto a los productores, sino totalidades que nos muestran toda la existencia social.

Por otra parte, la dinámica que cada estilo de vida genera tiende a reproducir las condiciones objetivas y subjetivas, que están determinadas por la anticipación implícita de las mismas. Es decir, las condiciones pasadas de reproducción tienden a reproducir regularidades inmanentes a las condiciones objetivas de la producción, pero ajustándose a las exigencias de la situación directamente afrontada. En este sentido, las acciones de los productores, aunque actúen aparentemente con libertad, estarán sujetas a ciertas regularidades. Regularidades que no son leyes sociales, producto de una racionalidad universal de la que los individuos son portadores, sino que se deben a los esquemas de percepción y valoración de la realidad social, propios de cada estilo de vida. Lo anterior, en términos de Bourdieu,52 sería: las regularidades son las relaciones sociales reproducidas a través de actos y actores concretos, que generan unos esquemas o principios de percepción, de acción y de formas de sentir. En términos de nuestro estudio sería la forma de cómo se lleva a cabo el proceso productivo de cada cultivo, en el cual se encuentra una relación muy significativa en cuanto a relaciones sociales, conocimientos, normas y valores, pensamientos e ideas que se han ido acumulando y transformando en acciones y reacciones sociales expresadas en la vida cotidiana.

De esta forma, tanto el estilo de vida rural tradicional como el estilo de vida de la nueva ruralidad, que hemos analizado, encuentran su matriz en la inserción que el productor tiene con el cultivo específico, desde el cual se genera el principio rector que regulará las características y elementos nuevos que se inserten en cada estilo de vida. Es desde esta matriz en donde los productores, a lo largo de su trayectoria de vida, van identificándose, algunas veces resignándose, otras veces adaptándose y otras veces confrontándose con sus realidades y necesidades últimas. En consecuencia, las estrategias de reproducción que el productor adopte en cuanto a su cultivo, tenderán a insertarse o inscribirse en cada estilo de vida en el cual está el sentido común que le permite comportarse de la forma más adecuada a sus necesidades, adaptando, ajustando y delimitando sus respuestas de acuerdo a sus necesidades y expectativas de éxito o fracaso.

Hay que dejar claro que los estilos de vida analizados, siempre han estado amenazados por nuevos elementos o estilos de vida, debido a la emigración e inmigración, la entrada de capital, agroindustrias, la escuela, las políticas y programas sociales, al precario equilibrio en sus cultivos, que provoca que se alteren y diversifiquen sus estilos de vida, entre otros. Sin embargo, a través del tiempo han permanecido. Patricia Arias53 corrobora lo anterior diciendo que: en las sociedades rurales, no sólo se reciben o reaccionan a las dinámicas y factores externos, sino que siempre han sabido procesar, manejar, reaccionar, adaptar sus recursos y tradiciones a los impulsos, propuestas o actividades que llegan del mundo exterior, más aún el de sus alrededores, formado parte de la nueva rusticidad mexicana. En consecuencia, los elementos que se inserten o convivan con los estilos de vida, rural y la nueva ruralidad, se combinaran, otras veces se harán a un lado, pero siempre bajo la lógica que marca la matriz del estilo de vida.54 Como hemos visto, en esta matriz están encarnadas las condiciones específicas del medio social y económico, cultural y político, así como las relaciones sociales establecidas por la costumbre y la tradición, la organización comunal y las diversas actividades agropecuarias, incluso el comercio y la migración y no se diga las cuestiones religiosas. Es como el marco en donde se establecen los interfaces entre el productor y la comunidad, entre el productor y la familia, el espacio en el que se crea y recrea, se conservan y confrontan, se fortalecen y preserva la supervivencia del productor. Esta matriz algunas veces se repliega a espacios autónomos donde continúa sus funciones, dándoles a los productores la posibilidad de expresar su experiencia social y colectiva, y estructurar y organizar de esta manera su realidad cotidiana.

Hasta aquí se han querido ver a los estilos de vida no sólo como una red organizada que integra prácticas actuales y heredadas, o como simples representaciones dentro de un espacio, tiempo y organización social rural. Tampoco se han querido mostrar los estilos de vida, como una totalidad de tareas que tienen como meta el logro de un fin. O como una madeja donde el individuo puede pertenecer a uno o más estilos de vida, donde cada vez se vuelven más flexibles conforme pasa el tiempo. Más bien, mi deseo es haberles mostrado a los estilos de vida como una unidad orgánica que está compuesta por un complejo de actividades que tienen ciertas regularidades específicas, maneras de actuar, de pensar con respecto a condiciones similares o presiones socioeconómicas, políticas, religiosas, culturales; que permite la existencia de una forma de vida que se practica en el presente y que, como aspiración, se plantea para el futuro y que es reconocida por la colectividad que en ellos se identifican. Esto es, que los estilos de vida no son algo que simplemente se reproduce por tradición, sino que contiene elementos de creación y, por tanto, de cambio.

Con base en lo presentado, considero que el análisis nos permite ver el problema de la vejez, en cada uno de los contextos, como un problema que no tiene por qué estar aislado, tal como se ha hecho por las ciencias demográficas y las ciencias médicas, sino que tiene que estar vinculado con la formación socioeconómica de la cual parte. Asimismo, este análisis nos ayuda a comprender cuales son las experiencias, vivencias y expectativas, que producen los efectos más marcados en la vejez. De igual manera, el análisis permite mostrar continuidades totales de individuos que han discurrido por trayectorias similares, de forma tal, que han construido un espacio social que les es propio, no sólo como individuos sino como comunidad, donde se modelan y manejan estilos de vida que refuerzan la consistencia interna de cada productor y además, se afirman frente a los otros, como una manera determinada de enfrentarse con la realidad y de entenderla. En este mismo sentido, el análisis nos ha ayudado a entender el sentido y el fondo de la vida cotidiana del anciano, sus relaciones sociales, el manejo de su entorno, junto con todas las actividades que ello implica. Lo cual nos ayudaría a asegurar el bienestar a las personas de edad avanzada en el medio rural, a poder conectar los estilos de vida rural tradicional y el de la nueva ruralidad, a estilos de vida que conlleven a una vejez en mejores condiciones de vida, a diseñar políticas públicas más específicas para la vejez en estos contextos.

Es claro que el impacto del proceso de envejecimiento en el contexto rural será agudo, debido a los drásticos cambios demográficos que se viven y a las condiciones limitadas de flexibilidad socioeconómica, dado por las circunstancias ambientales, culturales y políticas de estas localidades, y habrá que ver si la vida puede ser posible para este sector de la población envejecido ante estos hechos. Sin embargo, pareciera que los productores ancianos no miden y evalúan los posibles efectos de ello. Mientras ellos tengan la posibilidad de cultivar la tierra, dicen, existirán con sus familias que los cuidarán, resistirán unidos con sus amenazadas costumbres y percepciones de la vida. Quizás cambie su organización económica o se den sustituciones de un cultivo por otro, o se pase de una lógica de subsistencia a una lógica de la ganancia o se rompa la relación directa con la tierra, o que se les asigne participaciones distintas, que ya no dependen de la localidad, sino de elementos externos a ésta. Cualquiera que fuese la situación, dicen los ancianos, lucharán por mantener su deteriorada estructura familiar.

Con base en lo anterior, es necesario plantearse: ¿cuál es el progreso o bienestar que han tenido los productores, especialmente ancianos, con los cambios de cultivos, y adelantos tecnológicos? ¿Qué nuevos estilos de vida rural nos faltan por observar en los sectores envejecidos del campo mexicano, tomando en cuenta que día a día se insertan más dinámicas urbanas en las sociedades agrarias? ¿Cómo los viejos se están adaptando y aceptando el futuro? Una de las reflexiones que se presenta como desafíos, siguiendo esta línea de reflexión es: ¿podrá el productor dejar el arado tirado por bueyes y subirse al tractor sin afectar su estilo de vida, sin romper las costumbres valores y sin transformar las relaciones sociales? ¿Podrá cambiar cultivos, y adaptarse a nuevos calendarios agrícolas que dejan atrás el tiempo de las festividades, el desenvolvimiento de las tareas sociales, políticas, domésticas, etc.? La respuesta a estas preguntas, es también la respuesta al por qué muchos de los programas sociales aparecen retardados, desfasados, respecto a las condiciones objetivas.

En la medida en que se puedan delinear programas que coadyuven al fortalecimiento de los estilos de vida dentro de los contextos específicos en los cuales se quiere incidir, es como se podrá tener incidencia en las prácticas y en las conciencias individuales de las necesidades concretas, así como en las estrategias que se organicen en función de las condiciones generales de producción. Todo esto con la finalidad de perfilar patrones de envejecimiento rural que tomen en cuenta los diferentes estilos de vida desde el punto de vista social en la elaboración de las políticas públicas. Quizás hablar de diferentes estilos de vida no parezca relevante a simple vista, pero en el proceso de envejecimiento, debe representar un gran desafío, ya que en estas tendencias de formas híbridas de estilos de vida, está la clave para entender por qué los programas de salud, las políticas públicas y los apoyos institucionales son ajenos, incomprensibles, opresivos e irracionales para las personas de edad avanzada. Especialmente cuando queremos impacto y coherencia en esta realidad que cada día se bifurca y desquebraja.

¿Seguirán siendo los ancianos el componente clave de la fuerza laboral del campo mexicano? ¿Cuáles son las condiciones que permearán en la captación de recursos de las generaciones más jóvenes en provecho de las más viejas? ¿Cómo asegurar el bienestar de estas últimas? Bijarro,55 basándose en González, afirma que las condiciones de calidad de vida del adulto mayor van a depender de las oportunidades en cómo transcurre la vida, que no sólo depende de los recursos cuantitativos, sino de cómo es el desarrollo cualitativo de su vida.

 

Notas

1 Se constató cómo se vive la vida en el campo, los miedos e inseguridades; sus peticiones, tanto individuales como colectivas; sus problemas y necesidades de salud y hasta las peticiones religiosas más sentidas que demandan los productores, especialmente a esta edad avanzada. Por ejemplo, las preocupaciones por los precios de los productos, las inconsistencias de las políticas y programas gubernamentales y sociales, y las especificidades y necesidades de cada cultivo.

2 La motivación para realizar esta investigación surgió después de llevar a cabo una investigación sobre las diferencias en las prácticas religiosas entre ancianos y ancianas, tanto del contexto rural como del urbano. Allí descubrí que cada productor tiene su propia especificidad, tanto sus necesidades particulares, como sus referentes espaciales, sociales y espirituales. Percibí contrastes entre las vejeces, como la vinculación o desvinculación que las personas de edades avanzadas tenían con los procesos productivos y las formas en que entretejían sus vidas, tanto la objetiva como la subjetiva.

3 El concepto de "estilo de vida" apareció en 1939, cuando se predijo una explosión de los estilos de vida denominados "subculturas", debido al aumento de la diversidad de las sociedades postindustriales. Y es a mediados del siglo XX que el concepto se incorpora a la salud, perdiendo su carácter integrador, reduciendo el concepto a conductas aisladas que tienen repercusión en la salud, se introduce el término estilo de vida saludable.

4 Max Weber. La ética protestante y el espíritu del capitalismo. México: Premia Editora-La red de Jonás, 1991.         [ Links ]

5 Agnes Heller. Sociología de la vida cotidiana. Barcelona: Ediciones Península, 1977.         [ Links ]

6 Con relación a la postura de que la vida aparece dominada por lo cotidiano, véase Peter Bergery Thomas Luckmann. La construcción social de la realidad. Argentina: Amorrotu, 2001,         [ Links ] plantea que las personas actúan cotidianamente en función de rutinas y que toda rutina es propensa a cambiar, ya que cuando a los individuos se les presenta un problema que no pueden resolver, se ven en la necesidad de modificar sus comportamientos o adquirir nuevos conocimientos para resolverlo (pp. 42-44).

7 A menudo los estilos de vida fueron considerados como una representación de la elección individual y menos como una característica del grupo.

8 Al concebir los estilos de vida como una red organizada, los individuos pueden pertenecer a más de un estilo de vida, y en este sentido se vuelven cada vez más flexibles conforme pasa el tiempo.

9 Pierre Bourdieu. La distinción. Criterio y bases sociales del gusto. Madrid: Taurus, 1988.         [ Links ]

10 En el habitus encontramos un conjunto de esquemas generativos a partir de los cuales los sujetos perciben el mundo y actúan en él, es la estructura a partir de la cual se reproducen pensamientos, percepciones y acciones del agente o actor social, conformados a lo largo de la historia de cada sujeto y suponen la interiorización de la estructura social, del campo concreto de relaciones sociales en el que el agente social se ha formado como tal. Es decir, el habitus sirve como un mapa cognitivo o como una serie de percepciones que guía y evalúa rutinariamente las elecciones y opciones de la persona. Esto provee disposiciones duraderas para considerar la actuación apropiada por una persona en situaciones y escenarios sociales particulares. William Cockerham, "Health Lifestyle Theory and the Convergence of Agency and Structure", Journal of Health and Social Behavior, American Sociological Association, Washington, DC.: vol. 46, 2005, pp. 56-67.         [ Links ]

11 Tanto habitus, como estilos de vida, se aprenden mediante un proceso de familiarización práctica, que no siempre pasa por la conciencia. Y mientras el habitus se concentra en la posición social, los estilos de vida no intentan dirigirse a las diferencias de clases sociales, ni a la confrontación que se da entre estas, sino al contexto en que surgen las prácticas cotidianas que pueden estar cruzadas por diferentes clases sociales. Los estilos de vida pueden ser compartidos por diferentes clases sociales, mostrar diferencias y mejores condiciones de vida y bienestar con respecto a otros grupos sociales, incluso de la misma clase social. Para Bourdieu op. cit., el habitus de las personas contiene a los estilos de vida (son signos, discursos, lenguajes que se expresan en el terreno de lo simbólico las posiciones, las diferencias de clase y las luchas que en este espacio simbólico). Encontró tres grandes marcos de definición de los estilos de vida: el de las clases dominantes definido por "el sentido de distinción", el de las clases medias como "una buena voluntad cultural", o más precisamente por el deseo de imitar a las clases dominantes, y por último el de las clases populares definido por "gustos de necesidad". Estos hábitos están ligados entre ellos, ya que las normas de consumo legítimas son impuestas por las clases dominantes.

12 Ludwig Wittgenstein. Investigaciones filosóficas. Barcelona: Crítica, 2004.         [ Links ] Zablocki D. nos ayuda a operacionalizar el concepto, apunta que nuestras expresiones, palabras, oraciones, modos de ser, etc., así como los gestos, actitudes y demás, emergen sólo porque son usados en circunstancias, contextos y situaciones particulares.

13 Erving Goffman. La presencia de la persona en la vida cotidiana. Buenos Aires: Armorrourtu, 1971.         [ Links ] Plantea que el actuar de las personas en el espacio social está mediado por patrones o libretos que ellos mismos asimilan en el proceso de socialización, desde la perspectiva de la actuación o la representación teatral.

14 Cabe señalar que 50% de los entrevistados vive en familias extensas. Es decir, hermanos, tíos, sobrinos, abuelos o parientes de alguno de los cónyuges, que por razones económicas, de salud, soledad o cariño conviven bajo el mismo techo. David Robichaux (comp.). Familias Mexicanas en Transición. México: Universidad Iberoamericana, 2007.         [ Links ] Muestra diferentes tipos de familia extensa. Es de resaltar que pese a las diferencias en cuanto a cultivos, tipo de tierra, clima, así como diferencias de carácter histórico-sociales y religiosas, existe una constante en el imaginario de estos productores de edades avanzadas: la protesta implícita hacia la política neoliberal, y las prácticas y programas modernizadoras promovidas por el Estado; la inconformidad y sufrimiento ante los cambios sociales violentos generados por la migración, el despojo que les ha hecho el proceso de urbanización e industrialización, el desempleo y la pobreza; al igual que la censura de la racionalidad instrumental impuesta por una modernidad que no logró cuajar entre los sectores segregados.

15 Antes de 1950, la mayoría de nuestros informantes concuerdan en que no existían caminos por los cuales transportar las cosechas, los productores transportaban sólo en mulas o en la espalda la caña, el café, el maíz y la naranja, a los centros de acopio o a los ingenios, que procesaban dichos productos.

16 La "mano vuelta" era una relación de ayuda mutua para la siembra y para la cosecha del maíz entre familiares y amigos, muy esencial en la organización del trabajo agrícola.

17 Entrevista realizada a Pedro Hernández de 83 años.

18 André Quesnel y Patrice Vimard, "Recomposición familiar y transformaciones agrarias", Estudios Demográficos y Urbanos, México: El Colegio de México, vol. 13, núm. 1, enero-abril 1998, pp. 113-145.         [ Links ] Afirmó que: "cuando el jefe del grupo doméstico controla la mano de obra familiar durante la ejecución de los trabajos agrícolas, se ve, por una parte, investido del control de la reproducción demográfica efectuada al interior de su grupo y, por otra, obligado a cubrir los cargos que pesan sobre el grupo doméstico, en particular aquéllos ligados a la educación y salud de los hijos".

19 Los ancianos realizaban arreglos matrimoniales y aconsejaban, eran los intermediarios del pueblo ante sus gobernantes y siempre estaban presentes en la vida ritual religiosa de la localidad resolviendo conflictos de todo tipo.

20 De acuerdo con la información recabada de una hectárea se obtienen alrededor de 2 000 kilos de maíz. Hay ancianos que vendieron sus parcelas durante el sexenio de Salinas de Gortari y se quedaron sin nada; ahora rentan o les prestan las tierras para sembrar o bien, trabajan como peones en parcelas ajenas.

21 El Programa de Apoyo Directo al Campo (PROCAMPO) es un subsidio directo que el gobierno federal otorga a través de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA). El objetivo es apoyar el ingreso de los productores rurales y motivar la producción del maíz. Ver: www.procampo.gob.mx/procampo.htm/.

22 Con la venta del huevo de las gallinas, las ancianas compran productos básicos que no se consiguen en la localidad.

23 Los temas más favorecidos para la plática entre ancianos y ancianas que encontré son: el adulterio de una joven, el robo, que determinado funcionario no trabaja como debe, el que los hijos ya no quieren estudiar, que tales o cuales conocidos emigraron o se mudaron, entre otros.

27 El ingenio plantea la necesidad a los productores que han rebasado los 60 años de edad, de que se pensionen con el Instituto México del Seguro Social (IMSS) y nombren a su sucesor con el cual el ingenio firmará sus nuevos contratos. Los convenios y acuerdos entre el ingenio y el productor se hacen en papel pero de manera personal, sin que medie alguna otra organización.

24 Entrevista realizada a Irene Campos de 93 años.

25 Con la caña la tierra adquiere un nuevo valor, acelerándose su ocupación. Se convierte en una garantía necesaria para la obtención de crédito.

26 Entrevista realizad al señor Ortiz de 79 años.

28 Entrevista realizada al señor Hernández.

29 Entrevista realizada a la señora Benítez.

30 Me cuentan que se empezaron a ver en la localidad gente con muletas, en sillas de ruedas, incluso ambulancias que llegan a ir de vez en cuando por algún enfermo grave. Según algunos informantes, nos dimos cuenta de que las personas con problemas de salud –generalmente personas de más edad–, debían ser protegidas ya no sólo por la familia, sino también por las instituciones de asistencia médica.

31 La cantidad y calidad de la tierra que cada hijo heredaba estaba en función de un orden jerárquico al interior de la familia, que se establecía de acuerdo con las edades. Con excepción del primogénito, quien era, preferentemente, el heredero inmediato de los derechos agrarios de su padre. Pese a lo anterior, los demás hijos permanecían en su localidad de origen, al amparo de sus padres o hermanos mayores cultivando la tierra en calidad de préstamo o renta.

32 Una tonelada de azúcar se la pagan al productor en 700 pesos, y aproximadamente una hectárea en el 2010 daba 80 toneladas. Cuentan que antes en media hectárea se obtenía esta misma cantidad.

33 Entrevista realizada a Carlos Fernández de 77 años.

34 Entrevista realizada a Francisco Herrera de 79 años.

35 Entrevista realizada a Cirílo Herrera de 73 años.

36 Los cañeros siempre han encontrado cuadrillas de cortadores (de ocho a diez personas) de gente local, y es gente que no tiene tierras o que tiene pero son muy pobres y se organizan entre ellos para trabajar en grupo. Después de estos cuatro meses de zafra se quedan sin trabajo. La hoja de la caña, para el que no está acostumbrado, corta la piel, y además, la planta tiene aguates que dan picazón, algunas veces hay animales que pican como abejas, jicotes, alacranes y hormigas. Entrevista realizada a Gilberto Márquez Barradas cañero de 73 años.

37 Los que están inscritos en el ingenio como productores se pueden jubilar cumpliendo los 60 años de edad o bien, al cotizar 500 semanas. Actualmente hay que cumplir 65 años o haber cotizado 1 270 semanas. La pensión es de 1 700.00 pesos mensuales. Esta se cobra en Xalapa cada mes en las oficinas donde antes era la Arena Xalapa.

38 Al inicio, cuando el IMECAFE, apoyaba a los productores de café, hubo algunos que si fueron inscritos en el IMSS, como asegurados, pero al desaparecer este instituto desapareció el apoyo.

39 "Casi todos los cafetaleros secábamos, lo despulpábamos, se deja un día que se fermente, al otro día se lava bien, bien lavadito y se saca a la planilla y hay que matarlo de agua, dice uno, sacarlo y secarlo, hay que hacer carreteras, porque la planilla no era de nosotros, es en común, a cada hermano le tocaba un día, para que el otro día no se pusiera prieto, porque el café si no se hace a su tiempo agarra otro color, y ya no, ya baja de precio o ya no sabe igual. El proceso más difícil es secarlo, hay que saber cuándo esta y luego hay que estibarlo, también es pesadito para uno. Ahora todas estas actividades las tengo que pagar, yo todo esto lo hacía, hay que cargar mucho, porque el quintal cuando ya está seco son 57 y medio kilos, algo así. Luego, hay que cocer los costales y hay que cargarlos para estibarlos, si pesa pero no tanto porque ya está seco, mojado si pesa mucho. Yo como era sola si pagaba para llevarlo en la carretilla de la planilla a donde se guarda, esto lo hice después de que murió mi esposo. Cuando él estaba, él hacía todo, yo le ayudaba a ir a menearlo y a meterlo, también es pesadito. Hay personas que se han enfermado por este tipo de actividades, les han salido hernias. Cargué bultos hasta que me empezó la artritis, actualmente ya no hago nada, deje de hacer estos trabajos como a los sesenta años. Deje de cortar porque ya no aguantaba las piernas, me sentía mal porque ponía yo una pierna arriba de una piedra, después me cambiaba a la otra, y las piernas se me ponían rojas, moradas, porque la sangre se baja, porque no podía caminar, me empezaron las reumas, casi desde que estaba joven, porque me gustaba usar tacón. Y de chica andaba descalza y me dolían las piernas, y así seguí y seguí." Entrevista realizada a Elvira Mendoza de 62 años.

40 Como un dato ilustrativo de esta crisis, entre enero de 1980 y mayo de 1991 se vendieron 30 ingenios azucareros, y otros tantos beneficios de café cayeron en una severa crisis. Véase: Rubio Blanca. Explotados y excluidos, los campesinos latinoamericanos en la fase agro exportadora neoliberal. México: Universidad de Chapingo-Plaza y Valdés, 2001, p. 116.         [ Links ] En cuanto a la producción cafetalera, a nivel nacional se redujo 40%; las exportaciones bajaron 25% y el ingreso de los productores disminuyó 70%. Es uno de los cultivos que ha tenido una caída impresionante (entrevista en Diario de Xalapa, Veracruz, 25 de agosto 2003 con el dirigente cafetalero Fernando Celis Callejas).

41 La naranja se desarrolló en nuestro país en forma importante a partir de 1950, y continuamente se ha venido incrementando su superficie hasta la fecha.

42 Tanto las mujeres como los hijos organizan su vida de acuerdo al ritmo que marca el productor de la finca, comienzan el día al despuntar la mañana (4 o 5 horas) Cerca de las seis, ya se observa movimiento en las calles, se ve caminar a jornaleros con su machete o con la bomba a la espalda que utilizan para foliar (fumigar); así también muchos productores y peones transitan en sus camionetas rumbo a su parcela. Las mujeres preparan el "lunch" entre las 12 p.m. y la 1 p.m., el cual consiste en tortillas con fríjol, huevo y chile, agua de limón o agua simple. Para continuar después con la preparación de la comida a las 4 p.m. Y aguardan a los productores que regresan algunos de ellos hasta las 6 p.m. Ya sea porque se quedaron más tiempo planeando lo que tienen que hacer para el día siguiente, o si son productores que pagan por el trabajo, se quedan a ver si éstas se llevaron a cabo. Cuando es temporada de cosecha, entre los meses de septiembre a diciembre, de seis a siete de la mañana, se percibe un gran movimiento de personas que serán conducidos por algún coyote o propietario de finca o parcela para cortar el cítrico, formando las llamadas cuadrillas. Entre la una y las dos de la tarde, los jornaleros y productores regresan de sus labores para tomar sus alimentos. En las horas siguientes, entre tres y seis de la tarde cesan las actividades y al igual que en la mañana nuevamente se torna la calma. Algunos al llegar a sus casas parten leña o platican con sus vecinos. Cuando es temporada de corte, algunos hacen sus rondas en sus huertos para que no se roben el producto. También es muy frecuente observar la llegada de camionetas cargadas con cajas de cítricos para llenar los grandes camiones en los que será transportado el producto. Cuando no es temporada de cosecha se dedican a chapear, a trabajar con el azadón, para remover la maleza, otros más a "destapar el collar" (quitar la corregüela de las ramas, lo cual provoca que los árboles se sequen). Otros más se dedican a deschuponar (cortan ramas para que el árbol de limón crezca sin desparramarse, y le ponen cera donde hacen el corte para que de esta manera crezca bien y sano).

43 Entrevista realizada a Martina Tejeda de 75 años.

44 Para sufragar los gastos de transporte a hijos de productores que se van a trabajar a los estados fronterizos o bien a Estados Unidos, han tenido que vender sus tierras de cultivo; esto ha alterado la organización social, debido a que los que compraban no estaban conscientes de que el derecho de usufructuar la tierra implicaba adquirir ciertas obligaciones de carácter comunitario, como participar en las faenas y otras formas de trabajo en común en beneficio del ejido o de la comunidad.

45 Entrevista realizada a Sonia Hernández de 73 años.

46 Entrevista realizada a Maura Aguilar de 65 años.

47 La vida rural tradicional, algunos analistas la designan como ruralidad. un tecnicismo de las ciencias sociales que se deriva de "rural," y que se refiere al cambio y la complejidad de la vida rural.

48 La discusión en torno a la nueva y tradicional ruralidad nace en Francia, y no es reciente, ya que tiene varias décadas. Lo nuevo es que ahora se observa una realidad que antes se ignoraba. Esta involucra numerosos fenómenos que por razones de espacio sintetizo de la siguiente manera:

a. El campo y la ciudad, aparecen como dos mundos diferenciados aunque complementarios.

b. Hay una urbanización en el campo, porque se incrementaron las ocupaciones no agrícolas, así como nuevas tecnologías especialmente de los medios masivos de comunicación.

c. La población rural no agrícola, encuentra sólo parcialmente su sustento en su región, por lo cual debe emigrar para encontrar trabajo.

d. Las migraciones permitieron el establecimiento de redes sociales y la reconstrucción de las comunidades campesinas en los lugares de migración.

e. Las formas de explotación de la fuerza de trabajo en el campo se asemejan cada vez más a la producción agrícola e industrial.

f. Aumento de la población rural no agrícola que conforma unidades familiares funcionales, que se reproducen a partir de la combinación de diferentes actividades económicas de sus miembros.

g. Los límites entre el campo y la ciudad se desdibujan, sus interconexiones se multiplican, se confunden y se complejizan.

h. Mientras en América Latina se plantea el problema de la nueva ruralidad, en Europa se plantea el problema de la ruralidad de la ciudad.

i El proceso de modernización de la agricultura no trajo consigo la desaparición de las unidades de producción de los campesinos pobres, por la inexistencia de alternativas de trabajo asalariado y de políticas públicas que les aseguren la posibilidad de abandonar la actividad.

49 El contacto con la tierra lo lleva a tener una participación social en los cargos, faenas, mayordomías y demás fiestas religiosas.

50 La complejidad de la vida rural hace que se expresen cuestiones tales como: que los precios de sus productos cada vez valen menos y no les alcanza para vivir; que la gente se está volviendo cada vez más floja con los apoyos institucionales; que ya no participan todos como antes en las fiestas y faenas, debido a que pocos dejan sus trabajos en la ciudad; que hay menos solidaridad y ayuda entre ellos mismos; que los servicios asistenciales no les llegan; que cada vez se pierde más el respeto por los ancianos, que se estén cambiando de religión. En fin, que la vida cada vez sea más difícil. Todo esto, no es otra cosa que el rompimiento y reacomodamiento de estilos de vida que impactan de manera drástica la existencia del anciano.

51 Es importante señalar en estos contextos el apoyo social que el programa Oportunidades brinda a los trabajadores del campo, especialmente a los de 70 años y más.

52 Bordieu, op. cit.

53 Patricia Arias, "Hacia el espacio rural urbano; una revisión entre el campo y la ciudad en la antropología social mexicana", Estudios demográficos y urbano, México: vol. 17, núm. 2, mayo-agosto de 2002, pp. 363-380.         [ Links ]

54 El hecho de que los productores salgan en busca de trabajo, y adopten y adapten nuevos estilos de vida, es con la finalidad de poder ampliar las relaciones económicas sociales y no estar supeditados y sometidos a acaparadores o programas sociales. Es decir, es una forma nueva de apropiarse del espacio vital para su subsistencia.

55 Francisco Bijarro Hernández, y Susana Virginia Mendiola Infante. "La vejez: Una discriminación múltiple". México: Universidad Autónoma de Tamaulipas, 2010. Consultado el 28 de julio de 2010 en http://www.eumed.net/libros/2009a/489/index.htm        [ Links ]

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