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Acta de investigación psicológica

versión On-line ISSN 2007-4719versión impresa ISSN 2007-4832

Acta de investigación psicol vol.2 no.2 Ciudad de México ago. 2012

 

Estilos de afrontamiento ante eventos estresantes en la infancia

 

Coping Styles in Stressful Events in Childhood

 

Sheila Viridiana Hernández Altamirano1 & Mariana Gutiérrez Lara2

 

Universidad Nacional Autónoma de México.

 

1 Correspondencia:
Av. Universidad 3004,
Col. Copilco Universidad, Delg. Coyoacán
CP. 04510, México DF;
E mail:sheila_627@hotmail.com, Tel: 62805446.

2 Correspondencia:
E mail: marianagutierrezlara@gmail.com, Tel: 56222335.

 

Original recibido / Original received: 27/05/2012
Aceptado / Accepted: 28/06/2012

 

Resumen

El afrontamiento es una variable mediadora de la adaptación y de los eventos estresantes de la vida diaria de un individuo. En el caso del infante le permite lidiar con los cambios físicos, psicológicos, familiares, sociales y académicos típicos de su edad. El objetivo de esta investigación fue identificar los estilos de afrontamiento utilizados por niños de 10 a 13 años de edad ante eventos estresantes. Para ello se realizó un estudio descriptivo en el cual los estilos de afrontamiento fueron evaluados a través del "Cuestionario de Estrés y Afrontamiento" (Verduzco, 2004) el cuál esta integrado por 33 reactivos que describen situaciones de tensión, en las áreas escolar, familiar y social. La muestra a la cual fue aplicada el cuestionario estuvo conformada por 251 niños y niñas de 10 a 13 años de edad (M =11 años, DE=.74), que se encontraban en quinto y sexto año de primaria. Para cada uno de las situaciones se les pidió que determinaran: el grado de estrés, descripción de una acción, pensamiento y/o emoción que utilizan para eliminar o abordar la situación estresante y la percepción de efectividad de la acción descrita. Las categorías de respuesta se organizaron en tres estilos de afrontamiento: Afrontamiento de control directo, Afrontamiento de control indirecto y Afrontamiento de abandono de control. Los resultados mostraron que el Abandono de Control es el estilo de afrontamiento utilizado con mayor frecuencia por los niños de este estudio y que el contexto social, escolar y familiar son factores determinantes de estrés.

Palabras clave: Afrontamiento, Estrés, Infancia, Estilos, Adaptación.

 

Abstract

Coping is a mediating variable of adaptation and stressful events of daily life of an individual. In the case of infants it lets them deal with the physical, psychological, familial, social and academic changes typical of their age. The aim of this research was to identify the coping styles used by children 10 to 13 years old to stressful events. This is a descriptive study in which coping styles were assessed using the "Stress and Coping Questionnaire" (Verduzco, 2004), which is composed of 33 items describing stressful situations in school, family and social areas. The questionnaire was applied to a sample which consisted of 251 children aged 10 to 13 years ( = 11 years, SD = .74), who were in fifth and sixth grade. For each of the situations they were asked to determine: the degree of stress, description of an action, thought and / or emotion that they used to kill or deal with the stressful situation and the perceived effectiveness of the action described. The response categories were organized into three coping styles: direct control Coping, indirect control coping and abandon of control coping. The results showed that the abandon of control coping style is most often used by children in this study and that society, school and family are important determinants of stress.

Key words: Coping, Stress, Children, Styles, Adaptation.

 

Todo ser vivo se encuentra inmerso en un medio que está formado por innumerables estímulos y situaciones totalmente diferentes ante los que debe reaccionar si quiere sobrevivir. Para ello cuenta con una serie de mecanismos biológicos y psicológicos que le ayudan a elaborar, integrar y responder ante ellos, encontrándose en un permanente estado de adaptación. Estos mecanismos se conocen actualmente como "Afrontamiento" término que es definido por Lazarus y Folkman (1986) como "aquellos esfuerzos cognoscitivos y conductuales constantemente cambiantes para manejar las demandas específicas externas y/o internas evaluadas como excedentes o desbordantes de los recursos de los individuos." (p.164)

De esta manera, el afrontamiento hace referencia a las respuestas cognitivas, emocionales y de conducta instrumental que los individuos emplean para manejar y tolerar el estrés. Estas habilidades, que sirven para hacer frente a las situaciones que se perciben como estresantes, dependen de los recursos disponibles o características del individuo, del entorno donde éste funciona y las experiencias previas (Omar, 1995; Mok & Tam, 2001).

El esquema de la figura 1 muestra la evaluación del episodio de afrontamiento completo, que desempeñará un papel importante en la selección y dará forma a las estrategias futuras de afrontamiento de todo individuo. Durante este complejo proceso, están interviniendo tanto las emociones, como las cogniciones y la conducta instrumental, que actúan en forma integrada y que comprenden la acción humana (Hernández-Guzmán, 1999).

De acuerdo con el modelo de Lazarus y Folkman (1986) las estrategias utilizadas para afrontar la situación estresante dependen de la percepción o la evaluación que se posee de la misma: el significado que la persona asigna a la situación (evaluación primaria), la valoración de las opciones o recursos de afrontamiento disponibles (evaluación secundaria) y la valoración de los resultados (evaluación terciaria).

Este modelo teórico enfatiza como consecuencia que el estrés no está solamente determinado por la naturaleza de un estímulo ambiental, ni por las características de la persona, sino por la interacción entre la evaluación que del estímulo hace el individuo y las demandas que éste tiene sobre él.

A la edad de 10-13 años (considerado como pre-adolescencia) el niño se desarrolla en diversos contextos sociales: el hogar, la escuela y la comunidad en la que se desenvuelve. Durante esta fase y en estos contextos se presentan crisis inevitables y/o conflictos que traen como consecuencia la percepción de estrés que puede afectar su salud mental y emocional y es precisamente el afrontamiento el que permite a los niños lidiar con los cambios físicos, psicológicos, familiares, sociales y académicos típicos de su edad.

El uso de recursos de afrontamiento adecuados pueden ser factores importantes que influyen en el desarrollo y crecimiento positivo de un individuo (Compas, 1987). Trianes (1990) menciona que las habilidades de afrontamiento del infante pueden diferir de la de los adultos, debido a que los niños por causa de un menor desarrollo cognitivo, afectivo y social, tendrán un repertorio limitado de estrategias de afrontamiento. Esto se da también porque a los niños les falta experiencia, tienen poco control sobre las circunstancias que pasan a su alrededor y muestran una mayor dependencia de la familia y del contexto escolar.

En general los estudios realizados sobre el afrontamiento en niños presentan el uso de diferentes estilos y estrategias, por ejemplo Ryan-Wenger (en Dalbosco & Simon, 2002) presentó una taxonomía como resultado de una serie de trabajos empíricos sobre este tema. Se identificaron inicialmente 145 estrategias las cuales fueron agrupadas de acuerdo con algunas características en común, quedaron las siguientes categorías: actividades agresivas, comportamientos de evitación, comportamiento de distracción, evitación cognitiva, distracción cognitiva, solución cognitiva de problemas, reestructuración cognitiva, expresión emocional, resistencia, búsqueda de la información, comportamiento de aislamiento, actividades de autocontrol, búsqueda del apoyo social, búsqueda del apoyo espiritual e intento de modificar al estresor.

Otros como Compas, Malcarne y Fondacaro (en Dávila & Guarino, 2001) realizaron otra clasificación de las estrategias de afrontamiento dirigida a la población infantil: afrontamiento activo, planificación, afrontamiento restringido, búsqueda de apoyo instrumental, búsqueda de apoyo emocional, aceptación, retorno a la religión, expresión abierta de emociones, negación, liberación mental, uso de autoverbalizaciones positivas, evitación y escape.

Para Garmezy y Rutter (en Verduzco, 2004) los patrones de afrontamiento se desarrollan desde la infancia, debido a que es una etapa en la que se aprende a tener control sobre el ambiente. De igual forma, se comienza a analizar qué tan efectivas son dichas respuestas de afrontamiento ante eventos estresantes. Este marco teórico percibe al afrontamiento como un estado de control, el cual se centra en las metas u objetivos que persigue la persona al iniciar el proceso de afrontamiento.

Claro ejemplo de este modelo de control es el de Rothbaum, Weisz y Snyder (en Verduzco, 2004), quienes distinguen tres tipos de estilos para la población infantil:

• Afrontamiento de control directo (o estrategias de control primario): se refiere a los intentos propositivos que un infante realiza con la finalidad de eliminar el evento estresante o disminuir sus efectos. Por ejemplo: estudiar mucho para sacar mejores calificaciones.

• Afrontamiento de control indirecto (o estrategias de control secundario): Se refiere a la solicitud de ayuda o apoyo tangible (materiales, dinero, información) a las personas adultas significativas para resolver el problema. Por ejemplo: pedir que le compren algo que tiene que regresar a un compañero de clase.

• Afrontamiento de abandono de control: en cuanto a esta categoría, el infante percibe una situación como incontrolable. Es la ausencia de meta u objetivo de afrontamiento. Por ejemplo: irse a la calle, dormirse o esconderse en el cuarto ante la situación estresante.

En un estudio realizado por Dalbosco y Simon (2002) se entrevistaron a infantes de entre 8 y 10 años de edad y se identificaron 100 eventos estresantes, estrategias de afrontamiento ante ellos y la atribución causal de dichas situaciones. Los resultados indican que el infante utiliza el apoyo social y las acciones agresivas con mayor frecuencia para lidiar con el conflicto, estrategias alternativas indican la preferencia por la acción directa y la distracción.

Otros autores consideran que el infante generalmente se distancia en sentido emocional de situaciones estresantes a través de comportamientos que intentan disminuir el estrés (por ejemplo, llorar y enfadarse para mostrar sentimientos de abandono cuando los padres van al trabajo) o esconder sentimientos de vulnerabilidad (por ejemplo, portándose mal, de manera agresiva o perturbadora cuando algo no les parece). Conforme crecen, para aguantar el estrés negativo, el infante utiliza con mayor frecuencia estrategias cognitivas para resolver problemas, mientras hace preguntas sobre eventos, circunstancias y expectativas de lo que pasará o al solicitar la aclaración de lo que ha pasado (Stansbury & Harris, 2000).

En algunos estudios se ha encontrado que el infante tiende a usar con mayor frecuencia, aquellas estrategias de afrontamiento dirigidas al problema y no es sino hasta la adolescencia que comienzan a adoptar estrategias para el manejo emocional. Para Compas y Phares (1991) las habilidades para el afrontamiento focalizado en el problema parecen ser adquiridas a edades tempranas, desarrollándose aproximadamente entre los 8 y 10 años de edad. Las habilidades focalizadas en la emoción se desenvuelven durante la adolescencia debido a que los niños muy pequeños aún no tienen consciencia de sus estados emocionales.

En la investigación realizada por Dávila y Guarino (2001) con una muestra de infantes venezolanos de cuarto, quinto y sexto grado (con edades entre 8 y 16 años), se encontró que el afrontamiento activo fue el más adoptado, seguido por la expresión abierta de emociones, la aceptación y por último la búsqueda de ayuda instrumental. Concluyeron que los infantes de esta muestra hacían uso tanto de afrontamiento centrado en el problema como en el afrontamiento centrado en las emociones.

Las diferencias de género para hacer frente a las situaciones que se perciben como estresantes, también fueron reportados por otros investigadores, tal es el caso de Sharrer y Ryan-Wenger, (en Chen & Kennedy, 2005) quienes realizaron un estudio con infantes de 8 a 13 años edad, quienes encontraron que los niños informaron utilizar con mayor frecuencia estrategias de afrontamiento tales como ver televisión, gritar o llorar. Abrazar a las mascotas fue la estrategia de afrontamiento utilizada con mayor frecuencia en el caso de las niñas. Asimismo, Spirito (en Chen & Kennedy, 2005) menciona que con base a los resultados, las niñas hacen uso de de estrategias de afrontamiento dirigidas a la regulación emocional y al apoyo social con más frecuencia que los niños.

Por otro lado, el estrés es el resultado de la percepción que se tiene ante eventos internos y externos que pueden alterar el equilibrio del individuo. Al tomar en cuenta este punto, la relación entre el estrés y el afrontamiento es recíproca, debido a que, las acciones que realiza una persona para enfrentar un problema, afectan la valoración del mismo. Pero al mismo tiempo si el afrontamiento no es efectivo, el estrés se cronifica, y se produce un fracaso adaptativo, que tiene efectos físicos, emocionales y sociales. Por lo tanto puede decirse que el afrontamiento efectivo obra como un factor protector de la salud, ya que actúa como neutralizador de los efectos estresantes de los acontecimientos vitales.

Para Lazarus y Folkman (1986) el estrés se concibe como un desbalance entre la percepción de la persona de las demandas que se le imponen y la percepción de los recursos que tiene para afrontar esas demandas, evaluándose como amenazante o desbordante de sus recursos. Como consecuencia es la experiencia subjetiva la que determina si un evento es estresante o no. Cabe mencionar que son diferentes autores (Del Barrio, 1997; Trianes, 1990) quiénes coinciden en señalar que las áreas en las cuales los niños pueden experimentar estrés son: la familiar, la escolar y la social.

Si se conoce cuales son los estilos de afrontamiento que utilizan los niños y niñas de estas edades, se podrá ampliar el conocimiento que se tiene en este campo, a fin de crear programas de enseñanza sobre estrategias de afrontamiento adecuados, para mejorar aquellas que ya se tienen pero también para proponer otras para que en un futuro se pueda afrontar una situación de forma eficiente y eficaz, lo cual impactará en el ajuste emocional, adaptación social y escolar y estado de salud a corto y largo plazo.

Es por ello que el objetivo de este estudio fue identificar los estilos de afrontamiento que usan los niños de 10-13 años, ante situaciones que perciben como estresantes en su vida, en los ámbitos familiar, escolar y social, así como la percepción que tiene sobre la efectividad de la estrategia utilizada.

 

Método

Participantes

La muestra estuvo conformada por 251 niños y niñas de 10 a 13 años de edad (M = 11 años, DE=.74), de una escuela primaria pública (veáse tabla 1). El 51% de la muestra estuvo constituida por niños y el 49% por niñas, así mismo el 46% eran de quinto grado y el 54% de sexto, como lo muestra la tabla 2.

 

Instrumento

Los estilos de afrontamiento fueron evaluados a través del Cuestionario de Estrés y Afrontamiento elaborado por Verduzco en 2004, el instrumento está integrado por 33 reactivos que describen situaciones de tensión experimentadas por los niños y niñas, tanto del área escolar, familiar y social, elaboradas a partir de la literatura sobre lo que les preocupa a los niños en sus diferentes edades, de lo observado en la clínica y de preguntar a los niños. Para cada uno de los reactivos o situaciones se les pedía que describieran una acción, pensamiento y/o emoción que utilizan para eliminar o abordar la situación estresante. Este cuestionario tuvo una alta consistencia interna (alfa=.89). Las categorías de respuesta se organizan en tres estilos de afrontamiento:

• Afrontamiento de control directo (o estrategias de control primario)

• Afrontamiento de control indirecto (o estrategias de control secundario)

• Afrontamiento de abandono de control

Procedimiento

En la aplicación de los cuestionarios se les explicó a los niños que se estaba realizando un estudio sobre la forma en la cual ellos resuelven las situaciones que les molestaban. Se les dijo que leyeran con atención cada una de las preguntas y que evaluaran del 0 al 10 el grado de molestia que experimentaban en cada situación, después se les pidió que contestaran a la pregunta "¿Qué hago para sentirme mejor?" y que especificaran las actividades, pensamientos y/o emociones que usaban ante cada una de las situaciones. Por último se les indicó que marcaran con una "x" si ante dicha conducta había o no cambios en la situación, así como si había cambios o no en relación a cómo se sentirán.

Para analizar las respuestas abiertas, (el afrontamiento de los niños y niñas), se realizó la clasificación con base a los estilos de afrontamiento (respuestas de control directo, respuestas de control indirecto y respuestas de abandono de control) expuestas por Rothbaum et al. (en Verduzco, 2004) así como del objetivo o focalización:

• Solución del problema

• Enfocada a la emoción

• Respuestas de evitación

• Respuestas cognitivas

• Aceptación y reconocimiento de errores

Con base a los datos del cuestionario se obtuvo: el grado de estrés por cada una de las 33 situaciones planteadas, categorías de respuesta sobre la forma de afrontar cada uno de estos eventos y la percepción de efectividad de la acción llevada a cabo a través de evaluar si la situación cambió con la acción tomada y si ésta también modificó o no su estado de ánimo.

 

Resultados

En primer lugar, se llevó a cabo el análisis de medias en el grado de estrés del infante de este estudio, los resultados muestran que la media total es de 5.63, de este modo, el nivel de molestia en las situaciones reportadas fue moderada al considerar el rango posible de puntuación o grado de molestia (0-10).

Las situaciones que fueron calificadas con mayor puntuación en el grado de molestia fueron: ¿Cuánto me molesta que me echen la culpa de lo que pasa en la casa? (M = 7.97, DE= 2.813); ¿Cuánto me molesta sacarme malas calificaciones? (M =7.65, DE=3.367); ¿Cuánto me molesta que mis padres se peleen? (M =7.44, DE=3.909), ¿Cuánto me molesta que se burlen de mí en mi familia? (M =7.29, DE=3.564) y ¿Cuánto me molesta que me griten? (M =7.09, DE=3.452).

Los hallazgos de esta investigación señalan que existe evidencia acerca del uso de diferentes estilos de afrontamiento ante eventos de estrés, encontrándose que el 40.3% de los niños y niñas de esta muestra hacen uso de un estilo de afrontamiento de Abandono de Control, seguido por el uso del estilo de Control Directo con un 36.0% y por último el Afrontamiento de Control Indirecto con un 18.5%. No se encontraron diferencias estadísticamente significativas en el uso de los tres estilos de afrontamiento entre el género, edad y grado escolar.

En la tabla 3 se indican los porcentajes obtenidos en el uso de los estilos de afrontamiento de toda la muestra por género y grado, como se puede observar los niños tuvieron un mayor porcentaje en el uso del estilo de Abandono de Control con un 41.9%, las niñas por otro lado hacen uso del mismo estilo con mayor frecuencia con un 38.6%. En cuanto a la variable de grado, se muestra que tanto quinto como sexto año hacen uso con mayor frecuencia del estilo de Abandono de Control con un 41.0% y un 39.8% respectivamente.

Con respecto a la edad, la tabla 4 muestra los resultados obtenidos, de esta manera para la edad de 10, 11 y 12 años el estilo más utilizado es el de Abandono de Control, con un porcentaje de 41.3%, 38.8% y 42% respectivamente, donde se observa que son los niños y niñas de 12 años quienes hacen con mayor frecuencia uso del estilo en comparación con las otras edades.

En cuanto al enfoque o finalidad en el uso de estilos de afrontamiento, la más utilizada fue la de resolver el problema con un 38.7%; esto significa que el infante actúa directamente sobre un evento estresante específico. La tabla 5 muestra los porcentajes obtenidos para cada enfoque evaluado en esta muestra.

Por último, con respecto a que tan efectivo es la acción tomada, el análisis mostró que los niños evalúan con mayor frecuencia al afrontamiento de Control Directo como un estilo que permite cambiar la situación con un 79% y hacerlos sentir mejor con un 73% de efectividad en comparación con el uso de los otros dos estilos, la tabla 6 muestra los porcentajes para cada estilo. Con respecto al enfoque los resultados de la tabla 7 indican que cuando el estilo esta dirigido a solucionar el problema existe un 78% de efectividad en cuanto al cambio de la situación. Cuando se hace uso de los estilos con respuestas cognitivas se obtiene un mayor porcentaje de efectividad con respecto a mejorar su sentir.

 

Discusión

Como se observa los resultados son consistentes con la premisa de que los niños y niñas de 10, 11 y 12 años edad utilizan con mayor frecuencia el estilo de Abandono de Control, este caso ha sido comprobado por Stansbury y Harris (2000) quienes mencionan que generalmente el infante se distancia en sentido emocional de situaciones estresantes a través de comportamientos que intentan disminuir el estrés.

No obstante, estos resultados contradicen los datos reportados en otras investigaciones, en este caso una realizada por Dávila y Guarino (2001) con niños y adolescentes venezolanos de entre 8 y 16 años de edad en las cuales se señala que el afrontamiento activo y la expresión de emociones son las más utilizadas por los niños y que son estrategias que se encuentran dentro del estilo de Control Directo. Por otro lado, los hallazgos de Dalbosco y Simon (2002), señalan que los niños brasileños de 8 y 10 años usan con mayor frecuencia guiarse del apoyo social y las acciones agresivas, así como el uso de la acción directa para lidiar con los conflictos. A diferencias de los niños de esta muestra donde se encontró que con mayor frecuencia se utilizan estrategias encaminadas a Abandonar la situación, estas diferencias pueden tener influencia en el rango de edad utilizado y el ambiente cultural en el que se desenvuelven.

Con respecto al hecho de no haber encontrado diferencias estadisticamente significativas en el uso de los estilos de afrontamiento en cuánto al grado escolar, edad y género, estos hallazagos contradicen los resultados obtenidos por las investigaciones de Sharrer y Ryan-Wenger y Spirito, (1995, en Chen & Kennedy, 2005). Probablemente estos resultados sean atribuibles a que el rango de edad dentro de esta muestra, (entre los 10 y 12 años) no es realmente grande para esperar diferencias o a que el cambio cultural en el trato cada vez más igualitario entre niños y niñas tenga influencia, (lo cual tendría que comprobarse en otra investigación).

En lo que se refiere a la intensidad del estrés, se puede afirmar que los niños de esta muestra perciben niveles moderados de estrés. Estos resultados indican que las fuentes de estrés principales en los niños de esta edad están relacionadas con el área familiar, escolar y social, tal como lo reportan Trianes (1990) y Del Barrio (1997). Dicho hallazgo tiene implicaciones relevantes sobre el desarrollo psicosocial del infante y por lo tanto merecen mayor atención en investigaciones futuras.

En lo que refiere al enfoque o finalidad en el uso de estilos de afrontamiento por parte de los niños de esta investigación, un hallazgo importante del estudio fue que los niños y niñas mostraron en general la utilización de los estilos de afrontamiento con la finalidad de resolver el problema o al menos disminuir su impacto, esto significa que el infante evalúa el problema como susceptible de cambio, lo cual es un patrón de afrontamiento al estrés bastante adecuado debido a que establece un balance entre el manejo directo del problema y el manejo de las emociones que provoca.

Estos resultados están relacionados con lo mencionado por Compas y Phares (1991) en relación a que en edades más tempranas, en este caso 8 y 10 años, las habilidades de afrontamiento se focalizan con mayor frecuencia hacia el problema y las focalizadas a la emoción adquieren una mayor tendencia durante la adolescencia, debido a que los niños pre-adolescentes aún no tienen plena consciencia de sus estados emocionales.

Un punto interesante es que el análisis mostró que los niños consideran con mayor frecuencia al afrontamiento de Control Directo de un estilo que permite cambiar la situación y hacerlos sentir mejor en comparación con el uso de los otros dos estilos, Control Indirecto y Abandono de Control. Estos resultados muestran que la evaluación terciaria que el infante hace de sus propias acciones con respecto al Control Directo son altos en cuanto a la eficiencia de los mismos, es decir que si perciben un alto grado de funcionalidad en la acción directa. Lo mismo sucede cuando el enfoque está dirigido a solucionar el problema. Esto indica que los niños perciben tener control sobre la situación cada vez que utilizan una estrategia dirigida a solucionar el problema.

Resumiendo, se puede concluir que los niños evaluados utilizan con mayor frecuencia estrategias de afrontamiento dirigidas a evitar o abandonar la situación estresante.

Sin embargo, refieren que al utilizar los estilos de afrontamiento de Control Directo y el enfoque dirigido al problema, si existe un cambio y que estas acciones si los hace sentir mejor.

Los resultados del estudio sirven como base para incorporar medidas que ayuden a disminuir el estrés en los distintos contextos en los cuales se desenvuelve el infante. Implementar intervenciones que involucren a los pre-adolescentes, su familia y entorno en el cambio, con la finalidad de dirigirse a las fuentes directas de estrés infantil, resaltando principalmente que muchas conductas de riesgo en la adolescencia responden a la incapacidad para afrontar las situaciones. Las aportaciones del estudio son las siguientes:

1. Se comprueba que el ambiente familiar, escolar y social son fuentes determinantes de un elevado grado de estrés en la edad infantil y por lo tanto pone en riesgo su salud física y emocional.

2. Se presenta evidencia empírica acerca del papel que desempeñan los factores de interpretación de la situaciones estresantes ya que con base en eso, los niños actúan y evalúan si sus acciones son eficientes o no.

3. Los resultados sirven de fundamento para intervenciones que permitan la enseñanza de estilos de afrontamiento eficientes que permitan al pre-adolescente adaptarse a su entorno y sobrellevar las situaciones que le esperan en un futuro.

4. Este estudio permite abrir una línea de investigación en el área de la psicología clínica en relación al estrés y afrontamiento infantil, en la que se estudien los factores psicosociales, físicos, emocionales y cognitivos, a fin de mejorar las condiciones de salud de los infantes.

 

Referencias

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