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Acta de investigación psicológica

versión On-line ISSN 2007-4719versión impresa ISSN 2007-4832

Acta de investigación psicol vol.1 no.2 Ciudad de México ago. 2011

 

La estructura emocional de la intensidad de la pasión romántica

 

Emotional Structure of Romantic Passion Intensity

 

Rozzana Sánchez Aragón1

 

Universidad Nacional Autónoma de México

1 E-mail: rozzara@servidor.unam.mx.

 

Resumen

Las emociones juegan un papel esencial en la vida del ser humano, y aunque éstas determinan el matiz de nuestras experiencias más significativas; su naturaleza, causas y consecuencias son de los aspectos de la experiencia humana más difíciles de comprender. De entre las aportaciones psicológicas más significativas al estudio de estos estados afectivos, la propuesta de Frijda (1986, 1996, 2009) ha identificado: al interés por experimentar la emoción, su apreciación, su intensidad y predisposición individual hacia vivir emociones como las columnas que erigen su experiencia. De entre muchas, la pasión ha sido considerada un universal cultural (Brown, 1991; Buss, 1988, Hatfield & Rapson, 1993), además de una emoción precursora de conductas tanto positivas como negativas. Con base en lo anterior, el presente estudio tuvo por objetivo el diseño y validación de varios instrumentos que miden los factores identificados por Frijda aplicadas a la emoción de la pasión en adultos de la Ciudad de México, explorar las relaciones entre dichos factores tanto en hombres como en mujeres y por último examinar las diferencias sexuales en torno a ellos. Los resultados muestran la obtención de escalas con cualidades psicométricas aceptables, patrones de relación característicos para hombres y mujeres, y predominancia femenina en intensidad y masculina en control emocional.

Palabras clave: Intensidad, Interés, Emociones, Pasión, Medición.

 

Abstract

Emotions play an essential role in the human being life. Although emotions define the meaningful individual experiences; their nature, causes and consequences, are very difficult issues to understand. Among the relevant psychological contributions about affective states, the work done by Frijda (1986, 1996, 2009) had identified as fundamental basis of emotions: the interest to experience emotion, its appraisal, its intensity and individual predisposition to feel emotions. On the other hand, passion has been considered as a cultural universal (Brown, 1991; Buss, 1988, Hatfield & Rapson, 1993), and as an emotion that triggers positive and negative behaviors (Sánchez-Aragón, 2007). Based on this, present research was oriented to: 1) design and validate several measures that operationalize the constructs proposed by Frijda in the case of passion in Mexican adults, 2) explore the interrelations among those in males and females; and finally, 3) examine the gender differences about them. Findings show good psychometric qualities in measures developed, some characteristic patterns in the correlations for males and females, and a feminine predominance on intensity and a masculine one about emotional control.

Key words: Intensity, Interest, Emotions, Passion, Measurement.

 

Al tener unos meses de vida, los seres humanos van manifestando y adquiriendo emociones básicas como miedo, enfado o alegría; que se comparten con algunos animales; pero que se encuentran más complejizadas en los seres humanos, debido a la influencia de elementos relativos al ecosistema sociocultural como el lenguaje, el uso de símbolos, signos y significados propios (Mesquita & Albert, 2010). Así, cada individuo experimenta una emoción de forma particular, dependiendo de sus experiencias y/o aprendizaje, personalidad, la situación concreta que se le presenta y su contexto cultural. No obstante, hay que mencionar que algunas reacciones fisiológicas y conductuales que desencadenan las emociones son innatas y otras pueden adquirirse (Frijda, Manstead & Bem, 2000).

Tratar de definir una emoción parece relativamente fácil, sin embargo, es difícil llegar a una concepción consensuada de ella. Una definición con una fuerte aceptación y muy utilizada es la siguiente: un estado afectivo experimentado; una reacción subjetiva al ambiente, acompañada de cambios fisiológicos y endocrinos innatos, influidos por la experiencia (Damasio, 1994). Las emociones tienen una función adaptativa de nuestro organismo al medio que nos rodea; por ello, su naturaleza permite que sobrevenga súbita y bruscamente, en forma de crisis más o menos pasajeras e incluso en –ocasiones-violentas (Elster, 2001).

El hecho de que las emociones puedan revelar estas variaciones en su aparición, se debe –entre otras cosas-a su intensidad. Por lo que las últimas décadas, muchos estudios se encaminaron a buscar correlaciones entre parámetros fisiológicos de las emociones y variables del comportamiento, no obstante sus hallazgos mostraron coeficientes bajos (Frijda, 1986; Hodgson & Rachman, 1974; Lang, 1984; Rachman, 1990; Venables, 1984); lo cual indica lo problemático de operacionalizar la intensidad de una emoción. Por supuesto, era factible tomar arbitrariamente la intensidad de sensaciones subjetivas como un criterio válido.

Las emociones se pueden sentir intensas por razones absolutamente diversas. Un fuerte ruido repentino puede causar el sobresalto que hace al individuo brincar, causando una experiencia que sería llamada intensa; y una pérdida personal puede causar que alguien se pierda por horas y sentir que la vida se haya desprovista de significado, esto también se pudo llamar una sensación intensa; y aunque las dos clases de intensidad no parecerían ser comparables, parece que incluyen los mismos elementos, por ejemplo una sensación de agrado o desagrado, el conocimiento del significado de la emoción, la disposición conductual que favorece y los cambios que puede generar en el sistema de creencias dicha emoción (Frijda, Ortony, Sonnemans & Clore, 1992; Scherer, 1984). Esta idea de similitud entre emociones se aplica también a los componentes objetivos: comportamiento expresivo, preparación de la acción de la respuesta fisiológica; y a los componentes subjetivos: la valoración y a los cambios de la creencia.

También, las emociones tienen consecuencias que reflejan la magnitud de impacto del acontecimiento que sea, y que pudieron (o no) influenciar la estimación del individuo de la intensidad de su emoción, tal como la repetición del último acontecimiento en el pensamiento, puede influenciar sobre su conducta de la vida y la formación de metas a largo plazo.

Con base en estas reflexiones, Frijda propuso una hipótesis en la que integra varios aspectos de la configuración de la intensidad emocional subjetiva (Frijda, 1986; Frijda et al., 1992; Ortony, Clore & Collins, 1998):

 

Intensidad de la Emoción = f (interés, apreciación, intensidad, predisposiciones individuales)

En donde el interés refleja la valoración que hace el sujeto del acontecimiento en términos de su relevancia para él mismo, la apreciación se refiere al proceso clave del despertar emocional real, en el que se evalúa el contexto con respecto a las posibilidades de hacerle frente. Un tercer paso (intensidad), es la generación de la respuesta emocional, es decir, el cambio en la respuesta fisiológica que da la pauta a la preparación de la acción, y la sensación consciente, con base en la valoración previa. A estos elementos se aúnan las tendencias del individuo a responder ante situaciones, es decir, a su comportamiento expresivo, lo cual incluiría las preferencias y el umbral emocional.

Al respecto y en torno a la idea de existen diferencias sexuales en torno a la experiencia emocional, Brody (2000) aborda el papel de la socialización emocional indicando que ésta determina las reglas, normas sociales que dictan cómo, cuándo y dónde las emociones se deben expresar por hombres y mujeres, por ejemplo, la expresión de tristeza, miedo y euforia o vergüenza, aún considerándolas universales, son más aceptadas en mujeres que en hombres. En contraste, la emoción del enojo es mejor vista en ellos que en ellas. Asimismo, los padres –motivados por educar niños que sean aceptables socialmente-socializan a sus hijos a conformarse con reglas que eventualmente los llevarán a lograr sus metas; y esto se ejemplifica en cómo a los niños se les enseña a controlar sus emociones y sentimientos, mientras que a las niñas les fomentan su expresión de afectos a través de besos, abrazos y también a través de la auto-divulgación. En congruencia, Feldman, Robin, Pietromonaco y Eyssell (1998) señalan que las mujeres se describieron a sí mismas como más emocionales que los hombres; es decir, más intensas emocionalmente, más abiertas a sus sentimientos, más ansiosas, más tristes y más complacidas que los hombres. Además, los participantes experimentaron y expresaron más emoción cuando se encontraban durante el experimento-con una pareja del sexo opuesto. Aunado en lo anterior, los datos marcan que la intensidad de la emoción y las expresiones emocionales incrementan conforme incrementa la intimidad, este efecto es mucho más marcado en las mujeres que en los hombres.

Así, en el terreno romántico, la pasión es una variable identificada y reconocida por su intensidad (Sánchez Aragón, 2007). A saber, algunas de las definiciones que reconocen esta dimensión dentro de sus propiedades son: la definición de Lee (1976) quien al reconocer la existencia del amor pasional vierte su ímpetu en la atracción inmediata y poderosa hacia el otro, la motivación sexual que incluye síntomas fisiológicos tales como excitación, shock, reacciones químicas, transpiración, presión estomacal, incremento de la respiración y del pulso cardiaco etc. Por su parte, Hatfield y Walster (1978) plantea a esta emoción como un estado salvajemente emocional, una confusión de sentimientos, ternura y sexualidad, alegría y pena, ansiedad y alivio, altruismo y celos. Brehm (1992) indica que el amor pasional es una intensa experiencia sexual que representa la combinación de la imaginación y emoción y que sirve, al motivar al ser humano a construir una mejor visión del mundo.

Con base en la propuesta de Frijda (1986) y las conceptualizaciones que se han hecho sobre la pasión, el presente estudio se enfocó a traducir, adaptar y validar las medidas que operacionalizan la teoría de la estructura de la intensidad emocional aplicada a la pasión, para luego explorar sus relaciones internas y diferencias sexuales.

 

Método

Participantes

Se trabajó con una muestra no probabilística de participantes voluntarios que consistió en 423 personas de las cuales 231 son mujeres y 192 hombres residentes de la Ciudad de México. Los participantes oscilaban en edad de los 16 a los 48 años con un promedio de 20 años y una moda de 17. En términos de escolaridad, el 46.6% reportaron tener estudios de preparatoria, y el 53.4% contaban con estudios de licenciatura.

Instrumento

El instrumento-base de este estudio fue un inventario de auto-reporte que incluyó preguntas cerradas que exploraban aspectos de la emoción de la pasión como lo son:

• el interés por vivir la experiencia de la pasión que consta de 44 reactivos,

• el contexto de apreciación del evento pasional con 20 reactivos,

• la intensidad de la pasión con 23 reactivos, y

• la predisposición individual hacia la experiencia emocional, evaluada por 12 reactivos.

El formato de respuesta en la evaluación de cada uno de los componentes mencionados fue en escala tipo Likert de cinco puntos de respuesta que dependiendo de la variable-tomaban valores relativos de 0% a 100%, acuerdo a desacuerdo, nada intenso a muy intenso, muy débil a muy fuerte, nunca a siempre, no cambió a cambió mucho. Cabe mencionar que con el fin de lograr unas buenas medidas psicológicas (Nunnally & Bernstein, 1995), cada instrumento tomó como base las nociones dictadas por Frijda (1986), se tradujo-retradujo y adaptó aquella información con capacidad de fungir como reactivo y con base en ésta, se diseñaron nuevos reactivos que respondían a las definiciones conceptuales de los elementos de la fórmula de la intensidad emocional.

Procedimiento

Se acudió a lugares públicos para la aplicación del instrumento. Se les preguntó a las personas si habían sentido pasión y ya que respondían afirmativamente se les pedía respondieran a las preguntas. Se les garantizó la confidencialidad de sus respuestas y agradeció su participación. Ya aplicados y capturados los instrumentos, se siguió el procedimiento dictado por Reyes Lagunes y García y Barragán (2008) para su validación.

 

Resultados

Una vez aplicado el instrumento y siguiendo el procedimiento antes mencionado, se eliminaron algunos reactivos de cada escala: 12 de Interés por vivir la experiencia de la pasión, 7 de contexto de apreciación del evento, 11 de intensidad de la pasión y 5 de predisposición individual hacia la experiencia emocional, quedando 59 que cumplieron con el criterio de sensibilidad y claridad conceptual. Posteriormente, se realizaron análisis factoriales y de confiabilidad para cada medida con el propósito de explorar los factores que constituían cada una de las dimensiones de la emoción de la pasión.

En el caso de la medida de Interés por Vivir la Experiencia de la Pasión, se corrió una rotación varimax a los 32 reactivos que discriminaron en el procedimiento de validación, que arrojó 5 factores que explicaron el 60.86% de la varianza; de los cuales 4 fueron los más claros conceptualmente hablando. Posteriormente se realizó un análisis de confiabilidad alpha de Cronbach para conocer la estabilidad de la prueba, obteniéndose coeficientes de moderados a altos (ver tabla 1).

El factor de Auto-realización se refiere a qué tanto influye en el individuo su necesidad de bienestar, disfrute, libertad, realización y seguridad en la experiencia de la pasión. El factor de Aventura define qué tanto influye en el individuo su necesidad de aventura, experimentar emociones y búsqueda del desenfreno en su experiencia de pasión. El factor de Satisfacción sexual refleja la influencia que percibe el individuo de sus necesidades de satisfacción, placer, contacto físico y goce sexual en la vivencia de la pasión. El factor de Intimidad y pareja aborda la influencia que ejerce en el individuo su necesidad de amar, explorar a la pareja, compartir y dar afecto así como de estar a gusto con la pareja en la experiencia de la pasión.

Posteriormente, se llevó a cabo otro análisis factorial para explorar las dimensiones que constituían al Contexto de la Apreciación del Evento Pasional. Para ello se corrió una rotación ortogonal de tipo varimax a 13 reactivos, que arrojó 2 factores que explicaron el 53.10% de la varianza. Después, se realizó un análisis de confiabilidad alpha de Cronbach que mostró coeficientes moderados (ver tabla 2).

El factor Bienestar, se refiere a los efectos positivos que trae consigo el evento pasional a nivel de la auto-estima, placer, hacer sentir bien al otro y a uno mismo, etc. Mientras que el segundo factor llamado Malestar tiene que ver con los efectos negativos que el evento pasional provoca en la persona como decremento en la auto-estima, modificación de la propia persona, tristeza e incluso culpa.

Para explorar la configuración factorial de la Intensidad de la Pasión, se realizó otro análisis factorial de componentes principales con rotación de tipo varimax a 9 reactivos que identificó 4 factores con valor propio mayor a 1 y que explicaba el 57.52% de la varianza. Así, los factores y sus coeficientes de confiabilidad quedaron de la siguiente manera (ver tabla 3).

El primer factor de Fuerza, Cambios Corporales y Acciones refleja el vigor de la vivencia pasional y con ello sus efectos en los cambios corporales y conductas experimentadas durante el evento. Y el segundo factor de intensidad denominado Recuerdo de la Emoción se refiere al la evocación que hace el sujeto del evento pasional pasadas 24 hrs. o una semana, de si iba acompañada de emoción y qué tan fuerte era ésta.

Finalmente, para explorar los factores que integran la Predisposición Individual hacia la Experiencia Emocional, se corrió un análisis factorial de componentes principales con rotación ortogonal de tipo varimax a 5 reactivos, del cual se obtuvieron 2 factores con valor propio mayor a 1 y que explican el 46.12% de la varianza, sin embargo, solo el primero mostró coeficiente de confiabilidad aceptable (ver tabla 4).

El factor denominado Control, versa sobre la tendencia del individuo a ser reservado en la emisión de información relativa a las emociones tanto positivas como negativas que se experimentan.

Posteriormente, se realizaron algunos análisis de correlación productomomento de Pearson, con el fin de identificar las relaciones entre las variables operacionalizadas –por separado-en hombres y mujeres (ver tabla 5).

Los resultados muestran que en la medida en que los hombres están interesados en vivir la pasión por motivos relativos a su realización personal (p. e. necesidad de desarrollarme, mi éxito en la vida, mi necesidad de realizarme), tienden a apreciar el contexto pasional en términos de bienestar (p.e. me siento feliz, forma parte de mi vida, aumentó mi auto-estima) y malestar (p.e. me hizo sentir culpa, triste), lo recuerdan con intensidad y fuerza dados los cambios fisiológicos y conductuales desencadenados; mientras que en las mujeres motivadas por la auto-realización presentan más recuerdos vinculados al evento pasional. Cuando los hombres están motivados por su deseo de aventura (p.e. mis deseos de divertirme, mi búsqueda por experimentar emociones y desenfreno), tienden a sentir más intensidad en su cuerpo y mente así como a experimentar bienestar ante el evento pasional; mientras que en las mujeres, su motivación por la aventura favorece que ellas recuerden en mayor medida el evento. En la medida en que hombres y mujeres desean vivir pasión como un mecanismo de obtención de satisfacción sexual (p.e. mi necesidad de una buena vida sexual, satisfacción, repetir y sentir de por vida esa sensación), e intimidad y acceso a una pareja (p.e. mi deseo de estar siempre con esa persona, mi necesidad de amar, mi necesidad de contacto emocional), es que perciben al evento pasional como proveedor de bienestar e intensidad (tanto en lo físico, emocional y cognoscitivo). Cabe señalar que el motivador de intimidad y pareja ofrece coeficientes de correlación mucho más altos en comparación a los otros y más en hombres que en mujeres.

En la medida en que el evento pasional es percibido como fuente de bienestar para hombres y mujeres, éste es percibido como más intenso, se recuerda más y no permite al individuo que surja su predisposición a controlar lo que le está sucediendo. Este patrón es más fuerte en ellos que en ellas hacia la intensidad pero en las mujeres ésta apreciación de bienestar exige más control (p.e.no expresar mis emociones, reservo mis emociones para mí mismo, controlo mis emociones). Cuando el evento pasional es evaluado como fuente de malestar, las mujeres no viven la experiencia con intensidad y tanto hombres como mujeres tienden a disponerse ejerciendo control hacia la situación pasional. Y por último, cuando hombres y mujeres sienten mayor intensidad en su experiencia pasional evidenciado en su experiencia física durante el encuentro, tienden a no ejercer control.

Finalmente, se llevaron a cabo algunas pruebas t de Student para conocer las diferencias en las dimensiones obtenidas por sexo. Al respecto de la variable Interés por Vivir la Experiencia de la Pasión, se observa un efecto significativo que señala que son las mujeres a quienes les importa más tener dicha vivencia con el propósito de lograr vincularse más cercanamente a su pareja, de compartir sus emociones en un espacio íntimo y privado para explorar, dar a la pareja y amarla, en comparación con los hombres (ver tabla 6). Cabe mencionar que el mismo patrón se observa (aunque no significativo) en el caso de la autorealización y la satisfacción sexual, notándose que en el caso de la aventura, ésta es una motivación predominante en hombres.

Por su parte, en cuanto a la Contexto de Apreciación del Evento Pasional, se evidenció que ésta es principalmente positiva y vista como una fuente de bienestar, lo cual predomina en las mujeres (aunque los hombres también puntúan por encima de la media) (ver tabla 7).

En torno a la Intensidad de la Pasión, no se encontraron diferencias estadísticamente significativas pero si se observan efectos que señalan la predominancia femenina en su reporte de fuerza de la emoción, los cambios corporales, su efecto en sus conductas y en el recuerdo del evento (ver tabla 8).

Y en cuanto a la Predisposición Individual hacia la Experiencia Emocional, los hallazgos señalan que los hombres son más reservados y controlan más su expresión emocional que las mujeres (ver tabla 9).

 

Discusión

De entre las cualidades de las emociones, su intensidad es quizá el atributo medular por excelencia. Por ello, su estudio desde la perspectiva de la Psicología Social se torna complejo, pero no por eso imposible. En un intento de explorar la naturaleza de la pasión, la psicometría brindó -desde su capacidad-la oportunidad de operacionalizar a la intensidad de esta emoción con base en las nociones que la definen según Frijda et al. (1992) en una muestra mexicana.

Así se diseñaron algunas pruebas que miden los componentes de la intensidad emocional como lo son: el interés por vivir la pasión, la apreciación de ésta, la intensidad de la experiencia pasional y la predisposición del individuo a vivir sus emociones. A partir de su aplicación y análisis estadístico, se puede decir, que se obtuvieron medidas válidas y estables con coeficientes de confiabilidad de moderados a robustos que dan fe de sus cualidades psicométricas. Así, se analizaron en forma separada cada uno de los aspectos que en interacción producen la intensidad de la emoción de la pasión –de acuerdo a Frijda-, lo que generó dimensiones más finas en el análisis de ésta.

Las emociones se presentan solamente si un acontecimiento se valora como relevante para el individuo, por lo tanto, la variable de interés, es el término usado para denotar los motivos, metas presentes y futuras, así como las preferencias o aversiones hacia los estímulos que pueden ser consideradas como importantes para los individuos. Cuando un acontecimiento resulta más relevante para la persona, entonces la emoción se intensifica (Frijda et al., 1992). Tomando como guía esta definición, la presente investigación se propuso validar una medida de Interés por vivir la experiencia de la pasión romántica.

A partir de los datos, la escala mostró la presencia de cuatro factores que reflejan los principales motivos por vivir dicha emoción: el primero llamado Autorealización, representa el interés del individuo a vivir la pasión como una forma de trascender y sentirse satisfecho. Al respecto, Maslow (1954) señala que la también llamada ―auto-actualización" es una necesidad que se encuentra en la cima de la jerarquía que plantea, y que su satisfacción está dada cuando el individuo logra desarrollarse armónicamente con su hábitat, en sus relaciones personales y consigo mismo. El segundo factor se denominó Aventura ya que en él se encuentran aspectos de descubrimiento y novedad en la experiencia de la pasión que como menciona Scherer (1984) es uno de los aspectos desencadenantes para que dicha experiencia se presente. Además este factor se apoya en el estudio realizado por Villanueva Orozco (2004) en el que identifica a través de un estudio exploratorio la existencia de una categoría denominada: misterio que tiene que ver precisamente con la necesidad de novedad y evitación de la rutina en pro de la experiencia pasional. Y por último, cabe mencionar que la búsqueda por la aventura es también un componente de la variable búsqueda de sensaciones que se relaciona el gozo sexual (Sánchez Aragón, 2010).

Por su parte, el factor de Satisfacción sexual, se refiere a qué tanto las personas consideran importante dentro de la experiencia de la pasión a aspectos como el deseo, el placer, la atracción y el goce sexual. A la par, el factor de Intimidad y pareja toca puntos como lo son el gusto de estar con la pareja, deseos de tener un mayor acercamiento emocional lo que va creando con esto un vínculo de comunicación. Ambos factores, se ven apoyados por la literatura sobre sexualidad y relaciones cercanas que indica que la combinación entre la cercanía y la búsqueda por la consumación y satisfacción sexual favorecen la experiencia plena del amor (Sternberg, 1986). En lo que toca al factor de satisfacción sexual, definido en la literatura como la evaluación subjetiva o actitud hacia las conductas sexuales propias y de la pareja (Carrasco Chávez, 2010), puede involucrar el lado grato de la experiencia sexual que -en muchos casos-se halla totalmente vinculada con la pasión romántica y con el deseo sexual (Hatfield & Rapson, 1993). En cuanto al factor de intimidad y pareja, éste conjunta los elementos esenciales de la unión e intimidad que se busca tener en la relación romántica. Al respecto, autores como Osnaya Moreno y Díaz Loving (2010) han recalcado el papel y la supremacía del conocimiento profundo, la auto-divulgación, y la calidez, como los principales determinantes de las relaciones duraderas.

La apreciación afecta a la intensidad emocional proporcionando al evento relevancia a través de su proceso de evaluación contextual (Frijda, 1986). El contexto y lo inesperado del estímulo, determina tanto la emoción particular que se despierta, como su intensidad. Otros aspectos vinculados con las reacciones a partir del enfrentamiento al estímulo, son el grado de dificultad en resolver el evento o en obtener satisfactores o la evaluación de los propios recursos para responder (Sánchez Aragón, 2008), así como el control que se tiene ante ella (Gross & Thompson, 2007).

Dentro de esta variable de apreciación, se reveló una medida conformado por dos factores: el primero nombrado Bienestar, ya que en él se conjugaron los reactivos que hacen referencia a la percepción de la pasión como fuente de autoestima, brindar placer, hacer sentir bien al otro y a uno mismo. Y el segundo factor lleva por nombre Malestar porque tiene que ver con los efectos negativos que el acontecimiento pasional provoca, como decremento de auto-estima, tristeza e incluso culpa; cabe señalar que dichos efectos pueden causar tal disgusto que modifique todas las conductas relacionadas a esa experiencia. La obtención de estos factores, resulta muy interesante y congruente con lo encontrado por Sánchez Aragón (2006), quien encuentra que la evaluación subjetiva que una muestra de adultos mexicanos tienen de la pasión se compone por tres factores relacionados al bienestar y malestar percibido. A saber la evaluación positiva implica confianza, cercanía, ilusión, bienestar y felicidad; la evaluación negativa se define por la experiencia de incertidumbre, dolor, inconformidad y decepción; y un tercer factor llamado sexual que tiene que ver con el deseo, erotismo y adrenalina. Como se puede apreciar la emoción de la pasión está llena de matices claros y oscuros que llevan al individuo a vivir experiencias extremosas como señala Hatfield y Rapson (1993) al indicar que en la pasión se viven celos y ternura, por ejemplo. Asimismo, Spinoza (1989) desde su perspectiva argumentó que la esencia de las emociones es poderosa y amplia, lo que favorece que se desaten reacciones emocionales extremosas.

En congruencia, cabe señalar que la intensidad emocional puede ser causada por la interacción de muchos elementos que propician variaciones en su calidad, valencia y magnitud (Frijda et al., 1992; Sonnemans, 1991). En términos de las características propias de la intensidad, su evento desencadenante, duración, cambios físicos e intenciones conductuales que provocó, su recurrencia en la mente, su fuerza y las creencias acerca de las implicaciones de la pasión en la vida del individuo; la medida mostró la existencia de dos factores. El primero se llamó Fuerza, Cambios Corporales y Acciones y refleja el vigor de la vivencia pasional y con ello sus efectos en los cambios corporales y conductas experimentadas durante el evento. Esta dimensión retoma el ímpetu con el que la pasión provoca reacciones corporales e intenciones conductuales durante el evento pasional desencadenante, mostrando con ello el alcance de la experiencia. Cabe mencionar que de entre los cambios corporales que los participantes en la investigación reportaron a través de una pregunta abierta y analizados en otro espacio de divulgación científica, las alteraciones en la temperatura, respiración acelerada, excitación, bienestar, estremecimiento, alivio y placer físico muestran el grado de perturbación que un evento pasional a nivel no solo emocional sino fisiológico, puede desencadenar. Al respecto, Delamater (1991) menciona que cada emoción es acompañada por una serie de eventos fisiológicos distintivos y que el sentimiento o experiencia subjetiva es el resultado de una serie de sensaciones internas que son reconocidas concientemente por el individuo.

El segundo factor nombrado Recuerdo e Intensidad, se refiere a la evocación que hace el individuo del evento pasional pasadas 24 hrs. o una semana, ya sea acompañada de emoción (o no) y qué tan fuerte era ésta. Esta dimensión refleja la propuesta de Frijda pues incorpora las dimensiones de intensidad o fuerza de la pasión, la recurrencia del evento en mente y las reacciones emotivas concomitantes. Esto se ve apoyado por Leventhal (1984) quien afirma que un estímulo desencadena no solo una excitación autónoma, sino también un procesamiento cognoscitivo que contiene prototipos de experiencias emocionales cuyos episodios previos organizan la vivencia de la emoción y su conducta subsecuente. Aplicado esto a la pasión, se puede decir que ésta libera no solo lo fisiológico sino también lo emotivo y con ello conductas que refuerzan los elementos antecedentes como puede ser el reconstruir el evento pasional; para de esta forma reforzar la emoción, su cognición y decisión (Sternberg, 1986).

En cuanto a la predisposición del individuo hacia la experiencia emocional, hay que mencionar que ésta se genera a partir de los propósitos, motivos y valores de la persona. Dicha tendencia surge ante la apreciación de un evento u objeto ya sea como algo positivo, dañino o amenazante al individuo, de hecho, es plausible suponer que mientras más fuerte o más importante es la inquietud que despierta, más intensa es la emoción.

Al respecto, la medida realizada en esta investigación para operacionalizar dicha predisposición, arrojó un solo factor denominado Control, que versa sobre la tendencia del individuo a ser reservado en la emisión de información relativa a las emociones tanto positivas como negativas que experimenta. En este tenor, Frijda (1986, 1988) menciona que la apreciación puede actuar directamente, suprimiendo la preparación del individuo hacia la acción, o indirectamente afectando la valoración que se tiene de la emoción, generando con ello un dominio claro sobre aquello vinculado a la emoción experimentada.

Ya validadas las pruebas relativas a la operacionalización de la estructura emocional de la intensidad planteada por Frijda, resultó interesante explorar las relaciones entre el interés por vivir la experiencia y el contexto de apreciación del evento pasional, la intensidad emocional y la predisposición individual a vivir la emoción.

Los resultados muestran que en la medida en que los hombres están interesados en vivir la pasión por motivos relativos a su realización personal (p. e. necesidad de desarrollarme, mi éxito en la vida, mi necesidad de realizarme), tienden a apreciar el contexto pasional en términos de bienestar (p.e. me siento feliz, forma parte de mi vida, aumentó mi auto-estima) y malestar (p.e. me hizo sentir culpa, triste), lo recuerdan con intensidad y fuerza dados los cambios fisiológicos y conductuales desencadenados; mientras que en las mujeres motivadas por la auto-realización presentan más recuerdos vinculados al evento pasional. Esto, básicamente está reflejando que los hombres están más orientados hacia sí mismos, por un lado y que requieren de más indicadores que les señalen la importancia de experimentar este tipo de amor, por el otro. Al respecto, la Teoría de los Papeles Sociales (Alexander & Wood, 2000) señala que la cultura en su orientación de género, ―inculca" a sus miembros la relevancia que tiene -socialmente-la experiencia, en el sentido de realización, auto-aceptación del propio individuo y con sus pares y parejas. En el caso de las mujeres, dicho interés reside en el hecho que recreen en sus mentes del evento desencadenador de pasión, es decir, la cognición en ellas es el detonante para desear vivir la pasión y conservar su valor aún en otros momentos de su vida. En congruencia a este hallazgo, autores como Fernández-Berrocal, Ramos y Extremera (2001), afirman que son las mujeres quienes hacen mayor uso de la rumia, misma que es usada para re-crear su pasión –entre otras cosas-.

Cuando los hombres están motivados por su deseo de aventura (p.e. mis deseos de divertirme, mi búsqueda por experimentar emociones y desenfreno), tienden a sentir más intensidad en su cuerpo y mente así como a experimentar bienestar ante el evento pasional; mientras que en las mujeres, su motivación por la aventura favorece que ellas recuerden en mayor medida el evento. Esto puede explicarse desde lo señalado por Díaz Loving (2010) quien al señalar que para los hombres, el amor pasional es sexo, locura-arrebato, erótico, deseo, pasajero, emocionante y ardiente, está implicando el carácter positivo, intenso y deseable de vivir esta experiencia en forma divertida, libre y como una andanza. En congruencia se observó que en la medida en que hombres y mujeres desean vivir la pasión como un mecanismo de obtención de satisfacción sexual (p.e. mi necesidad de una buena vida sexual, satisfacción, repetir y sentir de por vida esa sensación), e intimidad y acceso a una pareja (p.e. mi deseo de estar siempre con esa persona, mi necesidad de amar, mi necesidad de contacto emocional), es que perciben al evento pasional como proveedor de bienestar e intensidad (tanto en lo físico, emocional y cognoscitivo). Cabe señalar que el motivador de intimidad y pareja ofrece coeficientes de correlación mucho más altos en comparación a los otros factores y más en hombres que en mujeres; lo que puede explicarse con base en lo reportado por múltiples autores del área de las relaciones personales (p.e. Brehm, 1992; Kelley et al 1983) quienes a través de décadas han señalado que la búsqueda por tener una pareja casual (en donde el factor sexual puede ser el motivador principal) o bien, una pareja estable (donde tanto lo sexual como el conseguir intimidad son fundamentales) implican la expectativa de felicidad, le dan sentido a la vida ya que satisface una necesidad casi-universal de pertenencia que posibilita a la creación de vínculos afectivos (Perlman & Vangelisti, 2006). Asimismo, Fletcher, Overall y Friesen (2006) indican que dada la importancia de las relaciones íntimas o de pareja es que el ser humano dedica gran parte de su procesamiento cognoscitivo a este tema.

En la medida en que el evento pasional es percibido como fuente de bienestar para hombres y mujeres, éste es percibido como más intenso, se recuerda más y no permite al individuo que surja su predisposición a controlar lo que le está sucediendo. Asimismo, cuando hombres y mujeres sienten mayor intensidad en su experiencia pasional evidenciado en su experiencia física durante el encuentro, tienden a no ejercer control alguno. Esto puede visualizarse desde la perspectiva de la personalidad ya que la impulsividad (característica propia de la pasión romántica) (Sánchez Aragón, 2007) motiva al individuo hacia la experiencia pasional, misma que es generadora de placer y descontrol. Asimismo, Hatfield y Rapson (1993) apoyan el dato sobre las implicaciones de la percepción de bienestar y el recuerdo ya que enfatizan el aspecto cognoscitivo de la pasión al señalar que la pasión es definida como un amor obsesivo, una enfermedad del amor o encaprichamiento... cuyos pensamientos se caracterizan por una preocupación constante por el objeto de amor, por la idealización de la pareja y el deseo de conocer y ser conocido por ésta en forma constante. Este patrón es más fuerte en ellos que en ellas hacia la intensidad pero en las mujeres ésta apreciación de bienestar exige más control (p.e.no expresar mis emociones, reservo mis emociones para mí mismo, controlo mis emociones); lo que resulta congruente con el hecho de que –culturalmente-a ellos les sea más permitido guiarse por sus impulsos y sentir pasión por más de una mujer, mientras que a ellas se les pide ―"recato" y con ello automáticamente se les limita en cuanto a su experiencia emocional.

Cuando el evento pasional es evaluado como fuente de malestar, las mujeres no viven la experiencia con intensidad y tanto hombres como mujeres tienden a disponerse ejerciendo control hacia dicha situación. Esto resulta entendible considerando que –de acuerdo a Sánchez Aragón (2010)-ante la pasión las personas pueden generar estrategias de regulación emocional tanto para incrementar como para disminuir dicha emoción. Para el caso del control o disminución de la intensidad emocional de la pasión, esta autora indica estrategias como: desgane, racionalizar, bajar el ritmo, consumar, desconcentrarse, restringirse y distraerse –entre otras-; cuyo objetivo es bloquear la continuidad del evento y con ello, "sabotear" el desborde emocional correspondiente.

En lo tocante a las diferencias sexuales encontradas en algunas de las dimensiones estudiadas, el patrón de resultados muestra que a las mujeres les interesa más experimentar pasión, dada su necesidad de tener contacto emocional, amar, compartir y estar con la pareja; evalúan como más intenso el evento pasional y al mismo tiempo lo recuerdan y reviven con la misma emoción; y son más expresivas de sus emociones en comparación con los hombres. Esto se ve apoyado por Feldman et al., (1998) quienes mencionan que las mujeres se describieron a sí mismas, como más intensas emocionalmente, más abiertas a sus sentimientos que los hombres. Además, los datos señalan que la intensidad de la emoción y sus expresiones incrementan conforme incrementa la intimidad, este efecto es mucho más marcado en las mujeres que en los hombres.

En cuanto a la apreciación del evento pasional, se evidenció que ésta es principalmente positiva y vista como una fuente de bienestar, lo cual predomina en las mujeres (aunque los hombres también puntúan por encima de la media). Esto concuerda con lo hallado por Villanueva Orozco (2004) quien al preguntar a los participantes a su investigación acerca de lo positivo y negativo de la pasión, encontró 18 descriptores del primer tipo (p.e. felicidad, intimidad, éxtasis) y solo 12 del segundo (p.e. obsesión, ansiedad, tristeza). Asimismo, ellas fueron quienes brindaron más información relativa a las categorías positivas en comparación a ellos.

Y en cuanto a la predisposición del individuo a la experiencia de la pasión, los hallazgos señalan que los hombres son más reservados y controlan más su expresión emocional que las mujeres. Al respecto, Sánchez Aragón (2010) encontró que efectivamente son ellos quienes utilizan más estrategias de decremento de la pasión que las mujeres como lo son el desgane, ser racional, juguetear, bajar el ritmo y distraerse, lo cual puede explicarse desde un enfoque fisiológico pues su respuesta ante la excitación es más breve y tarda más tiempo en volver a reaccionar. Aunado a lo anterior, lo psicológico va generando respuestas en función del contexto, de su percepción de la persona y de las propias metas del evento.

Para finalizar, hay que mencionar que este estudio representa una aportación fundamental al estudio de los determinantes psicológicos de la intensidad de la pasión –vista como emoción-en una muestra de adultos de la Ciudad de México, ya que el estudio original se enfocó en el estudio de la emoción en general y únicamente en 37 estudiantes alemanes, lo cual limita no solo la generalización de los resultados sino su aplicación en lo específico a cada emoción. Con los datos obtenidos en este estudio, la investigación en torno a la pasión es prometedora, ya que las herramientas aportadas son solo algunas de las variables que pueden ser consideradas como intermediarias de la experiencia pasional y abre la posibilidad hacia la inclusión de otras –como la personalidad que continúen enriqueciendo el conocimiento de ésta emoción tan anhelada.

 

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