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Botanical Sciences

versión On-line ISSN 2007-4476versión impresa ISSN 2007-4298

Bot. sci vol.90 no.2 México jun. 2012

 

In memoriam

 

Armando Butanda Cervera
(22 de julio de 1942 - 16 de febrero de 2012)

 

Armando Butanda Cervera

 

Antonio Lot

 

Departamento de Botánica, Instituto de Biología, Universidad Nacional Autónoma de México. loth@ibiologia.ibunam.mx.

 

La vida de Armando Butanda Cervera se relaciona profundamente con el análisis de la literatura botánica de México. Sin su contribución y asistencia profesional por 46 años al servicio de las entidades académicas, no se entendería la trayectoria de numerosos botánicos y la ordenación de los acervos bibliotecarios especializados. Armando colaboró de manera cercana con la mayoría de los profesores e investigadores conocidos; con algunos, desde el inicio de sus trabajos escolares y temas de tesis. En este grupo me incluyo, cuando lo conocí en 1966 como Bibliotecario de la Biblioteca del Departamento de Botánica del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y en 1968 como Bibliotecario de la Biblioteca de la Sociedad Botánica de México.

En realidad, su vocación y acercamiento a los libros y a los centros de investigación lo llevaron mucho antes al Instituto de Biología (IBUNAM), como auxiliar de encuadernación, a los 17 años de edad. Septiembre de 1959 marca su antigüedad laboral con más de cincuenta años en la UNAM. Ello le permitió conocer a todos los directores del IBUNAM (a excepción del primero, Isaac Ochoterena Mendieta) y a su comunidad, formada por académicos, trabajadores y alumnos de numerosas generaciones. Armando Butanda fue el primer coordinador de bibliotecas en el IBUNAM y con él se abrió dicha plaza. Una anécdota relacionada con esta etapa de su vida la recordaba cada vez que olvidaba las llaves de la biblioteca: cuando le pedía al profesor Eizi Matuda que la abriera, éste le decía "Armando bibliotecarius que no trae llave de biblioteca, no es buen bibliotecarius..."

Armando ingresó a la Escuela Nacional de Bibliotecarios y Archivistas (Archivonomistas) de la Secretaría de Educación Pública, obteniendo el título de Técnico en Biblioteconomía en julio de 1965. Este oficio es mayor al de un facilitador de información o al que como bibliotecario organiza y administra la biblioteca; corresponde al conjunto de actividades técnicas y científicas que tienen como finalidad el conocimiento de la información, y su campo lo constituyen las colecciones de libros y las publicaciones periódicas. Para entender el quehacer de Armando Butanda irremediablemente tenemos que situarnos en los tiempos sin computadoras, sin internet y sin bases de datos en línea conectadas a las bibliotecas del mundo; su labor, por tanto, fue extraordinaria, en la medida que construyó los catálogos de fichas con más de tres mil citas bibliográficas sobre las plantas mexicanas, estudios principalmente florísticos, biográficos de exploradores botánicos e históricos sobre las ciencias vegetales de México. A esto hay que agregar su experiencia y conocimiento, adquiridos al lado de los grandes maestros, en el análisis interpretativo de documentos científicos.

El olfato y la visión de Arturo Gómez-Pompa identificaron tempranamente el potencial profesional de Armando Butanda, a quien conocía desde 1966 como Técnico Académico adscrito a sus programas de investigación, y que a partir de 1970 se concretarían en la creación del banco de datos bibliográficos del Programa Flora de Veracruz y en la elaboración del Índice de Proyectos en Desarrollo en Ecología Tropical. Al asumir Gómez-Pompa la dirección general del Instituto Nacional de Investigaciones Sobre Recursos Bióticos en la ciudad de Xalapa, Veracruz, Armando es nombrado en 1977 Coordinador de las Bibliotecas del IBUNAM, es decir, responsable de organizar el funcionamiento de la Biblioteca General y las bibliotecas del Herbario Nacional, del Jardín Botánico y de las Estaciones de Campo en Los Tuxtlas y en Chamela. A pesar de esta desmedida comisión durante cuatro años, él continuó con sus trabajos encaminados al análisis de las fuentes bibliográficas sobre la Flora de México. Marzo de 1971 marcó lo que sería el proyecto más ambicioso en la vida académica de Armando hasta su fallecimiento: la idea de continuar y actualizar la titánica obra de Ida K. Langman A Selected Guide to the Literature on the Flowering Plants of Mexico*.

En su momento (enero de 1980), como director del IBUNAM, José Sarukhán fue el botánico que con gran visión encauzó y estimuló los esfuerzos de Armando, al pedirle que se concentrara en la compilación de la bibliografía botánica de México a partir de 1950, fecha en la que Langman marca el término de la revisión de la literatura sobre las fanerógamas mexicanas.

 

Capítulo Sociedad Botánica de México

Armando Butanda también se dio tiempo para organizar formalmente la biblioteca de la Sociedad, dejándola en manos de quien a la postre sería el bibliotecario vitalicio de la agrupación y amigo entrañable de toda la vida: Raymundo García Alcántara.

En 1969 y 1970 publica sus primeras contribuciones (como primer autor), y las dedica a la biblioteca de la Sociedad, apareciendo en el Boletín Informativo de la Sociedad Botánica de México (Macpalxóchitl). En 1981 relaciona el primer índice acumulativo del Boletín de La Sociedad Botánica de México, que comprende desde el número inicial en 1944 hasta el 40 (1980). Entre 1989 y 1990 escribe sobre el XX aniversario del Macpalxóchitl y sobre las revistas de difusión botánica y, en ese último año, publica en el órgano oficial de publicación de la Sociedad, la relación de los artículos publicados del número 41 (1982) al 50 (1990). En memoria de Ida Langman, escribe su semblanza en 1991 en el Macpalxóchitl y, en 1994 (en compañía de quien esto escribe) el artículo El Boletín de la Sociedad Botánica de México en el contexto de las publicaciones científicas (Bol. Soc. Bot. México 54: 59-64). En el número sucesivo del Boletín (55), al año siguiente, ya estaba publicando sobre los aspectos documental y bibliográfico de los acervos históricos del Herbario Nacional de México. Publicó la reseña de nuevas obras en más de una docena de números en el Macpalxóchitl, y a lo largo de casi cuatro décadas su presencia fue notable en la mayoría (a partir del V) de los congresos mexicanos de botánica, con la presentación de los avances de su investigación documental sobre la historia de la botánica en México a través de sus fuentes.

La Sociedad Botánica de México lo distinguió como "Socio Protector" (septiembre de 1989) y, como "Socio Honorario" en la Sesión Solemne del XI Congreso Mexicano de Botánica (septiembre de 1990, Oaxtepec, Morelos). En varias ocasiones presidió las sesiones sobre historia, bibliografía y colecciones en los congresos de botánica. Por otro lado, fue distinguido como Miembro del Comité Editorial (1976-77), Editor Asistente (1985-89) y Editor (1990-94) del Boletín de la Sociedad Botánica de México. Bajo la presidencia de Magdalena Peña de Sousa, la Mesa Directiva lo nombra Secretario Ejecutivo (1977-78). Fue socio regular a partir de 1968 y socio vitalicio desde 1987.

 

Vocación y generosidad

Quizá la actividad más reconocida a lo largo de su vida académica, fue la asistencia profesional en beneficio de numerosos estudiantes y colegas que requerían una búsqueda exhaustiva de la literatura en sus investigaciones y estudios. Es difícil saber el número de botánicos, aficionados y estudiantes que, de diversas instituciones, se acercaron a Armando para resolver alguna duda sobre la citación e interpretación de documentos bibliográficos, y sobre todo de su localización en los acervos de museos y bibliotecas en el mundo. Para darnos una idea y tomando lo registrado por el propio Armando en su Curriculum Vitae, es citada y reconocida su participación en 44 tesis y 116 publicaciones. Roberto Moreno de los Arcos y Arturo Argueta, reconocidos historiadores de naturalistas en México, son sólo un ejemplo de estudiosos que mantuvieron comunicación y apreciaron el conocimiento de Armando Butanda. Esta inclinación hacia lo que fue su vida, lo hizo siempre con generosidad.

La vocación y el compromiso académico de Armando tuvieron su reconocimiento en diversas formas. Jerzy Rzedowski y Graciela Calderón de Rzedowski le dedicaron el epónimo Potentilla butandae, una especie nueva para la ciencia, publicada en Acta Botanica Mexicana (2005), y Leticia Cabrera hizo lo propio, al nombrar con su nombre a la especie Acourtia butandae, una Asteraceae nueva para la flora mexicana (Brittonia 53, 2001). La UNAM le otorgó el Estímulo "Helia Bravo", en reconocimiento a su labor sobresaliente como Técnico Académico del IBUNAM (1990). El Centro de Información Científica y Humanística de la UNAM lo propuso para su nombramiento oficial como Miembro de la Comisión Dictaminadora (1992-1997) y Miembro de la Comisión Evaluadora para el Programa de Estímulos a la Productividad y al Rendimiento del Personal Académico del CICH (1993). Fue nombrado para llevar a cabo la actividad curatorial de los materiales del Acervo Histórico de la Biblioteca del Herbario Nacional (MEXU) para la Exposición Internacional "Alejandro de Humboldt en México" organizada por el Museo Nacional de Historia del INAH (1997), y para la Exposición "Maravillas y Curiosidades, Mundos Inéditos de la Universidad" en el Antiguo Colegio de San Ildefonso (2002).

Quizá el mejor de los reconocimientos al incansable trabajo de Armando fue la autoría de numerosas contribuciones sobre la historia de la botánica en nuestro país, en colaboración y por invitación directa de nuestros maestros y colegas altamente especializados en la materia. Entre estos, son notables las ediciones con Teófilo Herrera (en colaboración con Martha Ortega y José Luis Godínez) con la publicación de Breve historia de la botánica en México (Fondo de Cultura Económica, 1998) y La botánica en México en la Serie Ciencia y Tecnología de la Biblioteca Mexicana del Fondo de Cultura Económica (1999); Los principales colectores de plantas activos en México entre 1700 y 1930 con Rzedowski y Calderón de Rzedowski (Instituto de Ecología, A.C., 2009); Humboldt y la botánica americana de la Colección Latinoamericana Fin de Milenio, en autoría con Graciela Zamudio (Instituto Panamericano de Geografía e Historia y Fondo de Cultura Económica, 1999) y Los personajes y los hechos históricos en las contribuciones de Jerzy Rzedowski, a manera de capítulo en la compilación: Entre las plantas y la Historia (homenaje a J. Rzedowski, Encuentros 4, 1998); con G. Zamudio y Puig-Samper, una aportación en la obra: Los Científicos españoles en México: Faustino Miranda (1905-1964): un cuarto de siglo en la botánica de México, en un esfuerzo de coedición entre el Instituto de Investigaciones Históricas(UNAM), la Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y de la Tecnología y la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas (2001); en coautoría con María Teresa Germán, Acervo Histórico del Herbario Nacional (Recortes Botánicos 1(7):4, 1992); con Alfonso Delgado Contribución a la biología mexicana por Helia Bravo: una guía bibliográfica (Cuadernos IBUNAM, 1991). En los últimos años colaboró cercanamente con José Luis Godínez en la elaboración introductoria que forma parte de la monumental obra: La Real Expedición de Botánica a Nueva España, editada por Siglo XXI y la UNAM: Cronología de la vida y obra de José Mariano Mociño y Fondos bibliográficos y archivos documentales en el Acervo Histórico del IBUNAM (2010).

Con frecuencia, Armando hacía referencia a un pensamiento de Lasso de la Vega (1969) en relación con las circunstancias de su trabajo diario, y es de suponer que en defensa de situaciones en las que su memoria le fallara:"El hombre bien preparado para la labor intelectual no es precisamente aquel que lleva un copioso caudal de datos en la memoria, sino aquel que sabe dónde encontrarlos" Sin embargo, la mayoría recordamos la magnífica presencia que Armando tenía de la información bibliográfica, dispersa y difícil de ubicar para los demás; pero en el fondo, Armando tenía sobrada razón para apegarnos a dicha máxima.

Sin lugar a dudas, una parte de la fortaleza y convicción de que su trabajo era su vida, se debe al apoyo y cariño de su familia y amigos. Su esposa Josefina Ochoa Malagón y sus hijos Armando e Iliana constituyeron el feliz enlace que le dieron a Armando tranquilidad y amor, elementos que no siempre se adquieren y se disfrutan en los difíciles momentos de iniciar y mantener una empresa de la magnitud de la que Armando Butanda asumió.

Armando Butanda Ochoa, su hijo mayor, también era su mejor amigo. Transcribo un párrafo del pensamiento que escribió en 2006, cuando se encontraba estudiando un posdoctorado en la Universidad de Arizona. El título, La mirada de mi padre, lo dice todo:

Él es el guardián de los herbarios del rey. Tiene un genio de los mil demonios, parece un ogro, pero es que su vida no le ha dado la diligencia de la palabra, del buen decir. Se enciende rápido como hierba seca, le es difícil explicarse, darse a entender; se desespera con mucha facilidad. Te asusta, sientes al huracán sobre ti, pero si lo miras con detenimiento, si te atreves a mirarlo en lo profundo, encontrarás unos ojos zarcos, tiernos, llenos de luz; pícaros, pero sinceros, como los de un niño travieso e inquieto, inocentes y ávidos de saber qué hay más allá, qué otros secretos guarda la vida; pero a la vez tan sabios, que te obsequian las respuestas que buscas, simples –sin adornos-; así nomás, con lo que hay que saber. Mi viejo todavía tiene mucha cuerda y tanto que enseñar. Su ejemplo es de lucha, de integridad y de trabajo honrado, constante como el día y la noche, firme e incansable, lleno de esa humildad que lo engrandece. Este párrafo, por sí solo, es la mejor semblanza, que en pocas palabras sintetiza quien fue Armando Butanda Cervera. Para quienes tuvimos la fortuna de conocerlo de cerca y de caminar junto a él, sabemos qué tan ciertas son las palabras de su hijo.

Se dice que la persona que trabaja rodeada de manuscritos, libros y documentos, en una biblioteca, archivo o acervo histórico, adquiere un conocimiento y guarda los secretos de la historia de dichos espacios y de los manuscritos que pasan por sus manos, llevándoselos consigo al partir. Armando Butanda los compartió con todos nosotros.

Agradezco de manera muy especial la ayuda que en todo momento me prestó Armando Butanda Ochoa, al dedicarle su tiempo en reunir documentos personales y poner a mi disposición información, sin la cual no hubiera sido posible preparar este escrito a la memoria de un buen amigo que todos recordaremos: Armando Butanda Cervera.

 

Nota

* Concerniente con el planteamiento que Armando Butanda le expresa a Ida Langman en su deseo de extender su obra, cuya respuesta conocemos de forma indirecta a través de su correspondencia con Helia Bravo desde el Jardín Botánico de Madrid: (...) "me parece magnífica la idea que alguien, y especialmente un mexicano, se dedique a continuar la bibliografía sobre las fanerógamas de México. Y claro, estoy dispuesta de hacer lo que pueda para ayudarle al Sr. Butanda" (19 de marzo de 1971/Ida Langman).

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