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Revista Chapingo serie ciencias forestales y del ambiente

versión On-line ISSN 2007-4018versión impresa ISSN 2007-3828

Rev. Chapingo ser. cienc. for. ambient vol.18 no.2 Chapingo may./ago. 2012

https://doi.org/10.5154/r.rchscfa2011.01.006 

Composición nutricional de la dieta del venado cola blanca (Odocoileous virginianus ssp. mexicanus) en Pitzotlán, Morelos

 

Nutritional composition of the diet of white–tailed deer (Odocoileous virginianus ssp. mexicanus) in Pitzotlán, Morelos

 

Elvia López–Pérez1*; Nahum Serrano–Aspeitia1; Beatriz C. Aguilar–Valdés1; Alejandra Herrera–Corredor2

 

1 Universidad Autónoma Chapingo. km 38.5 Carretera México–Texcoco, Chapingo, Estado de México. C. P. 56230. Correo–e: loel50@hotmail.com (*Autor para correspondencia).

2 Universidad Autónoma de San Luis Potosí, Facultad de Agronomía. Km 14.5 Carretera San Luis–Matehuala. Apdo. Postal 32. C.P. 78321, Soledad de Graciano Sánchez, San Luis Potosí, México.

 

Recibido: 11 de enero, 2011
Aceptado: 5 de abril, 2012

 

RESUMEN

Se realizó un estudio para determinar la composición nutricional de la dieta del venado cola blanca en Pitzotlán, Morelos, durante tres estaciones del año (primavera, otoño e invierno) que incluyeron las épocas de lluvia y sequía. En cada estación se simuló una dieta a partir del análisis microhistológico de las heces de venados. Se determinó la proteína cruda (PC), cenizas, extracto etéreo, fibra detergente neutro (FDN) y fibra detergente ácido (FDA), Ca, P, Se y la digestibilidad in vitro de la materia seca. Las cantidades de PC y FDA fueron menores en la dieta de invierno (10.8 y 23 %) comparados en otoño (15 y 31 %) y primavera (14.2 y 26.2 %). La digestibilidad de la dieta de otoño fue mayor (52.4 %) que en las otras estaciones. De las cinco plantas más consumidas por el venado, Sida sp. tuvo la mayor digestibilidad (67.1 %) y PC (17.9 %), seguida de Randia aculeata (13.8 %). Con base en la digestibilidad y el contenido de PC, la calidad nutricional de la dieta seleccionada por el venado puede considerarse adecuada en otoño y primavera. Sin embargo, en invierno la PC fue deficiente para las necesidades del venado cola blanca.

Palabras clave: Dieta simulada, composición química, digestibilidad.

 

ABSTRACT

A study was conducted to determine the nutritional composition of the diet of white–tailed deer in Pitzotlán, Morelos during three seasons of the year: spring, autumn and winter (including dry and rainy periods). Each season, a diet was simulated based on fecal microhistological analysis. Crude protein (CP), ashes, ether extract, neutral fiber detergent (NFD) and acid detergent fiber (ADF), Ca, P, Se and in vitro digestibility of dry matter were determined. The amount of CP and ADF were lower in winter diet (10.8 and 23.0 %) compared to autumn diet (15.0 and 31.0 %) or spring diet (14.2 and 26.2 %). The digestibility during autumn was the highest (52.4 %) compared to other seasons. Sida sp. was the most consumed plant having the greatest digestibility (67.1 %) and crude protein (17.9), followed by Randia aculeata (13.8 %). Nutritional quality of the diet selected (during autumn and spring) by white tail deer can be considered appropriated based on digestibility and CP content. However, in winter CP was deficient for the requirements of white–tailed deer.

Key words: White–tailed deer, simulated diet, chemical composition, digestibility.

 

INTRODUCCIÓN

En México, el venado cola blanca es una de las especies de caza más importante. Proporciona alimento para pobladores rurales tanto para consumo directo como para venta (Ortega et al., 2011). También se usa para la fabricación de artículos de piel y diversos productos decorativos, entre los cuales se pueden mencionar astas, lámparas y otras artesanías. Gallina, Mandujano, Bello, López–Hernández, y Weber (2009) indican la utilización de esta especie en puntas de proyectil, raspadores de hueso y agujas, además de ser parte de rituales en grupos indígenas (Mandujano & Rico–Gray, 1991; Naranjo, Bolaños, Guerra, & Bodmer, 2004). De acuerdo con Mysterud (1998), el venado cola blanca es considerado un seleccionador oportunista ya que elige gran diversidad y partes de plantas (Henke, Demaris, Pfister, 1988), tales como hojas tiernas, ramas y partes de árboles jóvenes con digestibilidad alta y calidad nutricional. Esto lo hace con la finalidad de compensar el periodo crítico de alimentación que generalmente enfrenta cada año y que limita su producción, además de reducir los posibles efectos de compuestos secundarios presentes en las plantas (Arceo, Mandujano, & Gallina, 2005). En climas cálidos con vegetación tipo selva baja caducifolia, el periodo crítico al que se enfrenta el venado cola blanca es la estación seca, ya que en esta época la abundancia y calidad de las plantas disminuye. Como resultado se tiene una nutrición deficiente y en consecuencia pesos menores al estándar, susceptibilidad a enfermedades y partos sencillos en lugar de gemelares; además, las crías pueden presentar pesos bajos al nacimiento. Los requisitos nutricionales están determinados por la fisiología del animal; los cervatos en cautiverio requieren de 13 a 20 % de proteína para un adecuado crecimiento (Smith, Holder, Hayes, & Silver, 1975), los machos adultos hasta el 18 % y las hembras del 11 al 18 % dependiendo del estado fisiológico (pre–empadre, empadre, gestación y lactancia) y número de crías en gestación. El desarrollo y tamaño de las astas también está relacionado con el nivel de consumo de proteína por parte del animal. Así, el venado debe consumir 15 % de proteína cruda (PC) para el crecimiento óptimo de las mismas (Ramírez–Lozano, 2004). Los animales adultos en vida libre requieren de 5.5 a 9 % de PC para su mantenimiento (Holter, Hayes, & Smith, 1979). En el caso de minerales, los animales en crecimiento necesitan de 0.4 a 1.2 % de calcio y 0.3 a 0.6 % de fósforo en base seca (Robbins, 1993; Ullrey et al., 1973).

En la Sierra de Huautla, Morelos, está legalizado el uso cinegético de venado cola blanca. Su aprovechamiento pudiera en algún momento ser una actividad rentable, además de ser una fuente importante de proteína de origen animal para los pobladores locales. Por tanto, es importante definir prácticas de manejo de la vegetación que incrementen la densidad de población de la especie (López–Tellez, Mandujano, & Yañez, 2007) en esta zona. Para ello, es necesario conocer la composición nutricional de la dieta a lo largo del año, pues ayuda a conservar en buenas condiciones la productividad y hábitat del venado y entender su sobrevivencia (Plata et al., 2009) en este tipo de vegetación. Además, el conocimiento de la composición botánica y nutricional de la dieta es fundamental para establecer la capacidad de carga en los planes de las Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (Villareal–Espino–Barros et al., 2008). Este estudio tuvo como objetivos conocer la calidad nutricional de la dieta del venado cola blanca y determinar la composición química y digestibilidad de las cinco plantas más consumidas por el venado.

 

MATERIALES Y MÉTODOS

Previo a este trabajo, las dietas (Cuadro 1) del venado cola blanca (Odocoileous virginianus ssp. mexicanus) en la región fueron identificadas a través de la técnica microhistológica de las heces (Vásquez, 2009). En el estudio se reportó que 53 especies vegetales conformaron la dieta. Dichas especies fueron clasificadas en 22 familias botánicas, de las cuales, las más frecuentes en otoño fueron; Malvaceae, Commelinaceae y Myrtaceae, en invierno; Fabaceae, Poaceae, Rubiaceae, Malpighiaceae y Begoniaceae, y en primavera; Rubiaceae, Begoniaceae y Anacardiaceae. Cinco especies (Begonia sp., Malpighia mexicana, Sida sp., Randia aculeta, Bouteloua repens) fueron consideradas de mayor relevancia al formar parte de más del 50 % de las dietas.

Localización, clima y vegetación del área de estudio

Este estudio se realizó en el ejido de Pitzotlán, municipio de Tepalcingo, Morelos. Se ubica a 18° 36' de latitud norte y 98° 52' de longitud oeste (García, 1981) y tiene una altitud promedio de 1,152 m (Cruz, Salazar, & Campos, 2006). Pitzotlán cuenta con una superficie de 1,009 ha. Colinda al norte con el ejido de Tepalcingo y Huitchila, al sur con los ejidos Ixtlilco El Chico y El Limón, al oriente con Tepalcingo y al poniente con el ejido de Los Sauces (CEAMISH, 2003). De acuerdo con la clasificación de Köppen, modificada por García (1981), el municipio tiene un clima cálido subhúmedo, con regímenes de lluvia en verano y presencia de canícula, temperatura media anual mayor a 22 °C, y precipitación media anual de 951 mm, con época de lluvias de junio a octubre. La vegetación que predomina es selva baja caducifolia o bosque tropical caducifolio (Rzedowski & Rzedowski, 1978), la cual se caracteriza por su estrato bajo, y porque casi todos sus componentes arbóreos pierden las hojas durante cuatro o cinco meses del año. Algunas de las especies de esta vegetación presentan cortezas brillantes que se desprenden en capas delgadas y otras más secretan exudados. El estrato herbáceo sólo es evidente en la época lluviosa (Guizar & Sánchez, 1991). Las cactáceas son comunes en este tipo de vegetación.

La simulación de las dietas se realizó con material vegetal colectado en cada una de las estaciones del año, para representar la vegetación existente en cada una de las estaciones. Para ello se realizaron de cuatro a cinco recorridos por estación y se muestrearon al azar cinco a seis sitios zigzagueados y distanciados a 100 m uno del otro. En dichos sitios se delimitaron 2 m2, cortando el material vegetal existente. Las herbáceas se cortaron al ras del suelo, y de los árboles y arbustos sólo se cortaron hojas, flores, frutos y ramas cuyo tallo no excediera de 5 mm de diámetro y una altura de 1.5 m. Posteriormente, las muestras fueron separadas por especies, colocadas en bolsas de papel, y llevadas al laboratorio de Nutrición de Rumiantes del Departamento de Zootecnia, Universidad Autónoma Chapingo. Las muestras se secaron a 55 °C por 48 horas, se molieron (molino tipo Willey con criba de 2 mm) y se mezclaron (1 kg) en la proporción de cada dieta reportada por Vásquez (2009). Las dietas por triplicado fueron sometidas a análisis químico proximal, para determinar el contenido de PC, cenizas (C) y extracto etéreo (EE) (Association of Official Analytical Chemist [AOAC], 2000). La fibra detergente neutro (FDN) y la fibra detergente ácido (FDA) se determinaron mediante los procedimientos descritos por Goering y Van Soest (1970) y la digestibilidad in vitro de la materia seca (DIVMS) por el método de Tilley y Terry modificado por Barnes (1970). El contenido de Se, Ca, y P se obtuvieron usando las técnicas de fluorometría (Whetter & Ullrey, 1978), absorción atómica (Van Loon, 1980) y colorimetría (AOAC, 2000), respectivamente.

Los datos de la composición nutricional de las dietas y de las cinco plantas más consumidas por el venado fueron analizados en un diseño completamente al azar con el procedimiento GLM de SAS (2000). Los modelos incluyeron el factor estación. En todos los casos se estableció un a = 0.01 y las medias fueron comparadas con la prueba de Tukey (Steel & Torrie, 1980).

 

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Composición nutricional de las dietas

El contenido de FDN no mostró diferencias (P > 0.05) en las tres estaciones analizadas del año (Cuadro 2); lo cual no concuerda con lo indicado por Clemente (1984) y Serrano (2006). La FDN representó un poco más del 50 % del total de las dietas (Cuadro 2). Este resultado es similar al reportado por Plata et al. (2009) y es menor al indicado por Clemente et al. (2005) quienes encontraron que en el estado de Aguascalientes la dieta consumida por el venado tuvo valores alrededor del 70 %.

La FDA en invierno fue menor que en otoño y primavera (Cuadro 2). Clemente (1984) reportó resultados similares. Estos pueden deberse a que las plantas que el animal consume en invierno tienen cantidad menor de proteína y digestibilidad baja (Cuadro 2). Por lo tanto, el venado se ve forzado a consumir plantas con cantidad menor de FDA; evitando así, niveles elevados de lignina que impidan el aprovechamiento y disponibilidad de los nutrientes. Además, los venados en invierno reducen su metabolismo basal, para compensar el bajo consumo debido a la poca disponibilidad y digestibilidad, causado también por el contenido mayor de fibra detergente ácido y menor de proteína de las plantas. Similares aseveraciones fueron indicadas por Clemente (1984).

La digestibilidad de la dieta en invierno disminuyó (Cuadro 2); aunque no a niveles tan bajos como los reportados por Clemente (1984) y Clemente et al. (2005) quienes encontraron valores menores a 26 %. Sin embargo, los trabajos fueron llevados a cabo en condiciones diferentes a las reportadas en este estudio, la digestibilidad varió de 40–50 %, rango que Urness (1973) indica como óptimo para mantener el hábitat en buenas condiciones.

La PC encontrada en primavera y otoño fue mayor (P < 0.01) que en invierno, sin embargo, fue menor a los valores reportados por Loria, Sandoval, y Mendoza (2006) y Plata et al. (2009) en un estudio realizado en Yucatán, en condiciones diferentes de hábitat. La cantidad mayor de proteína encontrada en primavera y otoño (época de lluvia) se debió a que en estas estaciones el animal cuenta con cantidad mayor de forraje y brotes tiernos que le permite hacer una selección mejor de su dieta. Asimismo, Silva, Mandujano, Arceo, Gallina, y Pérez (1999) reportaron que en primavera y otoño, las plantas consumidas por el venado tuvieron un porcentaje alto de proteína; lo que concede al animal acumular reservas corporales para la época crítica del invierno (Vangilder, Torgerson, & Porath, 1982). La PC fue menor en invierno; similar a lo indicado por Clemente (1984) y Clemente et al. (2005). Ellos sugirieron que se pudo deber a que en esta estación la dieta está representada principalmente por hojarasca cuyo contenido de PC es menor al de las hojas jóvenes. Generalmente, las hojas de los arbustos en primavera muestran niveles altos de PC ya que es cuando inician el rebrote (Villareal, 1982). Asimismo, las hojas jóvenes tienen mayor valor nutritivo que las hojas maduras (Ford, Johnson, & Halen, 1994).

Ramírez–Lozano, Treviño y Quintanilla, (1991) indicaron que una buena estrategia de alimentación implica que el venado consuma dietas con niveles de PC de 15 %, aunque niveles de 13 % son suficientes para que las hembras alcancen ganancias diarias de peso superiores al promedio (Ullrey, Youatt, Johnson, Fay, & Bradley, 1967). En el caso de cervatos jóvenes machos, French, McEwen, Magruder, Ingram, & Swift (1956) encontraron valores de 13 a 16 % de PC para un crecimiento óptimo, aunque Smith et al. (1975) indicaron valores de 20 %. Así, comparando los valores encontrados en este trabajo durante el invierno con los datos indicados por los investigadores mencionados, la proteína no sería suficiente para un adecuado desarrollo de los cervatos y en la primavera apenas sería suficiente. Por otra parte, de acuerdo a lo indicado por National Research Council (NRC, 2007), la proteína encontrada en invierno es suficiente, tanto para el crecimiento de los cervatos (9 –10 %), como para el mantenimiento de los machos adultos (9 %); pero insuficiente para el desarrollo de las astas (11–18 %) y para cubrir los requerimientos nutricionales durante la época reproductiva (11–17 %).

Los niveles de extracto etéreo y cenizas no variaron significativamente entre estaciones (Cuadro 2). En primavera, el extracto etéreo fue más bajo. En general, los valores fueron muy bajos en todas las estaciones. Esto puede indicar que las plantas consumidas por el venado contienen niveles bajos de grasa cruda. Asimismo, el contenido de cenizas no fue diferente (P > 0.05) entre dietas. Clemente et al. (2005) reportaron porcentajes similares (9–11 %) en la dieta de venado cola blanca en un bosque de la Sierra fría en México.

En invierno, la dieta presentó una mayor cantidad de Ca (Cuadro 2), lo cual concuerda con los resultados presentados por Reyna (1991) y Tamez (1994) en estudios realizados en el estado de Nuevo León y Tamaulipas, respectivamente. Sin embargo, no coinciden con lo encontrado por Clemente (1984) y Clemente et al. (2005) quienes reportan una cantidad mucho menor (0.75 %). No obstante, los niveles de Ca a lo largo del año son adecuados para animales destetados (Ullrey et al., 1973), machos adultos y hembras, en cualquier estado fisiológico (NRC, 2007). Las concentraciones de P no variaron significativamente entre estaciones (Cuadro 2); sin embargo, los valores encontrados en las dietas son suficientes para cubrir los requerimientos del venado cola blanca (NRC, 2007). Reyna (1991) reportó concentraciones menores de P en agostaderos del noreste de México. Verme y Ullrey (1974) encontraron que 0.45 % de Ca y 0.35 % de P, proporcionan ganancia máxima, esqueleto resistente y buen desarrollo de las astas, desde el destete hasta los 12 meses de edad. Sin embargo, Ramírez–Lozano (1998) indica que los venados requieren de 0.59 % de Ca en la dieta y de 0.20 a 0.25 % de P para el buen desarrollo de las astas. Los niveles de selenio en invierno son mayores a los encontrados en otoño (P < 0.05). No obstante, es importante realizar estudios sobre los requerimientos de dicho micromineral, ya que dietas con niveles de 0.04 ppm se consideran inadecuadas, porque pueden provocar la enfermedad del músculo blanco (Ullrey, Youatt, & Whetter, 1981).

Según Bishop, White, Freddy, Watkins, & Stephenson (2008) las tasas de supervivencia fetal y neonatal incrementan en respuesta al aumento de la calidad nutricional en invierno y primavera, aunque el efecto sobre supervivencia neonatal es marginal. Además, los mismos autores encontraron evidencias de que ciervos de seis meses de edad alimentados con plantas que cubrían sus requerimientos nutricionales eran menos propensos a la depredación por coyotes (Canis latrans) y pumas (Puma concolor). Peterson y Messmer (2007) encontraron un incremento del 12 % en los índices de condición corporal, menor mortalidad y mayor producción de crías en venado bura, bajo un programa de alimentación invernal; por tanto, es importante mantener bien alimentados a los animales. Lo anterior confirma la necesidad de realizar estudios de ecología nutricional, en lugares donde las condiciones ambientales determinan la calidad nutritiva de las plantas seleccionadas por el venado.

Valor nutritivo de las cinco plantas más consumidas por el venado

La planta Sida sp. tuvo mayor DIVMS y contenido de PC. Esta especie representó casi el 50 % de la dieta de otoño (Cuadro 3). Sin embargo, Bouteloa repens y Malpighia mexicana tuvieron menor DIVMS y PC (Cuadro 3), lo cual podria explicar en parte, el bajo porcentaje de participación de estas especies en la dieta del venado. Malpighia mexicana, en el otoño, no formó parte de la dieta (Cuadro 3), debido probablemente a que había diversidad mayor de plantas, y los venados podían hacer una mejor selección de plantas forrajeras. De acuerdo con Ramírez–Lozano (2004), la estrategia de alimentación implica el consumo de plantas con niveles de proteina del 15 %. Las dos plantas con un contenido mayor de proteína (Cuadro 3) representaron el 45 y 51 % de las dietas de otoño y primavera, respectivamente. Randia aculeata y Begonia sp. fueron consumidas en primavera principalmente, cuando las plantas tienen rebrotes y ramas jóvenes (Randia aculeata) o están en pleno crecimiento (Begonia sp.) y tienen contenidos mayores de PC (Villareal, 1982). En general, los venados seleccionan plantas forrajeras con un contenido mayor de PC y menor FDA. Esta última fracción está relacionada directamente con el contenido de lignina, lo cual no es favorable para el venado, aun cuando tengan contenido bajo de FDN (Ramírez–Lozano, 2004).

 

CONCLUSIONES

El venado cola blanca consume dietas con niveles satisfactorios de nutrientes para cubrir sus necesidades nutricionales, sólo durante otoño y primavera; en invierno, su dieta es deficiente, principalmente, en proteína cruda.

La composición nutricional de las cinco plantas más consumidas por el venado es muy variable. Tan sólo dos de ellas (Sida sp. y Randia aculeata) cubren todos los requerimientos proteicos del animal. No obstante, el consumo de plantas presentes en la vegetación es muy diverso, lo que permite al venado seleccionarlas oportunamente siempre y cuando estén presentes en el agostadero y que contengan nutrientes en cantidades suficientes para satisfacer sus demandas metabólicas.

De acuerdo con información proporcionada por los pobladores y con lo observado en el área, se puede apreciar un deterioro del hábitat poniéndose de manifiesto la presencia de cárcavas, reducción de la diversidad vegetal, introducción de ganado vacuno y menor afluencia de agua. Todo esto aunado al déficit de nutrientes, principalmente en invierno, da la pauta para recomendar una planeación de manejo del hábitat y su restauración con vegetación nativa que sea palatable y presente buena calidad nutricional.

 

AGRADECIMIENTOS

Se agradece al CONACYT y a la Subdirección General de Investigación de la Universidad Autónoma Chapingo por el apoyo económico brindado para que este trabajo pudiera realizarse.

 

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