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PAAKAT: revista de tecnología y sociedad

versión On-line ISSN 2007-3607

PAAKAT: rev. tecnol. soc. vol.9 no.17 Guadalajara sep. 2019  Epub 10-Dic-2019

https://doi.org/10.32870/pk.a9n17.446 

Sección especial

El budismo tibetano en el ciberespacio: nuevas tecnologías de la información y la comunicación en la Comunidad Dzogchen Internacional

Tibetan Buddhism in cyberspace: new information and communication technologies in the Dzogchen International Community

1 CONICET- Universidad Nacional de La Plata, Argentina


Resumen

El artículo explora el impacto que las nuevas tecnologías de la información y la comunicación han tenido en la recreación del budismo en Occidente. Se toma como caso de estudio la Comunidad Dzogchen Internacional, un grupo de raigambre tibetana con presencia en Argentina desde hace más de tres décadas. El escrito apunta a comprender el rol que juega el empleo de internet en la construcción de la dimensión ritual, comunitaria, corporal y política de la mencionada institución. De esta forma, el trabajo se centra en analizar la forma en que el ciberespacio propicia la construcción de una comunidad religiosa de carácter transnacional en la cual las prácticas rituales mediadas por interfaces virtuales se acoplan a las rutinas cotidianas de sus miembros. Además, explora la incidencia que tiene la experiencia virtual de la religión, tanto en el ámbito de la identidad y la corporalidad como en la esfera de las relaciones de poder. El análisis metodológico en el cual se basa la investigación incluyó el trabajo de campo etnográfico y la indagación de los múltiples medios digitales que emplea la Comunidad Dzogchen Internacional, a fin de posibilitar el análisis de la interrelación entre el mundo online y el campo offline.

Palabras clave: Budismo; internet; ritual; comunidad; globalización

Abstract

The article explores the impact that new communication and information technologies have had on the recreation of Buddhism in the West. Taking as a case study the Dzogchen International Community, a group of Tibetan established with presence in Argentina since more than three decades. The paper aims to understand the role played by the use of the internet in the construction of the ritual, community, corporal, and political dimensions of the institution. In this way, the text focuses on analyzing the way in which cyberspace fosters the construction of a transnational religious community in which ritual practices mediated by virtual interfaces connect with the daily routines of its members. In addition, it explores the incidence that the virtual experience of religion has in the sphere of identity and corporality as well as in the sphere of power relations. The methodological approach on which the research is based included the ethnographic fieldwork and the investigation of the multiple digital media that the Dzogchen International Community uses, in order to enable the analysis of the interrelation between the online world and the offline field.

Keywords: Buddhism; internet; ritual; community; globalization

Introducción

Aunque reciente, pues no se extiende en el tiempo más de tres décadas, el impacto de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en la economía, la educación, la política y las relaciones interpersonales es uno de los fenómenos más importantes de nuestra era. Actualmente, es posible comprar o vender cualquier tipo de objeto, pagar servicios, consultar las finanzas personales, hacer una carrera de posgrado, socializar o debatir ideas políticas por medio del ciberespacio. Según reporta el Observatorio de Internet en Argentina, en 2004 alrededor de dos millones de hogares tenían conexión a internet en este país, cifra que se ha multiplicado por diez para 2016. Hoy en día, de los cuarenta millones de habitantes, más del 80% tiene acceso al ciberespacio, el cual es parte de la rutina diaria de los argentinos, ya que el 85% de los usuarios se conecta todos los días. Más aún, el empleo de internet no solo es cotidiano, sino también intenso: la población pasa en promedio unas cuatro horas conectada a la red global mediante teléfonos móviles y el doble de tiempo a través de computadoras personales o tabletas.2

En este contexto general de mutación de la dinámica social debido al desarrollo de las nuevas tecnologías digitales, la religión es uno de los ámbitos de la vida que se ha visto afectado en un grado tal que recién empezamos a comprender. El ciberespacio posibilita sortear fronteras temporales, espaciales y culturales, al otorgar una gran accesibilidad e inmediatez a las prácticas y representaciones religiosas más diversas. De modo que internet contribuye en gran medida a la visibilización de heterodoxias minoritarias. A través de interfaces como las pantallas de las computadoras personales, las tabletas o los teléfonos móviles es posible leer textos religiosos anteriormente inaccesibles, ver y escuchar a líderes espirituales de cualquier parte del mundo y participar de comunidades espirituales transnacionales.

En consecuencia, el trayecto para acceder a una institución de este tipo es más corto: alcanza con poner un par de palabras en un motor de búsqueda como Google para encontrar múltiples opciones. Así, la exploración de alternativas religiosas por parte de los buscadores espirituales es propiciada por el uso de las redes digitales. A partir del empleo de los nuevos medios de comunicación, las personas pueden hallar nuevas experiencias religiosas no solo “en las iglesias de piedra, en los sacerdotes de carne y hueso, y en los rituales palpables, sino también en la religiosidad existente y disponible en los bits y píxeles en internet” (Sbardelotto, 2014).

Los mundos virtuales no son nuevos, ni se limitan al ambiente digital, ya que se encuentran presentes desde hace milenios en el ámbito de la religión, la literatura y el arte. Si bien todos comparten la experiencia de la inmersión en una realidad alternativa no material, el mundo virtual posibilitado mediante la tecnología digital presenta algunos rasgos que lo diferencian del mundo virtual creado mediante las narrativas míticas, la lectura de una novela o la contemplación de una película. El principal de estos rasgos característicos es el de la posibilidad de establecer una relación de interactividad (cfr. Grieve, 2010; Bitarello, 2008).

Sobre este punto, Helland (2005) realiza una distinción entre los sitios web donde se puede actuar con libertad y un gran nivel de interactividad (online religion) y el resto -mayoritario- de las páginas donde se provee solamente información religiosa pero no interacción (religion online). En el primer caso, la gente vive su religión en y a través de internet; no existe separación entre su vida offline y sus experiencias en la red, ya que sus prácticas y cosmovisiones religiosas permean ambos ambientes. Como advierte el mencionado autor, la dicotomía entre online religion y religion online expresa los extremos de un fenómeno que, en la práctica, siempre se ubica en algún punto intermedio, ya que muchos sitios web institucionales han comenzado a ofrecer espacio de interactividad.3

En todo caso, las nuevas tecnologías de la comunicación han sido incorporadas en mayor o menor grado por casi todas las expresiones religiosas del mundo. Como señala Campbell (2005), la apropiación diferencial de las tecnologías digitales varía en función de la actitud de las instituciones religiosas hacia el ciberespacio, la cual puede variar desde el abrazo entusiasta hasta el recato conservador.

De todas formas, la postura más frecuente se encuentra en algún punto situado en el medio de estos extremos, procurando estimular algunas formas de uso y desalentando otras. Resulta pertinente explorar de qué forma tanto los individuos como las organizaciones conciben y emplean el espacio online para representar lo sagrado y para practicar la religión.

Este proceso implica dotar a internet de una narrativa que contextualice su propósito y explicite la forma en que puede servir a sus usuarios, es decir, poner en juego estrategias discursivas de cariz apologético que brinden un marco en el cual concebir la tecnología de internet.

Los principales temas a los que apuntan los estudios teóricos, metodológicos y de caso sobre la relación entre el internet y la religión, se pueden agrupar en cuatro grandes ejes: comunidad, identidad, ritual y autoridad.

Respecto al primer eje temático, diversos estudios indagan la forma en que las tecnologías digitales posibilitan imaginar comunidades (Anderson, 1983) transnacionales con base en afinidades religiosas. Este tipo de comunidad es históricamente única, y si bien representa nuevas posibilidades (por ejemplo, la creación de identidades colectivas que trascienden territorio y barreras nacionales), también evidencia nuevos problemas, como la dificultad de generar un sentido de pertenencia cuando los miembros de determinado grupo están dispersos en todo el mundo. A su vez, muchas tradiciones religiosas transnacionales requieren la presencia y guía constante de un maestro autorizado, de modo que surge la necesidad de indagar la manera como los nuevos medios digitales permiten afrontar esa limitación (Campbell y Connelly, 2012).

El segundo eje temático se centra en la identidad, la experiencia y la corporalidad, en un contexto donde las relaciones interpersonales y el proceso de producción de subjetividades se encuentra afectado por fenómenos como la hiperconectividad, la telepresencia y la virtualización del cuerpo. Como argumentan Citro y Puglisi (2015, pp. 12-13), internet se ha convertido en un horizonte más del mundo de vida cotidiano, cuya estructura ontológica puede ser denominada “ser-en-la-red”.4 En este contexto, las tecnologías digitales ofrecen nuevas oportunidades para la construcción de identidades religiosas, especialmente para aquellas personas que no disponen de muchas opciones en su contexto local offline (Campbell y Connelly, 2012).

En el tercer eje temático puede observarse una creciente tendencia al desplazamiento de las prácticas religiosas al ciberespacio, de forma que los rituales pierden su anclaje en los contextos tradicionales. En otras palabras, actualmente existe un dislocamiento del espacio tradicional de los templos y la creación de nuevos ambientes de culto en entornos virtuales descentralizados, junto a la eliminación de barreras temporales debido a la inmediatez de la comunicación online (Casey, 2006; Kruger, 2005; Radde-Antweiler, 2006 y 2008; Sbardelotto, 2014).

En relación con el cuarto eje temático, relacionado con la cuestión de la autoridad, diversos autores han destacado que el nuevo ambiente proporcionado por el ciberespacio brinda distintas posibilidades de vinculación con lo sagrado, enraizadas en el hecho de que las redes digitales a menudo permiten sortear la mediación de templos, líderes y normas en el vínculo del fiel con las potencias numinosas.

A su vez, esto propicia el cuestionamiento de los roles de autoridad tradicionales y la democratización de las estructuras de poder religiosas (Brustolin, 2016; Sbardelotto, 2014). Al mismo tiempo, pueden surgir nuevas formas de autoridad arraigadas en el ambiente virtual, como la de los webmaster, administradores o moderadores (Yonnetti, 2017; Campbell, 2005). En todo caso, el impacto de la revolución digital plantea interrogantes como si la competencia religiosa se democratiza al aprenderse en internet, liberándose de los condicionantes offline, o si sigue de alguna forma atravesada por relaciones de poder basadas, por ejemplo, en la clase, el género o la edad (Kruger, 2005).

En relación con el tema de estudio específico de este trabajo, existe un creciente corpus de textos que retoman las problemáticas referidas anteriormente y analizan la relación entre las nuevas tecnologías digitales y el budismo globalizado en el siglo XXI. Estas investigaciones testimonian que los individuos y los grupos se encuentran en un proceso de negociación entre el mundo online y el offline, creando prácticas rituales que refuerzan la identidad budista y desarrollando nuevas formas de comunidades (cfr. Campbell y Connelly, 2012; Carini y Gracia, 2016; Connelly, 2010; Grieve, 2010; MacWilliams, 2006; Radde-Antweiler, 2008; Soper, 2014; Tarocco, 2017; Yonnetti, 2017).

A fin de contribuir a este campo de estudio, el presente artículo indaga el papel que juegan las nuevas tecnologías digitales, especialmente internet, en la adaptación y recreación del budismo en Occidente, tomando como caso particular la Comunidad Dzogchen Internacional, un grupo budista de raigambre tibetana con presencia en Argentina desde hace más de tres décadas. Al considerar las cuestiones expresadas previamente, el escrito se centra en explorar la forma en que el ámbito comunicacional digital incide en los procesos rituales, comunitarios y de autoridad de la comunidad mencionada.

Los interrogantes que articulan el trabajo giran en torno a cuestiones como de qué forma se trasladan las instancias rituales al ciberespacio; cómo se imbrican en la vida cotidiana offline de los miembros del grupo; qué grado de interactividad y accesibilidad puede encontrarse en el empleo de internet; cómo esta mediación reproduce o desafía los roles de autoridad tradicionales; de qué forma incide en los procesos de producción de identidades colectivas.

Para cumplir este cometido hemos empleado un análisis metodológico que tomó en cuenta no solo el mundo virtual sino también el trabajo de campo etnográfico, de forma que pudimos explorar la interrelación entre el ciberespacio y el mundo de la vida offline. Específicamente, llevamos a cabo una labor etnográfica en la filial argentina de la Comunidad Dzogchen Internacional, que incluyó frecuentes visitas a los centros de esta organización localizados en Buenos Aires, Córdoba y La Plata, en donde realizamos observación participante, entrevistas e historias de vida. A su vez, también prestamos atención y registramos los usos de los medios de comunicación que este grupo emplea tanto a nivel local como global.

El escrito se encuentra organizado en tres partes. La primera presenta la temática de estudio mediante una breve caracterización del budismo tibetano y una descripción de los principales rasgos socioculturales e históricos de la Comunidad Dzogchen Internacional. La segunda detalla los usos que esta institución realiza de las nuevas tecnologías digitales y el ciberespacio. Finalmente, la tercera reflexiona sobre la forma en que este empleo de internet manifiesta procesos de mediación digital del ritual, el poder y la comunidad.

El budismo tibetano y la Comunidad Dzogchen Internacional

El budismo tibetano, también llamado budismo tántrico, vajrayana o lamaísmo, es una corriente budista que no difiere en su doctrina fundamental de las otras dos grandes vertientes de esta religión: el mahayana y el theravada, pero que incorpora un gran número de técnicas espirituales de carácter iniciático transmitidas de maestro (lama) a discípulo. En el vajrayana adquieren especial importancia la recitación de sonidos sagrados (mantras), la visualización de deidades y el uso de gestos corporales (mudras) como parte del bagaje de dispositivos de acceso a lo sagrado.

Cabe mencionar que, desde una perspectiva nativa, las enseñanzas tántricas son doctrinas y prácticas secretas transmitidas por el Buda a algunos estudiantes especialmente dotados. Este carácter esotérico del vajrayana sería el motivo por el cual no aparecen sus enseñanzas en el Canon Pali, el corpus textual que recopila las palabras del Buda (cfr. Blondeau, 1990; Harvey, 1998; Smith, 1963; Tucci, 2012).

Esta tradición budista permaneció aislada en las cumbres del Himalaya hasta hace pocos años, cuando la invasión al Tíbet por parte de China en 1950 impulsó su dispersión más allá del territorio en el que estuvo confinada durante cerca de mil años. En efecto, la conformación de núcleos de refugiados tibetanos que mantuvieron sus creencias en la diáspora, el activismo político de los lamas contra la ocupación china y el temprano interés de muchos occidentales por sus rituales y cosmovisión, han sido factores clave en la popularización del budismo tibetano en Occidente (Baumann, 2001 y 2002).

Otro factor relevante en la pregnancia de esta rama del budismo ha sido su actitud receptiva hacia los nuevos medios de comunicación. En este sentido, diversos autores han destacado la amplia variedad de canales empleados por los lamas tibetanos para expandir su mensaje, como conferencias, libros, revistas, websites y televisión (Baumann, 2001; Obadia, 2001).5

En relación con nuestro caso de estudio particular, la Comunidad Dzogchen Internacional fue fundada por Chogyal Namkhai Norbu, uno de los últimos maestros nacido y educado completamente en el Tíbet antes de la ocupación china. Además, fue el primero en transmitir el dzogchen en Occidente, un sistema de enseñanzas esotéricas de la escuela nyingma del budismo tibetano. Namkhai nació en 1938, en un pequeño pueblo llamado Guehug, en el distrito de Derge, provincia de Kham, al este del Tíbet.

En 1950 Namkhai se encontraba de viaje en la India y al intentar retornar a su país no lo pudo hacer, pues el Tíbet había sido ocupado por el ejército chino y sus fronteras estaban bloqueadas. Aunque contaba con solo 22 años, ya era reconocido como una autoridad en todos los aspectos de la cultura tibetana, por lo cual recibió ofertas de trabajo en varias universidades occidentales. Lo atrajo la invitación del reconocido antropólogo y orientalista Giseppe Tucci para trabajar en Roma en el Instituto Italiano para el Medio y Lejano Oriente, de modo que en 1960 emigró a este país, donde se desempeñó como profesor de lengua, literatura y cultura tibetana hasta su jubilación, en 1992.

A mitad de los años setenta, Namkhai comenzó a difundir las ideas y prácticas del budismo tibetano a un pequeño grupo de estudiantes italianos. Los años ochenta fueron un momento de rápida difusión de su enseñanza por todo el mundo: en 1981 fundó Merigar, el primer centro residencial de la Comunidad Dzogchen Internacional, en la ciudad italiana de Arcidosso. Los siguientes años vieron el nacimiento de otros centros distribuidos en más de 40 países de Europa, América, Australia y Asia.

En 1983 Namkhai organizó la primera convención de medicina tibetana en Venecia y en 1988 fundó la organización no gubernamental (ONG) Asia (Association for International Solidarity in Asia), a fin de promover la educación y la salud en todo el Tíbet. En 1989 fundó el Fundación Shang Shung (FSS) para preservar las tradiciones culturales del Tíbet, la cual fue inaugurada por el reconocido líder budista, el Dalai Lama.

De esta forma, la labor difusora de Namkhai se vio estructurada de forma triádica: la Comunidad Dzogchen Internacional, la ONG Asia y la Fundación Shang Shung. Si bien estas tres instituciones representan a la misma comunidad de practicantes Dzogchen, cada una de ellas tiene un propósito diferencial.

Mientras que la Comunidad Dzogchen aglutina a los miembros occidentales comprometidos con las prácticas y la cosmovisión Dzogchen, y la ONG Asia canaliza los recursos materiales que fluyen desde Occidente hacia Oriente, a fin de beneficiar las precarias condiciones vida del pueblo tibetano, la Fundación Shang Shung tiene el propósito de ser la cara visible de la comunidad hacia el mundo exterior, y muestra una versión laicizada del Dzogchen, que hace hincapié en el valor de la cultura tibetana.

La Comunidad Dzogchen Internacional ha tenido un crecimiento constante desde sus inicios en la década de los setenta, y hoy en día cuenta con alrededor de diez mil practicantes comprometidos en todo el mundo, junto a numerosos simpatizantes que participan en mayor o menor grado de las actividades.

Al mismo tiempo, Namkhai se ha constituido en una de las caras más conocidas del budismo tibetano en Occidente. Su actividad principal se centra en conducir “retiros”, eventos que pueden durar desde varios días hasta un mes, en los cuales brinda enseñanzas diarias y comparte la vida cotidiana con sus discípulos a lo largo de todo el mundo en los centros (gars) que la Comunidad Dzogchen Internacional ha construido.6

Existen dos gars en Europa (Italia y Rumania), dos en Norteamérica (en Estados Unidos y en México), dos en Sudamérica (en Venezuela y Argentina), uno en Australia, otro más en Rusia, y un último centro, llamado “gar global” que se está construyendo en Tenerife, España. Además de los retiros, en los gars se organizan otros eventos como cursos de meditación, yantra yoga o danza del vajra dictados por los miembros autorizados.7

Como hemos referido arriba, uno de los factores clave que propiciaron la pregnancia del budismo en Occidente, y que a su vez ha dado forma a su recreación en esta parte del globo, ha sido el empleo de los nuevos medios de comunicación e información, especialmente internet. Por ello, a continuación se exploran los usos del ciberespacio en la Comunidad Dzogchen Internacional.

Usos del ciberespacio en la Comunidad Dzogchen Internacional

Actualmente existe una multiplicidad de canales digitales por los cuales circula la información y la comunicación en la Comunidad Dzogchen Internacional. Se emplea el correo electrónico, Whatsapp, Facebook, Youtube, Webcast y un conjunto de sitios web institucionales. Medios como el correo electrónico y el Whatsapp cumplen el rol de coordinar las actividades cotidianas a nivel local, lo que mantiene un fluido intercambio de información entre practicantes que se reúnen cara a cara periódicamente. De modo que tienen una accesibilidad limitada, un alto grado de interactividad y un uso cotidiano.

Por el contrario, los sitios web institucionales tienen llegada al conjunto de la Comunidad Dzogchen Internacional y se encuentran abiertos al público en general, aunque tienen poca interactividad. Cada gar o centro regional tiene su propio sitio web, de manera que el ciberespacio reproduce los clivajes territoriales offline. No obstante, existe un conjunto de sitios de alcance global: el de la Fundación Shang Shung, el de la ONG Asia, el del periódico The Mirror, el sitio que ofrece el sistema webcast para la transmisión en vivo de los eventos de la comunidad, y el que coordina las prácticas globales simultáneas de todos los miembros, llamado “Practicing Together”. Cada uno de estos espacios virtuales tiene distintos usos y propósitos, por lo cual en los siguientes párrafos nos referiremos a algunos de ellos.

La Fundación Shang Shung procura llegar a los estudiantes potenciales de dzogchen que, aunque no estén buscando específicamente dentro de las alternativas que ofrece el budismo tibetano, quizá se encuentren interesados por los aspectos filosóficos, lingüísticos, históricos o artísticos de la región del Himalaya. Como referimos en el apartado anterior, la FSS es presentada como una institución sin fines de lucro ni adscripción política o religiosa, cuyo objetivo es preservar, difundir y promover el reconocimiento de la cultura tibetana pasada y presente como un tesoro único y universal que puede mejorar la vida y el bienestar de las personas y las sociedades a escala global.

Para esta labor de preservación y difusión, la FSS se centra en la traducción de textos antiguos, la enseñanza del idioma, la publicación de libros, la medicina tradicional, la caligrafía, la pintura de thankas, las danzas y músicas modernas, el yoga y otras actividades que dan a conocer distintos aspectos del acervo cultural tibetano. El sitio web de la FSS mediatiza gran parte de esta labor, la cual involucra el trabajo sostenido por un equipo de editores que se preocupan por “brindar un contenido atractivo” en cinco idiomas. Además, dispone de un archivo de audio, video, fotografías y material escrito que documenta más de 40 años de vida de la comunidad Dzogchen.

El archivo fue digitalizado en 2002 y tiene más de 40 000 carpetas de imágenes y 18 000 de video y de audio en 100 terabytes. En 2014, la FSS desarrolló una plataforma de archivo digital con el fin de preservar toda esta información. Actualmente, sus miembros están estandarizando criterios uniformes para catalogar el material en todas las ramas de la comunidad a lo largo del mundo.

Además, la FSS tiene como objetivo inmediato desarrollar un código abierto “bajo el principio de colaboración y generosidad”, para que cualquier programador interesado pueda ayudar en sus proyectos. Para impulsar este cometido, en agosto de 2017 la FSS realizó el 1er. Hackathon Merigar, denominado “Programadores de la Cultura Tibetana”, al cual asistieron tanto de forma online como presencial programadores y expertos en el diseño de interfaces interesados en la propuesta. Se ofreció alojamiento y comida gratuita, y se buscó desarrollar software para videoconferencias, herramientas para el estudio online de la lengua y la medicina tibetana, aplicaciones móviles para revistas, sistemas de recaudación de fondos, e incluso juegos temáticos para los teléfonos inteligentes.

Uno de los primeros resultados de estos esfuerzos por incorporar y desarrollar tecnología digital mediada por internet se produjo en 2005, cuando la Comunidad Dzogchen Internacional empezó a transmitir vía webcast la mayor parte de los retiros y otros eventos que Namkhai realiza durante el año en diferentes países del mundo, de modo tal que, desde esa fecha, cada uno de sus discípulos pudo seguir en vivo y en directo sus enseñanzas.

Además de la transmisión de audios y videos online, el sistema webcast incluye un servicio de traducción simultánea en varios idiomas, entre los cuales se encuentran el italiano, ruso, español, japonés, alemán, checo, polaco, francés, húngaro, búlgaro y chino. Algunos de los eventos son de acceso abierto, mientras que otros se encuentran reservados para los “usuarios registrados”.

Hay más de nueve mil usuarios registrados en el sistema webcast y se anuncia en el sitio web que provee el servicio cuando se logra alcanzar un nuevo récord de conexiones simultáneas en vivo durante un evento. Estos usuarios, además de tener acceso a todas las transmisiones, se reservan la posibilidad de “replay”, es decir, de observar las grabaciones de eventos pasados.

El requisito para registrarse como usuario y acceder a todo el sistema webcast de la comunidad es ser un “miembro activo”. Para ello, se debe abonar un monto de dinero anual, el cual se considera como una ofrenda al maestro en agradecimiento por su instrucción y una manera de demostrar compromiso, fomentar la vida de la comunidad y posibilitar la continuidad de las enseñanzas y el acercamiento de nuevas personas. A su vez, para ser un “miembro activo”, y por ende tener la posibilidad de registrarse como usuario del sistema webcast, es preciso haber participado de la ceremonia de la “transmisión”. La misma es un rito iniciático durante el cual el maestro “transmite” al aspirante una “visión de la naturaleza búdica”, un estado de iluminación o de gracia espiritual:

Las enseñanzas Dzogchen están ligadas a una transmisión que vive en el Maestro y que es de importancia fundamental para el desarrollo del conocimiento y la realización de los discípulos. Esta transmisión se obtiene a partir de la introducción directa, que es la oportunidad del practicante de unificarse con el estado del Maestro, que es el estado primordial ilimitado de todos los seres sintientes.8

De este modo el maestro, mediante el otorgamiento de una suerte de experiencia numinosa, revela al discípulo el bien de salvación budista (denominado también “estado de presencia” o “rigpa”) al comienzo de su camino espiritual, experiencia que luego debe cultivar y afianzar a través de años de práctica. A partir de ese momento, es considerado un “hermano vajra”, es decir, alguien unido al resto de la comunidad por lazos sagrados y miembro del linaje espiritual al cual pertenece el maestro.

La transmisión no solo genera un vínculo espiritual indeleble con este último, sino también con el resto de sus discípulos, construyendo una frontera simbólica que delimita al otro externo, a la vez que constituye un nosotros. Haber recibido la transmisión es el requisito fundamental para participar en la vida online y offline de la comunidad debido al carácter esotérico de las enseñanzas Dzogchen.

Al comienzo de su actividad difusora, Namkhai otorgaba la transmisión en persona, lo cual limitaba en gran parte el volumen de la membresía. Pero desde 2005 los interesados en su enseñanza también reciben la “transmisión online” vía webcast. El procedimiento implica que algún miembro antiguo que tenga acceso al evento oficie como intermediario, explicando al interesado la forma de desempeñar la ceremonia iniciática y su sentido.

Otro ejemplo que ilustra los usos del sistema webcast es el de la ganapuja, una ceremonia de comensalidad donde los practicantes se reúnen a consumir alimentos y bebida en días especiales siguiendo un calendario lunar. El rito incluye largas recitaciones de mantras, prácticas gestuales o mudras y complejas visualizaciones. Su propósito es establecer y fortalecer vínculos entre distintas clases de seres, integrando diferentes regímenes ontológicos.9

Las ganapujas se convocan a través de un mensaje de texto o por correo electrónico a los miembros de las comunidades locales, es decir, los que pertenecen a la misma ciudad. La frecuencia de estas depende de la disponibilidad de un espacio para realizar el ritual, ya que es llevado a cabo en los domicilios particulares ofrecidos por los practicantes. En el caso de La Plata y de Buenos Aires, donde hay alrededor de 20 practicantes Dzogchen en cada ciudad, la frecuencia aproximada es quincenal, y a las ganapujas asisten entre cuatro y siete personas habitualmente. En esta ceremonia existen pequeñas formas de hacer presente la ausencia del maestro. Una de ellas consiste en servir un plato de comida y una copa de bebida “para el maestro”, la cual se deposita en el altar debajo de su fotografía.

Otra de ellas es la ganapuja online mediante el sistema webcast, la cual se realiza en ocasiones especiales, como en febrero de 2017, cuando se festejaron los 40 años de labor misionera de Namkhai. En esta ocasión, el líder tibetano se encontraba en el centro de Tenerife, mientras que sus discípulos en todo el mundo lo observaban en vivo y en directo en la pantalla de la computadora efectuando al mismo tiempo el ritual.

Finalmente, otro caso que ilustra los usos de internet por parte de la Comunidad Dzogchen Internacional es el del sitio web http://www.practicingtogether.org. Su función es coordinar las “cadenas mundiales”, prácticas colectivas de rituales tántricos que incluyen visualizaciones y recitaciones de mantras, por ejemplo, la práctica centrada en la deidad budista femenina Tara Verde.

Las cadenas mundiales son consideradas como un “proyecto colectivo” que procura unir toda la “fuerza y la capacidad” de los estudiantes de Dzogchen para que durante un tiempo predeterminado exista la mayor cantidad de practicantes realizando la recitación de Tara u otra ceremonia similar. Esta práctica se realiza para “juntar méritos” que permitan alcanzar un objetivo explícito, como mejorar la salud de Namkhai, finalizar la construcción del gar global de Tenerife, o contribuir al bienestar del mundo.

La idea es que, mediante la colaboración de todos los practicantes del mundo, se forme una cadena ininterrumpida de personas realizando la práctica de Tara durante 24 horas. El mecanismo implica llenar un formulario online con el nombre y el país de procedencia del grupo o el individuo que se compromete a realizar el ritual durante el lapso de una hora, procurando llenar los tiempos que hay que “cubrir o reforzar” según la información de la página web específicamente diseñada para tal fin. A su vez, para “no cortar la cadena” se sugiere comenzar unos minutos antes y terminar uno minutos después la recitación de mantras.

La mediación digital de la comunidad: el ritual y el poder

Lo referido en el apartado anterior brinda un claro ejemplo de lo que Campbell (2005) denomina “spiritualizing the internet”, fenómeno por el cual se la concibe como una tecnología apropiada para la vivencia de la dimensión religiosa, alentando a los miembros del grupo a incluir actividades cotidianas online en su vida espiritual.

Desde el discurso nativo, internet tiene una “dimensión externa”, en tanto “herramienta que nos permite llegar a las personas a lo largo del mundo, preservando y difundiendo la cultura tibetana en muchas formas nuevas y atractivas”, y una “dimensión interna”, “pues sirve como una herramienta organizacional para mejorar el manejo, las comunicaciones, para alinear las actividades programáticas entre las ramas y proveer mecanismos para asegurar la consistencia general, la eficiencia, y la calidad de los proyectos emprendidos”.

Aquí podemos identificar una narrativa sobre internet que la considera tanto una herramienta misionera para difundir la enseñanza, como una tecnología social que permite conectar los miembros dispersos de la comunidad, facilitar la circulación de saberes y prácticas y apuntalar determinado ethos religioso (cfr. Campbell, 2005).

En el caso de la Fundación Shang Shung, puede observarse como la tecnología digital no solo es apropiada, sino que también es activamente producida para servir a los propósitos de la institución, como recaudar fondos, enseñar la lengua tibetana y realizar rituales online. A su vez, las tecnologías digitales posibilitan articular un proyecto político de reinvención de una tradición que brinde múltiples caras de acuerdo con distintos propósitos.

En el caso de la FSS podemos apreciar cómo se emplea para dar forma a una identidad que se concibe como apropiada para el público más amplio, presentándose bajo una modalidad que apunta más a lo cultural que a lo religioso. El registro audiovisual y la intensa actividad de edición del material escrito funciona como uno de los dispositivos que permiten transmitir la enseñanza de Namkhai en distintos países, y crear las condiciones para que las comunidades trasnacionales y globalizadas, construidas con base en afinidades religiosas, sean una utopía posible en la actualidad.

Toda esta documentación textual es un proyecto colectivo que coadyuva a imaginar una comunidad de práctica, vinculada más con una aspiración que con un recuerdo, creada “ex profeso para la producción de memorias anticipadas por comunidades intencionales” (Appadurai, 2005, p. 127).

En el caso de la transmisión por webcast, esta innovación, por la cual un rito de pasaje secreto, presencial y limitado a un reducido número de personas se transforma en un acto abierto, masivo y que no requiere la presencia física del maestro y el discípulo, adquiere toda su lógica si tenemos en cuenta la forma en que sortea un escollo importante a la hora de posibilitar el crecimiento de la comunidad Dzogchen: la mencionada necesidad de “tener la transmisión” para participar de la mayor parte de sus actividades y convertirse en miembro.

Hasta cierto momento de la trayectoria de la comunidad Dzogchen, la ampliación de la membresía requería de la co-presencia física del maestro y el discípulo, pero luego de la implementación de la transmisión online se abrió la posibilidad de su crecimiento, transnacionalización y globalización, manteniendo la tradicional centralización de la autoridad en el maestro.

Aquí podemos apreciar cómo las tecnologías de la comunicación a distancia hacen posible que las comunidades dispersas nacional y transnacionalmente puedan crecer sin las limitaciones materiales impuestas por la dispersión territorial y, al mismo tiempo, no perder su sentido de identidad colectiva. De modo que nuevos medios de comunicación sirven a fines tradicionales, ya que posibilitan mantener las estructuras de poder y ritos de paso ancestrales atravesando las barreras espaciotemporales.

De manera comparable, en la ganapuja online es posible apreciar cabalmente la forma en que internet posibilita imaginar una comunidad con base en un ritual colectivo articulado en torno a un líder carismático, brindando un claro ejemplo de la mediación de la autoridad a través de las nuevas tecnologías digitales.

Al igual que en los retiros presenciales, donde todos realizan la práctica contemplando al maestro sentado en una plataforma central en el gran salón, en la ganapuja online todos se sitúan de cara a la pantalla de la computadora mirando a Namkhai a través del sistema webcast. La diferencia aquí es la dual modalidad (en parte online, en parte offline) en que se conforman los componentes fundamentales de la ceremonia: el maestro, por un lado, y sus discípulos, por el otro.

El sitio web http://www.practicingtogether.org también brinda testimonio del poder mediador de lo virtual a la hora de construir un sentido de comunidad que trasciende las fronteras geográficas. Aunque cada uno esté en su hogar solo o reunido en pequeños grupos, el ciberespacio posibilita la construcción de una comunidad imaginada transnacional, proporcionando un sentido de identidad colectiva basado en la idea de pertenecer a una “familia vajra”, integrada por “hermanos y hermanas vajras” que se encuentran “practicando juntos, unidos como partes de un todo”. De modo que cuando no es posible la convivencia ni el contacto presencial entre el maestro y sus discípulos, las relaciones cara a cara no son las únicas que sustentan la identidad colectiva. Las nuevas tecnologías de la información contribuyen a crear y mantener un sentido de pertenencia.

Con todo, no debemos perder de vista que la religión online no es un sustituto de las comunidades religiosas offline (Campbell, 2005). Aunque el empleo de medios tecnológicos innovadores es importante para mantener la cohesión y superar los escollos a la hora de incorporar nuevos miembros, también presenta algunos problemas.

De acuerdo con los planteamientos de Hubert Dreyfus (2001), la telepresencia afecta las relaciones interpersonales y genera un menor sentido de la realidad, debido a que este depende de la presencia incorporada. El costo de las relaciones virtuales es la pérdida de la información contextual en que se da la comunicación, la sensibilidad al “humor del ambiente” (Dreyfus, 2001, p. 55), y la carencia de la sensación de riesgo inherente a la participación corporal en el mundo físico. Estos factores son los que nos otorgan tanto la sensación de nuestro poder, como de nuestra vulnerabilidad en la vida social, y nos permiten aprender a interactuar con las personas y las cosas.

Así, la mediación virtual de prácticas rituales y la comunicación a distancia van de la mano con prácticas rituales y encuentros intersubjetivos presenciales, en una relación de codependencia, de modo tal que no se puede entender la una sin la otra. La participación en las instancias de vida comunitaria durante los “retiros” es fundamental para la construcción de la identidad grupal, del reconocimiento de los “hermanos vajra”, como tales, tanto por ellos mismos como por los demás.

Más aún, escuchar las palabras de la boca del maestro en el mismo momento en que son pronunciadas, en un contexto ritual que se ubica en un tiempo y un espacio sagrado, es considerado como algo sumamente valioso por los miembros de la comunidad. Una de las preguntas que frecuentemente se les hace a todos los que transitan sus primeros pasos por el mundo del Dzogchen es “si ya conocieron al maestro”, y a menudo se escuchan relatos sobre el impacto en la subjetividad que genera el encuentro con el líder sagrado.

Un ejemplo de la potencia numinosa otorgada a su palabra es el rito del lung (sonido original), en el cual Namkhai recita rápidamente los textos de las distintas prácticas al neófito de forma presencial. Es necesaria esta “transmisión del sonido original” para que las iniciaciones e invocaciones a las deidades budistas tántricas adquieran su completa eficacia. Y es necesario asistir a un retiro con Namkhai para recibir el lung. Además, hay cierta competencia ritual que solo se transmite cara a cara, en la intimidad de un retiro presencial, ya sea por Namkhai o por alguno de sus instructores autorizados o estudiantes antiguos. Esta se compone de determinados saberes específicos de cómo realizar algunas prácticas: dónde se ubica en el espacio la visualización de cierta deidad, de qué tamaño uno la imagina, cómo realizar los gestos rituales (mudras), como entonar las recitaciones de mantras, etcétera.

En suma, podemos afirmar que existe una relación de complementariedad entre el mundo online y el offline en la práctica cotidiana de los estudiantes Dzogchen. Un evento como la transmisión vía webcast provee accesibilidad a actividades offline, al mismo tiempo que rituales presenciales como el lung son requeridos incluso para prácticas online.

Conclusiones

Con el capitalismo de imprenta se desató un nuevo poder en el mundo: el de la capacidad de leer y escribir y la concurrente producción a gran escala de proyectos de afinidad étnica que eran libres de la necesidad de una comunicación cara a cara. Así, la lectura de los mismos textos creó la posibilidad de imaginar una comunidad (Anderson, 1983). Actualmente, las tecnologías de la información y la comunicación jalonan una nueva etapa en este proceso, pues posibilitan compartir no solo textos, sino también imágenes y sonidos de forma interactiva.

El ciberespacio ha creado dislocaciones espaciales entre vecindades materiales y virtuales, pues la masificación, que es consecuencia de la mediatización, necesariamente lleva a aglutinar personas y vidas alejadas en el espacio. Se observa entonces una fragmentación y dispersión de las comunidades religiosas, las cuales trascienden fronteras nacionales.

En este contexto, las nuevas tecnologías contribuyen a la formación de comunidades transnacionales pues cuando las interacciones sociales presenciales no son posibles, se reemplazan con interacciones a distancia, ya sean textuales o audiovisuales. De esta forma, habilitan nuevas formas de imaginar comunidades con base en afinidades religiosas, produciendo identidades colectivas que trascienden territorio y barreras nacionales.

Así, podemos afirmar que la formación de centros budistas como la Comunidad Dzogchen Internacional tiene como condiciones de posibilidad las transformaciones en los medios de comunicación de las últimas décadas y el desarrollo del ciberespacio. Estas tecnologías propician dos dimensiones clave: la comunidad y la autoridad.

Mientras que prácticas rituales como la ganapuja online brindan un claro ejemplo de esta doble función, las cadenas mundiales (empleadas para coordinar los esfuerzos mancomunados de un amplio y disperso conjunto de personas en todo el mundo) se vinculan principalmente con la construcción simbólica de la comunidad, y la transmisión vía webcast con el mantenimiento de la estructura de autoridad. En este último caso, la disolución de los límites espaciotemporales posibilita que la presencia sagrada del maestro pueda situarse virtualmente en cualquier parte, transformando al ámbito doméstico en un espacio de culto.

Lo antes referido testimonia la transformación del budismo debido a su desplazamiento al ámbito de internet, conformando espacios de práctica alejados de los tradicionales. Así, lo sagrado es conocido, experimentado y reelaborado de forma constante a través de flujos comunicacionales que circulan por las redes digitales.

Al mismo tiempo, puede observarse que el proceso de producción de subjetividades se encuentra afectado por fenómenos como la hiperconectividad, la telepresencia y la virtualización del cuerpo. En efecto, actualmente el sujeto religioso se construye por mediación de las redes digitales, de modo tal que podemos decir que la práctica de la religión en el ambiente digital implica una transformación de la experiencia de lo sagrado, “dada por medio de nuevas temporalidades, nuevas espacialidades, nuevas materialidades, nuevas discursividades y nuevas ritualidades” (Sbardelotto, 2014, p. 12).

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*Catón Eduardo Carini. Licenciado en Antropología por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), magister en Antropología Social de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y doctor en Antropología de la UNLP. Investigador adjunto del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y profesor de la materia Antropología Cultural y Social, de la carrera de Psicología de la UNLP. Correo electrónico: catoncarini@yahoo.com.ar

2De acuerdo con datos del mencionado organismo, el ciberespacio es empleado principalmente para la comunicación (a través de aplicaciones de correo electrónico, Whatsapp, Messenger, etcétera), el entretenimiento (incluyendo actividades como escuchar música, ver videos en Youtube o leer y escuchar noticias de actualidad), la adquisición de bienes materiales o la socialización. En efecto, los argentinos pasan un promedio de tres horas y media en redes sociales como Facebook, la cual cuenta con 31 millones de usuarios en el país.

3Según Helland (2005) hay un cambio entre la simple recepción de información y la oportunidad de operaciones más complejas, aunque se limiten a acciones como solicitar una plegaria por alguien o suscribirse a un newsletter.

4Esta estructura cuestiona las concepciones tradicionales del sujeto como una entidad territorializada, individual y estable, encarnada en un cuerpo presente. Así, estos autores invitan a pensar la subjetividad como resultado de múltiples redes intersubjetivas dinámicas, encarnadas en cuerpos presentes o virtuales. De modo que resulta relevante explorar la manera en que se construye el sujeto religioso mediado por las redes digitales, y qué tipo de subjetividad y de corporalidad se constituye por y a través de la experiencia virtual de la religión (Citro y Puglisi, 2015, pp. 12-13).

5Para un panorama histórico y sociocultural de los grupos budistas tibetanos en la Argentina, cfr. Carini, 2014a y 2018.

6A la fecha, Namkhai ha dictado más de 600 retiros de enseñanza por todo el mundo.

7Para un estudio de los aspectos corporales, experienciales y cosmovisionales de estas prácticas, cfr. Carini, 2016.

8Texto de internet “Transmisión Mundial del Guruyoga con Chögyal Namkhai Norbu”. Fuente: http://www.tashigarsur.org. Fecha de consulta: 18 de julio de 2018.

9Para un análisis detallado de esta ceremonia y su simbolismo, cfr. Carini, 2014b.

Cómo citar este artículo:Carini, C. E. (2019). El budismo tibetano en el ciberespacio: nuevas tecnologías de la información y la comunicación en la Comunidad Dzogchen Internacional. Paakat: Revista de Tecnología y Sociedad, 9(17). http://dx.doi.org/10.32870/Pk.a9n17.446

Recibido: 14 de Junio de 2019; Aprobado: 27 de Agosto de 2019

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