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Revista bio ciencias

versión On-line ISSN 2007-3380

Revista bio ciencias vol.7  Tepic  2020  Epub 18-Nov-2020

https://doi.org/10.15741/revbio.07.e976 

Reporte de caso

La Pandemia de COVID-19 desde la visión multidisciplinar de 28 Profesores Universitarios de Nayarit, México

G.A Toledo-Ibarra

J Arvizu-Gómez

L Cayeros-López

P Luna-Jiménez

K.S Barrón-Arreola

S.A Ávila-Ángel

M.P González-Villegas

M.T Ávalos-Ruvalcaba

C Prieto-Godoy

D Pérez-Pimienta

N Galván-Meza

R Morales-Rojo

A.R Medina-García

D Maldonado-Félix

P González-Ibarra

M.K Jalomo-Ortíz

D.A Girón-Pérez

G.H Ventura-Ramón

A Iriarte-Solís

B Quintero-Hernández

A Gómez-Gutiérrez

B.M Guerrero-Guerrero

J.S Palacios-Fonseca

M.G González-de Pablos

C Ron-Guerrero

J.A Pérez-Pimienta

M.I. Girón-Pérez* 


Resumen:

El presente documento es un artículo de opinión académica multidisciplinaria de 27 profesores e investigadores de la Universidad Autónoma de Nayarit, México. En el manuscrito se aborda la pandemia de la enfermedad COVID-19 desde diferentes aristas, con el objetivo por un lado, de abordar de forma interdisciplinaria (forma en la cual deberíamos de afrontar muchos de los temas de investigación) este gran problema que ha paralizado a la humanidad a principios del año 2020, y por otro lado, demostrar todo el potencial académico que tienen las universidades públicas mexicanas para responder a la sociedad. En el manuscrito participan profesores de historia, biología, medicina, biomedicina, nutrición, sociales, derecho, psicología, economía, turismo, ciencias políticas, educación, comunicación y medios, ingenierías e innovación tecnológica y propiedad intelectual. El actual documento, representa un ejercicio pionero en la Universidad Autónoma de Nayarit y quizá realizar trabajo multidisciplinario colegiado, sea una las enseñanzas y mensajes que nos dejará la pandemia de COVID-19.

Abstract:

This document is a paper of multidisciplinary academic opinion of 27 professors and researchers of the Autonomous University of Nayarit, Mexico. In the manuscript, the pandemic of the COVID-19 disease is approached from different perspectives, with the aim to approach this great problem that has paralyzed humanity in the beginning of the year 2020 in an interdisciplinary form (thus many of the research problems should be approached), on the other hand, with the aim to prove all the academic potential that Mexican public universities hold to respond to society. Professors of history, biology, medicine, biomedicine, nutrition, social sciences, law, psychology, economy, tourism, political sciences, education, communication media, engineering, technological innovation, and intellectual property take part in this paper. This document represents a groundbreaking exercise in the Autonomous University of Nayarit and performing multidisciplinary work is, perhaps, one of the major lesson and message that the pandemic of COVID-19 will leave us.

Un poco de historia para comprender el presente

El conocimiento de enfermedades que han permeado la historia de algunas regiones, países o de la humanidad en su conjunto, ha crecido en los últimos diez lustros. Resultado de este esfuerzo en que participan diversidad de organismos académicos, es que se conocen comportamientos clínicos de estos trastornos en la salud pública y los entornos económicos y culturales en que se generan. Un acercamiento al tema de las epidemias y pandemias, señala que éstas han acompañado la historia de los pueblos del mundo, en donde, lo que ha cambiado, son las formas en que se organizan para enfrentarlas. En los dos milenios de la era cristiana, se habla de pandemias que asolaron a Europa, Asía y África, donde gobernantes de la época, patologías de contagiados o personajes destacados en la desventura, dieron nombre e identidad al infortunio. Así, en siglo II de la era cristiana, se habla de la Peste Antonina o de Galeno por el emperador Marco Aurelio Antonino y por el médico griego que la descubrió. La pandemia cubrió gran parte de Europa y Asia y arrojó cinco millones de fallecidos. Asimismo se recuerda la Plaga de Justiniano que de igual forma incorporó a África y cuyos epicentros de infección fueron ciudades del Mediterráneo y del este de África. No obstante, la pandemia más destructiva tuvo lugar a mediados del siglo XIV, se le conoció como Peste Negra o Bubónica, en Europa registró más de 25 millones de víctimas y fue propagada por rutas de comercio entre Europa y oriente. Estrategias que al presente se llevan a cabo para evitar transmisión del virus como el uso de mascarillas, aislamiento comarcal o domiciliario y poner en cuarentena embarcaciones, fueron resultado de esta experiencia. Esta calamidad, con varios brotes aislados, se prolongó a finales del siglo XV en que se configuran nuevos escenarios globales en quehaceres económicos y en la revelación de estos flagelos para la humanidad.

En México, la primera de estas experiencias pandémicas fue la viruela, que llega con los españoles en 1520 y pronto fue gran aliada en la conquista. De este país, sin prisa pero sin pausa, se dispersó a Sudamérica lo que condujo hasta en un 85 por ciento el decremento de la población originaria. De igual forma, el sarampión dio mucho trabajo a órdenes religiosas y cofradías, que auxiliaban enfermos por medio de hospitales. Este temor a padecimientos desconocidos y la creencia que eran castigo divino, fomentó el culto al amplio santoral del catolicismo. El siglo XIX, tan henchido de conflictos sociales, viviría un perverso elenco de brotes epidémicos regionales y la pandemia de cólera de 1833. La mayoría de enfermos, ante el temor al contagio, morían en soledad. Para combatirla se quemaba leña en las calles, se fumigaban casas, pero sobre todo, hubo muchos rezos.

En 1851 nuevamente se experimentó el mal, pero sin la magnitud anterior, algo similar se puede decir de la Fiebre Amarilla de 1883 o la Peste Bubónica de 1902. El siglo XX, que recuerda la Primera Guerra Mundial y las revoluciones de Rusia y México, escasamente registró la pandemia más destructiva conocida como Gripe Española, que generó poco más de cien millones de muertes en el mundo. A México llegó en 1918 y en sus momentos pico se reportan 60 000 contagiados con 1 500 y 2 000 muertes diarias.

En Nayarit, se han ensañado las enunciadas pandemias y epidemias que llevaron a una disminución de la población y al surgimiento de instituciones sociales y culturales. Entre 1618 y 1621 hubo gran mortandad. A la presencia de cometas, continuó una plaga de langostas que terminaron cultivos. Luego el Cocoliste, acabó pueblos y hubo reacomodo de población sobreviviente. Finalmente, en las tierras baldías se formaron haciendas ganaderas. Poco se conoce del Cólera Morbus de 1833, lo que si se observa es que la adversidad condujo a la reubicación de cementerios en Tepic, Ixtlán, Ahuacatlán y Xalisco. En 1850, cuando se tuvo nuevamente la visita del terrible estrago, para Xalisco alcanzan 300 defunciones, Santa María 800, en Jala 200 y Tepic 265. Compostela quedó libre dada su ubicación al margen de los principales caminos, no obstante la piedad cristiana vio esta situación como hecho milagroso y a partir de entonces se celebra la fiesta al Cristo de la Misericordia. La Fiebre Amarilla llegó a San Blas, procedente de Mazatlán, en 1883. Un informe oficial, indica que sólo hubo 59 defunciones gracias al cordón sanitario. También se habla de medio millar de víctimas, muchos de ellos trabajadores del Ferrocarril Central que tendían la vía de San Blas a Guadalajara. La epidemia, formaría parte de los factores que llevaron a suspender este importante proyecto. Posteriormente la peste bubónica, el paludismo y la influenza española, con repercusiones en sectores más desprotegidos, han heredado devociones religiosas a los Santos Médicos, a Nuestra Señora de Remedios, Nuestra Señora del Refugio, la Virgen de Guadalupe y Nuestra Señora del Rosario, entre otras. Finalmente, en estos tiempos en que hablar de muerte es tan común que pareciera que se ha abaratado la vida a cambio del endurecimiento en los corazones, es importante mirar al pasado para comprender que la presente pandemia por la enfermedad COVID-19, sólo se puede enfrentar, con nuevas propuestas de solidaridad local, nacional y global.

Aspectos biológicos y ecológicos de los virus

Biología del Virus SARS-CoV-2

Los virus, en contraste con lo que la mayoría de la gente piensa, no son seres vivos, ya que no tienen metabolismo propio, ni la capacidad para reproducirse por sí solos, las cuales son características sine qua non de la vida. Tampoco son sinónimo de enfermedad, ni son exclusivos agentes etiológicos de patologías humanas. De hecho, la mayoría de los virus no los conocemos y de aquellos pocos que hemos estudiado, sólo un pequeño porcentaje causan alguna enfermedad en humanos, animales silvestres o de crianza y plantas. Incluso muchos virus sólo infectan hongos y bacterias.

De esta manera, la gran mayoría de los virus, aparentemente son inocuos y están presentes en todos los ecosistemas y son parte esencial de éstos. Incluso, seguramente la vida no sería como la conocemos sin los virus, ya que estas partículas biológicas son esenciales, por ejemplo para el transporte, recombinación y mutación de genes entre los diferentes organismos, procesos que han permitido la evolución y adaptación de los seres vivos a los cambios del planeta.

De los virus que causan patologías, recientemente apareció en el planeta (generado a través de una transformación molecular y adaptación evolutiva), el virus SARS-CoV-2 (anteriormente 2019-nCoV), que de acuerdo con el Comité Internacional de Taxonomía de Virus (ICTV) pertenece al género Betacoronavirus, familia Coronaviridae. Este virus fue descrito en diciembre de 2019, mediante estrategias de secuenciación de ácidos nucleicos y se identificó como el agente etiológico de la enfermedad COVID-19, una nueva enfermedad que se reportó por primera vez en la ciudad de Wuhan, China. Pero, ¿Qué sabemos de este virus?

Como miembro del género coronavirus, SARS-CoV-2 es un virus envuelto por una membrana lipídica, con polaridad positiva, cuyo genoma es de naturaleza RNA de cadena sencilla, la cual codifica 4 proteínas estructurales esenciales: proteínas de espiga (S), envoltura (E), nucleocápside (N) y membrana (M). SARS-CoV-2 es el séptimo coronavirus que se identifica con capacidad de infectar a humanos y que ocasiona síndrome respiratorio agudo severo al igual que los coronavirus SARS-CoV y MERS-CoV. SARS-CoV-2 es zoonótico, lo que significa que el virus se originó en animales y posteriormente fue transmitido a humanos. Los análisis comparativos a nivel de ácidos nucleicos mostraron que SARS-CoV-2 presenta alta similitud (80%) a nivel de genoma con coronavirus de murciélagos. Sin embargo, basados en la transmisión de coronavirus zoonóticos anteriormente descritos, es poco probable que los murciélagos transmitieran directamente el virus a los humanos, por lo que el reservorio intermediario aún no ha sido identificado. Aunado a lo anterior, el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 se propaga mediante transmisión humano-humano. Como parte de su mecanismo de infección, SARS-CoV-2 reconoce al receptor celular humano ECA-2, a través de su proteína S (spike), de manera similar a SARS-CoV. Sin embargo, los análisis del genoma muestran la existencia de variaciones genómicas en SARS-CoV-2 en relación con el resto de los SARS-CoV. Dichas variaciones pudieran relacionarse con el potencial patogénico y/o virulento de este virus. Es de considerar que como virus de RNA, SARS-CoV-2 tiene la característica inherente de presentar alta velocidad de mutación, lo que abre la posibilidad de que este nuevo patógeno zoonótico se pueda adaptar derivando en una transmisión más eficiente de persona a persona e incluso ser más virulento. Aún falta mucho por conocer sobre SARS-CoV-2 en relación con su origen, patogénesis, variabilidad genética, etc. Sin embargo derivado de lo anterior parece oportuno hacer consciencia a lo que nos estamos enfrentando, no sólo ante el escenario actual sino en relación con los virus zoonóticos, los cuales deberían estar bajo seguimiento y análisis de posibles variaciones genéticas.

Aspectos Bio-médicos y de salud de la COVID-19

Fisiopatología

La enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) es un tipo de neumonía viral aguda y en algunos casos mortal, provocada por alteración de la fisiología pulmonar. En escasos 4 meses de estudios científicos, las evidencias proponen mecanismos moleculares a través de los cuales el virus infecta las células de pulmón. En este sentido, se descubrió que la proteína S del virus necesita la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2) para ingresar en la célula del epitelio alveolar, esta unión es un determinante significativo para la patogénesis. Una vez que el virus está dentro de la célula, el genoma viral se libera en el interior y comienza a replicarse hasta que las vesículas que contienen las partículas del virus se fusionan con la membrana celular para liberar el virus. Mientras tanto, las células del sistema inmune, particularmente los macrófagos y otras células innatas, reconocerán el virus y generarán la activación de células T y B específicas, estas últimas producirán los anticuerpos neutralizantes IgM e IgG, de los cuales actualmente no se tiene la certeza de la efectividad en el tema de memoria inmunológica y protección a largo plazo. Además, las células del sistema inmune producen un fenómeno conocido como “tormenta de citocinas”, que es la producción en grandes cantidades de moléculas pro-inflamatorias, que junto con la vía de señalización de la renina-angiotensina, disfunción endotelial, estrés oxidativo y muerte celular, son las principales vías de patogénesis de COVID-19, desencadenando el síndrome de dificultad respiratoria aguda, que es la principal causa de muerte en los enfermos.

La información generada hasta hoy, hace algún tiempo hubiera costado varios años dilucidar, sin embargo, ahora se ha logrado obtener en semanas, teniendo una producción científica robusta, pero aún no es suficiente para generar medicamentos específicos y vacunas.

Salud Pública y Epidemiología

Las enfermedades infecciosas emergentes causan brotes epidémicos con gran impacto en la salud pública, con enormes consecuencias sociales y económicas. Tan solo en este siglo, tres de las enfermedades con capacidad pandémica se caracterizan por tener como agente un coronavirus, SARS en 2003, MERS-CoV en 2011 y actualmente SARS-CoV-19, sin olvidar por su trascendencia y origen del brote (México), la influenza H1N1pdm09 en 2009.

El 31 de diciembre de 2019, autoridades sanitarias de Wuhan, Hubei, China informaron la presencia de un conglomerado de 27 casos de Síndrome Respiratorio Agudo de etiología desconocida, teniendo un vínculo con un mercado de mariscos y animales (brote). El 7 de enero de 2020 se confirma la presencia del nuevo coronavirus (2019-nCoV), un betacoronavirus linaje B. Tailandia notifica el primer caso confirmado en un paciente de 61 años, residente de Wuhan. Al día siguiente, 14 de enero, Japón comunica la presencia de un caso de neumonía confirmado para 2019-nCoV con antecedente de viaje a Wuhan (propagación entre países). A un mes del primer comunicado, el 30 de enero la Organización Mundial de la Salud (WHO) declaró Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional y el 11 de febrero, la WHO coordinada con la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y la Organización de las Naciones Unidad para la Agricultura y la Alimentación (FAO), anuncian el nombre de la enfermedad como COVID-19. En los días subsecuentes, se notifican casos, no solo en la región asiática, sino también en varios países del continente europeo. Brasil informa del primer caso latinoamericano el 26 de febrero y México comunica el día 28 del mismo mes, el primer caso, un masculino de 35 años, con antecedente de viaje a Italia (propagación a otros continentes y regiones). El 11 de marzo, la WHO emite la declaratoria de pandemia.

La WHO ha elaborado planes de respuesta pandémica, caracterizados por cuatro períodos y seis fases con metas generales en materia de salud pública, estos son: período interpandémico con sus fases 1 y 2; el período de alerta pandémica y las fases 3, 4 y 5; el período pandémico con la fase 6 y el período pospandémico.

En los momentos actuales de la pandemia, la información es insuficiente y genera cambios constantes, tanto en la evidencia epidemiológica, como en los aspectos clínicos de la enfermedad. Se sabe que es una enfermedad de transmisión persona a persona, y que al ser un virus nuevo, los humanos no contamos con inmunidad, siendo susceptibles a infectarnos; se ha estimado para COVID-19 que una persona portadora, con síntomas o no, puede contagiar a 2 o 3 personas más (R0), durante el período de transmisión que es de 2 a 14 días. Se ha estimado una tasa de letalidad de 3 %, y una tasa de mortalidad de 0.2 %, con variaciones en diferentes grupos poblacionales, principalmente en asociación a otras enfermedades como hipertensión arterial, diabetes mellitus, asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, tabaquismo, cáncer, VIH/ SIDA. Definiendo como caso confirmado aquel paciente con enfermedad respiratoria aguda con fiebre y al menos uno de los siguientes signos, tos y/o dificultad para respirar y con historia de viaje o residencia en una localidad con reporte de transmisión comunitaria de COVID-19 durante los últimos 14 días al inicio de los síntomas.

Hasta el 19 de abril de 2020, 194 países de las seis regiones de la WHO han reportado casos. Al 18 de abril de 2020, a nivel mundial se ha notificado 2,160,207 casos de SARS-CoV-2. 146,088 defunciones, con una tasa de letalidad global de 6.8 %. México, informa de 7,497 casos confirmados por laboratorio; 12,369 casos sospechosos y 650 defunciones y una tasa de 8.67 %. Nayarit, informa 39 casos confirmados, 18 casos sospechosos, 7 defunciones con una tasa de 17.9 %.

Los planes de preparación y respuesta de la emergencia se elaboran por grupos de expertos en diversas áreas: salud, economía, administración, derecho, bioética, educación y comunicación de riesgos, contando con la asesoría de académicos, quienes analizan las diversas medidas de mitigación, contención y respuesta de la emergencia y las adaptan de acuerdo con los determinantes sociales de las poblaciones. Las estrategias de mitigación y contención de la COVID-19, más efectivas son: Establecer la vigilancia sanitaria en todo el territorio o región, disminuir la movilidad de la población mediante el establecimientos de periodos de cuarentena en los hogares, aislamiento de los pacientes, implementar medidas adecuadas para el tratamiento, atención y control de los enfermos, y la más importarte implantar medidas preventivas como el lavado de manos, el estornudo de etiqueta, disposición adecuada de utensilios, entre otras.

Tratamiento farmacológico

Hasta el momento, no existen tratamientos específicos para curar o controlar esta enfermedad. Los investigadores han dedicado febrilmente su tiempo y conocimientos en busca de un fármaco que dé esperanza a los miles de pacientes que en este momento padecen la enfermedad. La lista de fármacos que hasta el momento han sido elegidos, va desde los análogos de nucleósidos, inhibidores de proteasas, hasta activadores de genes que logren inhibir la replicación del virus. El objetivo parece ser común en la elección de los mismos: Evitar a toda costa que el material genético incluido en el virus se replique o bien, evitar que este llegue a los sitios dentro de las células que permitirían su replicación. Sus modos de acción, así como algunas sustancias elegidas, serán brevemente mencionados a continuación.

Un análogo de nucleósidos, como el caso de la ribavirina, se une al RNA viral provocando un gran número de mutaciones de tal forma que sea imposible su replicación inhibiendo a la transcriptasa inversa para disminuir la carga viral. Por otro lado, un inhibidor de proteasas (como Ritonavir y Lopinavir) se unirá a estas enzimas para obstaculizar la liberación de proteínas y la subsecuente maduración de una partícula viral a un estadio infeccioso. Dicho de otra forma, evitará que los virus sean infectantes y no “ataquen” otras células sanas. Los fármacos del grupo de las aminoquinoleínas, como la cloroquina y su análogo hidroxicloroquina, cambian el pH dentro de la célula a infectar, interfiriendo de esta forma con sus receptores para impedir los procesos de infección viral. El interferón por su parte, inhibirá la función de la Proteína Cinasa R, factor clave en la replicación del virus SARS-CoV-2.

Como puede verse, los tratamientos estudiados en los ensayos son elegidos con un fundamento sólido y basados en los mecanismos de infección hasta ahora conocidos del virus SARS-CoV-2, de tal manera que los tiempos de investigación clínica puedan reducirse considerablemente y las posibilidades de responder a corto plazo aumenten.

Ningún fármaco es elegido de manera arbitraria o por mera ocurrencia carente de bases científicas, ya que producto de estos ensayos debería salir un tratamiento seguro, eficaz y accesible con evidencia que apoye la elección de éstos en nuevos pacientes. En este momento, dos ensayos por separado parecen dar resultados prometedores, uno de ellos utilizando al remdesivir, especialmente para fases graves con una incidencia acumulada de mejoría clínica del 84 %. Otro ensayo apunta claramente sus resultados al uso de azitromicina con hidroxicloroquina, mencionando que “existe una mortalidad de alrededor del 0.5 % con una tasa de curación extremadamente alta”.

Sin embargo, especialistas cuestionan los tratamientos, pues sostienen que sin un grupo de control, es imposible demostrar la efectividad de los medicamentos. Estos resultados deberán servir para que los gobiernos o los responsables de las instituciones tomen alguna decisión y ésta impacte sobre la salud de la población.

Medidas de Prevención y Vacunas

Sin lugar a duda, la mejor manera de combatir cualquier enfermedad es la prevención de la misma. De ahí el hecho que la medicina más efectiva no es la medicina curativa, a la cual estamos acostumbrados los mexicanos, sino la medicina preventiva, esa que pocas personas e instituciones educativas y de salud ponen atención. La aseveración antes realizada está sobre la base de datos históricos y científicos, por ejemplo: la mejor forma de combatir las infecciones gastrointestinales no son los antibióticos, sino la instalación de drenaje en los hogares, o incluso el simple hecho de cubrir las heces.

En el caso de la COVID-19, esta es una enfermedad que inició con un brote en China y rápidamente se consideró epidemia y pandemia. El requisito sine qua non para la transmisión de una enfermedad contagiosa es la cercanía del organismo infectado, con el organismo susceptible. De ahí que la medida preventiva más efectiva para combatir esta enfermedad es el aislamiento de los individuos, en este sentido todos deberíamos vernos como sospechosos de estar infectados (todos somos culpables hasta que se demuestre lo contrario). Otra medida preventiva, debido a la naturaleza del virus, es un simple lavado de manos bien realizado con agua y jabón, ya que la naturaleza lipídica de la membrana del virus es altamente susceptible a las propiedades anfipáticas del jabón. Usar cloro y otros sanitizantes “seguros” no está de más, pero un buen lavado sería suficiente.

Otra medida, mucho más sofisticada y mucho más cara, son las vacunas. Estas son producto de la ciencia y se descubrieron hace poco más de 100 años. Aunque los chinos y otras culturas milenarias ya utilizaban de forma empírica, formas muy rudimentarias de inmunización. En este sentido, actualmente no es fácil ni barato hacer una vacuna, por el simple hecho de que la máxima en el tema de las vacunas, es que antes de asegurar que provocan inmunidad (producción de anticuerpos o activación de linfocitos), se debe asegurar que es una preparación farmacéutica inocua para el individuo que la recibirá. Para lograr esto último, las vacunas deben de ser elaborados utilizando métodos biotecnológicos de última generación y con las medidas de fabricación más estrictas, así como pasar un sinnúmero de pruebas pre-clínicas y clínicas, controladas con alto rigor ético antes de salir al mercado. Por todo lo anterior, es seguro que actualmente (14/04/2020 fecha de redacción de esta opinión) ya existan vacunas en estudio para proteger al organismo contra SARS-CoV-2; sin embargo, tendremos que esperar varios meses más para que algún de éstas sean liberadas por los organismos de salud nacionales e internacionales.

Nutrición y Estilo de vida como factores de predisposición

En México la elevada incidencia de sobrepeso y obesidad están relacionadas en gran parte con una cultura de mala alimentación y sedentarismo. Partiendo de una falta de disponibilidad de alimentos sanos combinada con una sobre exposición a productos ultra procesados y por otro lado, la falta de actividad física o la práctica de deporte de los miembros de la sociedad, han hecho que seamos propensos a desarrollar enfermedades cardiovasculares, cáncer, diabetes. Situación que, ante COVID-19, eleva el riesgo de padecer una versión grave de la enfermedad, incrementando el riesgo de mortalidad en la población mexicana. Se debe considerar que el aislamiento físico en el que se encuentra la sociedad hace proclive la ingesta calórica elevada, al mismo tiempo que se incrementa el tiempo frente a una pantalla fomentando el incremento de peso y sus comorbilidades.

Es sabido que la adopción de estilos de vida saludable tiene un alto impacto en la prevención, evolución y tratamiento de diferentes estados patológicos, particularmente la alimentación de elevada calidad nutricional con el aporte de vitaminas, minerales, macronutrientes y otras sustancias bioactivas. La importancia de mantener una alimentación rica en nutrientes de calidad para aquellos que lleguen a presentar la COVID-19 es fundamental, sobre todo en la evolución de la enfermedad y la capacidad de recuperación, a partir de la inmunomodulación; así como para aquellos que no la lleguen a presentar en el mantenimiento de un estado de salud óptimo una vez se retomen actividades cotidianas. Por lo anterior, las organizaciones de salud a nivel mundial han delimitado aspectos dietéticos clave para las naciones sobre alimentación, que deben promoverse en esta contingencia sanitaria. Estos aspectos son fomentar: a) el consumo de alimentos frescos específicamente 400 gr de verduras y frutas, 180 gr de leguminosas y granos enteros, 160 gr de carnes y lácteos bajos en grasa, colaciones de vegetales crudos, b) consumo de 8-10 vasos de agua natural al día en sustitución de bebidas azucaradas, c) consumo moderado de aceites y grasas, d) evitar el consumo de alimentos ultra-procesados y otros alimentos ricos en sal y azúcar, e) cocinar en casa preparaciones saludables, f) limitar el consumo de alcohol y tabaco.

Como parte de la salud integral de la población se debe buscar el completo estado de bienestar atendiendo también la salud física, social y mental, para ello combatir el sedentarismo es esencial en este periodo de aislamiento, las recomendaciones por parte de la WHO para mantenerse activo, son al menos 60 minutos al día, en los jóvenes, mientras que para los adultos 150 minutos por semana son los recomendados, enfocando las sugerencias en las ventajas de realizarlo en casa como son: no necesitar ropa especial, utilizar elementos en casa como subir y bajar escaleras, rutinas de ejercicio en línea, saltar la cuerda, juegos activos individuales y familiares para los niños, bailar, entre otros. Con ello se logrará obtener beneficios en el mantenimiento de la salud, inclusive aumentar las habilidades sociales, mejorar la autoestima, reducir ansiedad, estrés y depresión. Finalmente, lo que se pretende al instaurar estas pautas, es estar mejor preparados para enfrentar un probable contagio por SARS-CoV-2.

Salud mental

La salud mental es definida por la WHO como “un estado completo de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Por tanto, debe ser una parte primordial en cualquier esfera, sin embargo, su importancia es aún mayor cuando se habla en términos de promoción de la salud, en específico al referirse a epidemias. El siglo XXI ha estado marcado por un listado considerable de infecciones, como el brote de la Influenza en 2005, en 2014 el Ébola y el 2019 azotó al mundo con la aparición de una nueva epidemia, el COVID-19, amenazando y causando la muerte de miles de personas.

A pesar de que el COVID-19 es una infección totalmente nueva y aun no existen numerosas investigaciones sobre su impacto en la salud mental de la población, es útil analizar el comportamiento y la afectación de las personas con otras epidemias, a pesar de que éstas tengan un cuadro sintomático distinto, con el objetivo de prevenir el desarrollo de trastornos psicológicos. Algunas de las investigaciones sobre epidemias refieren que en cuanto a las reacciones emocionales se destacan el miedo, pánico, angustia, estrés, preocupación y también hay evidencia de desarrollo de emociones exageradas como histeria colectiva y paranoia. Así mismo, entre los trastornos psicológicos inmediatos más frecuentes se reportan los episodios depresivos, estrés, y el incremento de conductas violentas, por ejemplo, violencia intrafamiliar, así como el incremento en el consumo de alcohol. Para el caso de los efectos tardíos estos son: la depresión, ansiedad, trastornos de adaptación, estrés postraumático, trastornos psicosomáticos, abuso de alcohol o sustancias adictivas y duelos patológicos. Los duelos patológicos o complicados son aquellos que no evolucionan de manera natural, las muertes masivas y con motivos de muerte infecciosa, no hace posible que los familiares de la víctima tengan un adecuado proceso de duelo, y que puedan rendir según las normas y ritos, una adecuada expresión del duelo, entorpeciendo el proceso de recuperación, lo anterior aunado con la posibilidad de estar viviendo duelos de manera simultánea.

Por tanto, se hace hincapié en tener más personal capacitado en la promoción de la salud mental, con el objetivo de realizar acciones concretas para el mejoramiento en la calidad de vida de las personas, sobre todo para los más vulnerables en los momentos de crisis de una epidemia, como pueden ser los sobrevivientes de la infección, los familiares de una persona infectada fallecida, personas con trastornos mentales definidos y grupos vulnerables. Una primera respuesta a ello podría ser los primeros auxilios psicológicos o la intervención en crisis psicológica, brindar estas intervenciones en los primeros momentos será primordial para salvaguardar la vida y la salud mental de las personas.

Repercusiones Sociales

La pandemia social

Nada de lo humano es ajeno a las ciencias sociales. Incluso las patologías (con todo y la etiología, clínica, tratamiento y profilaxis) pueden ser objeto de estudio con la cualidad de definirlas como fenómeno y hecho social, y por tanto, situadas social, histórica y culturalmente. Es por esto que la contingencia social de COVID-19 es una en el Lejano Oriente, otra en el Viejo Mundo, y otra en las Américas. Además de diferenciada de manera inter-seccional: por sexo, raza, etnia, clase, tal vez hasta preferencia sexual y definitivamente la geografía política de los sujetos.

Sabemos que la Pandemia de Coronavirus llegó tarde a México. Fuimos informados oportunamente sobre su surgimiento y evolución; desde diferentes organismos se han hecho llamados urgentes a los diferentes gobiernos para que se aboquen a detectar, realizar pruebas, tratar, aislar, rastrear, y movilizar a su población en la prevención. El fin es que los brotes no se conviertan en grupos, los grupos no den paso a la transmisión comunitaria, y ésta, a la pandemia. La principal acción: distanciamiento y aislamiento social.

¿Por qué ha sido tan difícil en México el distanciamiento/ aislamiento social? Se puede elucubrar desde varios lugares. Primero, la distancia física pero también cultural del origen del virus; aun cuando colectivamente nos hemos acostumbrado a hablar del mundo globalizado y la aldea global, lo cierto es que de manera individual no hacemos conciencia del llamado “efecto mariposa”: cualquier cosa, por pequeña e insignificante que a esta distancia (física y cultural) se aprecie, puede y tendrá efectos en nuestras alejadas vidas: hasta hace dos meses nos parecía lejano y casi improbable el ser víctimas de COVID-19. No nos preparamos de manera mental, social, económica, ni mucho menos en la profilaxis: simplemente un día llegó y en lugares como el nuestro, donde el brote es de apenas un grupo, aún le percibimos como riesgo bajo o de baja peligrosidad, el cual con cloro, gel anti-bacterial y saludo a la distancia está cubierto. Este será un pecado social del que, más allá del arrepentimiento, tendremos que lidiar con las consecuencias.

Segundo, ¿Por qué, aunque fuimos informados, no nos preparamos oportunamente? Porque en nuestro país carecemos de liderazgos políticas proactivos, donde se le apueste a la dirección, propuesta y planeación más que a la reacción y el oportunismo, y carecemos de liderazgos sociales y humanistas sólidos e inclusivos, los cuales podrían ser las Universidades, pero el sistema no les ha permitido dar el salto. Sin instituciones de confianza, pocos actores hay con voz suficientemente fuerte para ser escuchados por todos, y no se escuchan palabras que resuenen y retiemblen en los diferentes centros de esta tierra. Carecemos de estos hilos que nos posibiliten elaborar y entrelazar propuestas, ideas o actitudes que permitan hilar, mantener, o reforzar el tejido social.

Este debilitado tejido social aglutina la tercera causa de nuestra resistencia a la reclusión producto del distanciamiento/ aislamiento. Liderazgos débiles propician sociedades y colectivos débiles; simulación de acciones de política propicia simulación de acciones de sociedad civil; maquillaje de realidades en discursos orales, estadísticos y narrativos, propicia novelas, sátira y memes. No es cierto que tenemos, no es cierto que ganamos, tampoco lo es que crecemos ni que avanzamos; no somos, no todos, no es suficiente, no consideramos. Así, no tenemos un suelo parejo al momento de realizar el confinamiento social: sin inversión privada grossa, con la mayoría de los mexicanos sin empleo decente, “descansados” o “desocupados” al momento de la epidemia, precarización laboral, bajos ingresos vs a alto consumo, ahorro al mínimo sin acumulación de bienes para sortear o sostener las contingencias, sin viviendas acondicionadas para habitarlas 24/7/365, con profundas brechas en el acceso y calidad a servicios públicos, programas sociales, capacidades digitales; en este país de las cuatro habitaciones por vivienda -de interés social las más-, la propuesta de “Quédate en casa” no tiene sentido ni referencia o posibilidad. Y en este país con profundas desigualdades, el decil más rico de la población no tiene claridad de las condiciones de los cinco deciles que están en la base de la pirámide, el segundo decil de la pirámide tiene condiciones para cursar el confinamiento en las mejores condiciones aunque por tiempo definido (dos o tres meses, según las perspectivas más positivas para el sector empresarial) y ambos grupos no comprenden el actuar de los deciles en la media, que tienen que romper a diario el confinamiento para proveerse de artículos de primera y prioritaria necesidad.

Cuarto. Si -con las debidas reservas- aceptamos la premisa de que las condiciones materiales determinan la existencia, ideología y conciencia, el confinamiento social se complica. La principal y hasta el momento única acción ante la pandémica, “Quédate en casa”, ha pasado por alto que en México se leen en promedio 3.8 libros al año, que el mexicano promedio consume 8 horas de internet al día, principalmente en plataformas de películas y videos o redes sociales, que 40 % de la población de 18 y más años no hace ejercicio cotidianamente, que 38% se consideran creyentes por tradición y la meditación no está enraizada entre la población mexicana, que 55 % de las violencias contra mujeres y niñas se realiza en el hogar y el 60 % del abuso a menores se realiza por un familiar cercano (padre, abuelo, hermanos, tíos), que el trabajo en el hogar se incrementa sin la participación activa de todos los miembros de la familia, generando la sobrecarga del trabajo de cuidados para las mujeres. Por lo menos, el confinamiento está en sintonía con los pasatiempos identificados en varias fuentes: ver televisión, escuchar música, estar en redes sociales. Si, como se alcanza a apreciar, “Quédate en casa” es la política de gobiernos estatales y federales, se deben garantizar una propuesta que considere la superestructura social.

Y nunca hay quinto malo. Desde la Antropología nos han expuesto cómo el ser humano es social por naturaleza y por necesidad; quizá sea también por identidad. Una explicación podría ser la ofrecida por Octavio Paz, al inicio del capítulo 3 en El Laberinto de la Soledad: “El solitario mexicano ama las fiestas y las reuniones públicas. Todo es ocasión para reunirse. Cualquier pretexto es bueno para interrumpir la marcha del tiempo y celebrar con festejos y ceremonias hombres y acontecimientos”, con un calendario cargado de fiestas y rituales. Y somos nayaritas, nada de lo mexicano nos es ajeno.

Derecho Laboral

La pandemia que enfrentamos está cimbrando las tradicionales formas de organización social, económica y política. El trabajo es tan antiguo como la misma humanidad, pero no así las normas que regulan las relaciones de trabajo, pues es esencialmente con el advenimiento de la revolución industrial en el siglo XVIII cuando se intensificó la creación de normas laborales. Empero, fue hasta iniciado el siglo XX -nuestra Constitución de Querétaro de 1917 fue la primera en el mundo-, cuando se comenzó a incluir en los textos constitucionales los derechos de los trabajadores -jornada de ocho horas, seguridad social, salario mínimo, entre otros- y con ello la dimensión social del derecho del trabajo, que luego también ha sido recogida y ampliada en los convenios internacionales del trabajo.

En la actualidad la mayoría de las constituciones del mundo prevé el derecho de toda persona al trabajo digno y socialmente útil, como establece el artículo 123º de nuestra Constitución; sin embargo, la realidad es que la mayor parte de los países del mundo no se ha podido garantizar el verdadero disfrute de este derecho. La actual crisis sanitaria viene a dificultar aún más el casi nulo crecimiento del empleo a nivel mundial, pues a los 188 millones de personas que no encuentran empleo -según informe 2020 de la Organización Internacional del Trabajo (ILO), ahora se agrega inmenso problema de frenar la destrucción del empleo protegiendo a las empresas y salvaguardar los derechos de los 3,300 millones de personas que integran la fuerza de trabajo mundial y de las cuales 2000 millones laboran en la economía informal, que constituye el sector laboral más desprotegido ante la pandemia.

La ILO ha recomendado que la respuesta de los países a la pandemia en materia laboral, debe contemplar cuatro pilares:1) estimular la economía y el empleo; 2) apoyar a las empresas, el empleo y los ingresos; 3) proteger a los trabajadores en el lugar de trabajo y; 4) buscar soluciones mediante el diálogo social. No obstante, cada país está tomando sus propias medidas, atendiendo a sus particularidades, principalmente económicas y la fortaleza de sus sistemas de seguridad social y protección al trabajo. Lo que resulta cierto es que si bien ha quedado claro que la mejor medida para evitar la propagación del virus es el distanciamiento social y el confinamiento, que están siendo aplicadas en la mayoría de los países porque todos corremos el mismo riesgo de infectarnos, lo que si puede advertirse es que los países más pobres y con menos recursos para enfrentar los desafíos económicos y sociales de la pandemia, tendremos mayores dificultades para conservar los empleos y proteger a los trabajadores.

En las circunstancias actuales los gobiernos deben implementar medidas económicas extraordinarias para apoyar a las empresas y mantengan el mayor número de empleos durante y después de la contingencia sanitaria. En las próximas semanas, cuando sea más seguro volver a abrir las fuentes de empleo y que los trabajadores vuelvan a laborar, se tendrá que impulsar una gran transformación del derecho laboral, que impulsen políticas públicas que cristalicen los derechos laborales tradicionales, sobre todo poniendo hincapié en fortalecer las medidas de protección al empleo y el salario, como un seguro de desempleo para todos los trabajadores y la regulación del trabajo a distancia, entre otros temas.

Derechos Humanos

En los primeros meses del año, las potencias económicas mundiales fueron puestas a prueba, en donde las medidas adoptadas para evitar la propagación del virus fueron de distinta índole, tales como el distanciamiento social a través de campañas intensivas de persuasión hacia la población, declaratoria de desastre y/o emergencias sanitarias, decretos que restringen todo tipo de movilidad considerada no esencial, toques de queda y dictados de estados de excepción constitucional, entre otras medidas que de alguna manera sumergen a los estados en una encrucijada democrática, económica, jurídica, social, ética y moral, por no citar más escenarios que sin lugar a dudas existen, coexisten y sufren una alteración sin precedentes en la historia reciente no bélica.

Así las distintas medidas adoptadas, pretenden como fin último garantizar de la mejor forma posible el derecho humano a la salud. Paradójicamente, los Estados se ven obligados a restringir el ejercicio de otros derechos humanos en sus diversas vertientes, desde la libertad de ambulatoria, hasta la libertad de expresión; el derecho humano a obtener de los gobiernos información objetiva y fidedigna, así como el de ejercer libremente la libertad de prensa; derechos de calado económico, social, cultural y laboral, como el derecho humano al trabajo, de acceso a los capitales electrónicos que se poseen en las bancas; a la salud psicosocial que permita mantener el ritmo de un país con esperanza de recuperación; el derecho a mantener el curso de la educación en todos los niveles posibles, el derecho humano a la alimentación. Sin embargo, el derecho humano más importante en este orden de prelación, sin olvidar el principio de interrelación entre ellos: es el derecho humano a la vida, que en estos momentos depende en una enorme medida de obtener atención médica y servicios de salud del más alto nivel posible.

El denso párrafo anterior, trata de resumir los Derechos Humanos de mayor importancia y especialmente los Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (ESCE), en un escenario perverso en que los países en vías de desarrollo y los llamados del tercer mundo, deberán tomar decisiones que sacrifiquen su esperanza de crecimiento económico a corto y mediano plazo. Donde los segundos, han visto a los primeros (las citadas potencias económicas) padecer los efectos del COVID-19 con más tropiezos que aciertos, y desafortunadamente reproduciendo en muchas ocasiones los mismos errores. Además de los efectos de la pandemia per se, la crisis que apareja exacerba males propios del subdesarrollo, como la pobreza y la desnutrición, y pone de relieve la otra crisis: de ignominia humana; la de valores democráticos que su ausencia erosiona nuestro presupuesto básico de convivencia social en paz y justicia, donde la falta de empatía, de solidaridad y de honestidad, en gobiernos y en ciudadanos, abren paso a la arbitrariedad, al autoritarismo, a la discriminación, a la xenofobia, a la aporofobia, entre otros tipos de fobias y contravalores que desdibujan a las instituciones y las conquistas alcanzadas en materia de Derechos Humanos.

Repercusiones Económicas

La actual pandemia COVID-19, tiene implicaciones sociales, de salud y económicas bastante significativas en un buen número de países. La premisa básica ha sido la de atender a todas aquellas personas que han resultado infectadas y mantener una “sana distancia”, con el único fin de no colapsar los sistemas de salud; evidentemente, esto está generando afectaciones intensas en la economía mundial. De acuerdo con los expertos, al tener origen en China -uno de los principales motores económicos-, la afectación en otras latitudes se ha sentido antes de que el virus llegara, evidenciando la alta dependencia de las cadenas de valor para con esta nación. Una vez que el virus aparece en el resto de países, los cierres de empresas no esenciales de todos los tamaños y giros han dado como resultado, un aumento considerable en la cantidad de personas desempleadas.

En América Latina, y particularmente en México, la estructura económica está basada en micro, pequeñas y medianas empresas; mismas que generan siete de cada diez empleos y alrededor del 60 % del Producto Interno Bruto; sin embargo, precisamente su tamaño y los márgenes de utilidad que generan, no les permiten hacer frente a los compromisos con sus empleados, y por ello, han implementado estrategias de reducción salarial, descansos sin goce de sueldo y despidos.

El aislamiento social, permite solo a empresas dedicadas a actividades esenciales (salud, alimentos, transporte, etc.) funcionar de manera “normal”; entre las actividades económicas no esenciales, se encuentran todas aquellas relacionadas con el turismo (transporte, hospedaje, restaurantes y servicios asociados) que, dicho sea de paso, son intensivas en mano de obra y generan 1 de cada 10 empleos a nivel mundial. Este ha sido uno de los sectores más afectados, debido a las restricciones de viaje (forzadas o autoimpuestas) a grandes centros vacacionales y en general, a los destinos preferidos por el turismo de masas. De acuerdo con Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC), esta restricción de viajes podría traducirse en una pérdida de alrededor de 75 millones de puestos de trabajo en el mundo.

Para México, el turismo internacional representa uno de los grandes pilares para la generación de divisas; sin embargo, la importancia del turismo nacional es aún mayor, esto se observa, al documentar qué de cada 100 pesos generados por el sector, 80 pesos provienen de turistas nacionales. En estas condiciones, la Asociación Mexicana de Hoteles y Moteles estima que la pérdida de empleos asociados al “lockdown” COVID-19 en el sector para el país, arrojará una desaparición de 200,000 fuentes de trabajo, mientras que en la aeronáutica comercial, la Asociación Internacional del Transporte Aéreo pronostica que para México la pérdida será de 96,000 plazas laborales.

Con el paulatino regreso a actividades “normales”, las empresas podrán iniciar un proceso de recuperación, siendo más fácil para aquellas organizaciones que puedan adecuarse a las recomendaciones de mantener el aislamiento (servicio a domicilio, clases vía streaming, telemedicina, etc.), sin embargo, en el caso del turismo se prevé que su recuperación será lenta en destinos de alta afluencia; no obstante, esta crisis también abre la oportunidad para el turismo alternativo (ecoturismo, agroturismo, gastronómico) con experiencias personalizadas a familias y grupos pequeños, lo que también permitirá una redistribución de los beneficios que genera el sector en las comunidades.

COVID-19 y Geopolítica

La Geopolítica es definida como “la ciencia y arte o técnica de la aplicación del conocimiento de los factores geográficos, políticos e históricos, en acción recíproca y conjunta, para el dominio político del espacio - con todo lo que tal dominio implique en lo económico, social y cultural-”.

El mundo desaceleró por causa del COVID-19. El agua de los ríos, mares y lagos es más clara, transparente y cristalina en varias regiones del mundo. ¿Cuál es el aprendizaje de esta pandemia para los seres humanos? En mi opinión hay que estudiar y aprender de la historia de la geopolítica, del ascenso, auge y caída de las grandes potencias para explicar la lucha por el poder hegemónico que China impone al escenario mundial, principalmente a Estados Unidos. La China milenaria se encuentra en ascenso y con deseos de superar a los Estados Unidos. Para los chinos el tiempo es su mejor aliado.

La presión de China al “status quo mundial” y su influencia regional es indiscutible en la región del Sudeste Asiático, además de su mediana influencia en América Latina y África. Su participación “médica-comercial” decidida en Italia y en México para enfrentar el COVID-19 son muestras de influencia y propaganda mundial. La actitud negativa de Francia y Alemania para apoyar a Italia le permitió a China actuar de inmediato para afianzar proyectos mega-industriales en proceso y a futuro en Italia a cambio de cooperación médica. En México, China está colaborando ampliamente ya que parte de su futuro manufacturero y servicios financieros está ligado al comercio con Estados Unidos y al financiamiento de infraestructura del gobierno mexicano.

Son tres efectos geopolíticos inmediatos que se están vislumbrando paralelamente al COVID19: 1) La permanencia y preponderancia de los Estados, sea cual sea su régimen político para tratar de salvaguardar la seguridad y la salud de su población a pesar de los daños colaterales que causan a otros Estados; 2) La presión más visible en relación a los sistemas de salud, pérdida de empleos, depreciación de la moneda y disciplina fiscal la tienen los Estados y contribuirán para impulsar cambios estratégicos en su funcionamiento interno dependiendo del sistema federal y los gobiernos locales. Se vislumbra un retroceso en los regímenes democráticos y avances en las prácticas autoritarias; 3) El sistema financiero internacional mantendrá el control sobre los países en desarrollo estableciendo nuevos plazos de deuda externa, intereses y endeudamiento perene. Estas prácticas ya se están aplicando a individuos y pequeñas y medianas empresas (PYMES) para ampliar los plazos de pagos con acumulación de intereses, nuevas compras con pagos diferidos y créditos bancarios y gubernamentales.

Los dueños del conocimiento geográfico y político del mundo, son los dueños del capital, de los recursos naturales, de la manufactura, de los servicios y finanzas. Más allá de los Estados, y la lucha por el poder hegemónico del mundo entre dos o tres Estados, no hay que perder de vista a los conglomerados económicos y financieros que son capaces de inventar crisis, de crear virus y vender vacunas al mundo. La geopolítica nos aporta estos elementos de análisis para deslindar al Estado de las responsabilidades que deberían asumir los agentes del capitalismo.

Educación

Educación Formal

En las últimas semanas la pandemia por COVID-19 ha propiciado una serie de cambios en los diversos ámbitos de la población alrededor del mundo, han sido duros, complejos e irreparables en muchos casos. En el contexto de la educación formal no ha sido la excepción pues, aunque existe una amplia diversidad en los modelos y modalidades educativas que se ofertan en las Instituciones de Educación (IE), la contingencia representó una cantidad innumerable de problemáticas y retos, con impactos a corto, mediano y largo plazo.

Lo que se ha podido observar en el contexto mundial es que las IE han adoptado diferentes modalidades para hacer frente al reto que una contingencia de esta magnitud implica, principalmente ante el cese de actividades que impliquen presencialidad. Un gran número de instituciones han echado mano todos los recursos a su alcance en el aspecto académico, administrativo, organizativo, tecnológico, físico y humano, concretándolos mediante planes de contingencia.

Es un momento de coyunturas desde dos perspectivas. La primera se ha enfocado en dar solución inmediata a la emergencia con incorporación de herramientas tecnológicas y ajustes de calendario para continuar con el desarrollo académico de la formación de los estudiantes. La segunda, obligando a visualizar a partir de esta disrupción, la innovación, creación y recreación de las formas en las que se oferta la educación y la utilización de todos los recursos tecnológicos y herramientas que se pueden tener al alcance para lograr el objetivo.

Para determinar el tipo de respuesta institucional en esta situación debe haber un diagnóstico que permita el análisis de los estilos y las formas de aprender y enseñar de los miembros de la comunidad, así como sus perfiles profesionales y académicos y las facilidades que como instituciones hemos brindado y estamos brindando para el desarrollo. El respeto a las características y condiciones de todos los actores nos llevarán a ser flexibles y justos para no generar condiciones de desventaja. La colaboración mediante la generación de comunidades de aprendizaje podría enriquecer el crecimiento multidisciplinar e interinstitucional.

Sin duda, una de las situaciones que ha quedado evidenciada refiere a las grandes brechas que existen entre unas instituciones educativas y otras, entre unos sistemas educativos y otros, entre unos países y otros. La educación es un bien social, en un contexto que cambia a diario, cada minuto y que requiere que formemos para la toma de decisiones; para ello, y para atender toda esta complejidad, lo primero es vencer la resistencia al cambio.

Educación Informal y Medios de comunicación

Después de que la WHO llegara a la conclusión de que la COVID-19 podría considerarse una pandemia, líderes de países tomaron medidas preventivas y requirieron de la ayuda de los medios de comunicación para difundirlas, ya que la sociedad dirige su atención a los temas establecidos en conjunto y, sobre todo, los medios de comunicación pueden minimizar o maximizar una situación de crisis. Con el uso correcto, ésto podría evitar información errónea llamada “infodemia” y que la sociedad acate las recomendaciones para reducir contagios y no saturar la capacidad de los servicios de salud.

El reto para los medios de comunicación fue informar sin que muchas de las redacciones contaran con periodistas especializados en la cobertura de ciencia y salud, ya que la mayoría tiene una formación convencional y hasta autodidacta, especialmente en las ciudades pequeñas.

Antes de enviar el mensaje que podría educar a la sociedad, el emisor debe comprenderlo, esto conlleva simplificar terminología, comprender el funcionamiento del cuerpo humano, del virus y las vacunas. El desafío incrementa debido a que los estudios y las cifras se actualizan continuamente y es necesario re-evaluar la situación y entrevistar a más de un experto para corroborar la información.

El proceso de aprendizaje tiene que ver con creación, emisión, circulación y recepción de mensajes. La incertidumbre origina el medio propicio para escuchar y aprender. Durante la fase uno, los medios de comunicación llevaron a la actuación reflexiva de la sociedad para adoptar medidas de prevención. La creatividad en el diseño de los mensajes colaboró en el reaprendizaje del lavado de manos y el periodismo de datos a mostrar la efectividad del distanciamiento social. A través del periodismo positivo las historias inspiradoras mantuvieron la esperanza de la sociedad, despertaron la solidaridad e intentaron evitar la estigmatización de quienes contraen la enfermedad o trabajan en el sector salud.

Los mensajes repetitivos ayudan a resolver dudas de sectores de la población que se integran como usuarios del medio que ha ganado su confianza, también a generar interés, valorar el nivel de importancia para adoptarlo o desecharlo, por esta razón los voceros de la secretaría de salud, repiten tres veces: “Quédate en casa” durante las conferencias de prensa.

La crisis de salud pública comenzó a extenderse a otros sectores, el contexto condujo a la educación informal no solo para la población, también para algunos medios de comunicación que conectaron con las audiencias, tuvieron la oportunidad de leerlos, escucharlos, comprender su incertidumbre, un incentivo para aumentar la dosis de ética y responsabilidad social. La primicia dejó de tener valor y se consideró la colaboración transnacional a través de grupos ubicados en redes sociales, para compartir con colegas y conocer alcances y limitaciones de las medidas de sanidad y así llegar a un periodismo de soluciones. Los periodistas aprendieron a protegerse para cubrir la nota y los que se quedan en casa aprenden otras herramientas en internet.

La pandemia ha reeducado de manera global y conducido a la reflexión, ¿qué otro aprendizaje dejará?

Comunicación pública de la ciencia

Treinta días bastaron para que la WHO declarara al brote de coronavirus COVID-19 como una emergencia de salud pública de importancia internacional. En un período de tiempo menor y paralelo al virus, se diseminó por redes virtuales gran cantidad de noticias, ideas, vídeos, memes, imágenes de orígenes conocidos y desconocidos, que planteaban desde los cuidados que deberían implementar para evitar el contagio hasta aquellos que desarrollaban y justificaban; a su propio estilo, las más inusuales afirmaciones sobre la creación del nuevo coronavirus; el aparato de la posverdad estaba en movimiento.

La pandemia en crecimiento no sólo reveló la fragilidad de los sistemas de salud en diferentes países también evidenció la necesidad de contar con personal capacitado para informar veraz y claramente el desafío que representa el COVID-19. El reto de la crisis sanitaria de 2020 llegó hasta los dispositivos móviles de millones de personas a través de noticias, cientos de estas noticias sin fundamentos, ni evidencia científica que corroborara la información publicada.

La proliferación de las Fake News simboliza una pandemia de pánico, histeria colectiva y desinformación, estas publicaciones que se distinguen por remitir a los aspectos emocionales más que a los racionales, sustituyen el rigor periodístico por la demanda de la inmediatez; que dicho sea de paso, se vinculan con fines económicos, ideológicos y políticos.

No obstante, en el centro del escenario del COVID-19 se colocó la reflexión y el trabajo científico como la opción más segura ante la incertidumbre en salud pública, con ello se abrió la discusión sobre la formación de las y los científicos en materia de comunicación, pero también la capacitación de los periodistas en el área científica. La pandemia puso de relieve la necesidad de una nueva articulación entre comunicación, ciencia y política, donde a través de las estructuras y prácticas de la comunicación pública de la ciencia se contrarrestará la desinformación, mitos, verdades a medias y el brote de coronavirus.

La crisis sanitaria del 2020 es una valiosa oportunidad para reivindicar el compromiso del Estado y de las Instituciones educativas con la producción de conocimiento científico y con la comunicación pública de la ciencia, tiene que entenderse que el progreso que las naciones requieren de sociedades capaces de interpretar y aplicar el nuevo saber. Pues recordemos que las desigualdades sociales que prevalecen en el mundo limita a los individuos acceder de forma homogénea a la educación, lo que convierte a los proyectos de comunicación de la ciencia en una puerta asequible a la población para conocer y aprender. El desafío es democratizar el conocimiento para establecer las bases de las transformaciones sociales y con ello construir una cultura científica para la toma de decisiones.

El Open Access y la ciencia abierta

Ante la necesidad de combatir y parar el COVID-19, el mundo entero se ha solidarizado y de un momento a otro se ha cumplido con el objetivo principal de la Política de Ciencia Abierta. La mayoría de los consorcios de Bases de Datos y revistas por suscripción han liberado sus artículos para consulta e intercambio de información de acceso abierto. Como contexto, los artículos de investigación normalmente tardan en publicarse varios meses, eso significa que para superar la pandemia se necesitarían más de una década para encontrar una cura. Sin embargo, los datos de acceso abierto sobre COVID-19 están siendo proporcionados por agencias federales, consorcios públicos y entidades privadas, quedando estos recursos disponibles gratuitamente para los investigadores del mundo. Esto ha permitido un intercambio de datos sin precedentes y una investigación más rápida que en cualquier otro caso en la historia. Para tener una idea de la cantidad de datos que se han colocado de manera abierta, se tiene un depósito centralizado de información a nivel individual sobre pacientes con COVID-19 incluyendo su historial de viaje, ubicación, síntomas y fechas de inicio informadas, así como fechas de confirmación y datos demográficos básicos. Los datos están disponibles abiertamente y se actualizan regularmente (alrededor de dos veces al día). Por un lado, la CRUE, BUCLE, Bugalicia, CBUA, CSIC, CSUC, G9, Consorcio Madroño y Uniris, han firmado la “Declaración a favor del conocimiento abierto y sostenible” el 27 de marzo de 2020. En dicha declaración hacen manifiesto que el conocimiento científico es patrimonio de la humanidad y que el mundo actual necesita que esté accesible, entendiendo que la comunicación científica tiene sus costes y que abierto no significa gratis. Por otra parte, el Concilio Internacional de Científicos Unidos (CODATA) junto con GO FAIR, RDA y WDS (las cuatro principales organizaciones internacionales de datos), liberaron el repositorio federado de datos COVID-19, llamado Red de datos de brotes de virus (VODAN) con el objetivo de optimizar la nueva realidad de la ciencia basada en datos. La Casa Blanca y una coalición de grupos de investigación líderes han preparado el conjunto de datos de investigación abierta COVID-19 (CORD-19), siendo un recurso de más de 52,000 artículos académicos, incluidos más de 41,000 con texto completo, sobre COVID-19, SARS-CoV-2 y coronavirus relacionados.

Otro ejemplo de ciencia abierta ante la pandemia es la herramienta NextStrain que utiliza datos genómicos para analizar la evolución de los organismos causantes de enfermedades en tiempo real. De esta forma, nos encontramos ante una prueba que la pandemia de COVID-19 presenta para nuestro sistema científico y para nuestras infraestructuras de investigación y datos. Sin embargo, este acceso abierto tiene una fecha de vencimiento: el final de la pandemia como se ha vivido en otros momentos.

Tecnología e Innovación

Enfrentamos una pandemia en un mundo que gira a gran velocidad motivo por el cual se propagó de manera agresiva y nos dio muy poco tiempo para prepararnos. Afortunadamente en México contamos con un mes de tiempo para preparar los lineamientos de prevención y seguridad para las familias.

La industria inter-conectada se ha hecho presente y ha marcado un hito histórico en cómo se comparte la información para la producción de invenciones o mejora de productos para atender a los pacientes infectados. Desde una simple careta hasta los planos y modelos técnicos para la producción de un ventilador respiratorio y más.

En un mundo totalmente globalizado, es impresionante como podemos ver la mejora de un producto día con día desde España a Italia, Argentina y EUA, brincando como pelota transformándose en el aire en un producto más eficiente y mejorado. Poniendo, a través del internet, los prototipos y desarrollos tecnológicos al alcance de todo el mundo para su análisis e ingeniería en reversa.

La pandemia de COVID-19, ha venido a reforzar la idea que es importante seguir apostando por la infraestructura tecnológica ya que es una inversión educativa y productiva a futuro. En este sentido, los empresarios de desarrollos e innovaciones tecnológicas han definido sus prioridades en 3 fases. Fase 1: Supervivencia; Fase 2: Recuperación económicas; Fase 3: los negocios habituales en el nuevo paradigma posterior a la crisis.

Aportaciones potenciales de la Ingeniería Química

Desde los descubrimientos de Louis Pasteur con el desarrollo de la “teoría del germen” de las enfermedades infecciosas, se pudo identificar con certeza que bacterias, virus, hongos y protozoos, son causantes de muchas enfermedades. Por lo que al identificar el agente causal de la enfermedad, se propició el desarrollo de compuestos químicos y/o biológicos para luchar contra los patógenos como las vacunas y los antibióticos. Sin embargo, es indispensable el escalamiento de estos procesos para la viabilidad económica y técnica de estos productos químicos tarea fundamental de la ingeniería química.

Procesos fundamentales tales como la reproducción de la ruta sintética transferida, optimización a escala laboratorio del rendimiento o selectividad, evaluación de parámetros de seguridad, transferencia del proceso a planta piloto para evaluar el comportamiento en el escalado y la implementación de las mejoras necesarias para garantizar la escalabilidad. Todo llevado a cabo cumpliendo normas de calidad, seguridad e higiene. En un laboratorio de investigación se desarrolla un nuevo producto, el ingeniero químico es el profesionista capacitado para llevar este nuevo producto al escalamiento industrial; analizar las condiciones de reacción y los factores de influencia para definir los equipos necesarios y proponer el proceso de producción en masa. Siendo la tarea del escalado de procesos una de las más importantes durante el diseño de planta como durante su operación normal. Debido a que algunos resultados de producción sólo se conocen a pequeña escala, pero se debe diseñar el proceso a gran escala para que la producción sea rentable.

Sin lugar a duda, tanto para COVID-19 como para otras enfermedades, el uso de desinfectantes y la mejora de la calidad de higiene en agua y alimentos son en gran parte responsable de la mejora en nuestro aumento de expectativa de vida. El SARS-CoV-2, así como otros virus tiene una capa de lípidos que lo cubre y protege. Se ha identificado que dicho virus puede persistir en superficies tales como el metal, vidrio, o plástico hasta por nueve días. Algunos agentes sanitizantes y desinfectantes pueden reducir la inefectividad del coronavirus dentro de 1 minuto como el alcohol etílico (etanol) al 62-71 %, peróxido de hidrogeno (0.5 %) o hipoclorito de sodio (0.1 %). Inclusive los jabones eliminan la capa de grasa que cubre al virus causando su destrucción. Por lo que una desinfección efectiva de la superficie puede ayudar a asegurar una contención temprana y prevenir una mayor propagación viral. Por lo que esfuerzos realizados por el gobierno e instituciones de educación superior para la generación de productos sanitizantes (por ejemplo, el gel antibacterial) antes tales adversidades son indispensables ante la elevada demanda por estos productos con elevada calidad y en cantidades suficientes.

Aportaciones potenciales de la Ingeniería Electrónica

La electrónica es una rama de la física aplicada que estudia el fenómeno del movimiento de los electrones y partículas cargadas eléctricamente en los materiales. En la ingeniería, la electrónica es una especialización encargada de desarrollar dispositivos que realicen diversas tareas. Entre las funciones básicas que puede realizar un dispositivo electrónico está la de amplificar o atenuar una señal eléctrica, permitir o bloquear el paso de una corriente eléctrica a través de un canal en función de un voltaje de control, almacenar una carga eléctrica por un determinado tiempo, etc. En arreglos extensos, los dispositivos electrónicos pueden realizar funciones complejas, como la conversión y el monitoreo de variables físicas, el tratamiento matemático de señales y la automatización de procesos.

En el área de la medicina, la electrónica ha encontrado un nicho de desarrollo y se ha convertido en una herramienta fundamental que ayuda al personal de salud a ser más efectivo en su labor. Por citar algunos ejemplos, los sistemas de ultrasonido que tienen la capacidad de escanear el interior del cuerpo humano y formar imágenes tridimensionales, o las máquinas de resonancia magnética para la detección de anomalías en el cerebro. En la pandemia por el virus SARS-CoV-2 los dispositivos electrónicos son utilizados para el control y la mitigación de la enfermedad, por ejemplo, la toma de temperatura corporal de las personas sospechosas se realiza mediante un detector térmico que utiliza bolómetros para obtener la temperatura puntual o una imagen térmica, sin la necesidad de un contacto físico con la piel del paciente. Otro ejemplo son los dispositivos monitores utilizados en las camas de cuidados intensivos, donde se necesita tener un control preciso de los signos vitales esenciales del paciente y emitir alarmas automáticas en caso de que los valores de los signos vitales medidos estén fuera de los rangos seguros. En el área de análisis, un equipo fundamental para el diagnóstico de la enfermedad COVID-19 es el termociclador utilizado en las pruebas qPCR. Su función es mantener los valores de temperatura durante todo el proceso de análisis de ácidos nucleicos, RNA en el caso del SARS-CoV-2.

El uso de la electrónica en el área de la salud, no solo se limita en la atención directa de los pacientes, sino que está presente en los sistemas que procesan la información, sus comunicaciones, el almacenamiento de datos, proyecciones, etc. Toda esta infraestructura, que ha sido desarrollada en el último siglo, es una de las mejores herramientas con las que contamos para hacerle frente a pandemias como la de COVID-19.

Tecnología e Innovación en el diagnóstico de laboratorio

La pandemia del coronavirus COVID-19, ha puesto a los gobiernos y a los centros de investigación biomédica, a implementar diagnósticos moleculares indispensables para la detección temprana del síndrome respiratorio agudo grave del COVID-19. La tarea no ha sido sencilla, desde hacer uso de la bioinformática, métodos estadísticos y la estandarización de métodos moleculares, resaltando nuevamente la importancia de la ciencia y tecnología en el desarrollo de nuevas estrategias para el control de esta enfermedad de una manera rápida y eficaz.

No fue hasta en enero del 2020 cuando se determinó y se dio a conocer la secuencia del genoma de la nueva variante de coronavirus, iniciándose con ello, el desarrollo de pruebas diagnósticas basadas en la detección del RNA de este virus emergente. El método más utilizado es la reacción en cadena de la polimerasa en tiempo real con retrotranscripción (qRT-PCR), por ser sensible y específico; sin embargo, esto contrajo retos importantes a los laboratorios, como el suministro de “primers” y sondas, la adquisición de kits de extracción de ARN y la obtención de controles positivos necesarios para llevar a cabo dicha prueba, ya que debido a la alta demanda de estos, ha causado incertidumbre en diversos laboratorios sobre la factibilidad de realizar estos procesos.

La valoración médica de individuos, la tomografía computarizada de alta resolución (HRCT) e imágenes de rayos X del tórax, han sido herramientas invaluables para detectar falsos positivos de la infección de COVID-19 y ha tenido gran utilidad como métodos complementarios a la qRT-PCR, la cual hasta este momento, es la única metodología validada y aceptada para diagnosticar la presencia el SARS-CoV-2; así mismo, en diversos países se ha utilizado como metodología de diagnóstico la secuencia de alto rendimiento (HTS); sin embargo es una técnica muy costosa y principalmente se utiliza para investigación, debido a que puede detectar variantes del SARS-CoV-2.

Las pruebas serológicas de detección de anticuerpos, pueden ser utilizadas en un futuro cercano, como pruebas rápidas de detección de antígenos y anticuerpos anti-SARS-CoV2; sin embargo, no han sido validadas, el principal motivo es que hasta el momento, en que se redacta este documento, no existen anticuerpos monoclonales. Una vez que se desarrollen este tipo de moléculas altamente específicas, se podrán validar y utilizar pruebas como la ELISA convencional o chips que nos permiten detectar niveles de anticuerpos de tipo IgM o IgG en sangre, suero o plasma contra antígenos del SARS-CoV-2. Las ventajas de estas metodologías, a diferencia de la qRT-PCR es su bajo costo; además, se podrían detectar fácilmente pacientes asintomáticos o que tuvieron una infección previa, además también se podría verificar la confiabilidad de las vacunas desarrolladas contra SARS-CoV-2.

El diagnóstico molecular o serológico contra el virus, ha mostrado ser una herramienta muy poderosa para el control de la enfermedad el cual ha permitido la implementación de medidas sanitarias, económicas y de política pública para combatir esta pandemia.

Nuevas Tecnologías con aplicación en salud

La firma de investigación y consultoría Gartner realiza año con año el análisis sobre las tendencias tecnológicas que tiene el potencial de una disrupción sustancial y las organizan en dos categorías: espacios centrados en las personas y espacios inteligentes. Entre estas tecnologías tenemos la inteligencia artificial (AI), el Internet de las cosas (IoT) y las realidades virtuales y aumentadas. La pandemia global actual pone en prueba a las tecnologías emergentes para encontrar soluciones prácticas al utilizarlas. Ejemplos de esto son el uso de la inteligencia artificial para interpretar las placas de rayos X, aplicando redes neuronales, utilizando técnicas de aprendizaje profundo para el reconocimiento de imágenes, y distinguir el daño pulmonar por coronavirus del que provoca la neumonía común, con un nivel de precisión de más del 95 %. Gracias a la IoT se utilizan cámaras térmicas en lugares públicos y de gran concentración para monitorear la temperatura de los usuarios que rebasen los 37.3 oC de hasta más de 100 personas por minuto, para prevenir posibles casos de infección.

En las ciudades chinas de Shenzhen, Chengdu y Shanghái, los policías están utilizando cascos que cuentan con un visor de realidad aumentada, un detector de temperatura infrarrojo para analizar a las personas que tengan fiebre o temperatura alta, así como de conexión Wi-Fi, Bluetooth y 5G para que pueda transmitir datos y reportarlo al hospital más cercano. Además, están equipados con tecnología de reconocimiento facial, y el casco también puede mostrar el nombre del sujeto en la pantalla, así como su historial médico. Por otra parte, encontramos que el entrenamiento por medio de realidad virtual para la simulación del uso del equipo de protección ante emergencias como el COVID-19 evitando exponer a los médicos. Debido al confinamiento, la realidad virtual nos ofrece experiencias educativas en casa como lo es Google Earth VR o los videos inmersivos en 360 para realizar viajes virtuales por todo el mundo. Además, la realidad virtual nos permite tener múltiples soluciones para crear entornos de teletrabajo interactivos, reuniones colaborativas y la teleeducación, para estar presentes pero no físicamente, cumpliendo con las exigencias de salud y frenar la curva de contagios. El potencial de todas estas tecnologías emergentes se desbloquearán con la nueva red inalámbrica 5G que fomentará la velocidad, la capacidad y la conectividad, sin embargo, la colaboración interdisciplinaria será más importante y ayudará para desarrollar en conjuntoproyectos de investigación y soluciones a los grandes desafíos que nos enfrentamos.

Importancia de la Propiedad Intelectual

Sin duda alguna la investigación científica es el motor que beneficia a la innovación y tecnología en las diferentes áreas del conocimiento, llamada “Sociedad del Conocimiento”. Esta generación de conocimiento es susceptible de obtener derechos en Propiedad Intelectual (PI), que permiten, al titular de cualquier forma jurídica (patentes, modelo de utilidad, marca o derechos de autor), obtener un beneficio económico con cualquiera de ellas. La protección jurídica que otorga la PI juega un papel muy importante en nuestra sociedad, ya que promueve el progreso y bienestar de los países y la inversión de recursos que apoyen a las nuevas creaciones, de esta forma se incentiva la innovación y la transferencia de tecnología; y se estimula el crecimiento económico que se traduce en generación de empleos, creación de empresas e industrias.

Actualmente el mundo está viviendo una pandemia que está haciendo que industrias, empresas, laboratorios farmacéuticos, instituciones de educación superior, centros de investigación y personas independientes, estén trabajando intensamente en la búsqueda de respuestas que den soluciones a los problemas sociales que nos aquejan con la presencia de SARS-CoV-2.

La exclusividad que otorga la PI es una gran oportunidad para que los creadores puedan generar recursos económicos por las aportaciones que se están haciendo. Muchos grupos multidisciplinarios están trabajando en proyectos que ayudan a mitigar los efectos de este virus, construyendo caretas, cubrebocas, respiradores, camillas, Apps, pruebas diagnósticas y mucho más. Sin duda, estas aportaciones son susceptibles de protección y a su vez permitirá obtener beneficios económicos. Sin embargo, en el caso de patentes de vacunas como en el caso de SARS-CoV-2, esta exclusividad no debe de ser la barrera que frene las posibles soluciones de la emergencia sanitaria mundial que estamos enfrentando. La Ley de Propiedad Industrial de México, es muy noble y en su Art. 77 menciona que por causas de emergencia o seguridad nacional, incluyendo enfermedades graves declaradas como prioritarias por el Consejo de Salubridad General (CSG), el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), determinará que la explotación de ciertas patentes se haga mediante la concesión de licencias de utilidad pública para garantizar y no se encarezca la producción y distribución. En los casos de enfermedades graves como es el caso de una emergencia nacional, las empresas farmacéuticas acreditadas podrán solicitar la concesión de una licencia de utilidad pública para desarrollar vacunas ante el IMPI y se otorgará previa autorización del CSG. Además, establecerá un monto razonable de las regalías que correspondan al titular de la patente.

La PI es la herramienta más importante para que los creadores de estas propuestas, derivadas de las necesidades generadas por la pandemia COVID-19, sean de gran impacto social, pero sobre todo con certidumbre legal y con el objetivo de activar la economía basada en el conocimiento. Aspirando a que países como México, pasen de una economía basada en la manufactura, a un modelo económico basado en la “mente-factura”. Ojalá esto último sea una de las cosas buenas que deje esta crisis de salud, socio-económica y humanística.

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Como citar este artículo: Toledo-Ibarra et al., (2020). The COVID-19 pandemic from the multidisciplinary vision of 28 University Professors of Nayarit, Mexico. Revista Bio Ciencias 7, e976. doi: https://doi.org/10.15741/revbio.07.e976

Recibido: 17 de Abril de 2020; Aprobado: 30 de Abril de 2020

*Corresponding Author: In this manuscript, all authors participated in the same degree. The corresponding author organized the authors, integrated and edited the manuscript. e-mail: ivangiron@uan.edu.mx.

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