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Valenciana

versión impresa ISSN 2007-2538

Valenciana vol.15 no.30 Valenciana jul./dic. 2022  Epub 29-Sep-2022

https://doi.org/10.15174/rv.v15i30.680 

Reseñas

Feliz nuevo siglo de dramaturgas

Lucía Mondragón Vincent* 

*Universidad Veracruzana

Dorte Katrin, Jansen. Feliz nuevo siglo de dramaturgas. México: Paso de Gato, 2018.


A toda persona que, en este controvertido milenio que inicia, aún diga o piense que la dramaturgia no es un territorio de las creadoras mexicanas, le vendría muy bien leer este libro. Dorte Katrin Jansen nos muestra que las dramaturgas en México escriben desde hace muchas décadas y están para quedarse. En Feliz nuevo siglo de dramaturgas -Premio Internacional de Ensayo Teatral en 2018- la autora alemana-mexicana nos ofrece un recorrido por las problemáticas que enfrentaron, los hallazgos y aciertos que alcanzaron estas mujeres durante el siglo XX y un panorama general de su producción actual.

Dorte Jansen es investigadora escénica y dramaturga. Se formó primero como licenciada en Enseñanza del francés y del español en Alemania, es maestra en Literatura Mexicana por la Universidad Veracruzana y doctora en Letras Mexicanas por la Universidad Nacional Autónoma de México. Desarrolló su pasión por el teatro desde los diecinueve años, la cual se fortaleció gracias a estancias en Francia y España, aunque fue hasta que llegó a la Ciudad de México que se animó a convertirse en dramaturga. Con Los güeros no me excitan recibió el Premio Internacional de Dramaturgia Teatro por la Dignidad, y mención honorífica por Historias de carriolas en el Primer Concurso de Dramaturgia de Teatro para el Barrio, ambas en 2017. Desde esos trabajos se evidencia su interés por escribir experiencias de mujeres desde una visión crítica.

En el artículo “Generaciones de mujeres, generaciones de dramaturgas” (2004), Kirsten F. Nigro considera que las formas de hacer teatro de Berta Hiriart, Estela Leñero y Ximena Escalante son “como un sitio donde puede florecer su doble compromiso con el arte y con sus voces individuales como mujeres” (122). Algo similar ocurre con Dorte Jansen en su quehacer como investigadora y dramaturga.

Buscando mantener el diálogo entre la comunidad teatral y el público durante el confinamiento de la pandemia, Teatro UNAM y Cátedra Bergman emitieron en 2020 la convocatoria “7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren”, misma que incluyó el testimonio de esta joven artista, y quien ante la pregunta sobre qué interrogantes continúan alimentando su práctica como dramaturga, respondió:

En su mayoría mis escrituras han sido procesos de sanación: Sana, sana alita de murciélago, obra para niños para abrazar la amistad y la confianza; Acuña el de Laura Méndez, para disputar la idea del amor romántico; Los güeros no me excitan, para sacar enojo y rabia frente al patriarcado; Libélulas hembras, para sobrevivir la violencia de género en un país feminicida, Historias de carriolas, para luchar por un lugar digno siendo madre soltera […] (Teatro UNAM, Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren).

Jansen explica que Feliz nuevo siglo de dramaturgas tiene como objetivo ofrecer un panorama y exponer algunas de las tendencias de la dramaturgia escrita por mujeres en México; sin embargo, conforme nos vamos adentrando en el ensayo descubrimos que cumple con mucho más. En él confluyen

testimonios, entrevistas, crítica, historia del teatro, premiaciones y estímulos para dramaturgas, tendencias diversas y clasificaciones. Para aproximarse a esta información, se apegó a las sugerencias del crítico e historiador teatral Jorge Dubatti, quien insiste en una estrategia que conjugue al artista-investigador y al investigador-artista; lo cual se hace evidente con la cantidad, calidad y sensibilidad de las entrevistas y testimonios de las dramaturgas compartidos con la autora.

Es necesario aplaudir que Dorte Jansen realiza un trabajo cartográfico al mencionar cerca de ciento cincuenta creadoras escénicas en México. En la mayoría de los casos, hace más completa la información incluyendo el título y comentarios de obras representativas. Este trabajo rescata la tradición teatral femenina de este país y contribuye a visibilizar a las creadoras y su producción. Buena parte de estas mujeres son también actrices, creadoras escénicas, directoras, productoras, escritoras, investigadoras, cabareteras, titiriteras, empresarias, etc. Rescato las palabras de Sabina Berman citadas en el texto: “Ahora reclamo ser llamada dramaturga. Reclamo la a en el nombre de mi oficio, porque esa a sintetiza mi diferencia” (12).

Siguiendo un orden cronológico, el volumen consta de seis capítulos: comienza por presentar a Elena Garro (1916-1998), Luisa Josefina Hernández (1928) y Sabina Berman (1955), las tres dramaturgas más emblemáticas del país; el segundo capítulo relaciona el auge de la crítica feminista con los estudios literarios, lo que dio como resultado un “boom femenino” en la producción contemporánea; en el siguiente, establece una distinción categórica entre escritura feminista, femenina y de mujeres; en el cuarto, señala las inquietudes y motivaciones de distintas artistas e intelectuales, las cuales coinciden, a más de cincuenta años, con un poema escrito por Rosario Castellanos: “Escribo porque yo, un día, adolescente, / Me incliné ante un espejo y no había nadie” (22). A partir de los capítulos quinto y sexto, la autora presenta su propuesta de cartografía y analiza las obras buscando características y relaciones notables en la creación escénica de las autoras incluidas.

Para adentrarse al escenario de la dramaturgia mexicana partió de trabajos previos como: Dramaturgas hispanoamericanas contemporáneas: antología crítica (1991), de E. Andrade e H. Cramise; Las mujeres y la dramaturgia mexicana del siglo XX (2011), de C. Gidi y J. Bixler; Teatro, mujer y país (2000), de F. Galván; Escena con otra mirada: antología de dramaturgas (2003), de R. Barrera, entre otros.

Con Feliz nuevo siglo de dramaturgas profundizamos en los múltiples perfiles, estilos, temáticas de creadoras mexicanas y se plantea una de las preguntas rectoras: ¿desde dónde y desde qué experiencia escribimos? Amplia interrogante que esta investigadora busca responder desde una perspectiva de género y haciendo énfasis en el lugar de enunciación de las escritoras; a la vez que se nos presenta como una invitación abierta a leer, conocer, investigar, disfrutar y ser espectador de las propuestas realizadas por mujeres.

Así pues, el repertorio que nos presenta Dorte Jansen evidencia que en México contamos con dramaturgas de distintas generaciones, estilos, intereses y perfiles, y que abordan diversas temáticas. Asimismo, informa sobre antologías y recopilaciones publicadas en las últimas tres décadas, sobre investigadores e investigadoras dedicadas al estudio particular de las mujeres y el teatro, premiaciones y estímulos artísticos y de una creciente atención a este tema en mesas y simposios, e incluso ciclos de lectura apoyados por instituciones.

Una de las importantes sorpresas que se lleva el lector o lectora de este ensayo es darse cuenta de la gigantesca labor que la mirada femenina ha sumado a la creación escénica. Cada vez se vuelve más común escuchar la propuesta del trabajo desde la horizontalidad, por un lado, en contra de la figura de dirección como “todopoderosa” y, por el otro, como búsqueda de desjerarquizar los saberes. De acuerdo con los testimonios que la autora reúne, este tipo de organización de las labores es mucho más común entre mujeres. Además, dramaturgas como Micaela Gramajo, Laura Uribe, Mariana Gándara, entre otras, ponen al centro de su práctica la dimensión afectiva y emocional de los y las participantes de cada montaje escénico. Jansen nos conduce a reflexionar que el accionar de algunas dramaturgas desde la ternura, la empatía y la escucha posibilita “una revolución amorosa desde el escenario” (36).

Algunos de los rasgos y posicionamientos que Dorte Jansen expone y rescata como característicos de los textos dramáticos escritos por mujeres en México son: dignificar el teatro infantil como lo han hecho Perla Szuchmacher, Maribel Carrasco y Berta Hiriart; enfatizar el trabajo en colectivo como sostiene Mariana Gándara; exponer la necesidad de politizar las prácticas teatrales con la propuesta de un “sistema vaginal” de Laura Uribe; crear desde la propia experiencia como lo escenifican creadoras como Conchi León y Amaranta Leyva; el trabajo de la investigadora Rocío Galicia con las dramaturgias femeninas que abordan a la sangre menstrual como imagen poética y simbólica, como Larisa López por dar un ejemplo; la reinterpretación de los personajes femeninos a partir de reflexionar el propio lugar de enunciación en contraste con los hombres; hacer crítica social desde el humor y la ironía; y, para finalizar, alejarse del victimismo como Sabina Berman, Mariana Hartasánchez, Verónica Bujeiro o Lucía Leonor Enríquez.

Si esta investigación muestra que el universo de dramaturgas en México no solamente existe, sino que es amplio, consolidado y legitimado por distintas instancias: ¿cuál es el problema?, ¿por qué insistir en el tema de las dramaturgas mexicanas? Pues bien, porque aún hoy perviven prácticas de inequidad de género en las artes escénicas.

A partir de los hechos, su experiencia personal, críticas previas y los honestos testimonios de las creadoras en los que comparten las dificultades que enfrentan haciendo teatro en una cultura patriarcal, la autora afirma que “existe una enorme cantidad de escritoras cuyos trabajos valen la pena ser leídos y montados, pero les falta mayor visibilidad editorial y escénica” (18). Es decir, en México hay mujeres que escriben teatro, pero la circulación de sus textos, así como la puesta en escena de los mismos es escasa y, en ocasiones, se ve injustamente obstaculizada en razón de género.

Por otro lado, me atrevo a sumar otro desafío, al cual considero no se hace el énfasis suficiente: la centralización de la producción y representación. Basta con poner atención a la generosa mención de dramaturgas y su procedencia para observar que es, en primer lugar, una minoría quienes no son originarias de la Ciudad de México y la frecuencia con que emigraron en algún punto de su carrera, quienes nacieron en el interior del país; en segundo, que son todavía menos aquellas que pudieron sostener su producción fuera de la capital.

La pregunta final de Teatro UNAM y Cátedra Bergman a Jansen es: ¿qué le deseas a la siguiente generación de hacedores teatrales? A lo que respondió:

Creo que algo que escribí en mi ensayo Feliz nuevo siglo de dramaturgas (2018) ya se está cumpliendo: la emancipación de los artistas. El que todos tengamos una voz y sepamos articularla, tanto hombres como mujeres. Un sistema teatral democrático. Horizontalidad en la forma de relacionarnos. No deseo a nadie maestros arrogantes y humillantes. Les deseo un medio con menos envidias y más trabajo en equipo (Teatro UNAM, Instantánea: 7 preguntas sobre teatro en estos tiempos que corren).

Esta reseña es una invitación a acercarse al trabajo de esta investigadora y dramaturga que recupera y analiza el importante trabajo que las mujeres están llevando a cabo en las artes escénicas; el cual, a decir verdad, es mucho más de lo que se cree; asimismo, propongo acercarnos a los dramas y montajes de tantas escritoras como nos sea posible para disfrutar de su rico universo.

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