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Valenciana

Print version ISSN 2007-2538

Valenciana vol.15 n.30 Valenciana Jul./Dec. 2022  Epub Sep 29, 2022

https://doi.org/10.15174/rv.v15i30.641 

Artículos

Literatura en tiempos de pandemia del Covid-19. Constelación y literatura transnacional como criterios para la construcción de un corpus1

Literature in times of the Covid-19 pandemic. Constellation and transnational literature as criteria for the construction of a corpus

Andrea Puchmüller* 

*Universidad Nacional de San Luis-CONICET, Argentina puchmuller@gmail.com


Resumen

En el actual contexto de la pandemia causada por el Covid-19, la literatura no se ha mantenido al margen. Han surgido múltiples textos literarios que encallan las experiencias, subjetividades y aporías de la actual crisis. Este trabajo tiene por objetivo describir algunos criterios teórico-metodológicos a partir de los cuales se pueda seleccionar y conformar un corpus de textos literarios que nos permita analizar e interpretar las configuraciones del núcleo traumático de la pandemia del Covid-19. Se proponen dos criterios centrales: la literatura transnacional y la constelación. En primer lugar, se enmarca a la literatura de la pandemia en una perspectiva transnacional porque el intercambio, el tránsito y la movilidad de los textos se producen material y simbólicamente por medio de la World Wide Web (www); territorio digital que imbrica y conjuga tanto lo local como lo global. En segundo término, se propone la figura de la constelación (de génesis benjaminiana) como instrumento metodológico para la construcción de un corpus, ya que posibilita encontrar nexos entre textos que usualmente no se pensarían como próximos o vinculados, facilitando encuentros improbables de textos entre culturas.

Palabras clave: pandemia del Covid-19; configuración; literatura transnacional; constelación

Abstract

In the current context of the pandemic caused by Covid-19, literature has not remained on the sidelines. Multiple literary texts have emerged and have stranded the experiences, subjectivities and aporias of the current crisis. This paper aims at describing some theoretical-methodological criteria from which to select and form a corpus of literary texts that will allow us to analyze and interpret the configurations of the traumatic core of the Covid-19 pandemic. Two central criteria are proposed: transnational literature and constellation. First, the literature of the pandemic is framed in a transnational perspective because the exchange, circulation and mobility of texts are produced materially and symbolically through the World Wide Web, turning cyberspace into a transnational space, in which the local and the global become symbiotic. Secondly, the figure of the constellation (of Benjaminian genesis) is proposed as a methodological instrument for the construction of a corpus, since it makes it possible to find links between texts that would not usually be thought of as close or linked, facilitating improbable encounters of texts between cultures.

Keywords: Covid-19 pandemic; Configuration; Transnational literature; Constellation

Introducción

And suddenly the plagues

Are the most interesting parts

Of a city’s history.

The Oscillations, Kate Fox

La pandemia causada por el coronavirus SARS-CoV-2 sorprendió al planeta de manera estrepitosa, provocando lo que Morin describe como “una megacrisis”, es decir, “una policrisis mundial de componentes, interacciones e incertidumbres múltiples e interrelacionadas” (2020: 6). De acuerdo con este pensador contemporáneo, nunca antes habíamos estado tan encerrados físicamente como durante el confinamiento y nunca tan abiertos a reflexionar sobre nuestras vidas, sobre nuestra relación con el mundo y sobre el mundo mismo.

En el actual contexto pandémico, la literatura, como objeto social, estético y cultural, no se ha mantenido al margen de la tanática realidad. Han surgido -y continúan emergiendo-2 múltiples textos literarios que encallan las experiencias, subjetividades y aporías de la actual pandemia. En la impactante crisis global causada por el coronavirus, la literatura resulta ser un lugar interesante para explorar los sentidos y sinsentidos de la pandemia. El discurso ficcional, literario, tiene como aspecto distintivo la significación; es un espacio “en el que se multiplican las posibilidades hermenéuticas y creativas” y que despliega “una gran potencia crítica” (Yrigoyen, 2020: n/d). Leer la pandemia a través de la ficción implica reconocerla como un signo, o en términos de Umberto Eco (1979) como una unidad cultural, que constituye todo aquello que es social y culturalmente definido y distinguido como una entidad. Podemos considerar a la pandemia como parte de un sistema de signos de la enfermedad, que se define culturalmente por oposición o contraste a un logos: la salud. El estado de salud actúa como principio y como el sentido de lo aceptable en un momento histórico específico. Por tanto, las unidades culturales de la actual pandemia están recorridas por marcadores como contagio, cuarentena, confinamiento, distanciamiento, desabastecimiento, muerte, emergencia, crisis, teletrabajo, home schooling, etc. Es decir, signos que denotan lo opuesto a las unidades aceptadas en un estado de salud. La codificación de dichas unidades culturales en el discurso literario y las combinaciones de las mismas, según propone Martínez Torres (1990), constituye una forma concreta de práctica ideológica, una estrategia específica de interpelación y una visión particular de mundo.

Además de desplegar un carácter estético, metafórico, ideológico -y probablemente una poética propia-, la literatura de la pandemia nos muestra asimismo un temple testimonial, ya que se desarrolla en perfecta correspondencia temporal con los actuales procesos pandémicos y de cuarentena. Por lo tanto, es una literatura “emergente” que conjuga el principio testifical y las posibilidades estéticas, al tiempo que condensa configuraciones del momento histórico traumático de manera sincrónica. La última mitad del siglo XX ha sido llamada por Nadal y Calvo (2014) como la “Era del trauma”, caracterizada por la omnipresencia de las aflicciones colectivas e individuales. Sin duda alguna, la pandemia causada por el coronavirus ha desencadenado una tribulación colectiva, y las formas de expresión escriturarias y artísticas que configuran las subjetivas experiencias de la crisis también han adquirido un carácter comunal, global y transcultural. En el período de confinamiento, las producciones literarias se escribieron, circularon y se leyeron a través de las pantallas de dispositivos conectados a la World Wide Web (www en adelante), produciéndose una desterritorialización de los contextos nacionales y traspasando fronteras al compartir el mismo espacio virtual. Se estableció así un flujo transnacional de discursos literarios, en donde la movilidad estuvo dada por la virtualización de los espacios.

A partir de dichas consideraciones surgen interrogantes tales como ¿de qué manera la literatura configura,3 articula y aprehende el núcleo traumático de la pandemia del Covid-19? ¿Cuáles son los sentidos y las experiencias que se textualizan y se re-significan al mismo tiempo en que se vivencian? ¿Qué códigos y signos se le asignan a la pandemia? ¿Qué mundos posibles construye la ficción literaria a partir de la tematización de la pandemia? Al tratarse de una literatura emergente son innumerables las incógnitas que pueden proyectarse en un sentido investigativo. La tarea del crítico literario es ineludible en la presente crisis: la literatura sobre la pandemia nos dice algo, interroga la realidad, la configura, y empieza a formar parte del tejido dialógico del presente momento histórico. El crítico debe entrar, por tanto, en el juego de semiosis ilimitada que la literatura escrita en la pandemia propone. En términos bajtinianos, la palabra, la pregunta y la respuesta están dialécticamente fundidas entre sí, y se condicionan mutuamente: “para la palabra (y por consiguiente para el hombre) no existe nada peor que la ausencia de respuesta […] La palabra quiere ser oída, comprendida, contestada, contestar a su vez a la respuesta y así ad infinitum” (Bajtín, 1995: 319).

Particularmente, en la construcción de un diseño metodológico, nos concierne aquí el problema de la conformación de un corpus que nos permita abordar el estudio de las configuraciones de la pandemia del Covid-19 en el discurso literario. Este proceso conlleva una dificultad de selección atravesada por factores de densidad ideológica, teórica, estética, temática, discursiva, espacial y temporal, entre otros, que el investigador debe dirimir para poder materializar su construcción. El objetivo de este trabajo es, por tanto, describir los criterios teórico-metodológicos a partir de los cuales seleccionar y conformar un corpus de textos literarios que nos permita comprender y describir las configuraciones del núcleo traumático de la pandemia del Covid-19. Se proponen dos criterios centrales: la literatura transnacional y la constelación (de génesis benjaminiana). En primer lugar, enmarcaremos a la literatura de la pandemia en una perspectiva transnacional porque el intercambio, el tránsito y la movilidad de los textos se producen material y simbólicamente por medio de la www, convirtiéndose el ciberespacio en un espacio transnacional y transcultural, en el que lo local y lo global se vuelven simbióticos. En segundo término, proponemos la figura de la constelación como instrumento metodológico para la construcción de un corpus, ya que esta posibilita encontrar nexos entre textos que usualmente no se pensarían como próximos o vinculados, facilitando encuentros improbables de discursos entre culturas.

Literatura transnacional: la escritura literaria de la pandemia en un escenario global

En su ya clásica obra “La modernidad desbordada. Dimensiones culturales de la globalización”, Appadurai (2001) propone un eje común para teorizar acerca de los fenómenos transnacionales: la gran alteración del mundo de fines del siglo XX y comienzos del XXI está dada por las migraciones masivas y por los medios electrónicos (internet). Estas fuentes se constituyen en fuerzas que movilizan lo que Appadurai denomina “el trabajo de la imaginación” y establecen una relación imposible de pronosticar “entre los eventos puestos en circulación por los medios electrónicos, por un lado, y las audiencias migratorias, por otro, que definen el núcleo del nexo entre lo global y lo moderno” (Appadurai, 2001: 20). El nuevo rol de la imaginación se comprende como un hecho social y colectivo del que emana una “pluralidad de mundos imaginados” (21). Dicha imaginación global se convierte en motor de los procesos históricos en la medida en que da forma a la vida cotidiana de la gente: “La imaginación es central en todas las formas de agencia, es un hecho social en sí mismo y es el componente fundamental del nuevo orden global” (45). Así, la literatura de la pandemia se configura a partir de la imaginación global y se convierte en un “recurso imaginativo” de sujetos con unos espectros de posibilidades (tanto de lectura como de escritura) globalmente articuladas por la www.

La literatura de la pandemia, como forma de agencia social, cultural y estética, irrumpe durante el período de aislamiento preventivo y obligatorio y circula por medio de la www, estableciendo un flujo transnacional y multisituándose en un imaginario global. Este imaginario global se desarrolla por medio de un tema universal (la pandemia del Covid-19) que, de acuerdo con Morin (2020), pertenecería tanto a la vida práctica como a la imaginada.

En este sentido, la pandemia -como concepto en la memoria y la imaginación- deviene signo compartido por una comunidad global e interconectada, que escribe sobre ella al mismo tiempo que la vivencia.

De manera general, para la Real Academia Española, el adjetivo “transnacional” implica “que se extiende a través de varias naciones, más allá de los límites o intereses nacionales”. De acuerdo con Jay (2021: 10), un enfoque transnacional de la literatura orienta al lector hacia el Otro y hacia la comprensión de la diferencia. Mientras el estudio de la literatura desde una perspectiva nacional opera dentro de los límites de los Estados-nación, la literatura transnacional entiende a los límites y las fronteras como históricamente y existencialmente porosos. Para Doyle (2009), el impacto de los estudios transnacionales yace fundamentalmente en su enfoque dialéctico, un enfoque que abre el camino a nuevas consideraciones de los sujetos de la historia, no solo en términos de movimientos de los sujetos a través de los límites nacionales, sino también como interacciones orientadas hacia los Otros entre naciones; interacciones que devienen mutuamente formativas y mutuamente contingentes. Este enfoque dialéctico implic, para Burke (1936), tener en cuenta la compleja interacción de fuerzas locales, regionales, nacionales y transnacionales en variadas producciones, desde la subjetividad individual hasta los sistemas de creencias, las formaciones ideológicas y la producción literaria. La relación entre lo local y lo global resulta ser, por tanto, simbiótica.

Considerar a la literatura desde una perspectiva transnacional es poner el énfasis en el paradigma de la movilidad, en el tránsito, en el intercambio, es decir, en formas de experiencia que crean vínculos entre las personas y, al tiempo que se fomenta un sentido de unidad nacional, también se conecta a la gente y a sus prácticas culturales a través de fronteras geográficas y simbólicas (Jay, 2021: 11). Pensamos, por tanto, a la literatura de la pandemia enmarcada en una perspectiva transnacional debido a que los procesos de producción, circulación y recepción se producen digitalmente a través de la Web, transformando el espacio digital en un novedoso territorio en el que tanto lo nacional como lo global convergen y se fusionan. La pandemia del Covid-19 se caracteriza por ser una situación completamente inédita, sin precedentes en este siglo XXI, que ha producido situaciones, modificaciones, alteraciones y respuestas a nivel social, cultural, político, económico, etc., similares en todo el globo. Durante el período de aislamiento preventivo y obligatorio, frente a la necesidad de comprender e interpretar tal realidad, surge una literatura de carácter espontáneo y testimonial, cuya circulación (producción y recepción) se produce por la www, rompiendo de alguna manera la localización espacial y produciéndose una virtualización de los espacios y de los contextos. El espacio virtual, global, se concibe entonces como un espacio transnacional de intercambio y participación.

La perspectiva transnacional se interesa por aquella literatura que tiene un alcance global, que desafía las categorizaciones con respecto a sus orígenes nacionales, que emerge en un momento histórico identificable, y que trata, colectivamente, con una serie de cuestiones y temas asociados con la descolonización, la globalización, la modernidad, la tecnología, la ecología, etc. (Jay, 2001: 42). Dicho de otro modo, la literatura transnacional se trata de una variedad de formas y géneros que se configuran a partir de experiencias transnacionales producidas por la convergencia de dichas fuerzas. La literatura de la “pandemia” (del griego pándēmos, “que afecta a todo el pueblo”) ciertamente surge de un momento histórico de alcance universal, que traspasa fronteras y límites y que, si bien emerge de contextos locales, tiene una profunda impronta de carácter transnacional. Dicho carácter está dado por la fluidez y la movilidad que adquiere dicha literatura al transitar por la web, moviéndose en el espacio virtual y traspasando fronteras geográficas, culturales y nacionales. La literatura de la pandemia no es un producto global que fluye de occidente a oriente, siendo dominante el poder de occidente, sino el producto de un complejo conjunto de corrientes interconectadas que fluyen de un lado a otro a través de interminables circuitos caracterizados por la circulación, la apropiación, la transformación y la recirculación. Se trata de una red hipertextual de textos literarios, de una diversidad de latitudes, que interpretan y configuran sincrónicamente la pandemia del Covid-19. Siguiendo a Damrosch (2003), un enfoque transnacional de dicha literatura, no es, por tanto, un canon literario, sino un modo de producción, de circulación y de lectura. El desarrollo de los medios digitales, de plataformas y redes sociales que actúan como mediadoras de su circulación y recepción, es un macrofactor que nos permite conceptualizar a la literatura de la pandemia como un fenómeno transnacional. Según Dagnino (2012), la literatura que se localiza en una esfera transnacional presta especial atención a los desarrollos tecnológicos, infraestructurales, económicos y políticos más amplios que, a lo largo de los siglos XX y XXI, han facilitado la navegación por las fronteras de los Estados-nación, ya sea de forma física o digital. Internet, los cibercafés, los ordenadores, los teléfonos móviles y las formas de comunicación instantánea que facilitan (redes sociales, blogs, canales de video) son también omnipresentes en la literatura transnacional.

Dagnino (2012) considera que los escritores transnacionales constituyen una nueva generación de escritores con movilidad cultural, que tienen experiencias transnacionales, cultivan la competencia bilingüe-plurilingüe; se sumergen en múltiples culturas/ geografías/territorios, se exponen a la diversidad y cultivan identidades plurales y flexibles. Lionnet y Shih (2005) reconocen a esta nueva generación de escritores dentro del constructo de “transnacionalismos menores”, lo que implicaría direccionar el interés de determinados enfoques críticos que prestan atención solo a escritores canónicos cuya influencia ha sido global, hacia otros autores anteriormente ignorados o marginados y que están particularmente interesados en escribir sobre los desafíos contemporáneos de la globalización, la descolonización, el cambio climático, la situación de los refugiados e inmigrantes, eventos catastróficos etc., y sus efectos en el orden nacional y en el orden mundial.

La literatura de la pandemia: un artefacto transnacional de la memoria

Para contrarrestar y significar el encierro y la incertidumbre del nuevo estado de situación generado por la pandemia, circularon por la web una miríada de textos literarios. Por un lado, hubo una vuelta a clásicos tales como La peste, de Albert Camus, El Decameron, de Bocaccio, Diario del año de la peste, de Daniel Defoe, La máscara de la muerte roja, de Edgar Allan Poe, La peste escarlata, de Jack London, El amor en los tiempos de cólera, de Gabriel García Márquez, Los cuentos de la peste, de Mario Vargas Llosa, entre tantos otros. Es posible que dicha relectura de los clásicos se asentara en un objetivo fundamentalmente catártico: leer acerca de cómo la literatura, a través de los tiempos, ha representado y percibido a las plagas y epidemias fue un intento de dar significados al incierto presente e imaginar el futuro a través del arte. La literatura permitió aferrarse a algo conocido, ya imaginado y representado, frente a lo desconocido.

Por otro lado, la literatura del contexto de la pandemia del Covid-19 irrumpió en las redes sociales a través de blogs literarios, e-books de editoriales, concursos literarios, diarios, etc. El escritor italiano Paolo Giordano, autor de En tiempos de contagio (2020), se refiere a la misma como una literatura “escrita conscientemente dentro de la pandemia, en el medio de las cosas; una fotografía de un momento de transformación” (Giordano, apud. Luna, 2020).

En el mismo orden de cosas, para la crítica literaria Marta Puxan, ante el hecho crucial de la pandemia se escribe literatura porque hay una conciencia de experiencia histórica muy fuerte, que a su vez genera la necesidad de producir (Puxan, apud. Luna 2020).4 La escritura pasa a representar entonces una forma posible de metamorfosis y de superación de la época que se vive. Para Cyrulnik (2020), la literatura se constituye en una forma de agencia para transformar y superar el trauma; la creación de un mundo de palabras permite escapar del horror de lo real:

El mundo escrito es una creación porque la palabra escogida para nombrar la cosa es un recorte de lo real que le da un destino. […] La palabra que aparece en la mente para designar la cosa impregna el acontecimiento de un significado que proviene de nuestra historia (2020: 5).

Abordar a la literatura de la pandemia dentro de un marco transnacional y global nos permite considerarla como un artefacto estético y social de una memoria histórica y cosmopolita. Rosenfeld (2008), quien analiza desde esta perspectiva a la literatura de genocidios, guerras y desastres, señala que este tipo de escritura que surge del trauma solo puede comprenderse en un contexto internacional, en el que las diversas contribuciones pertenecen más al ser humano que a las escenas literarias nacionales de los autores, 4 Como ejemplo, Puxan menciona el caso de George Orwell: “Orwell decidió escribir Homenaje a Cataluña (1936) en medio de la Guerra Civil. ¿Y qué le pasa a ese libro? Que cuando lo lees sientes que es muy intenso emocionalmente y perceptivo con muchos aspectos cotidianos que probablemente serían imposible de imaginar con un distanciamiento. Orwell no sabía cómo iba a terminar la Guerra Civil, y por lo tanto muchas de sus percepciones estaban equivocadas, pero eso no le quita valor al texto: es un tipo de literatura de emergencia, del momento” (entrevista).

por su impacto universal. Del mismo modo, para Kertész (2001: 270) la literatura de la guerra, del genocidio y de desastres es tanto un testimonio histórico como una obra estética, y el esfuerzo artístico por aplicar formas y palabras a aspectos de la historia es un complemento invaluable de los relatos de testigos y de las frías estadísticas; “la historia se ha convertido en literatura” (270). Histórica y retóricamente, las estadísticas y los testimonios acerca de las experiencias vividas bajo la amenaza del Covid-19 podrían ser suficientes, y, sin embargo, parece aflorar una necesidad de recurrir al arte para plasmarlas y fusionar así la estética con el momento histórico. La pandemia del Covid-19 se percibe y vive como una experiencia universal; el ser humano acongojado por la amenaza del virus sabe que comparte las mismas baquías y vivencias que otros en diversos lugares de la tierra, y muchas veces lo local se vuelve contingente. La literatura de la pandemia parece atañer a una dimensión local, nacional y transnacional; podría entenderse de modo individual o nacional, pero siempre como una polifonía que se orienta a un destino global. Por tanto, es una literatura que se transforma en un genuino artefacto transnacional, o en lo que Rosenfeld denomina (1980: 19) “un objeto de memoria global”.

Constelaciones

Para conformar un corpus a partir de un universo literario transnacional, que nos permita abordar la configuración de la pandemia del Covid-19 (textos escritos de manera sincrónica con la ocurrencia de tal evento) proponemos el enfoque de constelación. El concepto de constelación tiene su origen en la observación de Walter Benjamin en El origen del drama trágico alemán (1999),5 en donde el filósofo propone que las ideas son a los objetos lo que las constelaciones son a las estrellas. De acuerdo con Benjamin, las ideas no están más presentes en el mundo de lo que las constelaciones existen realmente en el cielo, pero, del mismo modo que las constelaciones, nos permiten percibir las relaciones entre los objetos. Esto no significa que la constelación sea puramente subjetiva o que todo esté en nuestra imaginación. Las estrellas del cielo nocturno están donde están, independientemente de cómo las miremos, y hay algo en su posición sobre nosotros que sugiere la imagen que construimos de ellas. Los nombres que utilizamos para las constelaciones están arraigados en la historia, la tradición y el mito. Por tanto, la constelación tiene una naturaleza subjetiva y objetiva al mismo tiempo.

Para Sahraoui y Sauter (2018), pensar en constelaciones expresa, por tanto, el método de Benjamin en general: plantea y responde a la pregunta de cómo abordar adecuadamente los problemas epistemológicos, fenomenológicos y literarios con y contra su respectiva tradición. Al igual que una constelación en astronomía, esta figura se define por la relación de los objetos individuales entre sí y con el espectador; y solo puede captarse de forma instantánea y únicamente desde el punto de vista de un espectador concreto. Al igual que las estrellas de una constelación estelar nunca permanecen estáticas, el movimiento de la lectura o la escritura nunca se fija; más bien, la lectura y la escritura, así como el pensamiento, están en constante movimiento.

La idiosincrasia de la figura benjaminiana de constelación no implica ser considerada como sistémica, sino que, por el contrario, es de un carácter discursivo, por lo que ofrece un modelo alternativo de organización para el estudio de determinados campos de conocimiento, entre ellos el literario. Esta concepción amplia de constelación es la que propone David Carniglia (2011: 128), quien aplica el concepto a los estudios culturales y literarios enfatizando que la constelación permite organizar y vincular a los textos de manera tal que habilitan nuevas posibilidades de interpretación.

Para Kraus (2011), las constelaciones surgen de la conjunción de ciertos factores que son significativos debido a una situación, un proceso, una estructura textual; resultan de la presencia y de la disposición o agrupamiento de determinados elementos. Por lo tanto, las constelaciones designan un proceso interpretativo que centra su atención en las variadísimas condiciones de la interpretación:

Mirar al cielo desde la tierra para ‘leer’ las posiciones de las estrellas entre sí, las constelaciones, implica convertirse en un observador relativo en relación con un objeto investigativo que siempre está en continuo cambio; e implica observar desconcertadamente superficies estructuradas que coalescen en imágenes astrales reconocibles cuando un conocimiento externo se inmiscuye en el dominio de puntos de luz dispersos, cuando patrones significativos producen algo legible entre estas formas intrínsecamente indeterminadas (Kraus, 2011: 439).

En el campo de la investigación literaria, tres antecedentes específicos del uso de la metáfora benjaminiana de la constelación como enfoque investigativo son Erich Auerbach (1992), David Damrosch (2003) y Mads Thomsen (2008). Auerbach encuentra una solución para abordar la complejidad de la literatura global al proponer un Ansatz (enfoque) que implica reunir y ensamblar el conocimiento sobre la literatura de diversas partes del mundo en un macroconstructo constelativo: la literatura universal.6 Del mismo modo, Damrosch resalta la importancia de las constelaciones literarias, aunque se refiere a la relevancia que el enfoque aporta para traer a la luz obras no canónicas y vincularlas con las altamente canonizadas. En consonancia con la orientación que adoptamos en el presente trabajo, Thomsen sugiere un uso más pluralista del enfoque de la constelación para el estudio de la literatura y subraya la necesidad de incorporar otras literaturas que pueden estar fuera del canon como por ejemplo la literatura transnacional y la literatura de genocidios, guerras y catástrofes.7 Además, Thomsen singulariza la dimensión innovadora de las constelaciones por su cualidad metodológica de encontrar nexos entre textos que usualmente no se pensarían como próximos o vinculados, facilitando encuentros improbables de textos entre culturas. Dicha cualidad no implica encontrar una acabada coherencia entre las obras, sino conectar atributos centrales que las definen. Encontrar dichos nexos o puntos de sutura entre obras, géneros, naciones, idiomas y temporalidades puede resultar en una serie de enlaces constitutivos de una constelación que se aborda metodológicamente como un todo integral. En definitiva, para Thomsen:

Al igual que el universo, la literatura mundial es infinita, pero las constelaciones aparecen y ayudan a conectar cosas cercanas y lejanas en un reflejo de los intereses compartidos por los seres humanos en el proceso perpetuo de experimentar el mundo y sus palabras (2008: 142).

Trabajar con constelaciones en la investigación literaria implica en cierto modo realizar un montaje, ya que es el investigador quien tiene la tarea de seleccionar y ensamblar los textos en un corpus a partir del universo existente. Si bien Benjamin utiliza la figura de la constelación y el efecto de montaje para ensamblar pasajes o fragmentos, y entiende al montaje como principio constructivo de la obra de arte, en este trabajo se extrapola dicha concepción para aplicarla al campo metodológico y se propone al montaje como principio constructivo de un corpus para su análisis. En este sentido, Cappannini (2013) entiende a la constelación como “efecto que el montaje genera en los dos sentidos, de unión, de aquello que estaba aparentemente muy alejado, y de separación, concebida aquí como un modo de conjurar la presencia de una distancia irreductible” (45). Podríamos decir entonces que el montaje de una constelación literaria se aleja de una concepción empiricista del objeto de estudio, a partir de la cual las fuentes aparecen como dadas e independientes de la intervención del investigador, y se vincula con una postura constructivista del conocimiento: “el objeto de investigación del crítico de la cultura es inevitablemente su propia construcción, o por lo menos no es posible que se constituya como tal sin la intervención articuladora del crítico” (Dalmaroni, 2009: 51). Así, la constelación y su construcción, su montaje actúa como principio arquitectónico de un corpus.

Visualizar y construir una constelación de textos literarios escritos durante la pandemia del Covid-19 implica seleccionarlos y reunirlos en torno a un eje central: en nuestro caso, la intención de leer la configuración de la crisis por medio de signos ideológicos manifestados en los textos. La forma de la constelación es el efecto de su montaje y estará determinada por dicho eje. El montaje genera una interrupción en el universo literario que une las obras: las une a partir del ya mencionado eje aglutinador, que media el encuentro entre la obra, el investigador y los criterios que este adopta para hacerlas perceptibles. Cappannini advierte que “en ese sentido hay una multiplicidad de aspectos que pueden adoptarse para proyectar distintas caras del mismo concepto” (2013: 48). La riqueza de la constelación como posibilidad metodológica es, por tanto, ilimitada, aunque siempre relativa. Así, el eje o temática de la pandemia del Covid-19 puede aglutinar diversas constelaciones, pero cada investigador realizará un montaje diferente que va a generar sentidos y significados diversos.

De acuerdo con las consideraciones expuestas, proponemos una constelación de textos literarios a partir de un montaje interpretativo cuyo efecto se define por la relación de determinadas obras literarias entre sí y con el crítico/lector, que las capta y aglutina desde un punto de vista específico. En nuestra constelación, el sentido de unión de los textos literarios está dado por tres dimensiones o coordenadas: temporal, espacial y temática/de contenido. La dimensión temporal (que provoca la interrupción de la experiencia, una instantánea del momento o período que se quiere estudiar) nos permite aglutinar textos literarios escritos durante el período marzo-septiembre de 2020; fase caracterizada por las medidas de aislamiento preventivo social (obligatorio o recomendado) de manera global. La dimensión espacial posibilita vincular textos que, al igual que las estrellas de una constelación, no necesariamente están localmente asociados y pertenecen a diversas latitudes del planeta. La barrera espacial se rompe, de alguna manera, debido a que los textos coexisten en el medio virtual de la www. En este sentido, un primer nivel constelativo aparece ya realizado por la misma internet: la red de hipertextos y de conexiones nodales que se le presentan al investigador al usar un motor de búsqueda arrojan resultados ya jerarquizados y preseleccionados por el buscador digital. Este primer nivel en el proceso de montaje causa un efecto y genera un primer sentido en la constelación que se pretende armar. Sin embargo, el investigador es quien retoma el principio del montaje para erigir su construcción constelativa, seleccionando textos que encuentra en la red a partir de una tercera coordenada que indica criterios de contenido, temáticos y teóricos, y que actúa como un sistema de referencia empírica. Siguiendo la metáfora astronómica benjaminiana, es aquí donde entra en juego el telescopio del observador, a través del cual contempla las estrellas y genera una proyección constelativa: nos referimos al posicionamiento teórico-espitemológico e ideológico a través del cual el crítico lee las obras literarias y ensambla su constelación. De acuerdo con Cappannini (2013), el montaje acerca súbitamente lo que estaba muy alejado, pero provoca también una hendidura, la percepción de una distancia entre las dos partes montadas que son interrumpidas o sacadas del lugar en el que se encontraban. A partir de dicha consideración, proponemos una constelación transnacional de textos literarios acerca de la pandemia del Covid-19 que nos permita acercar textos escritos desde diversas latitudes, pero que al mismo tiempo propicie dar cuenta de las posibles hendiduras, distancias o particularidades que cada texto proyecta en la constelación. Proponemos así una constelación transnacional, transcultural y polifónica en cuanto a la procedencia de las obras, a sus autores, a su alcance, su temática, y también híbrida en el sentido de los géneros que puede incluir. Los textos literarios de la pandemia, al haber sido publicados y difundidos en el espacio virtual de la www, se realizan por medio de géneros o subgéneros literarios ya existentes (novela, poesía, teatro, cuento, etc.) trasladados al medio digital, como también mediante géneros nóveles o cibergéneros (Breure, 2001) tales como hiperficción, poesía electrónica, narrativa hipermedia, etc., que han emergido en la virtualidad y no pueden existir fuera de ella por su esencia multimodal.

Consideraciones finales

La pandemia del coronavirus ha puesto en jaque a todo el planeta y, ciertamente, ha movilizado a la literatura de manera transnacional para imaginar y configurar el estado de crisis. Así como el efecto de interdependencia (a veces asimétrica) de los Estados entre sí y con otros actores globales durante la pandemia se ha acentuado de manera estrepitosa, las comunicaciones y las artes también han superado las fronteras construyendo producciones plenas de significados compartidos. El difícil arte de poner en palabras y resignificar la crisis del Covid-19 desde nuestra condición de “Homo narrans (Fisher, 1985: 74) se tiñe de un carácter isócrono durante el período de aislamiento: tanto autor, como lector y crítico comparten el mismo tiempo histórico; los contextos de producción y recepción se sincronizan. La configuración del espacio como producto social también se complejiza al quedar circunscripto a prácticas y producciones que se llevan a cabo mediante la www. Se escriben ficciones literarias que circulan y se leen a través de dicha red global, adquiriendo un carácter transcultural y testimonial.

Creemos que la tarea de delinear parámetros que nos permitan conformar un corpus para el abordaje de dicha literatura debe llevarnos a considerar el carácter transnacional y polifónico de las producciones escriturarias. Un corpus con dichas características podría habilitar miradas y lecturas acerca de la complejidad de la crisis sobre y desde la que se escribe. Dicha complejidad impregna dimensiones nacionales y planetarias que se retroalimentan y se interrelacionan, inclusive en la arena de las artes y las comunicaciones. Teniendo en cuenta la etimología de la palabra “complejo”, del latín complexus, lo que está entretejido, consideramos que la literatura forma parte del complejo entramado de relaciones y acciones provocadas por la inédita megacrisis del Covid-19. Para Morin “la primera revelación innegable de esta crisis es que todo lo que parecía separado es inseparable” (2020: 6). Por otro lado, la constelación, definida por la relación de los textos individuales entre sí y por la mirada del investigador, se proyecta como un criterio metodológico válido para construir y articular un montaje, cuya arquitectura posibilite la emergencia de las interrelaciones, rupturas y continuidades de sus componentes.

Referencias

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1Este trabajo forma parte del proyecto de investigación posdoctoral “Literatura en tiempos de pandemia. Configuraciones de la crisis del Covid-19 en textos literarios publicados durante el período de cuarentena”, financiado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina, desde abril de 2021 a abril de 2023.

2Al respecto, Noé Jitrik reflexiona: “No podemos sino esperar que así como Camus escribió La peste, alguien escriba La pandemia” (2020: 29).

3En cuanto a la noción de configuración, partimos del supuesto de que la literatura, como todos los discursos, no reflejan la realidad: la configuran. En esta dirección, Verón (1993), partiendo de la teoría de Goodman, propone la noción de “mundos posibles” para alejarse del concepto de “representaciones” cargado de connotaciones deterministas. Así, los mundos posibles refieren a la realidad social construida semióticamente.

4Como ejemplo, Puxan menciona el caso de George Orwell: “Orwell decidió escribir Homenaje a Cataluna (1936) en medio de la Guerra Civil. ¿Y qué le pasa a ese libro? Que cuando lo lees sientes que es muy intenso emocionalmente y perceptivo con muchos aspectos cotidianos que probablemente serían imposible de imaginar con un distanciamiento. Orwell no sabía cómo iba a terminar la Guerra Civil, y por lo tanto muchas de sus percepciones estaban equivocadas, pero eso no le quita valor al texto: es un tipo de literatura de emergencia, del momento” (entrevista).

5Ursprung des deutschen Trauerspiels, obra escrita entre 1923 y 1925, y publicada por la Universidad de Frankfurt en 1928.

6Para Auerbach dicha perspectiva de la literatura mundial permite superar los problemas de la complejidad, las capacidades culturales y lingüísticas, la falta de conocimiento contextual y del propio pasado histórico, sin ser reductor.

7Thomsen (2021) se refiere a esta literatura como counter-canon o shadow-canon literature.

Recibido: 01 de Julio de 2021; Aprobado: 24 de Enero de 2022

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