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Valenciana

Print version ISSN 2007-2538

Valenciana vol.12 n.23 Valenciana Jan./Jun. 2019

https://doi.org//10.15174/rv.v0i23.439 

Reseñas

El discreto encanto de la subversión, una crítica cultural de la gauche divine

Luis Felipe Pérez Sánchez* 

*El Colegio de San Luis, México

Villamandos, Alberto. El discreto encanto de la subversión, una crítica cultural de la, gauche divine. España: Editorial Laetoli, colección Libros abiertos, 2011.


Alberto Villamandos dedica sus estudios de doctorado, en la Universidad de Otawa, Canadá, a ese fenómeno cultural conocido como la Gauche divine, denominación que se le atribuye a Joan de Sarraga. Nacido en San Sebastián y formado en Pamplona, Villamandos se interesa por dicho movimiento, si se le puede llamar así, al que describen como transgresor; más que el mero hecho, el interés reside en la disidencia, concepto que cobra importancia, pues fue la bandera de este grupo. Para el estudioso radicado en Kansas City, esa disidencia, esa doble reacción, no había recibido suficiente atención crítica hasta 2010 con el acercamiento de Esteve Riambau y Casimiro Torreiro publicado por Anagrama bajo el título de La escuela de Barcelona: el cine de la “gauche divine”.

Más allá de preguntarse qué fue o quiénes fueron, Villamandos centra su propuesta en clarificar un tanto la lectura crítica de esas respuestas que se hayan documentadas del movimiento cultural barcelonista de los últimos años sesenta y los inicios de los setenta. Es decir, gracias a los diferentes reportajes o documentos, películas o novelas se puede nombrar a los actores de la gauche divine. Por su ejercicio de “libertad” manifiesta, en medio de un estado de cosas que apuntaría más bien a la represión o al cuidado de las buenas formas y el orden del Régimen franquista, la gauche divine es ya precedida por una suerte de leyenda que hace frontera con el anecdotario: libertad sexual, uso de drogas, noctívagos empedernidos son algunas de las diferentes características que se les atribuyen. Villamandos se propone acortar la distancia entre la leyenda y aportar un análisis de esos años en la Barcelona de Carlos Barral o Esther Tusquets, Beatriz de Moura o Jorge Herralde, nombres de peso específico en el mapa de lo cultural, al menos en el orden del panorama cultural hispánico. Aspira a distinguir causas o factores que germinaron en el movimiento acudiendo para ello a ejemplos, manifestaciones culturales específicas.

A partir de una vuelta de la gauche divine a los titulares de los medios de comunicación en año 2000, Villamandos propone recorrer un poco el enfoque característico con el que se ha visto a este grupo reconocible, treinta años después, por ejemplo, en los retratos hechos por Colita, de Xavier Mischerans y Oriol Maspons; fotografías expuestas, en Madrid, bajo el auspicio del Ministerio de Educación y Cultura a treinta años del surgimiento de estos artistas e intelectuales que se asumen como una pre- Movida madrileña. El propio Villamandos da cuenta de que han ido apareciendo documentales, memorias, películas, narraciones, textos culturales que sostienen una de las premisas con las que se caracteriza a los que frecuentaban el Bar Bocaccio, esa “sala de fiestas en la que no se daba la menor importancia a la ortografía” y que se describe en Momentos decisivos, la novela de Félix de Azúa: la disidencia o la manera de actuar antifranquista. Propiedad de Oriol Regàs, quien recuerda al grupo como ansioso de transgresión y libertad en el panorama ocre de los últimos años de la dictadura del Caudillo, el Bocaccio mereció planas de periódicos, documentales, películas y relatos donde se convierte en el centro de las narraciones porque es considerado el espacio de reunión de la guache divine, unos conspiradores de no se sabe qué. Se puede recordar el texto de Ana María Moix, 24 horas con la Gauche divine que edita Lumen hasta 2001. Es una serie de textos que presume con ironía una serie de retablos en movimiento escritos por encargo desde 1971. A este muestrario que incluye fotografías, se le une Noches de Bocaccio, de Juan Marsé, que encontró acomodo en Teniente Bravo, de 1982, por primera vez, y fue publicado de manera individual por cuadernos Alfabia en 2012. Un texto más, el que aparece en Al pie de la letra, escrito por Gil de Biedma, describe a la gauche divine como un grupo nocturno al que le gusta conversar y mantener las copas llenas, el texto se titula “Revista de bares (o apuntes para la prehistoria de la difunta gauche divine)”; una variedad de notas periodísticas y culturales aparecidas en diferentes medios, las alusiones en Memorias como las de Oriol Regàs, la autobiografía de Juan Goytisolo, los tomos memorialísticos de Carlos Barral o de Terenci Moix, dan acaso pinceladas acerca de lo que sucedía. Sin embargo, no había llegado el momento en que los textos fueran estudios o acercamientos que no supeditaran la información a la leyenda o al revisionismo biográfico. Eso es lo que aportan textos como el de Mercedes Mazquiarán Rodríguez, Barcelona y sus divinos, una mirada intrusa a la gauche divine a casi medio siglo de distancia en ediciones bellaterra de 2012 y el propio texto de Alberto Villamandos , El discreto encanto de la subversión, de Laetoli que se publica en 2011, de hecho, aludido en el estudio de Mazquiarán, o eso parece, pues cuando da cuenta la autora de este estudio cultural modifica el apellido de su autor por el de “Villapandos”. Frente al estimulante estudio de Riambau y Torreiro que cuenta con un prólogo de Enrique Vila-Matas donde cuenta su deslumbre ante un encuentro inicial con los personajes de quienes sólo ha visto en Fotogramas (ahí Vila-Matas afirma que la gauche divine fue su universidad), El discreto encanto de la subversión se concentra en contextualizar en un entorno histórico, político y económico a la gauche divine. Le interesa lo anterior porque con esa revisión puede proponer a este grupo como un agente de cambio en la concepción de la figura del intelectual progresista de la España de las décadas de los sesenta y setenta. Una posición que quizá marcó un modelo centelleante que inauguró un camino, sobre todo en lo económico, a partir de lo cultural.

El proyecto busca mostrar una imagen de conjunto de grupo. Basa sus análisis y conclusiones en las propuestas de Pierre Bordieu. Villamandos está centrado en situar a la gauche divine, sí como un movimiento que tuvo sus resistencias y sus contradicciones de manera individual, pero, sobre todo, tiene claro que se convirtió en una marca, en un producto consumible cargado de connotaciones de clase y cosmopolitismo. Al seguir esta idea el lector podrá encontrar sentido al poco alcance social del que goza, según el propio Villamandos.

La primera parte se decanta en una narrativa que contextualiza. No es para nada sencilla la tarea que pretende Villamandos. De hecho, si se le confronta con el texto de Mazquiarán, a diferencia del de la estudiosa cubana, logra eludir la mera evocación para anclar esa lectura biobibliográfica de los personajes, rituales y productos culturales conocidos a una teoría más o menos ajustada. Acude al “nuevo idiota”, concepto desarrollado por Vázquez Montalbán. La alusión al autor de Galíndez y la caracterización que respondía a lógicas de antropólogo y de mordaz analista de conductas e ideologías, permite dar cierta nitidez a lo que muchas ocasiones sólo alcanza el plano anecdótico de locuacidad e ingenio de los rituales de la gauche divine. En suma, este primer avance contenido en el apartado que abre el texto de Villamandos compone un estado de cosas sin llegar a hacer un aire de época ni un texto que aporte una atmósfera, y abona a la comprensión del suceso casi técnicamente porque el lector es guiado por las hipótesis de Villamandos. Luego, un muestrario o una lista de manifestaciones culturales, cinematográficas, fotográficas, pictóricas, arquitectónicas, musicales, empresariales le sirve al autor de El discreto encanto de la subversión para introducirnos o para centrarse él mismo en el objeto de análisis que le permitiría desarrollar sus postulados iniciales. Ese almanaque, bien aprovechado, puede convertirse en un corpus a explorar para el estudioso que se interese en cualquiera de las aristas que alcanzan para definir a la escuela de Barcelona en cine, fotografía o en arquitectura, por ejemplo.

A estos artistas les interesa que se vea Barcelona. Se sitúan frente a lo mesetario, lo madrileño, que para ellos representa un estatismo afiliado al Régimen y a una acartonada tradición que no los representa. Si uno lee esta línea reconoce que el movimiento tiene una causa. Villamandos la destaca, pero en esa anotación necesita detenerse. Lo hace para circunscribirse a un corpus que le permita distinguir el antifranquismo y el antimarxismo, lo renovadores o progresistas, lo vanguardistas que terminan siendo. Pincelazos y acotaciones, ejemplos ilustrativos, demostrativos más que de carácter minucioso son los que deja Villamandos, y es comprensible porque las manifestaciones son diversas y plurales; sería interminable ese trabajo, o mejor dicho, merecería la pena seguir las brechas de manera individual acotado el contexto.

Así, el estudio, que promete una contextualización, la deja en descripción de algunas de las luchas simbólicas y algunos modos de esta resistencia que, en el fondo, se pueden leer e interpretar en la gauche divine como la consigna casi erosionada y estéril: todos contra Franco, diría Beatriz de Moura. De la amplitud del fenómeno y la lista del muestrario, acorta hacia las manifestaciones literarias en el periodo de la gauche divine. Dedica un apartado a la polémica que rodeó a la publicación de la Antología de los Nueve novísimos poetas españoles de José María Catellet. Aunque se detiene en un conocido hilo conductor y motivo de análisis: a Villamandos le interesa la publicación de este libro como ejemplo no sólo de un producto poético sino como producto comercial y acontecimiento. El lector del mapa de la poesía española echará en falta una lectura más rigurosa a los poetas y a las muestras que dejan en este volumen escritores como Ana María Moix, Leopoldo María Panero, Manuel Vázquez Montalbán, Félix de Azúa, Vicente Molina Foix y el destacado poeta Pere Gimferrer.

A diferencia de la atención que le presta a la Antología, un siguiente apartado casi conclusivo hace referencia a Ultimas tardes con Teresa, de Juan Marsé, publicada en 1966, y a Los alegres muchachos de Atzavara, de 1987, que firma Manuel Vázquez Montalbán. Villamandos, a pesar de la diferencia de años en la publicación las acerca por sus coincidencias. Destaca la manera irónica en la que es descrito el grupo de la Gauche divine. Se vale de estas dos narraciones para ejemplificar conflictos de la lucha de clases que tan en boga estaban, la seducción que les significaba la nostalgia de arrabal a los pijos, la rotunda codicia que suscitaba en un charnego ser parte de esa sociedad privilegiada. En el centro de todo, el deseo, lo erótico, lo transgresor. La analogía es su método en este apartado y deja evidencia entresacada del par de novelas para ilustrar sus hipótesis.

1971 es un año de cierre y de silencio para la gauche divine. Un último jaloneo represivo del Régimen rumbo a la transición que luego habrá de describirse, por ejemplo, en El día del Watusi de Francisco Casavella cuya narración se sitúa en agosto del 71. Este año le es útil al estudio propuesto por Villamandos para también proponer un cierre al libro que denota un conocimiento e investigación generosa en referencias culturales de bares catalanes como el Tuset Street o el Bocaccio, lista que se podría ampliar acudiendo a Los años divinos de Oriol Regàs publicado por Destino en 2010. Y sirve de cierre porque se repite de algún modo eso que le pasa a los fenómenos efímeros como el de la gauche divine. Son explosivos, estimulantes, pero son un escape de algo más rotundo. En este caso, la decadencia del Régimen. Si aludo aquí a esto es porque estoy pensando, por ejemplo, en el movimiento decadentista de principio de siglo XX en México, cuya duración se extiende a unos cuantos años, pero su impacto todavía puede ir recontándose.

Podría ser que el lector necesite lecturas acumulativas de distintos acercamientos además del de Villamandos para entender los años de la izquierda divina. En defensa de este estudio, podemos destacar la amplia lista bibliográfica que se puede anotar, el acercamiento descriptivo en el cuarto capítulo resulta de mucho interés para darle sentido a las novelas de Marsé y Vázquez Montalbán y leerlas en clave de “gauche divine”. También, se puede destacar que ya forma un cuadro más o menos mostrativo y que podrá ser una buena base para quien esté interesado en la expresión de este grupo heterogéneo que agitó el panorama de la Barcelona de los años sesenta, en el tardofranquismo; un grupo que reúne sin querer a la generación de los hijos de la guerra con los artistas pop que se formaron en el cine de los sábados, que se nutrieron con la cultura de masas y las diferentes manifestaciones culturales que se iban filtrando por las hendiduras que ya iba teniendo la España que les tocó vivir, la de los últimos años de Franco, una referencia obligada.

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