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Valenciana

versión impresa ISSN 2007-2538

Valenciana vol.11 no.21 Valenciana ene./jun. 2018

https://doi.org/10.15174/rv.v0i21.341 

Reseñas

Juan de Cigorondo, Comedia a la gloriosa Magdalena, estudio introductorio y edición crítica de Alejandro Arteaga Martínez, México, Bonilla Artiga Editores/UACM, Colección Novohispana, 2016.

Valentina Gutiérrez López* 

*Universidad Autónoma de la Ciudad de México, México

Cigorondo, Juan de. Comedia a la gloriosa Magdalena. estudio introductorio y edición crítica de, Arteaga Martínez, Alejandro. México: Bonilla Artiga Editores/ UACM, Colección Novohispana, 2016.


Alejandro Arteaga Martínez presenta su edición de la Comedia a la gloriosa Magdalena, del autor jesuita Juan de Cigorondo. El libro significa un importante esfuerzo por publicar una obra pulcramente editada, con un estudio introductorio con notables aportaciones académicas, apoyada en datos puntuales y bien documentados.

El estudio introductorio se divide en siete secciones. La primera titulada “Sobre Juan de Cigorondo ” contiene una biografía sucinta del escritor, presenta datos básicos como lugar y fechas de nacimiento y de muerte; su formación académica, descripción de actividades administrativas y docentes realizadas en la Compañía de Jesús. La información ofrecida se sustenta en documentos y referencias que la avalan. Como el rigor académico lo exige, Arteaga Martínez no omite señalar los problemas que implica la absoluta confiabilidad de estos datos, prueba de ello es, por ejemplo, el apellido del autor: Siguerondo, Cigorrondo, Desigorondo son algunas formasen que se le puede encontrar (11).

La sección dos “Sobre la producción de Cigorondo” registra los manuscritos conservados de este autor que se hallan, principalmente, en cuatro bibliotecas. Un manuscrito de carácter misceláneo se encuentra en la Biblioteca Nacional de México. Contiene cinco composiciones poéticas del autor. En la Biblioteca de la Hispanic Sociaty existe un manuscrito con 166 piezas también de carácter poético de Cigorondo. Más importante para el trabajo de Arteaga resulta el manuscrito conservado en la Biblioteca Nacional de España por encontrarse ahí parte de la producción dramática de Cigorondo y, sobre todo, por hallarse la obra editada Comedia a la gloriosa Magdalena, así como otras obras poéticas y dramáticas que también han merecido ser editadas. Finalmente, la biblioteca de la Real Academia de Historia de Madrid conserva un manuscrito con obras como un Coloquio de la Magdalena. Trofeo del divino amor, una versión de la Comedia… pero con variaciones que han sido cotejadas para la presente edición.

La sección tres “Sobre la Comedia a la gloriosa Magdalena” se ocupa de la descripción de la obra: resumen, texto espectacular, métrica, lugar y fecha de representación, son los subpartados de esta sección. El subpartado dedicado al texto espectacular resulta de sumo interés por el fino análisis de las acotaciones y didascalias mediante las cuales Arteaga Martínez reconstruye en parte la representación. Explica cómo pudo haberse usado el escenario, cómo debieron moverse los actores sobre él, las entradas y salidas, los artefactos necesarios para la representación. Además en una interesantísima descripción, da cuenta de los elementos musicales de la obra, así como de la apariencia y decorado de los artistas. Es este un apartado de gran ayuda para la comprensión de la obra editada. Sin duda uno de sus méritos es ser una herramienta de lectura tanto para el especialista como para el lector poco avezado en estos temas.

Para el análisis de la métrica de la obra, el investigador parte de un hecho que en ocasiones parece obviarse en estas obras: la adecuación del verso a las acciones dramáticas. La Comedia a la gloriosa Magdalena se apega a las recomendaciones de la época sobre este aspecto, lo que coloca a Cigorondo como un escritor digno de atención. Cierra este apartado una serie de tres hipótesis lanzadas por Arteaga Martínez para determinar la fecha de representación de la obra, todas ellas sustentadas puntualmente por el investigador. Corresponde al especialista ahondar o decantarse por alguna de ellas.

Como es sabido, la figura de María Magdalena fue de gran utilidad para la iglesia cristiana por lo que representa: la pecadora arrepentida que alcanza el perdón de dios. Su imagen logró un mayor acercamiento con los feligreses debido a que no simboliza un grado de santidad inalcanzable: su sincero arrepentimiento y penitencia la vuelven humana. Por eso, en la sección cuatro, “Sobre María Magdalena y el Amor Divino y Profano”, Arteaga Martínez presenta una reconstrucción sobre la identidad de esta santa. Ahí, informa sobre las dos maneras en que se le consignó en los evangelios: como una mujer de quien Jesús expulsó siete demonios (evangelios de Marcos y Lucas) y como la mujer que lavó y ungió los pies del Señor. Para resolver la disyuntiva sobre la figura de la santa, especifica el crítico, se recurrió a evangelios apócrifos de los que se desprenden también dos versiones sobre su vida: una de origen greco-oriental según la cual, tras la resurrección de Jesús, María Magdalena se retiraría junto con la Virgen y Juan a Éfeso, donde moriría; la otra, de origen Provenzal, que es la base de La Leyenda Dorada. En ésta, Magdalena sería esa mujer pecadora que, arrepentida, lava con su propio llanto los pies de Jesús y lo unge; para, después de la muerte y resurrección de éste, retirarse al desierto a hacer penitencia donde es visitada por los ángeles que, al morir, le administran los sacramentos. La información precedente sirve para ver los elementos que Cigorondo utilizó para la creación de su obra y el objetivo que se planteó. Así, se deduce que el autor jesuita se inclinó por la imagen penitente de Magdalena, pues centra la obra en la estancia en el desierto donde se le ve custodiada por ángeles. El reconocimiento de las fuentes se utiliza también para conocer la intención didáctica de la obra, pues de acuerdo con el editor, “La comedia a la gloriosa Magdalena pudo concebirse para difundirlas prácticas de la confesión y de la penitencia”(42). Es, pues, “uno de los esfuerzos de la Compañía [de Jesús] por promover la confesión entre los novohispanos” (44).

La intención didáctica de la obra se aprecia con el argumento de la disputa, por la preferencia de Magdalena, entre el Amor Profano y sus ayudantes (Error, Regalo, Cupido) y el Amor Divino y sus compañeros (Templanza, Vergüenza, Temor, Silencio y Rigor). Precisamente el desencanto de Amor Profano por la redención de Magdalena marca el inicio de la obra. Arteaga Martínez analiza cómo los personajes del primer grupo representan los pecados capitales; codicia (por el amor de Magdalena); soberbia (de Amor Profano por no aceptar su derrota) y envidia (hacia Amor Divino que ha ganado a Magdalena). Cada uno de estos personajes es tratado en la obra con uno de los recursos didácticos más socorridos: la risa. La censura a los pecados capitales se hace mediante la degradación de los personajes que los encarna: sus propios defectos se intensifican de tal manera que se vuelven ridículos y, por lo tanto, risibles. No sólo la pérdida de Magdalena es ya humillante para Amor Profano, su manera de conducirse para recuperarla lo hunde más en esa humillación. En la obra se le ve apaleado, vilipendiado y mal disfrazado, por lo que su figura no puede sino mover a risa.

Por otro lado, se encuentra la representación de Amor Divino y sus ayudantes. Los recursos para caracterizarlos es, primero, la inmovilidad. Arteaga Martínez explica que la quietud de los personajes significa el orden frente al desorden que implica la movilidad de los personajes del Amor Profano. Hay que subrayar, por ejemplo, que durante toda la representación María Magdalena permanece dormida. De igual forma Templanza, Vergüenza, Rigor y Temor (no así Silencio, por obvias razones) sólo mantienen breves diálogos con los personajes de Amor Profano. Otro recurso, desde luego, es la alegorización del Amor Divino representado en escena evidentemente por los personajes recién mencionados, que simbolizan los requisitos indispensables para alcanzar el Amor Divino. Además se encuentran en escena elementos que recuerdan la pasión de Cristo. Asimismo, Arteaga Martínez explica cómo la obra de Cigorondo recurre a un tema proveniente de la emblemática: la representación de la atadura de Cupido.

Otro elemento cuidadosamente analizado por el investigador y objeto de reflexión en la obra es la presencia de la muerte, personificada por un cráneo en el escenario, con el cual se topa Amor Profano. La reflexión se sustenta sobre un tema coetáneo: el desengaño. El tema se desarrolla en una doble vertiente: Amor Profano está decepcionado por el abandono de Magdalena, de igual forma ésta se ha alejado desengañada de la falsedad de éste: el verdadero amor proviene de Dios. Asimismo, la disyuntiva simboliza la enseñanza principal de la obra: el Amor Profano es finito, en cambio, Amor Divino es eterno. Dicho de otra manera: quien pretenda alcanzar la vida eterna tendrá, como Magdalena, que hacer penitencia apoyada en el temor, la vergüenza, el rigor, el silencio y la templanza.

La sección cinco “Sobre esta edición” indica los criterios seguidos para la edición de la obra de Cigorondo: cotejo de manuscritos, modernización de léxico, aparato crítico, etcétera. Dichos criterios quedan espléndidamente reflejados al interior del texto, donde el lector se encuentra con una obra accesible gracias a la limpieza de la edición, la claridad de la estructura y el mesurado cuerpo de notas que, contrario a lo que suele pasar en textos críticos, resultan de verdadera ayuda para la comprensión del texto.

La sección seis presenta un útil “Esquema métrico de la Comedia” basado en los manuales clásicos sobre el tema: el de Tomás Navarro y el de Rudolf Baehr. La sección da cuenta de la estructura de versificación de la obra la cual refleja el conocimiento y habilidad de poética de Cigorondo.

Finalmente, la sección siete presenta la amplia “Bibliografía” utilizada por Arteaga Martínez para su edición. La sección refrenda la profundidad, disciplina y dedicación puesta en el trabajo presentado, además resulta de gran utilidad para quien desee conocer más sobre Cirogondo y el teatro jesuita en general.

En conclusión, la edición preparada por Arteaga Martínez de la obra de Cigorondo, así como su magnífico estudio introductorio convierten este libro en obligada consulta para el especialista y de auténtico aprendizaje para el lector recién iniciado en el teatro jesuita.

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