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Valenciana

versión impresa ISSN 2007-2538

Valenciana vol.10 no.20 Valenciana jul./dic. 2017

https://doi.org/10.15174/rv.v0i20.357 

Dossier

Introducción. El ensayo crítico como teoría de la lectura

Roberto Ferro* 

*Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, Pilar, Argentina, febrero de 2017.


Los tres ensayos críticos que componen este dossier tienen un punto de convergencia en torno del cual he pensado articularlos: son modalidades diversas del ensayo crítico literario expuestas como teorizaciones de la lectura. En la variación de sus modulaciones, los trabajos exhiben un conjunto de rasgos distintivos que se van insinuando en los estudios literarios latinoamericanos, al tiempo que despliegan una serie de conjeturas que anuncian un hacer crítico capaz de no olvidar o reprimir la resistencia que los textos literarios presentan a la lectura ni el residuo de indeterminación que toda ocurrencia de palabra siempre provoca.

Ya a fines del siglo pasado, la preeminencia en el ámbito de los estudios literarios de los grandes modelos teóricos fue socavada por su transformación en principio de autoridad. Pero este colapso no hubiese sido posible sin la puesta en cuestión de la voluntad de verdad que esos modelos ejercían desde su posición hegemónica. Así, muchas de sus manifestaciones derivaron en jergas de estereotipos convirtiendo en novedad de circulación mediática lo que ya eran anacronismos académicos.

En los aledaños del año 2000, el tipo de deterioro de la teoría causado por su cooptación como moneda devaluada parece haberse extendido como parte de cierto sentido común en la crítica latinoamericana; vinculada a la crisis que sacude las humanidades, una de sus consecuencias más perturbadoras ha sido el desvío de la crítica literaria hacia los estudios culturales, con el cuestionamiento de la especificidad tanto de los estudios literarios como de la entidad de los propios textos literarios.

Los textos de este dossier se alejan y confrontan con esa perspectiva exhibiendo variados modos de interdependencia entre los discursos que configuran el campo de la crítica literaria con los que participan del campo de la teoría literaria.

En “Héctor Libertella, de la narración al ensayo. Una poética de la ficción teórica”, Silvana López sitúa su mirada crítica en el escrutinio de la poética del escritor argentino, proponiéndose leerla como un complejo entramado de tematizaciones de las diversas instancias de procesos de reescritura. El punto nodal de su argumentación está centrado en que el escribir aparece en su narrativa como una modalidad exhibida del reescribir, particularidad que le imprime a los textos de Libertella una productividad con múltiples entradas y salidas que conlleva la puesta en escena de una escritura de la huella, de una escritura como proceso en el que se encuentran implicadas la lectura, la escritura y la exhibición de esa lectura/escritura. El ensayo aborda la configuración de una poética que se muestra como una literatura de segundo grado y que, en su artificialidad, pivotea entre la tradición y la fundición de la letra antigua, entre la literatura latinoamericana y la literatura legitimada por el canon occidental, entre el mercado literario y la mónada o pequeño cepo gramatical en el que emerge lainasibilidad de la palabra literaria.

Héctor Libertella está situado en una de de las genealogías más productivas de la tradición argentina que se configura como una literatura conceptual; es decir, textualidad es que consisten en una intensa reflexión sobre las condiciones de posibilidad del sentido literario. Silvana López, para adentrarse en ese corpus, se mueve en la tensión y la interdependencia entre el lector crítico centrado en la letra de los textos y el memoralista que indaga en el archivo de una vasta biblioteca teórica. En ese vaivén va tensando la reflexión sobre el sentido de la obra libertelliana, cumpliendo de ese modo con uno de los designios de la crítica literaria que no se deja seducir por los espasmos del mercado: el rescate de textualidades en las que residen yacimientos inagotables de sentido, que sólo son posibles en lo que hemos convenido en llamar literatura.

Hebert Benítez Pessolano, en “El temido infierno de la autonomía”, comienza su especulación con un repaso sobre algunos de las desarrollos y confrontaciones de la teoría literaria para indagar acerca la consideración actual de las dinámicas de los fenómenos literarios y de las teorías -con sus diferencias ontológicas claras aunque envueltas en una trama que necesariamente las vincula- que ha conducido, para decirlo en términos de la topografía dantesca, a la puerta de un infierno cuya sentencia se enciende para las letras y sus teorías: como no hay más evidencia literaria, tampoco queda lugar para una pertinencia teórico-disciplinaria -o aun transdiciplinaria- que la refiera. Ese es el cul de sac que Benítez Pessolano apunta a desmontar al centrarse en la problemática de la autonomía.

Lo que en principio se llamó teoría literaria (una mezcla de psicoanálisis, filosofía y demás), junto con el objeto de estudio, mutó su denominación para ser reconocida sólo como teoría. Ese deslizamiento le otorgó mayor relevancia a la cuestión de la autonomía; en su artículo, Benítez Pessolano polemiza con Josefina Ludmer acerca de esa categoría, tomando distancia tanto de la autonomía como un fetiche operante, que condicionó muchas prácticas, como de un concepto sin pertenencia alguna, en el actual se encuentra el horizonte de expectativas de la circulación de los discursos.

A partir de la aseveración de Borges que dice: “Todo escritor deja dos obras. Una, la suma de sus textos escritos; otra, la imagen que del hombre se forman los demás” retomada en “El arte de canonizar. De celebraciones, parentescos y márgenes”, he considerado que en la instancia de reflexión del lugar canónico que ocupa el escritor argentino en el espacio literario se impone analizar tanto cuestiones de legibilidad como de visibilidad.

La relación entre textos y figura de autor en la obra de Borges está atravesada tanto por posiciones en el espacio canónico y en el ámbito público que va ocupando como por las transformaciones que se producen en su escritura; se impone, entonces, la necesidad de establecer, desde la perspectiva histórica, los diferentes modos de concebir esa relación y cada uno de sus términos; los cuales no pueden ser pensados como inalterables sin falsearlos, pues aparecen en constante mutación de acuerdo con los diferentes contextos sociohistóricos en los que se producen y con la economía general de los discursos que los constituyen.

En este dossier confluyen, entonces, un conjunto de ensayos que participan de un gesto compartido: el ensayo crítico es una vía adecuada de exponer la crítica literaria como una teorización de la lectura. Claro, sin que ello suponga una instancia modélica, pero sí una reivindicación tanto de la necesidad de confrontar con la resistencia a la teoría como una defensa de la especificidad de los textos literarios, concebidos como yacimientos inagotables de sentido con restos que permanecen inasibles a toda voluntad de clausura o sometimiento a regímenes de referenciales subsidiarios de verdad.

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