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Intervención (México DF)

versión impresa ISSN 2007-249X

Intervención (Méx. DF) vol.12 no.23 México ene./jun. 2021  Epub 26-Sep-2022

https://doi.org/10.30763/intervencion.240.v1n23.19.2021 

Editorial

Editorial

Cintia Velázquez Marroni
http://orcid.org/0000-0001-6808-3453


Estimados lectores y lectoras:

Cumplimos ya más de un año de pandemia. En retrospectiva, es dable percatarse de que esa desafortunada experiencia ha sido una montaña rusa de emociones: hemos pasado del miedo y la incertidumbre a la tragedia, la desazón y la esperanza, y vivido en un estado muy particular que oscila entre la negación, la expectativa, la languidez y la desesperación. La pandemia se ha comenzado a fusionar con los inicios de la llamada “nueva normalidad”, lo cual implica aceptar -como escuché recientemente decir a Donna Haraway- que el coronavirus llegó para quedarse: tenemos que aprender a coexistir con él.

En tanto medio académico de investigación, reflexión y difusión que busca estar conectado con temáticas de relevancia contemporánea, Intervención debe dar cabida a los nuevos retos y temas que han surgido, y seguirán surgiendo, en la etapa de “pandemia-nueva normalidad”. En el sector cultural y patrimonial, la estela de la devastación económica y laboral acaecida a lo largo del año pasado ha mostrado facetas inéditas: ya no sólo se trata de los millones de empleos perdidos o en proceso de desaparecer sino también de la falta de financiamiento para implementar o continuar planes de mantenimiento, prevención, atenuación o manejo de riesgos. Incendios, inundaciones, terremotos, guerras, robos y un largo etcétera han intensificado su poder destructivo, frente a gobiernos e instituciones descapitalizados y sobrepasados por los costos de la pandemia. Por ello compartimos con mucho gusto en nuestra SECCIÓN ESPECIAL el Programa de manejo de riesgos para la conservación preventiva y la prevención del tráfico ilícito de bienes culturales que desde 2020 ha implementado la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del Instituto Nacional de Antropología e Historia (CNCPC-INAH), gracias a un financiamiento de la Embajada de Estados Unidos de América en México. Su campaña de difusión ¿Qué perdemos cuando nos roban nuestro patrimonio? es, en particular, una bocanada de esperanza y aire fresco en un contexto de desazón y pérdida.

Otra de las problemáticas contemporáneas que más espacio y energía ha ocupado en las discusiones públicas de los últimos meses es la crítica a las diversas formas de dominación y opresión que prevalecen en el lenguaje, los monumentos públicos, las relaciones sociales y las formas de hacer y pensar. En este número 23 presentamos contribuciones que de forma original y valiente reflexionan sobre el tema: el ENSAYO de Mariela González cuestiona los principios de conservación del patrimonio cultural imbuidos de una visión que no sólo perpetúa prácticas colonialistas sino que parece valorar más los objetos que las personas. De forma similar, pero desde Colombia, Carolina Chacón evidencia las formas en que esas prácticas autoritarias continúan impactando en la operación y las políticas de los museos, instituciones en cuya historia conllevan una genealogía de privilegio así como de opresión y desconocimiento de las minorías y de sus memorias. Ambos ensayos tienen en común, además, que entreven posibilidades de cambio e, incluso, ejemplos concretos de nuevas maneras de relación entre el patrimonio cultural, su conservación y exhibición, y las diversas comunidades que están de por medio, especialmente, las más vulneradas.

Las y los lectores también encontrarán en esta entrega otro tipo de cuestionamiento a las mencionadas prácticas de opresión y dominio: aquellas que tienen que ver con el lenguaje que usamos para denominar, guardar y conservar bienes culturales, sean documentos u obras de arte o de cualquier otro tipo. Desde la reflexión del campo de los acervos documentales, Jaime Sánchez denuncia las omisiones y exclusiones -es decir, la violencia simbólica- que está detrás de la producción y el resguardo de documentos. Vinculada con esa discusión sobre la importancia de expandir o cambiar la terminología, Claudia María Coronado propone una visión más abierta, menos ortodoxa, de las nociones de autoría, autenticidad y originalidad como un paso fundamental para conservar productos y propuestas artísticas emergentes.

Como siempre, este nuevo número de Intervención presenta contribuciones relativas a una de las temáticas “consentidas” de la revista: la función social de los museos. En su ARTÍCULO DE INVESTIGACIÓN, Liliana Natalia Bazán y Raúl Fernando Ajmat exponen los resultados de un análisis de largo aliento y sólido diseño metodológico cuantitativo en cuatro estudios de caso en Argentina: el criterio de satisfacción es un factor relevante para ampliar nuestra comprensión sobre las personas que visitan museos y generar mejores experiencias. Desde la trinchera de la museografía, Alejandro García reflexiona sobre la imperiosa necesidad de transformar el diseño expositivo para conectarlo con las nuevas condiciones y necesidades, no sólo de las y los usuarios, sino también de nuestro entorno ambiental. Su reseña incorpora las reflexiones de cuatro conversatorios digitales -y de un variado contingente de participantes-, sucedidos en noviembre de 2020. Por su parte, Gloria Donají Velasco, Dalton Lopes, Luciana Conrado, Claudio Molina y Pedro Ángeles comparten un proyecto binacional entre México y Brasil que utilizó recursos digitales, como el software libre Tainacan y los estándares de metadatos, para generar una alternativa económicamente viable de accesibilidad y conservación de las colecciones de museos.

La portada del número 23 de Intervención encarna de algún modo gran parte de los temas aquí esbozados: tiene que ver tanto con lo que se puede ver como con lo que no se puede ver (lo que queda afuera), o con lo que sólo se deja insinuado; y también tanto con los objetos patrimoniales como con los sujetos que los poseen, disfrutan o conservan. Además, la fotografía figura en el artículo de Chacón, de forma que también es un recordatorio de la sólida presencia en América Latina que la revista ha logrado a lo largo de sus ya 11 años de vida: en este número tenemos contribuciones de Argentina, Brasil, Chile y Colombia, además de México.

Con este número me despido de mi posición como editora de esta revista tan singular, y lo hago con un tono de alegría y satisfacción, no de tristeza. A lo largo del año y medio que he tenido el honor de dirigirla, he aprendido infinidad de cosas, y he colaborado con un equipo que ha demostrado no sólo compromiso sino cariño por esta publicación. Ciertamente, implementar la nueva época, que desafortunadamente coincidió con la pandemia y, por ello, con una serie de dificultades administrativas, logísticas y humanas, fue todo un reto. Pero Intervención me permitió expandir mis horizontes profesionales e intelectuales a lugares insospechados y, por tanto, el esfuerzo que implicó editar los números 21, 22 y 23 se ha visto recompensado con creces.

Sólo me queda agradecer a todas y todos el apoyo brindado para hacer posible la revista, mes con mes: desde la Subdirección de Publicaciones Periódicas del INAH, hasta nuestros colaboradores de servicios de corrección de estilo, traducción y diseño, prestadores de servicio social y prácticas profesionales, pasando, por supuesto, por la Dirección y la Subdirección de Investigación de la ENCRyM así como por el Comité Editorial de Intervención. Muy en particular, agradezco a Isabel Medina-González y a Gerardo Ramos el voto de confianza a mi trabajo, como también el apoyo constante de Yolanda Madrid, Paula Rosales y Eugenia Macías durante este periodo. Aprovecho para dar la bienvenida y desear la mejor de las suertes a Eugenia, quien se incorpora como nueva editora a partir del número 24, y cuya amplia experiencia, sentido crítico y compromiso sin duda llevarán a la revista a nuevos horizontes.

Cintia Velázquez Marroni
Editora

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