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Intervención (México DF)

versión impresa ISSN 2007-249X

Intervención (Méx. DF) vol.11 no.21 México ene./jun. 2020  Epub 17-Oct-2022

https://doi.org/10.30763/intervencion.223.v1n21.02.2020 

Homenaje

Sergio Arturo Montero Alarcón: pionero, fundamento y formador de la restauración en México

Isabel Medina-González* 
http://orcid.org/0000-0002-4832-1925

*Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM), Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), México. ismedin@gmail.com


Resumen

Ante la caída de telón de la hermosa vida de Sergio Arturo Montero Alarcón, trasciende un profundo sentido de admiración hacia su personalidad y su trayectoria como pionero, fundamento y formador de la restauración en México. Asimismo, destaca su gran liderazgo, impacto e influencia en las esferas de las culturas y los patrimonios, así como de su conservación y su difusión. En este número inaugural de la nueva época de Intervención se suscriben algunas palabras sobre quien seguirá siendo no sólo uno de los grandes del campo de la conservación-restauración en América Latina, con más de 45 años de labor en el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), sino, particularmente, un referente de vara muy alta en el ámbito académico, ya que durante cuatro décadas fue docente de excelencia, muy respetado y profundamente querido, en la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM), perteneciente al INAH.

Palabras clave: Sergio Arturo Montero Alarcón; restauración; trayectoria; homenaje

Abstract

As the curtain fell on his incredible life, there was a general sense of admiration for the personality and career of Sergio Arturo Montero Alarcón. He was a pioneer, founder and master builder of Restoration in Mexico and stands out for his exceptional leadership, impact, and influence in the spheres of culture and its heritages, their conservation and their dissemination. In this inaugural issue of the new era of Intervención, some words are dedicated to the person who will continue to be not only one of the greats in the field of conservation-restoration in Latin America, with more than 45 years of work at the Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), but, above all, a leading authority in the academic field, since for four decades he was a distinguished teacher and was highly respected and deeply loved at INAH’s Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM).

Keywords: Sergio Arturo Montero Alarcón; restoration; career; homage

Al escribir estas palabras de homenaje al profesor Sergio Arturo Montero Alarcón (Figura 1) vienen a la mente muchas imágenes sobre la polifacética, prolífica y extensa carrera del restaurador nacido el 7 de agosto de 1937 en la Ciudad de México y fallecido ahí mismo el 14 de junio de 2020, en un amoroso entorno familiar formado por su esposa, Dora Oropeza, y sus hijos: Irina, Yuri e Iker.

(A. Fuente: Polyforum Siqueiros, 2017. B y C. Fuente: Dossier del Profesor Sergio Montero; cortesía: Iker Montero, ENCRyM-INAH).

Figura 1 Retratos del profesor Sergio Arturo Montero Alarcón en diversos aspectos de su trayectoria profesional  

Lo que trasciende con mayor potencia respecto del profesor Montero es el profundo sentido de admiración hacia su trayectoria como pionero, fundamento y formador de la restauración en México, aspectos que en sí mismos hacen muy compleja la tarea de describir con justicia su gran liderazgo, impacto e influencia en las esferas de las culturas y los patrimonios, así como de su conservación y su difusión. Resultaba indudable e ineludible, sin embargo, que en este número inaugural de la nueva época de Intervención escribiéramos algunas palabras sobre quien seguirá siendo no sólo uno de los grandes del campo de la conservación-restauración en América Latina, con más de 45 años de labor en el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), sino, particularmente, un referente de vara muy alta en el ámbito académico, ya que durante cuatro décadas fue docente de excelencia, muy respetado y profundamente querido, en la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM), perteneciente al INAH.

Para principiar, vale la pena revelar que la crianza de Montero ocurrió en el seno de una familia bicultural, de vena artística y de fuertes convicciones políticas: sus padres, Dolores Alarcón, mexicana, y Marco Arturo Montero Valdés, de origen mexicano-cubano, fueron formados bajo el alero de la escuela Vasconcelista. El oficio de Montero Valdés fue el de poeta y músico, a lo que sumó un significativo papel como activista político de izquierda: miembro del Partido Comunista (PC), fue fundador de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) (Montero, comunicación personal, 2020; Méndez, 1981). Con esos antecedentes no es de extrañar que la educación primaria y secundaria de Sergio Montero transcurrió en el ámbito de la escuela pública que a lo largo de los años cuarenta y cincuenta experimentó transformaciones fundamentales gracias a su profesionalización y extensión nacional, por un lado, con la fundación y expansión de la Escuela Normal Superior, y, por el otro, con la institucionalización del magisterio y con la instauración del Sistema Educativo Nacional, bajo la batuta de Jaime Torres Bodet (Ornelas, 1995). Lo que sí sorprende es el tejido interdisciplinar que la educación superior de Montero urdió entre las disciplinas de la ciencia aplicada y el arte. Además de haber emprendido estudios vocacionales en ingeniería y arquitectura en el Instituto Politécnico Nacional (IPN), Montero se graduó en 1958 de la carrera de artes plásticas en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”, del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). Con ello adquirió una sólida formación en los ámbitos creativo y espacial de los bienes culturales a los que dedicaría gran parte de su vida como restaurador de pintura de caballete, obra mural y escultura (Montero, 2018). En especial, su paso por “La Esmeralda” apuntaló su interés, como lo declaró años después, en la “técnica de la pintura [… que] me gustó mucho, la preparación de materiales, su contenido, y todo eso” (Ventura, 2011, s.p).

Hacia los sesenta, el tránsito educativo de Montero daría un giro extraordinario hacia la experiencia internacional: una beca que adquirió como militante de las Juventudes Comunistas del PC le permitió convertirse en estudiante de restauración de obras de arte y de monumentos históricos en la Escuela Superior de Artes Plásticas de Bratislava, Checoslovaquia (Montero 2018; Montero, comunicación personal, 2020). Pocos saben que su área de competencia formativa en ese momento fue primordialmente la escultura (González, 2010, p.1). Lo cierto es que su periplo interoceánico lo convertiría en el primer restaurador mexicano con estudios de especialización, y demarcaría su aproximación a la disciplina. Como en su oportunidad él mismo señaló: “yo aprendí los principios de la restauración [en Europa] y los apliqué para resolver los problemas que se me presentaron al regresar a México” (González, 2010, p.1).

Efectivamente, así fue. A su regreso a nuestro país, en 1962, Montero, al ser uno de los primeros restauradores de obra moderna mexicana, innovó realizando acciones de desprendimiento, montaje y tratamiento de murales de la autoría de Cecil Crawford O’Gorman y de Fermín Revueltas (Figura 2), la última, obra originalmente ubicada en el Banco Azteca de la Ciudad de México (Ventura, 2011, s.p.).

(Fotografía: 1962; fuente: Dossier del Profesor Sergio Montero, ENCRyM-INAH; cortesía: Iker Montero).

Figura 2 Restaurador Sergio Arturo Motero Alarcón (A y B, él en camisa a cuadros) trabajando en el desprendimiento de los murales de Cecil Crawford O’Gorman  

Un año más tarde, en 1963, ingresó en las filas del INAH con una doble función como restaurador. Por una parte, como miembro del personal y jefe de restauración (1963-1982) se dedicó a intervenir obra mural prehispánica y virreinal, así como pintura de caballete histórica, en el recientemente creado Departamento de Catálogo y Restauración (DCR) del INAH, con sede en el ex convento de Culhuacán y luego en el ex convento de Churubusco, bajo la dirección de Manuel del Castillo Negrete (Figura 3). Por otra parte, fungiría como conservador de material arqueológico en el Departamento de Prehistoria (1963-1964), ubicado el Centro Histórico de la Ciudad de México. Como directivo del DCR-INAH, institución que devendría en la actual Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC), Montero participó y coordinó la restauración de las pinturas monumentales de Cristóbal de Villalpando y Miguel Cabrera, del claustro de los Aljibes y de la sacristía de Tepotzotlán, respectivamente, así como de las pinturas murales del convento de Santo Domingo de Oaxaca. En el terreno arqueológico resalta su intervención en las máscaras de turquesa de Coixtlahuaca y Zaachila, proceso que le ganaría la admiración de Ignacio Bernal (Montero, comunicación personal, 2018). Esas instancias impulsarían la excepcional y rica trayectoria de Montero como un restaurador que lleva su intervención a la escritura por medio del reporte y, de ahí, a la difusión mediante las publicaciones. Daría vida entonces a varios artículos sobre restauración en el Boletín del INAH, en los que se aprecia su destreza en la aplicación de criterios de restauración en la acción directa (Montero 1964, 1965, 1967a, 1967b, 1974). La contribución sobre las máscaras de Coixtlahuaca y Zaachila -hoy en día paradigmática en el ámbito de la conservación-restauración de musivaria mesoamericana, ya que destaca por la implementación de la ciencia aplicada al estudio de la materialidad de esos artefactos prehispánicos únicos, así como por la recuperación de tecnologías tradicionales indígenas-; merecería su proyección internacional al ser traducida al inglés para su publicación como la primera colaboración de un mexicano en la ya prestigiada revista Studies in Conservation (Montero, 1968). A la par, dentro de los procesos de enseñanza-aprendizaje en la DCR-INAH, inició su papel como instructor de restauradores técnicos en pintura mural.

(Fuente: Dossier del Profesor Sergio Montero, ENCRyM-INAH; cortesía: Iker Montero).

Figura 3 Visita del Taller de Restauración de Pintura de Caballete, en el Centro Churubusco década de 1970; ahora la actual Coordinación Nacional de Conservación de Patrimonio Cultural (CNCPC-INAH). De izquierda a derecha: Sergio Montero, Manuel del Castillo Negrete y Paul Coremans 

Hacia mediados de la década de 1960, en el contexto de contundentes impulsos nacionales e internacionales que condujeron a la instauración del Centro Regional Latinoamericano de Estudios para la Conservación de Bienes Culturales UNESCO (Cerlacor, antecedente de la hoy ENCRyM), Montero fungiría, de la mano de su amigo de vida Jaime Cama Villafranca, como fundador. Ahí se imprimiría su larga y muy honda huella docente, ya que fue profesor de las primeras generaciones de restauradores mexicanos y extranjeros formados en el Cerlacor y en los cursos de capacitación en Conservación y Museografía auspiciados por la Organización de Estados Americanos (OEA).

Con la inauguración de la ENCRyM, su trayectoria académica se consolidó por un lapso de cuatro décadas como profesor titular de diversos espacios tanto de enseñanza-aprendizaje como de gestión académica, principalmente en la Licenciatura de Restauración de Bienes Culturales Muebles (LRBCM): las asignaturas de Introducción a la Tecnología de Bienes Culturales (1966-1977; 1983-1987), de Técnicas de Restauración (1966-1977), Teoría y Práctica en Talleres de Restauración (1966-1977), las cuales confluirían en la de Tecnología y Taller de Restauración (1983-1987); la materia de Manejo de Colecciones (1985-1989) y, relevantemente, los Seminarios-Taller de Introducción a la Restauración (1989-1998) (hoy Laboratorio Introductorio de Restauración de Bienes Culturales, Labir) y de Restauración de Obra Mural (1989-1998) (actualmente conocido como el Seminario Taller de restauración de Obra Mural [STROM]). En éste compartió plaza con las maestras Haydeé Orea y Martha Tapia, profesionales que hoy en día sobresalen por su papel en la formación de restauradores y en la intervención de pinturas murales en México y América Latina. También, durante un breve periodo de tiempo (1980-1983), Montero impartió la cátedra de Introducción a la Restauración para estudiantes de arqueología de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).

A mediados de la década de 1980, la gestión directiva de Jaime Cama Villafranca se propuso reestructurar el programa académico de la LRBCM y para coordinarlo comisionó a Montero, quien a la postre refrendó en la malla curricular el concepto de seminario-taller como espacio pedagógico transversal que construye activamente la interdisciplina mediante la interacción de saberes derivados de las ciencias naturales y humanas (particularmente, la antropología), con una metodología de aproximación e intervención de la conservación-restauración. Sin duda, la noción -y articulación- del seminario-taller reflejó no sólo la propia formación universitaria de Montero, sino también los presupuestos conceptuales de importantes teóricos de la restauración de mediados del siglo XX, como Cesare Brandi (2000 [1964]), Paul Coremans (1969) y Paul Phillipot (2000 [1972]). Entre 1983 y 1998, en la ENCRyM Montero fue, además, coordinador técnico académico (1983-1992), decano de su Consejo Académico (1993-1997) y miembro de diversas comisiones académicas, incluidas la de Titulación (1983-1992) y la de Admisión (1983-1998).

Entre paréntesis, he de agregar que durante la última década del siglo XX y la primera del siglo XXI, como sello innovador de la ENCRyM, la figura del seminario-taller se adoptaría por otros organismos de educación superior en nuestro país, para constituir uno de los baluartes más preciados y visibles de una escuela mexicana de conservación-restauración. Eso significa que una mayoría aplastante de restauradores, hoy en activo en el INAH y otras instituciones nacionales, fueron, de una u otra forma, pupilos de Montero.

Es interesante señalar que, en relación con sus capacidades dentro del proceso de admisión ENCRyM, el profesor Montero dejaría en la memoria señas imborrables tanto por su presencia -la de un restaurador profesional en plenitud frente a un aspirante- como por poner en marcha una serie de actividades dirigidas a valorar las capacidades colaborativas y de expresión de los postulantes, con base en el traslado de competencias de la práctica de la restauración y del teatro guiñol (Figura 4).

(Fuente: INAH TV, 2016).

Figura 4 Restaurador Sergio Arturo Montero Alarcón con uno de los títeres realizados por él. Su faceta de titiritero inició a la edad de diez años, inspirado por su padre Marco Arturo Montero, quien utilizaba el recurso del teatro guiñol en sus tareas de alfabetización en los pueblos aledaños a la Ciudad de México 

En suma, la carrera académica de Montero dejó, como se perfila aquí, una impronta en diversos campos de gestión académica, formulación pedagógica y docencia. Un aspecto notable de su trayectoria docente era su personal estilo de impartir cátedra, el cual se caracterizaba por complementar la disertación técnica con la narración biográfica. Tal como en su oportunidad señaló Carolusa González Tirado, ese método

es un recurso didáctico difícil, que no cualquiera puede emplear: para empezar, el profesor debe tener en su historial una gran cantidad y variedad de experiencias laborales importantes, para elegir de este repertorio la más adecuada para cada tema. Además, se requiere de cierta actitud frente al grupo […] se necesitan anécdotas que reflejen retos importantes, problemas casi imposibles de resolver, para captar la atención de los estudiantes [… y enseñar] cómo es el trabajo real de un restaurador, cómo un profesional utiliza los datos que conoce, evalúa situaciones y toma decisiones (González, 2010, p. 2).

En efecto, la narrativa docente de Montero enseñaba el trabajo profesional de la restauración e, indirectamente, transmitía la experiencia, daba ejemplo de la magnitud de las labores, explicitaba cómo ejercer la profesión y servía de ejemplo para aprender a ser restaurador. En Montero la relación entre la práctica y la formación profesional cristalizaron en un producto muy fino: asesoró y dirigió, entre otras, tesis de pintura de caballete (1990), pintura mural y estucos prehispánicos y virreinales (1993-1994, 1998), y metales arqueológicos (1994). Esta conexión también le permitió a lo largo de su vida ser consejero de muchos colegas y directivos del INAH.

Por lo hasta aquí expresado, el legado docente de Sergio Montero es incomparable. En lo tangible se traduce en la educación universitaria de decenas de generaciones de restauradores y museógrafos de la ENCRyM, quienes hoy lo reconocemos como columna decisiva en nuestra formación por sus siempre generosas cátedras colectivas, dotaciones personales y asesorías de tesis. Debemos gratitud por sus rigurosas enseñanzas y una docencia donde el profesor desplegaba directamente su observación, opinión e intervención -las cuales son motivo de ejemplo-, y, como señalé, por las repentinas anécdotas que permitían el diálogo directo, sus posiciones definitivas y su sentido del humor. Con motivo de su fallecimiento, en un espacio de Facebook denominado Para el Profesor Montero se vertieron decenas de recuerdos y reflexiones que no sólo sirven como testigos del buen efecto de su trabajo en formación, sino también desvelan, a partir de un cúmulo de imágenes fotográficas, la cercanía que entablaba con los estudiantes tanto en las aulas de la ENCRyM como en diversas visitas a lugares patrimoniales, muchos de los cuales habían sido objeto de su intervención (Figura 5).

(Cortesía: Gloria Martha Sánchez).

(Cortesía: Laura Filloy Nadal)

(Cortesía: Naitzá Santiago Gómez).

(Fuente: Grupo público de Facebook denominado Para el profesor Montero, 2020).

Figura 5 Imágenes del Profesores Sergio Arturo Montero Alarcón con alumnos de la ENCRyM -INAH. A. Graduación de la generación 1989-1994, ENCRyM B. Profesor Sergio Arturo Montero Alarcón rodeado de alumnos de la licenciatura y de la opción técnica de Pintura Mural, ENCRyM. C. Profesor Sergio Arturo Montero Alarcón con la generación 2007-2011  

Aunado a lo anterior, habría que señalar que el profesor Montero fue maestro en muchos escenarios. Colaboró en diversas iniciativas educativas en materia de conservación y museografía en alianza con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM, 1988), la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM, 1989-1992) y el Instituto Mexiquense de Cultura (IMC, 1990). Por un periodo de más de 45 años impartió, de forma incansable, decenas de ponencias y conferencias en actos académicos nacionales e internacionales organizados por la ENCRyM, diversas dependencias del INAH, la ECRO, el INBA, la UNAM, la Sociedad Mexicana de Antropología (SMA), el Centro Cultural España (CCE), el Congreso Internacional de Americanistas (ICA, por sus siglas en inglés), el Instituto de Antropología e Historia de Guatemala (IDAEH), el American Institute of Conservation (AIC), el Getty Conservation Institute (GCI), el Consejo Internacional de Museos (ICOM, por sus siglas en inglés) y diversas organizaciones civiles organizadas. Las enseñanzas de Montero, por tanto, impactaron a un grupo incalculable de profesionales mexicanos y extranjeros que le deben su capacitación y actualización en el sector patrimonial.

Es importante subrayar que Montero no concebía todos esos esfuerzos como empresas aisladas, sino como mecanismos de consolidación de la práctica profesional de la restauración a escala disciplinar y como institución, cuyos resultados palpables deben mucho a su inagotable labor. Como ya mencioné, fue el organizador y coordinador (1963-1977) de los talleres de restauración del DCR, espacios que hoy siguen configurando el quehacer de la CNCPC. Más tarde, sería subjefe del propio DCR, y entre 1977 y 1982, en lo que él llamaría su periodo de exilio de Churubusco, se desempeñó como jefe de restauradores del Centro INAH Hidalgo. De esa manera, buscó descentralizar sus saberes de intervención profesional e institucional.

En adición, la carrera de Montero como director, ejecutor y asesor de proyectos nos azora, de modo que parecería imposible resumir toda su trayectoria en unas líneas. En consecuencia, me he decidido a dar paso en las próximas líneas a la mención de las iniciativas de conservación-restauración que en los últimos años él recordaba, con especial cariño, como la antesala a una Antología que, con su plena colaboración en últimas fechas, se encuentra en elaboración bajo el sello editorial de la ENCRyM.

Sergio Montero fue uno de los primeros restauradores de patrimonio paleontológico: su intervención en el esqueleto de un mamut aún resuena en la memoria institucional. Asimismo, fue un pionero de la conservación en el ámbito del acervo prehispánico: destacan, además de la restauración de las máscaras de mosaico de turquesa de Coixtlahuaca y Zaachila, ya referida, realizada en 1966 (Montero 1967b y 1968), el rescate de un adoratorio azteca de las excavaciones del metro de la Ciudad de México en 1968 (Montero 1972); la prodigiosa y vanguardista intervención, mediante el uso de resinas poliméricas, para la conservación de la escultura monumental en arcilla denominada Mictlantecuhtli de la zona arqueológica del Zapotal, Veracruz (1972) (Figura 6), y la restauración de las pinturas murales de la zona arqueológica de las Higueras, también en Veracruz (1967-1973), donde realizó la proeza de desprender más de 19 estratos de pintura totonaca de aproximadamente 200 fragmentos (cfr. González, 2010) (Figura 7).

(Fuente: Dossier del Profesor Sergio Montero, ENCRyM-INAH, 1972; cortesía: Iker Montero)

Figura 6 Restaurador Sergio Arturo Montero Alarcón realizando trabajos de restauración en la escultura monumental en arcilla denominada “Mictlantecuhtli” de la zona arqueológica del Zapotal, Veracruz, México. 

(Fuente: Dossier del Profesor Sergio Montero, ENCRyM-INAH, 1967-1973; cortesía: Iker Montero).

Figura 7 Procesos de desprendimiento de los murales de pintura totonaca de la zona arqueológica de las Higueras, Veracruz, México  

Vale recordar, asimismo, su colaboración en el proyecto de restauración de las pinturas murales de la zona arqueológica de Cacaxtla, Puebla (1975) (Figura 8), así como el mantenimiento, desprendimiento, montaje y restauración de pinturas murales desprendidas de la zona arqueológica de Teotihuacan, Estado de México (1966-1977), incluidas las obras derivadas de la repatriación de la Colección Wagner (1984-1991).

(Fuente: Dossier del Profesor Sergio Montero, ENCRyM-INAH; cortesía: Iker Montero).

Figura 8 Inspección de las pinturas murales de Cacaxtla, junto a Jaime Cama Villafranca y María del Carmen Castro (ca. 2010). 

Son notables, además, sus acciones de diseño y elaboración de embalajes para el Ocelotl Cuauhxicalli (Figuras 9 y 10) expuesto en Washington (1983), y la Cabeza Olmeca para una exposición en Tokio (1985).

(Fuente: Dossier del Profesor Sergio Montero, ENCRyM-INAH, 1983; cortesía: Iker Montero).

Figura 9 Isométrico de la caja de embalaje para traslado del Ocelotl Cuauhxicalli diseñado por Sergio Arturo Montero Alarcón (izquierda). Embalaje del Ocelotl Cuauhxicalli volado para colocarlo al interior del avión que lo llevaría a Washington D.C, Estados Unidos (derecha). 

(Fuente: Dossier del Profesor Sergio Montero, ENCRyM-INAH, 1983; cortesía: Iker Montero).

Figura 10 Restaurador Sergio Arturo Montero Alarcón supervisando el proceso de retiro de embalaje y exhibición del Ocelotl Cuauhxicalli. 

En la zona arqueológica de Bonampak, Chiapas, Montero participó, entre 1967 y 1977, en la elaboración de los estudios para la restauración de las pinturas del edificio 1 (Montero 1985) y, por supuesto, dirigió la majestuosa restauración de la Estela 1 (Figuras 11 y 12), acciones realizadas en condiciones extremas de aislamiento, gracias a la coordinación precisa de un grupo de técnicos de campo y al empleo de técnicas tradicionales de elevación de peso (Montero 1977, 1994).

(Fuente: Montero 1983, p. 72, Dossier del Profesor Sergio Montero, ENCRyM-INAH, 1977; cortesía: Iker Montero).

Figura 11 Croquis de levantamiento y reestructuración de los fragmentos de la Estela 1 de la zona arqueológica de Bonampak, Chiapas, México; realizado por Sergio Arturo Montero Alarcón e imágenes del proceso de levantamiento de fragmentos. 

(Fuente: Dossier del Profesor Sergio Montero ENCRyM-INAH, ca. 1977; cortesía: Iker Montero).

Figura 12 Equipo de trabajo de la reestructuración de la Estela 1 de Bonampak, (Chiapas, México) al final del procedimiento de conservación y restauración con el Profesor Sergio Arturo Montero ubicado a la izquierda de la imagen. 

De su etapa más madura son admirables las intervenciones para la restauración del monolito Venus de la zona arqueológica de Tamtoc (2006) y la asesoría para la reubicación del monolito Tlaltecuhtli de la zona arqueológica del Templo Mayor (2007), y para el embalaje y traslado de esculturas mayas en el Museo Cantón (2012) (Figura 13).

(Fuente: Dossier del Profesor Sergio Montero, ENCRyM-INAH, 2006; cortesía: Iker Montero,).

Figura 13 Levantamiento del monolito de Venus en la zona arqueológica de Tamtoc, San Luis Potosí, México 

Sus obras de restauración en patrimonio histórico, aunque menos conocidas, también son dignas de reconocimiento (Figura 14): vale recordar las restauraciones de las pinturas monumentales de Villalpando y Cabrera de Tepotzotlán (1964) y de Rodríguez Juárez en la Catedral Metropolitana (1967), y las pinturas murales de Santo Domingo, Oaxaca (1964-1965), que ya he mencionado.

(Fuente: Dossier del Profesor Sergio Montero, ENCRyM-INAH, ca. 1977; cortesía: Iker Montero).

Figura 14 Intervención en obra histórica por el restaurador Sergio Arturo Montero. 

Sin embargo, uno de sus mayores y más queridos logros sería la restauración, en dos momentos, de las pinturas murales de la Casa de La Moreña, municipio de La Barca, Jalisco (1974-1977, 2007-2010). Esa oportunidad representó una posibilidad única para valorar el comportamiento de materiales de intervención en condiciones y tiempos reales, así como para ponderar sus propias decisiones (Montero 1991; Montero y Alfaro 2013) (Figuras 15 y 16).

(Fotografía: Mauricio Marat; fuente: Dirección de Medios de Comunicación, INAH, 2020).

Figura 15 Restaurador Sergio Arturo Montero Alarcón en la Casa de la cultura de La Moreña, municipio de la Barca, Jalisco, México. 

(Fuente: Dossier del Profesor Sergio Montero, ENCRyM-INAH, ca. 2007-2009; cortesía: Iker Montero).

Figura 16 Procesos de restauración de la imagen de las pinturas murales de La Moreña, temporada 2007-2009. 

Montero también fue innovador en la restauración de obras de arte moderno de autores como Cecil Crawford O’Gorman (1962), Fermín Revueltas (1962), Carlos Mérida (1977-1978) y Joaquín Torres García (2001). Ferviente estudioso y admirador del muralismo mexicano, fungió como director del proyecto de restauración de los murales del Polyforum David Alfaro Siqueiros (1994-1995), (cfr. Montero y Ramírez, 2000b) (Figura 17). Fue además, asesor en iniciativas presentadas en últimas fechas sobre ese bien, que privilegiadamente recibió la experiencia de Sergio Montero.

(Fuente: Dossier del Profesor Sergio Montero, ENCRyM-INAH, ca. 1994-1995, cortesía: Iker Montero).

Figura 17 Vista del Panel exterior no. 10. Mestizaje: el drama de la guerra y el amor durante la conquista, realizado por David Alfaro Siqueiros y restaurado por Sergio Arturo Montero Alarcón, 1994-1995. 

La pericia de Montero se proyectó más allá de las fronteras de México a partir de múltiples comisiones internacionales en Guatemala, Uruguay, El Salvador, Estados Unidos y lugares tan lejanos como Etiopía y Japón (cfr. Montero, 2008), a lo que se agregó su cooperación formativa con la Secretaría de Relaciones Exteriores (1991-1993). Su asesoría en esta competencia abarcó no sólo la restauración de pinturas murales -en particular su desprendimiento- sino también la conservación preventiva y posdesastre, así como el manejo de obras monumentales en exposiciones internacionales. Entre esas comisiones, que abarcaron de 1973 a 2006, están comprendidas Rutas Históricas (Etiopía, 1973); pinturas y decoraciones murales (Antigua Guatemala, 1973; El Salvador, 1994; Uruguay, 1997); comisaría museológica (exposiciones Arte azteca y Arte olmeca, National Gallery of Washington, 1983 y 1996 respectivamente, así como Arte olmeca, Osaka y Omiya 1986).

La versatilidad de la praxis profesional de Montero es sobresaliente no sólo por parecer contraria a la tendencia de especialización profesional de la segunda parte del siglo XX, sino por su papel innovador en la gestación y actuación de una visión integral de la ENCRyM que ha demostrado su efectividad en el ejercicio profesional de sus egresados, en particular en las acciones de diagnóstico reactivo a desastres, realizadas, entre otros momentos, después de los sismos de 1985 y 2017. Lo anterior no fue producto del azar, ya que Montero contaba con experiencia de sobra como coordinador del equipo de restauradores para la inspección y acciones de emergencia en la zona de desastre en Puebla y Tlaxcala posterior al terremoto de 1973.

Heredero de los movimientos de activismo social de principios del siglo XX, Montero forjó su propio camino de organización colectiva en el ámbito disciplinar como miembro asociado del International Institute of Conservation (IIC) y de la Asociación Mexicana de Conservadores del Patrimonio Cultural, A. C., y fue fundador de la Sociedad de Conservadores del Patrimonio Cultural, A. C. (Somecopac) y, en 2008, estuvo postulado como candidato a consejero, en representación de México, ante el Centro Internacional de Estudios para la Conservación y Restauración de los Bienes Culturales (ICCROM, por sus siglas en inglés).

Afortunadamente, Montero fue reconocido en vida con la presea al mérito Ignacio Ramírez (Secretaría de Educación Pública [SEP], 1993), y del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta, 1995); con homenajes en la Somecopac (1995), en la ECRO (2004), en la CNCPC (2004) y con motivo de su jubilación como restaurador perito del INAH en la ENCRyM (2010) (Figura 18).

(Fuente: Dirección de Medios de Comunicación, INAH, 2010).

Figura 18 Restaurador Sergio Arturo Montero Alarcón homenajeado y reconocido por sus cuarenta y cinco años de formar restauradores en la ENCRyM: a su derecha la entonces directora de esta institución, Lic. Liliana Giorguli y como representante de profesores, la Mtra. Carolusa González Tirado. 

También obtuvo la presea del mérito Titiritero (Museo de Huamantla, 2012). Este último galardón desvela la práctica que desde niño desarrolló en el arte guiñol y que, como adulto, lo llevaría a la fundación de la Compañía Teatral Ikerin. Esta afición se amplificaría con su labor como restaurador, a través de los proyectos de restauración de la Colección Rosete Aranda del Museo Rafael Coronel y de la época de oro del teatro guiñol del INBAL (1983, 1990, 2007-2008, 2014; Montero 1995, 2012, 2014). Estas experiencias le servirían para proponer un guiño a la normativa de la restauración; como él mismo señalaría: “Tengo la certeza de que los títeres metidos dentro de una vitrina, dejan de ser títeres. Se tiene que devolver su funcionamiento, si no, no son títeres” (Cid de León, 2009. En Garduño, 2010, p. 40). Esta sabiduría se aplicaría mediante su quehacer restaurativo de títeres y tendría consecuencias en la propuesta de criterios utilitarios y performativos de otros bienes culturales, incluidos aquellos pertenecientes al patrimonio musical y mecánico (cfr. ENCRyM-INAH, STOCRIM, 2013; Medina-González, 2019) (Figuras 19 y 20).

(Fuente: Dossier del Profesor Sergio Montero, ENCRyM-INAH; cortesía: Iker Montero).

Figura 19 Restaurador Sergio Arturo Montero Alarcón con un títere restaurado en la ENCRyM de la colección de la Época de Oro del Teatro Guiñol del inbal. 

(Fuente: Dossier del Profesor Sergio Montero, ENCRyM-INAH).

Figura 20 Imágenes de algunos de los títeres restaurados en la ENCRyM, en un proyecto dirigido por el Restaurador Sergio Arturo Montero Alarcón. 

El legado de Montero es, en efecto, muy amplio y complejo. Apenas podemos empezar a comprender a una figura excelsa, diversificada, protagonista de la historia de la restauración de México, y luchador e impulsor del reconocimiento de esta disciplina en América Latina. Como herencia material quedan más de 30 publicaciones, decenas de clases, conferencias y videos -algunos consultables en el Canal del INAH- sobre intervención en bienes culturales, historia de la ENCRyM y formación en materia de restauración. De ese caudal destaca la literatura que dejó sobre tecnología, conservación-restauración y desprendimiento de pintura mural (Montero 1967a, 1974, 1986). Vale la pena mencionar también la publicación de múltiples escritos sobre el ámbito, poco reconocido hasta nuestros días, del diseño y la elaboración de embalajes para traslado de obra (Montero, 1989, 1990, 1991a, 1991b). Asimismo, es notable su contribución, precursora en México, al desarrollo de guías de conservación preventiva (1995, 1991b). Incluso conocemos la versión publicada de una anécdota sobre el accidente aéreo que sufrió en Bonampak en la década de 1960 (Montero, 2000), texto ganador del concurso Aquí les vengo a contar…, con motivo del 60 aniversario del INAH. Pero, principalmente, tenemos sus obras de restauración y sus enseñanzas, todas representativas de su visión sagaz, su inteligencia vivaz y su genial capacidad de discernimiento teórico, metodológico y práctico de la restauración, del que dejó una vasta reflexión (Montero 1980). Su trabajo como restaurador se extiende más allá de su jubilación, en 2008, ya que esta circunstancia no lo alejó del todo de los asuntos relacionados con la disciplina y los patrimonios de este país, por los cuales profesó enorme devoción.

Como se apuntó arriba, ante la noticia de su fallecimiento, las respuestas en diversos medios electrónicos fueron inmediatas, cariñosas y de admiración. A riesgo de excluir las particularidades, se subraya su legado inmaterial; su papel como pilar de la restauración, como gran formador, puesto que enseñó tanto a ser restaurador como a ejercer la profesión; su recuerdo como compañero generoso en actividades en que se reflejaba la tenacidad de sus convicciones, su aproximación rigurosa, su gesto amable y su muy peculiar sentido del humor. El proyecto de la revista Intervención, muy cercano al corazón editorial de quien suscribe, también le debe gratitud a Montero, por haberse convertido en la plataforma de publicación en la que más asiduamente apareció su obra, técnica o discursiva, en los últimos 10 años de su vida (Garduño, 2010; Montero et al., 2013, 2015 y 2017; Vega 2019). En lo personal, agradezco todos los aprendizajes que como estudiante y, luego, como profesional obtuve del trato con él. Sus pláticas de pasillo y café me dejaron sabios consejos y me hicieron comprender la responsabilidad de nuestro quehacer, maravillarme con las soluciones que él en diversas oportunidades divisó, así como valorar el desarrollo de la profesionalización de la restauración, proyecto mexicano único en el mundo que él, junto con otros grandes, forjó orgullosamente en el corazón del INAH. Me quedan como corolarios todas sus enseñanzas que seguiré recordando, y destacadamente, una advertencia sobre el quehacer de la restauración que él a menudo repetía con cierta sonrisa: “el que nada sabe, a nada teme”. Él sabía y guiñaba ante la profundidad de esta frase. Por ella, por lo anteriormente dicho y por mucho más que todavía queda por reflexionar, lo extrañaremos y nos acompañará siempre, querido profesor.

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Recibido: 30 de Junio de 2020; Publicado: 21 de Septiembre de 2020

Síntesis curricular de el/los autor/es

Isabel Medina-González

Licenciada en restauración de bienes muebles (ENCRyM); maestra en gestión de patrimonio arqueológico (University of York, Reino Unido) y doctora en arqueología (University College London [UCL], Reino Unido). Desde 1993 ha trabajado en el INAH como restauradora, investigadora y docente. En el año 2000 fue galardonada con el Premio Internacional al Joven Americanista, del Congreso Internacional de Americanistas. Ha sido miembro honorario del Institute of Archaeology (UCL, Reino Unido). Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI 1) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt, México) y del Comité del Laboratorio de Diagnóstico de Obras de Arte (LADOA) del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM, México); secretaria académica de ICOMOS-MÉXICO, y jurado de diversos premios y sistemas de becas (INAH, FONCA, PRODEP). Ha trabajado como consultora, coordinadora y asesora en materia de conservación, gestión, normativa y planificación estratégica en sitios arqueológicos e históricos con declaratoria nacional y de patrimonio mundial en México y Latinoamérica, incluyendo, Bonampak, Palenque, Chichén Itzá, Xochicalco, Teotihuacan (México), Tikal (Guatemala), Copán (Honduras), San Agustin y Tierradentro (Colombia), Quapan Ñan (Chile), Misiones Jesuíticas Guaraníes (Paraguay) y los Asentamientos Cacicales Diquis, Costa Rica. Es editora fundadora de Intervención, Revista Internacional de Conservación, Restauración y Museología, cargo que ejerció por 10 años. Actualmente es profesora investigadora y subdirectora de investigación de la ENCRyM. Conjuntamente con el Profesor Sergio Arturo Montero, preparó una Antología del Maestro, hoy en día en proceso de publicación bajo el sello editorial de la ENCRyM-INAH.

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