Introducción
Italia, país que cuenta con el mayor número de sitios Patrimonio de la Humanidad, con un total de 51 inscritos en la lista correspondiente (UNESCO 2017), ha sufrido los efectos de varios terremotos en los últimos decenios.1 El acontecido en la región Umbria y Marche en 1997 dañó más de 10 000 edificios -algunos los destruyó-, entre ellos, muchas iglesias medievales, palacios y construcciones de vivienda históricas (ICOMOS 2000), mientras que el del año 2002 en la región de Molise y Puglia, si bien no ha sido uno de los más intensos en términos de magnitud -5.74 Mw-, deterioró, según los registros (Podestà et al. 2010:332), 586 edificios monumentales, 75% de los cuales correspondió a iglesias, 15% a palacios y 4% a conventos y torres.
Pese a lo anterior y a la alta sismicidad del territorio italiano, en el año 2012 sólo 25 sitios de patrimonio mundial contaban con un plan de manejo, 6 de los cuales estaban en etapa de ejecución (Badia 2012:52). Por lo tanto, una gran mayoría de estos lugares patrimoniales carecía de planificación estratégica para abordar su resiliencia ante los cambios. Es de notar que se ha recalcado la importancia de la evaluación continua para el manejo del cambio en Managing Cultural World Heritage (UNESCO/ICCROM/ICOMOS/IUCN 2013), manual que subrayó: “si se requieren cambios -tanto para mejorar el sistema de manejo como para asegurar que responda a nuevas necesidades-, la evaluación por sí misma deberá establecer cómo introducirlos” (UNESCO/ICCROM/ICOMOS/IUCN 2013:54, trad. de la autora). Por ejemplo, puede ser necesario hacer cambios ante una situación catastrófica al momento en que el Comité de Patrimonio Mundial inscribe el bien cultural en la Lista del Patrimonio Mundial en Peligro2 (UNESCO/ICCROM/ICOMOS/IUCN 2013:144). Asimismo, es relevante subrayar que, con el fin de controlar los efectos de las catástrofes asociadas a fenómenos naturales o antrópicos, dicho comité recomienda a los Estados Partes incluir la prevención del riesgo en las líneas estratégicas de los planes de manejo de los sitios de Patrimonio Mundial (UNESCO-WHC 2015:23). También se requiere que tanto en el desarrollo como en la puesta en práctica y el monitoreo de las líneas estratégicas se definan indicadores cuantitativos y cualitativos, “ya que esta documentación es necesaria para el seguimiento de la sostenibilidad de los sitios” (Labadi 2015:154, trad. de la autora).
En la actualidad se cuenta con varios esquemas metodológicos o modelos de planificación estratégica, desarrollados en varios lugares del mundo para sitios patrimoniales (por ejemplo, Demas 2002; Medina-González 2006; Johnston 2010), todos ellos basados en The Australia ICOMOS Charter for Places of Cultural Significance (Australia ICOMOS 2013 [1979]), mejor conocida como la Carta de Burra. La presente INVESTIGACIÓN analiza algunos de esos esquemas con el objeto de alentar que se incorpore en los planes de manejo una línea estratégica de mitigación del riesgo, y propone un sistema de indicadores cualitativos y cuantitativos para la evaluación de su sostenibilidad. Éstos se enfocan, principalmente, en el análisis tanto de las amenazas a escala territorial como de la vulnerabilidad sísmica de edificios de mampostería de piedra, ladrillo y adobe. Finalmente, la propuesta se aplica en un ejercicio de evaluación a un caso de estudio: el sitio inscrito en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO I Sassi e il parco delle chiese rupestri di Matera (Los Sassi y el conjunto de iglesias rupestres de Matera) (Colonna y Fiore 2014), mejor conocido como Sassi di Matera, en Italia.
Breve revisión de esquemas metodológicos o modelos de planificación estratégica patrimonial
James Kerr (2013 [1996]) define el instrumento denominado plan de manejo para la conservación de los sitios de relevancia cultural europea como “un documento que establece lo que es significativo en un lugar y, en consecuencia, qué políticas son apropiadas para permitir que se mantenga esa significación en su desarrollo y uso futuro. En la mayoría de los lugares, aborda el manejo del cambio.” (Kerr 2013 [1996]:1, trad. de la autora). El modelo de Kerr (2013 [1996]) estableció un proceso lógico basado en el significado (Figura 1), el cual comienza con la comprensión del sitio mediante su descripción detallada y continúa con una evaluación de su relevancia y la definición de la Declaración de Significación; posteriormente, se propone analizar la condición física del sitio y los requerimientos o presiones externas para, finalmente, desarrollar políticas que las afronten y también mejoren los aspectos positivos del sitio (Young 2002:61).
Varios autores (Demas 2002; Medina-González 2006; Johnston 2010) han propuesto variantes a las etapas de planificación definidas, primero, por la Carta de Burra (Australia ICOMOS 2013 [1979]) y desarrolladas, más tarde, por James Kerr (2013 [1996]), siempre considerando que el proceso de planificación presenta una progresión lógica, aunque no estrictamente lineal (Demas 2002:29). Estos modelos han incorporado el concepto de “manejo del cambio”, al señalar la importancia de adaptar periódicamente, a través del monitoreo y la evaluación de indicadores, el plan de manejo. Sin embargo, un aspecto que se ha de subrayar es que sólo algunos de estos modelos han explicitado la noción de “gestión de los riesgos”. En la tercera etapa del modelo de Johnston (2010:8) (denominada identificar problemas) se mencionan los riesgos derivados de fenómenos naturales -como las inundaciones, las tormentas y las sequías- y las amenazas antrópicas -como el robo, los incendios o el vandalismo-. Demas (2002:27) indica, asimismo, que pese a que no es posible resolver definitivamente los problemas derivados de las amenazas asociadas a los fenómenos naturales, el proceso de planificación debe abordarlos por razón de que “su impacto puede ser controlado o mitigado” (Demas 2002:27), lo cual posibilita que las decisiones para preservar los valores del sitio sean más sustentables.
Por su parte, la propuesta metodológica de Medina-González (2006:61) en la etapa de planeación del futuro del sitio propone que se desarrollen políticas, estrategias y programas para el manejo y control de los desastres.
Ahora bien, con base en algunas obras de la bibliografía hasta aquí referida y en un proceso de consulta nacional a los encargados de los sitios UNESCO y de los sistemas turísticos locales, en el año 2004 el ministerio italiano para los Bienes y las Actividades Culturales y del Turismo (MIBACT, Ministero dei Beni e delle Attività Culturali e del Turismo) planteó un modelo de lineamientos para el desarrollo de los planes de manejo de los sitios inscritos como Patrimonio de la Humanidad, intitulado Il modello del piano di gestione dei beni culturali iscritti alla lista del Patrimonio dell’Umanità. Linee Guida (MIBACT 2004). Éste propone un análisis integrado del sitio que identifica las fuerzas de modificación externas y los escenarios futuros, para desarrollar proyectos estratégicos y verificar “el cumplimiento de las metas mediante una serie de indicadores que permiten el monitoreo sistemático” (MIBACT 2004:21). En relación con la prevención y mitigación, el modelo (MIBACT 2004:15) señala que el nivel de riesgo depende de tres causas: el valor del bien cultural, las amenazas y la vulnerabilidad. Asimismo, señala que deben evaluarse los factores de daño intrínseco y extrínseco con el objeto de evidenciar, por ejemplo, la predominancia o frecuencia de un fenómeno determinado (MIBACT 2004:27), y recomienda consolidar la información con mapas de riesgos mediante bases de datos y un sistema de información geográfica (MIBACT 2004:50).
Los modelos de planificación para lograr el manejo del cambio propuestos por varios autores señalan la importancia de conocer la condición física del sitio y las presiones externas, para lo cual habría que basarse en procedimientos simplificados de evaluación del riesgo a partir de las variables que lo definen según Il modello italiano (MIBACT 2004): la vulnerabilidad, las amenazas y la exposición a éstas. Así, con la revisión de algunos procedimientos simplificados de evaluación del riesgo propuestos por otros autores se identificarían metodologías de diagnóstico del patrimonio cultural, y se definirían indicadores cuantitativos y cualitativos que podrían monitorearse sistemáticamente para la evaluación, adaptación y mejora del plan.
El concepto del “riesgo” en los planes de manejo de los sitios de Patrimonio Mundial
La Carta de Burra señala en su artículo 2° que “los lugares de relevancia cultural deben salvaguardarse y no deben ponerse en riesgo o dejarse en un estado vulnerable” (Australia ICOMOS 2013 [1979]: 3, trad. de la autora). Asimismo, las Directrices prácticas (UNESCO 1972) recomiendan que “los Estados Partes incluyan la preparación para afrontar los riesgos como un elemento en los planes de manejo y líneas estratégicas de los sitios de Patrimonio Mundial” (UNESCO-WHC 2015:23, trad. de la autora). Por lo tanto, en la redacción de las políticas de planificación estratégica de un sitio Patrimonio Mundial parece ineludible considerar las vulnerabilidades y amenazas que lo ponen en riesgo. Desafortunadamente, las Directrices prácticas de la Carta de Burra (Australia ICOMOS 2013 [1979]) no clarifican la diferencia conceptual entre amenaza, vulnerabilidad y riesgo, ya que los tres se asocian a la amenaza antrópica tanto por falta de mantenimiento como por alteraciones negativas o demoliciones.
Sin embargo, el concepto de “riesgo” ya se ha utilizado para realizar la evaluación de la condición de los sitios tanto en la Carta del Rischio (Mapa del riesgo,ISCR 1992) en Italia, en mars: The Monuments at Risk Survey of England, 1995: Main Report (Darvill y Fulton 1998), y en los informes periódicos de ICOMOS sobre los monumentos y sitios en peligro (2000).
Debido a la implementación de la Carta del Rischio (ISCR 1992) en Italia, el plan de manejo del sitio inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO Le città tardo barocche del Val di Noto (Las ciudades del Barroco tardío del Valle del Noto, Guido 2002) en Sicilia, identificó factores de amenaza ambiental en un sistema de información geográfica.3 Otro plan de manejo que se hace cargo de los riesgos es el del sitio The Old and New Towns of Edinburgh (Las ciudades antiguas y nuevas de Edinburgo, HS/CEC/EWT 2011), que a través de políticas locales aborda temas como: el cambio climático; el riesgo de incendio; la prevención de inundaciones, y las presiones del desarrollo descontrolado (HS/CEC/EWT 2011:64-66). Asimismo, el plan de manejo del sitio arqueológico de Stonehenge (Young et al. 2009) planteó la relevancia de desarrollar tanto una línea estratégica para identificar los riesgos potenciales derivados de las tormentas y del vandalismo como planes de emergencia (Young et al. 2009:70). Otros planes de manejo, como el de la Zona Arqueológica de Chichén Itzá, en México (INAH-Conaculta 2009), el de las Oficinas Salitreras Humberstone y Santa Laura, en Chile (CMN 2004), y el del sitio arqueológico de Joya de Cerén, en El Salvador (Castellanos et al. 2002), entre otros, también han resaltado la trascendencia de la evaluación, la prevención y el manejo del riesgo de desastres. Sin embargo, no se establecen indicadores medibles de amenazas y vulnerabilidad que permitan un monitoreo sistemático, como tampoco una metodología que haga posible realizar un diagnóstico global de los riesgos.
Un sitio de Patrimonio Mundial que presenta un alto riesgo asociado a fenómenos naturales es el Centro Histórico de la Ciudad de México, inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1987, en conjunto con Xochimilco, asociando su valor universal excepcional a la transformación del paisaje (ACH-FCH CDMX 2011:5), por lo que su valor fundamental es también uno de sus principales riesgos. Debido a su extensión y complejidad, el plan de manejo señala que es necesaria la retroalimentación entre la información contenida en los catálogos de patrimonio y los bancos de datos relativos al ordenamiento territorial y a los mapas de riesgos (ACH-FCH-CDMX 2011:76). Sin embargo, probablemente por la falta de una metodología o de indicadores medibles para la evaluación de los riesgos, no se han analizado sistemáticamente todas las amenazas que podrían afectar el sitio, ni la vulnerabilidad sísmica de los edificios que, por las características del subsuelo lacustre, constituye otro riesgo importante.
Un sitio de Patrimonio Mundial emblemático por el precario estado de conservación de su arquitectura de tierra es la Zona Arqueológica de Chan Chan, en Perú, que fue inscrita en la lista de la UNESCO en 1986, y en el mismo año, incluida en la Lista del Patrimonio Mundial en Peligro (Castellanos 2001:110). El plan de manejo de este sitio no propone un mapa de riesgo, aunque el diagnóstico sí analiza sus vulnerabilidades y amenazas. Dentro de los indicadores de estas últimas se mencionan: eventos sísmicos; el fenómeno del niño, asociado a lluvias torrenciales, inundaciones y aluviones de lodo; la acción conjunta del sol, los vientos alisios que son húmedos y salinos, la humedad nocturna y las lluvias esporádicas; el deterioro por agentes biológicos, como el crecimiento de raíces y vegetación (Hoyle y Castellanos 1999:15-19), y factores relacionados con su manejo y con el contexto social, como el avance urbano y la producción agrícola e industrial (Castellanos 2001:109). Además, el proceso de planificación del sitio incluyó la zonificación como una etapa importante para afrontar las tareas a corto, mediano y largo plazos (Figura 2), y también para definir las intervenciones para disminuir las vulnerabilidades y mitigar las amenazas (Hoyle y Castellanos 1999:15).
Los planes de manejo actualmente instrumentados han reconocido la importancia de la evaluación, la prevención y el manejo del riesgo de desastres; sin embargo, una importante problemática en el abordaje del tema es que, a pesar de que existe un amplio acuerdo entre los administradores de los sitios respecto de las causas generales del deterioro de los bienes, no queda claro cómo medir los grados de amenaza y vulnerabilidad. Así, las estrategias y proyectos concretos de los planes han surgido para resolver factores de deterioro caso por caso, sin una metodología de diagnóstico global que prevea indicadores medibles de amenazas y vulnerabilidad, lo cual no redunda en el desarrollo de una zonificación en mapas de riesgos y un monitoreo sistemático. La definición de un sistema de indicadores, organizado en una base de datos integrada y con una zonificación coordinada con los instrumentos de planificación territorial darían la posibilidad de direccionar estudios e investigaciones específicos; realizar diagnósticos, al superponer zonificaciones de amenazas con inmuebles vulnerables, y priorizar el monitoreo y los proyectos de conservación preventiva.
Propuesta de metodología para la mejora de los sistemas de diagnóstico como parte de la línea estratégica de mitigación del riesgo
La definición de una línea estratégica de mitigación del riesgo con un sistema de indicadores tiene como objeto realizar no sólo un diagnóstico, sino también un pronóstico de los escenarios posibles, para así priorizar los programas o planes de acción desde una perspectiva de prevención.
El diagnóstico se refiere al examen y análisis de la condición actual, para determinar las causas probables del deterioro. El pronóstico es implícito en el diagnóstico, pero no suele presentarse explícitamente. Al vincular las condiciones existentes con la documentación histórica y el diagnóstico, se pueden estimar las tasas de deterioro y, por lo tanto, evidenciar las prioridades de intervención para la toma de decisiones (Demas 2002:39, trad. de la autora).
Con base, primero, en el esquema de planificación desarrollado para la Zona Arqueológica de Chan Chan (Figura 2), que evidencia la importancia de la zonificación en el marco de la planificación estratégica; enseguida, en el modelo de Demas (2002), que incluye el análisis del contexto de manejo, y por último en el modelo desarrollado por el MIBACT (2004), en el que la evaluación sistemática de los indicadores permite la adaptación del plan de manejo, en la Figura 3 se propone un esquema general con la finalidad de incorporar la línea estratégica de mitigación del riesgo con su sistema de indicadores, que también es aplicable a otras líneas estratégicas.
El riesgo se define como “la combinación de la probabilidad de que se produzca un evento y sus consecuencias negativas” (UNISDR 2009:29). Las ecuaciones para evaluar el riesgo (R) consideran en general dos variables: la vulnerabilidad (V) y las amenazas (A), y existen variaciones en el concepto de la tercera variable, que ha sido definida como: los elementos en riesgo (ER) (Varnes e IAEG 1984:10), la exposición (E) (Guevara et al. 2004:20) o el valor cultural (VC) (MIBACT 2004:15). Por lo tanto, el riesgo se define como:
R = (V x A) (ER; E; VC)
Debido a que el valor de los elementos en riesgo, que constituye la tercera variable, debe definirse caso por caso, dependiendo de los valores otorgados por los involucrados con el sitio y manifestados en la declaración de significación,4 estos indicadores no se propondrán en el presente artículo.5
La metodología que se propone para mejorar los sistemas de diagnóstico del patrimonio inmueble como parte de la línea estratégica de mitigación del riesgo es la selección de un sistema de indicadores cualitativos y cuantitativos -que puedan reflejarse en una zonificación y monitorearse para la actualización del plan-, a partir de la revisión y aplicación de dos metodologías de evaluación del riesgo sísmico preexistentes y complementarias. Una es el método simplificado de evaluación de la vulnerabilidad sísmica de la tipología de iglesias, o LV1, establecido por el MIBACT en Italia (DPCM 2011:79-85), que analiza los posibles mecanismos de colapso que se activarían ante un evento sísmico; y la otra es la propuesta por Díaz Fuentes (2016) para la evaluación del riesgo en el patrimonio cultural inmueble, la cual consideró los conceptos desarrollados en los manuales internacionales para el manejo de los riesgos en el patrimonio cultural (Feilden 1987; Stovel 1998; ICCROM/UNESCO 2009; UNESCO/ICCROM/ICOMOS/IUCN 2010), que se centran en la identificación de las causas intrínsecas y extrínsecas de deterioro de los edificios históricos, entendidas como la vulnerabilidad y como las amenazas respectivamente.
Método LV1 ( DPCM 2011 )
La evaluación de la vulnerabilidad sísmica del patrimonio monumental se ha desarrollado extensamente en Italia debido a que el registro de los daños en los monumentos, luego de los recientes terremotos, ha permitido analizar estadísticamente los mecanismos de daño asociados a determinadas intensidades sísmicas, y proponer metodologías para evaluar su vulnerabilidad en una etapa preventiva; por esta razón, esta metodología forma parte del marco regulatorio del patrimonio italiano (DPCM 2011). Las iglesias, como tipología, son las más estudiadas en términos de su vulnerabilidad y probabilidad de daño ante un terremoto, ya que resultan dañadas incluso con sismos de baja intensidad, por lo que los registros de los daños son extensos (Lagomarsino y Podestà 2005). Con base en estos estudios, la guía italiana (DPCM 2011) propuso el método LV1 para definir un índice de vulnerabilidad en la tipología de iglesias, basado en el análisis de 28 mecanismos de colapso de sus macroelementos6 (Figura 4), que pueden activarse ante un fenómeno sísmico.
El índice de vulnerabilidad (iv) se calcula con la ecuación (1), donde vki es el puntaje de los indicadores de fragilidad, vkp el puntaje de los dispositivos que aumentan la resistencia sísmica, y ρk el peso de cada mecanismo de colapso.
Por medio de este método es factible, a partir del índice de vulnerabilidad, calcular mediante las ecuaciones (2) y (3) la aceleración del suelo que genera el estado límite de daño (SLD) y el estado límite de salvaguardia de la vida (SLV).7 El índice de seguridad (IS) se calcula mediante la ecuación (4) dividiendo la aceleración correspondiente al estado límite por la aceleración máxima del suelo (AG o PGA, por sus siglas en inglés), siendo seguro si el resultado es mayor o igual a 1 (DPCM 2011:65).
Método Díaz Fuentes (2016)
Para evaluar la vulnerabilidad sísmica y las amenazas, el método simplificado Díaz Fuentes se aplica mediante dos herramientas. La que evalúa la vulnerabilidad se propuso con base en la ficha GNDT (Ferrini et al. 2003), la norma chilena núm. 3332 (INN 2013) para el patrimonio construido en tierra e investigaciones recientes sobre las construcciones de mampostería que abarcaron temas como: la estabilidad de las secciones de muros por la presencia de trabas transversales (Binda y Saisi 2001); la consolidación con materiales similares a los originales (cfr. Carocci 2001; Modena et al. 2009), y el comportamiento sísmico a través de los mecanismos de colapso (cfr. D’Ayala y Speranza 2002; Roca 2008; Díaz 2008). Además, se incluyeron algunos indicadores sociales que también podrían aumentar indirectamente la vulnerabilidad, como la accesibilidad, el aislamiento, la relación con el contexto geográfico y la comunidad, entre otros (Jorquera y AGR-CMN 2013). Esta herramienta evalúa indicadores (Figura 5) que se ponderan con un puntaje (v) y con un peso (p), relacionando con su importancia en el comportamiento sísmico del edificio (Díaz Fuentes 2016:189). El índice de vulnerabilidad (V) se calcula con la ecuación (5):
Por otra parte, la herramienta que evalúa las amenazas tomó en cuenta programas implementados, como la Carta del Rischio (ISCR 1992) en Italia, y documentos del ámbito de la planificación territorial desarrollados por el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) (cfr.Zepeda y González 2001; Ramos 2006) en México. Para definir el índice de amenaza sísmica se deben considerar sólo los indicadores propuestos en Díaz Fuentes (2016) que influyen en el comportamiento sísmico del edificio: la intensidad macrosísmica; el deslizamiento de laderas o fractura de la roca, y debido a que su principal consecuencia es el deterioro del material, procesos continuos como la erosión, el estrés físico, la contaminación atmosférica, la amenaza socio-organizacional y la falta de mantenimiento. El índice de amenaza (A) se obtiene sumando todos los parámetros, considerando su influencia, como amplificador de la amenaza sísmica, en el comportamiento sísmico del edificio según la Figura 6 (Laterza et al. 2016a; 2016b; 2017).
El riesgo sísmico resultante (R), ya definido como “la combinación entre la probabilidad de que ocurra un evento y sus consecuencias negativas” (UNISDR 2009), finalmente se calcula multiplicando el índice de vulnerabilidad sísmica (V) por el índice de amenaza sísmica (H), según la expresión (6):
Propuesta de sistema de indicadores
Con base en los parámetros definidos en el método LV1, actualmente vigentes en los lineamientos que forman parte de la normativa italiana (DPCM 2011), y los definidos por Díaz Fuentes (2016) para evaluar las vulnerabilidades y amenazas, los indicadores que se propone incluir para la mejora del sistema de diagnóstico y aseguramiento de los inmuebles en los planes de manejo se dividen en dos grandes grupos: vulnerabilidad o causas de deterioro intrínsecas, y amenazas o causas extrínsecas (Figura 7).
Se proponen cinco tipos de indicadores de vulnerabilidad o causas de deterioro intrínsecas. El primero, mecanismos de colapso, se utiliza sólo cuando se analizan iglesias, y comprende los 28 mecanismos de colapso que eventualmente se activarán ante un terremoto, cuya vulnerabilidad se analiza con el método LV1 (DPCM 2011), obteniendo un índice de vulnerabilidad (i v ) y un índice de seguridad (IS). El segundo, posición del edificio, comprende el análisis del emplazamiento del edificio en un terreno plano o en pendiente, en suelo blando o duro, y el tipo de cimentaciones. El tercero: inherente a la estructura, analiza el edificio en virtud de su configuración en planta y en elevación; la distancia entre muros, es decir, sus proporciones geométricas en función del espesor de aquéllos; los elementos no estructurales que pueden caer en caso de un terremoto; el tipo, organización y calidad de su sistema resistente, y sus estructuras horizontales y cubiertas. El cuarto, estado de conservación, comprende la evaluación de la condición actual del edificio y, además, las alteraciones negativas en su sistema constructivo y entorno. Finalmente, el quinto, vulnerabilidad al fuego, evalúa en términos generales la presencia de elementos que favorecerían la provocación o propagación de un incendio.
Asimismo, se proponen tres tipos de indicadores de amenazas o causas de deterioro extrínsecas, que se analizan con base en información histórica sobre escenarios de daño. El primero, amenazas naturales de acción ocasional, comprende la amenaza sísmica, de tsunami, volcánica, hidrometeorológica y de deslizamiento de laderas; el segundo, amenazas de naturaleza física, aquellas relacionadas con el ambiente, la erosión y el estrés físico, y el tercero, amenazas antrópicas, la amenaza química, la contaminación atmosférica, la amenaza socio-organizativa y la falta de mantenimiento. Como se explicó al describir el método propuesto por Díaz Fuentes (2016), al cuantificar los indicadores tanto de vulnerabilidad sísmica como de amenazas que influyen en el comportamiento sísmico del edificio, es posible calcular el riesgo sísmico total.
Aplicación de los indicadores cualitativos y cuantitativos del riesgo en las iglesias del sitio UNESCO I Sassi di Matera (Los Sassi de Matera)
En la revisión de antecedentes, como el registro de la Fundación La Scaletta (1960), los estudios de Tommaselli (2002) y el catastro de la municipalidad de Matera (CM 2014), entre otros, se encontraron 60 iglesias dentro del perímetro del sitio: 14 totalmente excavadas, 22 excavadas-construidas y 24 construidas. Luego de una primera caracterización arquitectónica, constructiva y del estado de conservación de los casos de estudio, los métodos simplificados LV1 (DPCM 2011) y Díaz Fuentes (2016) se aplicaron en seis iglesias (Laterza et al. 2017). Cuatro de éstas son de mampostería de piedra: Sant’Agostino y San Giovanni Battista, que presentan bóvedas de piedra en la techumbre, y San Francesco d’Assisi y San Pietro Caveoso, también con bóvedas de piedra y, además, techumbres de madera. Otras dos iglesias que se analizaron son: San Nicola dei Greci, que corresponde a la tipología completamente excavada en la roca, y Santa Maria de Armenis, principalmente excavada, pero cuya fachada fue construida en mampostería de piedra (Laterza et al. 2016b) (Figura 8).
Con base en la aplicación de los indicadores para la evaluación del riesgo sísmico de las iglesias del sitio UNESCO I Sassi di Matera, fue posible determinar amenazas que afectan no sólo a las iglesias sino incluso a la totalidad del sitio. Si bien Matera se encuentra en una zona con sismicidad moderada, con una máxima intensidad macrosísmica observada igual a VII (Rovida et al. 2011), la ciudad presenta el más alto riesgo hidrogeológico de la región, debido a que se ubica aledaña al río encajonado Torrente Gravina, el cual genera prominentes barrancos formados por roca calcárea dolomítica dura, pero fracturada en capas y a menudo con deterioro kárstico, en una zona rodeada de fallas geológicas (Giasi 2006 [1999]). Por lo anterior, un posible programa debería abordar el estudio del riesgo de fractura de la roca en el borde del barranco del río Torrente Gravina, donde existen importantes monumentos, como la iglesia de San Pietro Caveoso y Sant’Agostino (Figura 9).
En relación con la aplicación de los indicadores de vulnerabilidad, el análisis cualitativo permitió realizar un diagnóstico que puede orientar programas específicos en el plan de manejo, como mejorar el arriostramiento de los muros laterales de las naves mediante contrafuertes; reforzar los frontones en las iglesias de San Francesco d’Assisi y San Giovanni Battista; compensar el empuje de las bóvedas con contrafuertes o tensores metálicos; eliminar la inyección de cemento sobre la bóveda de la iglesia de Sant’Agostino, y en los casos de las iglesias rupestres excavadas en la roca -San Nicola dei Greci y Santa Maria de Armenis-, proponer un proyecto para evitar la filtración de agua de lluvia, causante de su principal deterioro: la presencia de pátina biológica y el desgaste kárstico (Laterza et al. 2017). Si bien, como he dicho, la sismicidad de Matera es menor, según los resultados de la aplicación de los dos métodos (Figura 10) la iglesia de Sant’Agostino resultó en situación de inseguridad, por lo que se debe priorizar su conservación.
Por otra parte, los mecanismos de daño más probables que pueden activarse ante un terremoto son: aquellos fuera del plano y en el plano de la fachada; las fallas en las bóvedas de las naves central y laterales, presbiterio y ábside; el mecanismo fuera del plano en el ábside, y los mecanismos por la interacción de irregularidades en planta y en elevación. Por lo anterior, algunas medidas de conservación preventiva que debieran evaluarse en el marco de un proyecto de consolidación considerando los lineamientos italianos (DPCM 2011:104-121) son: la incorporación de tensores metálicos o contrafuertes para evitar los mecanismos fuera del plano de los muros y para compensar el empuje de las bóvedas, y bandas externas con materiales, como las fibras de carbono, para mejorar la conexión entre el frontón y el muro de fachada, y para consolidar las bóvedas.
Conclusiones
La implementación de políticas de prevención sísmica para el patrimonio cultural inmueble requiere conocimiento del riesgo al que están sometidos los edificios históricos a escala territorial. Para adquirirlo en un tiempo breve, y que sea homogéneo y específico sobre las vulnerabilidades y amenazas, pueden utilizarse métodos simplificados de diagnóstico del riesgo sísmico, como el Díaz Fuentes (2016) y el LV1 (DPCM 2011), cuyos parámetros permitirían aclarar un procedimiento de diagnóstico y aseguramiento de los edificios.
Si los indicadores propuestos en estos métodos se incorporan en los planes de manejo de los sitios inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO mediante una base de datos ligada a un sistema de información geográfica, cada edificio -en este caso, el patrimonio religioso- podría contar con una serie de datos estructurados a partir de fichas, relacionados con el conocimiento de la construcción, su estado de conservación, su vulnerabilidad sísmica y las amenazas inherentes. Además, con la posibilidad de cuantificar estos indicadores, se tendría un monitoreo sistemático de las modificaciones del riesgo de los inmuebles. Esta base de datos -en el marco de una estrategia de mitigación de riesgos preparada para el manejo del cambio- podría constituir una guía para la toma de decisiones y para definir programas específicos de conservación preventiva.
La utilidad de estos indicadores se pudo comprobar en la aplicación en el caso de estudio de las iglesias de Matera, ya que se identificaron amenazas, como la erosión kárstica del suelo, que requiere estudios minuciosos, y vulnerabilidades específicas de los edificios, que demandan obras de consolidación preventiva. Si bien el plan de acciones 2014-2019 del sitio inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO I Sassi di Matera propuso el desarrollo de un mapa de factores de riesgo ambiental (Colonna y Fiore 2014:11), hasta la fecha no se cuenta más que con uno general sobre la amenaza de fractura de la roca, basado en la carta geológica de la municipalidad de Matera (CM 2014), debido a que no se han propuesto indicadores específicos de evaluación del riesgo.
La incorporación de la línea estratégica de mitigación del riesgo con un sistema de indicadores evaluados mediante dos metodologías simplificadas, como se ha propuesto en esta INVESTIGACIÓN, permitirá, por un lado, establecer listas de prioridades con base en el puntaje para, con ello, identificar los bienes más vulnerables, y además orientar las medidas de conservación preventiva, las obras de mitigación en el entorno de los bienes y la realización de estudios más detallados. Asimismo, el sistema con los indicadores propuestos podría facilitar la implementación y el monitoreo de la línea estratégica, aumentando así la sostenibilidad de los sitios.
La definición sistemática de una línea estratégica de mitigación del riesgo en los planes de manejo de los sitios de Patrimonio Mundial podría constituir un primer paso hacia la generación de compromisos políticos y técnicos entre los administradores de los sitios, las autoridades de gobierno y las instituciones encargadas de la protección del patrimonio, con el objeto de obtener recursos para la conservación preventiva con base en un diagnóstico homogéneo para todos los sitios. De esta forma, se respondería al requerimiento del Comité de Patrimonio Mundial de la UNESCO y, al mismo tiempo, se aumentaría la conciencia de los involucrados con los sitios sobre la necesidad de ejecutar acciones preventivas.