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Intervención (México DF)

versão impressa ISSN 2007-249X

Intervención (Méx. DF) vol.2 no.4 México Jul./Dez. 2011

 

Editorial

 

Hoy en día, una revisión literaria sobre el tema del patrimonio cultural sorprende, entre otras razones, tanto por la explosión de significados adscritos al concepto como por el creciente número de definiciones en torno de él. La aproximación intelectual a este fenómeno no debiera reducirse —de manera general y en cada una de sus vertientes— a un mero ejercicio semántico, en tanto que su desarrollo responde a cambios, avances y renovaciones sustanciales, a veces paradigmáticos, de la disertación sobre el objeto de atención e intervención de la conservación, la restauración, la museología y otras disciplinas afines, como la historia del arte, la arqueología y la antropología. Valga aquí, pues, hacer un breve análisis en tres escalas.

La primera corresponde al ámbito tipológico, cuya condición multiplicadora podría representarse a partir de una metáfora darwiniana: efectivamente, el origen de las distintas variedades patrimoniales ha sido en gran parte resultado de un necesario proceso de adaptación. Así, a los patrimonios histórico, arqueológico y artístico se han sumado el industrial, el inmaterial, el vernáculo, el urbano y el contemporáneo, categorías, todas ellas, que en su riqueza específica diferencian formas del ser patrimonial y exigen nuevas miradas para abordarlo, estudiarlo, conservarlo y difundirlo.

Un segundo nivel analítico se refiere a la construcción intelectual del sujeto patrimonial. Al respecto, ya hace tiempo David Lowenthal, en The Heritage Crusade and the Spoils of History (1998: 94, Cambridge, Cambridge University Press), señaló acertadamente que el concepto de patrimonio se resiste a una interpretación absoluta. A ello responden no sólo la variedad y abundancia de significaciones relacionadas con la diversidad de contextos geográficos, temporales, sociales y culturales, sino también las infinitas posibilidades de reconfiguración tanto de la esfera académica como de la matriz social.

Una trayectoria paralela de aproximación a la idea del patrimonio: la tercera, es la que ha fructificado en formulaciones que engloban la experiencia patrimonial en su totalidad. Metacategorías como la de sitio, lugar, paisaje y territorio son algunos productos de esta tendencia extensiva que a la postre han apostado a un dinamismo conceptual. Así, la edificación de la noción de patrimonio depende cada vez menos de su forma y fondo, para adquirir la perspectiva de un proceso de construcción colectiva que parte de las relaciones constitutivas que le sirven como estructura y medio estructurante.

Desde este ángulo, aparece una innovadora alternativa de reformulación conceptual: el patrimonio formulado a partir del anclaje de la noción de espacio, entendido éste como la esfera apropiada y valorizada, tanto simbólica como instrumentalmente, por grupos humanos, que no sólo combina diferentes dimensiones y contenidos sino también significantes, producciones y prácticas articuladas en un ámbito cuyas fronteras están determinadas por las relaciones de diversos actores, inscritos en otros tantos campos sociales y de poder.

Así, lo que sugerimos con la foto de portada de este volumen de Intervención es, precisamente, la idea del espacio patrimonial, en cuya sintaxis, euclidiana y funcional, el contenido de nuestra revista se postula como una escalera que encamina a múltiples entradas y salidas.

Por lo antes dicho, nos complace la gran multiplicidad de orígenes de las contribuciones reunidas en este ejemplar: organizaciones locales, nacionales e internacionales, así como ámbitos institucionales y privados. Un primer entramado, por tanto, es cartográfico: sus vectores constituyen una diversidad de visiones que estructuran y articulan el pensamiento y la acción relacionadas con la esfera patrimonial. Los diferentes puntos de partida profesionales de nuestros colaboradores, quienes practican, hablan y argumentan desde la museología, la arquitectura, el urbanismo, la restauración, la ciencia, la filosofía y la antropología, conforman una red interdisciplinaria nutrida por las matrices epistemológicas de cada campo de especialidad. Un segundo mapa de recorrido respondería, entonces, a los nodos de formulación de los argumentos, ya que los autores aducen razones tanto desde la palestra de la postulación teórica y la formulación metodológica como con base en la experiencia práctica y la retrospección reflexiva. De conformidad con aquéllas o con éstas, lo que destaca es la creatividad de cada una de las contribuciones: algunas trascienden la conceptualización más generalizada del patrimonio cultural por cuanto discuten casos que ya no corresponden a los dominios de bienes culturales inmuebles, muebles e inmuebles por destino, ampliamente tratados en los números anteriores de Intervención. Así, a este espacio conceptual se han sumado otras entidades patrimoniales, contenidas en entornos construidos cultu-ralmente que los grupos humanos hacen suyos mediante la apropiación, la interpretación y la valoración simbólica, el urbanismo, el territorio, el paisaje natural y el objeto sacro. Asimismo, se integran otras lecturas, que, al centrarse en el objeto por intervenir con el fin de acoger a los sujetos implicados —los agentes sociales, las instituciones, e incluso las normatividades y los ámbitos culturales donde transcurre la interacción entre ellos—, han abandonado las ideas tradicionales de la conservación, la restauración y la museografía. Paradójicamente, el espacio aquí dibujado nos muestra que el patrimonio traza retículas donde prevalecen tanto los acuerdos como los desacuerdos. Los conflictos, las negociaciones y los consensos dan lugar a nodos de interacción que, al desplegar la vida social, expresan la creatividad humana en toda su complejidad.

Una propuesta innovadora respecto del tema de la configuración social del patrimonio se abre en nuestra sección de DEBATE. El texto introductorio, sugerentemente intitulado "Para construir casas", nos remite a la esfera teórica y experiencial donde se discuten y toman decisiones para las intervenciones de conservación, poniendo énfasis en un campo simbólico poco estudiado: el objeto venerado. Al cuestionarnos los límites del espacio concedido a la participación social en relación con aquéllos conferidos a la experiencia y el criterio del restaurador como profesional, Renata Schneider busca crear un balance entre los postulados teóricos tradicionales de la conservación-restauración desde un arranque filosófico, para clarificar la esencia de esta disciplina desde la base normativa. En su réplica, Yuri Escalante Betancourt apuntala argumentos sobre la naturaleza fundamentalmente social de la especialidad, creando un nodo compartido entre ésta y la antropología aplicada. En el camino de la tradición antropológica latinoamericana, esta propuesta de restaurar a la restauración se distancia de la ontología, para fundamentarse en la deontología, disponiendo un cimiento de edificación de hogares disciplinares poblados de nuevas perspectivas científicas, dialógicas y participativas, comprensivas de la alteridad y de la fusión de horizontes. Eugenia Macías Guzmán, por su parte, afronta la discusión con materiales distintos: la epistemología alimentada por la historia del arte y la antropología cons-tructivista. Sus "diálogos" con Schneider nos abren, entre otras disyuntivas, lecturas diferidas sobre los postulados de dos figuras claves en el desarrollo teórico de la conservación-restauración: Cesare Brandi y Salvador Muñoz, con el fin de evaluar su relevancia en el presente como herramienta de análisis y juicio crítico. El comentario final subraya las esferas comunes que hoy permiten, desde diversos ángulos, abordar desde problemas conceptuales hasta disyuntivas prácticas de la conservación-restauración. Sin embargo, el énfasis de Schneider transcurre en los vértices que enmarcan a la construcción profesional: el carácter de la formación universitaria, las fronteras de la geometría disciplinaria y los desajustes institucionales, entre otros. En suma, un debate de par a par que concluye con una propuesta de "múltiples moradas" para el desarrollo de la conservación-restauración donde, no obstante, permanece una estructura normativa, crítica y constitutiva para el quehacer dentro de un contexto de intervención transdisciplinaria y socialmente activa.

Un campo de interacción alternativo se plantea en la sección INVESTIGACIÓN: la normatividad y su relación con las prácticas de conservación en la escala urbana se discuten en "Patrimonio edificado de propiedad privada". Eugenio Mercado López, mediante el caso del Centro Histórico de Morelia, Michoacán, reflexiona sobre los efectos menos visibles que las políticas públicas producen en el ámbito patrimonial privado y nos advierte sobre sus claramente negativas consecuencias, que han trastocado la lógica, la funcionalidad y la experiencia social de los espacios urbanos.

La frontera entre la arquitectura y los elementos decorativos asociados a ella se diluye en el INFORME de Angélica Berenice González de la Mota y Montse Agüero Duran, al proponer que el azulejo, como constituyente formal y funcional constructivo, determina en gran medida, en su carácter de piel del edificio, la calidad espacial de éste. "Cerámica decorada aplicada en la arquitectura" habla con detalle y rigor de los procesos de desprendimiento para la conservación de mosaicos en dos casos de arquitectura modernista catalana, con el fin de plantear una metodología apropiada a las condiciones reales que enmarcan la intervención en la que participan tanto restauradores como arquitectos; su lectura deja abiertas preguntas sobre algunas condicionantes a la acción de la conservación-restauración en relación con la normatividad vigente, los postulados teóricos disciplinarios, los determinantes económicos del proyecto y las agendas políticas de los distintos profesionales, instituciones y grupos sociales involucrados o afectados en una situación dada.

La importancia del espacio es central en el análisis de "Museos, territorio y patrimonio in situ", un REPORTE crítico que aplaude el planteamiento territorial en el diseño de museos e ilustra su reflexión con dos casos exitosos en el estado de Sonora, México. Al transmitir cierto optimismo sobre la prospectiva de la práctica museológica mexicana del siglo xxi, Demián Ortiz Maciel convoca a una correcta comunicación y conservación de los paisajes culturales basada en la creación de convergencias entre las concepciones patrimoniales esgrimidas por grupos locales e indígenas y las medidas pertinentes con la conservación medioambiental.

La cuestión del contexto, en este caso en relación con la representación de la historia, es motivo de nuestro ESCAPARATE, elaborado por integrantes del Seminario-Taller de Restauración de Documentos y Obra Gráfica en Papel de la ENCRyM, a colación de su intervención en la Carta sincronológica: una síntesis gráfico-visual de la concepción decimonónica y eurocentrista del desarrollo de la humanidad, desde el Génesis bíblico hasta el Porfiriato mexicano. La reflexión sobre los tratamientos de conservación y restauración de esta obra gráfica de excepcional valía muestra un proceso de doble recuperación, la de su relevancia documental y la de su particular visión espacio-temporal de la historia universal desde lo local.

La complementariedad de estos puntos de vista desde una perspectiva historiográfica se plasma en la revisión de The Conservation of Antiquities and Works of Art de Harold Plenderleith, que publicamos en DESDE EL ARCHIVO. La destacada contribución de Andrew Oddy nos transmite de primera mano, a partir de un emotivo análisis del contexto en que dicha obra fue escrita, una parte importante de la historia misma de la conservación en el mundo occidental. Aquí quedan impresos los primeros intentos por consolidar el papel de la ciencia como parte integral de la disciplina de la conservación, enfoque representado en gran medida por el Museo Británico y, en específico, por la gran experiencia de los jefes del taller de conservación de dicho museo, como lo fueron Plenderleith y el propio Oddy.

La semblanza sobre el Cencropam ilustra otro espacio: el de la responsabilidad de las instituciones culturales nacionales en la catalogación, documentación y conservación de nuestro patrimonio. Si bien aún queda mucho por hacer en el terreno de las políticas culturales en México, se aprecian los avances que, en este caso el Instituto Nacional de Bellas Artes, por medio de este centro, ha logrado en sus ya más de cuatro décadas de trabajo en la conservación del patrimonio artístico de nuestro país.

El cuarto número de Intervención ofrece al lector dos RESEÑAS. La primera, elaborada en Japón por Kazuo Aoya-ma sobre el libro Misterios de un rostro maya, resalta la riqueza del trabajo interdisciplinario que confluye y encuentra su aplicación en la práctica misma de la restauración: en este caso, la de la máscara funeraria de K'inich Janaab' Pakal, rey maya del siglo VII d.C., de Palenque, Chiapas. La segunda nos lleva a una reflexión sobre la muestra museográfica más emblemática de las fiestas del bicentenario de la Independencia de nuestro país, México 200 años. La patria en Construcción. Al denotar algunos aciertos y desaciertos de esta exposición, Carlos Arcila Berzunza revisa las implicaciones del alojamiento de un proceso curatorial en un espacio eminentemente político: el Palacio Nacional.

Con este número, el cuarto, Intervención celebra su segundo año de publicación, una trayectoria que en perspectiva nos permite ratificar la importancia de su permanencia como espacio de intercambio académico. Nuestro cuerpo editorial ha crecido en experiencia y en número, consolidando la misión de la ENCRyM y del INAH como organismos que conectan el patrimonio cultural con su escala social. Ser embajadores, fomentadores y difusores de una actitud crítica, informada y propositiva sobre el ser patrimonial, así como de las formas de comprenderlo y abordarlo desde la conservación, la restauración y la museología, se ha convertido hoy en la esencia de intervención de nuestra publicación.

 

Isabel Medina-González
Ma. Concepción Obregón Rodríguez
Isabel Villaseñor Alonso

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