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Tecnología y ciencias del agua

versión On-line ISSN 2007-2422

Tecnol. cienc. agua vol.4 no.1 Jiutepec ene./mar. 2013

 

Artículos técnicos

 

Capital social y vulnerabilidad ante eventos meteorológicos extremos: lecciones desde el municipio de San Felipe, costa de Yucatán, México

 

Social capital and vulnerability to extreme meteorological events: lessons from the San Felipe municipality, Yucatan coast, Mexico

 

Denise Soares
Instituto Mexicano de Tecnología del Agua.

 

Daniel Murillo-Licea
Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, México.

 

Dirección institucional de los autores:
Dra. Denise Soares.

Instituto Mexicano de Tecnología del Agua
Coordinación de Comunicación, Participación e Información
Subcoordinación de Participación Social
Paseo Cuauhnáhuac 8532, colonia Progreso
62550 Jiutepec, Morelos, México
Teléfono: +52 (777) 3293 600, extensiones 278 y 619
Fax: +52 (777) 3293 668
denise_soares@tlaloc.imta.mx.

Dr. Daniel Murillo Licea.
Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social
Juárez 87, Colonia Tlalpan, Delegación Tlalpan
14000 México, D.F. , México
Teléfono: +52 (55) 5487 3600
Fax: +52 (55) 5487 3643
danielmurillo2@yahoo.com.mx.

 

Recibido: 02/08/11
Aceptado: 25/06/12

 

Resumen

En esta contribución se hace un breve recorrido por los postulados del capital social desde la voz de sus principales referentes, para a partir de ahí buscar prácticas y expresiones del capital social en el municipio de San Felipe, península de Yucatán, México. Se analiza la utilidad, los alcances y las limitaciones que posee dicho enfoque en la reducción de la vulnerabilidad social, explicando, de modo contextualizado y empírico, relaciones posibles entre los significados de capital social y su contribución en la reducción de la vulnerabilidad social frente a eventos meteorológicos extremos.

Palabras clave: capital social, vulnerabilidad, eventos meteorológicos extremos, Yucatán.

 

Abstract

This paper briefly reviews the principles of social capital from the perspective of the voice of its key players, and based on that it seeks to identify practices and expressions of social capital in the municipality of San Felipe, Yucatan Peninsula, Mexico. The usefulness, scope and limitations of this approach in reducing social vulnerability are analyzed to contextually and empirically explain the possible relationships between the meanings of social capital and its contribution to reducing social vulnerability to extreme weather events.

Keywords: social capital, vulnerability, extreme weather events, Yucatan.

 

Introducción

El debate sobre el capital social parte de la premisa de que las variables económicas no son suficientes para generar procesos de desarrollo socialmente justos y ambientalmente sustentables, y que el crecimiento económico no genera de manera lineal el desarrollo social, concluyendo que las instituciones y las redes sociales son clave en la resolución del problema de acceso y repartición de los beneficios económicos generados por el desarrollo (Milani, 2003). Asimismo, estudiosos del tema plantean que la organización de la sociedad civil, a través de la confianza y normas de reciprocidad, cultura política, cohabitación, redes y formas de participación ciudadana, así como reglas formales e informales de convivencia y acceso a los recursos, son elementos esenciales para la superación de la pobreza (Putnam et al., 1993; Ostrom, 1997).

El capital social se ha convertido en un fuerte referente para analizar problemas como la superación de la pobreza y la vulnerabilidad social, la participación ciudadana y el desarrollo local, con miras a aportar soluciones prácticas a los problemas del subdesarrollo, al proponer una articulación entre la dinámica de los procesos (valores, normas de confianza y participación), con la lógica de los resultados económicos (desarrollo económico).

En esta contribución nos importa analizar el papel que juega el capital social en la reducción de la vulnerabilidad, para ello brindaremos la definición que asumimos para este concepto. La vulnerabilidad no es sinónimo de pobreza o de marginación, sino que integra las carencias de la población, su marginación y su capacidad para enfrentarse a amenazas (Barrachena et al., 2000). Desde este enfoque, la vulnerabilidad social tiene que ver explícitamente con los factores demográficos y socioeconómicos que incrementan o atenúan los impactos de los eventos de riesgo en las poblaciones locales; es decir, la vulnerabilidad social ayuda a definir quién está en riesgo y en qué grado puede verse perjudicado. Cutter et al. (2009) aclaran que las características socioeconómicas y demográficas de una población no determinan quiénes se verán afectados por un desastre natural, sino la capacidad que tiene una población para prepararse, responder y recuperarse cuando el desastre golpea. Con esta visión incorporan la resiliencia, pues se destaca la capacidad de una población, sistema o lugar, de amortiguar o adaptarse a las nuevas exposiciones de riesgo.

Teniendo como punto de partida el binomio capital social-vulnerabilidad, nos acercamos al municipio de San Felipe, en la costa de Yucatán, México, y nos planteamos las siguientes interrogantes: ¿qué redes de cooperación operan en la localidad?, ¿cómo perciben los pobladores de San Felipe la fortaleza de su capital social?, ¿qué rol juega el capital social en la reducción de la vulnerabilidad social frente a los huracanes? Para responder a estas interrogantes, iniciamos el documento con un breve acercamiento a las definiciones de capital social; enseguida hicimos un recorrido por el municipio, abordando aspectos referentes a su situación geográfica, demográfica y económica; finalmente, identificamos las organizaciones existentes en la localidad, y analizamos las fortalezas y debilidades del capital natural, reflexionando sobre la necesidad de fortalecer el capital social para reducir la vulnerabilidad frente a eventos meteorológicos extremos.

 

Breve acercamiento al debate sobre el capital social

Los estudios sobre capital social reúnen categorías de análisis provenientes de las ciencias políticas, sociología, antropología y economía, al emplear en los distintos acercamientos a su definición, términos como compromiso cívico, redes sociales, confianza, reciprocidad y recursos, entre otros. Un relevante aporte a la construcción del concepto lo realizó Bourdieu, quien definió capital social como el conjunto de relaciones y redes de ayuda mutua que pueden ser movilizadas de forma efectiva para beneficio del individuo o de su clase social. Para el autor, el capital social es a la par recurso y base de un proceso de acumulación, que permite a las personas lograr mayor éxito en la competencia social; se concentra en los beneficios que reciben los individuos en virtud de su participación en grupos y en la construcción deliberada de la sociabilidad con el objetivo de crear ese recurso (Bourdieu, 1980, 1985).

Por su parte, Putnam define el capital social en términos de confianza, las normas que regulan la convivencia, elementos que mejoran la eficiencia de la organización social, promoviendo iniciativas tomadas de común acuerdo. Afirma que las comunidades que cuentan con redes sociales de compromiso cívico promueven mayor número de acciones de reciprocidad y facilitan el surgimiento de la confianza mutua. En un estudio sobre gobiernos locales en Italia, encontró que la presencia de organizaciones comunitarias activas, el interés por los asuntos públicos, la confianza en la actuación pública y el respeto a la ley, es decir, un fuerte componente de capital social, era uno de los principales factores para explicar la riqueza de estas comunidades (Putnam et al., 1993; Putnam, 1995).

A su vez, Robinson (2002) define el capital social como un conjunto de recursos accesibles a un individuo o grupo en la medida en que pertenecen a una red de conocimiento mutuo. En su estudio de caso realizado en Nueva Zelanda apunta tres aspectos clave del capital social: a) ciudadanos con acceso a la información y dinamismo para la acción pública; b) redes de organizaciones sin fines de lucro de carácter voluntario, y c) oportunidades de participación pública. Plantea la articulación entre estas variables de la siguiente manera: la ciudadanía activa opera a través de las organizaciones, las cuales cuentan con la oportunidad del espacio público para la participación en los procesos de toma de decisiones.

Augusto de Franco define el capital social como los recursos asociados a la existencia de redes de articulación entre personas y grupos que promueven la cooperación, la reciprocidad, el reconocimiento mutuo, la solidaridad y el empoderamiento. Añade que el capital social posibilita la democratización del poder, en la medida en que promueve el incremento de la posibilidad y capacidad de las personas de participar en las decisiones públicas y de esa manera puede ser medido a través del porcentaje de personas que participan en organizaciones de la sociedad civil y consejos de desarrollo (Franco, 2001).

Según Milani (2003), el capital social se refiere a las instituciones, redes, relaciones y normas que conforman la calidad y cantidad de las interacciones sociales de una sociedad. El autor añade que, en la medida en que se valora el capital social, se reconoce que la cohesión social es un factor crítico para que las sociedades prosperen económicamente y para que el desarrollo sea sustentable. Asimismo, señala que un abordaje más amplio sobre el capital social incluye el ambiente social y político que conforma la estructura social y permite el desarrollo de normas.

Finalmente, para Durston (1999), el capital social corresponde al contenido de ciertas relaciones sociales que combinan actitudes de confianza con conductas de reciprocidad y cooperación, las cuales hacen posible mayores beneficios que los que podrían lograrse sin estos activos. La confianza se desarrolla a partir de la interacción social, permite realizar acciones compartidas y apoyar a determinados grupos. Si se logran establecer relaciones de confianza, se avanza hacia la reciprocidad, y ambos (confianza y reciprocidad) llevan a conductas de cooperación, que son un activo básico en el capital social. En un estudio de caso realizado en México, Durston y López (2006) señalan que en la cuenca del lago de Pátzcuaro, en el estado de Michoacán, pese al estado de su capital social, la región no logró congregar los esfuerzos para su desarrollo, y argumentan que los recursos financieros de una infinidad de programas y proyectos se han dispersado, y muchas de las organizaciones locales se han convertido en receptoras pasivas de prácticas clientelistas. Concluyen argumentando que:

"...ante la embestida gubernamental (tanto electorera como de programas), el capital social de la zona se encuentra aletargado, y sólo se hace presente ante algún acontecimiento que pueda afectar (bien o mal) a las comunidades. De otra suerte sólo funciona a nivel microsocial, es decir, ante las festividades, cosechas, desgracias y actos que impactan de manera inmediata a los actores sociales. En este sentido, los atisbos de capital social no son garantía de concreción. Para que lo fuesen, ante todo habría que modificar el entramado institucional para que a través de la red de actores sociales de la cuenca se pudiesen provocar cambios sustanciales en beneficio de la región" (Durston y López, 2006).

Esta breve revisión de autores que abordan la definición de capital social nos permite emitir algunos comentarios de naturaleza preliminar. En primer lugar, es evidente que no existe un consenso en cuanto al concepto propiamente dicho. Su definición sigue siendo un terreno de discusión entre distintas disciplinas, en la medida en que se trata de articular la lógica de las relaciones sociales con el campo de las políticas públicas. En segundo lugar, independientemente de las diferencias, hay un relativo consenso entre los autores en cuanto a la relevancia del contexto en la definición de las variables y los factores que promueven la formación del capital social. La fuerza de la noción de capital social está en el hecho de que se origina y tiene impacto en comportamientos humanos y actividades sociales debidamente contextualizadas.

En el próximo apartado se brinda un breve acercamiento al municipio de estudio desde referentes demográficos, económicos y de acceso a los servicios, a fin de ubicar el contexto en el cual se realizaron entrevistas para conocer el grado de fortaleza o debilidad de construcción del capital social en dicho municipio.

 

El municipio de San Felipe: un breve acercamiento

Ubicación, acceso, clima y población de San Felipe

San Felipe es conocido en lengua maya con el nombre de Actam Chuleb (ave negra con alas rojas), según el relato oral más difundido. Existen vestigios mayas que demuestran que el lugar fue poblado con anterioridad a la conquista española. El 5 de febrero de 1853, al separarse del municipio de Panabá, el pueblo y puerto de San Felipe pasó a pertenecer al municipio de Tizimín (Munguía-Gil et al., 2009).

El 12 de julio de 1935, por decreto (número 235) quedó integrado el municipio libre de San Felipe. Se localiza en la región litoral del Golfo de México entre los meridianos 88° 13' y 88° 35' de longitud oeste y los paralelos 21° 21' y 21° 33' de latitud norte, a una altura de dos metros sobre el nivel del mar. Tiene una superficie territorial de 680.85 km2. El puerto de San Felipe se encuentra a 193 km de Mérida y a 251 km de Progreso. El poblado más cercano y de importancia urbana es el municipio de Tizimín, distante 65 km (SCT, 2007). Los pobladores son, en su mayoría, pescadores artesanales.

En términos de infraestructura vial existe una sola vía de acceso y salida de la comunidad, situación que dificulta la movilidad en caso de emergencia. Dicha carretera está conectada al municipio de Panabá, el cual se convierte en albergue para los habitantes de San Felipe en caso de alguna eventualidad climática, como huracanes. Además del albergue formal, algunos de los pobladores de San Felipe rentan casas en Panabá para que puedan alojarse en caso de emergencia climática y otros son recibidos por familiares, quienes les brindan abrigo en caso de riesgo de desastre. Una entrevistada señala al respecto:

"... vamos juntando el poquito de dinero que podemos ahorrar cada mes para poder rentar la casa en Panabá (...) rentamos y nos da seguridad por si viene otro ciclón (...) mucha gente lo hace, los que no tienen familia allá, porque muchos tienen familia y la familia los recibe, pero los que no tenemos, tenemos que rentar (...) al refugio sólo vamos si no logramos el ahorro para la renta".

En relación con el clima, San Felipe, debido a su situación geográfica y proximidad al mar, es afectado por diferentes patrones de circulación atmosférica, como los vientos alisios dominantes, las masas de aire modificado (nortes) y las corrientes convectivas que ocasionan lluvias. La temperatura media mensual es de 25 °C, presentando una oscilación térmica de 3.9 °C. La precipitación total anual es de 550.1 mm. El mes más seco es abril, con 7.7 mm, y el más lluvioso es septiembre, con 104.4 mm. La mayor parte del año, los vientos dominantes son los alisios con dirección noreste-suroeste, internándose con gran cantidad de humedad. A partir de septiembre y octubre, se considera temporada de nortes y huracanes, con vientos de velocidades superiores a los 120 km/h (Ortiz y Castillo, 2008).

Población, vivienda y servicios

El municipio cuenta con un total de 1 839 habitantes de los cuales 956 son hombres y 883 son mujeres (INEGI, 2011). La mayoría de la población de San Felipe ha nacido en la región y en la última década, la zona ha recibido inmigración de personas provenientes principalmente del estado de Chiapas, quienes buscan mejores oportunidades laborales y se dedican principalmente a la pesca. En términos de desarrollo humano, en el año 2005, el municipio de San Felipe tenía un Índice de Desarrollo Humano de 0.8114, cifra superior a la estatal, que se ubicaba en 0.8000. El estado de Yucatán ha bajado su nivel de desarrollo humano de 2000 a 2005, dado que en aquel año su posición en la clasificación nacional era el lugar 19 y en 2005 cambió al vigésimo sitio (PNUD, 2005).

Existen en el municipio 493 viviendas particulares, de las cuales 486 están ocupadas. De éstas el 99.43% cuenta con el servicio de agua entubada, el 99.04% tiene excusado sanitario, el 99.62% cuenta con electricidad; el 0.77% de las viviendas tiene piso de tierra y el 98.47% cuenta con drenaje. En cuanto a la infraestructura educativa, existen tres escuelas: una preescolar, una primaria y una secundaria. El 3.63% de la población del municipio con 15 años y más es analfabeta, con un total de 65 personas, de las cuales 30 son hombres y 35 mujeres (Munguía-Gil et al., 2009; INEGI, 2011; SCT, 2007).

En la atención a la salud se cuenta con una unidad médica. La población usuaria es de 1 374 personas de las cuales 726 (52.84%) son usuarias de la seguridad social en el IMSS y 417 (30.55%) son usuarias de la asistencia social (SSY, del gobierno del estado). La población no derechohabiente asciende a 231 personas (14.85%). En centro de salud se coordina con protección civil en la temporada de huracanes y participa activamente en las vacunaciones post desastre, dado que el tétanos es un riesgo importante. Además del riesgo del tétanos y su medida preventiva hacia toda la población, las enfermedades gastrointestinales también constituyen un riesgo, siendo la población más vulnerable los adultos mayores e infantes. Otra actividad relevante del centro de salud para la prevención de enfermedades post huracanes es sacar los animales muertos de las calles, echarles cal y hacer una limpieza general de la comunidad, evitando así posibles focos de transmisión de enfermedades (Munguía-Gil et al., 2009).

Actividades económicas

La población económicamente activa está compuesta por 612 personas, distribuidas como se muestra en el cuadro 1.

El hecho de que el 61% de la población esté desarrollando actividades económicas en el sector primario revela una elevada vulnerabilidad frente a eventos meteorológicos extremos, dado que eventos climáticos como huracanes e inundaciones afectan la economía de las localidades si una parte importante de su actividad económica es sensible al tiempo y al clima, como ocurre en San Felipe, que tiene un gran dependencia hacia actividades relacionadas con el manejo y la explotación de recursos naturales (pesca, ganadería y agricultura). En otras latitudes, Anderson et al. (2007) documentan la estrecha relación entre la variabilidad climática y el Producto Interno Bruto (PIB) de Etiopía. Los autores argumentan que la agricultura es fuente de la mitad del PIB y del 80% de los empleos en aquel país y que el PIB experimenta fluctuaciones alrededor de un año después de los cambios en la precipitación anual; concluyen que la economía etíope es sensible a la variabilidad climática, sobre todo a las variaciones en la precipitación. Dicha conclusión es compartida para el caso de San Felipe.

A continuación se contextualiza el capital social en el municipio de San Felipe, Yucatán, detallando sus ámbitos, fortalezas y debilidades en un marco de vulnerabilidad social. La información fue obtenida mediante la aplicación del método cualitativo de entrevistas estructuradas a 98 personas (50 mujeres y 48 hombres), representantes de 98 viviendas de la localidad. Destacaremos las percepciones de las personas respecto a la existencia de redes de cooperación en el municipio, trabajo comunitario frente a eventos hidrometeorológicos extremos y participación ciudadana para enfrentar eventos climáticos.

 

Capital social en San Felipe: fortalezas y debilidades

Retomando algunos elementos de las definiciones de capital social que hemos referido más arriba, nos interesa resaltar los siguientes, para incorporarlos al análisis del estudio de caso elegido: a) redes de ayuda mutua; b) compromiso cívico; c) responsabilidad en relación con el grupo de pertenencia; d) cohesión social; e) generación de confianza. De esta forma, nos acercamos a identificar el capital social del municipio de San Felipe a través del análisis de tres variables, que incluyen los elementos descritos: 1) existencia de redes de cooperación operando en la localidad, 2) existencia de trabajo comunitario frente a eventos meteorológicos extremos y 3) participación de la población en planes para enfrentar eventos meteorológicos. Con las respuestas brindadas por la población pudimos aproximarnos a la comprensión acerca de la percepción de los pobladores de San Felipe sobre la fortaleza de su capital social y su rol en la reducción de la vulnerabilidad social frente a los huracanes.

En relación con el primer ámbito de análisis, la existencia de redes de cooperación operando en la localidad, al ser un pueblo eminentemente pesquero, las principales organizaciones sociales con que cuenta San Felipe tienen que ver con esta actividad productiva. Existen varias cooperativas pesqueras, dentro de las que destacan las denominadas: "Pescadores Unidos de San Felipe" (con 119 socios) y "Pescadores Legítimos de San Felipe (con 83 socios). Estas son las organizaciones más fuertes, pues concentran a la mayoría de los pescadores del municipio y poseen la concesión exclusiva para la pesca de langosta (producto más rentable) y del pepino de mar (aunque esta especie no se pesca actualmente debido al impacto que tiene sobre la población de langosta).

Originalmente estas dos cooperativas conformaban una sola federación de pescadores, la cual se creó hace 38 años y recibió las concesiones mencionadas. No obstante, hace diez años hubo problemas por la administración de los recursos y se suscitó una lucha interna por la dirección de la cooperativa, lo que acarreó que una parte de los socios decidiera salirse y crear la asociación que denominaron los "Legítimos". Actualmente, ambas cooperativas participan en programas de apoyo a la pesca y obtienen recursos para, por ejemplo, la compra de motores de bajo consumo de gasolina en esquemas de 50 y 40% de descuento. Además de estas grandes cooperativas existen otras pequeñas que agrupan a diez o quince pescadores que, al no poder pescar langosta, se dedican a la pesca de pulpo y mero, entre otros productos marinos.

Desde hace diez años existe una cooperativa de mujeres pescadoras denominada "Mujeres trabajadoras del mar", la cual se enfoca a la pesca del cangrejo maxquil (Libinia dubia), que sirve como carnada para la captura de pulpo. El valor del maxquil representa alrededor de la mitad de los recursos obtenidos con el pulpo, de tal suerte que el trabajo femenino contribuye de manera significativa al apoyo de la economía familiar. En la cooperativa femenina trabajan aproximadamente 14 mujeres, en coordinación con las cooperativas de pescadores. La labor de las mujeres organizadas ha obtenido un gran reconocimiento social y la presidenta municipal electa en las elecciones de 2010 era, a su vez, presidenta de la cooperativa "Mujeres trabajadoras del mar".

Además de las cooperativas vinculadas con la pesca, existen asociaciones de lancheros, ganaderos, ejidatarios y bomberos. La Asociación de Lancheros fue creada como alternativa económica debido a la reducción de la productividad pesquera y aprovechando la oportunidad de la demanda turística, ya que el municipio se encuentra ubicado en la Reserva de la Biosfera Ría Lagartos (la superficie protegida de Ría Lagartos es de 60 348 ha. Dentro del área protegida existen cuatro comunidades asentadas legalmente: San Felipe, con 1 838 habitantes; Río Lagartos, con 2 844; Las Coloradas, con 1 300, y El Cuyo, con 1 162. Estas poblaciones pertenecen a tres municipios: San Felipe, Río Lagartos y Tizimín; INE, 1999). La asociación ofrece servicios turísticos, con recorridos a diversas partes de la reserva, para observación de aves, pesca deportiva y actividades acuáticas. Dichas actividades son complementarias a la pesca y se llevan a cabo principalmente en temporadas bajas de la actividad pesquera.

La Asociación Ganadera Local de San Felipe existe desde hace treinta años y actualmente concentra 160 socios. En ella predomina la participación masculina, aunque hay mujeres que participan en la asociación y han tenido puestos en la mesa directiva. En la actualidad, esta asociación no se encuentra en una buena posición, ya que, a decir de su presidente, la fortaleza del grupo se ha visto afectada por la disminución de la actividad ganadera: los costos de producción son cada día más altos y los productos ganaderos tienen un precio muy bajo. Esto se refleja en la baja participación de los miembros en las actividades de la asociación.

Todas las actividades productivas dependientes de los recursos naturales, ya sea pesca, agricultura o ganadería, son altamente vulnerables ante eventos meteorológicos extremos; los huracanes e inundaciones provocan la disminución de la captura pesquera, así como pérdida de las cosechas y de los instrumentos de trabajo. Es importante que las organizaciones locales se capaciten en alternativas de prevención y reducción del riesgo, por un lado, y por el otro, es necesaria la implementación de medidas de adaptación, con la diversificación productiva y el incremento de actividades, para que las organizaciones no se vean tan afectadas.

Los bomberos se han constituido en asociación civil, como un intento de fortalecer la profesionalización en la atención de los problemas de seguridad del municipio: incendios, inundaciones, huracanes, entre otros. Protección Civil y Capitanía de Puertos se dedican al monitoreo de las amenazas de huracanes y al establecimiento de las medidas preventivas y de recuperación frente a los desastres.

Protección Civil municipal cuenta en la actualidad con una sola persona, nombrada como director; sin embargo, se creó una red de apoyo de treinta personas, todas prestando trabajo voluntario, quienes se dividen en diferentes brigadas para atender dos riesgos a los cuales el municipio es vulnerable de manera histórica: incendios y huracanes. Trabajando de manera coordinada con Protección Civil se encuentran tres promotores comunitarios del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, adscritos al Programa de Manejo de Riesgos de Desastres en el Sureste de México. El hecho de que se trabaje la gestión de riesgo de desastres desde una perspectiva de prevención y reducción, y no solamente de atención y respuesta al riesgo, brinda consigo un vínculo entre las intervenciones reactivas de corto plazo y las actividades de desarrollo a largo plazo.

Una fortaleza del capital social en el municipio es la estrecha coordinación del centro de salud con Protección Civil en las tareas de atención a emergencias. El hecho de que dichas organizaciones municipales se articulen para cooperar y establecer acciones concertadas y complementarias para obtener un logro común, que es la atención post desastres, refleja confianza, elemento clave del capital social.

En cuanto a la realización de trabajos comunitarios frente a eventos climáticos, otro ámbito de relevancia que integra el capital social, encontramos que la gran mayoría de la población participa en trabajos comunitarios. Sin embargo, cabe aclarar que dicha organización es coyuntural y responde a una solidaridad frente a tragedias, dado que los pobladores de San Felipe están divididos en función de la pertenencia político-partidaria. Existen profundos conflictos entre los militantes y simpatizantes del PAN y del PRI, de tal suerte que no existe colaboración y tampoco confianza entre estos dos grupos de intereses. El único momento en que los pobladores logran olvidar sus diferencias políticas es al enfrentar los desastres naturales, dando muestras de solidaridad e integración.

Milani (2003) asevera que una particularidad del capital social es que su uso hace incrementar su cantidad y calidad por medio de acciones que incentivan su reproducción (cooperación, comunicación y redes). Plantea, asimismo, que el capital social disminuye en la medida en que se dan actitudes y comportamientos relacionados con la intolerancia y falta de respeto hacia las libertades de expresión y organizaciones políticas. Así, no se podría decir que el capital social está fortalecido en este rubro en particular, debido a las divisiones que imperan en la localidad, sino que los conflictos político-partidarios existentes en San Felipe son una amenaza al capital social, y promueve que se reduzca su capacidad de expansión en el mediano y largo plazos.

Finalmente, al abordar la tercera variable de composición del capital social en la localidad, relativa a la participación comunitaria en planes para enfrentar eventos meteorológicos extremos, encontramos que la gran mayoría de las personas entrevistadas sostiene que desconoce si la comunidad participa en la formulación de planes para enfrentar los huracanes y argumenta que Protección Civil es la institución encargada de la elaboración de los planes de atención a emergencias. Ello refleja un significativo grado de dependencia de las personas hacia las instituciones y la inexistencia del planteamiento de la corresponsabilidad gobierno-sociedad civil para actuar frente a eventos meteorológicos extremos.

Esta variable del capital social también se encuentra en posición vulnerable y refleja la tendencia dominante no sólo de las instituciones medioambientales mexicanas sino de su burocracia en general, cuyas prácticas paternalistas y manipuladoras son una estrategia por mantener la incondicionalidad del capital político electoral local y evitar la autogestión y autodeterminación de los pueblos. Es imprescindible que los sujetos sociales locales asuman en el mediano y largo plazos el control pleno sobre su desarrollo y participen activamente en la elaboración de verdaderas políticas "públicas". Las políticas de reducción de riesgos de desastres sólo serán efectivas en el marco de la participación efectiva e informada de los habitantes locales.

 

Conclusiones

El análisis de las diferentes variables que integran el capital social es clave para ayudar a determinar los puntos de inflexión que pueden producir procesos de mayor vulnerabilidad socioambiental o aquellos que ayudan a la conformación de un círculo virtuoso, con la reducción de la vulnerabilidad comunitaria frente a fenómenos hidrometeorológicos extremos. Conociendo los puntos débiles del capital social, se pueden determinar los puntos de control que deben ser monitoreados y potenciados, así como las acciones adecuadas a emprender, a fin de reducir la vulnerabilidad de dicho capital.

En esta investigación priorizamos tres variables para el acercamiento a las diferentes expresiones del capital social en el ámbito local: presencia de organizaciones, existencia de trabajo comunitario frente a eventos climáticos y participación de la población en planes para enfrentar los riesgos de desastres. La existencia de varias organizaciones sociales en la localidad es un muy buen indicador del potencial del capital social para la reducción de la vulnerabilidad frente a eventos meteorológicos extremos, sin embargo hay dos puntos clave que ameritan una reflexión. El primero es que dichas organizaciones no incluyen la reducción de la vulnerabilidad frente a huracanes como una de sus prioridades y la otra es que las organizaciones locales no son tomadas en cuenta por las instituciones en los procesos de planeación de acciones en cuanto al riesgo de desastres.

Ello refleja, por un lado, que el manejo de riesgos de desastres es aún un problema en construcción entre los pobladores de la localidad, con la consecuente necesidad de un trabajo de formación-capacitación, con el fin de crear conocimiento sobre el tema, para que las organizaciones locales puedan formular propuestas e iniciativas para su incorporación entre sus demandas. Y, por otro lado, las organizaciones locales tienen que legitimarse ante las instituciones gubernamentales y éstas reconocerlas como verdaderas interlocutoras en la materia, de tal suerte que las políticas públicas hacia la reducción de desastres sean formuladas de abajo hacia arriba, en un esquema bottom up, toda vez que la experiencia demuestra que las políticas concebidas y formuladas desde arriba hacia abajo —esquema top down—, sin considerar a los intereses, demandas y conocimientos de las poblaciones locales, tienen resultados limitados e ineficientes.

La existencia de trabajos comunitarios frente a eventos meteorológicos extremos no es una garantía de la existencia de capital social, dado que sólo se manifiesta ante la afectación. Para que lo fuese, ante todo habría que superar las profundas divisiones partidistas en la localidad y crear una red de actores sociales que pudiese provocar cambios sustanciales en beneficio de la región, en un marco de un nuevo entramado institucional, que propicie la legitimación del conocimiento local, la organización en la materia, la adquisición de conocimientos, y el acceso a la información y a la toma de decisiones.

El desconocimiento de la población sobre la participación ciudadana en planes para enfrentar eventos climáticos refleja la falta de articulación entre las capacidades locales y los sectores gubernamentales encargados de elaboración de políticas, lo que limita el impacto social de los programas. Ello demanda una nueva forma de estructurar e implementar los programas, basado en una articulación real con los actores locales, y con la recuperación de su experiencia y conocimiento.

Con esta contribución apuntamos algunas de las facetas débiles del capital social en San Felipe, las cuales deben ser reforzadas, toda vez que el capital social fortalecido contribuye a disminuir la marginación social y económica, y la exclusión política, dos factores clave que subrayan condiciones de vulnerabilidad.

 

Agradecimientos

Esta investigación fue realizada por el IMTA con fondos SEP-Conacyt-Ciencias Básicas.

 

Referencias

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