Los procesos educativos son complejos y es preciso observarlos justamente con esta mirada. Son alimentados por dispositivos institucionales, articulaciones pedagógicas y prácticas de actores singulares, que se enmarcan en el curso de tránsitos políticos, sociales y culturales específicos.

Pensar la educación en estos términos hace posible reconocer el lugar que ocupan los distintos actores más allá de profesores y alumnos, así como el peso específico que estos últimos mantienen. Sopesar, de esta forma, el lugar que la historia —las historias— de las comunidades tuvo y tiene en la constitución de las identidades nacionales y regionales a la luz de estos procesos educativos permite ahondar en la recuperación de la memoria como herramienta pedagógica, como un derecho humano y como soporte para la configuración de modelos o formas educativas que resuenen en una escucha atenta, interesada y activa. Se trata de una historia que restituya el timbre de las voces silenciadas, de lugares materiales y prácticas simbólicas, de historias recuperadas por los sujetos particulares y puestas al servicio de procesos formativos que se inscriben en espacios y tiempos propios.

En este orden de ideas, aparece entonces Latinoamérica como una región que articula una pluralidad de procesos políticos y sociales semejantes —no obstante contiene, asimismo, particularidades locales— sobre los que importa reflexionar. Cartografiar los modelos educativos, ubicar las reapropiaciones de los mismos, comprender las experiencias de los actores, las resistencias sociales y las manifestaciones de agenciamiento permite concebir la educación como un sendero que nos lleve a imaginar espacios más democráticos con sujetos que sean capaces de vislumbrar vidas mejor vividas.

Es así que en América Latina cobran fuerza investigaciones que a través de análisis sobre la historia propia, común y cercana, permiten ver el valor de la educación como un bien que emancipa. Trabajos que conciben la historia —el patrimonio social y cultural, la transmisión oral—, aprehendida a través de marcos teóricos, métodos e instrumentos específicos, como una ventana para cuestionar el pasado, dejando ver posibilidades transformadoras.

Los artículos del número que hoy nos convoca, “Educación en América Latina: perspectivas históricas”, tejen una trama que permite ver la resistencia de los hilos aparentemente más delgados, es decir, de aquellas experiencias educativas que parecen imperceptibles porque no se producen dentro del marco de los modelos hegemónicos, sino que, por el contrario, se sostienen en el pasado que sigue vivo. En este dossier encontraremos usos conceptuales y didácticos de la historia que proponen reapropiaciones originales que configuran vetas poco exploradas, todavía, para el ejercicio historiográfico. Convida a desacralizar las fuentes en beneficio de una práctica de la investigación y educativa más de cara a la comunidad, en la plaza pública, junto a los sujetos, más participativamente.

La revista Diálogos sobre educación. Temas actuales en investigación educativa agradece sinceramente a los doctores María Mercedes Molina Hurtado y Yobenj Aucardo Chicangana Bayona su esfuerzo por configurar un espacio de reflexión sobre la educación a la luz de propuestas analíticas que hunden sus raíces en la región y sus historias.